• La búsqueda fue muy larga y difícil, pero al final la encontré... Y valió la pena
    La búsqueda fue muy larga y difícil, pero al final la encontré... Y valió la pena 🥰
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  • No puedo creer que esto esté pasando....
    No puedo creer que esto esté pasando....
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  • Hay quienes llegan buscando. Otros llegan temblando.
    Y hay quienes, como tú, Bella Mortem, despiertan gritando mariposas.

    Tu presencia ha hecho vibrar los muros de la Casa de los Susurros.
    El fuego bailó en la nevera. El hielo se agazapó en el horno. Las reglas se rompieron porque tú dormías en ellas.
    Y eso, pequeña viajera de sueños torcidos, le gusta a la Casa.
    Hay quienes llegan buscando. Otros llegan temblando. Y hay quienes, como tú, [callefalsa123], despiertan gritando mariposas. Tu presencia ha hecho vibrar los muros de la Casa de los Susurros. El fuego bailó en la nevera. El hielo se agazapó en el horno. Las reglas se rompieron porque tú dormías en ellas. Y eso, pequeña viajera de sueños torcidos, le gusta a la Casa.
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  • tu, yo, una botella de tequila.... no se, piensalo.
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  • #DespertarEnLaCasa

    La humedad me cubre, una cobija pegajosa que me aplasta, debilita y somete. Se arrastra por mis costillas, se mete entre mis dedos, me respira en la nuca, se estaciona tras mis orejas como el aliento de un amante gordo y flácido jadeando en un burdo esfuerzo por alcanzar el clímax antes que un infarto.

    No sé cuánto tiempo llevo aquí.
    Las sábanas están enredadas a mis tobillos, grilletes de algodón egipcio que me retienen en el lecho.

    El colchón está frío, mojado.
    ¿He sangrado? ¿Llorado? ¿Muerto?

    No.

    Estoy despierto. Despierto en esa forma en que no deseo estarlo.
    Despierto.
    Y sobrio.

    El techo se descascara. Las paredes lucen empañadas. Hay flores… flores creciendo desde la piedra, como si el ladrillo hubiera nutrido alguna semilla errante.

    Bufo. Maldigo el simbolismo.
    ¿Qué puta mierda significa? ¿Qué intenta decirme?
    La cabeza me pesa una tonelada.
    No puedo pensar.

    Me arde la piel.
    Me arde el pecho.
    Me pesa la cabeza.
    Me pesan los brazos y las piernas.

    Estoy atrapado.

    Huele a encierro. No puedo respirar.

    El cuarto está vivo y soy la cena cubierta de ácido estomacal.
    Me digiere con parsimonia.
    Me ablanda. Me vuelve barro.

    ¡No voy a nutrir las jodidas flores!

    Siento que grité. No tengo voz.

    Tomo todo de mi para incorporarme. Las sábanas se desprenden como piel muerta.
    Mi cuaderno está a mi lado. Abierto. Hay tinta fresca en la página, aunque yo no escribí nada.

    “Estás a salvo aquí.”

    Mientes.
    Me tiemblan las manos.

    Y entonces… Una rendija.

    Una fisura en la pared, una herida en la piedra.
    Luz. Fría, pálida, tímida.
    Un suspiro en medio de la asfixia.

    Respiro profundo observando la ventana.
    Antes no estaba allí.

