Capítulo 1

En lo más profundo del cosmos, donde el sol y la luna se entrelazan en un juego eterno de luz y sombra, nacía Kaelmoon. Selene, la diosa de la luna, y Helios, el dios del sol, habían desafiado los lazos de sangre y, en su unión prohibida, gestaron a un hijo destinado a ser el dios del eclipse.

Sin embargo, la alegría de Selene se tornó en sombra al descubrirse la verdad. Nyx, el dios de la noche y prometido de Selene, ardía en furia al saber que su amada esperaba un hijo ajeno a él. La cólera de Nyx y la desaprobación del padre de Selene obligaron a la diosa y al dios del sol a esconder a su hijo en la Tierra.

Para protegerlo, Selene y Helios confiaron a Moon a Gaia, la diosa de la Tierra, quien lo acogió con un amor maternal. Gaia, además de protegerlo, le otorgó dos dones esenciales: la capacidad de transformarse en licántropo, ocultando su verdadera naturaleza, y el don de renacer nueve veces, un ciclo que reflejaría las fases lunares.

Mientras Moon crecía bajo el cuidado de Gaia, ella lo formaba con ternura, enseñándole los secretos de la naturaleza y protegiéndolo con un amor incondicional. Bajo el manto de la noche y el resplandor de la luna, Moon creció, transformándose en lobo durante las noches de luna llena, aullando con una melancolía que despertaba celos en Helios y en Nyx, quienes ignoraban la verdadera identidad del lobo, más aquel aullido resonaba en el corazón de Selene, quien siempre lo reconocía.

Así, Moon creció entre la luz y la oscuridad, con Gaia como su guía amorosa y con la sombra de su linaje divino latente en cada eclipse.