〈 𝘊𝘰𝘯 đ˜±đ˜ąđ˜łđ˜”đ˜Żđ˜Šđ˜ł | đ˜ˆđ˜€đ˜Šđ˜±đ˜”đ˜° đ˜€đ˜°đ˜Żđ˜Žđ˜¶đ˜­đ˜”đ˜ąđ˜Ž đ˜±đ˜ąđ˜łđ˜ą 𝘳𝘰𝘭 đ˜±đ˜°đ˜ł 𝘔𝘋. đ˜›đ˜ąđ˜łđ˜„đ˜° 𝘩𝘯 đ˜łđ˜Šđ˜Žđ˜±đ˜°đ˜Żđ˜„đ˜Šđ˜ł. 〉

đ˜Œđ™Łđ™©đ™žđ™œđ™Șđ™€ đ™Łđ™€đ™ąđ™—đ™§đ™š: ???

𝙀𝙙𝙖𝙙 đ™–đ™„đ™–đ™§đ™šđ™Łđ™©đ™š: đŸ€đŸ§-đŸ„đŸą đ˜ąđ˜ŻÌƒđ˜°đ˜Ž.

𝙀𝙙𝙖𝙙 𝙧𝙚𝙖𝙡: đŸŁđŸąđŸŠđŸ€ đ˜ąđ˜ŻÌƒđ˜°đ˜Ž

đ˜Œđ™Ąđ™©đ™Ș𝙧𝙖: 𝘚𝘰𝘣𝘳𝘩 𝘩𝘭 𝟣.80𝘼

đ™‹đ™šđ™šđ™€: đ˜ˆđ˜±đ˜łđ˜°đ˜čđ˜Șđ˜źđ˜ąđ˜„đ˜ąđ˜źđ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜Š 80 𝘬𝘹

đ™‚đ™šÌđ™Łđ™šđ™§đ™€: 𝘍𝘩𝘼𝘩𝘯đ˜Ș𝘯𝘰.

𝙍𝙖𝙯𝙖: đŽÌđ˜Żđ˜šđ˜Šđ˜­, 𝑐𝑜𝑟𝑟𝑱𝑝𝑡𝑎 𝑝𝑜𝑟 𝑒𝑙 đ‘‰đ‘Žđ‘đ‘–Ìđ‘œ

đ˜Ÿđ™Ąđ™–đ™šđ™š / đ™đ™€đ™Ą: 𝘓đ˜ȘÌđ˜„đ˜Šđ˜ł, đ˜©đ˜Šđ˜€đ˜©đ˜Șđ˜€đ˜Šđ˜łđ˜ą đ˜źđ˜ŠÌđ˜„đ˜Șđ˜€đ˜ą.

đ˜Œđ™Ąđ™žđ™Łđ™šđ™–đ™ąđ™žđ™šđ™Łđ™©đ™€: đ˜•đ˜Šđ˜¶đ˜”đ˜łđ˜ąđ˜­ đ˜đ˜Šđ˜łđ˜„đ˜ąđ˜„đ˜Šđ˜łđ˜°.

đ˜żđ™šđ™šđ™˜đ™§đ™žđ™„đ™˜đ™žđ™€Ìđ™Ł 𝙛𝙞𝙹𝙞𝙘𝙖: 𝘌𝘮 đ˜¶đ˜Żđ˜ą 𝘧đ˜Șđ˜šđ˜¶đ˜łđ˜ą đ˜ąđ˜­đ˜”đ˜ą đ˜ș đ˜źđ˜ąđ˜«đ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜¶đ˜°đ˜Žđ˜ą, đ˜Šđ˜Żđ˜·đ˜¶đ˜Šđ˜­đ˜”đ˜ą 𝘩𝘯 đ˜¶đ˜Ż đ˜źđ˜ąđ˜Żđ˜”đ˜° 𝘯𝘩𝘹𝘳𝘰. đ˜šđ˜¶đ˜Ž đ˜°đ˜«đ˜°đ˜Ž đ˜±đ˜Šđ˜Żđ˜Šđ˜”đ˜łđ˜ąđ˜Ż đ˜€đ˜°đ˜Ż đ˜Șđ˜Żđ˜”đ˜Šđ˜Żđ˜Žđ˜Șđ˜„đ˜ąđ˜„ đ˜”đ˜łđ˜ąđ˜Ž đ˜Žđ˜¶ đ˜źđ˜ąÌđ˜Žđ˜€đ˜ąđ˜łđ˜ą, đ˜€đ˜°đ˜źđ˜° 𝘣𝘳𝘱𝘮𝘱𝘮 đ˜ąđ˜łđ˜„đ˜Șđ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜Šđ˜Ž. đ˜šđ˜¶đ˜Ž đ˜źđ˜°đ˜·đ˜Ș𝘼đ˜Șđ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜°đ˜Ž 𝘮𝘰𝘯 đ˜Šđ˜­đ˜Šđ˜šđ˜ąđ˜Żđ˜”đ˜Šđ˜Ž đ˜ș đ˜„đ˜Šđ˜­đ˜Șđ˜Łđ˜Šđ˜łđ˜ąđ˜„đ˜°đ˜Ž.

đ™‹đ™šđ™§đ™šđ™€đ™Łđ™–đ™Ąđ™žđ™™đ™–đ™™: 𝘙𝘩𝘮đ˜Ș𝘭đ˜Șđ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜Š đ˜ș đ˜€đ˜ąđ˜­đ˜€đ˜¶đ˜­đ˜ąđ˜„đ˜°đ˜łđ˜ą. 𝘌đ˜Čđ˜¶đ˜Ș𝘭đ˜Șđ˜Łđ˜łđ˜ąđ˜„đ˜ą đ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜łđ˜Š đ˜Šđ˜źđ˜±đ˜ąđ˜”đ˜ȘÌđ˜ą đ˜ș đ˜±đ˜łđ˜ąđ˜šđ˜źđ˜ąđ˜”đ˜Ș𝘮𝘼𝘰, đ˜ąđ˜€đ˜”đ˜¶Ìđ˜ą đ˜€đ˜°đ˜Ż đ˜±đ˜łđ˜°đ˜±đ˜°Ìđ˜Žđ˜Șđ˜”đ˜° đ˜ș đ˜€đ˜ąđ˜­đ˜źđ˜ą, đ˜šđ˜¶đ˜Șđ˜ąđ˜„đ˜ą đ˜±đ˜°đ˜ł đ˜¶đ˜Ż đ˜„đ˜Šđ˜Žđ˜Šđ˜° đ˜„đ˜Šđ˜Žđ˜€đ˜°đ˜Żđ˜°đ˜€đ˜Șđ˜„đ˜° đ˜±đ˜ąđ˜łđ˜ą đ˜°đ˜”đ˜łđ˜°đ˜Ž.

đ™‘đ™€đ™Ż: 𝘌𝘮 đ˜šđ˜łđ˜ąđ˜·đ˜Š đ˜ș đ˜łđ˜Šđ˜Žđ˜°đ˜Żđ˜ąđ˜Żđ˜”đ˜Š, đ˜€đ˜°đ˜Ż đ˜¶đ˜Ż đ˜”đ˜Ș𝘼𝘣𝘳𝘩 đ˜ąđ˜”đ˜Šđ˜łđ˜€đ˜Șđ˜°đ˜±đ˜Šđ˜­đ˜ąđ˜„đ˜° đ˜ș đ˜¶đ˜Ż đ˜­đ˜Šđ˜·đ˜Š đ˜”đ˜Șđ˜Żđ˜”đ˜Š đ˜łđ˜ąđ˜Žđ˜±đ˜°đ˜Žđ˜° đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜Žđ˜¶đ˜šđ˜Ș𝘩𝘳𝘩 đ˜„đ˜Šđ˜Žđ˜šđ˜ąđ˜Žđ˜”đ˜Š. đ˜šđ˜¶ đ˜”đ˜°đ˜Żđ˜°, 𝘮𝘰𝘭𝘩𝘼𝘯𝘩 đ˜±đ˜Šđ˜łđ˜° đ˜Žđ˜¶đ˜ąđ˜·đ˜Š, đ˜§đ˜­đ˜¶đ˜ș𝘩 đ˜±đ˜ąđ˜¶đ˜Žđ˜ąđ˜„đ˜° đ˜ș đ˜„đ˜Šđ˜­đ˜Șđ˜Łđ˜Šđ˜łđ˜ąđ˜„đ˜°. đ˜Šđ˜ąđ˜„đ˜ą đ˜±đ˜ąđ˜­đ˜ąđ˜Łđ˜łđ˜ą đ˜·đ˜Ș𝘩𝘯𝘩 đ˜€đ˜ąđ˜łđ˜šđ˜ąđ˜„đ˜ą đ˜„đ˜Š đ˜źđ˜Šđ˜­đ˜ąđ˜Żđ˜€đ˜°đ˜­đ˜ȘÌđ˜ą đ˜±đ˜łđ˜°đ˜§đ˜¶đ˜Żđ˜„đ˜ą. đ˜•đ˜¶đ˜Żđ˜€đ˜ą đ˜Šđ˜­đ˜Šđ˜·đ˜ą 𝘭𝘱 đ˜·đ˜°đ˜» 𝘮đ˜Ș𝘯 đ˜łđ˜ąđ˜»đ˜°Ìđ˜Ż.

đ™‹đ™€đ™šđ™žđ™—đ™Ąđ™šđ™š đ™žđ™Łđ™šđ™„đ™žđ™§đ™–đ™˜đ™žđ™€đ™Łđ™šđ™š đ™„đ™–đ™§đ™– 𝙹đ™Ș đ™©đ™€đ™Łđ™€ 𝙙𝙚 đ™«đ™€đ™Ż: 𝘓đ˜Ș𝘭đ˜Șđ˜”đ˜©, 𝘋đ˜Ș𝘱𝘣𝘭𝘰 IV (𝘊𝘱𝘳𝘩đ˜ș-đ˜đ˜ąđ˜Żđ˜Żđ˜ąđ˜© đ˜”đ˜¶đ˜­đ˜­đ˜Ș𝘹𝘱𝘯 )

