Antes de que leais, aviso:

Este monorol contiene trigger warnings. No recomendado para menores de 18 años o para personas impresionables

TW: sangre, muerte, vampirismo, palabras que pueden herir sensibilidades.


 

Había nacido como loba.

Heredera del legado Labonair, su familia había sido algo asi como la realeza entre las manadas de hombres lobo. Había pasado más de dos décadas buscando a su familia, había hecho cosas horribles por encontrarlos y había permitido que pasaran mil atrocidades más.

Qué rara había sido su vida, emborracharse, acostarse con el tio equivocado y… ¡bum! Automáticamente había resultado embarazada del hombre más sangriento y cruel que la historia conocía. Pero con el paso de los años, Hayley habia sido testigo de algo que ningún ser sobrenatural hubiera imaginado: Klaus Mikaelson dejándolo todo, absolutamente todo: su reino, su liderazgo, su sed de sangre… Por algo tan sencillo y, a la vez tan importante, como su hija. Su propia hija. Algo que resultaba impensable para un ser sobrenatural y, sin embargo, ahí estaba.

Enternecedor, asombroso y vertiginoso era presenciar el modo en que Klaus miraba a su hija desde el primer instante en que la tomó en brazos. El Gran Hibrido inmortal capaz de arrasar ciudades, de destruir imperios caía de rodillas y se volvía totalmente dócil ante aquella niña de cabellos cobrizos y ojos tan azules como profundo era el mar.

Klaus y Hayley habían adorado a su hija desde el día que nació. Lo habían hecho todo por ella. Lo habían arriesgado todo por ella. Y, sin saberlo, aquel había sido su mayor error. Todo aquello propició el principio del fin… Tal vez si Klaus no se hubiera visto obligado a alejarse de su única hija durante casi una década, Hope no hubiera tomado medidas drásticas para hacerle regresar a Nueva Orleans…

Y murió como vampiro…

Despertar en un ataúd no era una de esas cosas que estuvieran en su lista de deseos vitales, tampoco ser secuestrada por un grupo extremista de vampiros puristas nazis. Después de aquello todo se volvió difuso. Le habían inyectado tanta verbena y tanto acónito que apenas era capaz de mantener los ojos abiertos. No sabía cuánto tiempo había pasado, ni siquiera donde o como estaba Hope. Debió de haber sabido que algo iba mal desde el momento en que vio a Henry en aquel callejón. Pero lo supo al despertar de aquel sueño inducido. Su propia hija la había secuestrado en un grito desesperado por reclamar la atención de su padre. ¿Podía culparla? Ella había hecho cosas peores.

Y sintió que era culpa suya. Y de Klaus. Porque, ¿Cuál es el deber de un padre salvo el de proteger y cuidar a sus hijos? Los dos habían tenido padres de mierda y, de algún modo todo apuntaba a que se habían convertido en padres de mierda.

Pero no iba a dejar que sus últimos instantes en la tierra fueran en vano. Protegería a su hija hasta el final, como lo había hecho desde el día en que la trajo al mundo. Dejó que aquellos nazis pirados la sometieran a la inhabilitación de su parte lobuna. Dejó que le hicieran lo mismo que Esther le hiciera un día a Klaus, esa maldición que había convertido a un chico inocente en el monstruo que la historia y el ser humano conoció. Y luego, solo hizo lo que una madre debía hacer… Impedir que su hija sufriera daño alguno. Enfrentarse a los malos era facil cuando uno tenia algo por lo que luchar. Y lo arriesgó todo. Por Hope.

Enfrentó a Greta porque sabia que erradicar a aquella mujer de la faz de la tierra volvería a poner a su hija a salvo. Peleo con uñas y dientes, todo lo que aquellos dias de secuestro y torturas le permitieron… Greta atrapaba su garganta, impidiéndole respirar, impidiéndole pensar.

Cuando la puerta de aquella desvencijada casa se abrió y vio llegar a Klaus, casi sintió esperanza de nuevo, como si acabara de ver salir el sol después de una eternidad a oscuras. Pero apenas fue un parpadeo cuando Elijah apareció tras él para atravesarlo con una estaca. El grito de dolor de Klaus se proyectó en el cuerpo de Hayley, vibrando al mismo son. Sin ella, con Klaus fuera de juego… ¿Quién protegería a Hope?

