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    ||Desde ya mejor dar el aviso porque habrán muchas cosas que en los roles seguro no sean leídas.

    Adán y Samael tuvieron una relación mucho antes de ser creada Lilith, de hecho, fue esa la razón por la que la crearon, para separarlos a ellos dos.
    Luego llegó Eva y la historia se conoce en teoría.

    Lo que quiero aclarar con esto es: SI, hay tensión entre ambos de un pasado juntos, del cual no son conscientes AÚN.
    Y a futuro deberán enfrentarse a ello, pero eso no hará que dejen a sus parejas o tengan una aventura entre ellos, para que no se confundan las cosas.

    Creo que es todo(?)
    ||Desde ya mejor dar el aviso porque habrán muchas cosas que en los roles seguro no sean leídas. Adán y Samael tuvieron una relación mucho antes de ser creada Lilith, de hecho, fue esa la razón por la que la crearon, para separarlos a ellos dos. Luego llegó Eva y la historia se conoce en teoría. Lo que quiero aclarar con esto es: SI, hay tensión entre ambos de un pasado juntos, del cual no son conscientes AÚN. Y a futuro deberán enfrentarse a ello, pero eso no hará que dejen a sus parejas o tengan una aventura entre ellos, para que no se confundan las cosas. Creo que es todo(?)
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    //Día que estoy fuera de casa, fía al que dos de mis gallinas les da por irse de aventuras. Una sé dónde está y aunque no puedo ir a buscarla por qué mi vecina a saber cuándo regresa, está intentando volver, la otra ni idea.
    //Día que estoy fuera de casa, fía al que dos de mis gallinas les da por irse de aventuras. Una sé dónde está y aunque no puedo ir a buscarla por qué mi vecina a saber cuándo regresa, está intentando volver, la otra ni idea. :STK-17:
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  • El mercado del pueblo bullía de actividad. Los puestos ofrecían desde frutas frescas hasta herramientas de herrería, y los comerciantes alzaban la voz para atraer a los transeúntes. Skuld caminaba despacio entre la multitud, sosteniendo una pequeña bolsa de monedas mientras Cayus flotaba a su lado, sus grandes ojos observando con curiosidad todo a su alrededor.

    —¿Qué te parece esto? —preguntó Skuld, deteniéndose frente a un puesto que exhibía dulces cubiertos de azúcar.

    Cayus emitió un suave bip, inclinándose hacia adelante para mirar los dulces, pero luego dejó escapar un ruidito seco, como si bufara. Skuld arqueó una ceja y suspiró.

    —Sí, ya sé. No alcanza para nada.

    Siguieron caminando, pasando por un puesto de amuletos, otro de frutas y uno más de herramientas de cocina. Cada vez que Skuld intentaba sacar su pequeña bolsa de monedas, Cayus lanzaba un pip pip alarmado, flotando delante de ella como si quisiera impedirle comprar.

    Finalmente, se detuvieron frente a un panadero que mostraba sus hogazas doradas y humeantes. Skuld examinó las monedas restantes en su bolsa y luego miró al panadero.

    —Una barra de pan, por favor.

    El panadero le entregó la hogaza envuelta en un trozo de papel marrón. Skuld suspiró, sosteniéndola con ambas manos mientras se alejaban del bullicio. Cayus flotaba detrás de ella, emitiendo un leve brrr de lo que parecía ser resignación.

    Llegaron a las afueras del pueblo, donde un árbol solitario ofrecía su sombra. Skuld se sentó bajo él, rompiendo el pan en dos. Extendió un trozo hacia Cayus, quien se acercó y lo tomó entre sus diminutas manitas.

    —Bueno, no fue lo que esperaba, pero al menos tenemos esto —dijo Skuld, más para sí misma que para su pequeño compañero.

    Cayus emitió un suave bip bip, su tono de piel cambiando a un cálido color dorado mientras mordisqueaba el pan. Skuld no pudo evitar sonreír al verlo.

    Se reclinó contra el tronco del árbol, arrancando pequeños pedazos del pan y llevándoselos a la boca. El sol filtrado entre las hojas pintaba el suelo con manchas de luz, y el suave viento hacía que las ramas crujieran de forma relajante.

    Cayus flotó hasta apoyarse contra su hombro, soltando un leve brrr de satisfacción.

    —Supongo que no estuvo tan mal después de todo, ¿verdad?

    Aunque Cayus no respondió con palabras, su color dorado y la tranquilidad que irradiaba eran respuesta suficiente. Y así, compartiendo una simple hogaza de pan bajo un árbol, ambos disfrutaron del momento, felices por la pequeña aventura que habían vivido juntos.
    El mercado del pueblo bullía de actividad. Los puestos ofrecían desde frutas frescas hasta herramientas de herrería, y los comerciantes alzaban la voz para atraer a los transeúntes. Skuld caminaba despacio entre la multitud, sosteniendo una pequeña bolsa de monedas mientras Cayus flotaba a su lado, sus grandes ojos observando con curiosidad todo a su alrededor. —¿Qué te parece esto? —preguntó Skuld, deteniéndose frente a un puesto que exhibía dulces cubiertos de azúcar. Cayus emitió un suave bip, inclinándose hacia adelante para mirar los dulces, pero luego dejó escapar un ruidito seco, como si bufara. Skuld arqueó una ceja y suspiró. —Sí, ya sé. No alcanza para nada. Siguieron caminando, pasando por un puesto de amuletos, otro de frutas y uno más de herramientas de cocina. Cada vez que Skuld intentaba sacar su pequeña bolsa de monedas, Cayus lanzaba un pip pip alarmado, flotando delante de ella como si quisiera impedirle comprar. Finalmente, se detuvieron frente a un panadero que mostraba sus hogazas doradas y humeantes. Skuld examinó las monedas restantes en su bolsa y luego miró al panadero. —Una barra de pan, por favor. El panadero le entregó la hogaza envuelta en un trozo de papel marrón. Skuld suspiró, sosteniéndola con ambas manos mientras se alejaban del bullicio. Cayus flotaba detrás de ella, emitiendo un leve brrr de lo que parecía ser resignación. Llegaron a las afueras del pueblo, donde un árbol solitario ofrecía su sombra. Skuld se sentó bajo él, rompiendo el pan en dos. Extendió un trozo hacia Cayus, quien se acercó y lo tomó entre sus diminutas manitas. —Bueno, no fue lo que esperaba, pero al menos tenemos esto —dijo Skuld, más para sí misma que para su pequeño compañero. Cayus emitió un suave bip bip, su tono de piel cambiando a un cálido color dorado mientras mordisqueaba el pan. Skuld no pudo evitar sonreír al verlo. Se reclinó contra el tronco del árbol, arrancando pequeños pedazos del pan y llevándoselos a la boca. El sol filtrado entre las hojas pintaba el suelo con manchas de luz, y el suave viento hacía que las ramas crujieran de forma relajante. Cayus flotó hasta apoyarse contra su hombro, soltando un leve brrr de satisfacción. —Supongo que no estuvo tan mal después de todo, ¿verdad? Aunque Cayus no respondió con palabras, su color dorado y la tranquilidad que irradiaba eran respuesta suficiente. Y así, compartiendo una simple hogaza de pan bajo un árbol, ambos disfrutaron del momento, felices por la pequeña aventura que habían vivido juntos.
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  • —Como si hubiese sido obra y mano del destino, como si los astros se hubiesen alineado de forma transversal, aunque inocua e imperceptible para el simple ojo humano, un sin fin de relámpagos y truenos se veían y escuchaban en la lejanía del cielo nocturno aquella noche. La bruma había salido de los callejones y escondrijos de mafiosos y maleantes que dominaban los barrios periféricos de aquel "Reino"; algunos pequeños roedores y animales cuadrúpedos escapaban de los refulgentes destellos en medio de la tormenta que se avecinaba; las gotas cayeron frente a las calles de los suburbios mientras los pocos transeúntes circulaban en medio de las luces y vapores entre asfalto y enrejados.