đ‘«đ’†đ’”đ’†đ’ 𝒐 đ‘©đ’–Ìđ’”đ’’đ’–đ’†đ’…đ’‚: đ˜‰đ˜¶đ˜Žđ˜€đ˜ą đ˜¶đ˜Ż 𝘩đ˜Čđ˜¶đ˜Ș𝘭đ˜Ș𝘣𝘳đ˜Ș𝘰 đ˜Șđ˜Żđ˜”đ˜Šđ˜łđ˜Żđ˜° 𝘮𝘰𝘣𝘳𝘩 𝘭𝘰 đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘩𝘳𝘱 đ˜ș 𝘩𝘮 đ˜ąđ˜©đ˜°đ˜łđ˜ą, đ˜¶đ˜Żđ˜ą đ˜­đ˜¶đ˜€đ˜©đ˜ą đ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜łđ˜Š đ˜°đ˜±đ˜¶đ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜°đ˜Ž.
  • GĂ©nero Femenino
  • Raza đ˜ˆÌđ˜Żđ˜šđ˜Šđ˜­ đ˜€đ˜°đ˜łđ˜łđ˜¶đ˜±đ˜”đ˜°, 𝑒𝑛𝑡𝑖𝑑𝑎𝑑 đ˜©đ‘–đ‘đ‘Ÿđ‘–đ‘‘đ‘Žđ‘‘đ‘Ž
  • Fandom 𝘋𝘱𝘳𝘬 đ˜đ˜ąđ˜Żđ˜”đ˜ąđ˜Žđ˜ș, đ‘‚đ¶ [𝑂𝑟𝑖𝑔𝑖𝑛𝑎𝑙 đ¶đ˜©đ‘Žđ‘Ÿđ‘Žđ‘đ‘Ąđ‘’đ‘Ÿ]
  • Cumpleaños 1 de febrero
  • 72 Publicaciones
  • 39 Escenas
  • Se uniĂł en enero 2025
  • 122 Visitas perfil
En una relaciĂłn con
Otra informaciĂłn
  • Tipo de personaje
    2D
  • Longitud narrativa
    Una línea , Semi-párrafo , Párrafo , Multi-párrafo , Novela
  • Categorías de rol
    Acción , Aventura , Ciencia ficción , Comedia , Contemporáneo , Drama , Fantasía , Romance , Slice of Life , Suspenso , Original , Otros , Terror , NSFW (+18)
Fijado
đčđ’Ÿđ’žđ’œđ’¶ đ‘”đ‘’đ“ƒđ‘’đ“‡đ’¶đ“: https://ficrol.com/posts/233405

đ‘Șđ’đ’‚đ’”đ’Šđ’‡đ’Šđ’„đ’‚đ’„đ’Šđ’Ìđ’: đ˜Œđ˜­đ˜”đ˜° đ˜šđ˜Šđ˜€đ˜łđ˜Šđ˜”đ˜°
đ‘»đ’ŠÌđ’•đ’–đ’đ’: : 𝘋đ˜Ș𝘱𝘳đ˜Ș𝘰 đ˜„đ˜Š đ˜”đ˜°Ìđ˜Ș𝘳đ˜Ș𝘭
𝑬𝒔𝒕𝒂𝒅𝒐: đ˜đ˜Żđ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜ąđ˜Łđ˜­đ˜Š | đ˜ˆđ˜€đ˜€đ˜Šđ˜Žđ˜° đ˜™đ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜łđ˜Ș𝘯𝘹đ˜Șđ˜„đ˜°

đ’«đ’¶đ“‡đ“‰đ‘’ đŒ: https://ficrol.com/posts/234125

đ’«đ’¶đ“‡đ“‰đ‘’ đŒđŒ: https://ficrol.com/posts/235121

đ’«đ’¶đ“‡đ“‰đ‘’ đŒđŒđŒ: https://ficrol.com/posts/236370

đ’«đ’¶đ“‡đ“‰đ‘’ đŒđ’±: https://ficrol.com/posts/237534

đ’«đ’¶đ“‡đ“‰đ‘’ đ’±: https://ficrol.com/posts/239203

đ’«đ’¶đ“‡đ“‰đ‘’ đ’±đŒ: https://ficrol.com/posts/240528

đ’«đ’¶đ“‡đ“‰đ‘’ đ’±đŒđŒă€ˆ đčđ’Ÿđ“ƒđ’¶đ“? 〉: https://ficrol.com/posts/242737
đčđ’Ÿđ’žđ’œđ’¶ đ‘”đ‘’đ“ƒđ‘’đ“‡đ’¶đ“: https://ficrol.com/posts/233405 đ‘Șđ’đ’‚đ’”đ’Šđ’‡đ’Šđ’„đ’‚đ’„đ’Šđ’Ìđ’: đ˜Œđ˜­đ˜”đ˜° đ˜šđ˜Šđ˜€đ˜łđ˜Šđ˜”đ˜° đ‘»đ’ŠÌđ’•đ’–đ’đ’: : 𝘋đ˜Ș𝘱𝘳đ˜Ș𝘰 đ˜„đ˜Š đ˜”đ˜°Ìđ˜Ș𝘳đ˜Ș𝘭 𝑬𝒔𝒕𝒂𝒅𝒐: đ˜đ˜Żđ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜ąđ˜Łđ˜­đ˜Š | đ˜ˆđ˜€đ˜€đ˜Šđ˜Žđ˜° đ˜™đ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜łđ˜Ș𝘯𝘹đ˜Șđ˜„đ˜° đ’«đ’¶đ“‡đ“‰đ‘’ đŒ: https://ficrol.com/posts/234125 đ’«đ’¶đ“‡đ“‰đ‘’ đŒđŒ: https://ficrol.com/posts/235121 đ’«đ’¶đ“‡đ“‰đ‘’ đŒđŒđŒ: https://ficrol.com/posts/236370 đ’«đ’¶đ“‡đ“‰đ‘’ đŒđ’±: https://ficrol.com/posts/237534 đ’«đ’¶đ“‡đ“‰đ‘’ đ’±: https://ficrol.com/posts/239203 đ’«đ’¶đ“‡đ“‰đ‘’ đ’±đŒ: https://ficrol.com/posts/240528 đ’«đ’¶đ“‡đ“‰đ‘’ đ’±đŒđŒă€ˆ đčđ’Ÿđ“ƒđ’¶đ“? 〉: https://ficrol.com/posts/242737
FICROL.COM
𝐿𝓊𝓂𝑒𝓃 đ’©đ‘œđ’žđ“‰đ’Ÿđ“ˆ
DE: Ministerio de Inteligencia.Para: Centro de Investigación y Desarrollo Laplace. A quien corresponda, Tal y como se comentó en la misiva anterior, nos gustaría reiterar la importancia de la gestión adecuada de los archivos mencionados. El informe clasificado, con...
Me gusta
Me encocora
Me endiabla
5
0 turnos 0 maullidos
Publicaciones Recientes
  • El aroma del incienso apenas se deslizaba en el aire, como una plegaria silente que se aferraba a los pilares de madera antigua, buscando a un dios que ya no escuchaba. Más allá del umbral, los cerezos dormían bajo la bruma de un atardecer lejano, derramando pétalos como si la tierra llorara en silencio por algo que no alcanzaba a comprender.

    Ella se mantenía de pie junto a la columna central de la habitación, su figura envuelta en sombras y en los destellos suaves que se filtraban entre las rendijas del shƍji. La penumbra jugaba con el contorno de su silueta, disolviéndola por momentos, como si el mundo aún no decidiera si debía retenerla o permitir que se desvaneciera en la bruma del amanecer. Sus ojos ahora se fijaban en sus propias manos, desnudas, apenas temblorosas.

    Allí, entre sus dedos, aún palpitaba un vestigio de lo que había hecho. No fuego, no luz… Sino una tibieza tenue, extraña, como si hubiese absorbido algo más que simple energía corrupta. Como si, por un instante, hubiera contenido dentro de sí el eco del alma de otro. Como si hubiese sido —por primera vez en mucho tiempo— no una emisaria de castigo, sino portadora de una forma de liberación.

    Kazuo ...

    El nombre danzaba aún en su mente como un rezo no pronunciado. Había visto en sus ojos lo mismo que durante años veló en los suyos: la sombra que consume desde adentro, la semilla de una corrupción que no solo carcome la carne, sino que enturbia la voluntad, deforma los sueños y convierte la compasión en ceniza. Y sin embargo, frente a él, había elegido lo impensable.

    Ella, que durante años había arrancado vidas sin titubeo. Ella, que había sido el azote de lo impuro, la daga precisa en corazones ya perdidos, había abierto las manos y contenido la corrupción que lo asfixiaba. La había absorbido, redirigido hacia sí, como una grieta más entre tantas que ya la habitaban. Y con ese acto, lo había salvado.

    Sus dedos se cerraron lentamente en un puño, apretando hasta que los nudillos se tornaron pálidos. El cuero de los guantes crujió apenas bajo la presión, como si compartiera el eco de algo que también se tensaba en su interior. No había rencor en su rostro. Tampoco ira por aquella súplica que había escuchado de los labios del zorro—una súplica disfrazada de resolución. Una petición callada, pero irrevocable: “Déjame ir.” Kazuo no lo había rogado, no había llorado. Había hablado con la serenidad de quien ya se ha despedido de sí mismo mucho antes.

    Y aun así, ella lo había negado.

    Le había arrebatado la muerte que pedía, el olvido que ansiaba.

    Había decidido por él.

    No por piedad, ni por alguna esperanza ingenua. Sino porque, en ese instante, frente a la sombra encarnada en otro, ella había visto reflejada su propia ruina —aquella época en que también habría suplicado lo mismo, si aún le hubiese quedado alguien a quien hacerlo.

    Conocía bien esa oscuridad, ese anhelo de desaparecer. No como un acto de cobardía, sino como el último vestigio de control que le quedaba a un alma exhausta. Lo había sentido abrasar sus huesos y dormir su pecho en más de una noche. Por eso, su negativa no había sido liviana. Le dolió en la carne vieja y en las heridas que jamás terminaron de cerrar.

    Salvarlo fue una condena compartida.

    Una elección que no le trajo consuelo, ni redención, sino un nuevo peso que ahora cargaba consigo. Uno más entre tantos, pero distinto. Porque sabía que, al sostenerlo en la vida, no lo había liberado… solo lo había obligado a mirar de frente aquello de lo que deseaba huir. Le devolvió el espejo y dejó intacto su reflejo. Hizo lo correcto, pero el alma no siempre aplaude lo justo. A veces lo resiste. A veces lo sangra en silencio.

    Por eso, en lugar de alivio, lo que sintió fue ese peso silente. Ese manto gris que se posa sobre quienes han hecho lo que debían… Aún sabiendo que sería odiada por ello.

    Se sentó con calma, como quien ha terminado una batalla que no necesita testigos. Con gesto lento, se colocó los guantes de cuero negro que durante tanto tiempo fueron su segunda piel, cubriendo las manos que por primera vez no habían destruido, sino redimido. En sus ojos brillaba algo que no era del todo tristeza, pero sí un tipo de duelo: el duelo por una parte de sí que había muerto con ese gesto, y que no deseaba enterrar con violencia. Solo dejar ir, como se deja ir un suspiro al final de una plegaria.

    Entonces, su mirada se alzó y se posó sobre la mesa baja del rincón, de madera lacada en tonos oscuros, adornada con tallas antiguas de dragones dormidos y ramas de ciruelo. Allí reposaban sus escrituras, sus bitácoras marcadas con la caligrafía elegante de quien ha aprendido a registrar el mal con precisión casi quirúrgica. Mapas de regiones corroídas por la oscuridad, diagramas de espíritus, anotaciones de antiguos sellos y rituales, nombres tachados con tinta roja. Eran sus huellas. El legado de una vida entera dedicada a la caza de lo impuro, al estudio de lo inasible.

    Con parsimonia, recogió cada hoja, cada trozo de pergamino, doblado con meticulosa devoción. No lo hacía con prisa, ni por temor. Era un gesto íntimo, ritual, como quien guarda las piezas de una historia que ya no le pertenece por completo. Dobló un trozo de tela oscura sobre las libretas y lo ató con un lazo de cuerda roja, el color de la sangre contenida y del deber cumplido.

    El templo, con su techo de tejas curvadas y sus faroles de papel aún encendidos con una luz suave, parecía sostenerla en una respiración contenida. Afuera, el murmullo del arroyo apenas se oía entre los árboles, y los pasos del mundo se sentían lejanos. Allí, entre las paredes de madera sagrada y el incienso que aún ardía en el altar, había hallado un respiro. No redención completa. No paz absoluta. Pero sí un instante de claridad. Un acto que, quizá, marcaría el inicio de otro camino.

