• -Puede que sea una cachorra de lobo, pero se comporta como un puppy a tu disposición, solo quiere agradar para ser querida, aunque a veces no se le dé muy bien-

    — puedo ser un chihuahua de vez en cuando y se dar la patita :³ , puedo obedecer la mayoría del tiempo, rastrear, ser apapachable (abrazable), pero lo mejor que sé hacer es huir de mis problemas y amar como si no hubiera un mañana!

    -Puede que sea una cachorra de lobo, pero se comporta como un puppy a tu disposición, solo quiere agradar para ser querida, aunque a veces no se le dé muy bien- — puedo ser un chihuahua de vez en cuando y se dar la patita :³ , puedo obedecer la mayoría del tiempo, rastrear, ser apapachable (abrazable), pero lo mejor que sé hacer es huir de mis problemas y amar como si no hubiera un mañana! :STK-43:
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  • *se encontraría sentado en la ducha y fumando estaba rodeado de sangre ya que mato a un hombre lobo ahí que ya estaba moribundo* aún no puedo creerlo... Me voy a casar y con la mejor chica del mundo... Aunque solo me deja fumar en el baño Sloane Sparks
    *se encontraría sentado en la ducha y fumando estaba rodeado de sangre ya que mato a un hombre lobo ahí que ya estaba moribundo* aún no puedo creerlo... Me voy a casar y con la mejor chica del mundo... Aunque solo me deja fumar en el baño [glow_black_bull_699]
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  • Al amanecer, cuando la niebla aún serpenteaba entre los troncos. El crujir de las hojas bajo nuestras botas marcaba nuestro andar mientras nos internamos en el bosque de Galdareth. Éramos seis. Cuatro escoltas, hombres endurecidos por el acero y el silencio, y dos comerciantes que portaban más miedo que mercancía.

    Galdareth no es un simple bosque, es un umbral entre lo civilizado y lo olvidado, los árboles son tan antiguos que sus raíces cuentan historias mas antiguas que cualquier libro. Cada sombra al borde del sendero parecía observarnos, no hablábamos mucho. En tierras como estas, el sonido puede ser una invitación no deseada.

    Por momentos, sentía que algo caminaba paralelo a nosotros, más allá del follaje. Pero nada se mostraba, o por lo menos no en ese momento. Uno de los mercaderes, un joven de rostro delgado llamado Therrik, intentó romper el silencio con historias de su aldea y la paga que recibiría. Le sonreí, yo también pensaba en monedas, aunque no por codicia. Cada pieza me ayudaba a mantener una vida decente.

    Al mediodía, nos detuvimos junto a un arroyo para beber agua. Fue entonces cuando oí el silbido, pero no era el viento, sino de flechas. Una emboscada. Bandoleros, cinco o seis, tal vez más, salieron de entre la maleza como lobos hambrientos. No hubo tiempo para dudas, por lo que desenvaine mi espada en el acto. El combate fue breve pero feroz, por suerte solo uno de los escoltas cayó, y otro resultó herido, pero mantuvimos la formación. Mi acero halló dos gargantas enemigas antes de que la batalla concluyera. Los bandidos huyeron al verse superados, pero no los perseguimos, la misión era proteger, no cazar.

    Al caer la tarde, seguimos nuestro camino, más alertas y más silenciosos. El bosque parecía menos denso tras el combate, parecía reconocer la sangre que ofrecimos. Y entonces sentí de nuevo ese peso en el pecho, a pesar de no conocer mucho a mis camaradas, siempre era dificil ver morir a uno.

