⚠️trigger warning: Aviso importante. Este monorol contiene temas NSFW: Lenguaje malsonante (fuerte), alusión a violencia, abuso y maltrato. Abstenerse de leer si se es extremandamente sensible.
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Caballeros. Casi podría escupir esa puñetera palabra… Escupiría en todos ellos si pudiera. Siempre hablando de honor, de juramentos, de espadas limpias, pulcras y relucientes al servicio del pueblo, de los necesitados, de los débiles. Se jactan de su asquerosa palabrería de mierda para justificar lo único que son: asesinos con capas limpias y armaduras brillantes. Se protegen y se refuerzan en su acero, dibujan un blasón bonito en sus escudos y ya creen que eso eliminará la sangre que mancha sus manos. Hablan de proteger al pueblo, pero vi a esos mismos caballeros saquear aldeas, robarle el pan a un niño y dejar mujeres llorando en el suelo como si fueran poco más que excrementos. Y, al caer la noche, se arrodillan, rezan un par de oraciones a sus putos dioses, y se convencen de que siguen siendo justos. Farsantes. Cada vez que un caballero abre la boca para hablar de honor, escupo.
He visto a esos caballeros en justas, torneos, aceptando el favor de la dama más gentil, sonriendo como memos… y luego violar a la primera aldeana que se les pone a tiro. Los he visto arrodillarse sin prejuicios y jurar lealtad a un rey y, al día siguiente, con el cadáver aun caliente besarle el culo al siguiente que se adjudique la corona. Honor, lo llaman. Yo lo llamo cobardía. Escoria.
¿Sabéis realmente lo que es un caballero? Es un hombre que mata. Por monedas, por diversión. Y se confiesa ante un septón después, convencido de que los dioses le limpiarán la sangre de las manos, como si nunca hubiera ocurrido, como si no pesara en su conciencia. Eso es lo que son. Y aun así, todos los críos de los putos Siete Reinos crecen queriendo ser uno de ellos. Todos ellos… hasta yo.
Sí, no pongas esa cara de imbécil. Yo también soñé con ser caballero… una vez. Con un blasón, un caballo, una armadura reluciente, una capa que ensalce la justicia de mis actos y una espada limpia. Como un imbécil, creí en sus cuentos. Hasta que vi las llamas de cerca, hasta que el calor de las llamas me enseñaron lo que realmente vale un juramento. Y mi hermano, el caballero perfecto, me estampó la cara contra las brasas mientras todo el mundo apartaba la mirada, como si no les importara, como si lo mereciera.
No me habléis de puñetera caballería. No hay honor, no hay justicia. Eso son cuentos. Solo existen hombres con armadura con poder y maldad para decidir quién vive y quién muere. Si eso es ser caballero, prefiero ser un perro. Al menos el perro no finge. Muerde y ataca. Esa armadura sí la llevo con orgullo.
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