    Se detuvo antes de cerrar la puerta corrediza tras de sí. Se quedó allí, con la mano apoyada en la madera, como si aún dudara del siguiente paso. Su mirada se deslizó una vez más hacia la habitación: ese espacio transitorio que, aunque breve, le había ofrecido un refugio.
    El aroma del incienso apenas se deslizaba en el aire, como una plegaria silente que se aferraba a los pilares de madera antigua, buscando a un dios que ya no escuchaba. Más allá del umbral, los cerezos dormían bajo la bruma de un atardecer lejano, derramando pétalos como si la tierra llorara en silencio por algo que no alcanzaba a comprender. Ella se mantenía de pie junto a la columna central de la habitación, su figura envuelta en sombras y en los destellos suaves que se filtraban entre las rendijas del shƍji. La penumbra jugaba con el contorno de su silueta, disolviéndola por momentos, como si el mundo aún no decidiera si debía retenerla o permitir que se desvaneciera en la bruma del amanecer. Sus ojos ahora se fijaban en sus propias manos, desnudas, apenas temblorosas. Allí, entre sus dedos, aún palpitaba un vestigio de lo que había hecho. No fuego, no luz… Sino una tibieza tenue, extraña, como si hubiese absorbido algo más que simple energía corrupta. Como si, por un instante, hubiera contenido dentro de sí el eco del alma de otro. Como si hubiese sido —por primera vez en mucho tiempo— no una emisaria de castigo, sino portadora de una forma de liberación. [8KazuoAihara8]... El nombre danzaba aún en su mente como un rezo no pronunciado. Había visto en sus ojos lo mismo que durante años veló en los suyos: la sombra que consume desde adentro, la semilla de una corrupción que no solo carcome la carne, sino que enturbia la voluntad, deforma los sueños y convierte la compasión en ceniza. Y sin embargo, frente a él, había elegido lo impensable. Ella, que durante años había arrancado vidas sin titubeo. Ella, que había sido el azote de lo impuro, la daga precisa en corazones ya perdidos, había abierto las manos y contenido la corrupción que lo asfixiaba. La había absorbido, redirigido hacia sí, como una grieta más entre tantas que ya la habitaban. Y con ese acto, lo había salvado. Sus dedos se cerraron lentamente en un puño, apretando hasta que los nudillos se tornaron pálidos. El cuero de los guantes crujió apenas bajo la presión, como si compartiera el eco de algo que también se tensaba en su interior. No había rencor en su rostro. Tampoco ira por aquella súplica que había escuchado de los labios del zorro—una súplica disfrazada de resolución. Una petición callada, pero irrevocable: “Déjame ir.” Kazuo no lo había rogado, no había llorado. Había hablado con la serenidad de quien ya se ha despedido de sí mismo mucho antes. Y aun así, ella lo había negado. Le había arrebatado la muerte que pedía, el olvido que ansiaba. Había decidido por él. No por piedad, ni por alguna esperanza ingenua. Sino porque, en ese instante, frente a la sombra encarnada en otro, ella había visto reflejada su propia ruina —aquella época en que también habría suplicado lo mismo, si aún le hubiese quedado alguien a quien hacerlo. Conocía bien esa oscuridad, ese anhelo de desaparecer. No como un acto de cobardía, sino como el último vestigio de control que le quedaba a un alma exhausta. Lo había sentido abrasar sus huesos y dormir su pecho en más de una noche. Por eso, su negativa no había sido liviana. Le dolió en la carne vieja y en las heridas que jamás terminaron de cerrar. Salvarlo fue una condena compartida. Una elección que no le trajo consuelo, ni redención, sino un nuevo peso que ahora cargaba consigo. Uno más entre tantos, pero distinto. Porque sabía que, al sostenerlo en la vida, no lo había liberado… solo lo había obligado a mirar de frente aquello de lo que deseaba huir. Le devolvió el espejo y dejó intacto su reflejo. Hizo lo correcto, pero el alma no siempre aplaude lo justo. A veces lo resiste. A veces lo sangra en silencio. Por eso, en lugar de alivio, lo que sintió fue ese peso silente. Ese manto gris que se posa sobre quienes han hecho lo que debían… Aún sabiendo que sería odiada por ello. Se sentó con calma, como quien ha terminado una batalla que no necesita testigos. Con gesto lento, se colocó los guantes de cuero negro que durante tanto tiempo fueron su segunda piel, cubriendo las manos que por primera vez no habían destruido, sino redimido. En sus ojos brillaba algo que no era del todo tristeza, pero sí un tipo de duelo: el duelo por una parte de sí que había muerto con ese gesto, y que no deseaba enterrar con violencia. Solo dejar ir, como se deja ir un suspiro al final de una plegaria. Entonces, su mirada se alzó y se posó sobre la mesa baja del rincón, de madera lacada en tonos oscuros, adornada con tallas antiguas de dragones dormidos y ramas de ciruelo. Allí reposaban sus escrituras, sus bitácoras marcadas con la caligrafía elegante de quien ha aprendido a registrar el mal con precisión casi quirúrgica. Mapas de regiones corroídas por la oscuridad, diagramas de espíritus, anotaciones de antiguos sellos y rituales, nombres tachados con tinta roja. Eran sus huellas. El legado de una vida entera dedicada a la caza de lo impuro, al estudio de lo inasible. Con parsimonia, recogió cada hoja, cada trozo de pergamino, doblado con meticulosa devoción. No lo hacía con prisa, ni por temor. Era un gesto íntimo, ritual, como quien guarda las piezas de una historia que ya no le pertenece por completo. Dobló un trozo de tela oscura sobre las libretas y lo ató con un lazo de cuerda roja, el color de la sangre contenida y del deber cumplido. El templo, con su techo de tejas curvadas y sus faroles de papel aún encendidos con una luz suave, parecía sostenerla en una respiración contenida. Afuera, el murmullo del arroyo apenas se oía entre los árboles, y los pasos del mundo se sentían lejanos. Allí, entre las paredes de madera sagrada y el incienso que aún ardía en el altar, había hallado un respiro. No redención completa. No paz absoluta. Pero sí un instante de claridad. Un acto que, quizá, marcaría el inicio de otro camino. Se detuvo antes de cerrar la puerta corrediza tras de sí. Se quedó allí, con la mano apoyada en la madera, como si aún dudara del siguiente paso. Su mirada se deslizó una vez más hacia la habitación: ese espacio transitorio que, aunque breve, le había ofrecido un refugio.
    Me encocora
    Me gusta
    5
    4 turnos 0 maullidos
  • "𝘓𝘱 đ˜­đ˜¶đ˜» 𝘩𝘯 𝘭𝘱𝘮 đ˜”đ˜Ș𝘯đ˜Ș𝘩𝘣𝘭𝘱𝘮 đ˜łđ˜Šđ˜Žđ˜±đ˜­đ˜ąđ˜Żđ˜„đ˜Šđ˜€đ˜Š, đ˜ș 𝘭𝘱𝘮 đ˜”đ˜Ș𝘯đ˜Ș𝘩𝘣𝘭𝘱𝘮 𝘯𝘰 𝘭𝘱 đ˜€đ˜°đ˜źđ˜±đ˜łđ˜Šđ˜Żđ˜„đ˜Ș𝘩𝘳𝘰𝘯." — đ˜‘đ˜¶đ˜ąđ˜Ż 𝟣:𝟧

    La tormenta aún no había estallado, pero el cielo ya pendía como un velo herido de presagios. Las nubes giraban sobre sí mismas con la lentitud de lo inevitable, y el viento arrastraba restos: ceniza, hojas podridas, fragmentos de oraciones que nadie volvería a pronunciar. Móiril había llegado sola hasta las ruinas del santuario, allí donde el tiempo no redimía ni a los muros ni a los mártires.

    Se detuvo frente al altar colapsado, un bloque de piedra tallado con símbolos que la humedad y el abandono apenas lograban ocultar. Entre sus dedos, cubiertos por guanteletes oscurecidos por la intemperie y la sangre vieja, sostenía una página rasgada de un códice sagrado. La tinta estaba ennegrecida por el fuego, pero una línea aún resistía:

    “𝘓𝘱 đ˜­đ˜¶đ˜» 𝘩𝘯 𝘭𝘱𝘮 đ˜”đ˜Ș𝘯đ˜Ș𝘩𝘣𝘭𝘱𝘮 đ˜łđ˜Šđ˜Žđ˜±đ˜­đ˜ąđ˜Żđ˜„đ˜Šđ˜€đ˜Š, đ˜ș 𝘭𝘱𝘮 đ˜”đ˜Ș𝘯đ˜Ș𝘩𝘣𝘭𝘱𝘮 𝘯𝘰 𝘭𝘱 đ˜€đ˜°đ˜źđ˜±đ˜łđ˜Šđ˜Żđ˜„đ˜Ș𝘩𝘳𝘰𝘯.”

    Leyó aquellas palabras en voz baja, casi como quien invoca el recuerdo de un nombre que ya no puede pronunciarse sin dolor. Había cerrado los ojos un instante, como si el peso del pasado la golpeara con fuerza renovada, pero no era debilidad: era contención. Era la marca de quien ha aprendido a no quebrarse donde otros habrían gritado.

    — “Las tinieblas no la comprendieron…” —Murmuró entonces.— Pero fue la luz la que primero me volvió el rostro. ¿Quién, entonces, no comprendió a quién?

    Sus pasos la llevaron a rozar el altar con la mano izquierda, y al hacerlo, sintió el eco de antiguos juramentos vibrar bajo sus dedos. Juramentos que había cumplido, promesas por las que había sangrado.

    —Yo fui su instrumento. Elegida, consagrada, moldeada para portar un juicio que no era mío. Creí en la luz como se cree en una madre: con obediencia ciega. Pero cuando me ofrecí…

    La ira no se dibujó en su voz. No era un estallido, sino una marea oscura que latía por debajo, en cada palabra.

    —Las sombras, al menos, no me exigieron pureza. No me pidieron que olvidara. Me permitieron ser entera en mi dolor, sin fingir redención. En la oscuridad, el pecado tiene nombre. El sacrificio tiene rostro. En la luz… Solo hay silencio cuando el mártir no conviene.

    Permaneció en pie por un momento más, dejando que el viento le desordenara el manto, que la lluvia comenzara a manchar su armadura con gotas como llagas abiertas. No se movía, no rezaba. Solo recordaba.

    —En ese descenso, perdí algo más que mi nombre. Perdí la fe en aquello que no supo sostenerme cuando más lo necesité.

