• Si alguien le hubiera dicho que su vida en el infierno, de un día al otro, iba a sufrir un cambio tan drástico... Le habría partido una botella en la cabeza al imbécil que se hubiera atrevido a joderlo.

    Sin embargo, allí estaba ahora. Antes amargado de la vida, lamentando sus penas en el alcohol y encontrando el amor en una botella... Y ahora, enamorado perdidamente de un imbécil coqueto y caliente pero que en realidad era la mejor persona, o alma, que en su vida y muerte pudo cruzarse.
    Alguien que, incluso imitando gestos que hacía Alastor con él y le producían terror, hechos por él se volvían gestos cargados de ternura y amor. Gestos que lograban derretirle el corazón y ablandar ese malhumorado carácter que usualmente poseía.
    Si alguien le hubiera dicho que su vida en el infierno, de un día al otro, iba a sufrir un cambio tan drástico... Le habría partido una botella en la cabeza al imbécil que se hubiera atrevido a joderlo. Sin embargo, allí estaba ahora. Antes amargado de la vida, lamentando sus penas en el alcohol y encontrando el amor en una botella... Y ahora, enamorado perdidamente de un imbécil coqueto y caliente pero que en realidad era la mejor persona, o alma, que en su vida y muerte pudo cruzarse. Alguien que, incluso imitando gestos que hacía Alastor con él y le producían terror, hechos por él se volvían gestos cargados de ternura y amor. Gestos que lograban derretirle el corazón y ablandar ese malhumorado carácter que usualmente poseía.
    Me entristece
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  • ──── 𝘛𝘩𝘦 𝘥𝘦𝘣𝘵 𝘩𝘢𝘴 𝘣𝘦𝘦𝘯 𝘱𝘢𝘪𝘥. ──── 𝑃𝑟𝑒𝑠𝑒𝑛𝑡 𝐷𝑎𝑦 | ℭ𝔥𝔞𝔭𝔱𝔢𝔯 [𝟷𝟷]

    [] 𝑃𝑎𝑟í𝑠, 𝐹𝑟𝑎𝑛𝑐𝑖𝑎 — 𝟷𝟶:𝟹𝟶 𝑃.𝑀

    La noche parisina caía como un velo de terciopelo negro sobre el Sena, cuando el vuelo desde Buenos Aires aterrizó en Charles de Gaulle. Santiago descendió del avión con la elegancia de un fantasma, su abrigo negro ondeando ligeramente con la brisa otoñal. Sus ojos rojos ocultos tras lentes ahumados, piel pálida que no reflejaba la luz, y un aura que hacía que los mortales se apartaran instintivamente.

    Argentino de nacimiento, pero con siglos de vagabundeo por el infierno y la tierra, hablaba francés como si hubiera nacido en las calles de Montmartre.

    Tomó un taxi hacia el distrito 16, donde las mansiones de los poderosos se erguían como fortalezas de mármol y oro. Su objetivo: Pierre Duval, el Ministro de Defensa de Francia, un hombre que había cruzado caminos con Santiago décadas atrás, cuándo se deshacía de los opositores u aquellos que atentaban contra él. Pero los contratos cambian, y esta vez, el pago venía por una deuda pendiente del mismísimo Pierre.

    La mansión de Duval era un palacio neoclásico, rodeado de jardines manicureados y vigilado por guardias armados con fusiles de asalto. Santiago se acercó a la verja principal, su silueta recortada contra las luces de la ciudad. Uno de los guardias, un tipo fornido con auricular, lo detuvo.

    Guardia: ──── Identifiez-vous. ────

    Gruñó el guardia, mano en la pistolera.
    Santiago sonrió, revelando colmillos apenas perceptibles.

    ──── Dites à Monsieur Duval que c'est un vieil ami d'Argentine. Santiago. Il me connaît depuis longtemps.────

    El guardia dudó, pero el nombre surtió efecto. Llamó por radio, y tras un minuto de silencio tenso, la verja se abrió.

    Dos guardias más lo escoltaron por el camino de gravilla, sus botas crujiendo como huesos rotos. Santiago caminaba con calma, inhalando el aroma a rosas y poder corrupto.
    En el vestíbulo de mármol, iluminado por candelabros de cristal, Pierre Duval lo esperaba. El ministro era un hombre de sesenta años, elegante en su traje a medida, con una copa de coñac en la mano. Su rostro se iluminó con una mezcla de sorpresa y nostalgia.

    Pierre : ──── Santiago! Mon Dieu, ça fait combien... vingt ans? Depuis Brazzaville. Entre, entre. Qu'est-ce qui t'amène à Paris? Un contrat?────


    Santiago entró, quitándose los guantes lentamente.

    ──── Exactement, Pierre. Un contrat. Mais cette fois, c'est toi la cible. ────

    Los ojos de Duval se abrieron de par en par. Intentó retroceder, pero los guardias ya estaban alertas.

    Los dos guardias en la puerta levantaron sus armas, pero Santiago fue más rápido. Con un movimiento fluido, extendió la mano y envolviendo su cuello hasta romperlo. El hombre gritó mientras su cuerpo se retorcía, huesos crujiendo como ramas secas, hasta colapsar en un montón de carne inerte.