    Un grupo de bienaventurados y desprevenidos jóvenes habían tenido la mala suerte de toparse con unos degenerados rufianes que los estaban torturando a base de golpes, patadas, incluso algunos tajos producidos por las armas punzantes que traían los infelices, obligando a las pobres almas de esos civiles a soltar gemidos de dolor y chillidos; para la mirada ajena, las caras de esos mafiosos eran como demonios salidos del peor averno imaginable.

    Entre risas y la lluvia que había comenzado a empapar la escena, se comenzaron a oír pasos salidos de un callejón no muy lejos de donde ocurría la acción. A pesar de no poseer talentos ni sentidos mágicos, muchos de los malhechores sintieron un escalofrío de pies a cabeza que los obligó a virar la vista hacia la silueta oscura que salía de entre las sombras.

    Era un sujeto fornido y atlético de grandes dimensiones, unos ojos serpenteantes y amarillos que inundaban de terror a todo aquel que tuviera contacto directo con esas endemoniadas perlas, sumado a las gotas de la lluvia que obligaban a su cabello a ceder ante la gravedad dando un aspecto más tenebroso.

    Ante la mirada de terror de los torturadores y las víctimas, el humanoide jadeante frente a ellos con mirada gélida y a la vez llena de furia emitió solo una frase antes de arremeter contra aquel pequeño ejército.-

    Parece que la muerte no me sienta tan bien, creo que ya es tiempo de regresar ~
    —Como si hubiese sido obra y mano del destino, como si los astros se hubiesen alineado de forma transversal, aunque inocua e imperceptible para el simple ojo humano, un sin fin de relámpagos y truenos se veían y escuchaban en la lejanía del cielo nocturno aquella noche. La bruma había salido de los callejones y escondrijos de mafiosos y maleantes que dominaban los barrios periféricos de aquel "Reino"; algunos pequeños roedores y animales cuadrúpedos escapaban de los refulgentes destellos en medio de la tormenta que se avecinaba; las gotas cayeron frente a las calles de los suburbios mientras los pocos transeúntes circulaban en medio de las luces y vapores entre asfalto y enrejados. Un grupo de bienaventurados y desprevenidos jóvenes habían tenido la mala suerte de toparse con unos degenerados rufianes que los estaban torturando a base de golpes, patadas, incluso algunos tajos producidos por las armas punzantes que traían los infelices, obligando a las pobres almas de esos civiles a soltar gemidos de dolor y chillidos; para la mirada ajena, las caras de esos mafiosos eran como demonios salidos del peor averno imaginable. Entre risas y la lluvia que había comenzado a empapar la escena, se comenzaron a oír pasos salidos de un callejón no muy lejos de donde ocurría la acción. A pesar de no poseer talentos ni sentidos mágicos, muchos de los malhechores sintieron un escalofrío de pies a cabeza que los obligó a virar la vista hacia la silueta oscura que salía de entre las sombras. Era un sujeto fornido y atlético de grandes dimensiones, unos ojos serpenteantes y amarillos que inundaban de terror a todo aquel que tuviera contacto directo con esas endemoniadas perlas, sumado a las gotas de la lluvia que obligaban a su cabello a ceder ante la gravedad dando un aspecto más tenebroso. Ante la mirada de terror de los torturadores y las víctimas, el humanoide jadeante frente a ellos con mirada gélida y a la vez llena de furia emitió solo una frase antes de arremeter contra aquel pequeño ejército.- Parece que la muerte no me sienta tan bien, creo que ya es tiempo de regresar ~
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  • El viento aulló a través de las columnas de piedra desmoronadas, levantando polvo y fragmentos de un pasado ya olvidado. La elfa oscura permaneció inmóvil, sus misteriosos ojos explorando las ruinas cubiertas de maleza. Se había sentido atraída hacia ese lugar, como por una fuerza invisible. El aire estaba cargado por el peso de los recuerdos y, sin embargo, permanecían fuera de su alcance.

    Con paso calculado, se adentró más en las ruinas. Su corazón latía con fuerza en su pecho, un tamborileo de anticipación, más trato de ignorarlo, como siempre hacía. Este lugar guardaba secretos que ella necesitaba desbloquear. Sentía una extraña conexión con ello, como un hilo que a lo desconocido.

    A medida que se aventuraba más, se topó con una cámara oculta, cuya entrada estaba velada por enredaderas y musgo. Con aire reservado, apartó el follaje y entró. La cámara estaba iluminada por un único rayo de luz solar, iluminando un altar desgastado en su centro.

    Se acercó al altar, los dedos rozando su fría superficie, la cual parecía ser hogar a un libro que no se veía alterado por el paso del tiempo.

    ¿Por qué lo habían abandonado? ¿Qué había pasado?

    No lo sabía, pero no tenía demasiado interés en descubrirlo.

    El viento aulló a través de las columnas de piedra desmoronadas, levantando polvo y fragmentos de un pasado ya olvidado. La elfa oscura permaneció inmóvil, sus misteriosos ojos explorando las ruinas cubiertas de maleza. Se había sentido atraída hacia ese lugar, como por una fuerza invisible. El aire estaba cargado por el peso de los recuerdos y, sin embargo, permanecían fuera de su alcance. Con paso calculado, se adentró más en las ruinas. Su corazón latía con fuerza en su pecho, un tamborileo de anticipación, más trato de ignorarlo, como siempre hacía. Este lugar guardaba secretos que ella necesitaba desbloquear. Sentía una extraña conexión con ello, como un hilo que a lo desconocido. A medida que se aventuraba más, se topó con una cámara oculta, cuya entrada estaba velada por enredaderas y musgo. Con aire reservado, apartó el follaje y entró. La cámara estaba iluminada por un único rayo de luz solar, iluminando un altar desgastado en su centro. Se acercó al altar, los dedos rozando su fría superficie, la cual parecía ser hogar a un libro que no se veía alterado por el paso del tiempo. ¿Por qué lo habían abandonado? ¿Qué había pasado? No lo sabía, pero no tenía demasiado interés en descubrirlo.
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  • Carmina salió de casa una mañana soleada con ganas de estirar las piernas y respirar el aire fresco. Caminaba por el parque de su vecindario, disfrutando de la brisa y el canto de los pájaros, cuando algo llamó su atención al pie de un árbol: una pequeña piedra en forma de corazón, perfectamente lisa y rodeada de flores silvestres. Parecía haber sido colocada allí con cariño, como una simple decoración, pero para Carmina tenía un aire especial, casi como si le estuviera sonriendo.

