Hᴏɢᴡᴀʀᴛs, 1995

Sᴇɢᴜɴᴅᴏ ᴀɴ̃ᴏ

Muchos años antes de la increíble montaña rusa que es la vida de Violet Barrow hoy en día, la primogénita del matrimonio Barrow cursó sus estudios en Hogwarts igual que todos los niños de su edad en Reino Unido. Para ella, aquello fue un curso de preparación para su vida posterior, su vida adulta… Pues su padre esperaba para ella que se uniera a él y a sus “amigos” en una cruzada, en una misión que la pequeña Violet no entendía, pero que le aterraba. Su padre nunca dejó de ser fiel al Señor Oscuro y quería lo mismo para sus dos hijas… Aunque de momento, a la pequeña Violet le preocupaban otras cosas, como el trabajo de Transfiguraciones del Viernes.

Estaba en segundo año, recién cumplidos los doce años, como quien dice. Se podía decir que Violet era el raro caso de una muchacha que cumple años casi a finales de año, por lo que empezaba el curso con unos meses de edad menos que todos sus demás compañeros. Lo que de vez en cuando le hacía sentir la rarita del grupo, además, sabía que eso le daría problemas el año siguiente cuando quisiera ir a Hogsmeade… Y, de todos modos, Violet ya era rara de por sí pues desde que empezó sus estudios no se había acercado a ningún grupo, prácticamente siempre estaba sola, salvo en las clases donde debía trabajar en equipo con sus compañeros. El resto del tiempo, Violet estaba casi siempre sola, en la biblioteca o apartada del jaleo habitual del castillo en sus ratos libres. Acostumbraba a irse a leer cerca del lago Negro donde nadie pudiera molestarla mientras leía.

Aquel día, la pequeña estaba en la biblioteca terminando concienzudamente el trabajo de Transfiguraciones. Era tremendamente meticulosa y sus trabajos a menudo parecían los de un alumno de varios cursos superiores. Su método era efectivo y muy práctico: concentración, silencio y dedicación. Cualquiera esperaría tener tres de esas cosas en una biblioteca, ¿no?
Bueno, sería así de no ser por las cuatro molestas chicas de la mesa contigua a la de la bruja que no dejaban de cuchichear y reírse en voz baja de forma muy molesta. ¿Por qué demonios venían a cuchichear a la biblioteca en lugar de hacerlo en su Sala Común? ¿Por qué molestar hablando con esa chismosa voz susurrada cuando podías hacerlo a voz en grito en mitad del atrio? Ella casi siempre era ajena a toda esa clase de cuchicheos, pero en vista de la falta de silencio, no pudo evitar prestar cierta atención acerca de qué diablos estaban diciendo esas cotorras.
- ¿Le visteis en el partido? - decía una de ellas- Pensé que me quedaría afónica de tanto gritar
-Nunca he visto un guardián tan bueno como él- contestaba su otra amiga.
-Bueno, Bathlock también era muy bueno, o eso dice mi hermano…- respondía una tercera voz.
-Tú y tus viejas glorias… Hace una década que Bathlock dejó el equipo, Bertha… Supéralo…- intervino la primera- Está claro que quien manda ahora en el campo de quidditch es el equipo de Ravenclaw y todo gracias a Walsh… Además, es tan guapo…
-Vaya si lo es- contestó la tal Bertha- ¿Sabéis si sale con alguien?

Para ese momento, Violet ya había oído demasiado, así que decidió que haría su tarea en un lugar más tranquilo, ya se encargaría de elegir dónde… recogió sus pergaminos y el libro que había sacado prestado, sus plumas y el tintero y lo metió todo en su mochila levantándose enfurruñada de su silla y saliendo con paso altanero y ofuscado de la sala de estudio. Cuando iba a salir por la puerta de la biblioteca, chocó con alguien, provocándose un molesto coscorrón en la frente. Era alta para su edad por lo que eso contra lo que había chocado su frente era la barbilla de Jordan Walsh, como pudo comprobar cuando alzó la mirada. Lo que avivó más el fuego de su cabreo. No solo le era imposible estudiar a causa de los chismorreos acerca de él, sino que además se lo encontraba de golpe cuando intentaba escapar de ellos. Arrugó la nariz molesta mientras se llevaba una mano a la zona dolorida.
- ¿Estás bien, pequeña B? - preguntó el guapo guardián del equipo de quidditch de Ravenclaw mirándola con cierta preocupación.
-Sí…- dijo ella con todas las ganas de salir pitando de allí- Mira por dónde vas- dijo apartando la mirada y alejándose de él para rodearle y salir de allí lo más rápido que pudo, sin aparentar que huía en estampida.
-Y lo dice la que casi me arrolla…- oyó que decía él de forma divertida.