    El segundo disparó, balas silbando en el aire, pero rebotaron en la piel de Santiago como gotas de lluvia en acero.

    ──── Tu n'as pas changé du tout, Pierre. Tu continues d'échouer malgré toute la sécurité dont tu disposes.────

    El guardia restante cargó con un cuchillo, pero Santiago lo agarró por el cuello, levantándolo del suelo. Con un chasquido, el cuello se quebró.

    El cuerpo cayó pesadamente sobre la alfombra persa.
    Duval retrocedió hacia su escritorio, presionando un botón de pánico oculto.

    Pierre : ──── Pourquoi? Qui t'a payé? On était amis! ────

    Santiago se rio, un sonido gutural que resonó como eco en el infierno.

    ──── Amis ? Nous n'avons jamais été amis. Tu as rompu le pacte, et maintenant tu dois payer. Le démon qui est en moi n'oublie pas. Et ce soir, le prix à payer sera ton sang. ────

    Más guardias irrumpieron desde las escaleras: cuatro en total, armados hasta los dientes. Disparos retumbaron en la mansión, astillando muebles antiguos y perforando paredes. Santiago se movió como humo, esquivando balas. Saco rápidamente su 9mm, solo fueron dos disparos certeros; una a la cabeza de los dos guardias que cubrían la delantera.

    Los últimos dos intentaron flanquearlo. Uno disparó una ráfaga que rozó el hombro de Santiago, rasgando el abrigo pero no la piel.

    ──── Pathétique. ────

    Siseó él, lanzando una daga oculta en su saco que se clavó en la garganta del tirador. El último guardia, aterrorizado, vació su cargador.

    Santiago, apunto nuevamente y disparó otro certero tiro en la cabeza del guardia restante. Duval, acorralado detrás del escritorio, sacó una pistola de un cajón.

    Pierre : ──── Attends! Je peux payer le double! Triple! ────

    Santiago se acercó, ignorando el arma.

    Tomó la pistola de la mano temblorosa de Duval y la aplastó como papel. Luego, con delicadeza casi amorosa, colocó una mano en la frente del ministro y luego la bajó rápidamente para tomarlo del cuello apretando fuertemente.

    ──── Adieu, Pierre. L'enfer t'attend. . . ────

    Hizo una pequeña pausa.

    ────𝘌𝘴𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘵𝘦 𝘱𝘶𝘥𝘳𝘢𝘴 𝘦𝘯 𝘦𝘭 𝘪𝘯𝘧𝘪𝘦𝘳𝘯𝘰, 𝘧𝘳𝘢𝘯𝘤é𝘴 𝘣𝘢𝘴𝘵𝘢𝘳𝘥𝘰. ────

    Un pulso fuerte recorrió el cuerpo del ministro. Su piel se agrietó ante aquél tacto, sangre negra brotando como lava. Gritó una última vez hasta que se escucho rápidamente el filo de la garra atravesando su cuello y un rápido movimiento, firme y perfecto realizando un corte limpió donde la cabeza salió rodando por los suelos dejando un camino de sangre en el transcurso.

    Santiago se limpió las manos en el abrigo, admirando el caos: cuerpos destrozados, sangre salpicando tapices renacentistas. Sacó un cigarrillo, lo encendió con una llama de su dedo, y exhaló humo hacia el techo.

    ──── Paris est toujours aussi belle la nuit. J'ai récupéré ce que vous me deviez. ────