    Se inclinó para observarla más de cerca, y en un impulso juguetón, la tomó entre sus manos, sintiendo su superficie suave y cálida por el sol. Sabía que probablemente era parte del ambiente del parque, algo dejado por alguien para dar un toque bonito al lugar, pero en ese momento no pudo resistirse. La guardó en el bolsillo de su abrigo y, con una sonrisa, se alejó del parque, sintiendo un pequeño secreto cómplice en su bolsillo.

    Durante el camino de regreso, la piedra la hacía sonreír sin razón aparente. De alguna manera, ese simple hallazgo le había alegrado la mañana. Cuando llegó a casa, colocó la piedra en su mesa de noche y pensó en lo encantador que sería encontrar estos pequeños tesoros en cada paseo. Decidió que, la próxima vez que saliera, llevaría consigo una piedra especial de su jardín para dejarla en el parque, como un intercambio secreto con quien quiera que disfrutara de esas pequeñas decoraciones.

    Desde entonces, Carmina continuó sus paseos por el vecindario, dejando y encontrando pequeñas sorpresas en el parque. Su pequeño acto de llevarse aquella piedra en forma de corazón había abierto un mundo de juegos secretos y felices momentos compartidos con desconocidos, transformando cada salida en una aventura llena de sonrisas.
    Carmina salió de casa una mañana soleada con ganas de estirar las piernas y respirar el aire fresco. Caminaba por el parque de su vecindario, disfrutando de la brisa y el canto de los pájaros, cuando algo llamó su atención al pie de un árbol: una pequeña piedra en forma de corazón, perfectamente lisa y rodeada de flores silvestres. Parecía haber sido colocada allí con cariño, como una simple decoración, pero para Carmina tenía un aire especial, casi como si le estuviera sonriendo. Se inclinó para observarla más de cerca, y en un impulso juguetón, la tomó entre sus manos, sintiendo su superficie suave y cálida por el sol. Sabía que probablemente era parte del ambiente del parque, algo dejado por alguien para dar un toque bonito al lugar, pero en ese momento no pudo resistirse. La guardó en el bolsillo de su abrigo y, con una sonrisa, se alejó del parque, sintiendo un pequeño secreto cómplice en su bolsillo. Durante el camino de regreso, la piedra la hacía sonreír sin razón aparente. De alguna manera, ese simple hallazgo le había alegrado la mañana. Cuando llegó a casa, colocó la piedra en su mesa de noche y pensó en lo encantador que sería encontrar estos pequeños tesoros en cada paseo. Decidió que, la próxima vez que saliera, llevaría consigo una piedra especial de su jardín para dejarla en el parque, como un intercambio secreto con quien quiera que disfrutara de esas pequeñas decoraciones. Desde entonces, Carmina continuó sus paseos por el vecindario, dejando y encontrando pequeñas sorpresas en el parque. Su pequeño acto de llevarse aquella piedra en forma de corazón había abierto un mundo de juegos secretos y felices momentos compartidos con desconocidos, transformando cada salida en una aventura llena de sonrisas.
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  • El mago Yukine empuja la pesada puerta de madera del bar. Al entrar, una mezcla de luces tenues y sombras danzantes lo envuelven. El aire está cargado de una mezcla de aromas: hierbas exóticas, pociones burbujeantes y el inconfundible olor a magia antigua.
    El bar está lleno de seres mitológicos de todo tipo. En una esquina, un grupo de elfos discute animadamente sobre la última moda en arcos encantados. Cerca de la barra, un centauro sorbe una bebida espumosa mientras conversa con una sirena que ha encontrado un asiento en un tanque de agua especialmente diseñado para ella. En una mesa central, un dragón en forma humana lanza dados mágicos en un juego de azar con un gnomo y un troll.
    Yukine avanza con paso seguro, su capa ondeando ligeramente detrás de él. Sus ojos brillan con una luz azulada, reflejo de su poder interior. Se acerca a la barra, donde el barman, un duende de aspecto astuto, le sonríe.

    “¿Qué te trae por aquí, mago?”

    pregunta el duende mientras limpia un vaso con un trapo que parece tener vida propia.

    “He venido en busca de información,”

    responde Yukine, su voz resonando con autoridad.

    “Dicen que aquí se puede encontrar a los más sabios y a los más astutos de todos los reinos.”

    El duende asiente, sus ojos brillando con curiosidad.

    “Has venido al lugar correcto. Pero aquí, la información tiene un precio.”

    Yukine sonríe levemente, sacando una pequeña bolsa de su capa y dejándola sobre la barra. El tintineo de las monedas de oro resuena en el bar, atrayendo la atención de varios de los presentes.

    “Entonces, empecemos,”

    dice Yukine, preparándose para desentrañar los secretos que lo han llevado hasta este lugar.
    El duende toma la bolsa de monedas y la guarda rápidamente en un bolsillo de su chaleco.

    “Muy bien, mago Yukine. ¿Qué es lo que deseas saber?”

    Yukine se inclina ligeramente hacia adelante, su voz baja pero firme.

    “Estoy buscando información sobre un antiguo artefacto, el Orbe de Eterna Luz. Se dice que tiene el poder de restaurar el equilibrio entre los reinos.”

    El duende frunce el ceño, sus ojos brillando con una mezcla de interés y preocupación.

    “El Orbe de Eterna Luz… No es un objeto común. Muchos lo han buscado, pero pocos han regresado.”

    Desde una mesa cercana, una figura encapuchada se levanta y se acerca a la barra.

    “He oído hablar de ese artefacto,”

    dice la figura, revelando un rostro parcialmente cubierto por cicatrices.

    “Soy Lidica, una exploradora de tierras lejanas. He visto mapas y escuchado leyendas sobre el Orbe.”

    Yukine la observa con atención.

    “¿Estás dispuesta a compartir lo que sabes?”

    Lidica asiente lentamente.

    “A cambio de tu ayuda en una misión que tengo pendiente. Necesito recuperar un cristal de poder de las ruinas de un antiguo templo. Es un lugar peligroso, pero con tus habilidades, podríamos tener éxito.”

    Yukine considera la propuesta por un momento antes de asentir.

    “De acuerdo. Te ayudaré con tu misión, y a cambio, tú me guiarás hacia el Orbe de Eterna Luz.”

    El duende sonríe, satisfecho con el acuerdo.

    “Parece que tenemos un trato. Pero tened cuidado, ambos. Este bar está lleno de oídos curiosos y no todos son de fiar.”

    Con el pacto sellado, Yukine y Lidica se preparan para partir hacia su peligrosa aventura, sabiendo que el destino de los reinos podría depender de su éxito.
    Yukine y Lidica abandonan el bar “El Caldero Místico” y se adentran en la noche, sus pasos resonando en las calles empedradas. La luna llena ilumina su camino mientras se dirigen hacia las ruinas del antiguo templo donde se encuentra el cristal de poder que Lidica necesita recuperar.

    “El templo está a unos días de viaje desde aquí,”

    explica Lidica mientras caminan.

    “Está rodeado de un bosque encantado, lleno de criaturas mágicas y trampas antiguas. Tendremos que estar en guardia en todo momento.”

    Yukine asiente, su mirada fija en el horizonte.

    “Estoy preparado. Cuéntame más sobre este cristal de poder.”

    Lidica suspira, recordando las historias que había escuchado desde niña.