    Por la noche ya cruzabamos el umbral del bosque y llegaremos a Mirhollow. Lo logramos sin más sobresaltos. La suerte rara vez camina cerca cuando estoy en medio.
    Al amanecer, cuando la niebla aún serpenteaba entre los troncos. El crujir de las hojas bajo nuestras botas marcaba nuestro andar mientras nos internamos en el bosque de Galdareth. Éramos seis. Cuatro escoltas, hombres endurecidos por el acero y el silencio, y dos comerciantes que portaban más miedo que mercancía. Galdareth no es un simple bosque, es un umbral entre lo civilizado y lo olvidado, los árboles son tan antiguos que sus raíces cuentan historias mas antiguas que cualquier libro. Cada sombra al borde del sendero parecía observarnos, no hablábamos mucho. En tierras como estas, el sonido puede ser una invitación no deseada. Por momentos, sentía que algo caminaba paralelo a nosotros, más allá del follaje. Pero nada se mostraba, o por lo menos no en ese momento. Uno de los mercaderes, un joven de rostro delgado llamado Therrik, intentó romper el silencio con historias de su aldea y la paga que recibiría. Le sonreí, yo también pensaba en monedas, aunque no por codicia. Cada pieza me ayudaba a mantener una vida decente. Al mediodía, nos detuvimos junto a un arroyo para beber agua. Fue entonces cuando oí el silbido, pero no era el viento, sino de flechas. Una emboscada. Bandoleros, cinco o seis, tal vez más, salieron de entre la maleza como lobos hambrientos. No hubo tiempo para dudas, por lo que desenvaine mi espada en el acto. El combate fue breve pero feroz, por suerte solo uno de los escoltas cayó, y otro resultó herido, pero mantuvimos la formación. Mi acero halló dos gargantas enemigas antes de que la batalla concluyera. Los bandidos huyeron al verse superados, pero no los perseguimos, la misión era proteger, no cazar. Al caer la tarde, seguimos nuestro camino, más alertas y más silenciosos. El bosque parecía menos denso tras el combate, parecía reconocer la sangre que ofrecimos. Y entonces sentí de nuevo ese peso en el pecho, a pesar de no conocer mucho a mis camaradas, siempre era dificil ver morir a uno. Por la noche ya cruzabamos el umbral del bosque y llegaremos a Mirhollow. Lo logramos sin más sobresaltos. La suerte rara vez camina cerca cuando estoy en medio.
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  • -mira alrededor- no puede ser...ha vuelto a suceder...-suspira busca a su lobo y se alivia de saber que está ahí- muy bien...ya hemos pasado por esto, verdad?...tan solo unas...5 veces! Pero...tal vez esta sea la definitiva, lo importante es que ya sabemos que hacer! Ir despacio...ver hacia todos lados, no comer cosas extrañas y cuidarse de las personas. Ahh y no morir por supuesto. De nuevo. Que tan dificil puede ser? - sonrie a su lobo y le palmea un costado-// oh shet here we go again —busco rol(?—)
    -mira alrededor- no puede ser...ha vuelto a suceder...-suspira busca a su lobo y se alivia de saber que está ahí- muy bien...ya hemos pasado por esto, verdad?...tan solo unas...5 veces! Pero...tal vez esta sea la definitiva, lo importante es que ya sabemos que hacer! Ir despacio...ver hacia todos lados, no comer cosas extrañas y cuidarse de las personas. Ahh y no morir por supuesto. De nuevo. Que tan dificil puede ser? - sonrie a su lobo y le palmea un costado-// oh shet here we go again —busco rol(?—)
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  • El vampiro se apoya contra la mesa de acero manchada de sangre. Lleva una camisa blanca remangada hasta los codos, ahora teñida de rojo. Su chaleco negro y su corbata desajustada le dan un aire de funeral permanente. Sus ojos, dorados por la sangre recién consumida, brillan con culpa más que con hambre.

    mike el último de los Hijos de la Estrella Rota, observa su mano con asco. La sangre salpica su piel como la evidencia de una promesa rota. Pero no. No es sangre humana. No esta vez.

    —“No eran inocentes… No más. Estaban infectados, perdidos. No quedaba mente que salvar en esas bestias.” —murmura, más para sí que para justificarlo ante los espectros que aún lo siguen en su conciencia.

    Los lobos... eran una vez guardianes del Equilibrio. Hasta que la enfermedad de la Luna Rota los corrompió. Su carne se pudre aún con vida. Su alma, retorcida. Y aunque nadie más se atreve a enfrentarlos, él los caza. Uno a uno. Porque en su sangre todavía hay poder... y pureza.