    Y entonces, dió la espalda al altar. Se alejó sin mirar atrás, como quien ya no espera justicia ni consuelo, solo la continuación de un destino que eligió cuando todo lo demás le fue arrebatado.
    "𝘓𝘱 đ˜­đ˜¶đ˜» 𝘩𝘯 𝘭𝘱𝘮 đ˜”đ˜Ș𝘯đ˜Ș𝘩𝘣𝘭𝘱𝘮 đ˜łđ˜Šđ˜Žđ˜±đ˜­đ˜ąđ˜Żđ˜„đ˜Šđ˜€đ˜Š, đ˜ș 𝘭𝘱𝘮 đ˜”đ˜Ș𝘯đ˜Ș𝘩𝘣𝘭𝘱𝘮 𝘯𝘰 𝘭𝘱 đ˜€đ˜°đ˜źđ˜±đ˜łđ˜Šđ˜Żđ˜„đ˜Ș𝘩𝘳𝘰𝘯." — đ˜‘đ˜¶đ˜ąđ˜Ż 𝟣:𝟧 La tormenta aún no había estallado, pero el cielo ya pendía como un velo herido de presagios. Las nubes giraban sobre sí mismas con la lentitud de lo inevitable, y el viento arrastraba restos: ceniza, hojas podridas, fragmentos de oraciones que nadie volvería a pronunciar. Móiril había llegado sola hasta las ruinas del santuario, allí donde el tiempo no redimía ni a los muros ni a los mártires. Se detuvo frente al altar colapsado, un bloque de piedra tallado con símbolos que la humedad y el abandono apenas lograban ocultar. Entre sus dedos, cubiertos por guanteletes oscurecidos por la intemperie y la sangre vieja, sostenía una página rasgada de un códice sagrado. La tinta estaba ennegrecida por el fuego, pero una línea aún resistía: “𝘓𝘱 đ˜­đ˜¶đ˜» 𝘩𝘯 𝘭𝘱𝘮 đ˜”đ˜Ș𝘯đ˜Ș𝘩𝘣𝘭𝘱𝘮 đ˜łđ˜Šđ˜Žđ˜±đ˜­đ˜ąđ˜Żđ˜„đ˜Šđ˜€đ˜Š, đ˜ș 𝘭𝘱𝘮 đ˜”đ˜Ș𝘯đ˜Ș𝘩𝘣𝘭𝘱𝘮 𝘯𝘰 𝘭𝘱 đ˜€đ˜°đ˜źđ˜±đ˜łđ˜Šđ˜Żđ˜„đ˜Ș𝘩𝘳𝘰𝘯.” Leyó aquellas palabras en voz baja, casi como quien invoca el recuerdo de un nombre que ya no puede pronunciarse sin dolor. Había cerrado los ojos un instante, como si el peso del pasado la golpeara con fuerza renovada, pero no era debilidad: era contención. Era la marca de quien ha aprendido a no quebrarse donde otros habrían gritado. — “Las tinieblas no la comprendieron…” —Murmuró entonces.— Pero fue la luz la que primero me volvió el rostro. ¿Quién, entonces, no comprendió a quién? Sus pasos la llevaron a rozar el altar con la mano izquierda, y al hacerlo, sintió el eco de antiguos juramentos vibrar bajo sus dedos. Juramentos que había cumplido, promesas por las que había sangrado. —Yo fui su instrumento. Elegida, consagrada, moldeada para portar un juicio que no era mío. Creí en la luz como se cree en una madre: con obediencia ciega. Pero cuando me ofrecí… La ira no se dibujó en su voz. No era un estallido, sino una marea oscura que latía por debajo, en cada palabra. —Las sombras, al menos, no me exigieron pureza. No me pidieron que olvidara. Me permitieron ser entera en mi dolor, sin fingir redención. En la oscuridad, el pecado tiene nombre. El sacrificio tiene rostro. En la luz… Solo hay silencio cuando el mártir no conviene. Permaneció en pie por un momento más, dejando que el viento le desordenara el manto, que la lluvia comenzara a manchar su armadura con gotas como llagas abiertas. No se movía, no rezaba. Solo recordaba. —En ese descenso, perdí algo más que mi nombre. Perdí la fe en aquello que no supo sostenerme cuando más lo necesité. Y entonces, dió la espalda al altar. Se alejó sin mirar atrás, como quien ya no espera justicia ni consuelo, solo la continuación de un destino que eligió cuando todo lo demás le fue arrebatado.
    Me gusta
    Me encocora
    5
    0 turnos 0 maullidos
  • 𝘌𝘯 𝘭𝘱 đ˜€đ˜Šđ˜Żđ˜Șđ˜»đ˜ą đ˜„đ˜¶đ˜Šđ˜łđ˜źđ˜Š đ˜¶đ˜Ż 𝘯𝘰𝘼𝘣𝘳𝘩,
    đ˜Łđ˜ąđ˜«đ˜° 𝘩𝘭 đ˜±đ˜Šđ˜Žđ˜° đ˜„đ˜Š đ˜¶đ˜Ż 𝘱đ˜ș𝘩𝘳 đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘯𝘰 đ˜±đ˜Šđ˜łđ˜„đ˜°đ˜Żđ˜ą.
    𝘓𝘰𝘮 đ˜ąđ˜Žđ˜”đ˜łđ˜°đ˜Ž đ˜€đ˜ąđ˜­đ˜­đ˜ąđ˜Ż đ˜Žđ˜¶ đ˜­đ˜Šđ˜Żđ˜šđ˜¶đ˜ąđ˜«đ˜Š
    đ˜€đ˜¶đ˜ąđ˜Żđ˜„đ˜° đ˜”đ˜¶đ˜Ž đ˜±đ˜ąđ˜Žđ˜°đ˜Ž đ˜łđ˜°đ˜»đ˜ąđ˜Ż 𝘭𝘱 đ˜€đ˜°đ˜łđ˜°đ˜Żđ˜ą đ˜„đ˜Š 𝘭𝘱 𝘮𝘰𝘼𝘣𝘳𝘱.

    𝘓𝘱𝘮 đ˜±đ˜­đ˜Šđ˜šđ˜ąđ˜łđ˜Ș𝘱𝘮 đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜”đ˜Šđ˜«đ˜Șđ˜Žđ˜”đ˜Š đ˜€đ˜°đ˜Ż 𝘭𝘰𝘮 đ˜„đ˜Šđ˜„đ˜°đ˜Ž,
    𝘮𝘩 đ˜„đ˜Șđ˜Žđ˜°đ˜­đ˜·đ˜Ș𝘩𝘳𝘰𝘯 đ˜€đ˜°đ˜Ż 𝘭𝘱 đ˜­đ˜­đ˜¶đ˜·đ˜Ș𝘱 đ˜„đ˜Šđ˜­ đ˜°đ˜­đ˜·đ˜Șđ˜„đ˜°.
    ¿đ˜˜đ˜¶đ˜Șđ˜ŠÌđ˜Ż đ˜€đ˜ąđ˜Żđ˜”đ˜ą 𝘱𝘭 đ˜šđ˜¶đ˜Šđ˜łđ˜łđ˜Šđ˜łđ˜° đ˜·đ˜Šđ˜Żđ˜€đ˜Șđ˜„đ˜°
    đ˜€đ˜¶đ˜ąđ˜Żđ˜„đ˜° đ˜©đ˜ąđ˜Žđ˜”đ˜ą 𝘭𝘰𝘮 đ˜„đ˜Ș𝘰𝘮𝘩𝘮 𝘼đ˜Ș𝘳𝘱𝘯 đ˜©đ˜ąđ˜€đ˜Ș𝘱 đ˜°đ˜”đ˜łđ˜° đ˜­đ˜ąđ˜„đ˜°.ᐣ

    đ˜˜đ˜¶đ˜Șđ˜»đ˜ąÌ đ˜ąđ˜¶Ìđ˜Ż đ˜©đ˜ąđ˜ș đ˜­đ˜¶đ˜» 𝘩𝘯 𝘭𝘱 đ˜©đ˜Šđ˜łđ˜Șđ˜„đ˜ą,
    đ˜Čđ˜¶đ˜Șđ˜»đ˜ąÌ đ˜ąđ˜¶Ìđ˜Ż đ˜ąđ˜łđ˜„đ˜Š đ˜¶đ˜Ż đ˜±đ˜°đ˜€đ˜° đ˜„đ˜Š 𝘧𝘩…
    đ˜ˆđ˜¶đ˜Żđ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜”đ˜Ș𝘩𝘼𝘣𝘭𝘩 đ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜łđ˜Š đ˜łđ˜¶đ˜Ș𝘯𝘱𝘮 đ˜„đ˜°đ˜łđ˜źđ˜Șđ˜„đ˜ąđ˜Ž,
    đ˜ąđ˜¶đ˜Żđ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘮𝘱𝘯𝘹𝘳𝘩 𝘩𝘯 𝘮đ˜Șđ˜­đ˜Šđ˜Żđ˜€đ˜Ș𝘰 đ˜”đ˜ąđ˜źđ˜Łđ˜Șđ˜ŠÌđ˜Ż.
    đ˜˜đ˜¶đ˜Șđ˜»đ˜ąÌ 𝘯𝘰 đ˜”đ˜°đ˜„đ˜° đ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜ąÌ đ˜±đ˜Šđ˜łđ˜„đ˜Șđ˜„đ˜°,
    đ˜Čđ˜¶đ˜Șđ˜»đ˜ąÌ đ˜ąđ˜¶Ìđ˜Ż đ˜”đ˜Š đ˜Šđ˜Žđ˜±đ˜Šđ˜łđ˜Š 𝘩𝘭 đ˜ąđ˜źđ˜ąđ˜Żđ˜Šđ˜€đ˜Šđ˜ł.
    đ˜˜đ˜¶đ˜Șđ˜»đ˜ąÌ... 𝘕𝘰 đ˜±đ˜ąđ˜łđ˜ą đ˜łđ˜Šđ˜„đ˜Ș𝘼đ˜Șđ˜łđ˜”đ˜Š,
    𝘮đ˜Ș𝘯𝘰 đ˜±đ˜ąđ˜łđ˜ą đ˜Šđ˜Żđ˜Žđ˜Šđ˜ŻÌƒđ˜ąđ˜łđ˜”đ˜Š 𝘱 đ˜·đ˜°đ˜­đ˜·đ˜Šđ˜ł.

    đ˜đ˜°đ˜łđ˜«đ˜ąđ˜Žđ˜”đ˜Š đ˜¶đ˜Ż đ˜”đ˜Šđ˜źđ˜±đ˜­đ˜° đ˜€đ˜°đ˜Ż 𝘭𝘱𝘮 𝘮𝘰𝘼𝘣𝘳𝘱𝘮,
    đ˜ș 𝘭𝘰 đ˜­đ˜­đ˜Šđ˜Żđ˜ąđ˜Žđ˜”đ˜Š đ˜„đ˜Š đ˜±đ˜łđ˜°đ˜źđ˜Šđ˜Žđ˜ąđ˜Ž đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘯𝘰 đ˜©đ˜ąđ˜Łđ˜­đ˜ąđ˜Łđ˜ąđ˜Ż.
    𝘓𝘰𝘮 đ˜Šđ˜Žđ˜±đ˜Šđ˜«đ˜°đ˜Ž đ˜ș𝘱 𝘯𝘰 đ˜źđ˜¶đ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜łđ˜ąđ˜Ż đ˜łđ˜°đ˜Žđ˜”đ˜łđ˜°,
    𝘮𝘰𝘭𝘰 𝘭𝘱 𝘧𝘰𝘳𝘼𝘱 𝘩𝘯 đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘩𝘭 𝘱𝘭𝘼𝘱 𝘮𝘩 đ˜„đ˜Šđ˜Žđ˜šđ˜ąđ˜«đ˜ą.