    “El Cristal de la Aurora es un artefacto antiguo que perteneció a mis ancestros. Se dice que tiene la capacidad de amplificar la magia de su portador, pero también puede ser peligroso si cae en las manos equivocadas. Mi familia ha estado buscándolo durante generaciones, y creo que finalmente estoy cerca de encontrarlo.”

    A medida que avanzan, el paisaje cambia gradualmente de la ciudad a un denso bosque. Los árboles altos y retorcidos parecen susurrar secretos antiguos, y la luz de la luna apenas penetra el espeso follaje.

    “Debemos acampar aquí por la noche,”

    sugiere Lidica, señalando un claro en el bosque.

    “Es mejor no adentrarse en el templo sin descansar primero.”

    Yukine asiente y comienza a preparar un pequeño campamento. Mientras encienden una fogata, Lidica saca un mapa antiguo y lo extiende sobre el suelo.

    “Este es el templo,”

    dice, señalando una estructura en el centro del mapa.

    “Hay varias entradas, pero la mayoría están protegidas por trampas mágicas. Con tu ayuda, creo que podemos desactivarlas y llegar al cristal.”

    Yukine estudia el mapa con atención.

    “Mañana al amanecer, nos dirigiremos al templo. Debemos estar preparados para cualquier cosa.”

    Con el plan trazado, ambos se acomodan junto a la fogata, sus pensamientos llenos de la misión que les espera. La noche avanza lentamente, y el bosque parece cobrar vida con los sonidos de criaturas nocturnas y el susurro del viento entre los árboles.
    El amancer y la salida del sol es el indicio que un nuevo día a iniciado, Yukine y Lidica se despiertan y preparan algo de desayuno, dan una segunda revisada al pan trasado con anterioridad y desmontan el campamento hecho, recogiendo las lonas y apagando la totalidad del fuego restante usando magia de agua, poniéndose en marcha una vez mas.
    Mientras Yukine y Lidica avanzan por el bosque encantado, una sensación de que son observados los invade, poniéndolos algo tensos y expectantes, de repente y entre los arbustos una criatura emerge, poniendo a Yukine y Lidica en alerta, Yukine por instinto acumulo mana en ambas manos preparándose para el combate mientras Lidica desenvaina su espada y se ponen posición defensiva.

    “¿Quiénes sois y qué buscáis en mi bosque?”

    pregunta el Leshy, su voz resonando como un eco entre los árboles.
    Yukine a ver a la criatura disipa su mana y hace un gesto a Lidica para que enfunde su arma, Yukine da un paso adelante, mostrando respeto.

    “Somos viajeros en busca de un antiguo templo. No queremos causar daño a tu bosque.”

    El Leshy los observa detenidamente antes de asentir lentamente.

    "Te conozco mago eres aquel que fue elegido como mediador, La elemental de tierra nos dijo de tu elección y pronto encuentro"

    el Leshy asintió y les señalo en dirección al sur

    “El templo que buscáis está protegido por antiguos encantamientos. Si prometéis no dañar el bosque, os guiaré hasta allí.”

    Lidica y Yukine asienten, agradecidos por la ayuda del Leshy. Con su guía, avanzan más profundamente en el bosque, sabiendo que han ganado un poderoso aliado en su búsqueda al menos de manera temporal.
    Una vez llegaron a la entrada del templo el Leshy se paro nuevamente frente a ellos

    "eh cumplido mi parte del trato mediador, espero cumplas la tuya"

    luego de estas palabras el leshy desaparecio entre el musgo del suelo, Yukine y Lidica se miraron el uno al otro y asintieron con decisión y entraron al templo.
    El interior del antiguo templo es un lugar impresionante y lleno de misterio. Al entrar, Yukine y Lidica se encuentran en un vasto salón principal, iluminado por la luz tenue que se filtra a través de las grietas en el techo de piedra. Las paredes están cubiertas de intrincados grabados y frescos que representan escenas de antiguas leyendas y batallas épicas.
    Altas columnas de piedra, decoradas con runas y símbolos antiguos, se alinean a lo largo del salón. Algunas de estas columnas están parcialmente cubiertas de musgo y enredaderas, mostrando el paso del tiempo
    A lo largo de las paredes, hay estatuas de antiguos guardianes del templo, figuras imponentes con expresiones severas y armas en mano. Estas estatuas parecen vigilar a los intrusos con ojos de piedra En el centro del salón, hay un gran altar de mármol, adornado con gemas y metales preciosos. Sobre el altar, hay un pedestal vacío donde alguna vez estuvo el Cristal de poder
    Desde el salón principal, varios pasadizos oscuros se extienden hacia las profundidades del templo. Estos pasadizos están llenos de trampas y desafíos, diseñados para proteger los secretos del templo El techo del salón está decorado con un mosaico de colores brillantes que representa el cielo nocturno y las constelaciones. Este mosaico parece brillar con una luz propia, añadiendo un aire mágico al lugar
    El suelo está hecho de grandes losas de piedra, algunas de las cuales están grabadas con patrones geométricos y símbolos mágicos. A medida que caminan, Yukine y Lidica pueden sentir una energía antigua emanando del suelo
    El ambiente dentro del templo es solemne y reverente, con un silencio que solo es roto por el eco de sus pasos. Cada rincón del lugar parece estar impregnado de historia y magia, Yukine y Lidica saben que deben proceder con cautela.
    Mientras Yukine y Lyria avanzan hacia el altar central, una perturbación mágica se siente en el aire. Las runas en las columnas comienzan a brillar intensamente y el suelo tiembla bajo sus pies.
    Yukine siente la energía mágica acumulándose y sabe que algo está a punto de suceder. Alza su bastón y murmura un conjuro de protección.

    "Lidica, prepárate. Algo se aproxima."

    Lidica desenvaina sus dagas, las hojas brillando con runas de fuego y hielo. Se coloca en posición defensiva junto a Yukine.

    "Estoy lista. Lo que sea que venga, lo enfrentaremos juntos."

