• AU / Tʜᴇ ᴛɪᴍᴇʟᴇss ғᴜᴛᴜʀᴇ.

    "Pᴇᴇʟ ᴏғғ ᴛʜᴇ ɴᴀᴘᴋɪɴ
    O ᴍʏ ᴇɴᴇᴍʏ.
    Dᴏ I ᴛᴇʀʀɪғʏ?—

    Tʜᴇ ɴᴏsᴇ, ᴛʜᴇ ᴇʏᴇ ᴘɪᴛs, ᴛʜᴇ ғᴜʟʟ sᴇᴛ ᴏғ ᴛᴇᴇᴛʜ?
    Tʜᴇ sᴏᴜʀ ʙʀᴇᴀᴛʜ
    Wɪʟʟ ᴠᴀɴɪsʜ ɪɴ ᴀ ᴅᴀʏ.

    Sᴏᴏɴ, sᴏᴏɴ ᴛʜᴇ ғʟᴇsʜ
    Tʜᴇ ɢʀᴀᴠᴇ ᴄᴀᴠᴇ ᴀᴛᴇ ᴡɪʟʟ ʙᴇ
    Aᴛ ʜᴏᴍᴇ ᴏɴ ᴍᴇ

    Aɴᴅ I ᴀ sᴍɪʟɪɴɢ ᴡᴏᴍᴀɴ.
    I ᴀᴍ ᴏɴʟʏ ᴛʜɪʀᴛʏ.
    Aɴᴅ ʟɪᴋᴇ ᴛʜᴇ ᴄᴀᴛ, I ʜᴀᴠᴇ ɴɪɴᴇ ᴛɪᴍᴇs ᴛᴏ ᴅɪᴇ."
    AU / Tʜᴇ ᴛɪᴍᴇʟᴇss ғᴜᴛᴜʀᴇ. "Pᴇᴇʟ ᴏғғ ᴛʜᴇ ɴᴀᴘᴋɪɴ O ᴍʏ ᴇɴᴇᴍʏ. Dᴏ I ᴛᴇʀʀɪғʏ?— Tʜᴇ ɴᴏsᴇ, ᴛʜᴇ ᴇʏᴇ ᴘɪᴛs, ᴛʜᴇ ғᴜʟʟ sᴇᴛ ᴏғ ᴛᴇᴇᴛʜ? Tʜᴇ sᴏᴜʀ ʙʀᴇᴀᴛʜ Wɪʟʟ ᴠᴀɴɪsʜ ɪɴ ᴀ ᴅᴀʏ. Sᴏᴏɴ, sᴏᴏɴ ᴛʜᴇ ғʟᴇsʜ Tʜᴇ ɢʀᴀᴠᴇ ᴄᴀᴠᴇ ᴀᴛᴇ ᴡɪʟʟ ʙᴇ Aᴛ ʜᴏᴍᴇ ᴏɴ ᴍᴇ Aɴᴅ I ᴀ sᴍɪʟɪɴɢ ᴡᴏᴍᴀɴ. I ᴀᴍ ᴏɴʟʏ ᴛʜɪʀᴛʏ. Aɴᴅ ʟɪᴋᴇ ᴛʜᴇ ᴄᴀᴛ, I ʜᴀᴠᴇ ɴɪɴᴇ ᴛɪᴍᴇs ᴛᴏ ᴅɪᴇ."
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  • Hmph... últimamente mis pequeños y adorables subordinados están más flojos de lo normal ...me pregunto si puedo salir a asustar a cualquiera que llegue al castillo
    Hmph... últimamente mis pequeños y adorables subordinados están más flojos de lo normal ...me pregunto si puedo salir a asustar a cualquiera que llegue al castillo
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  • Aahg! Te dije que no me siguieras, aquí es muy peligroso para que estés como si nada. Da media vuelta y regresa a la cabaña, llegaré con una buena cena

    - Dice mientras se seca con una toalla que pareciera estar de por sí húmeda. Su aroma es de sudor con agua de arrollo, al parecer estaba pescando -
    Aahg! Te dije que no me siguieras, aquí es muy peligroso para que estés como si nada. Da media vuelta y regresa a la cabaña, llegaré con una buena cena - Dice mientras se seca con una toalla que pareciera estar de por sí húmeda. Su aroma es de sudor con agua de arrollo, al parecer estaba pescando -
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  • ── Hoy se cumple un año de aquella forzada despedida.
    De aquel dolor que me quebró para jamas volver a ser la misma.
    Nada peor que haberme forzado a no sentir....a arrancarte a la fuerza de el lugar donde yo quería que estuvieras.

    Ha pasado un año.
    Y aun en las estrellas busco una señal. ──
    ── Hoy se cumple un año de aquella forzada despedida. De aquel dolor que me quebró para jamas volver a ser la misma. Nada peor que haberme forzado a no sentir....a arrancarte a la fuerza de el lugar donde yo quería que estuvieras. Ha pasado un año. Y aun en las estrellas busco una señal. ──
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  • Knowing about u
    Fandom Original
    Categoría Aventura
    Caminé lenta y pesadamente sobre la duna, llegaba a una civilización destruida hacia eones, se veía muy parecida a la civilización egipcia; había pilares rotos y fracturados, mermados por el pasar de los años, sus ojos brillaron de diferentes colores mientras que leía las inscripciónes en aquel texto antiguo, lengua muerta olvidado por dios.

