La tarde caía despacio, tiñendo de naranja y violeta las calles viejas de la ciudad. El viento ligero movía las ramas secas, y en medio de aquel paisaje olvidado, Haneul empujó la verja oxidada del viejo planetario.
No fue difícil entrar. La puerta trasera, vencida por el tiempo, crujió apenas cuando se deslizó por la rendija. Dentro, el eco de sus pasos rebotaba en las paredes agrietadas. Caminó directo hasta la sala principal: el antiguo domo donde antes proyectaban constelaciones, ahora en ruinas pero aún con su aire mágico.
Dejó caer al suelo un par de mochilas llenas: varias cajas de pizza humeante, hamburguesas envueltas aún calientes, bolsas de papas fritas, refrescos y un par de botellas de cerveza fría para quien quisiera algo más fuerte. También había traído su viejo proyector portátil, el que nunca le fallaba.
Se agachó, conectó todo, y apuntó la proyección a una de las pocas paredes lisas. Sonrió satisfecho, desenrolló un par de mantas sobre el suelo y se sentó con un suspiro tranquilo.
Sacó su móvil, abrió el chat de su grupo de amig@s y escribió rápido:
- Les propongo un plan. Planetario abandonado. 17:00.Yo pongo las pizzas, hamburguesas, papas fritas y bebidas frías.Ustedes solo traigan su presencia y ganas de pasarla bien. El primero que llegue elige la primera película .
Guardó el móvil y se acomodó contra su chaqueta doblada, usando la mochila de almohada improvisada.
No sabía quién llegaría primero, pero no tenía prisa. Solamente tenia ganas de pasar aquella tarde de domingo entre risas y complicidad, en la mejor de las compañías.
La tarde caía despacio, tiñendo de naranja y violeta las calles viejas de la ciudad. El viento ligero movía las ramas secas, y en medio de aquel paisaje olvidado, Haneul empujó la verja oxidada del viejo planetario.
No fue difícil entrar. La puerta trasera, vencida por el tiempo, crujió apenas cuando se deslizó por la rendija. Dentro, el eco de sus pasos rebotaba en las paredes agrietadas. Caminó directo hasta la sala principal: el antiguo domo donde antes proyectaban constelaciones, ahora en ruinas pero aún con su aire mágico.
Dejó caer al suelo un par de mochilas llenas: varias cajas de pizza humeante, hamburguesas envueltas aún calientes, bolsas de papas fritas, refrescos y un par de botellas de cerveza fría para quien quisiera algo más fuerte. También había traído su viejo proyector portátil, el que nunca le fallaba.
Se agachó, conectó todo, y apuntó la proyección a una de las pocas paredes lisas. Sonrió satisfecho, desenrolló un par de mantas sobre el suelo y se sentó con un suspiro tranquilo.
Sacó su móvil, abrió el chat de su grupo de amig@s y escribió rápido:
- Les propongo un plan. 📍 Planetario abandonado. 17:00.Yo pongo las pizzas, hamburguesas, papas fritas y bebidas frías.Ustedes solo traigan su presencia y ganas de pasarla bien. El primero que llegue elige la primera película 🎥🍕.
Guardó el móvil y se acomodó contra su chaqueta doblada, usando la mochila de almohada improvisada.
No sabía quién llegaría primero, pero no tenía prisa. Solamente tenia ganas de pasar aquella tarde de domingo entre risas y complicidad, en la mejor de las compañías.