Algunas criadas y yo estamos descansando en la cocina, la cocinera y la joven ayudante han preparado café y también quedaba un trozo del bizcocho que hicieron para el desayuno.                                                                                                            La mujer cortó pequeños trozos para que cada una tuviéramos un trozo que llevarnos a la boca. 

Desde después del desayuno ninguna hemos descansado hasta ahora, nopodemos distraernos mucho, pronto tenemos que volver a nuestras tareas.

Ahora que la señora Sullivan la doncella personal de Araminta no se encuentra en la zona de los criados, todos podemos estar tranquilos y a salvo de su mala lengua.

Apenas presto atención a la converación que el resto de mis compañeras están manteniendo, disfrutó en silencio dando pequeños sorbos al café de mi taza y mojando el trozo del bizcocho.

Estos pequeños momentos de paz son muy valiosos para mí, puedo permitirme pensar o simplemente relacionarme con el resto. Todos son muy buenas personas conmigo, somos como una gran familia.

-No podré seguir apañándome para continuar arreglando los vestidos de la señorita Possy.

-La muchacha siempre la ponen a dieta, cuándo ninguna la ha servido.

-Si tanto te molesta puedo ocuparme de sus vestidos.

-Casi sería mejor si dejará de comer.

-Eso es imposible.

-¡Basta los dos!

La cocinera pone fin a la conversación lo cuál con una rápida mirada hacia ella, la agradezco que pusiera fin.                                                                                              Lo hizo justo cuándo Sullivan entra en la cocina, muy atenta de todas nosotras.

-¿Quiere algo?.

El silencio se vuelve protagonista nadie se atreve a decir nada teniendo a esa mujer delante nuestra.

Me alegro de que no llegará cuándo se estaba hablando de la señorita Possy, termino el café y me meto en la boca lo que me quedaba del pequeño trozo de bizcocho.

-La buscaba.

Todas las miradas recaen justo en mi persona, enseguida vuelvo a levantarme mirándola fijamente.

 -La señora quiere verte, se encuentra en su cuarto.

 

Llamo una sola vez a la puerta siento un escalofrío que recorre todo mi cuerpo, sorprendida estoy por qué Araminta me hizo llamar.

Dudo mucho que me necesite ya que para eso esta Sullivan, ella es quién la ayuda a cambiarse, peinarla u otras tareas.

-Adelante.

Araminta se da la vuelta al entrar en su cuarto se encontraba mirando por una de las ventanas.

-¿En qué puedo ayudarla?.

Araminta se sienta en la silla de su tocador enseguida me ordena que la ayude a cambiarse de zapatos, una vez agachada empiezo a desabrochar los nudos de uno de los zapatos que lleva puestos. Normalmente está es labor para Sullivan, desde que entre en la habitación mi estómago está encogido por los nervios.

-¿Limpiaste los zapatos de mis hijas?.

-Si, señora.

-¿Incluso limpiaste los zapatos que le robaste a mi hija Rosamund?.

Casi se me cae el zapato de las manos pero pude controlar mis nervios, no puedo permitir que noté que estoy asustada.

-¿No vas a responder?.

Alza uno de sus brazos hacia la mesa del tocador mientras mi mirada sigue fija en la alfombra que hay en la habitación, no me atrevo a mirarla a la cara.

En toda mi vida no había tenido tanto miedo como el que ahora mismo estoy viviendo. Pone delante mía uno de los viejos guantes que usé la noche del baile de máscaras, no sabía que él lo había traído consigo.

-¿Vas a seguir guardando silencio?.

-Señora...

-Guárdate tus disculpas, me has tratado como si fuera tonta. Vives bajo mi techo, yo soy quién paga tu salario y así es como me lo pagas.

-Señora, por favor dejé que me explique.

-¡No quiero escuchar tus mentiras!

Vuelvo a guardar silencio volviendo a levantarme, todavía sigo sujetando en mis manos uno de sus zapatos.                                                                                            Ella me lo arrebata por un instante creí que me daría una bofetada, en lugar de eso tira al suelo el zapato.

-Escúchame bien, no pienso dejar que vuelvas a intentar engañarme. Si vuelves a intentar hacer algo parecido, te aseguró que no descansaré hasta no verte entre rejas. Convertiré tu vida en un infierno, créeme que no me temblará el pulso.

-¿Me has entendido?.

-Si, señora.

-Ahora quiero que me cuentes quién te ayudó asistir a esa fiesta. Tú sola es imposible que te arreglarás y encontrarás un carruaje que te llevará a la mansión donde se celebró.

-Lo hice todo yo sola.

-Dime sus nmbres o acabará pagando todo el servicio.

-Estoy diciendo la verdad señora.

-Sin duda eres una muchacha estúpida.

 

Finalmente no me despidió, nadie del servicio recibió ningún castigo. Desde que me levantó hasta que me acuesto recibo cientos de diferentes tareas y sin que nadie pueda ayudarme, Sullivan me vigila para evitar que alguno de mis compañeros me ayuden.

 

Ahora más que nunca las tengo a las dos vigilandocada paso que doy, estoy en el punto de mira de Araminta. Y no dudo de que algún día llegué a cumplir su prmesa, de destruirme para siempre.