    Murmuró, antes de desvanecerse en las sombras, dejando la mansión como un mausoleo de los caídos. El demonio había cobrado su deuda.
    ──── 𝘛𝘩𝘦 𝘥𝘦𝘣𝘵 𝘩𝘢𝘴 𝘣𝘦𝘦𝘯 𝘱𝘢𝘪𝘥. ──── 𝑃𝑟𝑒𝑠𝑒𝑛𝑡 𝐷𝑎𝑦 | ℭ𝔥𝔞𝔭𝔱𝔢𝔯 [𝟷𝟷] [🇫🇷] 𝑃𝑎𝑟í𝑠, 𝐹𝑟𝑎𝑛𝑐𝑖𝑎 — 𝟷𝟶:𝟹𝟶 𝑃.𝑀 La noche parisina caía como un velo de terciopelo negro sobre el Sena, cuando el vuelo desde Buenos Aires aterrizó en Charles de Gaulle. Santiago descendió del avión con la elegancia de un fantasma, su abrigo negro ondeando ligeramente con la brisa otoñal. Sus ojos rojos ocultos tras lentes ahumados, piel pálida que no reflejaba la luz, y un aura que hacía que los mortales se apartaran instintivamente. Argentino de nacimiento, pero con siglos de vagabundeo por el infierno y la tierra, hablaba francés como si hubiera nacido en las calles de Montmartre. Tomó un taxi hacia el distrito 16, donde las mansiones de los poderosos se erguían como fortalezas de mármol y oro. Su objetivo: Pierre Duval, el Ministro de Defensa de Francia, un hombre que había cruzado caminos con Santiago décadas atrás, cuándo se deshacía de los opositores u aquellos que atentaban contra él. Pero los contratos cambian, y esta vez, el pago venía por una deuda pendiente del mismísimo Pierre. La mansión de Duval era un palacio neoclásico, rodeado de jardines manicureados y vigilado por guardias armados con fusiles de asalto. Santiago se acercó a la verja principal, su silueta recortada contra las luces de la ciudad. Uno de los guardias, un tipo fornido con auricular, lo detuvo. Guardia: ──── Identifiez-vous. ──── Gruñó el guardia, mano en la pistolera. Santiago sonrió, revelando colmillos apenas perceptibles. ──── Dites à Monsieur Duval que c'est un vieil ami d'Argentine. Santiago. Il me connaît depuis longtemps.──── El guardia dudó, pero el nombre surtió efecto. Llamó por radio, y tras un minuto de silencio tenso, la verja se abrió. Dos guardias más lo escoltaron por el camino de gravilla, sus botas crujiendo como huesos rotos. Santiago caminaba con calma, inhalando el aroma a rosas y poder corrupto. En el vestíbulo de mármol, iluminado por candelabros de cristal, Pierre Duval lo esperaba. El ministro era un hombre de sesenta años, elegante en su traje a medida, con una copa de coñac en la mano. Su rostro se iluminó con una mezcla de sorpresa y nostalgia. Pierre : ──── Santiago! Mon Dieu, ça fait combien... vingt ans? Depuis Brazzaville. Entre, entre. Qu'est-ce qui t'amène à Paris? Un contrat?──── Santiago entró, quitándose los guantes lentamente. ──── Exactement, Pierre. Un contrat. Mais cette fois, c'est toi la cible. ──── Los ojos de Duval se abrieron de par en par. Intentó retroceder, pero los guardias ya estaban alertas. Los dos guardias en la puerta levantaron sus armas, pero Santiago fue más rápido. Con un movimiento fluido, extendió la mano y envolviendo su cuello hasta romperlo. El hombre gritó mientras su cuerpo se retorcía, huesos crujiendo como ramas secas, hasta colapsar en un montón de carne inerte. El segundo disparó, balas silbando en el aire, pero rebotaron en la piel de Santiago como gotas de lluvia en acero. ──── Tu n'as pas changé du tout, Pierre. Tu continues d'échouer malgré toute la sécurité dont tu disposes.──── El guardia restante cargó con un cuchillo, pero Santiago lo agarró por el cuello, levantándolo del suelo. Con un chasquido, el cuello se quebró. El cuerpo cayó pesadamente sobre la alfombra persa. Duval retrocedió hacia su escritorio, presionando un botón de pánico oculto. Pierre : ──── Pourquoi? Qui t'a payé? On était amis! ──── Santiago se rio, un sonido gutural que resonó como eco en el infierno. ──── Amis ? Nous n'avons jamais été amis. Tu as rompu le pacte, et maintenant tu dois payer. Le démon qui est en moi n'oublie pas. Et ce soir, le prix à payer sera ton sang. ──── Más guardias irrumpieron desde las escaleras: cuatro en total, armados hasta los dientes. Disparos retumbaron en la mansión, astillando muebles antiguos y perforando paredes. Santiago se movió como humo, esquivando balas. Saco rápidamente su 9mm, solo fueron dos disparos certeros; una a la cabeza de los dos guardias que cubrían la delantera. Los últimos dos intentaron flanquearlo. Uno disparó una ráfaga que rozó el hombro de Santiago, rasgando el abrigo pero no la piel. ──── Pathétique. ──── Siseó él, lanzando una daga oculta en su saco que se clavó en la garganta del tirador. El último guardia, aterrorizado, vació su cargador. Santiago, apunto nuevamente y disparó otro certero tiro en la cabeza del guardia restante. Duval, acorralado detrás del escritorio, sacó una pistola de un cajón. Pierre : ──── Attends! Je peux payer le double! Triple! ──── Santiago se acercó, ignorando el arma. Tomó la pistola de la mano temblorosa de Duval y la aplastó como papel. Luego, con delicadeza casi amorosa, colocó una mano en la frente del ministro y luego la bajó rápidamente para tomarlo del cuello apretando fuertemente. ──── Adieu, Pierre. L'enfer t'attend. . . ──── Hizo una pequeña pausa. ────𝘌𝘴𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘵𝘦 𝘱𝘶𝘥𝘳𝘢𝘴 𝘦𝘯 𝘦𝘭 𝘪𝘯𝘧𝘪𝘦𝘳𝘯𝘰, 𝘧𝘳𝘢𝘯𝘤é𝘴 𝘣𝘢𝘴𝘵𝘢𝘳𝘥𝘰. ──── Un pulso fuerte recorrió el cuerpo del ministro. Su piel se agrietó ante aquél tacto, sangre negra brotando como lava. Gritó una última vez hasta que se escucho rápidamente el filo de la garra atravesando su cuello y un rápido movimiento, firme y perfecto realizando un corte limpió donde la cabeza salió rodando por los suelos dejando un camino de sangre en el transcurso. Santiago se limpió las manos en el abrigo, admirando el caos: cuerpos destrozados, sangre salpicando tapices renacentistas. Sacó un cigarrillo, lo encendió con una llama de su dedo, y exhaló humo hacia el techo. ──── Paris est toujours aussi belle la nuit. J'ai récupéré ce que vous me deviez. ──── Murmuró, antes de desvanecerse en las sombras, dejando la mansión como un mausoleo de los caídos. El demonio había cobrado su deuda.
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  • El ataque llegó sin aviso alguno.

