En los interminables y profundos bosques, traspasando los cristalinos lagos. En la cúspide de un fiordo bañado por el agua salada, se alzaba la fortaleza de los Elentari: un linaje que lleva siglos gobernando el noble reino de Rivenfell. Gracias a su posición privilegiada al lado del mar, el comercio siempre había sido su mayor ingreso, pudiendo de esta manera desarrollarse como urbe y Reino. La economía siempre fue boyante y pudiendo así los Elentari: invertir en tecnología y en formar un ejército robusto, para repeler los continuos ataques de las casas rivales que anhelaban tener una entrada fluvial a fin de poder mercar.
Nos plantamos en el presente, Mithrella Elentari primogénita del Rey Verminthor Elentari y de la Reina Asahin Imantar, llegó como una bendición para los reyes que llevaban años buscando concebir algún hijo y por lo dificultoso de engendrar a Mithrella, decidieron evitar la búsqueda de más retoños. Una decisión muy cuestionada por los nobles que les rendían pleitesía y por el consejo privado del rey, debido a las consecuencias que traería: la futura coronación de Mithrella Elentari.
Desde una temprana edad, fue educada en las artes domésticas, que una buena mujer, debía aprender para ser una futura buena esposa. Actividades que traían más que el sopor para la heredera y el interés en los libros fue aumentando. Desde novelas fantásticas, hasta ensayos de los eruditos más conocidos de todos los tiempos.
El potencial de las sapiencias en Mithrella, llamó la atención del letrado real, un miembro del consejo paternal. Tomándola en secreto como alumna (Pues las mujeres, debían de tomar clases con las Ayalkis, devotas de los dioses, sin poder obtener la docencia de alguien ajeno a esos valores.) y de inmediato, pudo vislumbrar la inteligencia innata de la princesa.
Durante toda su juventud, ha tenido que enfrentarse a los prejuicios (Por ser mujer.) de la casas vasallas a su padre y demostrando en cada situación, lo apta que podía llegar a ser.
El punto de inflexión para la joven princesa: fue el hecho donde su padre obligado, por casi todos sus consejeros, tomó la iniciativa de buscarle prometido a su primera y única hija. Un hecho que no agradó en lo absoluto a la joven, obligándose a tomar una compleja resolución: mostrar lo que los demás quieren ver y utilizar la elocuencia como su más fiel espada.
Por los continuos viajes que Mithrella debía realizar tanto en eventos, como a la hora de hacer asambleas, para que los pretendientes cortejasen a la princesa. El rey dispuso a su guardia más leal: Daniel Sanderson, teniendo la obligación de defender a la heredera con su vida y no separarse en ningún momento de su lado.
Rápidamente, se hicieron grandes amigos y para la princesa se convirtió en su punto de fuga de toda la presión que sentía. Sin llegar al punto de mostrar su verdadera faceta… Por más empeño que mostrase, no podía bajar los muros que fínamente había alzado, su instinto no se lo permitía.
Múltiples fueron los pretendientes que desearon tener la mano de la hermosa Elentari, siendo finalmente el Príncipe William Targon, heredero de Eryndor. Un reino que siempre fue rival de Rivenfell, propiciando con ese matrimonio la paz entre los dos linajes.
William Targon, un hermoso y apuesto príncipe con índoles de caballero, el sueño de cualquier doncella, con la única diferencia en que ella no era una muchacha común y a los sentimientos no se les podía engañar, por mucho que los obligues a padecer un amor que terminaría sin ser sincero.
Los sueños no estaban hechos para las mujeres de alta cuna, el delicado sentimiento de amar será eternamente una falsa ilusión. Predominando el deber ante cualquier efímera ilusión de una vida deseada e idílica.