• Qué alma tan perdida la mía, que vuelvo a ratos a tus brazos.
    Qué desperdicio de tiempo verás en mi, por no ser completamente tuya.
    Y es que tú aceptas estar al frente mío, y yo... Acepto ver tus ojos.
    Con los cuales encuentro en él espacio seguro, en dónde veo.. más de lo que merezco.
    Tómame cariño mío...
    Tómame entre tus fuertes brazos, hazme sentir nuevamente tus besos... Qué cuando vuelvo fuera de mis aprietos, vuelvo a quitarme esa presión para nuevamente enfrentarme al mundo.
    Que alma perdida la mía..
    en dónde en ti encuentro refugio, si me esperas sin señal alguna, que domina el enojo en tu entrecejo.
    Has de entender mis ausencias,
    has de entender mis problemas,
    has de entender que soy de ratos...
    En dónde poso en ti mi ternura.
    Qué alma tan perdida la mía, que vuelvo a ratos a tus brazos. Qué desperdicio de tiempo verás en mi, por no ser completamente tuya. Y es que tú aceptas estar al frente mío, y yo... Acepto ver tus ojos. Con los cuales encuentro en él espacio seguro, en dónde veo.. más de lo que merezco. Tómame cariño mío... Tómame entre tus fuertes brazos, hazme sentir nuevamente tus besos... Qué cuando vuelvo fuera de mis aprietos, vuelvo a quitarme esa presión para nuevamente enfrentarme al mundo. Que alma perdida la mía.. en dónde en ti encuentro refugio, si me esperas sin señal alguna, que domina el enojo en tu entrecejo. Has de entender mis ausencias, has de entender mis problemas, has de entender que soy de ratos... En dónde poso en ti mi ternura.
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  • En los vastos corredores del Érebo, donde el tiempo se arrastra como un suspiro eterno, Hipnos, dios del sueño, caminaba con el ceño fruncido y los ojos brillando con una cólera inusual. Su andar sereno había sido roto por el caos en la vigilia de los mortales: noches de insomnio colectivo, mentes al borde de la locura, sueños olvidados como humo al viento. Todo por una sola razón: su hijo Morfeo no había cumplido con su deber.

    —¡Morfeo! —la voz de Hipnos retumbó como un trueno suave, no por volumen, sino por autoridad.

    El dios de los sueños emergió lentamente de un rincón del reino onírico, su túnica hecha de nubes oscuras arrastrándose tras él, el cabello enredado por haber dormido más de la cuenta.

    —Padre... —dijo con una sonrisa ladeada, la misma que usaba para engañar a reyes y poetas en sus ensoñaciones.
    —He estado... descansando. Incluso los sueños necesitan dormir, ¿no? —

    —¡Descansando! —Hipnos alzó una ceja, y con un gesto simple, detuvo todo el fluir del sueño a través del mundo. Los mortales quedaron atrapados entre el insomnio y la vigilia, entre la razón y la locura.

    —¿Sabes lo que ocurre cuando el sueño falta? La mente se deshilacha. El alma se agrieta.—

    —No creí que fuera tan grave... —dijo Morfeo, bajando la mirada por primera vez en milenios.

    Hipnos extendió la mano, y una cadena de plata líquida surgió de la oscuridad, enroscándose alrededor del brazo de Morfeo. No dolía, pero pesaba como siglos sin dormir.