    đ˜›đ˜¶đ˜Ž 𝘼𝘱𝘯𝘰𝘮 —𝘱𝘳𝘼𝘱𝘮 đ˜ș đ˜łđ˜Šđ˜§đ˜¶đ˜šđ˜Ș𝘰—
    đ˜”đ˜Ș𝘩𝘼𝘣𝘭𝘱𝘯 đ˜€đ˜¶đ˜ąđ˜Żđ˜„đ˜° đ˜łđ˜°đ˜»đ˜ąđ˜Ż 𝘱𝘭𝘹𝘰 đ˜±đ˜¶đ˜łđ˜°.
    𝘛𝘩 đ˜Šđ˜Żđ˜Žđ˜Šđ˜ŻÌƒđ˜ąđ˜łđ˜°đ˜Ż đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘩𝘭 𝘱𝘼𝘰𝘳 𝘩𝘮 đ˜±đ˜Šđ˜­đ˜Ș𝘹𝘳𝘰,
    đ˜±đ˜Šđ˜łđ˜° đ˜Żđ˜ąđ˜„đ˜Ș𝘩 đ˜„đ˜Șđ˜«đ˜° đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜”đ˜ąđ˜źđ˜Łđ˜Șđ˜ŠÌđ˜Ż 𝘩𝘮 đ˜Šđ˜Žđ˜€đ˜¶đ˜„đ˜°.

    đ˜˜đ˜¶đ˜Șđ˜»đ˜ąÌ đ˜ąđ˜¶Ìđ˜Ż đ˜©đ˜ąđ˜ș đ˜±đ˜ąđ˜» 𝘩𝘯 𝘭𝘱 đ˜Ș𝘳𝘱,
    đ˜Čđ˜¶đ˜Șđ˜»đ˜ąÌ đ˜ąđ˜¶Ìđ˜Ż đ˜€đ˜ąđ˜Żđ˜”đ˜ą 𝘩𝘭 đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜ș𝘱 đ˜€đ˜ąđ˜șđ˜°Ì.
    đ˜ˆđ˜¶đ˜Żđ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜”đ˜¶ đ˜€đ˜łđ˜¶đ˜» 𝘯𝘰 đ˜”đ˜Šđ˜Żđ˜šđ˜ą đ˜„đ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜Ș𝘯𝘰,
    đ˜ąđ˜¶đ˜Żđ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘩𝘭 đ˜±đ˜Šđ˜łđ˜„đ˜°Ìđ˜Ż đ˜Żđ˜¶đ˜Żđ˜€đ˜ą 𝘮𝘩𝘱 đ˜”đ˜¶ đ˜·đ˜°đ˜».
    đ˜˜đ˜¶đ˜Șđ˜»đ˜ąÌ 𝘯𝘰 đ˜§đ˜¶đ˜Șđ˜Žđ˜”đ˜Š 𝘮𝘰𝘭𝘰 đ˜łđ˜¶đ˜Ș𝘯𝘱,
    đ˜Čđ˜¶đ˜Șđ˜»đ˜ąÌ đ˜ąđ˜¶Ìđ˜Ż đ˜©đ˜ąđ˜ș đ˜Šđ˜€đ˜° đ˜„đ˜Š 𝘭𝘰 đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘮𝘰𝘮.
    đ˜˜đ˜¶đ˜Șđ˜»đ˜ąÌ... 𝘕𝘰 đ˜±đ˜ąđ˜łđ˜ą đ˜Žđ˜ąđ˜­đ˜·đ˜ąđ˜łđ˜”đ˜Š,
    𝘮đ˜Ș𝘯𝘰 đ˜±đ˜ąđ˜łđ˜ą đ˜ąđ˜€đ˜Šđ˜±đ˜”đ˜ąđ˜ł đ˜Čđ˜¶đ˜Șđ˜ŠÌđ˜Ż 𝘮𝘰𝘮.

    𝘠 𝘮đ˜Ș 𝘯𝘰 đ˜©đ˜ąđ˜ș đ˜łđ˜Šđ˜„đ˜Šđ˜Żđ˜€đ˜Șđ˜°Ìđ˜Ż 𝘩𝘯 đ˜”đ˜¶ đ˜€đ˜ąđ˜źđ˜Ș𝘯𝘰,
    đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘱𝘭 𝘼𝘩𝘯𝘰𝘮 đ˜©đ˜ąđ˜ș𝘱 đ˜·đ˜Šđ˜łđ˜„đ˜ąđ˜„ 𝘩𝘯 đ˜”đ˜¶ đ˜ąđ˜Żđ˜„đ˜ąđ˜ł.
    𝘠 𝘮đ˜Ș 𝘯𝘰 đ˜Čđ˜¶đ˜Šđ˜„đ˜ą 𝘧𝘩 𝘩𝘯 đ˜”đ˜¶ 𝘱𝘭đ˜Șđ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜°,
    đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘩𝘭 đ˜·đ˜Șđ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜° 𝘯𝘰 đ˜”đ˜Š đ˜„đ˜Šđ˜«đ˜Š đ˜„đ˜Š 𝘯𝘰𝘼𝘣𝘳𝘱𝘳...