    Se pasa la mano ensangrentada por el rostro, dejando un rastro oscuro en su mejilla. No siente orgullo. Sólo cansancio.

    “Podría ser más fácil... solo una vez. Probar la sangre humana de nuevo. Una pequeña desviación.”

    Pero cada noche, recuerda. A ella. La última mortal que confió en él. Su voz, antes de morir en sus brazos:

    —“Prométeme que no te convertirás en lo que te hicieron.”

    Y él lo juró. Ante la luna, ante el dolor, ante la eternidad.

    Así que allí está. Solo. Rodeado de acero, sangre y silencio. El carnicero de lo corrupto. El médico del fin del mundo. Un monstruo que eligió no serlo.

    —“Mañana... habrá otro. Siempre hay otro. Pero no serán humanos. Jamás otra vez.”

    Y con el sonido de su gabardina arrastrando, desaparece entre las sombras del laboratorio, como un fantasma con propósito.
    El vampiro se apoya contra la mesa de acero manchada de sangre. Lleva una camisa blanca remangada hasta los codos, ahora teñida de rojo. Su chaleco negro y su corbata desajustada le dan un aire de funeral permanente. Sus ojos, dorados por la sangre recién consumida, brillan con culpa más que con hambre. mike el último de los Hijos de la Estrella Rota, observa su mano con asco. La sangre salpica su piel como la evidencia de una promesa rota. Pero no. No es sangre humana. No esta vez. —“No eran inocentes… No más. Estaban infectados, perdidos. No quedaba mente que salvar en esas bestias.” —murmura, más para sí que para justificarlo ante los espectros que aún lo siguen en su conciencia. Los lobos... eran una vez guardianes del Equilibrio. Hasta que la enfermedad de la Luna Rota los corrompió. Su carne se pudre aún con vida. Su alma, retorcida. Y aunque nadie más se atreve a enfrentarlos, él los caza. Uno a uno. Porque en su sangre todavía hay poder... y pureza. Se pasa la mano ensangrentada por el rostro, dejando un rastro oscuro en su mejilla. No siente orgullo. Sólo cansancio. “Podría ser más fácil... solo una vez. Probar la sangre humana de nuevo. Una pequeña desviación.” Pero cada noche, recuerda. A ella. La última mortal que confió en él. Su voz, antes de morir en sus brazos: —“Prométeme que no te convertirás en lo que te hicieron.” Y él lo juró. Ante la luna, ante el dolor, ante la eternidad. Así que allí está. Solo. Rodeado de acero, sangre y silencio. El carnicero de lo corrupto. El médico del fin del mundo. Un monstruo que eligió no serlo. —“Mañana... habrá otro. Siempre hay otro. Pero no serán humanos. Jamás otra vez.” Y con el sonido de su gabardina arrastrando, desaparece entre las sombras del laboratorio, como un fantasma con propósito.
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  • Que bueno que me fui anoche al bosque... Me volví loco por falta de sangre mate algunos lobos entonces ya estoy bien pero cansado
    Que bueno que me fui anoche al bosque... Me volví loco por falta de sangre mate algunos lobos entonces ya estoy bien pero cansado
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  • Buenos días dulces personitas! Espero se encuentren todos bien, yo anoche Soñé que un taco gigante me seguia para comerme y que una hamburguesa mitad lobo me ayudaba a escapar a una ciudad de nachos con queso derretido y chamoi

    ( Fotito happy )
    Buenos días dulces personitas! Espero se encuentren todos bien, yo anoche Soñé que un taco gigante me seguia para comerme y que una hamburguesa mitad lobo me ayudaba a escapar a una ciudad de nachos con queso derretido y chamoi ( Fotito happy )
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  • The Cursed Forest - The Appalachians
    Fandom Jujutsu Kaisen/Made in Abyss.
    Categoría Suspenso
    ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀Montes Apalaches, 17:44 hs
    ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀Entrada Noreste.

