• 𝐒𝐢𝐞𝐦𝐩𝐫𝐞 𝐡𝐚𝐲 𝐧𝐢𝐞𝐯𝐞 𝐞𝐧 𝐞𝐬𝐭𝐞 𝐭𝐞𝐦𝐩𝐥𝐨, 𝐧𝐨 𝐦𝐞 𝐦𝐨𝐥𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐞𝐥 𝐟𝐫𝐢𝐨 𝐩𝐞𝐫𝐨...

    ¿𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐥𝐞 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐨 𝐝𝐞𝐜𝐢𝐫 𝐪𝐮𝐞 𝐦𝐞 𝐩𝐫𝐞𝐬𝐭𝐞 𝐬𝐮 𝐜𝐮𝐞𝐫𝐩𝐨 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐜𝐚𝐥𝐞𝐧𝐭𝐚𝐫𝐦𝐞 𝐬𝐢𝐧 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐮𝐞𝐧𝐞 𝐦𝐚𝐥?

    𝐄𝐬 𝐦𝐚𝐬 𝐠𝐫𝐚𝐧𝐝𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐲𝐨, 𝐦𝐞 𝐩𝐫𝐞𝐠𝐮𝐧𝐭𝐨 𝐬𝐢 𝐬𝐮𝐬 𝐩𝐢𝐬𝐚𝐝𝐚𝐬 𝐭𝐚𝐦𝐛𝐢𝐞𝐧 𝐬𝐨𝐧 𝐦𝐚𝐬 𝐠𝐫𝐚𝐧𝐝𝐞𝐬 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐧𝐢𝐞𝐯𝐞, 𝐬𝐮𝐩𝐨𝐧𝐠𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐚𝐡𝐨𝐫𝐚 𝐧𝐨 𝐬𝐨𝐥𝐨 𝐬𝐞𝐫𝐚𝐧 𝐦𝐢𝐬 𝐩𝐫𝐨𝐩𝐢𝐚𝐬 𝐩𝐢𝐬𝐚𝐝𝐚𝐬 𝐥𝐚𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐧𝐦𝐚𝐫𝐪𝐮𝐞𝐧 𝐞𝐬𝐭𝐞 𝐥𝐮𝐠𝐚𝐫

    𝐄𝐥 𝐭𝐞𝐦𝐩𝐥𝐨 𝐬𝐨𝐥𝐢𝐚 𝐬𝐞𝐧𝐭𝐢𝐫𝐬𝐞 𝐚𝐥𝐠𝐨 𝐬𝐨𝐥𝐢𝐭𝐚𝐫𝐢𝐨 𝐚𝐧𝐭𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐥 𝐥𝐥𝐞𝐠𝐚𝐫𝐚
    𝐒𝐢𝐞𝐦𝐩𝐫𝐞 𝐡𝐚𝐲 𝐧𝐢𝐞𝐯𝐞 𝐞𝐧 𝐞𝐬𝐭𝐞 𝐭𝐞𝐦𝐩𝐥𝐨, 𝐧𝐨 𝐦𝐞 𝐦𝐨𝐥𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐞𝐥 𝐟𝐫𝐢𝐨 𝐩𝐞𝐫𝐨... ¿𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐥𝐞 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐨 𝐝𝐞𝐜𝐢𝐫 𝐪𝐮𝐞 𝐦𝐞 𝐩𝐫𝐞𝐬𝐭𝐞 𝐬𝐮 𝐜𝐮𝐞𝐫𝐩𝐨 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐜𝐚𝐥𝐞𝐧𝐭𝐚𝐫𝐦𝐞 𝐬𝐢𝐧 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐮𝐞𝐧𝐞 𝐦𝐚𝐥? 𝐄𝐬 𝐦𝐚𝐬 𝐠𝐫𝐚𝐧𝐝𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐲𝐨, 𝐦𝐞 𝐩𝐫𝐞𝐠𝐮𝐧𝐭𝐨 𝐬𝐢 𝐬𝐮𝐬 𝐩𝐢𝐬𝐚𝐝𝐚𝐬 𝐭𝐚𝐦𝐛𝐢𝐞𝐧 𝐬𝐨𝐧 𝐦𝐚𝐬 𝐠𝐫𝐚𝐧𝐝𝐞𝐬 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐧𝐢𝐞𝐯𝐞, 𝐬𝐮𝐩𝐨𝐧𝐠𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐚𝐡𝐨𝐫𝐚 𝐧𝐨 𝐬𝐨𝐥𝐨 𝐬𝐞𝐫𝐚𝐧 𝐦𝐢𝐬 𝐩𝐫𝐨𝐩𝐢𝐚𝐬 𝐩𝐢𝐬𝐚𝐝𝐚𝐬 𝐥𝐚𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐧𝐦𝐚𝐫𝐪𝐮𝐞𝐧 𝐞𝐬𝐭𝐞 𝐥𝐮𝐠𝐚𝐫 𝐄𝐥 𝐭𝐞𝐦𝐩𝐥𝐨 𝐬𝐨𝐥𝐢𝐚 𝐬𝐞𝐧𝐭𝐢𝐫𝐬𝐞 𝐚𝐥𝐠𝐨 𝐬𝐨𝐥𝐢𝐭𝐚𝐫𝐢𝐨 𝐚𝐧𝐭𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐥 𝐥𝐥𝐞𝐠𝐚𝐫𝐚
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  • Cuanta bruja adolescente de repente
    Cuanta bruja adolescente de repente
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  • -Me saque el anillo dejándolo sobre la mesa con una nota-