Elijah apareció tras Klaus soltando la estaca con la que acababa de empalarlo y, a pesar de saber que había sido el propio Original quien había atacado a Klaus, por un segundo en Hayley volvió a sentir que Hope tenia una oportunidad. Elijah había cuidado de Hope desde antes de que naciera. Se había preocupado de convertir a Klaus en el padre que era a día de hoy.

Pero, sin embargo, al mirarle a los ojos no vio… nada. Ni reconocimiento, ni empatía, ni amor… Nada. Elijah se preocupó más por los nazis que intentaban matar a su familia que por su sobrina o por… ella… Y entonces Hayley lo vio claro… Con Klaus fuera de juego, con Elijah jugando en el equipo contrario… el tablero era solamente suyo. Y tomó una decisión. Una decisión visceral, una decisión irrevocable y tajante. Pero la decisión que, sabia, mantendría a Hope a salvo. Como había hecho, o intentado hacer, los últimos quince años de su vida…

El puño de Greta atravesó su pecho, rompiendo costillas a su paso sin remisión. El aire se escapó de sus pulmones en el momento en que aquella mano atenazó su corazón, literalmente.

El grito de dolor que escapó de su garganta fue desgarrador aunque mucho menos que el dolor que atravesó su cuerpo.

Ya no había tiempo. Solo quedaba una opción. Y no se arrepentiría.

Le arrancó el dedo a Greta, ese dedo en el que orgullosamente llevaba aquel anillo de día. Y cuando el dedo y el anillo cayeron al suelo, aprovechó su oportunidad. Agarró a Greta y se lanzó con ella al exterior.

Ardió como vampiro sucumbiendo a las llamas en segundos.

Suelen decir que no existe la nada cuando te mueres… No, eso vino después.


 

 

Cuando Hayley despertó de nuevo estaba en el pantano. O, tal vez, nunca había cerrado los ojos. No podía saberlo. Solo sabía que estaba allí en medio. En aquel paraje que tan bien recordaba. Esos árboles, el olor, el agua… Lo recordaba todo. ¿Había vuelto?

-¿Klaus? -llamó.

No hubo respuesta.

-¿Hope?

Nadie respondió.

-¿Elijah…? -preguntó con cierto aire titubeante girándose a su alrededor esperando ver una cara conocida.

-¡¿Hayley?!- la llamó una voz en la lejanía.

-Elijah… -susurró ella caminando rápidamente hacia el lugar del que provenía aquella voz. Y cuando volvieron a llamarla, ella respondió- ¿Elijah?

Apartó ramas de su vista esperando ver al Original al otro lado, desentonando a rabiar en aquel bosque con su traje de nueve mil dólares y sus zapatos oscuros. Sujetando al hombro su chaqueta y dedicándole una de esas miradas que tanto había añorado, pero…

-Jackson…- susurró al verle- ¿Cómo he…? -preguntó echando una mirada atrás, como si aquello pudiera darle alguna explicación de lo que estaba pasando- ¿Por qué te estoy viendo?

Jackson le dedicó una ligera sonrisa y alargó su mano hacia ella.

-Porque has vuelto a casa. Ven, hay alguien que quiere conocerte… -le dijo su difunto esposo.

Y allí, después de más de tres décadas desde que se vio obligada a separarse de sus padres, los encontró… En aquel embarcadero, compartiendo cerveza y aperitivos con otros tantos amigos perdidos… Mary, Oliver, Aiden…

Y entonces… lo recordó todo. Supo donde estaba y porqué. Y no se arrepintió de su decisión. Solo le quedaba esperar que el día en que volviera a ver a su hija, a Elijah… sucediera dentro de mucho tiempo… Porque sabia que Klaus y su hermano mayor cuidarían de su hija hasta el fin de sus dias…

Y todo fue bien… La vida después de muerta se parecía mucho a la vida de antes, a fin de cuentas. Simplemente no había preocupaciones, no había rivalidad… No había pena ni dolor…

Hasta que…


 

 

Despertó tosiendo de forma grave, casi se ahogaba, dolía volver a insuflar aire a sus pulmones. Dolía siquiera abrir los ojos y cuando lo hizo y vio la luz del sol, su primer impulso fue esconderse, buscar el cobijo de las sombras. Como si cada célula de su cuerpo supiera que, de pronto, estaba viva otra vez. Como si cada centímetro de su ser sintiera pánico de la luz solar esa que la hubiera vuelto a quemar viva.