    đ˜˜đ˜¶đ˜Șđ˜»đ˜ąÌ...
    𝘛𝘱𝘯 𝘮𝘰𝘭𝘰 đ˜Čđ˜¶đ˜Șđ˜»đ˜ąÌ…
    𝘓𝘱 đ˜Żđ˜°đ˜€đ˜©đ˜Š đ˜ąđ˜¶Ìđ˜Ż đ˜šđ˜¶đ˜ąđ˜łđ˜„đ˜ą đ˜”đ˜¶ đ˜©đ˜°đ˜šđ˜ąđ˜ł.
    𝘌𝘯 𝘭𝘱 đ˜€đ˜Šđ˜Żđ˜Șđ˜»đ˜ą đ˜„đ˜¶đ˜Šđ˜łđ˜źđ˜Š đ˜¶đ˜Ż 𝘯𝘰𝘼𝘣𝘳𝘩, đ˜Łđ˜ąđ˜«đ˜° 𝘩𝘭 đ˜±đ˜Šđ˜Žđ˜° đ˜„đ˜Š đ˜¶đ˜Ż 𝘱đ˜ș𝘩𝘳 đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘯𝘰 đ˜±đ˜Šđ˜łđ˜„đ˜°đ˜Żđ˜ą. 𝘓𝘰𝘮 đ˜ąđ˜Žđ˜”đ˜łđ˜°đ˜Ž đ˜€đ˜ąđ˜­đ˜­đ˜ąđ˜Ż đ˜Žđ˜¶ đ˜­đ˜Šđ˜Żđ˜šđ˜¶đ˜ąđ˜«đ˜Š đ˜€đ˜¶đ˜ąđ˜Żđ˜„đ˜° đ˜”đ˜¶đ˜Ž đ˜±đ˜ąđ˜Žđ˜°đ˜Ž đ˜łđ˜°đ˜»đ˜ąđ˜Ż 𝘭𝘱 đ˜€đ˜°đ˜łđ˜°đ˜Żđ˜ą đ˜„đ˜Š 𝘭𝘱 𝘮𝘰𝘼𝘣𝘳𝘱. 𝘓𝘱𝘮 đ˜±đ˜­đ˜Šđ˜šđ˜ąđ˜łđ˜Ș𝘱𝘮 đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜”đ˜Šđ˜«đ˜Șđ˜Žđ˜”đ˜Š đ˜€đ˜°đ˜Ż 𝘭𝘰𝘮 đ˜„đ˜Šđ˜„đ˜°đ˜Ž, 𝘮𝘩 đ˜„đ˜Șđ˜Žđ˜°đ˜­đ˜·đ˜Ș𝘩𝘳𝘰𝘯 đ˜€đ˜°đ˜Ż 𝘭𝘱 đ˜­đ˜­đ˜¶đ˜·đ˜Ș𝘱 đ˜„đ˜Šđ˜­ đ˜°đ˜­đ˜·đ˜Șđ˜„đ˜°. ¿đ˜˜đ˜¶đ˜Șđ˜ŠÌđ˜Ż đ˜€đ˜ąđ˜Żđ˜”đ˜ą 𝘱𝘭 đ˜šđ˜¶đ˜Šđ˜łđ˜łđ˜Šđ˜łđ˜° đ˜·đ˜Šđ˜Żđ˜€đ˜Șđ˜„đ˜° đ˜€đ˜¶đ˜ąđ˜Żđ˜„đ˜° đ˜©đ˜ąđ˜Žđ˜”đ˜ą 𝘭𝘰𝘮 đ˜„đ˜Ș𝘰𝘮𝘩𝘮 𝘼đ˜Ș𝘳𝘱𝘯 đ˜©đ˜ąđ˜€đ˜Ș𝘱 đ˜°đ˜”đ˜łđ˜° đ˜­đ˜ąđ˜„đ˜°.ᐣ đ˜˜đ˜¶đ˜Șđ˜»đ˜ąÌ đ˜ąđ˜¶Ìđ˜Ż đ˜©đ˜ąđ˜ș đ˜­đ˜¶đ˜» 𝘩𝘯 𝘭𝘱 đ˜©đ˜Šđ˜łđ˜Șđ˜„đ˜ą, đ˜Čđ˜¶đ˜Șđ˜»đ˜ąÌ đ˜ąđ˜¶Ìđ˜Ż đ˜ąđ˜łđ˜„đ˜Š đ˜¶đ˜Ż đ˜±đ˜°đ˜€đ˜° đ˜„đ˜Š 𝘧𝘩… đ˜ˆđ˜¶đ˜Żđ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜”đ˜Ș𝘩𝘼𝘣𝘭𝘩 đ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜łđ˜Š đ˜łđ˜¶đ˜Ș𝘯𝘱𝘮 đ˜„đ˜°đ˜łđ˜źđ˜Șđ˜„đ˜ąđ˜Ž, đ˜ąđ˜¶đ˜Żđ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘮𝘱𝘯𝘹𝘳𝘩 𝘩𝘯 𝘮đ˜Șđ˜­đ˜Šđ˜Żđ˜€đ˜Ș𝘰 đ˜”đ˜ąđ˜źđ˜Łđ˜Șđ˜ŠÌđ˜Ż. đ˜˜đ˜¶đ˜Șđ˜»đ˜ąÌ 𝘯𝘰 đ˜”đ˜°đ˜„đ˜° đ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜ąÌ đ˜±đ˜Šđ˜łđ˜„đ˜Șđ˜„đ˜°, đ˜Čđ˜¶đ˜Șđ˜»đ˜ąÌ đ˜ąđ˜¶Ìđ˜Ż đ˜”đ˜Š đ˜Šđ˜Žđ˜±đ˜Šđ˜łđ˜Š 𝘩𝘭 đ˜ąđ˜źđ˜ąđ˜Żđ˜Šđ˜€đ˜Šđ˜ł. đ˜˜đ˜¶đ˜Șđ˜»đ˜ąÌ... 𝘕𝘰 đ˜±đ˜ąđ˜łđ˜ą đ˜łđ˜Šđ˜„đ˜Ș𝘼đ˜Șđ˜łđ˜”đ˜Š, 𝘮đ˜Ș𝘯𝘰 đ˜±đ˜ąđ˜łđ˜ą đ˜Šđ˜Żđ˜Žđ˜Šđ˜ŻÌƒđ˜ąđ˜łđ˜”đ˜Š 𝘱 đ˜·đ˜°đ˜­đ˜·đ˜Šđ˜ł. đ˜đ˜°đ˜łđ˜«đ˜ąđ˜Žđ˜”đ˜Š đ˜¶đ˜Ż đ˜”đ˜Šđ˜źđ˜±đ˜­đ˜° đ˜€đ˜°đ˜Ż 𝘭𝘱𝘮 𝘮𝘰𝘼𝘣𝘳𝘱𝘮, đ˜ș 𝘭𝘰 đ˜­đ˜­đ˜Šđ˜Żđ˜ąđ˜Žđ˜”đ˜Š đ˜„đ˜Š đ˜±đ˜łđ˜°đ˜źđ˜Šđ˜Žđ˜ąđ˜Ž đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘯𝘰 đ˜©đ˜ąđ˜Łđ˜­đ˜ąđ˜Łđ˜ąđ˜Ż. 𝘓𝘰𝘮 đ˜Šđ˜Žđ˜±đ˜Šđ˜«đ˜°đ˜Ž đ˜ș𝘱 𝘯𝘰 đ˜źđ˜¶đ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜łđ˜ąđ˜Ż đ˜łđ˜°đ˜Žđ˜”đ˜łđ˜°, 𝘮𝘰𝘭𝘰 𝘭𝘱 𝘧𝘰𝘳𝘼𝘱 𝘩𝘯 đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘩𝘭 𝘱𝘭𝘼𝘱 𝘮𝘩 đ˜„đ˜Šđ˜Žđ˜šđ˜ąđ˜«đ˜ą. đ˜›đ˜¶đ˜Ž 𝘼𝘱𝘯𝘰𝘮 —𝘱𝘳𝘼𝘱𝘮 đ˜ș đ˜łđ˜Šđ˜§đ˜¶đ˜šđ˜Ș𝘰— đ˜”đ˜Ș𝘩𝘼𝘣𝘭𝘱𝘯 đ˜€đ˜¶đ˜ąđ˜Żđ˜„đ˜° đ˜łđ˜°đ˜»đ˜ąđ˜Ż 𝘱𝘭𝘹𝘰 đ˜±đ˜¶đ˜łđ˜°. 𝘛𝘩 đ˜Šđ˜Żđ˜Žđ˜Šđ˜ŻÌƒđ˜ąđ˜łđ˜°đ˜Ż đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘩𝘭 𝘱𝘼𝘰𝘳 𝘩𝘮 đ˜±đ˜Šđ˜­đ˜Ș𝘹𝘳𝘰, đ˜±đ˜Šđ˜łđ˜° đ˜Żđ˜ąđ˜„đ˜Ș𝘩 đ˜„đ˜Șđ˜«đ˜° đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜”đ˜ąđ˜źđ˜Łđ˜Șđ˜ŠÌđ˜Ż 𝘩𝘮 đ˜Šđ˜Žđ˜€đ˜¶đ˜„đ˜°. đ˜˜đ˜¶đ˜Șđ˜»đ˜ąÌ đ˜ąđ˜¶Ìđ˜Ż đ˜©đ˜ąđ˜ș đ˜±đ˜ąđ˜» 𝘩𝘯 𝘭𝘱 đ˜Ș𝘳𝘱, đ˜Čđ˜¶đ˜Șđ˜»đ˜ąÌ đ˜ąđ˜¶Ìđ˜Ż đ˜€đ˜ąđ˜Żđ˜”đ˜ą 𝘩𝘭 đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜ș𝘱 đ˜€đ˜ąđ˜șđ˜°Ì. đ˜ˆđ˜¶đ˜Żđ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜”đ˜¶ đ˜€đ˜łđ˜¶đ˜» 𝘯𝘰 đ˜”đ˜Šđ˜Żđ˜šđ˜ą đ˜„đ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜Ș𝘯𝘰, đ˜ąđ˜¶đ˜Żđ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘩𝘭 đ˜±đ˜Šđ˜łđ˜„đ˜°Ìđ˜Ż đ˜Żđ˜¶đ˜Żđ˜€đ˜ą 𝘮𝘩𝘱 đ˜”đ˜¶ đ˜·đ˜°đ˜». đ˜˜đ˜¶đ˜Șđ˜»đ˜ąÌ 𝘯𝘰 đ˜§đ˜¶đ˜Șđ˜Žđ˜”đ˜Š 𝘮𝘰𝘭𝘰 đ˜łđ˜¶đ˜Ș𝘯𝘱, đ˜Čđ˜¶đ˜Șđ˜»đ˜ąÌ đ˜ąđ˜¶Ìđ˜Ż đ˜©đ˜ąđ˜ș đ˜Šđ˜€đ˜° đ˜„đ˜Š 𝘭𝘰 đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘮𝘰𝘮. đ˜˜đ˜¶đ˜Șđ˜»đ˜ąÌ... 𝘕𝘰 đ˜±đ˜ąđ˜łđ˜ą đ˜Žđ˜ąđ˜­đ˜·đ˜ąđ˜łđ˜”đ˜Š, 𝘮đ˜Ș𝘯𝘰 đ˜±đ˜ąđ˜łđ˜ą đ˜ąđ˜€đ˜Šđ˜±đ˜”đ˜ąđ˜ł đ˜Čđ˜¶đ˜Șđ˜ŠÌđ˜Ż 𝘮𝘰𝘮. 𝘠 𝘮đ˜Ș 𝘯𝘰 đ˜©đ˜ąđ˜ș đ˜łđ˜Šđ˜„đ˜Šđ˜Żđ˜€đ˜Șđ˜°Ìđ˜Ż 𝘩𝘯 đ˜”đ˜¶ đ˜€đ˜ąđ˜źđ˜Ș𝘯𝘰, đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘱𝘭 𝘼𝘩𝘯𝘰𝘮 đ˜©đ˜ąđ˜ș𝘱 đ˜·đ˜Šđ˜łđ˜„đ˜ąđ˜„ 𝘩𝘯 đ˜”đ˜¶ đ˜ąđ˜Żđ˜„đ˜ąđ˜ł. 𝘠 𝘮đ˜Ș 𝘯𝘰 đ˜Čđ˜¶đ˜Šđ˜„đ˜ą 𝘧𝘩 𝘩𝘯 đ˜”đ˜¶ 𝘱𝘭đ˜Șđ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜°, đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘩𝘭 đ˜·đ˜Șđ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜° 𝘯𝘰 đ˜”đ˜Š đ˜„đ˜Šđ˜«đ˜Š đ˜„đ˜Š 𝘯𝘰𝘼𝘣𝘳𝘱𝘳... đ˜˜đ˜¶đ˜Șđ˜»đ˜ąÌ... 𝘛𝘱𝘯 𝘮𝘰𝘭𝘰 đ˜Čđ˜¶đ˜Șđ˜»đ˜ąÌ… 𝘓𝘱 đ˜Żđ˜°đ˜€đ˜©đ˜Š đ˜ąđ˜¶Ìđ˜Ż đ˜šđ˜¶đ˜ąđ˜łđ˜„đ˜ą đ˜”đ˜¶ đ˜©đ˜°đ˜šđ˜ąđ˜ł.
    Me gusta
    Me encocora
    6
    0 turnos 0 maullidos
  • 𝑬𝒏𝒕𝒓𝒆 đ‘·đ’‚Ìđ’ˆđ’Šđ’đ’‚đ’”...
    Fandom Ninguno
    CategorĂ­a Otros
    〈 Rol con Christopher Baudelair ♡ 〉

    La lluvia caía en un murmullo constante, como si el cielo susurrara secretos antiguos a una ciudad demasiado cansada para escucharlos. Cada gota dibujaba surcos efímeros sobre los cristales, desdibujando los contornos de calles y faroles, transformando el mundo exterior en un lienzo de reflejos temblorosos y luces rotas. Los edificios parecían fundirse con la niebla, y las siluetas de los transeúntes no eran más que sombras pasajeras que se desvanecían entre los pliegues húmedos del día.

    Ella permanecía inmóvil bajo el umbral de una librería olvidada por el tiempo, una de esas que resisten por terquedad más que por necesidad. La capucha caída sobre su rostro proyectaba un velo de sombra que la mantenía a salvo de miradas inoportunas, y sus ropajes, aunque humildes, estaban cuidadosamente escogidos. Eran telas sin historia, ajenas a la memoria, pero tejidas con la intención de ocultar. Cada pliegue parecía adherirse a su figura como si compartiera su deseo de permanecer invisible, como si supieran que algunos secretos no deben ser perturbados.

    El agua chorreaba desde los bordes de su capa, formando pequeños charcos sobre las tablas de madera agrietada del umbral. Las gotas caían con un ritmo suave pero insistente, como si quisieran escribir su presencia en el lenguaje sutil del mundo. A pesar de estar empapada, no parecía sentir el frío; o quizá lo aceptaba como parte de sí, como un eco más de lo que arrastraba dentro. No había prisa en sus gestos. Había llegado allí no para huir, sino para olvidar… O al menos fingir que podía.

    Dentro de la librería, el aire estaba saturado del aroma terroso del papel envejecido, de tinta marchita y madera antigua. Había algo sagrado en ese olor, algo que evocaba recuerdos de tiempos más lentos, de voces susurradas entre páginas, de historias que vivían en silencio esperando ser despertadas. El calor tenue proveniente de una estufa oculta en algún rincón envolvía la estancia como un abrazo que no exigía palabras. Y en medio de todo, el perfume leve del té recién servido, humeando en una taza de porcelana desgastada, se entrelazaba con la quietud de la escena.

    Ella sostuvo la taza entre sus manos enguantadas, dejando que el calor se filtrara poco a poco a través de la tela hasta sus dedos, como si buscara, en ese contacto leve, alguna señal de que aún podía sentir. El dueño del lugar, un hombre encorvado por los años pero con ojos en los que aún brillaba una chispa de humanidad, apenas la miró. Le dedicó un leve asentimiento, sin sorpresa ni curiosidad. La había visto antes. Quizás no en cuerpo, pero sí en espíritu. Algunos clientes no venían a comprar, sino a pertenecer por un instante a algo más íntimo y olvidado. Y él lo entendía. Era mejor no hacer preguntas.

    Entre estantes desbordados de libros sin clasificar, halló un rincón apartado donde la lámpara derramaba una luz cálida sobre la superficie rugosa de una mesa. Se sentó y abrió un tomo antiguo sin mirar el título. Las páginas crujieron con la delicadeza de un suspiro, y sus dedos se deslizaron por ellas con una reverencia casi ritual. No leía, no realmente. Buscaba en los pliegues del papel, en la tinta apenas desvaída, algo que no podía nombrar, una palabra olvidada. Una imagen enterrada. Un fragmento de sí misma que quizás aún vivía entre esas líneas, escondido como un susurro esperando ser oído.

    Afuera, la lluvia seguía cayendo, trazando su música líquida contra los ventanales, mientras la ciudad continuaba su marcha incierta. Los ruidos se amortiguaban tras los muros de la librería, convertidos en ecos lejanos, como si pertenecieran a otro mundo. En ese instante suspendido, no existían las sombras que la acechaban, ni las culpas que la desgarraban por dentro. No había promesas incumplidas ni nombres que dolían al recordarse. Solo el latido pausado del tiempo, el aroma del té, el tacto del papel bajo sus dedos… Y una calma ilusoria que, por una vez, no necesitaba justificar su presencia.