    —Durante tres lunas llenas, quedarás atado a los sueños más profundos de los mortales. No reinarás sobre ellos, sino que vivirás dentro de ellos. Sentirás sus miedos, sus deseos, su dolor. Así aprenderás lo que tu ausencia causa...—
    En los vastos corredores del Érebo, donde el tiempo se arrastra como un suspiro eterno, Hipnos, dios del sueño, caminaba con el ceño fruncido y los ojos brillando con una cólera inusual. Su andar sereno había sido roto por el caos en la vigilia de los mortales: noches de insomnio colectivo, mentes al borde de la locura, sueños olvidados como humo al viento. Todo por una sola razón: su hijo Morfeo no había cumplido con su deber. —¡Morfeo! —la voz de Hipnos retumbó como un trueno suave, no por volumen, sino por autoridad. El dios de los sueños emergió lentamente de un rincón del reino onírico, su túnica hecha de nubes oscuras arrastrándose tras él, el cabello enredado por haber dormido más de la cuenta. —Padre... —dijo con una sonrisa ladeada, la misma que usaba para engañar a reyes y poetas en sus ensoñaciones. —He estado... descansando. Incluso los sueños necesitan dormir, ¿no? — —¡Descansando! —Hipnos alzó una ceja, y con un gesto simple, detuvo todo el fluir del sueño a través del mundo. Los mortales quedaron atrapados entre el insomnio y la vigilia, entre la razón y la locura. —¿Sabes lo que ocurre cuando el sueño falta? La mente se deshilacha. El alma se agrieta.— —No creí que fuera tan grave... —dijo Morfeo, bajando la mirada por primera vez en milenios. Hipnos extendió la mano, y una cadena de plata líquida surgió de la oscuridad, enroscándose alrededor del brazo de Morfeo. No dolía, pero pesaba como siglos sin dormir. —Durante tres lunas llenas, quedarás atado a los sueños más profundos de los mortales. No reinarás sobre ellos, sino que vivirás dentro de ellos. Sentirás sus miedos, sus deseos, su dolor. Así aprenderás lo que tu ausencia causa...—
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    ||• Poniéndome al corriente. Lamento la ausencia.
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    Perdonen mis ausencias, es que suelo estar activa mucho más en los fines de semana. Mil disculpas//
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  • Extrañaba a mis niños, sabía que volvería a verlos pronto, pero aun asi su ausencia se sentía mucho, había dejado el reino un momento para ir a la orilla afuera del agua y pensar un poco las cosas.
    Extrañaba a mis niños, sabía que volvería a verlos pronto, pero aun asi su ausencia se sentía mucho, había dejado el reino un momento para ir a la orilla afuera del agua y pensar un poco las cosas.
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  • El cansancio pesaba como plomo sobre los frágiles hombros de Carmina, quien dedicaba cada día a mantener en pie el negocio familiar: aquella vieja tienda de conveniencia fundada por su abuelo muchos años atrás. Ahora, ese pequeño local era el sustento de ella y su abuela, el último hilo que las mantenía a flote tras tantas pérdidas.

    Esa noche, tras cenar en silencio y tomar un baño caliente, Carmina se dejó caer sobre la cama sin siquiera cambiar la expresión cansada de su rostro. Solo alcanzó a conectar su celular al cargador antes de hundir la cabeza en la almohada. En cuestión de segundos, el sueño comenzó a arrastrarla, aunque ella juraría que seguía despierta… simplemente acostada, inmóvil, con la vista perdida en el techo.

    Todo a su alrededor comenzó a tornarse difuso, como si un filtro opaco cubriera la realidad. Una niebla suave, casi imperceptible, envolvía su habitación. “Es el cansancio,” pensó, convencida de que solo estaba en esa frontera extraña entre el sueño y la vigilia.

    Entonces lo sintió.

    Unos brazos la rodearon por la espalda, envolviéndola en un abrazo cálido, apacible, profundamente familiar. No se asustó. Al contrario, su cuerpo se relajó como si lo hubiera estado esperando desde siempre. De reojo, distinguió una figura masculina tras ella… y supo, sin dudar, que lo conocía.

    Él empezó a murmurarle algo al oído, pero las palabras no lograban tomar forma: eran apenas un zumbido suave, como ruido blanco que acariciaba su mente sin dejarse entender.

    Carmina quiso girarse, quería verlo con claridad. Confirmar lo que su corazón ya le gritaba: “¿Eres tú?” Pero le era imposible moverse. Su cuerpo permanecía inmóvil, atrapado en esa bruma cálida e inestable. Hasta que, con un esfuerzo desesperado, finalmente logró voltearse.

    Por un instante, lo vio.

    Ese rostro… tan amado, tan añorado. Él le sonrió, como si todo estuviera bien.

    Y entonces desapareció.

    Carmina despertó de golpe, sola en su cama. Las luces seguían encendidas. El celular aún cargaba en la mesita de noche. El cuarto estaba exactamente igual que antes, pero el aire se sentía más frío.

    Solo había sido un sueño.

    Un sueño más.

    Tal vez la única manera en que volvería a verlo.