    ⠀⠀El bus los dejó en un camino de tierra con más baches que sentido. El aire olía a hojas muertas, humedad antigua… y algo más. Algo que no tenía olor, pero que raspaba el alma si se respiraba demasiado hondo.

    ⠀⠀El maleficio, el poder corrupto, aquella creadora de desgracias y los hechiceros, aquel rubio era uno. Y su compañera a su lado, una buscadora que nació en el útero de la energía maldita.
    ⠀⠀No por nada este lugar, era objetivo de leyendas. Desde duendes hasta hombres lobo, el bestiario no parecía tener final.

    ⠀⠀Desde aquella promesa infundada sobre un viaje acompañado, trazando un camino de amistad sobre los aventureros que decidieron acompañar sus aventuras, hombro a hombro. Este era el primer paso para dar con ese objetivo: ya que Tascio era un gran luchador, era un pésimo sobreviviente. Muchas veces sobrevivía por suerte y por voluntad más que por costumbre o planificación.
    ⠀⠀⸻ "¿Me trajiste a los Montes Apalaches para aprender a sobrevivir?" ⸻ Interrogó, estuvo en ese lugar varias veces, pero nunca se adentraba de noche, no era tonto, por más payaso que fuere. No por miedo, sino precaución, la orientación era algo importante para sobrevivir.

    ⠀⠀Mirando el lado bueno, tendría bastante contenido para su diario y bestiario.
    ⠀⠀Miró a la cartógrafa, indiferente, sus manos yacían en sus bolsillos. Esperando su orden para avanzar.

    Nairis de Tzelmúr
    ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀Montes Apalaches, 17:44 hs ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀Entrada Noreste. ⠀ ⠀⠀El bus los dejó en un camino de tierra con más baches que sentido. El aire olía a hojas muertas, humedad antigua… y algo más. Algo que no tenía olor, pero que raspaba el alma si se respiraba demasiado hondo. ⠀⠀El maleficio, el poder corrupto, aquella creadora de desgracias y los hechiceros, aquel rubio era uno. Y su compañera a su lado, una buscadora que nació en el útero de la energía maldita. ⠀⠀No por nada este lugar, era objetivo de leyendas. Desde duendes hasta hombres lobo, el bestiario no parecía tener final. ⠀⠀Desde aquella promesa infundada sobre un viaje acompañado, trazando un camino de amistad sobre los aventureros que decidieron acompañar sus aventuras, hombro a hombro. Este era el primer paso para dar con ese objetivo: ya que Tascio era un gran luchador, era un pésimo sobreviviente. Muchas veces sobrevivía por suerte y por voluntad más que por costumbre o planificación. ⠀⠀⸻ "¿Me trajiste a los Montes Apalaches para aprender a sobrevivir?" ⸻ Interrogó, estuvo en ese lugar varias veces, pero nunca se adentraba de noche, no era tonto, por más payaso que fuere. No por miedo, sino precaución, la orientación era algo importante para sobrevivir. ⠀⠀Mirando el lado bueno, tendría bastante contenido para su diario y bestiario. ⠀⠀Miró a la cartógrafa, indiferente, sus manos yacían en sus bolsillos. Esperando su orden para avanzar. ⠀ [Nairis_La_Cartografa]
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  • 7:02 p.m: pleno atardecer en la ciudad.

    Hari Engelin

    Mark estaba de pie afuera de una cafetería cercana a su universidad. Había escogido justamente ese lugar porque era uno de sus favoritos para pasar el rato; su temática era pura y exclusivamente japonesa, y aunque el no era muy amante del manga, disfrutaba viendo anime y por eso el local le parecía más que cómodo. Allí mismo había citado a la joven de cabello corto y tatuajes, a la cual había invitado ha tomar un café luego de una extraña interacción. Fue algo espontaneo, aunque para el eso no era un problema.

    El joven estaba apoyado contra una farola, con la mirada fija en la pantalla de su celular, sin prestar realmente atención a lo que veía en el. Lo desbloqueaba y lo bloqueaba de nuevo cada tanto, solo para asegurarse de que no se le hubiera pasado algún mensaje. Por el momento no hubo ninguna llamada de urgencia por parte de los guardianes del globo, ni tampoco información reciente sobre los villanos que estaba persiguiendo que recibía de parte de Robot, por lo que Mark finalmente guardó su celular en el bolsillo derecho e intentó olvidarse de todo eso.