Hᴏɢᴡᴀʀᴛs, 1998
● Uɴ ᴀñᴏ ᴀɴᴛᴇs ᴅᴇ ʟᴀ sᴇɢᴜɴᴅᴀ ɢᴜᴇʀʀᴀ ᴍᴀ́ɢɪᴄᴀ ●
Qᴜɪɴᴛᴏ ᴀñᴏ

-Así que mis padres quieren que haga amigos de sangre pura…- refunfuñaba Violet aquella tarde de Domingo mientras su amiga Rose Zeller y ella compartían un par de ranas de chocolate que habían comprado en Hogsmeade en su salida el día anterior.
Se dejó caer sobre el césped dejando ir un largo suspiro.
-De verdad que no les entiendo, Rose- negaba Violet con la cabeza- Mi padre tiene la esperanza de que ahora que Quien-tú-sabes ha vuelto le recompense por todos sus años de fidelidad… Pero parece mentira que no sepa cómo es…- suspiró- Estoy muerta de miedo… No sé qué quieren que haga yo… Dice que todo está bien… Que el Ministerio de Magia caerá en menos de un año... y que cuando “él” mate a… -miró a ambos lados cerciorándose de que nadie las oía- Harry Potter- susurró- todo será mejor para todos nosotros… Pero yo no quiero eso, Rose… Tú eres mi única amiga… Y, ¿qué será de nosotras si eso pasa…? No quiero que te hagan daño…
Rose la miraba con expresión seria, extraña en su rostro, pues la verdad es que Rose siempre había acostumbrado a ser una chica risueña y divertida. Pero parecía que aquellos tiempos oscuros comenzaban a hacer mella en ella.
-Todo saldrá bien, Vi…- dijo su amiga al cabo de unos segundos- No puedo prometértelo, pero es lo mejor que puedo decir…
Violet frunció sus labios en una especie de mueca tristona sujetando la mano de Rose y dejando en esta un cariñoso apretón.
-Sí… Saldrá bien…- asintió ella.
Iba a añadir algo más cuando escuchó gritos del otro lado del enorme terreno repleto de césped y como varios alumnos empezaban a correr hacia el Sauce Boxeador.
- ¿Qué diablos…? - murmuró Violet antes de ponerse en pie. Escrutó a su alrededor y decidió que lo mejor sería unirse a la muchedumbre- Vamos…- apremió a su amiga antes de echar a correr siguiendo al grupo.

Al parecer, el Sauce Boxeador había golpeado a una muchacha que estaba practicando Encantamientos demasiado cerca. Abigail Walsh, la hermana de Jordan… Una joven un par de años mayor que Violet. Y ahora estaba inconsciente en la enfermería. Violet no tenía demasiado trato con ella. Solo la saludaba al entrar en clase y sentarse a su lado cuando compartían clase las casas de Slytherin y Ravenclaw. Pero era una chica simpática. Quizás, quitando a Rose era la única persona de todo el colegio que no hacía que a Violet le supiera la boca a bilis.
Por esa razón, quizás, estaba sentada, un par de horas más tarde en las escaleras al lado de la puerta de la enfermería, sin atreverse a entrar, pues de un extraño modo sentía que no debería estar ahí. Había visto entrar a Jordan en la enfermería, y no se había atrevido a decirle nada en absoluto. Más que nada porque sabía lo que, años atrás, miembros fanáticos del grupo al que pertenecía su padre habían hecho con los padres de Jordan y Abigail… Uno de esos asesinatos que el Ministerio de Magia tachó de “accidente” pues no tenían ni la más remota idea de lo que los adeptos del, por entonces desaparecido, Lord Voldemort estaban tramando. Pero Violet sí lo sabía bien… Llevaba años oyendo a sus padres hablar, a sus amigos que acudían a raras y secretas reuniones… Por eso, siendo poco más que una niña de nueve años había escuchado planear aquel asesinato, ni siquiera supo por qué… Y ahora estaba ahí, mordiéndose las uñas sin saber qué hacer… pero no tuvo mucho más tiempo para pensarlo, pues la puerta de la enfermería se abrió y Jordan volvió a aparecer en escena con aire algo más aliviado que cuando había entrado. Aunque en su rostro aun podía leer la preocupación.
Violet se puso en pie como un resorte y le miró sin saber bien qué decir.
- ¿Cómo está? - preguntó ella finalmente.
Jordan la miró y luego miró la puerta de la enfermería.
-Está… descansando… -asintió devolviéndole la mirada- Madame Pomfrey dice que se recuperará- asintió- Por suerte no ha sido grave.
Violet descendió aquellos dos escalones hasta colocarse a la misma altura que él mientras jugueteaba con la punta de uno de sus propios dedos.
-Abigail y yo… No es que seamos grandes amigas, pero es una buena chica…- asintió la bruja dándose cuenta de que aquellos tres años que hacía que no veía a Jordan le habían sentado tremendamente bien- Es una de las dos personas de este colegio que no hacen que quiera huir bien lejos…- dijo con una suave sonrisa agachando la cabeza unos segundos- Espero que se recupere…
-Gracias, pequeña B…- dijo él, de nuevo llamándola por aquel mote, el cual ni siquiera sabía de donde demonios había salido.
-Si alguna vez necesitas algo…-dijo- Bueno, ya sabes… Dile a Abigail que quería entrar a verla, pero… tengo que irme…