    Las estatuas de los guardianes a lo largo del salón empiezan a moverse, desprendiéndose del polvo y el musgo. Sus ojos de piedra brillan con una luz roja y sus armas relucen bajo la luz del templo. Con pasos pesados, avanzan hacia los intrusos, levantando sus espadas y lanzas.
    El primer guardián levanta su espada y lanza un golpe poderoso hacia Yukine. Yukine levanta su mano justo a tiempo, bloqueando el ataque con un escudo de energía mágica. El impacto resuena a través del templo, pero Yukine se mantiene firme.
    Otro guardián se abalanza hacia Lyria con una lanza. Lidica esquiva ágilmente el ataque, rodando hacia un lado y contraatacando con una de sus dagas. La hoja encantada deja una cicatriz ardiente en el brazo de piedra del guardián.
    Un tercer guardián intenta sorprender a Yukine por detrás, pero Yukine está preparado. Gira rápidamente y lanza un hechizo de viento, empujando al guardián hacia atrás y haciéndolo chocar contra una columna.
    Yukine y Lidica se coordinan perfectamente, luchando espalda con espalda. Yukine lanza hechizos de fuego y hielo, debilitando a los guardianes mientras Lidica utiliza su agilidad para esquivar y golpear con precisión.
    El combate continúa, con los guardianes atacando implacablemente y Yukine y Lidica defendiendo cada golpe con destreza y magia. El templo retumba con el sonido de la batalla, y ambos saben que deben mantenerse enfocados si quieren salir victoriosos.
    El combate se vuelve más frenético cuando Yukine decide utilizar una combinación de hechizos más avanzada. Alza su mano y, con un movimiento rápido, lanza un hechizo de cadena de relámpagos. La cadena de relámpagos salta de un guardián a otro, chisporroteando y dejando marcas de quemaduras en sus superficies de piedra. Los guardianes retroceden momentáneamente, dándoles a Yukine y Lidica un respiro para reagruparse.
    Lidica aprovecha el momento para lanzar una de sus pociones explosivas a los pies del guardián más cercano. La explosión resulta en un destello cegador seguido de una onda de choque que desestabiliza la estructura del guardián. Con una agilidad impresionante, Lyria se desliza bajo el guardián tambaleante y clava su daga en las articulaciones de piedra, causándole un daño crítico.
    A pesar de estar envuelto en llamas, el guardián lanza un ataque feroz hacia Yukine. Yukine levanta su escudo de energía justo a tiempo, pero el impacto lo hace retroceder unos pasos. El escudo parpadea, mostrando signos de desgaste.
    El guardián herido en la pierna intenta golpear a Lidica con su lanza. Lidica esquiva con agilidad, pero el guardián la sigue de cerca, lanzando una serie de ataques rápidos. Lyria bloquea algunos con sus dagas, pero uno de los golpes logra rozarle el brazo, causando un corte superficial.
    Un tercer guardián, habiendo chocado contra la columna, se reincorpora y lanza un ataque desde la distancia. Alza su mano y una ráfaga de energía oscura se dirige hacia Yukine y Lidica. Yukine desvía la energía con su mano, pero siente la fuerza del impacto.
    Viendo la oportunidad, Yukine decide recurrir a su hechizo de lanza de hielo, creando una lanza hecha de hielo puro y lanzándola con precisión hacia el corazón de piedra del segundo guardián. La lanza penetra la piedra con un sonido agudo, y el guardián se desploma en una nube de polvo.
    Lidica, con su agilidad intacta, hace uso de su habilidad "Golpe Sombrío". Se desvanece momentáneamente en una sombra y reaparece detrás del último guardián, donde clava sus dos dagas encantadas en su espalda. Las runas de fuego y hielo se activan simultáneamente, causando una explosión elemental que destruye al guardián desde dentro.
    El silencio vuelve al templo, interrumpido solo por los ecos de la batalla que aún resuenan en las paredes. Yukine y Lidica, respirando con dificultad, se miran y asienten, sabiendo que han superado una prueba importante.
    Una vez derrotados los guardianes, el altar que antes estaba vacio ahora resuena, vibra y se ilumina por momentos, Lidica se pone de pie y observa anonadada como de este emerge lo que ha estado buscando durante anos.
    una luz suave y resplandeciente. Lidica da un paso adelante, sus ojos llenos de asombro y reverencia.

    "Lo hemos encontrado,"

    susurra, extendiendo una mano hacia el cristal.

    "por fin lo he encontrado, luego de siglos de busqueda, he cumplido la mision de mi familia y ahora yo y mis desendientes debemos continuar la custodia y proteccion de el cristal ."

    Yukine se acerca a su lado, su energía mágica resonando con la del cristal sorprendido por este hecho deja salir su aura magica haciendo que resuene con mayor intensidad con el cristal Con una profunda respiración, extiende sus manos hacia el Cristal . La luz del cristal se intensifica y un cálido resplandor envuelve a Yukine. La energía empieza a fluir desde el cristal hacia él, recorriendo su cuerpo como un río de pura magia. Sus ojos brillan con un azul intenso mientras siente cómo su propia magia se fusiona con la del cristal.
    De repente, una figura comienza a formarse frente a ellos, emergiendo de la luz del cristal. Es una entidad de luz pura, con forma humanoide, pero sus rasgos son etéreos y cambiantes, como si estuviera hecha del mismo resplandor del cristal.

    "Yukine,"

    dice la entidad con una voz que resuena como un coro de ecos armoniosos,

    "yo soy el Guardián del Cristal, una manifestación de su esencia."

    Yukine, todavía envuelto en la energía del cristal, inclina la cabeza en señal de respeto.

    "¿Por qué me ha elegido el cristal? ¿Por qué me otorga sus poderes?"

    La entidad de luz se acerca, su presencia irradiando calidez y serenidad.

    "El Cristal posee un gran poder, uno que puede restaurar el equilibrio o causar destrucción, dependiendo de las intenciones de su portador. Te ha elegido a ti porque eres tu quien fue escogido por lo elementales como mediador."

    Lidica observa la escena con reverencia, sus ojos llenos de asombro.

    "¿Qué debemos hacer ahora?"

    pregunta ella.
    La entidad sonríe suavemente.

    "El trabajo de tu familia, el cual desempeño por siglos hoy se ha cumplido, su salvaguarda era fundamental para que hoy el cristal pudiera entregar sus poderes al mediador."

    "Yukine, ahora que has absorbido los poderes del cristal, te has convertido en su guardián. Debes utilizar este poder para cerrar las brechas que amenazan los reinos y restaurar el equilibrio. Pero recuerda, con gran poder viene una gran responsabilidad."

    Yukine asiente, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros, pero también una sensación de propósito y claridad.

    "Lo haré. Protegeré el equilibrio"

    La luz que forma la entidad comienza a desvanecerse, pero su voz permanece clara.

    "El Cristal ha confiado en ti, Yukine. Usa su poder con sabiduría y valentía. El destino de los reinos está ahora en tus manos."