Viva…

Estaba viva…

Era imposible…

-¿Hola…? -preguntó con voz algo ronca antes de toser de nuevo y cuando lo hizo sintió la boca pastosa. Al llevar su mano a sus labios descubrió… ceniza- ¿qué?

-Asqueroso, ¿verdad? -preguntó una voz femenina desde el otro lado de aquella verja de acero forjado. Allí, encogida y desnuda como estaba. Hayley intentó vislumbrar quien le hablaba. Y vio unos enormes ojos azules sobre una sonrisa en labios tintados de rojo- Cuesta trabajo traer de la muerte a una persona que ha sido incinerada dos veces, no me culpes a mi… Agradéceselo a tu estupidez y tu manada de chuchos.

-¿Quién eres…? -preguntó ella de forma hostil.

-La pregunta es… ¿qué estas dispuesta a hacer? -preguntó la mujer.


 

 

Tan solo vestida con un batín demasiado ostentoso para lo que Hayley había estado acostumbrada a vestir en toda su vida, sus pies descalzos recorrían el suelo de piedra de aquel pasillo. Por los enormes pasillos, las antorchas y el olor a humedad en cada piedra, Hayley dedujo que se encontraba en un castillo y que… estaba demasiado lejos de casa. Seguía rápidamente las pisadas de aquella mujer, esa que parecía tener más preguntas que respuestas, esa que -sin lugar a dudas- la había traido de nuevo a la vida.

En su paseo por aquel castillo, Hayley trató de usar su oído vampírico intentando captar alguna señal de su hija, de Klaus, de Elijah… las ultimas tres personas a las que había visto antes de morir, aquel era su ultimo recuerdo. Y no sabía que había sido de ellos. No recordaba el Más Allá, no recordaba La Paz, ni haber vuelto a ver a Jackson o a sus padres… Solo recordaba el sacrificio que había hecho por Hope y el dolor al saber que Elijah no haría nada por salvarlas a ninguna de las dos.

No sabía qué estaba pasando ni porqué. Tampoco a donde la guiaba aquella mujer. Al menos hasta que llegaron a unas enormes puertas de madera de roble que se abrieron solas cuando esa mujer de cabello oscuro se acercó.

-Bienvenida a Avalon, Hayley… O lo que queda de ella… -dijo la mujer.

Hayley dejó ir un atisbo de risa mientras la morena se sentaba detrás de un enorme escritorio de madera de caoba. Aquellos ojos azules la miraron inquisitivamente, juzgando su reacción.

-¿Me estás tomando el pelo? ¿Avalon? ¿La tierra mágica de las leyendas del Rey Arturo? ¿La tierra de las hadas?

-Más concretamente el Castillo del Valle Sin Retorno, sí… -asintió la mujer.

Hayley asintió sin creerse una puñetera palabra.

-Claro… Entonces tú eres… Ginebra…

La mujer la miró de forma fulminante como si acabara de herirle de la forma más profunda.

-No me compares con esa… pusilánime… -casi escupió aquella palabra- Ginebra… -dijo con un mohín poniéndose en pie y caminando alrededor de su escritorio- la Reina del poderosísimo y valiente Arturo, esposa dedicada y amante de caballeros deshonrados… ¿Por eso me tomas? ¿Parezco una cría mimada? No…

Hayley se encogió de hombros porque todo aquello le daba igual.

-Puedes llamarme Morgana…

Aquello parecía un mal viaje, como una de esas veces en que en su adolescencia se había pasado de la raya fumando con los chicos en las hogueras y habían terminado flipando con dragones y hadas.

-Ya… Bueno… Todo eso es fantástico, pero tengo que irme…

A velocidad vampírica corrió hasta las puertas, las cuales se cerraron frente a sí. Y entonces toda la sala pareció empezar a ser consumida por el fuego. Las llamas lo ocupaban todo: estandartes, estanterías, paredes, las puertas, el suelo… Oleadas de llamas acercándose a ella sin detenerse, sin darle una salida.

