Capítulo 1: Noches de duelo

Miller estaba borracho. No era la primera vez, pero esta noche pesaba más que otras. Sentado en una banca del parque, con la botella apenas sostenida entre los dedos, miraba la nada con los ojos hinchados. El aire nocturno era frío, pero no lo suficiente para entumecer el dolor que se le clavaba en el pecho.

Habían pasado semanas desde que Eun-Woo se fue de la casa, pero la ausencia aún era una herida abierta. Volver a casa sin él era insoportable. La risa de Elizabeth iluminaba el lugar, sí, pero cada rincón de su hogar le recordaba que alguien faltaba, que las noches eran más largas y la cama más fría.

— Solo un poco más… —susurró para sí mismo, llevando la botella a sus labios casi vacía.

Bebía fuera para que Eli no lo viera así. Para que no tuviera que cargar con un padre roto. Se aseguraba de volver antes del amanecer, de preparar el desayuno y llevarla al colegio como si todo estuviera bien. Pero no lo estaba. No lo estaba en absoluto.

Apoyó la cabeza en el respaldo de la banca y cerró los ojos. Quizás si los cerraba el tiempo se detendría. Quizás si los cerraba, cuando los abriera, Eun-Woo aún estaría ahí o simplemente, las estrellas se llevarían su dolor.