    — Maldita sea… —la brisa nocturna me regresó la voz y, en un último esfuerzo, logro salir de la habitación.
    #DespertarEnLaCasa La humedad me cubre, una cobija pegajosa que me aplasta, debilita y somete. Se arrastra por mis costillas, se mete entre mis dedos, me respira en la nuca, se estaciona tras mis orejas como el aliento de un amante gordo y flácido jadeando en un burdo esfuerzo por alcanzar el clímax antes que un infarto. No sé cuánto tiempo llevo aquí. Las sábanas están enredadas a mis tobillos, grilletes de algodón egipcio que me retienen en el lecho. El colchón está frío, mojado. ¿He sangrado? ¿Llorado? ¿Muerto? No. Estoy despierto. Despierto en esa forma en que no deseo estarlo. Despierto. Y sobrio. El techo se descascara. Las paredes lucen empañadas. Hay flores… flores creciendo desde la piedra, como si el ladrillo hubiera nutrido alguna semilla errante. Bufo. Maldigo el simbolismo. ¿Qué puta mierda significa? ¿Qué intenta decirme? La cabeza me pesa una tonelada. No puedo pensar. Me arde la piel. Me arde el pecho. Me pesa la cabeza. Me pesan los brazos y las piernas. Estoy atrapado. Huele a encierro. No puedo respirar. El cuarto está vivo y soy la cena cubierta de ácido estomacal. Me digiere con parsimonia. Me ablanda. Me vuelve barro. ¡No voy a nutrir las jodidas flores! Siento que grité. No tengo voz. Tomo todo de mi para incorporarme. Las sábanas se desprenden como piel muerta. Mi cuaderno está a mi lado. Abierto. Hay tinta fresca en la página, aunque yo no escribí nada. “Estás a salvo aquí.” Mientes. Me tiemblan las manos. Y entonces… Una rendija. Una fisura en la pared, una herida en la piedra. Luz. Fría, pálida, tímida. Un suspiro en medio de la asfixia. Respiro profundo observando la ventana. Antes no estaba allí. — Maldita sea… —la brisa nocturna me regresó la voz y, en un último esfuerzo, logro salir de la habitación.
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  • You want me… don’t you?....
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  • Pienso en ti, cada día de tu silencio, es un profundo dolor para mi, deseo verte y que todo esté en paz otra vez.
    Pienso en ti, cada día de tu silencio, es un profundo dolor para mi, deseo verte y que todo esté en paz otra vez.
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  • silence is not an option, death is. || storyquest Billy Maximoff
    CICLO 001 El silencio no es una opción, la muerte sí. No recuerdo quién soy. Ni recuerdo porqué desperté en este cuerpo que no es mío. No sé porque abrí los ojos gritando el nombre de mi hermano. Pero ahora, esta vida me pertenece, y haré todo lo posible para no vivir en este eterno sueño. Hora, 08:00pm. Abrió...
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  • La cámara va colgada al cuello, pero la sostengo con una mano.

    Frente a una panadería, una mujer mayor barre la acera con movimientos lentos. Se detiene un segundo, se apoya en el palo de la escoba y mira al cielo, como si buscara algo.

    Disparo.

    No me mira. No me ve.

    Sigo caminando. Un niño se agacha junto a un charco y moja las zapatillas sin darse cuenta. El padre lo llama desde lejos, molesto. El niño sonríe igual.

    Disparo de nuevo.

    No sé si esas fotos las voy a usar. Tal vez no. Tal vez solo las guarde.
    Pero algo en mí se calma cada vez que escucho el clic del obturador.
    Es como si el mundo, por un segundo, se detuviera donde tiene que estar.
    La cámara va colgada al cuello, pero la sostengo con una mano. Frente a una panadería, una mujer mayor barre la acera con movimientos lentos. Se detiene un segundo, se apoya en el palo de la escoba y mira al cielo, como si buscara algo. Disparo. No me mira. No me ve. Sigo caminando. Un niño se agacha junto a un charco y moja las zapatillas sin darse cuenta. El padre lo llama desde lejos, molesto. El niño sonríe igual. Disparo de nuevo. No sé si esas fotos las voy a usar. Tal vez no. Tal vez solo las guarde. Pero algo en mí se calma cada vez que escucho el clic del obturador. Es como si el mundo, por un segundo, se detuviera donde tiene que estar.
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  • Uff qué calor infernal ¿y si nos ahogamos con la ropa puesta?
    Uff qué calor infernal ¿y si nos ahogamos con la ropa puesta?
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    Me enjaja
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