    Ironico.

    Encontré la entrada, siguiendo las instrucciones de quienes habían sido mis creadores, el tunel al interior de la piramide se abrió ante mi.
    Me deslicé dentro con soltura, evitando posibles trampas, viendo cada acertijo escondido. Siendo capaz de leer todo lo que decían aquellas paredes, las cosas horribles que hacian por egoismo, las cosas preciosas que hacian por el bien de otros.

    —Creo que aquí tampoco hay nada... —murmuré, mientras tentaba las paredes, leyendo, analizando.

    Caminé lenta y pesadamente sobre la duna, llegaba a una civilización destruida hacia eones, se veía muy parecida a la civilización egipcia; había pilares rotos y fracturados, mermados por el pasar de los años, sus ojos brillaron de diferentes colores mientras que leía las inscripciónes en aquel texto antiguo, lengua muerta olvidado por dios. Ironico. Encontré la entrada, siguiendo las instrucciones de quienes habían sido mis creadores, el tunel al interior de la piramide se abrió ante mi. Me deslicé dentro con soltura, evitando posibles trampas, viendo cada acertijo escondido. Siendo capaz de leer todo lo que decían aquellas paredes, las cosas horribles que hacian por egoismo, las cosas preciosas que hacian por el bien de otros. —Creo que aquí tampoco hay nada... —murmuré, mientras tentaba las paredes, leyendo, analizando.
    Tipo
    Grupal
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Disponible
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  • No entiendo a los mortales que se resisten. Mira, esto no podría ser más fácil: Lo único que tienes que hacer es deshacerte de tu libre albredío, aceptarme como tu única Diosa y entregarte a mí.

    ¿De qué te sirve tu supuesta "libertad"? ¿Te ha traído algo más que desgracias? ~ Y en cambio, mira lo que yo te ofrezco.

    No necesitas pensar, yo lo haré por ti. Sólo haz todas y cada una de las cosas que te digo, sé mi fiel devoto, entrega tu alma y tu mente a mí. Nada más debe existir en tu vida además de adorarme... y te garantizo una eternidad de placer y felicidad. ~ Nadie podría hacerte una mejor oferta.
    No entiendo a los mortales que se resisten. Mira, esto no podría ser más fácil: Lo único que tienes que hacer es deshacerte de tu libre albredío, aceptarme como tu única Diosa y entregarte a mí. ¿De qué te sirve tu supuesta "libertad"? ¿Te ha traído algo más que desgracias? ~ Y en cambio, mira lo que yo te ofrezco. No necesitas pensar, yo lo haré por ti. Sólo haz todas y cada una de las cosas que te digo, sé mi fiel devoto, entrega tu alma y tu mente a mí. Nada más debe existir en tu vida además de adorarme... y te garantizo una eternidad de placer y felicidad. ~ Nadie podría hacerte una mejor oferta.
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  • 𝑳𝒆𝒕 𝒎𝒆 𝒃𝒆 𝒚𝒐𝒖𝒓 𝒘𝒐𝒎𝒂𝒏. ~
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  • — Esto. . . sabe horrible. Pero puedo entender, un poco, por qué lo consumen. —
    — Esto. . . sabe horrible. Pero puedo entender, un poco, por qué lo consumen. —
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  • Mientras la Luna siga brillando, siempre estarás bajo mi protección.
    Mientras la Luna siga brillando, siempre estarás bajo mi protección.
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  • El timbre sonó a las 9:03 de la mañana, rompiendo el silencio perezoso de un domingo cualquiera. Sofía estaba en la cocina, todavía en pijama, con el cabello despeinado y una taza de café con leche entre las manos. No esperaba nada, o al menos eso se repetía para calmar el vértigo que sentía desde hacía semanas.

    Dejó la taza sobre la encimera, se limpió las manos en el pantalón del pijama y bajó las escaleras con el corazón golpeándole el pecho. Afuera, el aire era fresco y olía a tierra mojada. El cartero ya se había marchado, pero en el buzón asomaba un sobre blanco con el sello dorado de la University of Southern California.

    Por un momento no se movió. Solo lo miró, inmóvil, como si acercarse fuera un acto peligroso. Cuando por fin estiró la mano, la temblorosa emoción se mezcló con miedo puro. Rasgó el sobre con cuidado, como si el papel pudiera decidir su destino, y leyó.

    “We are pleased to inform you that you have been accepted into the USC School of Dramatic Arts…”

    El aire se le escapó de los pulmones.
    Durante unos segundos, no hubo sonido, ni casa, ni mundo: solo las letras flotando ante sus ojos, borroneadas por las lágrimas.

    Sofía soltó una risa entrecortada, una mezcla de incredulidad y felicidad tan intensa que dolía. Dejó caer el sobre en el suelo, cubriéndose la boca con las manos, y empezó a reír y llorar al mismo tiempo.