    Y su ausencia, una vez más, volvió a doler como una herida que nunca cerró.
    El cansancio pesaba como plomo sobre los frágiles hombros de Carmina, quien dedicaba cada día a mantener en pie el negocio familiar: aquella vieja tienda de conveniencia fundada por su abuelo muchos años atrás. Ahora, ese pequeño local era el sustento de ella y su abuela, el último hilo que las mantenía a flote tras tantas pérdidas. Esa noche, tras cenar en silencio y tomar un baño caliente, Carmina se dejó caer sobre la cama sin siquiera cambiar la expresión cansada de su rostro. Solo alcanzó a conectar su celular al cargador antes de hundir la cabeza en la almohada. En cuestión de segundos, el sueño comenzó a arrastrarla, aunque ella juraría que seguía despierta… simplemente acostada, inmóvil, con la vista perdida en el techo. Todo a su alrededor comenzó a tornarse difuso, como si un filtro opaco cubriera la realidad. Una niebla suave, casi imperceptible, envolvía su habitación. “Es el cansancio,” pensó, convencida de que solo estaba en esa frontera extraña entre el sueño y la vigilia. Entonces lo sintió. Unos brazos la rodearon por la espalda, envolviéndola en un abrazo cálido, apacible, profundamente familiar. No se asustó. Al contrario, su cuerpo se relajó como si lo hubiera estado esperando desde siempre. De reojo, distinguió una figura masculina tras ella… y supo, sin dudar, que lo conocía. Él empezó a murmurarle algo al oído, pero las palabras no lograban tomar forma: eran apenas un zumbido suave, como ruido blanco que acariciaba su mente sin dejarse entender. Carmina quiso girarse, quería verlo con claridad. Confirmar lo que su corazón ya le gritaba: “¿Eres tú?” Pero le era imposible moverse. Su cuerpo permanecía inmóvil, atrapado en esa bruma cálida e inestable. Hasta que, con un esfuerzo desesperado, finalmente logró voltearse. Por un instante, lo vio. Ese rostro… tan amado, tan añorado. Él le sonrió, como si todo estuviera bien. Y entonces desapareció. Carmina despertó de golpe, sola en su cama. Las luces seguían encendidas. El celular aún cargaba en la mesita de noche. El cuarto estaba exactamente igual que antes, pero el aire se sentía más frío. Solo había sido un sueño. Un sueño más. Tal vez la única manera en que volvería a verlo. Y su ausencia, una vez más, volvió a doler como una herida que nunca cerró.
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  • ¿A qué sabe la muerte?

    ¿A hierro oxidado bajo la lengua, a humo maldito, a la última nota de un réquiem jamás terminado?

    ¿Y la destrucción?

    No ruge, no grita.
    No es un cataclismo glorioso, ni una danza de fuego. Es un susurro, una ausencia. El eco de algo que ya no está.

    ¿Y el final?

    No hay frío.
    No hay oscuridad.
    No hay infierno ni gloria, ni redención.

    Solo un par de ojos vacíos, enfocados en la nada. Un cuerpo sin dueño, abandonado a la crueldad del rigor mortis. Cada músculo tenso en su último gesto, petrificado en la pose de quien no esperaba la muerte, pero la conocía de memoria.

    El legado es exiguo.

    Unos huesos delgados, quebradizos, extraviados entre los rincones olvidados de las Backrooms.

    Algunos recuerdos dispersos en la mente de los que aún respiran.

    Portales agrietados, llorando un glitch que nadie más sabrá leer.

    Y una maraña de espíritus torturados, liberados de su prisión, libres para vagar o...

    La muerte, en su crudeza final, es definitiva. No admite promesas, ni esperanza, ni retorno.

    Pero incluso en la ruina, en los restos, en la negrura donde ni las sombras se atreven a morar, el camino se alarga.

    Porque el final de una historia…

    Siempre es el inicio de otra.

    Y hay cosas que, aunque las consuman, no se pierden.

    Su legado prevalece.
    ¿A qué sabe la muerte? ¿A hierro oxidado bajo la lengua, a humo maldito, a la última nota de un réquiem jamás terminado? ¿Y la destrucción? No ruge, no grita. No es un cataclismo glorioso, ni una danza de fuego. Es un susurro, una ausencia. El eco de algo que ya no está. ¿Y el final? No hay frío. No hay oscuridad. No hay infierno ni gloria, ni redención. Solo un par de ojos vacíos, enfocados en la nada. Un cuerpo sin dueño, abandonado a la crueldad del rigor mortis. Cada músculo tenso en su último gesto, petrificado en la pose de quien no esperaba la muerte, pero la conocía de memoria. El legado es exiguo. Unos huesos delgados, quebradizos, extraviados entre los rincones olvidados de las Backrooms. Algunos recuerdos dispersos en la mente de los que aún respiran. Portales agrietados, llorando un glitch que nadie más sabrá leer. Y una maraña de espíritus torturados, liberados de su prisión, libres para vagar o... La muerte, en su crudeza final, es definitiva. No admite promesas, ni esperanza, ni retorno. Pero incluso en la ruina, en los restos, en la negrura donde ni las sombras se atreven a morar, el camino se alarga. Porque el final de una historia… Siempre es el inicio de otra. Y hay cosas que, aunque las consuman, no se pierden. Su legado prevalece.
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  • Buen día a todos pecadores,. disculpen mi larga ausencia , tuve vacaciones y me ausente , ya estoy de vuelta , tengan un excelente día hoy , espero poder retomar ya esto pronto //
    Buen día a todos pecadores,. disculpen mi larga ausencia , tuve vacaciones y me ausente , ya estoy de vuelta , tengan un excelente día hoy , espero poder retomar ya esto pronto // :STK-10:
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  • [ 𝐓𝐞𝐚𝐬𝐞𝐫 𝟐𝟏 ]

