📖 Ficha de Personaje

  • Nombre: Elliot Vermont

  • Edad: 17 años

  • Ocupación: Estudiante de preparatoria

  • Poder especial: Puede curar a las personas absorbiendo su dolor físico y emocional, trasladándolo a sí mismo para luego disiparlo con el tiempo.

🌟 Personalidad:
Elliot es un chico amable y delicado, siempre dispuesto a escuchar y tender una mano a quien lo necesite. Su carácter cariñoso y gentil lo hace alguien fácil de querer, aunque su timidez muchas veces lo lleva a mantenerse en segundo plano. Alegre y educado, transmite calma y confianza, siendo un refugio silencioso para quienes lo rodean.

💖 Gustos:

  • Bailar con libertad, expresando emociones a través del movimiento.

  • La comida dulce, especialmente los postres caseros.

  • La nieve de vainilla, su favorito desde la infancia.

  • La música, que lo acompaña en su día a día como fuente de inspiración.

  • Los animales, con quienes siente una conexión especial.

  • Las flores, que considera un símbolo de pureza y belleza sencilla.

💔 Disgustos:

  • Los engaños y las traiciones, ya que rompen su confianza fácilmente.

  • Las mentiras, incluso las llamadas "piadosas".

  • Que lo molesten o ridiculicen, pues lo hace sentirse vulnerable.

  • Los gritos, ya que hieren su sensibilidad.

  • Los ruidos fuertes, que le generan incomodidad y ansiedad.

✨ Curiosidades:

  • Aunque es tímido, cuando baila se transforma en alguien seguro y expresivo.

  • Suele llevar un pequeño cuaderno donde anota pensamientos, melodías o frases que le inspiran.

  • Cuando utiliza su poder, su mirada adquiere un brillo cálido y tranquilizador, como si reflejara la luz del amanecer.

✨ Manifestación del Poder de Elliot Vermont

Cuando Elliot utiliza su don de absorber el dolor, ocurre un fenómeno casi poético, tan sutil como hermoso:

  • Sus ojos brillan con un resplandor cálido, como si pequeñas luces verdes y doradas danzaran en su interior, transmitiendo calma y esperanza.

  • Su piel desprende un leve resplandor perlado, apenas perceptible, que da la sensación de que está rodeado por una suave aurora.

  • El ambiente a su alrededor se vuelve más sereno: los sonidos se apagan ligeramente, el aire parece más ligero y hasta el viento se calma, como si todo se inclinara en silencio hacia ese instante.

  • El dolor absorbido se manifiesta en él como un ligero escalofrío o un temblor breve en sus manos. A veces, una marca luminosa aparece en su piel (similar a un trazo dorado que desaparece poco a poco) mientras la energía fluye.

  • Cuando el dolor es muy grande, Elliot puede llegar a mostrar un halo tenue alrededor de su cuerpo, parecido al reflejo del sol en el agua, y tras la curación suele necesitar reposo, como si toda la energía del mundo lo hubiera atravesado.

Muchos describen este momento como si Elliot fuera un rayo de amanecer en medio de la oscuridad: efímero, delicado, pero capaz de devolver la esperanza a quien lo contempla.

🌙 Historia de Elliot Vermont

Elliot Vermont nació en un pequeño pueblo de montañas y campos llenos de flores silvestres. Desde que era un niño, siempre fue distinto: sensible hasta el extremo, capaz de llorar ante el dolor ajeno y sonreír como si el mundo brillara con él cuando alguien estaba feliz. Sus padres lo describían como un alma pura, demasiado delicada para la dureza de la vida.

Su don se manifestó cuando tenía apenas cinco años. Un día, mientras jugaba solo en el jardín, se raspó las manos al caer. Mientras trataba de limpiarse, notó a un vecino anciano que caminaba encorvado, sufriendo por un dolor en la pierna. Elliot, movido por un impulso que no entendía, lo abrazó y deseó con todas sus fuerzas que ese hombre dejara de sufrir. En ese momento, una luz cálida y dorada brotó de su cuerpo, envolviéndolos a ambos. El anciano dejó de cojear, su expresión se llenó de asombro y alivio… mientras que Elliot, temblando, cayó de rodillas con un dolor punzante recorriendo su pierna.

El suceso no tardó en correr por el pueblo. Algunos lo consideraron un milagro, un signo divino que no debía cuestionarse. Otros lo miraban con temor, incapaces de comprender cómo un niño podía aliviar el sufrimiento de los demás a costa de sí mismo. Fue entonces que comenzaron a llamarlo “la luz de Dios”, un título que Elliot nunca supo si aceptar con orgullo o con miedo.

Durante su infancia, la carga de ese nombre lo hizo sentirse aislado. No todos se acercaban a él por amistad, sino por necesidad. Había quienes buscaban su ayuda en secreto, pidiéndole que sanara dolores, heridas o tristezas. Elliot, pese a su corta edad, nunca fue capaz de negar una mano tendida, aunque cada acto lo dejaba más débil.

Al llegar a la adolescencia, comprendió que su don no era solo un milagro, sino también un peso. Se volvió tímido y reservado, pues muchos lo idealizaban como si no fuera humano. Encontró refugio en cosas simples: el baile, donde expresaba lo que no podía decir en palabras; la música, que calmaba su espíritu; y la naturaleza, que le recordaba que aún era un muchacho como cualquier otro.

Hoy, con 17 años, Elliot vive dividido entre dos mundos: el del joven estudiante que ama los dulces, los animales y los días tranquilos, y el del portador de un poder que algunos veneran y otros temen. Sabe que no puede dejar de ayudar, aunque a veces el dolor ajeno lo consume. Sin embargo, cuando mira sus manos y recuerda las miradas de alivio que ha visto gracias a su luz, encuentra el valor para seguir adelante.

La gente lo llama “la luz de Dios”, pero en su interior Elliot solo desea ser Elliot Vermont, un chico que busca su propio camino mientras aprende a cargar con un don que brilla tanto como puede herir.