    Con esas palabras, la entidad desaparece, dejando a Yukine y Lidica en la sala central del templo. La luz del cristal se integra completamente en Yukine, y él siente una nueva fuerza y conexión con la magia del mundo.
    El mago Yukine empuja la pesada puerta de madera del bar. Al entrar, una mezcla de luces tenues y sombras danzantes lo envuelven. El aire está cargado de una mezcla de aromas: hierbas exóticas, pociones burbujeantes y el inconfundible olor a magia antigua. El bar está lleno de seres mitológicos de todo tipo. En una esquina, un grupo de elfos discute animadamente sobre la última moda en arcos encantados. Cerca de la barra, un centauro sorbe una bebida espumosa mientras conversa con una sirena que ha encontrado un asiento en un tanque de agua especialmente diseñado para ella. En una mesa central, un dragón en forma humana lanza dados mágicos en un juego de azar con un gnomo y un troll. Yukine avanza con paso seguro, su capa ondeando ligeramente detrás de él. Sus ojos brillan con una luz azulada, reflejo de su poder interior. Se acerca a la barra, donde el barman, un duende de aspecto astuto, le sonríe. “¿Qué te trae por aquí, mago?” pregunta el duende mientras limpia un vaso con un trapo que parece tener vida propia. “He venido en busca de información,” responde Yukine, su voz resonando con autoridad. “Dicen que aquí se puede encontrar a los más sabios y a los más astutos de todos los reinos.” El duende asiente, sus ojos brillando con curiosidad. “Has venido al lugar correcto. Pero aquí, la información tiene un precio.” Yukine sonríe levemente, sacando una pequeña bolsa de su capa y dejándola sobre la barra. El tintineo de las monedas de oro resuena en el bar, atrayendo la atención de varios de los presentes. “Entonces, empecemos,” dice Yukine, preparándose para desentrañar los secretos que lo han llevado hasta este lugar. El duende toma la bolsa de monedas y la guarda rápidamente en un bolsillo de su chaleco. “Muy bien, mago Yukine. ¿Qué es lo que deseas saber?” Yukine se inclina ligeramente hacia adelante, su voz baja pero firme. “Estoy buscando información sobre un antiguo artefacto, el Orbe de Eterna Luz. Se dice que tiene el poder de restaurar el equilibrio entre los reinos.” El duende frunce el ceño, sus ojos brillando con una mezcla de interés y preocupación. “El Orbe de Eterna Luz… No es un objeto común. Muchos lo han buscado, pero pocos han regresado.” Desde una mesa cercana, una figura encapuchada se levanta y se acerca a la barra. “He oído hablar de ese artefacto,” dice la figura, revelando un rostro parcialmente cubierto por cicatrices. “Soy Lidica, una exploradora de tierras lejanas. He visto mapas y escuchado leyendas sobre el Orbe.” Yukine la observa con atención. “¿Estás dispuesta a compartir lo que sabes?” Lidica asiente lentamente. “A cambio de tu ayuda en una misión que tengo pendiente. Necesito recuperar un cristal de poder de las ruinas de un antiguo templo. Es un lugar peligroso, pero con tus habilidades, podríamos tener éxito.” Yukine considera la propuesta por un momento antes de asentir. “De acuerdo. Te ayudaré con tu misión, y a cambio, tú me guiarás hacia el Orbe de Eterna Luz.” El duende sonríe, satisfecho con el acuerdo. “Parece que tenemos un trato. Pero tened cuidado, ambos. Este bar está lleno de oídos curiosos y no todos son de fiar.” Con el pacto sellado, Yukine y Lidica se preparan para partir hacia su peligrosa aventura, sabiendo que el destino de los reinos podría depender de su éxito. Yukine y Lidica abandonan el bar “El Caldero Místico” y se adentran en la noche, sus pasos resonando en las calles empedradas. La luna llena ilumina su camino mientras se dirigen hacia las ruinas del antiguo templo donde se encuentra el cristal de poder que Lidica necesita recuperar. “El templo está a unos días de viaje desde aquí,” explica Lidica mientras caminan. “Está rodeado de un bosque encantado, lleno de criaturas mágicas y trampas antiguas. Tendremos que estar en guardia en todo momento.” Yukine asiente, su mirada fija en el horizonte. “Estoy preparado. Cuéntame más sobre este cristal de poder.” Lidica suspira, recordando las historias que había escuchado desde niña. “El Cristal de la Aurora es un artefacto antiguo que perteneció a mis ancestros. Se dice que tiene la capacidad de amplificar la magia de su portador, pero también puede ser peligroso si cae en las manos equivocadas. Mi familia ha estado buscándolo durante generaciones, y creo que finalmente estoy cerca de encontrarlo.” A medida que avanzan, el paisaje cambia gradualmente de la ciudad a un denso bosque. Los árboles altos y retorcidos parecen susurrar secretos antiguos, y la luz de la luna apenas penetra el espeso follaje. “Debemos acampar aquí por la noche,” sugiere Lidica, señalando un claro en el bosque. “Es mejor no adentrarse en el templo sin descansar primero.” Yukine asiente y comienza a preparar un pequeño campamento. Mientras encienden una fogata, Lidica saca un mapa antiguo y lo extiende sobre el suelo. “Este es el templo,” dice, señalando una estructura en el centro del mapa. “Hay varias entradas, pero la mayoría están protegidas por trampas mágicas. Con tu ayuda, creo que podemos desactivarlas y llegar al cristal.” Yukine estudia el mapa con atención. “Mañana al amanecer, nos dirigiremos al templo. Debemos estar preparados para cualquier cosa.” Con el plan trazado, ambos se acomodan junto a la fogata, sus pensamientos llenos de la misión que les espera. La noche avanza lentamente, y el bosque parece cobrar vida con los sonidos de criaturas nocturnas y el susurro del viento entre los árboles. El amancer y la salida del sol es el indicio que un nuevo día a iniciado, Yukine y Lidica se despiertan y preparan algo de desayuno, dan una segunda revisada al pan trasado con anterioridad y desmontan el campamento hecho, recogiendo las lonas y apagando la totalidad del fuego restante usando magia de agua, poniéndose en marcha una vez mas. Mientras Yukine y Lidica avanzan por el bosque encantado, una sensación de que son observados los invade, poniéndolos algo tensos y expectantes, de repente y entre los arbustos una criatura emerge, poniendo a Yukine y Lidica en alerta, Yukine por instinto acumulo mana en ambas manos preparándose para el combate mientras Lidica desenvaina su espada y se ponen posición defensiva. “¿Quiénes sois y qué buscáis en mi bosque?” pregunta el Leshy, su voz resonando como un eco entre los árboles. Yukine a ver a la criatura disipa su mana y hace un gesto a Lidica para que enfunde su arma, Yukine da un paso adelante, mostrando respeto. “Somos viajeros en busca de un antiguo templo. No queremos causar daño a tu bosque.” El Leshy los observa detenidamente antes de asentir lentamente. "Te conozco mago eres aquel que fue elegido como mediador, La elemental de tierra nos dijo de tu elección y pronto encuentro" el Leshy asintió y les señalo en dirección al sur “El templo que buscáis está protegido por antiguos encantamientos. Si prometéis no dañar el bosque, os guiaré hasta allí.” Lidica y Yukine asienten, agradecidos por la ayuda del Leshy. Con su guía, avanzan más profundamente en el bosque, sabiendo que han ganado un poderoso aliado en su búsqueda al menos de manera temporal. Una vez llegaron a la entrada del templo el Leshy se paro nuevamente frente a ellos "eh cumplido mi parte del trato mediador, espero cumplas la tuya" luego de estas palabras el leshy desaparecio entre el musgo del suelo, Yukine y Lidica se miraron el uno al otro y asintieron con decisión y entraron al templo. El interior del antiguo templo es un lugar impresionante y lleno de misterio. Al entrar, Yukine y Lidica se encuentran en un vasto salón principal, iluminado por la luz tenue que se filtra a través de las grietas en el techo de piedra. Las paredes están cubiertas de intrincados grabados y frescos que representan escenas de antiguas leyendas y batallas épicas. Altas columnas de piedra, decoradas con runas y símbolos antiguos, se alinean a lo largo del salón. Algunas de estas columnas están parcialmente cubiertas de musgo y enredaderas, mostrando el paso del tiempo A lo largo de las paredes, hay estatuas de antiguos guardianes del templo, figuras imponentes con expresiones severas y armas en mano. Estas estatuas parecen vigilar a los intrusos con ojos de piedra En el centro del salón, hay un gran altar de mármol, adornado con gemas y metales preciosos. Sobre el altar, hay un pedestal vacío donde alguna vez estuvo el Cristal de poder Desde el salón principal, varios pasadizos oscuros se extienden hacia las profundidades del templo. Estos pasadizos están llenos de trampas y desafíos, diseñados para proteger los secretos del templo El techo del salón está decorado con un mosaico de colores brillantes que representa el cielo nocturno y las constelaciones. Este mosaico parece brillar con una luz propia, añadiendo un aire mágico al