• Estar en este ambiente, llenarte de arena, hacerlo frente al mar, escuchar el sonido de las olas, es lo mejor del mundo..~
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  • ¿Qué se suponía un chico como él podría hacer después de clases? No es como si pudiese ir a los karaokes con sus amigos, es decir, ¿quién se los aguantaría escuchar durante tres horas mientras la envidia de no poder cantar con ellos lo invadía? Odiaba sus gritos, su escándalo, la forma en que no se medían para que su voz fuese un poco aceptable y la manera en que todos se reían como si hubiesen escuchado una aria divina. Los adolescentes solían ser así, tontos por naturaleza, riéndose de la vida y tentando a la muerte con cada ingesta indiscriminada de alcohol y cigarrillos.

    Quizá los detestaba tanto porque los envidiaba demasiado pero, al final del día, Nikolay había encontrado una afición sana donde no necesitaba utilizar su voz, solo su oído y una bolsa de alimento para agitar. ¿Qué gato callejero se podría resistir al sonido de las croquetas al agitarse o de una lata de atún al abrirse? Ninguno. Todos los gatos que rondaban el parque cercano a la universidad, terminaban cayendo ante la tentación del alimento fácil. Algunos se acercaban a hurtadillas, otros preferían mirar desde la distancia a que los más tontos del grupo se sacrificaran primero, y nunca faltaba el bribón que se iba indignado porque las marcas elegidas no podían saciar su sofisticado paladar. ¿Era justo que los gatos callejeros fueran tan exigentes y remilgosos?

    « Es el tercer día y esa sigue sin querer comer. Ya cambié de alimento tres veces, ¿por qué diantres no lo quiere? Qué exigente.» La mente de Nikolay se llenó de pensamientos y estrategias para hacerla comer. Era el único gato que se rehusaba a tomar bocado después de probar una croqueta o una morona de atún, y aún así era el único gato que se veía más gordo que los demás y que también parecía bien cuidado. ¿Y si alguien lo estaba buscando? ¿Debería tomarle una fotografía y colgar letreros cerca de la universidad? Quizá pero, si la gata no se acercaba a comer, ¿cómo iba a tomarle una buena fotografía? Una donde se le notara la cara de diva, no la de amargada ni la cola que levantaba siempre orgullosa para irse del parque con la frente en alto en regia, divina, simplemente... Cosmopolita.(?)
    ¿Qué se suponía un chico como él podría hacer después de clases? No es como si pudiese ir a los karaokes con sus amigos, es decir, ¿quién se los aguantaría escuchar durante tres horas mientras la envidia de no poder cantar con ellos lo invadía? Odiaba sus gritos, su escándalo, la forma en que no se medían para que su voz fuese un poco aceptable y la manera en que todos se reían como si hubiesen escuchado una aria divina. Los adolescentes solían ser así, tontos por naturaleza, riéndose de la vida y tentando a la muerte con cada ingesta indiscriminada de alcohol y cigarrillos. Quizá los detestaba tanto porque los envidiaba demasiado pero, al final del día, Nikolay había encontrado una afición sana donde no necesitaba utilizar su voz, solo su oído y una bolsa de alimento para agitar. ¿Qué gato callejero se podría resistir al sonido de las croquetas al agitarse o de una lata de atún al abrirse? Ninguno. Todos los gatos que rondaban el parque cercano a la universidad, terminaban cayendo ante la tentación del alimento fácil. Algunos se acercaban a hurtadillas, otros preferían mirar desde la distancia a que los más tontos del grupo se sacrificaran primero, y nunca faltaba el bribón que se iba indignado porque las marcas elegidas no podían saciar su sofisticado paladar. ¿Era justo que los gatos callejeros fueran tan exigentes y remilgosos? « Es el tercer día y esa sigue sin querer comer. Ya cambié de alimento tres veces, ¿por qué diantres no lo quiere? Qué exigente.» La mente de Nikolay se llenó de pensamientos y estrategias para hacerla comer. Era el único gato que se rehusaba a tomar bocado después de probar una croqueta o una morona de atún, y aún así era el único gato que se veía más gordo que los demás y que también parecía bien cuidado. ¿Y si alguien lo estaba buscando? ¿Debería tomarle una fotografía y colgar letreros cerca de la universidad? Quizá pero, si la gata no se acercaba a comer, ¿cómo iba a tomarle una buena fotografía? Una donde se le notara la cara de diva, no la de amargada ni la cola que levantaba siempre orgullosa para irse del parque con la frente en alto en regia, divina, simplemente... Cosmopolita.(?)
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  • — Entre más pronto acepten la verdad, mucho mejor.—
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  • La consciencia espiritual se desarrolla cuando eres flexible, espontáneo, desapegado y amable con los demás.
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  • — Oh, pequeña. ~ ¿Ibas a imaginar qué tantas repercursiones tendrían lo que hiciste? Casi me hace desear que estuvieras aquí para verlo. —