    Quizá, si cerraba los ojos el tiempo suficiente, podría imaginar que alguna vez ese mundo le había pertenecido. No como guerrera, ni como sombra, ni como huella que se desvanece al amanecer. Sino como alguien sencilla, alguien real. Alguien que aún podía sentarse en una librería bajo la lluvia, y creer —aunque fuera por un suspiro— que el pasado no dolía tanto y el futuro aún no era una condena escrita.

    Y aunque sabía que esa quietud era frágil como la cáscara de una llama en el viento, no la rompió. Porque en ese instante, en esa diminuta burbuja de existencia, ella no era una amenaza. No era una fugitiva. No era nada que debiera temer. Era solo una mujer bajo la lluvia, con una taza entre las manos, buscando algo perdido entre las páginas de un libro.
    〈 Rol con [frost_topaz_hare_445] ♡ 〉 La lluvia caía en un murmullo constante, como si el cielo susurrara secretos antiguos a una ciudad demasiado cansada para escucharlos. Cada gota dibujaba surcos efímeros sobre los cristales, desdibujando los contornos de calles y faroles, transformando el mundo exterior en un lienzo de reflejos temblorosos y luces rotas. Los edificios parecían fundirse con la niebla, y las siluetas de los transeúntes no eran más que sombras pasajeras que se desvanecían entre los pliegues húmedos del día. Ella permanecía inmóvil bajo el umbral de una librería olvidada por el tiempo, una de esas que resisten por terquedad más que por necesidad. La capucha caída sobre su rostro proyectaba un velo de sombra que la mantenía a salvo de miradas inoportunas, y sus ropajes, aunque humildes, estaban cuidadosamente escogidos. Eran telas sin historia, ajenas a la memoria, pero tejidas con la intención de ocultar. Cada pliegue parecía adherirse a su figura como si compartiera su deseo de permanecer invisible, como si supieran que algunos secretos no deben ser perturbados. El agua chorreaba desde los bordes de su capa, formando pequeños charcos sobre las tablas de madera agrietada del umbral. Las gotas caían con un ritmo suave pero insistente, como si quisieran escribir su presencia en el lenguaje sutil del mundo. A pesar de estar empapada, no parecía sentir el frío; o quizá lo aceptaba como parte de sí, como un eco más de lo que arrastraba dentro. No había prisa en sus gestos. Había llegado allí no para huir, sino para olvidar… O al menos fingir que podía. Dentro de la librería, el aire estaba saturado del aroma terroso del papel envejecido, de tinta marchita y madera antigua. Había algo sagrado en ese olor, algo que evocaba recuerdos de tiempos más lentos, de voces susurradas entre páginas, de historias que vivían en silencio esperando ser despertadas. El calor tenue proveniente de una estufa oculta en algún rincón envolvía la estancia como un abrazo que no exigía palabras. Y en medio de todo, el perfume leve del té recién servido, humeando en una taza de porcelana desgastada, se entrelazaba con la quietud de la escena. Ella sostuvo la taza entre sus manos enguantadas, dejando que el calor se filtrara poco a poco a través de la tela hasta sus dedos, como si buscara, en ese contacto leve, alguna señal de que aún podía sentir. El dueño del lugar, un hombre encorvado por los años pero con ojos en los que aún brillaba una chispa de humanidad, apenas la miró. Le dedicó un leve asentimiento, sin sorpresa ni curiosidad. La había visto antes. Quizás no en cuerpo, pero sí en espíritu. Algunos clientes no venían a comprar, sino a pertenecer por un instante a algo más íntimo y olvidado. Y él lo entendía. Era mejor no hacer preguntas. Entre estantes desbordados de libros sin clasificar, halló un rincón apartado donde la lámpara derramaba una luz cálida sobre la superficie rugosa de una mesa. Se sentó y abrió un tomo antiguo sin mirar el título. Las páginas crujieron con la delicadeza de un suspiro, y sus dedos se deslizaron por ellas con una reverencia casi ritual. No leía, no realmente. Buscaba en los pliegues del papel, en la tinta apenas desvaída, algo que no podía nombrar, una palabra olvidada. Una imagen enterrada. Un fragmento de sí misma que quizás aún vivía entre esas líneas, escondido como un susurro esperando ser oído. Afuera, la lluvia seguía cayendo, trazando su música líquida contra los ventanales, mientras la ciudad continuaba su marcha incierta. Los ruidos se amortiguaban tras los muros de la librería, convertidos en ecos lejanos, como si pertenecieran a otro mundo. En ese instante suspendido, no existían las sombras que la acechaban, ni las culpas que la desgarraban por dentro. No había promesas incumplidas ni nombres que dolían al recordarse. Solo el latido pausado del tiempo, el aroma del té, el tacto del papel bajo sus dedos… Y una calma ilusoria que, por una vez, no necesitaba justificar su presencia. Quizá, si cerraba los ojos el tiempo suficiente, podría imaginar que alguna vez ese mundo le había pertenecido. No como guerrera, ni como sombra, ni como huella que se desvanece al amanecer. Sino como alguien sencilla, alguien real. Alguien que aún podía sentarse en una librería bajo la lluvia, y creer —aunque fuera por un suspiro— que el pasado no dolía tanto y el futuro aún no era una condena escrita. Y aunque sabía que esa quietud era frágil como la cáscara de una llama en el viento, no la rompió. Porque en ese instante, en esa diminuta burbuja de existencia, ella no era una amenaza. No era una fugitiva. No era nada que debiera temer. Era solo una mujer bajo la lluvia, con una taza entre las manos, buscando algo perdido entre las páginas de un libro.
    Tipo
    Individual
    LĂ­neas
    Cualquier lĂ­nea
    Estado
    Disponible
    Me gusta
    Me encocora
    Me shockea
    4
    0 turnos 0 maullidos
  • Se posaba sobre la roca con la naturalidad de quien ha nacido para las alturas. Sus garras se aferraban al borde como si la piedra fuese rama, su silueta recortada contra el cielo grisáceo, inmóvil, pero no ausente. La brisa le alborotaba las plumas del cuello, y él ladeó la cabeza, atento a un sonido que sólo él parecía haber oído.

    Una brizna de aire.

    Graznó una vez, bajo, seco, apenas un rasguño en la quietud del crepúsculo. Y luego volvió a mirar. No al cielo, no a la tierra, sino a un punto entre ambos, como si leyera una escritura invisible flotando en el aire. Sus ojos, brasas encendidas en medio de tanta sombra, destellaron con un brillo ajeno al entorno. Comprendía más de lo que su pico jamás pronunciaría.

    Desde las alturas, vigilaba. Desde las ramas, escuchaba. Desde el hombro de su dueña, recordaba.

    No era un familiar, no era un demonio disfrazado, era un cuervo. Un cuervo común, sí, pero no corriente. Criado con magia, templado con silencio, y marcado por una mirada que conocía tanto la compasión como el castigo.

    Cuando alzó vuelo, lo hizo como lo haría cualquier otro cuervo: con un par de aleteos rítmicos, elevándose hacia los árboles. Pero sus ojos no dejaban de arder. Porque Nyktos ve, y Nyktos recuerda.

    Y cuando llega el momento… Grazna primero.

    Se posaba sobre la roca con la naturalidad de quien ha nacido para las alturas. Sus garras se aferraban al borde como si la piedra fuese rama, su silueta recortada contra el cielo grisáceo, inmóvil, pero no ausente. La brisa le alborotaba las plumas del cuello, y él ladeó la cabeza, atento a un sonido que sólo él parecía haber oído. Una brizna de aire. Graznó una vez, bajo, seco, apenas un rasguño en la quietud del crepúsculo. Y luego volvió a mirar. No al cielo, no a la tierra, sino a un punto entre ambos, como si leyera una escritura invisible flotando en el aire. Sus ojos, brasas encendidas en medio de tanta sombra, destellaron con un brillo ajeno al entorno. Comprendía más de lo que su pico jamás pronunciaría. Desde las alturas, vigilaba. Desde las ramas, escuchaba. Desde el hombro de su dueña, recordaba. No era un familiar, no era un demonio disfrazado, era un cuervo. Un cuervo común, sí, pero no corriente. Criado con magia, templado con silencio, y marcado por una mirada que conocía tanto la compasión como el castigo. Cuando alzó vuelo, lo hizo como lo haría cualquier otro cuervo: con un par de aleteos rítmicos, elevándose hacia los árboles. Pero sus ojos no dejaban de arder. Porque Nyktos ve, y Nyktos recuerda. Y cuando llega el momento… Grazna primero.
    Me gusta
    Me endiabla
    4
    0 turnos 0 maullidos
  • 𝘌𝘯 𝘭𝘰 đ˜±đ˜łđ˜°đ˜§đ˜¶đ˜Żđ˜„đ˜° đ˜„đ˜Š 𝘭𝘱 đ˜°đ˜Žđ˜€đ˜¶đ˜łđ˜Șđ˜„đ˜ąđ˜„, đ˜„đ˜°đ˜Żđ˜„đ˜Š 𝘭𝘱 đ˜­đ˜¶đ˜» đ˜±đ˜ąđ˜łđ˜Šđ˜€đ˜Š 𝘮𝘩𝘳 đ˜¶đ˜Ż đ˜Žđ˜¶đ˜Šđ˜ŻÌƒđ˜° đ˜„đ˜Șđ˜Žđ˜”đ˜ąđ˜Żđ˜”đ˜Š, đ˜¶đ˜Żđ˜ą đ˜­đ˜¶đ˜€đ˜Șđ˜ŠÌđ˜łđ˜Żđ˜ąđ˜šđ˜ą đ˜ąđ˜łđ˜„đ˜Š, đ˜„đ˜ŠÌđ˜Łđ˜Ș𝘭 đ˜ș 𝘮𝘰𝘭đ˜Șđ˜”đ˜ąđ˜łđ˜Ș𝘱. đ˜šđ˜¶ đ˜łđ˜Šđ˜Žđ˜±đ˜­đ˜ąđ˜Żđ˜„đ˜°đ˜ł, đ˜”đ˜ąđ˜Ż đ˜”đ˜Šđ˜Żđ˜¶đ˜Š, đ˜ąđ˜±đ˜Šđ˜Żđ˜ąđ˜Ž đ˜„đ˜Šđ˜Žđ˜ąđ˜§đ˜ȘÌđ˜ą 𝘭𝘱𝘮 𝘮𝘰𝘼𝘣𝘳𝘱𝘮 đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘭𝘱 đ˜łđ˜°đ˜„đ˜Šđ˜ąđ˜Ż, đ˜±đ˜Šđ˜łđ˜° 𝘩𝘮 đ˜¶đ˜Żđ˜ą đ˜€đ˜©đ˜Șđ˜Žđ˜±đ˜ą đ˜±đ˜Šđ˜łđ˜Žđ˜Șđ˜Žđ˜”đ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜Š, đ˜¶đ˜Ż đ˜Šđ˜€đ˜° đ˜„đ˜Š 𝘱𝘭𝘹𝘰 đ˜±đ˜Šđ˜łđ˜„đ˜Șđ˜„đ˜°, đ˜¶đ˜Ż đ˜„đ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜Šđ˜­đ˜­đ˜° đ˜„đ˜Š 𝘭𝘰 đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜¶đ˜Żđ˜ą đ˜·đ˜Šđ˜» đ˜§đ˜¶đ˜Š. 𝘕𝘰 𝘩𝘮 𝘭𝘱 đ˜­đ˜¶đ˜» đ˜„đ˜Š đ˜¶đ˜Żđ˜ą đ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜łđ˜Šđ˜­đ˜­đ˜ą 𝘣𝘳đ˜Șđ˜­đ˜­đ˜ąđ˜Żđ˜”đ˜Š, 𝘯đ˜Ș 𝘭𝘱 đ˜„đ˜Š đ˜¶đ˜Ż 𝘮𝘩𝘳 đ˜€đ˜Šđ˜­đ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜Ș𝘱𝘭 đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘮𝘩 đ˜Šđ˜­đ˜Šđ˜·đ˜ą, 𝘮đ˜Ș𝘯𝘰 𝘭𝘱 đ˜„đ˜Š đ˜¶đ˜Żđ˜ą 𝘱𝘭𝘼𝘱 đ˜€đ˜ąđ˜ȘÌđ˜„đ˜ą đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘮𝘩 𝘳𝘩𝘮đ˜Șđ˜Žđ˜”đ˜Š 𝘱 đ˜„đ˜Šđ˜Žđ˜ąđ˜±đ˜ąđ˜łđ˜Šđ˜€đ˜Šđ˜ł, đ˜ąđ˜¶đ˜Żđ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜Žđ˜¶ 𝘭𝘭𝘱𝘼𝘱 𝘮𝘩 𝘩đ˜čđ˜”đ˜Ș𝘯𝘹𝘱 đ˜­đ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜ąđ˜źđ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜Š 𝘩𝘯 𝘭𝘱 đ˜Ș𝘯𝘼𝘩𝘯𝘮đ˜Șđ˜„đ˜ąđ˜„ đ˜„đ˜Š 𝘭𝘱 đ˜Żđ˜°đ˜€đ˜©đ˜Š.