    "Me voy.....aunque claro verás crecer a los niños, ellos irán fines de semana contigo, y vacaciones"

    -Deje el anillo, metiendo mi cosas en el auto llendome a mi departamento al cual no había vuelto -
    -Me saque el anillo dejándolo sobre la mesa con una nota- "Me voy.....aunque claro verás crecer a los niños, ellos irán fines de semana contigo, y vacaciones" -Deje el anillo, metiendo mi cosas en el auto llendome a mi departamento al cual no había vuelto -
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  • Un pequeño video con su querido Slyther, después de todo, casi nunca baja de su sombrero al quedarse como adornito.



    https://vt.tiktok.com/ZSD6WSpx2/
    Un pequeño video con su querido Slyther, después de todo, casi nunca baja de su sombrero al quedarse como adornito. https://vt.tiktok.com/ZSD6WSpx2/
    @king_lucifer100

    𝐖𝐞𝐥𝐜𝐨𝐦𝐞 𝐭𝐨 𝐇𝐞𝐥𝐥!🍎 . . . . #fypシ゚viral🖤tiktok☆♡🦋🌼💛 #HAZBINHOTEL #Cosplay #lucifermorningstar #🍎🍎🍎🍎🍎🍎 🐍𝐋𝐮𝐜𝐢𝐟𝐞𝐫 𝐂𝐨𝐬𝐩𝐥𝐚𝐲: lisyandr_🐍 (It's not my cosplay, it belongs to the person who made it)⤴️

    ♬ Welcome To Hell - SIWEL
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  • Odin , dijo que vaya a fuera o entendi mal el mensaje?
    Odin , dijo que vaya a fuera o entendi mal el mensaje?
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  • La Doncella Silenciosa
    Dicen que en la Casa Ashenveile nació una niña cuya voz era un hilo de luz, capaz de encantar a quien la escuchara. Su canto iluminaba los jardines y los corredores del palacio, y todos los corazones se rendían ante su melodía. Pero la envidia es oscura y silenciosa. Una bruja, celosa de aquel don, lanzó sobre la niña una maldición cruel: la...
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  • — Estos humanos presumiendo sus cuerpos desnudos y yo, siempre encuerado. — Foto editada para cubrir sus bolitas. ¿?
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  • Tan hermoso mi novio y mi futuro esposo, me encanta tanto, y lo voy a mimar mucho por ser un gran artista le quiero llenar de mucho amor a mi todo, lo amo tanto
    Tan hermoso mi novio y mi futuro esposo, me encanta tanto, y lo voy a mimar mucho por ser un gran artista le quiero llenar de mucho amor a mi todo, lo amo tanto
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  • ⠀⠀⠀⠀Todo era absurdamente normal. Tan normal que parecía ofensivo. Kazuha estaba de pie en una cocina soleada, bañada por una luz demasiado dorada para ser real, con un olor a café y galletas de mantequilla recién horneadas que lo impregnaba todo. Era un lugar completamente desconocido para ella, pero demasiado familiar para su anfitrión. Y ella lo sabía, podía sentir el dulce aroma de una infancia que no le pertenecía.