    Un mundo gris, poblado por nada más que óxido y ceniza, se extendía ante ella. Un mundo de enorme significancia, tanto, que el acceso había estado prohibido para ella hasta hace poco.

    — Otro pequeño desliz, Aika querida... Esperemos este no regrese a morderte muy fuerte. ~ —

    Truenos y relámpagos le daban la bienvenida, como si su presencia fuese por eones anticipada. El sentimiento era mutuo.

    Un mundo de muerte, de derrota. Del fracaso de la voluntad del tiempo y el espacio contra la frialdad del acero, el azote de lo metarreal. Un mundo olvidado, sí, pero no carente de enseñanzas para dar.

    — Abran los ojos, hijos míos. No lo duden, quien los llama no es otra que su Madre. Ustedes, los olvidados, los marginados, los traicionados. Quienes carecen de futuro, de una voz; yo soy su Madre. —
    — Oh, pequeña. ~ ¿Ibas a imaginar qué tantas repercursiones tendrían lo que hiciste? Casi me hace desear que estuvieras aquí para verlo. — Un mundo gris, poblado por nada más que óxido y ceniza, se extendía ante ella. Un mundo de enorme significancia, tanto, que el acceso había estado prohibido para ella hasta hace poco. — Otro pequeño desliz, Aika querida... Esperemos este no regrese a morderte muy fuerte. ~ — Truenos y relámpagos le daban la bienvenida, como si su presencia fuese por eones anticipada. El sentimiento era mutuo. Un mundo de muerte, de derrota. Del fracaso de la voluntad del tiempo y el espacio contra la frialdad del acero, el azote de lo metarreal. Un mundo olvidado, sí, pero no carente de enseñanzas para dar. — Abran los ojos, hijos míos. No lo duden, quien los llama no es otra que su Madre. Ustedes, los olvidados, los marginados, los traicionados. Quienes carecen de futuro, de una voz; yo soy su Madre. —
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  • ───Hoy toca domingo de pizza
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    -Ya llevaba mucho tiempo con esa sensación de pesadez, de opresión en cada parte de su cuerpo, en cada músculo. Creyó que solo era el estrés, el tener que estar al tanto de más cosas de las que su mente podía contar. Lo estaba abrumando un poco.

    Pensó que si se relajaba un poco entonces se iría, pero con cada día empeoraba. Cada vez se sentía más hundido, con menos energía, como si algo lo estuviera comiendo vivo desde el interior. Tanto así, que su aspecto ya se veía descuidado, con grandes y oscuras ojeras bajo los ojos, su cabello un desastre y apenas fijándose en lo que llevaba puesto.

    Cualquiera que lo viera diría que tal vez estaba pasando por depresión, pero él sabía que no era eso, lo que tuviera no podía ponerlo en palabras.