    Una lluvia de flechas descendió del cielo, forzando a Katarina a impulsarse hacia atrás justo cuando el suelo estalló a sus pies. Tres soldados cargaron contra ella sin darle respiro.

    Perfecto.

    La asesina sonrió, girando las dagas entre sus dedos con la elegancia de una bailarina que sabía exactamente cuándo cortar el ritmo… o una garganta.

    Un destello carmesí, un cuerpo cayendo. El segundo enemigo apenas logró levantar su escudo antes de que Katarina apareciera detrás de él, moviéndose con precisión mortal.

    Entonces lo sintió.

    Esa presencia desgarradora, salvaje, tan familiar como irritante.

    Kayn Luna Sangrienta .

    Apareció a su lado con fuerza brutal, arrasando la línea enemiga con una furia que contrastaba deliciosamente con su propio estilo afilado. Katarina no tuvo que mirarlo para saber que estaba disfrutando demasiado.

    - Llegas tarde. - soltó ella entre un giro y otro, cortando el tendón de un soldado que intentó sorprenderla por la espalda.

    No fue una queja. Fue una provocación disfrazada de burla.

    Respondieron atacándolos por ambos flancos. Ella rodó hacia delante, él hacia atrás; como si hubieran ensayado esa sinfonía de muerte cien veces.

    Cuando Katarina se levantó, un enemigo intentó abalanzarse sobre Kayn por la espalda. La pelirroja apareció como un latigazo, hundiendo una daga en su cuello antes de que pudiera acercarse.

    - Vaya, qué descuidado… -murmuró, inclinándose ligeramente hacia él sin dejar de pelear. - Empiezo a pensar que te distraigo demasiado en la batalla. -

    Un brillo travieso cruzó sus ojos mientras bloqueaba otra espada con la suya y contraatacaba sin esfuerzo.

    Las tropas restantes dudaron. No por miedo a morir… sino por el terror evidente de acercarse a una pareja que parecía disfrutar de la batalla tanto como del juego entre ellos.

    Katarina giró sobre un pie, cortando el aire y abriendo un camino directo entre los enemigos.

    - ¿Vienes o te quedas admirándome? - soltó con una sonrisa peligrosa.

    Y, sin esperar respuesta, se lanzó de nuevo hacia el corazón del combate, sabiendo que él estaría justo detrás, tan inevitable como la muerte misma.
    El ataque llegó sin aviso alguno. Una lluvia de flechas descendió del cielo, forzando a Katarina a impulsarse hacia atrás justo cuando el suelo estalló a sus pies. Tres soldados cargaron contra ella sin darle respiro. Perfecto. La asesina sonrió, girando las dagas entre sus dedos con la elegancia de una bailarina que sabía exactamente cuándo cortar el ritmo… o una garganta. Un destello carmesí, un cuerpo cayendo. El segundo enemigo apenas logró levantar su escudo antes de que Katarina apareciera detrás de él, moviéndose con precisión mortal. Entonces lo sintió. Esa presencia desgarradora, salvaje, tan familiar como irritante. [Kayn_blood_moon] . Apareció a su lado con fuerza brutal, arrasando la línea enemiga con una furia que contrastaba deliciosamente con su propio estilo afilado. Katarina no tuvo que mirarlo para saber que estaba disfrutando demasiado. - Llegas tarde. - soltó ella entre un giro y otro, cortando el tendón de un soldado que intentó sorprenderla por la espalda. No fue una queja. Fue una provocación disfrazada de burla. Respondieron atacándolos por ambos flancos. Ella rodó hacia delante, él hacia atrás; como si hubieran ensayado esa sinfonía de muerte cien veces. Cuando Katarina se levantó, un enemigo intentó abalanzarse sobre Kayn por la espalda. La pelirroja apareció como un latigazo, hundiendo una daga en su cuello antes de que pudiera acercarse. - Vaya, qué descuidado… -murmuró, inclinándose ligeramente hacia él sin dejar de pelear. - Empiezo a pensar que te distraigo demasiado en la batalla. - Un brillo travieso cruzó sus ojos mientras bloqueaba otra espada con la suya y contraatacaba sin esfuerzo. Las tropas restantes dudaron. No por miedo a morir… sino por el terror evidente de acercarse a una pareja que parecía disfrutar de la batalla tanto como del juego entre ellos. Katarina giró sobre un pie, cortando el aire y abriendo un camino directo entre los enemigos. - ¿Vienes o te quedas admirándome? - soltó con una sonrisa peligrosa. Y, sin esperar respuesta, se lanzó de nuevo hacia el corazón del combate, sabiendo que él estaría justo detrás, tan inevitable como la muerte misma.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Necesito un lugar donde ver series y películas asiáticas (no de terror, aunque me guste el terror, los asiáticos se fuman una potente hierbas cuando las hacen)
    Pues mi lista solo esta creciendo... P### youtube qué me mete short
    Necesito un lugar donde ver series y películas asiáticas (no de terror, aunque me guste el terror, los asiáticos se fuman una potente hierbas cuando las hacen) Pues mi lista solo esta creciendo... P### youtube qué me mete short
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  • Antes de los primeros rayos del sol la Gran Maestra Intendente había ido cerca de lo que la gente conocía como la Guarida de Stormterror, a un campo de flores de diente de león, su lugar favorito y privado donde reza y donde siente que puede relajarse, lejos de sus deberes como Gran Maestra Intendente de los Caballeros de Favonius.

