Estaba bajo la tormenta, con barro en su cuerpo y en las heridas, mientras Dustin, observaba debajo de uno de los tejados de Accedia. 

—Vamos pequeña, dame lo que quiero y la tortura parará.—Mostraba una sonrisa maliciosa, al no contestar, quién le acompañaba, golpeo la cara de la chica, como lo había estado haciendo hacía tiempo pero esta vez la joven, cayó al suelo.— ¿Porque no le das a papá lo que quiere? 

—No eres mi padre. —Dijo entre dientes, pero lo suficientemente fuerte para que Dustin la escuchara. 

— No, no lo soy, ¿Porque intentas encajar si naciste para romper los esquemas? 

—Conmovedoras palabras.—Dijo mientras se sentaba en el barro con una sonrisa, sarcástica, el grandullón iba a darle otro golpe, pero Dustin levantó su mano para que no lo hiciera. 

—Muéstrame como ha evolucionado tu poder y esto parará. 

—¿Que poder? — Fingía que no entendía de lo que hablaba. —Te di la oportunidad —Dijo dándose la vuelta para irse pero antes —Llévatela y que le den ganas de hablar.—La chica, enseguida supo a que se refería Dustin, y dónde acabaría, pues no había sido la primera vez. Pero no habló, ni siquiera se movió, mientras se la llevaban, no tenía fuerzas para escapar en ese momento.