    —Hmmm, vamos, sé que estás aquí, escondiéndote ~... —murmuró para si, mientras daba pasos lentos, cautelosos.

    Se supone que aquel lugar debería ser un lugar seguro. Extendió una mano, y una sensación de dolor leve le recorrió el brazo. Conceder tantos deseos seguidos los últimos días la había dejado débil, vaciada, como una batería gastada. Su magia respondía con lentitud, con un zumbido débil y doloroso. Necesitaba ese cristal de Luminara. Necesitaba ese recuerdo.

    Con un suspiro de esfuerzo, concentró un hilo de energía caótica en la yema de su dedo. El efecto fue inmediato. La luz solar perfecta se volvió más amarilla, luego verde, hasta teeminar convirtiéndose en un rojo enfermizo. El olor a café se volvió agrio, algo más similar al olor del vinagre.

    —Eso es. Así me gusta ~ —respiró, y una gota de sudor frío recorrió su sien.

    El sueño, herido, se defendió. Las paredes de la cocina se inclinaron hacía dentro, como si pidieran caerse en cualquier momento. Los muebles se alargaron, las sombras se retorcían. El chillido de una tetera surgió de ninguna parte, aumentando hasta convertirse en un grito desgarrador.

    El sueño se había convertido en pesadilla. Y en el corazón de toda pesadilla, late el recuerdo que la alimenta.

    Sonrió y siguió el sonido, esquivando las manos que emergían de la nevera y pisando el suelo que ahora se sentía blando, como gelatina. Finalmente lo vio, una puerta de armario bajo el fregadero, de la cual salió un brillo tenue.

    Al abrir la puerta, no había oscuridad. Había un instante congelado: un niño escondido, mirando a través de una rendija, presenciando algo que un niño nunca debería ver. El Recuerdo. Flotaba allí, un núcleo de dolor puro y brillante.

    —Mio —susurró, con una mezcla de triunfo y agotamiento.

    Sacó un cristal de Luminara en bruto de un bolsillo de su pantalón. Con una última y dolorosa descarga de voluntad, guió el recuerdo hacia el cristal. La escena congelada se comprimió, destellando una vez con una luz cegadora que quedó sellada dentro de la gema, que ahora titilaba con una luz carmesí profunda y cálida.

    La pesadilla se desvaneció instantáneamente alrededor de ella, como arena cayendo. La transición fue violenta. En un momento estaba en la pesadilla desvaneciéndose, sellando el recuerdo en el cristal de Luminara. Al siguiente, fue arrojada al vacío etéreo del Subplano del Sueño.

    Allí, entre planos, entre el espacio entre espacios, el aire no era aire, era una sustancia gélida y espesa de pesadillas colectivas que casi se resistía a ser respiraba. Remolinos de colores que susurraban silenciosamente giraban a su alrededor. No era un lugar, era la idea de un lugar. Y como ella ya sabía, estaba lleno de cosas hambrientas.

    Aún vulnerable y agotada por el esfuerzo de sostener el ritual de extracción, intento orientarse. El cristal de Luminara en su mano palpitaba, y vertia parte de la energía vital en ella, pero el proceso era lento, como una transfusión que apenas comenzaba.

    Entonces lo sintió. Una presencia fría y afilada que se movía contra la corriente del caos onírico, atraída por el destello de poder del cristal recién cargado.

    —No —logró gruñir, tratando de impulsarse lejos— Ahg, ¡¡¡Ahora no!!!

    Era tarde. Una sombra hecha de intención depredadora se lanzó hacia ella. No tenía garras, pero su esencia era un filo. Intentó desviarse, pero su agotamiento la traicionó.

    Un dolor agudo y frío le desgarró el costado, justo por debajo de las costillas. No sangró en el sentido tradicional; su esencia vital, su energía, brotó de la herida en un fino vapor rojizo brillante antes de que ella logrará empuñar la daga de obsidiana que escondía en el interior de sus botas y la clavara en la criatura, que se disolvió casi al instante en la nada, con una sonrisa, satisfecha con su bocado, había probado su esencia.

    —¡Maldita sea! —escupió, apretsndo la herida con la mano libre. El dolor era real, punzante, frío.