    —Ok Mark, no digas nada sobre tu identidad secreta. —murmuró para sí mismo, aunque la sonrisa que se le escapó después fue más honesta de lo que habría admitido.

    Levantó la vista, buscando entre los rostros de los transeúntes para ver si ella estaba cerca. Nada todavía. Se acomodó el cuello de la chaqueta, como si eso fuera a hacer que pasara el tiempo más rápido.

    —Acepta una cita con una chica que parece que escucha a Nirvana mientras entierra cuerpos. ¿Qué podría salir mal? —comentó en su mente con algo de sarcasmo, aunque sin rastro de burla real.

    Vagamente recordaba su rostro y modales: aunque parecía que era una mujer bastante ruda e independiente, también se la veía triste; como si todavía no hubiera encontrado algo que la haga feliz. El esperaba ver esa tristeza en su mirada otra vez. No por querer que siguiera con ese sentimiento, sino porque algo le hacía sentir que tal vez… el también podía ser alguien con quien compartir ese silencio incómodo del mundo.

    —Solo espero que Cecil no me joda esta vez, odio a ese anciano. —dijo en voz baja, aún sin moverse de su lugar.

    Y entonces…
    Escuchó pasos.
    7:02 p.m: pleno atardecer en la ciudad. [flash_navy_bat_117] Mark estaba de pie afuera de una cafetería cercana a su universidad. Había escogido justamente ese lugar porque era uno de sus favoritos para pasar el rato; su temática era pura y exclusivamente japonesa, y aunque el no era muy amante del manga, disfrutaba viendo anime y por eso el local le parecía más que cómodo. Allí mismo había citado a la joven de cabello corto y tatuajes, a la cual había invitado ha tomar un café luego de una extraña interacción. Fue algo espontaneo, aunque para el eso no era un problema. El joven estaba apoyado contra una farola, con la mirada fija en la pantalla de su celular, sin prestar realmente atención a lo que veía en el. Lo desbloqueaba y lo bloqueaba de nuevo cada tanto, solo para asegurarse de que no se le hubiera pasado algún mensaje. Por el momento no hubo ninguna llamada de urgencia por parte de los guardianes del globo, ni tampoco información reciente sobre los villanos que estaba persiguiendo que recibía de parte de Robot, por lo que Mark finalmente guardó su celular en el bolsillo derecho e intentó olvidarse de todo eso. —Ok Mark, no digas nada sobre tu identidad secreta. —murmuró para sí mismo, aunque la sonrisa que se le escapó después fue más honesta de lo que habría admitido. Levantó la vista, buscando entre los rostros de los transeúntes para ver si ella estaba cerca. Nada todavía. Se acomodó el cuello de la chaqueta, como si eso fuera a hacer que pasara el tiempo más rápido. —Acepta una cita con una chica que parece que escucha a Nirvana mientras entierra cuerpos. ¿Qué podría salir mal? —comentó en su mente con algo de sarcasmo, aunque sin rastro de burla real. Vagamente recordaba su rostro y modales: aunque parecía que era una mujer bastante ruda e independiente, también se la veía triste; como si todavía no hubiera encontrado algo que la haga feliz. El esperaba ver esa tristeza en su mirada otra vez. No por querer que siguiera con ese sentimiento, sino porque algo le hacía sentir que tal vez… el también podía ser alguien con quien compartir ese silencio incómodo del mundo. —Solo espero que Cecil no me joda esta vez, odio a ese anciano. —dijo en voz baja, aún sin moverse de su lugar. Y entonces… Escuchó pasos.
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  • El atardecer teñía de ámbar las calles de South Town mientras Terry observaba desde una azotea, apoyado contra el borde con los brazos cruzados. Más abajo, en una cancha vacía, Rock entrenaba solo.
    Pies firmes, postura perfecta, técnica afilada.