-Si lo deseas puedo devolverte al sitio del que saliste y nunca volverás a ver a Hope… -la voz de Morgana hablaba pero Hayley era incapaz de verla tras las llamas.

-¡¿Qué es lo que quieres?! -preguntó intentando no toser a causa del humo.

Y entonces el fuego y el humo se disiparon como si nada hubiera ocurrido.

-Eso está mucho mejor…


 

 

Para ser un personaje de la mitología británica esa mujer estaba muy viva y tenia demasiado entre manos. Era curioso para Hayley haberse visto envuelta en mitad de todos aquellos desaguisados sobrenaturales aunque en parte había sido su culpa, había sido ella quien, años atrás, había ido en busca del idiota de Atticus Shane y había sido ella quien había hecho tratos con Katerina Petrova. Idiota. Si se hubiera estado quieta no se encontraría en ese castillo para empezar y… no se vería obligada a aceptar aquel trato… Uno del que solo Morgana y Hayley eran testigos… Pero que Hayley firmaría con sangre.

-Trabaja para mi y seguirás respirando. Trabaja para mi y tu preciosa tríbrida vivirá feliz por toda la eternidad… Acepta el trato…

Los ojos azules la miraban todavía impasibles. Como si dijesen: “niégate y os destruiré a todos”

-Vale…- asintió- Haré lo que sea. Por Hope…

Morgana esbozó una sonrisa mientras Hayley tomaba aquella anticuada pluma sobre el escritorio y tras preguntar donde estaba la tinta y, solo recibir el silencio por parte de Morgana comenzó a escribir con aquella elegante tinta roja. El dolor y el ardor en su brazo derecho le advirtieron que no era tinta con lo que firmaba, era con… su propia sangre. Y con… su vida…

Hayley dejó ir una exclamación de dolor.

Aquella marca en forma de medialuna enroscada en aquel símbolo celta parecía acabada de ser grabada a fuego en su piel. Y su sangre vampírica no lo curaba…

-Solo una cosa más… No serás de mucha utilidad como vampiro, asi que…-Morgana se había colocado frente a ella y, tras colocar una mano en el pecho de la hibrida hizo que Hayley cayera al suelo retorciéndose de dolor. Le ardía la cabeza, le ardían los brazos… Sintió su estomago encogerse, como si acabara de recibir un golpe que la dejara sin aire y entonces… Todo acabó.

-Mátalo -escuchó la voz de Morgana.

Ni siquiera sabia a qué se referia. Su cuerpo temblaba de dolor y apenas pudo arrodillarse y alzar la mirada a tiempo de ver a un hombre anciano al lado de Morgana, con aspecto desubicado, como si no supiera que hacia allí. Tartamudeaba en francés y casi parecía estar pidiendo piedad.

-No…- negó Hayley.

El silencio de Morgana fue revelador.

-Es una lástima, Hope era un ser precioso…

Hayley cerró sus ojos fuertemente.

-Vale… -jadeó poniéndose en pie a duras penas a causa de la debilidad que el dolor de aquel hechizo le había causado. Y cerrando los ojos y sin pensar en nada más, se abalanzó contra aquel hombre, lo agarró con fuerza e hincó sus colmillos en su cuello bebiendo de él hasta que el sonido del pulso ajeno se apagó.

El anciano cayó al suelo y Hayley se limpió la sangre de los labios con el dorso de la mano.

-¿Estás con…? -pero no pudo terminar su pregunta antes de que volviera a sentir como su maldición de mujer lobo se reactivaba.

Volvía a ser una hibrida.

-¿Porqué? -preguntó débilmente.

-Porque no me sirves de nada siendo un vampiro inútil… -respondió Morgana- No le des recuerdos a Elijah y Klaus de mi parte…- ironizó Morgana, porque ese era el trato. Nadie podría saber qué tramaba Morgana ni con quien trabajaba Hayley- Nos vemos pronto…

Y entonces… todo se volvió negro otra vez. La oscuridad la rodeó, pero la sentía, era capaz de sentir todo a su alrededor. Estaba viva. Otra vez.