    ── Gazú.....

    Tu oscuridad se extiende y devora. Es voraz y eterna, como un océano sin orillas. Pero incluso tú, perdido en el abismo, puedes ser rescatado....

    Te imploro, desde un corazón desangrado, no cierres tu único ojo ante la luz. Déjala que roce tus bordes, que ilumine lo que queda atrapado en el laberinto de tu ausencia. La luz no busca consumirte, sino entenderte.

    Si decides escucharme, aunque sea una chispa, déjala entrar. Déjala proteger lo que en ti aún tiene forma. La luz no te teme. Pero la oscuridad, esa que llevas contigo, no tiene piedad.....

    Te escribo esto con manos que tiemblan pero no mienten. La elección está frente a ti. Pero si no me respondes, si las sombras eligen tragarse hasta mis palabras…

    Entonces que el mundo sepa que yo, 𝗣𝗿𝗼𝘅𝘆, escribí con mi último aliento....

    [ 𝐓𝐞𝐚𝐬𝐞𝐫 𝟐𝟏 ] 🌹── Gazú..... Tu oscuridad se extiende y devora. Es voraz y eterna, como un océano sin orillas. Pero incluso tú, perdido en el abismo, puedes ser rescatado.... Te imploro, desde un corazón desangrado, no cierres tu único ojo ante la luz. Déjala que roce tus bordes, que ilumine lo que queda atrapado en el laberinto de tu ausencia. La luz no busca consumirte, sino entenderte. Si decides escucharme, aunque sea una chispa, déjala entrar. Déjala proteger lo que en ti aún tiene forma. La luz no te teme. Pero la oscuridad, esa que llevas contigo, no tiene piedad..... Te escribo esto con manos que tiemblan pero no mienten. La elección está frente a ti. Pero si no me respondes, si las sombras eligen tragarse hasta mis palabras… Entonces que el mundo sepa que yo, 𝗣𝗿𝗼𝘅𝘆, escribí con mi último aliento.... 👁️
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Reflexiones de un Ángel Caído II

    "El mundo ha cambiado más desde nuestro encarcelamiento de lo que hubiera creído posible... Los humanos son ingeniosos. La tecnología no deja de desconcertarme y sorprenderme. Los teléfonos no se parecen en nada a lo que estaba acostumbrado. A veces el aparato suena, contesto, y una voz que parece apreciar a Christopher resuena al otro lado. Le respondo con la certeza de una memoria que no es mía.

    Comienzo a acostumbrarme a los ordenadores, pero esta Internet es un concepto extraño. Es un lugar de ideas al que no se accede con la mente, sino con los ojos y los dedos. La gente ha cogido ideas y les ha dado capas de un modo que nunca hubiera esperado. Es como si, en Su ausencia, la humanidad se hubiera arrogado el mando de la Creación."
    Reflexiones de un Ángel Caído II "El mundo ha cambiado más desde nuestro encarcelamiento de lo que hubiera creído posible... Los humanos son ingeniosos. La tecnología no deja de desconcertarme y sorprenderme. Los teléfonos no se parecen en nada a lo que estaba acostumbrado. A veces el aparato suena, contesto, y una voz que parece apreciar a Christopher resuena al otro lado. Le respondo con la certeza de una memoria que no es mía. Comienzo a acostumbrarme a los ordenadores, pero esta Internet es un concepto extraño. Es un lugar de ideas al que no se accede con la mente, sino con los ojos y los dedos. La gente ha cogido ideas y les ha dado capas de un modo que nunca hubiera esperado. Es como si, en Su ausencia, la humanidad se hubiera arrogado el mando de la Creación."
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