    —¡Lo conseguí! —susurró, casi sin voz—. ¡Lo conseguí, joder!

    Corrió hacia la cocina, el corazón desbocado, buscando su móvil para llamar a Rachel. Pero al abrir la galería de contactos, se detuvo por un momento.
    La imaginó allí, con su novia, quizá cocinando o trabajando, ajena a todo. Sofía quiso marcar igual, contarle lo que había pasado, gritarle entre risas que su sueño se había hecho real. Pero algo en su pecho se frenó.
    Rachel le diría que estaba orgullosa, sin dudarlo, pero también le preguntaría si ya se lo había contado a mamá.
    Y ella no estaba lista para eso.

    La imagen de Elena James apareció en su mente: su tono frío, su mirada cargada de juicio, la misma que había usado la última vez que hablaron del tema.
    “Te estás engañando, Sofía. El teatro no da de comer. Eres inteligente, podrías hacer algo útil, algo serio.”

    Sofía apretó el teléfono entre los dedos. No quería escuchar esa voz hoy. No cuando, por primera vez, sentía que el mundo le daba la razón.

    Respiró hondo y volvió a mirar el sobre caído en el suelo. Lo recogió con cuidado y lo apoyó contra la ventana, justo donde entraba la luz del sol.

    Esa carta era su puerta, su billete, su promesa.
    Y aunque nadie más lo supiera todavía, ella se permitió celebrarlo igual.

    Encendió el altavoz, buscó una lista de reproducción vieja y dejó que sonara Golden Hour. Subió el volumen, cerró los ojos y se dejó llevar, girando sobre sí misma entre risas y lágrimas.

    Por fin, el sueño que todos consideraban una pérdida de tiempo se había convertido en su realidad.
    Y aunque no pudiera compartirlo aún, Sofía sabía que su historia había empezado.
    El timbre sonó a las 9:03 de la mañana, rompiendo el silencio perezoso de un domingo cualquiera. Sofía estaba en la cocina, todavía en pijama, con el cabello despeinado y una taza de café con leche entre las manos. No esperaba nada, o al menos eso se repetía para calmar el vértigo que sentía desde hacía semanas. Dejó la taza sobre la encimera, se limpió las manos en el pantalón del pijama y bajó las escaleras con el corazón golpeándole el pecho. Afuera, el aire era fresco y olía a tierra mojada. El cartero ya se había marchado, pero en el buzón asomaba un sobre blanco con el sello dorado de la University of Southern California. Por un momento no se movió. Solo lo miró, inmóvil, como si acercarse fuera un acto peligroso. Cuando por fin estiró la mano, la temblorosa emoción se mezcló con miedo puro. Rasgó el sobre con cuidado, como si el papel pudiera decidir su destino, y leyó. “We are pleased to inform you that you have been accepted into the USC School of Dramatic Arts…” El aire se le escapó de los pulmones. Durante unos segundos, no hubo sonido, ni casa, ni mundo: solo las letras flotando ante sus ojos, borroneadas por las lágrimas. Sofía soltó una risa entrecortada, una mezcla de incredulidad y felicidad tan intensa que dolía. Dejó caer el sobre en el suelo, cubriéndose la boca con las manos, y empezó a reír y llorar al mismo tiempo. —¡Lo conseguí! —susurró, casi sin voz—. ¡Lo conseguí, joder! Corrió hacia la cocina, el corazón desbocado, buscando su móvil para llamar a Rachel. Pero al abrir la galería de contactos, se detuvo por un momento. La imaginó allí, con su novia, quizá cocinando o trabajando, ajena a todo. Sofía quiso marcar igual, contarle lo que había pasado, gritarle entre risas que su sueño se había hecho real. Pero algo en su pecho se frenó. Rachel le diría que estaba orgullosa, sin dudarlo, pero también le preguntaría si ya se lo había contado a mamá. Y ella no estaba lista para eso. La imagen de Elena James apareció en su mente: su tono frío, su mirada cargada de juicio, la misma que había usado la última vez que hablaron del tema. “Te estás engañando, Sofía. El teatro no da de comer. Eres inteligente, podrías hacer algo útil, algo serio.” Sofía apretó el teléfono entre los dedos. No quería escuchar esa voz hoy. No cuando, por primera vez, sentía que el mundo le daba la razón. Respiró hondo y volvió a mirar el sobre caído en el suelo. Lo recogió con cuidado y lo apoyó contra la ventana, justo donde entraba la luz del sol. Esa carta era su puerta, su billete, su promesa. Y aunque nadie más lo supiera todavía, ella se permitió celebrarlo igual. Encendió el altavoz, buscó una lista de reproducción vieja y dejó que sonara Golden Hour. Subió el volumen, cerró los ojos y se dejó llevar, girando sobre sí misma entre risas y lágrimas. Por fin, el sueño que todos consideraban una pérdida de tiempo se había convertido en su realidad. Y aunque no pudiera compartirlo aún, Sofía sabía que su historia había empezado.
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