    -....Jamás me cansaré de venir aquí.... -Dijo con naturalidad, aun viendo como las flores pintadas con el azul oscuro de la madrugada se ondeaban por la suave brisa de la mañana hasta qué, la gran estrella de la mañana comenzó a asomarse desde las lejanas montañas tiñendo los cielos de colores amarillos, naranjas, rojizos y cada una de sus rayos comienzan a acariciar el cielo, las montañas, los verdes pastos y la clara y delicada piel de porcelana de la Gran Maestra, la luz le hizo entrecerrar los ojos y cubrir su vista con la mano pero sonreía, era una sensación agradable para ella sentir los primeros rayos del sol, cálidos y reconfortantes.

    -...Gracias por un día más, Gran Arconte Anemo..

    Mencionó con suavidad mirando el nuevo paisaje que el sol le había regalado desde donde estaba y con ello fue su señal para marcarse dejando ahí solo el viento como cómplice de sus secretos y de sus rezos.

    Regresó hasta Mondsdat pasando por el conocido puente donde siempre estaba Timmy en las mañanas alimentando a las palomas, con una sonrisa lo saludó y pasó con cuidado para no espantar a sus aves, saludó a los guardias de la entrada a la ciudad quienes le devolvieron el saludo militarmente, llegó con Katheryne del gremio de aventureros a la casi entrada de la ciudad para saber si había algo qué reportar, continuó su camino por las escaleras hasta que al llegar al mercado vio de espaldas a una chica muy familiar para ella, el vestido era muy conocido perteneciendo al uniforme de las sirvientas de los Caballeros de Favonius quien estaba en el mercado.

    Noelle ! Buenos días... ¿Qué haces tan temprano por aquí?
    Antes de los primeros rayos del sol la Gran Maestra Intendente había ido cerca de lo que la gente conocía como la Guarida de Stormterror, a un campo de flores de diente de león, su lugar favorito y privado donde reza y donde siente que puede relajarse, lejos de sus deberes como Gran Maestra Intendente de los Caballeros de Favonius. -....Jamás me cansaré de venir aquí.... -Dijo con naturalidad, aun viendo como las flores pintadas con el azul oscuro de la madrugada se ondeaban por la suave brisa de la mañana hasta qué, la gran estrella de la mañana comenzó a asomarse desde las lejanas montañas tiñendo los cielos de colores amarillos, naranjas, rojizos y cada una de sus rayos comienzan a acariciar el cielo, las montañas, los verdes pastos y la clara y delicada piel de porcelana de la Gran Maestra, la luz le hizo entrecerrar los ojos y cubrir su vista con la mano pero sonreía, era una sensación agradable para ella sentir los primeros rayos del sol, cálidos y reconfortantes. -...Gracias por un día más, Gran Arconte Anemo.. Mencionó con suavidad mirando el nuevo paisaje que el sol le había regalado desde donde estaba y con ello fue su señal para marcarse dejando ahí solo el viento como cómplice de sus secretos y de sus rezos. Regresó hasta Mondsdat pasando por el conocido puente donde siempre estaba Timmy en las mañanas alimentando a las palomas, con una sonrisa lo saludó y pasó con cuidado para no espantar a sus aves, saludó a los guardias de la entrada a la ciudad quienes le devolvieron el saludo militarmente, llegó con Katheryne del gremio de aventureros a la casi entrada de la ciudad para saber si había algo qué reportar, continuó su camino por las escaleras hasta que al llegar al mercado vio de espaldas a una chica muy familiar para ella, el vestido era muy conocido perteneciendo al uniforme de las sirvientas de los Caballeros de Favonius quien estaba en el mercado. -¡[stellar_malachite_ape_168] ! Buenos días... ¿Qué haces tan temprano por aquí?
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  • Nota mental: no crear pociones de 𝐀yane 𝐈𝐬𝐡𝐭𝐚𝐫 sin seguir bien las pautas de las letras pequeñas. Se suponía que debía causar terror... Dragóna, Gorila... En fin.