    Sabia las reglas. Lo que sucedía aquí, se plasmaba en su cuerpo físico. Con un acto final de voluntad, se concentró en su cuerpo físico, en la fría soledad de su mansión, y se aferró a aquella realidad como un ancla.

    Se despertó de golpe, incorporándose en el suelo de madera del salón principal con un jadeo áspero. La primera sensación fue el peso del cristal en su mano derecha. La segunda, el dolor ardiente y húmedo en el costado izquierdo.

    Bajó la mirada. Su blusa estaba empapada de una mancha oscura y húmeda que solo podía ser sangre. Al levantar la tela, reveló un corté limpio pero profundo, de cuyo centro emanaba un tenue resplandor ámbar, la marca residual inconfundible de una herida hecha con energía onírica.

    Un recordatorio. Un trofeo. Un precio adicional. Con un suspiro que era más de fastidio que de queja, se puso de pie y caminó haciendo un esfuerzo extra hacia el estante. Tomó un frasco de ungüento y vendas que siempre tenía a mano. Los negocios, como siempre, tenían sus costos operativos.
    ⠀⠀⠀⠀Todo era absurdamente normal. Tan normal que parecía ofensivo. Kazuha estaba de pie en una cocina soleada, bañada por una luz demasiado dorada para ser real, con un olor a café y galletas de mantequilla recién horneadas que lo impregnaba todo. Era un lugar completamente desconocido para ella, pero demasiado familiar para su anfitrión. Y ella lo sabía, podía sentir el dulce aroma de una infancia que no le pertenecía. —Hmmm, vamos, sé que estás aquí, escondiéndote ~... —murmuró para si, mientras daba pasos lentos, cautelosos. Se supone que aquel lugar debería ser un lugar seguro. Extendió una mano, y una sensación de dolor leve le recorrió el brazo. Conceder tantos deseos seguidos los últimos días la había dejado débil, vaciada, como una batería gastada. Su magia respondía con lentitud, con un zumbido débil y doloroso. Necesitaba ese cristal de Luminara. Necesitaba ese recuerdo. Con un suspiro de esfuerzo, concentró un hilo de energía caótica en la yema de su dedo. El efecto fue inmediato. La luz solar perfecta se volvió más amarilla, luego verde, hasta teeminar convirtiéndose en un rojo enfermizo. El olor a café se volvió agrio, algo más similar al olor del vinagre. —Eso es. Así me gusta ~ —respiró, y una gota de sudor frío recorrió su sien. El sueño, herido, se defendió. Las paredes de la cocina se inclinaron hacía dentro, como si pidieran caerse en cualquier momento. Los muebles se alargaron, las sombras se retorcían. El chillido de una tetera surgió de ninguna parte, aumentando hasta convertirse en un grito desgarrador. El sueño se había convertido en pesadilla. Y en el corazón de toda pesadilla, late el recuerdo que la alimenta. Sonrió y siguió el sonido, esquivando las manos que emergían de la nevera y pisando el suelo que ahora se sentía blando, como gelatina. Finalmente lo vio, una puerta de armario bajo el fregadero, de la cual salió un brillo tenue. Al abrir la puerta, no había oscuridad. Había un instante congelado: un niño escondido, mirando a través de una rendija, presenciando algo que un niño nunca debería ver. El Recuerdo. Flotaba allí, un núcleo de dolor puro y brillante. —Mio —susurró, con una mezcla de triunfo y agotamiento. Sacó un cristal de Luminara en bruto de un bolsillo de su pantalón. Con una última y dolorosa descarga de voluntad, guió el recuerdo hacia el cristal. La escena congelada se comprimió, destellando una vez con una luz cegadora que quedó sellada dentro de la gema, que ahora titilaba con una luz carmesí profunda y cálida. La pesadilla se desvaneció instantáneamente alrededor de ella, como arena cayendo. La transición fue violenta. En un momento estaba en la pesadilla desvaneciéndose, sellando el recuerdo en el cristal de Luminara. Al siguiente, fue arrojada al vacío etéreo del Subplano del Sueño. Allí, entre planos, entre el espacio entre espacios, el aire no era aire, era una sustancia gélida y espesa de pesadillas colectivas que casi se resistía a ser respiraba. Remolinos de colores que susurraban silenciosamente giraban a su alrededor. No era un lugar, era la idea de un lugar. Y como ella ya sabía, estaba lleno de cosas hambrientas. Aún vulnerable y agotada por el esfuerzo de sostener el ritual de extracción, intento orientarse. El cristal de Luminara en su mano palpitaba, y vertia parte de la energía vital en ella, pero el proceso era lento, como una transfusión que apenas comenzaba. Entonces lo sintió. Una presencia fría y afilada que se movía contra la corriente del caos onírico, atraída por el destello de poder del cristal recién cargado. —No —logró gruñir, tratando de impulsarse lejos— Ahg, ¡¡¡Ahora no!!! Era tarde. Una sombra hecha de intención depredadora se lanzó hacia ella. No tenía garras, pero su esencia era un filo. Intentó desviarse, pero su agotamiento la traicionó. Un dolor agudo y frío le desgarró el costado, justo por debajo de las costillas. No sangró en el sentido tradicional; su esencia vital, su energía, brotó de la herida en un fino vapor rojizo brillante antes de que ella logrará empuñar la daga de obsidiana que escondía en el interior de sus botas y la clavara en la criatura, que se disolvió casi al instante en la nada, con una sonrisa, satisfecha con su bocado, había probado su esencia. —¡Maldita sea! —escupió, apretsndo la herida con la mano libre. El dolor era real, punzante, frío. Sabia las reglas. Lo que sucedía aquí, se plasmaba en su cuerpo físico. Con un acto final de voluntad, se concentró en su cuerpo físico, en la fría soledad de su mansión, y se aferró a aquella realidad como un ancla. Se despertó de golpe, incorporándose en el suelo de madera del salón principal con un jadeo áspero. La primera sensación fue el peso del cristal en su mano derecha. La segunda, el dolor ardiente y húmedo en el costado izquierdo. Bajó la mirada. Su blusa estaba empapada de una mancha oscura y húmeda que solo podía ser sangre. Al levantar la tela, reveló un corté limpio pero profundo, de cuyo centro emanaba un tenue resplandor ámbar, la marca residual inconfundible de una herida hecha con energía onírica. Un recordatorio. Un trofeo. Un precio adicional. Con un suspiro que era más de fastidio que de queja, se puso de pie y caminó haciendo un esfuerzo extra hacia el estante. Tomó un frasco de ungüento y vendas que siempre tenía a mano. Los negocios, como siempre, tenían sus costos operativos.
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  • Sus pensamientos eran un tormento que lo desgarraba, ¿Hasta cuándo iba a contenerse? ¿Cuánto más podía fingir calma cuando todo en su cuerpo pedía desgarrar la distancia, fundirse en ella hasta que ya no existiera nada más?