    Él no era un hechicero, no podía ver que era una criatura lo que estaba enganchado a él, clavando las garras en sus hombros y alimentándose de cada emoción negativa que tuviera, haciendo que hasta fueran más intensas. Llegó al punto en donde consideró hasta quitarse la vida. Pero no, no podía terminar así. Es por eso que intentó seguir hasta con sus estudios.

    Estaba en el campus, afuera, sentado en un banco, pasando las manos por su rostro y con ganas de querer tirar todo a la basura. Mientras tanto, la maldición se aferraba cada vez más a él, dejando raíces que se extendían por sus venas.-
    -Ya llevaba mucho tiempo con esa sensación de pesadez, de opresión en cada parte de su cuerpo, en cada músculo. Creyó que solo era el estrés, el tener que estar al tanto de más cosas de las que su mente podía contar. Lo estaba abrumando un poco. Pensó que si se relajaba un poco entonces se iría, pero con cada día empeoraba. Cada vez se sentía más hundido, con menos energía, como si algo lo estuviera comiendo vivo desde el interior. Tanto así, que su aspecto ya se veía descuidado, con grandes y oscuras ojeras bajo los ojos, su cabello un desastre y apenas fijándose en lo que llevaba puesto. Cualquiera que lo viera diría que tal vez estaba pasando por depresión, pero él sabía que no era eso, lo que tuviera no podía ponerlo en palabras. Él no era un hechicero, no podía ver que era una criatura lo que estaba enganchado a él, clavando las garras en sus hombros y alimentándose de cada emoción negativa que tuviera, haciendo que hasta fueran más intensas. Llegó al punto en donde consideró hasta quitarse la vida. Pero no, no podía terminar así. Es por eso que intentó seguir hasta con sus estudios. Estaba en el campus, afuera, sentado en un banco, pasando las manos por su rostro y con ganas de querer tirar todo a la basura. Mientras tanto, la maldición se aferraba cada vez más a él, dejando raíces que se extendían por sus venas.-
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    Grupal
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    Cualquier línea
    Estado
    Disponible
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  • — Quizá deberías descansar un poco, han sido días bastante agitados, así que es bueno aprovechar la tranquilidad de vez en cuando. —Phainon se rió, lo hizo de una manera natural y risueña, como si intentara aligerar la presión que tenían sobre sus hombros debido a los últimos ataques a la ciudad.— Quizá sea difícil, después de todo ustedes no parecen acostumbrados al sol de Okhema, pero el descanso les ayudará a mantener la mente fuerte. ¿Que qué es lo que haré yo? —Preguntó incrédulo, pero terminó riéndose de nuevo con un ligero nerviosismo.— Iré a entrenar un poco más, necesito esforzarme más si quiero seguir venciendo a Mydeimos en nuestra siguiente competencia. De nuevo, dile a tu amigo que lamento lo que sucedió con su arma.
    — Quizá deberías descansar un poco, han sido días bastante agitados, así que es bueno aprovechar la tranquilidad de vez en cuando. —Phainon se rió, lo hizo de una manera natural y risueña, como si intentara aligerar la presión que tenían sobre sus hombros debido a los últimos ataques a la ciudad.— Quizá sea difícil, después de todo ustedes no parecen acostumbrados al sol de Okhema, pero el descanso les ayudará a mantener la mente fuerte. ¿Que qué es lo que haré yo? —Preguntó incrédulo, pero terminó riéndose de nuevo con un ligero nerviosismo.— Iré a entrenar un poco más, necesito esforzarme más si quiero seguir venciendo a Mydeimos en nuestra siguiente competencia. De nuevo, dile a tu amigo que lamento lo que sucedió con su arma.
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  • Sun: nunca se puede estar suficientemente tranquilo cuando se apagan las luces, estos cambios son un dolor de circuitos...

    Sun: nunca se puede estar suficientemente tranquilo cuando se apagan las luces, estos cambios son un dolor de circuitos... :STK-12:
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  • << No puedo decidirme cuál llevar que indecisión ....>>
    << No puedo decidirme cuál llevar que indecisión ....>>
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