    Resultado del experimento:
    — Orejas adorables
    — Cuernos cuquis
    — Cero control sobre mis patitas
    — Ayane riéndose desde la ventana mientras yo intento no tropezar con mi propia sombra.

    Moraleja:
    La magia puede cambiar tu forma,
    pero nunca tu torpeza.
    Nota mental: no crear pociones de [Ayane_Ishtar] sin seguir bien las pautas de las letras pequeñas. Se suponía que debía causar terror... Dragóna, Gorila... En fin. Resultado del experimento: — Orejas adorables ✔️ — Cuernos cuquis ✔️ — Cero control sobre mis patitas ❌ — Ayane riéndose desde la ventana mientras yo intento no tropezar con mi propia sombra. Moraleja: La magia puede cambiar tu forma, pero nunca tu torpeza.
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  • 𝙳𝚎𝚊𝚝𝚑 𝚒𝚜 𝙻𝚒𝚏𝚎.

    El viento es frío dentro del espesor del bosque, desperté con un sonido sordo en mis oídos, un zumbido, abrí mis ojos con confusión, estos borrosos poco a poco ajustándose a la luz de la luna que se cierne sobre mí.

    Mi ropa esta llena de sangre seca, cubierta de hojas, dentro de mí interior sentía el vacío, un hormigueo, no entendía nada. Espera a que aquello fuera un simple sueño a simple vista, pero no... Era mi nueva realidad.

    Me sobresalté al notar la fuerza sobrenatural dentro de mí, mis ojos apenas perceptibles a la luz notaron mi figura escuálida en el reflejo del río.

    — .... — Silencio, sentí unas inmensas ganas de vomitar al verme, estaba demacrado, miles de insectos comenzaban a salir por mi pecho abierto con un corte casi limpio, fuí testigo de mí propio cuerpo en estado de descomposición frente a mis ojos.

    Pronto el terror se cernió sobre mí, como una capa densa que me arrastraba a la penumbra, ese hecho macabro que tuvo un fuerte impacto sobre mí. Pronto la sed de venganza me arrasó, atravesando cada línea de cordura que quedaba, mi mente frágil se entregó a aquella oscuridad.

    Ese es el único recuerdo que tengo del verano en que morí.
    𝙳𝚎𝚊𝚝𝚑 𝚒𝚜 𝙻𝚒𝚏𝚎. El viento es frío dentro del espesor del bosque, desperté con un sonido sordo en mis oídos, un zumbido, abrí mis ojos con confusión, estos borrosos poco a poco ajustándose a la luz de la luna que se cierne sobre mí. Mi ropa esta llena de sangre seca, cubierta de hojas, dentro de mí interior sentía el vacío, un hormigueo, no entendía nada. Espera a que aquello fuera un simple sueño a simple vista, pero no... Era mi nueva realidad. Me sobresalté al notar la fuerza sobrenatural dentro de mí, mis ojos apenas perceptibles a la luz notaron mi figura escuálida en el reflejo del río. — .... — Silencio, sentí unas inmensas ganas de vomitar al verme, estaba demacrado, miles de insectos comenzaban a salir por mi pecho abierto con un corte casi limpio, fuí testigo de mí propio cuerpo en estado de descomposición frente a mis ojos. Pronto el terror se cernió sobre mí, como una capa densa que me arrastraba a la penumbra, ese hecho macabro que tuvo un fuerte impacto sobre mí. Pronto la sed de venganza me arrasó, atravesando cada línea de cordura que quedaba, mi mente frágil se entregó a aquella oscuridad. Ese es el único recuerdo que tengo del verano en que morí.
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  • #Especialdíademuertos

    Se han preguntado el ¿Por qué mayormente desaparecen las personas en noche de brujas y el día de muertos? Bueno...yo tengo la respuesta, los causantes son aquellos que caminan entre nosostros , aquellos que aprovechan el portal de entre los vivos y los muertos para que ocupes su lugar.

    ¿Como lo se? Pues porque para mí mala suerte y gracias al idiota de mi antiguo ex marido tengo que honrarlo cada año o si no me llevará al más allá de la manera más cruel posible.

    Así que escuchen atentamente . Esta mierda no es un cuento de hadas. Es una put* maldición y si no prestan atención vayan despidiendose de el mundo de los vivos y si es lo que quieren no esperen a irse de una manera bonita.

    Se los digo yo, una vampira de siglos de edad y de la que pocas cosas se ha doblegado de terror y la estúpida noche de los muertos es una de ellas.
    Y aquí empieza la historia... A mí esposo, Alejandro. Lo maté. Fin de la historia, ¿no? Pues no. Sus familia, esos mexicanos brujos que tiene por familia, me jodieron con un conjuro. Cada puto noviembre, él regresa del Mictlán buscando mi alma y no para darme un abrazo precisamente, si no para hacerme pagar.

    La primera vez que regresó, casi me mata de verdad. La Muerte, esa vieja cabrona, me pegó donde más me dolía: mi inmortalidad.