    El muchacho ya no era un niño.

    *“Mira nomás…”*
    Terry exhaló con una sonrisa suave, sin esconder el orgullo.
    *“Cada día es más rápido. Más preciso. Más fuerte.”*

    Recordaba cuando Rock no podía lanzar un Rising Tackle sin caer de espaldas.
    Recordaba cómo le temblaban las manos la primera vez que soltó un Reppuken.

    Ahora… el aire cortaba cuando movía los brazos.

    *“Si sigue a este ritmo… pronto no voy a poder seguirle el paso.”*
    No lo decía con tristeza. Lo decía con respeto.

    Terry había enfrentado a campeones, criminales, monstruos y dioses. Pero criar a Rock había sido su pelea más importante. Enseñarle a no odiar su sangre, a escoger su camino, a ser un hombre antes que un guerrero.

    Y lo había hecho. Lo estaba haciendo.

    *“No lleva mi apellido, pero ese chico es mi legado.”*

    A veces se preguntaba si lo había guiado bien. Si le había dado las herramientas para ser algo más que "el hijo de Geese". Algo más que un luchador.

    Pero verlo moverse así —con decisión, con su propia esencia— le respondía cada duda.

    Terry se quitó la gorra, dejó que el viento le despeinara un poco el cabello, y murmuró:

    —Vas a llegar muy lejos, Rock… y si algún día me alcanzas y me superas, voy a ser el hombre más feliz de este mundo.

    Una pausa.

    —Solo prométeme una cosa... no pierdas el corazón en el camino.

    Y con eso, volvió a colocarse la gorra, mientras su sombra se alargaba bajo la luz del sol que moría.

    Aquel joven allá abajo…
    **no era solo el futuro.**
    Era el sueño de un lobo que decidió proteger a un cachorro herido… y que ahora lo veía volverse leyenda,
    Y lo demostraría.



    https://youtu.be/IyGXYVXVWjQ?si=QJpBkXpDelGIFswa
    El atardecer teñía de ámbar las calles de South Town mientras Terry observaba desde una azotea, apoyado contra el borde con los brazos cruzados. Más abajo, en una cancha vacía, Rock entrenaba solo. Pies firmes, postura perfecta, técnica afilada. El muchacho ya no era un niño. *“Mira nomás…”* Terry exhaló con una sonrisa suave, sin esconder el orgullo. *“Cada día es más rápido. Más preciso. Más fuerte.”* Recordaba cuando Rock no podía lanzar un Rising Tackle sin caer de espaldas. Recordaba cómo le temblaban las manos la primera vez que soltó un Reppuken. Ahora… el aire cortaba cuando movía los brazos. *“Si sigue a este ritmo… pronto no voy a poder seguirle el paso.”* No lo decía con tristeza. Lo decía con respeto. Terry había enfrentado a campeones, criminales, monstruos y dioses. Pero criar a Rock había sido su pelea más importante. Enseñarle a no odiar su sangre, a escoger su camino, a ser un hombre antes que un guerrero. Y lo había hecho. Lo estaba haciendo. *“No lleva mi apellido, pero ese chico es mi legado.”* A veces se preguntaba si lo había guiado bien. Si le había dado las herramientas para ser algo más que "el hijo de Geese". Algo más que un luchador. Pero verlo moverse así —con decisión, con su propia esencia— le respondía cada duda. Terry se quitó la gorra, dejó que el viento le despeinara un poco el cabello, y murmuró: —Vas a llegar muy lejos, Rock… y si algún día me alcanzas y me superas, voy a ser el hombre más feliz de este mundo. Una pausa. —Solo prométeme una cosa... no pierdas el corazón en el camino. Y con eso, volvió a colocarse la gorra, mientras su sombra se alargaba bajo la luz del sol que moría. Aquel joven allá abajo… **no era solo el futuro.** Era el sueño de un lobo que decidió proteger a un cachorro herido… y que ahora lo veía volverse leyenda, Y lo demostraría. https://youtu.be/IyGXYVXVWjQ?si=QJpBkXpDelGIFswa
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