Este monstruo había acabado con ella por completo. Su matrimonio, su salud mental, su carrera... todo. No había pasado ni un año desde la aparición del cadáver de un joven policía, casi recién salido de la academia, en la ciudad de Tallulah, y ya se contabilizaban casi una veintena de víctimas de este psicópata. Eunji había seguido el caso de cerca desde el primer momento, había estudiado todas las autopsias con minucioso detalle, pero una de ellas la había marcado para toda la vida. El hallazgo del cuerpo de Matt fue... duro, cuanto menos. Ni todo el whisky del mundo podía hacer que olvidase aquellas imágenes. Todo fue cuesta abajo y sin frenos desde entonces. Lo que empezó siendo solo parte de su trabajo, se había convertido en obsesión, y se había llevado a su compañero de vida. Insomnio, alcohol, ira, y duelo no eran una buena combinación, y menos para una detective de homicidios, y sin ser consciente de cómo había llegado a ese punto, ahora su placa pendía de un hilo. Pero, ¡joder! Los cuerpos de sus compañeros de profesión y de su marido se seguían pudriendo en cajones de madera, sin una explicación, y nadie parecía hacer nada, ¿de verdad ella tenía que quedarse de brazos cruzados? Sabía que esto no iba a parar, así que había decidido jugar su última carta, su último recurso, después de repasar todos los documentos, esos que había estudiado incluso en sueños, se había puesto en contacto con alguien que, con suerte, después de conocer todos los detalles, sí estaría dispuesto a hacer algo. Aún con alcohol en su organismo, se dirigía hacia el lugar de reunión acordado. Esta era la última oportunidad. [NotAMindRcader]

Comida familiar con variedad de convenciones pendientes