    Mi cuerpo de años empezó a pudrirse, jamás lo olvidaré. Ver mis huesos bajo la piel, oler mi propia carne rancia... Dolores de cabeza que sentía que me reventaban el cráneo, y gritos de muertos desconocidos que gozaban viéndome vulnerable.

    Mi nana, esa vieja bruja sabia, menos mal me salvó a tiempo, si no, estaría vagando por ahí, una calavera putrefacta a lado y por toda la eternidad con el Idiota de Alejandro. Sin embargo no pude deshacerme completamente de el , mi nana en ese entonces me puso una condición: Honrar al cabrón por la eternidad, si lo que quería era liberarme de ese horrendo destino.

    Ahora bien, ¿Por qué la ofrenda y la mierda del maquillaje de esqueleto? Es simple, son reglas de supervivencia. No son para convivir, son para sobrevivir.

    La Ofrenda es un Cebo: El altar, las velas, el pan de muerto... es un cebo. Pongo toda su comida favorita ahí para que el muy imbécil se entretenga , se sienta mas 'humano' y no me busque a mí. Las flores solo lo guían a la mesa, a su portal, para que se largue cuando acabe la noche. Si fallo en la ofrenda, el vendrá por mi.

    El puto disfraz de Catrína es solo un camuflaje. La gente se pinta por costumbre, para horar a sus muertos, los idiotas no saben que eso les salva el pellejo.

    Los muertos no son tontos, ni compasivos, son vengativos. Y en esta noche, cuando los mundos se mezclan, si no te vistes de esqueleto, si no te pintas la cara, tu alma es su alimento, un faro para cualquier espíritu hambriento o sediento de venganza. Y si te ven como uno de los suyos correrás la suerte de que te dejan en paz.

    Así que, sí. Yo hago el fastidioso rito cada año para evitar que mi existencia se convierta en una agonía de putrefacción. Y tú, y todos estos idiotas que bailan aquí... están a un error de distancia de ser reclamados.

    Solo recuerda, si te olvidas de tus costumbres, si olvidas poner la ofrenda, si no te disfrazas, tu alma queda expuesta, y los muertos te arrancarán la vida y tu cordura para que ocupes el lugar de un espíritu que no quiere volver al Mictlán. No sin antes torturarte hasta que supliques la muerte auténtica.

    O por lo menos eso es...lo que la gente cuenta.
    #Especialdíademuertos Se han preguntado el ¿Por qué mayormente desaparecen las personas en noche de brujas y el día de muertos? Bueno...yo tengo la respuesta, los causantes son aquellos que caminan entre nosostros , aquellos que aprovechan el portal de entre los vivos y los muertos para que ocupes su lugar. ¿Como lo se? Pues porque para mí mala suerte y gracias al idiota de mi antiguo ex marido tengo que honrarlo cada año o si no me llevará al más allá de la manera más cruel posible. Así que escuchen atentamente . Esta mierda no es un cuento de hadas. Es una put* maldición y si no prestan atención vayan despidiendose de el mundo de los vivos y si es lo que quieren no esperen a irse de una manera bonita. Se los digo yo, una vampira de siglos de edad y de la que pocas cosas se ha doblegado de terror y la estúpida noche de los muertos es una de ellas. Y aquí empieza la historia... A mí esposo, Alejandro. Lo maté. Fin de la historia, ¿no? Pues no. Sus familia, esos mexicanos brujos que tiene por familia, me jodieron con un conjuro. Cada puto noviembre, él regresa del Mictlán buscando mi alma y no para darme un abrazo precisamente, si no para hacerme pagar. La primera vez que regresó, casi me mata de verdad. La Muerte, esa vieja cabrona, me pegó donde más me dolía: mi inmortalidad. Mi cuerpo de años empezó a pudrirse, jamás lo olvidaré. Ver mis huesos bajo la piel, oler mi propia carne rancia... Dolores de cabeza que sentía que me reventaban el cráneo, y gritos de muertos desconocidos que gozaban viéndome vulnerable. Mi nana, esa vieja bruja sabia, menos mal me salvó a tiempo, si no, estaría vagando por ahí, una calavera putrefacta a lado y por toda la eternidad con el Idiota de Alejandro. Sin embargo no pude deshacerme completamente de el , mi nana en ese entonces me puso una condición: Honrar al cabrón por la eternidad, si lo que quería era liberarme de ese horrendo destino. Ahora bien, ¿Por qué la ofrenda y la mierda del maquillaje de esqueleto? Es simple, son reglas de supervivencia. No son para convivir, son para sobrevivir. La Ofrenda es un Cebo: El altar, las velas, el pan de muerto... es un cebo. Pongo toda su comida favorita ahí para que el muy imbécil se entretenga , se sienta mas 'humano' y no me busque a mí. Las flores solo lo guían a la mesa, a su portal, para que se largue cuando acabe la noche. Si fallo en la ofrenda, el vendrá por mi. El puto disfraz de Catrína es solo un camuflaje. La gente se pinta por costumbre, para horar a sus muertos, los idiotas no saben que eso les salva el pellejo. Los muertos no son tontos, ni compasivos, son vengativos. Y en esta noche, cuando los mundos se mezclan, si no te vistes de esqueleto, si no te pintas la cara, tu alma es su alimento, un faro para cualquier espíritu hambriento o sediento de venganza. Y si te ven como uno de los suyos correrás la suerte de que te dejan en paz. Así que, sí. Yo hago el fastidioso rito cada año para evitar que mi existencia se convierta en una agonía de putrefacción. Y tú, y todos estos idiotas que bailan aquí... están a un error de distancia de ser reclamados. Solo recuerda, si te olvidas de tus costumbres, si olvidas poner la ofrenda, si no te disfrazas, tu alma queda expuesta, y los muertos te arrancarán la vida y tu cordura para que ocupes el lugar de un espíritu que no quiere volver al Mictlán. No sin antes torturarte hasta que supliques la muerte auténtica. O por lo menos eso es...lo que la gente cuenta.
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  • Feliz Halloween, no sé como hacer un rol de terror. Estoy tan acostumbrado a las cosas sociales...
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  • Bienvenidos sean todos está noche, bienvenidos sean al baile con la muerte, bienvenidos sean al terror.