lugar El suelo está hecho de grandes losas de piedra, algunas de las cuales están grabadas con patrones geométricos y símbolos mágicos. A medida que caminan, Yukine y Lidica pueden sentir una energía antigua emanando del suelo El ambiente dentro del templo es solemne y reverente, con un silencio que solo es roto por el eco de sus pasos. Cada rincón del lugar parece estar impregnado de historia y magia, Yukine y Lidica saben que deben proceder con cautela. Mientras Yukine y Lyria avanzan hacia el altar central, una perturbación mágica se siente en el aire. Las runas en las columnas comienzan a brillar intensamente y el suelo tiembla bajo sus pies. Yukine siente la energía mágica acumulándose y sabe que algo está a punto de suceder. Alza su bastón y murmura un conjuro de protección. "Lidica, prepárate. Algo se aproxima." Lidica desenvaina sus dagas, las hojas brillando con runas de fuego y hielo. Se coloca en posición defensiva junto a Yukine. "Estoy lista. Lo que sea que venga, lo enfrentaremos juntos." Las estatuas de los guardianes a lo largo del salón empiezan a moverse, desprendiéndose del polvo y el musgo. Sus ojos de piedra brillan con una luz roja y sus armas relucen bajo la luz del templo. Con pasos pesados, avanzan hacia los intrusos, levantando sus espadas y lanzas. El primer guardián levanta su espada y lanza un golpe poderoso hacia Yukine. Yukine levanta su mano justo a tiempo, bloqueando el ataque con un escudo de energía mágica. El impacto resuena a través del templo, pero Yukine se mantiene firme. Otro guardián se abalanza hacia Lyria con una lanza. Lidica esquiva ágilmente el ataque, rodando hacia un lado y contraatacando con una de sus dagas. La hoja encantada deja una cicatriz ardiente en el brazo de piedra del guardián. Un tercer guardián intenta sorprender a Yukine por detrás, pero Yukine está preparado. Gira rápidamente y lanza un hechizo de viento, empujando al guardián hacia atrás y haciéndolo chocar contra una columna. Yukine y Lidica se coordinan perfectamente, luchando espalda con espalda. Yukine lanza hechizos de fuego y hielo, debilitando a los guardianes mientras Lidica utiliza su agilidad para esquivar y golpear con precisión. El combate continúa, con los guardianes atacando implacablemente y Yukine y Lidica defendiendo cada golpe con destreza y magia. El templo retumba con el sonido de la batalla, y ambos saben que deben mantenerse enfocados si quieren salir victoriosos. El combate se vuelve más frenético cuando Yukine decide utilizar una combinación de hechizos más avanzada. Alza su mano y, con un movimiento rápido, lanza un hechizo de cadena de relámpagos. La cadena de relámpagos salta de un guardián a otro, chisporroteando y dejando marcas de quemaduras en sus superficies de piedra. Los guardianes retroceden momentáneamente, dándoles a Yukine y Lidica un respiro para reagruparse. Lidica aprovecha el momento para lanzar una de sus pociones explosivas a los pies del guardián más cercano. La explosión resulta en un destello cegador seguido de una onda de choque que desestabiliza la estructura del guardián. Con una agilidad impresionante, Lyria se desliza bajo el guardián tambaleante y clava su daga en las articulaciones de piedra, causándole un daño crítico. A pesar de estar envuelto en llamas, el guardián lanza un ataque feroz hacia Yukine. Yukine levanta su escudo de energía justo a tiempo, pero el impacto lo hace retroceder unos pasos. El escudo parpadea, mostrando signos de desgaste. El guardián herido en la pierna intenta golpear a Lidica con su lanza. Lidica esquiva con agilidad, pero el guardián la sigue de cerca, lanzando una serie de ataques rápidos. Lyria bloquea algunos con sus dagas, pero uno de los golpes logra rozarle el brazo, causando un corte superficial. Un tercer guardián, habiendo chocado contra la columna, se reincorpora y lanza un ataque desde la distancia. Alza su mano y una ráfaga de energía oscura se dirige hacia Yukine y Lidica. Yukine desvía la energía con su mano, pero siente la fuerza del impacto. Viendo la oportunidad, Yukine decide recurrir a su hechizo de lanza de hielo, creando una lanza hecha de hielo puro y lanzándola con precisión hacia el corazón de piedra del segundo guardián. La lanza penetra la piedra con un sonido agudo, y el guardián se desploma en una nube de polvo. Lidica, con su agilidad intacta, hace uso de su habilidad "Golpe Sombrío". Se desvanece momentáneamente en una sombra y reaparece detrás del último guardián, donde clava sus dos dagas encantadas en su espalda. Las runas de fuego y hielo se activan simultáneamente, causando una explosión elemental que destruye al guardián desde dentro. El silencio vuelve al templo, interrumpido solo por los ecos de la batalla que aún resuenan en las paredes. Yukine y Lidica, respirando con dificultad, se miran y asienten, sabiendo que han superado una prueba importante. Una vez derrotados los guardianes, el altar que antes estaba vacio ahora resuena, vibra y se ilumina por momentos, Lidica se pone de pie y observa anonadada como de este emerge lo que ha estado buscando durante anos. una luz suave y resplandeciente. Lidica da un paso adelante, sus ojos llenos de asombro y reverencia. "Lo hemos encontrado," susurra, extendiendo una mano hacia el cristal. "por fin lo he encontrado, luego de siglos de busqueda, he cumplido la mision de mi familia y ahora yo y mis desendientes debemos continuar la custodia y proteccion de el cristal ." Yukine se acerca a su lado, su energía mágica resonando con la del cristal sorprendido por este hecho deja salir su aura magica haciendo que resuene con mayor intensidad con el cristal Con una profunda respiración, extiende sus manos hacia el Cristal . La luz del cristal se intensifica y un cálido resplandor envuelve a Yukine. La energía empieza a fluir desde el cristal hacia él, recorriendo su cuerpo como un río de pura magia. Sus ojos brillan con un azul intenso mientras siente cómo su propia magia se fusiona con la del cristal. De repente, una figura comienza a formarse frente a ellos, emergiendo de la luz del cristal. Es una entidad de luz pura, con forma humanoide, pero sus rasgos son etéreos y cambiantes, como si estuviera hecha del mismo resplandor del cristal. "Yukine," dice la entidad con una voz que resuena como un coro de ecos armoniosos, "yo soy el Guardián del Cristal, una manifestación de su esencia." Yukine, todavía envuelto en la energía del cristal, inclina la cabeza en señal de respeto. "¿Por qué me ha elegido el cristal? ¿Por qué me otorga sus poderes?" La entidad de luz se acerca, su presencia irradiando calidez y serenidad. "El Cristal posee un gran poder, uno que puede restaurar el equilibrio o causar destrucción, dependiendo de las intenciones de su portador. Te ha elegido a ti porque eres tu quien fue escogido por lo elementales como mediador." Lidica observa la escena con reverencia, sus ojos llenos de asombro. "¿Qué debemos hacer ahora?" pregunta ella. La entidad sonríe suavemente. "El trabajo de tu familia, el cual desempeño por siglos hoy se ha cumplido, su salvaguarda era fundamental para que hoy el cristal pudiera entregar sus poderes al mediador." "Yukine, ahora que has absorbido los poderes del cristal, te has convertido en su guardián. Debes utilizar este poder para cerrar las brechas que amenazan los reinos y restaurar el equilibrio. Pero recuerda, con gran poder viene una gran responsabilidad." Yukine asiente, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros, pero también una sensación de propósito y claridad. "Lo haré. Protegeré el equilibrio" La luz que forma la entidad comienza a desvanecerse, pero su voz permanece clara. "El Cristal ha confiado en ti, Yukine. Usa su poder con sabiduría y valentía. El destino de los reinos está ahora en tus manos." Con esas palabras, la entidad desaparece, dejando a Yukine y Lidica en la sala central del templo. La luz del cristal se integra completamente en Yukine, y él siente una nueva fuerza y conexión con la magia del mundo.
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  • -en un claro perdido , en un punto muerto entre los multiples reinos que existian , el ladron se encontraba descansando aunque mas que descansar meditaba , sobre todo
    esa hermosa noche con la luna llena , lo haria pensar y pensar mas mientras tenia fija su mirada en la hoguera , que sus llamas anaranjadas danzantes iluminaban parte de el , sus pensamientos iban en cada persona que ha conocido en los multiples caminos que el habia tomado , las aventuras que habian vivido , y la conexion que habian formado para llegar solamente a una pequeña conclusión , aun despues de todo lo que habia pasado , aun despues del dolor que le traia la maldicion en si , estaba agradecido de aun poder vivir , de conocer a otros aventureros interesantes , se sentiria algo culpable al recordar como este maltrato a un muerto en un ataque de celo-

