Entrada 247 – Séptima luna descendente, ciclo de ceniza
He vuelto a soñar con ella. "La Llama del Juicio". No como mito, no como símbolo sino como una verdad que se filtra en las lagunas de mi mente. La he visto arder en medio del vacío, inmóvil, y a la vez danzando con la furia de lo que ha conocido el fin del tiempo.
Hoy, tras años de rastrear textos perdidos y páginss arrancadas del polvo de templos hundidos, creo haber identificado los ingredientes necesarios para replicarla o quizás solo acercarme a su reflejo. Lo registro aquí, por si no vuelvo de esta búsqueda. Que al menos las palabras sobrevivan, aunque yo no lo haga.
El primero es el Corazón de Umbra.
Un mineral vivo y tan oscuro como el propio vacio, un órgano aún palpitante, tomado de una criatura que no pertenece del todo a este mundo. Un ente de sombra viva, nacido en los bordes del no-ser. Se dice que el juicio aún vive dentro de él. Lo hallé en el abismo de Vel'Hareth, cerca de los nichos de los túmulos oscuros custodiado por los Susurrantes. Casi pierdo el alma en el proceso. Aún oigo las voces. Cuidado con las capas de presion que devoran todo a su paso con calor, gases venenosos y criaturas aunque ciegas pero letales.
Segundo, la Lágrima del Primer Olvido.
No es agua, sino cristal puro. Se forma solo cuando un ser olvida su propósito, su nombre, su existencia y aún así, continúa caminando. La extraje de un anciano mendigo en las ruinas de Tharyn, que ya no recordaba que alguna vez fue rey. Aún se le ve vagando por el lugar sin rumbo alguno.
Tercero, el Fragmento del Tiempo Quieto.
Difícil de encontrar, más aún de sostener. Un instante que nunca sucedió, robado al reloj del cosmos. Me lo entregó una tejedora de destinos a cambio de una de mis memorias más preciadas. Ya no recuerdo el rostro de mi madre pero ha valido la pena.
Cuarto, Sangre de un Ser Trascendido.
Aquí mentiría si dijera que la obtuve sin costo. Fue en el plano de Lys'Nerath, donde habitan los que han roto el ciclo de la vida y la muerte. La criatura me miró con lástima cuando le pedí su sangre. Dijo que nadie que busque la Llama sigue siendo humano. No sé si tenía razón.
Quinto, Ceniza de un Voto Incumplido.
Fácil de hallar, difícil de aceptar. Debía romper mi promesa más sagrada. Lo hice. Aún siento el eco de su voz llamándome traidor.
Sexto, Aliento de una Aurora Muerta.
Lo recolecté en el Valle de los Soles Caídos, donde el cielo permanece perpetuamente oscuro. Las partículas eran frías al tacto, como si el día mismo hubiera muerto.
Séptimo, el Eco de un Destino Reescrito.
Lo robé del alma de una joven que desafió su muerte profetizada. Logró vivir. Pero algo cambió en ella, su sombra ya no la sigue del todo.
Octavo y último, la Esencia de la Balanza Rota.
Un polvo gris azulado, recogido de los restos del Equilibrio de Elan-Thur, destruido durante las Guerras Eternas. Lo custodiaba un monje sin ojos. No me detuvo. Nadie lo hizo.
Los tengo todos.
Y ahora, solo queda el ritual.
Mañana, encenderé la Llama.
O me convertiré en parte de ella...
Entrada 247 – Séptima luna descendente, ciclo de ceniza
He vuelto a soñar con ella. "La Llama del Juicio". No como mito, no como símbolo sino como una verdad que se filtra en las lagunas de mi mente. La he visto arder en medio del vacío, inmóvil, y a la vez danzando con la furia de lo que ha conocido el fin del tiempo.
Hoy, tras años de rastrear textos perdidos y páginss arrancadas del polvo de templos hundidos, creo haber identificado los ingredientes necesarios para replicarla o quizás solo acercarme a su reflejo. Lo registro aquí, por si no vuelvo de esta búsqueda. Que al menos las palabras sobrevivan, aunque yo no lo haga.
El primero es el Corazón de Umbra.
Un mineral vivo y tan oscuro como el propio vacio, un órgano aún palpitante, tomado de una criatura que no pertenece del todo a este mundo. Un ente de sombra viva, nacido en los bordes del no-ser. Se dice que el juicio aún vive dentro de él. Lo hallé en el abismo de Vel'Hareth, cerca de los nichos de los túmulos oscuros custodiado por los Susurrantes. Casi pierdo el alma en el proceso. Aún oigo las voces. Cuidado con las capas de presion que devoran todo a su paso con calor, gases venenosos y criaturas aunque ciegas pero letales.
Segundo, la Lágrima del Primer Olvido.
No es agua, sino cristal puro. Se forma solo cuando un ser olvida su propósito, su nombre, su existencia y aún así, continúa caminando. La extraje de un anciano mendigo en las ruinas de Tharyn, que ya no recordaba que alguna vez fue rey. Aún se le ve vagando por el lugar sin rumbo alguno.
Tercero, el Fragmento del Tiempo Quieto.
Difícil de encontrar, más aún de sostener. Un instante que nunca sucedió, robado al reloj del cosmos. Me lo entregó una tejedora de destinos a cambio de una de mis memorias más preciadas. Ya no recuerdo el rostro de mi madre pero ha valido la pena.
Cuarto, Sangre de un Ser Trascendido.
Aquí mentiría si dijera que la obtuve sin costo. Fue en el plano de Lys'Nerath, donde habitan los que han roto el ciclo de la vida y la muerte. La criatura me miró con lástima cuando le pedí su sangre. Dijo que nadie que busque la Llama sigue siendo humano. No sé si tenía razón.
Quinto, Ceniza de un Voto Incumplido.
Fácil de hallar, difícil de aceptar. Debía romper mi promesa más sagrada. Lo hice. Aún siento el eco de su voz llamándome traidor.
Sexto, Aliento de una Aurora Muerta.
Lo recolecté en el Valle de los Soles Caídos, donde el cielo permanece perpetuamente oscuro. Las partículas eran frías al tacto, como si el día mismo hubiera muerto.
Séptimo, el Eco de un Destino Reescrito.
Lo robé del alma de una joven que desafió su muerte profetizada. Logró vivir. Pero algo cambió en ella, su sombra ya no la sigue del todo.
Octavo y último, la Esencia de la Balanza Rota.
Un polvo gris azulado, recogido de los restos del Equilibrio de Elan-Thur, destruido durante las Guerras Eternas. Lo custodiaba un monje sin ojos. No me detuvo. Nadie lo hizo.
Los tengo todos.
Y ahora, solo queda el ritual.
Mañana, encenderé la Llama.
O me convertiré en parte de ella...