    —¡Feliz día de los sustos! —exclamé, recibiendo a los invitados del baile mientras abría las puertas de par en par.

    Algunos subieron las escaleras de la entrada con máscaras y disfraces de todos gustos y colores, algunos lindos, algunos escalofriantes.

    Todos estaban invitados a la fiesta, para la gente de la universidad, había dejado papeles en casilleros y en el tablón de anuncios, para la gente de la ciudad, había dejado carteles en los postes de luz.

    Los disfraces eran obligatorios. Eso sí.

    La casa se encontraba al final de la calle principal, en una colina, aunque más que casa, parecía una mansión embrujada, decorada por fuera, con música sonando a todo dar, y dos pisos disponibles para la fiesta.

    La mansión de los Gold estaba rodeada por un bosque que se mantenía lugubre y neblinoso todo el año, pero más en otoño.

    Había un letrero a la orilla de la carretera al salir de la ciudad y encaminarse a la colina hacia la casa que rezaba:

    "Cuidado, peligro."

    Había un pequeño letrero a un lado.

    "Entre bajo su propio riesgo, el guardabosques hace rondines cada lunes."

    "Números de contacto: 2220014..."

    Por la cantidad de tiempo que llevaba ese letrero mohoso, los números de ayuda no estaban completos y al dar unos pasos dentro del bosque, la señal era casi nula.

    La invitación a la fiesta en la casa de los Gold era sencilla, la había hecho yo misma, escondí todo lo que pudiera ser de valor, y cerré puertas que podrían perder a los desconocidos.

    °°°~~°°°~~°°°~~°°°~~°°°~~°°°~~°°°~~°°°~~

    ¡BIENVENIDOS SEAN TODOS!

    Este es un tema que se me ocurrió mientras lo escribía, no tengo nada planeado así que siéntete libre de contestar lo que gustes y rolear en la zona que gustes, ya sea dentro de la casa o en el bosque o en los alrededores.

    ¡Gracias por leer!
    Bienvenidos sean todos está noche, bienvenidos sean al baile con la muerte, bienvenidos sean al terror. —¡Feliz día de los sustos! —exclamé, recibiendo a los invitados del baile mientras abría las puertas de par en par. Algunos subieron las escaleras de la entrada con máscaras y disfraces de todos gustos y colores, algunos lindos, algunos escalofriantes. Todos estaban invitados a la fiesta, para la gente de la universidad, había dejado papeles en casilleros y en el tablón de anuncios, para la gente de la ciudad, había dejado carteles en los postes de luz. Los disfraces eran obligatorios. Eso sí. La casa se encontraba al final de la calle principal, en una colina, aunque más que casa, parecía una mansión embrujada, decorada por fuera, con música sonando a todo dar, y dos pisos disponibles para la fiesta. La mansión de los Gold estaba rodeada por un bosque que se mantenía lugubre y neblinoso todo el año, pero más en otoño. Había un letrero a la orilla de la carretera al salir de la ciudad y encaminarse a la colina hacia la casa que rezaba: "Cuidado, peligro." Había un pequeño letrero a un lado. "Entre bajo su propio riesgo, el guardabosques hace rondines cada lunes." "Números de contacto: 2220014..." Por la cantidad de tiempo que llevaba ese letrero mohoso, los números de ayuda no estaban completos y al dar unos pasos dentro del bosque, la señal era casi nula. La invitación a la fiesta en la casa de los Gold era sencilla, la había hecho yo misma, escondí todo lo que pudiera ser de valor, y cerré puertas que podrían perder a los desconocidos. °°°~~°°°~~°°°~~°°°~~°°°~~°°°~~°°°~~°°°~~ ¡BIENVENIDOS SEAN TODOS! Este es un tema que se me ocurrió mientras lo escribía, no tengo nada planeado así que siéntete libre de contestar lo que gustes y rolear en la zona que gustes, ya sea dentro de la casa o en el bosque o en los alrededores. ¡Gracias por leer!
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