    Él era dominio y contención, pero también era hambre, y cada roce, cada mirada, lo empujaba al borde. En su silencio se preguntaba si ella realmente entendía lo que significaba despertar sus instintos, si estaba lista para soportar lo que había jurado enterrar en lo más profundo.

    Darküs no era un amante de ternuras incompletas, era una fuerza reprimida, una tempestad atrapada en carne, y tarde o temprano esas cadenas se romperían. Y cuando ocurriera, no sería un beso, ni una caricia… sería un incendio donde la bestia reclamaría lo que era suyo.

    #SeductiveSunsay
    #3D
    #Comunidad3D
    Sus pensamientos eran un tormento que lo desgarraba, ¿Hasta cuándo iba a contenerse? ¿Cuánto más podía fingir calma cuando todo en su cuerpo pedía desgarrar la distancia, fundirse en ella hasta que ya no existiera nada más? Él era dominio y contención, pero también era hambre, y cada roce, cada mirada, lo empujaba al borde. En su silencio se preguntaba si ella realmente entendía lo que significaba despertar sus instintos, si estaba lista para soportar lo que había jurado enterrar en lo más profundo. Darküs no era un amante de ternuras incompletas, era una fuerza reprimida, una tempestad atrapada en carne, y tarde o temprano esas cadenas se romperían. Y cuando ocurriera, no sería un beso, ni una caricia… sería un incendio donde la bestia reclamaría lo que era suyo. #SeductiveSunsay #3D #Comunidad3D
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