En el transcurso de dos años, mi presencia trajo paz al globo. A los cuatro años, mis acciones aún provocaban euforia en las masas. Cinco años, y mis palabras resonaban hasta el rincón más oscuro de la existencia. Ahora, frente al calor de lo que alguna vez fueron llamas feroces que devoraban sin discriminación las paredes de un templo sagrado, yace un inocente bebé, a quien bañaré en las flamas de la esperanza para bendecirlo.
Doradas, se alzan ante nosotros las flamas de la nueva era, inmaculadas.
El público nos mira expectantes, hasta con lágrimas de emoción.
He aquí el décimo segundo neonato del día que será bendecido, para que en su vida nunca le falte fé.
—You're not iconic!
Antes de que siquiera una brasa pudiera asentarse en la piel del niño, un grito llamó la atención de la gente y la mía. Entre aquellas personas, que formaban un mar blanquecino por sus prendas, salieron tipos extraños, vestidos de negro y cornamentas de cabras. Eran pocos, en comparación a la multitud que había inundado las calles desde temprano.
—You are just like them all.
A mí es a quien señalan los desconocidos, mientras avanzan ante la confusión e irritación de los devotos presentes. Por mi parte abracé al infante, bajo un instinto protector que me gritaba sobre la peligrosidad de aquellos invasores.
"Chi sono? Cosa stanno facendo qui? Perché manchi di rispetto all'angelo?" El disgusto de la gente no se hizo esperar, pero se mantuvieron a raya gracias a la presencia y actitud relajada del ángel.
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En el transcurso de dos años, mi presencia trajo paz al globo. A los cuatro años, mis acciones aún provocaban euforia en las masas. Cinco años, y mis palabras resonaban hasta el rincón más oscuro de la existencia. Ahora, frente al calor de lo que alguna vez fueron llamas feroces que devoraban sin discriminación las paredes de un templo sagrado, yace un inocente bebé, a quien bañaré en las flamas de la esperanza para bendecirlo.
Doradas, se alzan ante nosotros las flamas de la nueva era, inmaculadas.
El público nos mira expectantes, hasta con lágrimas de emoción.
He aquí el décimo segundo neonato del día que será bendecido, para que en su vida nunca le falte fé.
—You're not iconic!
Antes de que siquiera una brasa pudiera asentarse en la piel del niño, un grito llamó la atención de la gente y la mía. Entre aquellas personas, que formaban un mar blanquecino por sus prendas, salieron tipos extraños, vestidos de negro y cornamentas de cabras. Eran pocos, en comparación a la multitud que había inundado las calles desde temprano.
—You are just like them all.
A mí es a quien señalan los desconocidos, mientras avanzan ante la confusión e irritación de los devotos presentes. Por mi parte abracé al infante, bajo un instinto protector que me gritaba sobre la peligrosidad de aquellos invasores.
"Chi sono? Cosa stanno facendo qui? Perché manchi di rispetto all'angelo?" El disgusto de la gente no se hizo esperar, pero se mantuvieron a raya gracias a la presencia y actitud relajada del ángel.
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