    -apoyaria sus manos atras para dejar un lento suspiro , mientras admiraba el firmamento , dejando ya de un lado sus pensamientos mas profundos y oscuros , el joven se dedicaria a cocinar un pequeño estofado en una olla como le habia enseñado alguna vez un viejo amigo y mientras esta empezaba a cocinarse , veria a un nuevo viajero acercandose y sonriendo bajo su mascara el tan solo atinaria a decir con amabilidad-

    Muy buenas noches aventurero , si estas cansado te invito gratamente a descansar aqui , justo estoy cocinando algo para dos , te apetece comer ?
    -en un claro perdido , en un punto muerto entre los multiples reinos que existian , el ladron se encontraba descansando aunque mas que descansar meditaba , sobre todo esa hermosa noche con la luna llena , lo haria pensar y pensar mas mientras tenia fija su mirada en la hoguera , que sus llamas anaranjadas danzantes iluminaban parte de el , sus pensamientos iban en cada persona que ha conocido en los multiples caminos que el habia tomado , las aventuras que habian vivido , y la conexion que habian formado para llegar solamente a una pequeña conclusión , aun despues de todo lo que habia pasado , aun despues del dolor que le traia la maldicion en si , estaba agradecido de aun poder vivir , de conocer a otros aventureros interesantes , se sentiria algo culpable al recordar como este maltrato a un muerto en un ataque de celo- -apoyaria sus manos atras para dejar un lento suspiro , mientras admiraba el firmamento , dejando ya de un lado sus pensamientos mas profundos y oscuros , el joven se dedicaria a cocinar un pequeño estofado en una olla como le habia enseñado alguna vez un viejo amigo y mientras esta empezaba a cocinarse , veria a un nuevo viajero acercandose y sonriendo bajo su mascara el tan solo atinaria a decir con amabilidad- Muy buenas noches aventurero , si estas cansado te invito gratamente a descansar aqui , justo estoy cocinando algo para dos , te apetece comer ?
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  • Carmina miraba la fotografía que su amiga Jade le había tomado en un momento de distracción. La imagen mostraba su figura desde la espalda, con el cabello cayendo en ondas largas y doradas sobre su vestido blanco, mientras observaba un plano de una embarcación en la pared, perdida en sus pensamientos. Había una suavidad en la escena, una especie de nostalgia que impregnaba la imagen con una calidez distante. Sin embargo, al mirarla, Carmina sentía que aquella persona capturada en el instante no era realmente ella.

    Era una sensación extraña. Carmina observaba cada detalle: la silla antigua en la que estaba sentada, el suave brillo que caía sobre su cabello y el reflejo difuso del atardecer iluminando la habitación. Aquel lugar, aquella pose, aquella serenidad que desprendía la imagen, parecían pertenecer a alguien más. ¿Cuándo había dejado de reconocerse en las fotografías? ¿En qué momento se había convertido en una espectadora de su propia vida?

    Jade, con quien había entablado una amistad no hacía mucho, había capturado la imagen con cariño, buscando mostrar una faceta de Carmina que ella misma parecía haber olvidado. No compartían recuerdos de infancia ni aventuras pasadas, pero Jade tenía una habilidad especial para captar momentos que reflejaban la esencia de las personas. Aun así, al ver la imagen, Carmina solo sentía un vacío. La mujer de la fotografía parecía tranquila, en paz, como si estuviera soñando con mares lejanos y aventuras que aún no vivía. Sin embargo, ella misma se sentía atrapada, como si los sueños de esa versión idealizada de sí misma estuvieran tan lejos como el horizonte al que miraba.

    —¿De verdad soy yo? —murmuró, sin esperar una respuesta.

    Carmina cerró los ojos, intentando reconectar con esa parte de ella que una vez se sintió libre y soñadora. Quizás algún día, se convencería de que aquella imagen no era solo una ilusión. Tal vez, con el tiempo, lograría volver a sentirse tan llena de paz como la mujer que veía en la fotografía.
    Carmina miraba la fotografía que su amiga Jade le había tomado en un momento de distracción. La imagen mostraba su figura desde la espalda, con el cabello cayendo en ondas largas y doradas sobre su vestido blanco, mientras observaba un plano de una embarcación en la pared, perdida en sus pensamientos. Había una suavidad en la escena, una especie de nostalgia que impregnaba la imagen con una calidez distante. Sin embargo, al mirarla, Carmina sentía que aquella persona capturada en el instante no era realmente ella. Era una sensación extraña. Carmina observaba cada detalle: la silla antigua en la que estaba sentada, el suave brillo que caía sobre su cabello y el reflejo difuso del atardecer iluminando la habitación. Aquel lugar, aquella pose, aquella serenidad que desprendía la imagen, parecían pertenecer a alguien más. ¿Cuándo había dejado de reconocerse en las fotografías? ¿En qué momento se había convertido en una espectadora de su propia vida? Jade, con quien había entablado una amistad no hacía mucho, había capturado la imagen con cariño, buscando mostrar una faceta de Carmina que ella misma parecía haber olvidado. No compartían recuerdos de infancia ni aventuras pasadas, pero Jade tenía una habilidad especial para captar momentos que reflejaban la esencia de las personas. Aun así, al ver la imagen, Carmina solo sentía un vacío. La mujer de la fotografía parecía tranquila, en paz, como si estuviera soñando con mares lejanos y aventuras que aún no vivía. Sin embargo, ella misma se sentía atrapada, como si los sueños de esa versión idealizada de sí misma estuvieran tan lejos como el horizonte al que miraba. —¿De verdad soy yo? —murmuró, sin esperar una respuesta. Carmina cerró los ojos, intentando reconectar con esa parte de ella que una vez se sintió libre y soñadora. Quizás algún día, se convencería de que aquella imagen no era solo una ilusión. Tal vez, con el tiempo, lograría volver a sentirse tan llena de paz como la mujer que veía en la fotografía.
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