Entre líneas

 

No fue el viento, ni la lluvia,

ni el peso frío de la noche;

fui yo, que en mi huida sin rastro

dejé en tus ojos el roce

de un llanto que nunca debí causar.

 

No hay palabra que te alcance,

ni promesa que pueda sostenerse.

Mi ausencia, como sombra larga,

cayó sobre ti,

y fue la daga que desgarró tu calma.

 

Pero entre líneas, donde callo,

se esconde el perdón que no pronuncio.

No por orgullo,

sino por miedo

a que mis manos no sepan curar

las heridas que yo mismo dejé.

 

Si pudiera volver,

no cambiaría mi partida,

pero sí tus lágrimas,

las borraría del mundo entero,

incluso del recuerdo,

para que nunca más

te pesara mi sombra.

 

De nosotros, para tí. El tiempo y yo.