No solía visitar el mundo mortal sin razón, pero aquella alegría tan pura lo llamó. No como un deber… sino como una curiosidad.
Así que le pidió ayuda a muerte, la única deidad que le tenía permitido caminar en el reino de los humanos sin castigo.
— Sabes que estoy cometiendo una falta grave si hago lo que me pides. ¿Qué es lo que, con tanta curiosidad, buscas en ellos?—preguntó Muerte a Morfeo.
Morfeo guardó silencio por unos segundos.
— Solo quiero saber, qué es lo que los motiva a ser felices y amar, quiero aprender lo que a algunos dioses les hace falta. —contestó Morfeo.
— Quieres ser como ellos. — muerte lo miró con una leve tristeza, como si entendiera demasiado. Y aunque dudó. Pero como los viejos amigos, se entiende sin palabras. Asintió.
— Sé lo que buscas. Y es una mala idea. El amor, como es la felicidad, también puede corromper. Espero que hagas lo correcto. Ahora ve. —
Muerte siguió jugando con el felino que había encontrado.
Morfeo se retiró y decidió entonces hacer lo impensado. Descender.
Así que le pidió ayuda a muerte, la única deidad que le tenía permitido caminar en el reino de los humanos sin castigo.
— Sabes que estoy cometiendo una falta grave si hago lo que me pides. ¿Qué es lo que, con tanta curiosidad, buscas en ellos?—preguntó Muerte a Morfeo.
Morfeo guardó silencio por unos segundos.
— Solo quiero saber, qué es lo que los motiva a ser felices y amar, quiero aprender lo que a algunos dioses les hace falta. —contestó Morfeo.
— Quieres ser como ellos. — muerte lo miró con una leve tristeza, como si entendiera demasiado. Y aunque dudó. Pero como los viejos amigos, se entiende sin palabras. Asintió.
— Sé lo que buscas. Y es una mala idea. El amor, como es la felicidad, también puede corromper. Espero que hagas lo correcto. Ahora ve. —
Muerte siguió jugando con el felino que había encontrado.
Morfeo se retiró y decidió entonces hacer lo impensado. Descender.
No solía visitar el mundo mortal sin razón, pero aquella alegría tan pura lo llamó. No como un deber… sino como una curiosidad.
Así que le pidió ayuda a muerte, la única deidad que le tenía permitido caminar en el reino de los humanos sin castigo.
— Sabes que estoy cometiendo una falta grave si hago lo que me pides. ¿Qué es lo que, con tanta curiosidad, buscas en ellos?—preguntó Muerte a Morfeo.
Morfeo guardó silencio por unos segundos.
— Solo quiero saber, qué es lo que los motiva a ser felices y amar, quiero aprender lo que a algunos dioses les hace falta. —contestó Morfeo.
— Quieres ser como ellos. — muerte lo miró con una leve tristeza, como si entendiera demasiado. Y aunque dudó. Pero como los viejos amigos, se entiende sin palabras. Asintió.
— Sé lo que buscas. Y es una mala idea. El amor, como es la felicidad, también puede corromper. Espero que hagas lo correcto. Ahora ve. —
Muerte siguió jugando con el felino que había encontrado.
Morfeo se retiró y decidió entonces hacer lo impensado. Descender.