    đ˜™đ˜Šđ˜„đ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜°đ˜łđ˜ą 𝘮đ˜Ș𝘯 đ˜łđ˜Šđ˜„đ˜Šđ˜Żđ˜€đ˜Șđ˜°Ìđ˜Ż, đ˜Žđ˜¶ 𝘩đ˜čđ˜Șđ˜Žđ˜”đ˜Šđ˜Żđ˜€đ˜Ș𝘱 𝘮𝘩 đ˜©đ˜ą đ˜§đ˜°đ˜łđ˜«đ˜ąđ˜„đ˜° 𝘩𝘯 𝘩𝘭 đ˜€đ˜°đ˜Żđ˜”đ˜łđ˜ąđ˜Žđ˜”đ˜Š đ˜„đ˜Š 𝘭𝘱 đ˜­đ˜¶đ˜» đ˜ș 𝘭𝘱 đ˜°đ˜Žđ˜€đ˜¶đ˜łđ˜Șđ˜„đ˜ąđ˜„. 𝘠𝘱 𝘯𝘰 𝘩𝘮 𝘩𝘭 𝘮𝘩𝘳 đ˜„đ˜Șđ˜·đ˜Ș𝘯𝘰 đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜ąđ˜­đ˜šđ˜¶đ˜Żđ˜ą đ˜·đ˜Šđ˜» 𝘣𝘳đ˜Șđ˜­đ˜­đ˜°Ì 𝘩𝘯 𝘭𝘰𝘮 đ˜€đ˜Ș𝘩𝘭𝘰𝘮, 𝘮đ˜Ș𝘯𝘰 đ˜¶đ˜Ż đ˜Šđ˜Žđ˜±đ˜Šđ˜€đ˜”đ˜łđ˜° đ˜ąđ˜”đ˜łđ˜ąđ˜±đ˜ąđ˜„đ˜° đ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜łđ˜Š đ˜„đ˜°đ˜Ž đ˜źđ˜¶đ˜Żđ˜„đ˜°đ˜Ž, 𝘮đ˜Ș𝘯 đ˜±đ˜°đ˜„đ˜Šđ˜ł đ˜łđ˜Šđ˜”đ˜°đ˜łđ˜Żđ˜ąđ˜ł 𝘱 𝘭𝘰 đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜§đ˜¶đ˜Š. 𝘓𝘱 𝘹𝘭𝘰𝘳đ˜Ș𝘱 𝘮𝘩 đ˜©đ˜ą đ˜„đ˜Šđ˜Žđ˜·đ˜ąđ˜Żđ˜Šđ˜€đ˜Șđ˜„đ˜° đ˜ș 𝘩𝘯 đ˜Žđ˜¶ đ˜­đ˜¶đ˜šđ˜ąđ˜ł, 𝘮𝘰𝘭𝘰 đ˜Čđ˜¶đ˜Šđ˜„đ˜ą đ˜¶đ˜Ż đ˜łđ˜Šđ˜Žđ˜±đ˜­đ˜ąđ˜Żđ˜„đ˜°đ˜ł đ˜Čđ˜¶đ˜Šđ˜Łđ˜łđ˜ąđ˜„đ˜°, đ˜¶đ˜Żđ˜ą đ˜­đ˜¶đ˜» đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜ąđ˜łđ˜„đ˜Š 𝘮đ˜Ș𝘯 đ˜Šđ˜Žđ˜±đ˜Šđ˜łđ˜ąđ˜Żđ˜»đ˜ą đ˜„đ˜Š đ˜Šđ˜Żđ˜€đ˜°đ˜Żđ˜”đ˜łđ˜ąđ˜ł đ˜Žđ˜¶ đ˜±đ˜łđ˜°đ˜±đ˜°Ìđ˜Žđ˜Șđ˜”đ˜°. 𝘚đ˜Ș𝘯 𝘩𝘼𝘣𝘱𝘳𝘹𝘰, 𝘯𝘰 𝘮𝘩 𝘩đ˜čđ˜”đ˜Șđ˜Żđ˜šđ˜¶đ˜Š, đ˜±đ˜°đ˜łđ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘩𝘯 đ˜Žđ˜¶ 𝘱𝘭𝘼𝘱 đ˜ąđ˜łđ˜„đ˜Š đ˜ąđ˜¶Ìđ˜Ż 𝘩𝘭 đ˜Šđ˜€đ˜° đ˜„đ˜Š đ˜¶đ˜Żđ˜ą 𝘧𝘩 đ˜±đ˜Šđ˜łđ˜„đ˜Șđ˜„đ˜ą.

    𝘊𝘱đ˜șđ˜°Ì đ˜„đ˜Šđ˜Žđ˜„đ˜Š 𝘭𝘱𝘮 đ˜ąđ˜­đ˜”đ˜¶đ˜łđ˜ąđ˜Ž đ˜„đ˜Š 𝘭𝘰 đ˜„đ˜Șđ˜·đ˜Ș𝘯𝘰, đ˜ąđ˜łđ˜łđ˜ąđ˜Žđ˜”đ˜łđ˜ąđ˜„đ˜ą đ˜±đ˜°đ˜ł đ˜Žđ˜¶đ˜Ž đ˜±đ˜łđ˜°đ˜±đ˜Ș𝘰𝘮 𝘩𝘳𝘳𝘰𝘳𝘩𝘮, đ˜±đ˜°đ˜ł 𝘭𝘱 đ˜Șđ˜źđ˜±đ˜Šđ˜łđ˜§đ˜Šđ˜€đ˜€đ˜Șđ˜°Ìđ˜Ż đ˜„đ˜Š đ˜Žđ˜¶ 𝘮𝘩𝘳. 𝘠 đ˜ąđ˜¶đ˜Żđ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜Žđ˜¶đ˜Ž 𝘱𝘭𝘱𝘮 đ˜©đ˜ąđ˜Ż 𝘮đ˜Șđ˜„đ˜° đ˜źđ˜ąđ˜Żđ˜€đ˜©đ˜ąđ˜„đ˜ąđ˜Ž, đ˜łđ˜°đ˜”đ˜ąđ˜Ž đ˜±đ˜°đ˜ł 𝘩𝘭 đ˜±đ˜Šđ˜Žđ˜° đ˜„đ˜Š đ˜Žđ˜¶ đ˜€đ˜°đ˜Żđ˜„đ˜Šđ˜Żđ˜ą, đ˜”đ˜°đ˜„đ˜ąđ˜·đ˜ȘÌđ˜ą đ˜Čđ˜¶đ˜Šđ˜„đ˜ą 𝘩𝘯 𝘩𝘭𝘭𝘱 đ˜¶đ˜Ż đ˜·đ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜Ș𝘹đ˜Ș𝘰 đ˜„đ˜Š 𝘭𝘰 đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜ąđ˜­đ˜šđ˜¶đ˜Żđ˜ą đ˜·đ˜Šđ˜» đ˜§đ˜¶đ˜Š. 𝘓𝘱 đ˜€đ˜ąđ˜ȘÌđ˜„đ˜ą 𝘯𝘰 đ˜§đ˜¶đ˜Š 𝘩𝘭 𝘧đ˜Ș𝘯, 𝘮đ˜Ș𝘯𝘰 đ˜¶đ˜Żđ˜ą đ˜”đ˜łđ˜ąđ˜Żđ˜Žđ˜§đ˜°đ˜łđ˜źđ˜ąđ˜€đ˜Șđ˜°Ìđ˜Ż, đ˜¶đ˜Ż đ˜±đ˜ąđ˜Žđ˜° đ˜©đ˜ąđ˜€đ˜Ș𝘱 đ˜¶đ˜Żđ˜ą 𝘩đ˜čđ˜Șđ˜Žđ˜”đ˜Šđ˜Żđ˜€đ˜Ș𝘱 đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜ș𝘱 𝘯𝘰 đ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜ąÌ đ˜„đ˜Šđ˜§đ˜Ș𝘯đ˜Șđ˜„đ˜ą đ˜±đ˜°đ˜ł 𝘭𝘱 đ˜­đ˜¶đ˜», 𝘮đ˜Ș𝘯𝘰 đ˜±đ˜°đ˜ł 𝘭𝘱 đ˜­đ˜¶đ˜€đ˜©đ˜ą đ˜€đ˜°đ˜Żđ˜Žđ˜”đ˜ąđ˜Żđ˜”đ˜Š đ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜łđ˜Š 𝘭𝘰 đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜§đ˜¶đ˜Š đ˜ș 𝘭𝘰 đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜ąđ˜©đ˜°đ˜łđ˜ą 𝘩𝘮.

    𝘌𝘯 đ˜€đ˜ąđ˜„đ˜ą đ˜±đ˜ąđ˜Žđ˜° đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜„đ˜ą, đ˜©đ˜ąđ˜ș đ˜¶đ˜Żđ˜ą đ˜Łđ˜ąđ˜”đ˜ąđ˜­đ˜­đ˜ą. 𝘓𝘱 đ˜­đ˜¶đ˜» đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜ąđ˜¶Ìđ˜Ż đ˜±đ˜Šđ˜łđ˜Žđ˜Șđ˜Žđ˜”đ˜Š 𝘩𝘯 đ˜Žđ˜¶ đ˜±đ˜Šđ˜€đ˜©đ˜° 𝘩𝘮 đ˜¶đ˜Żđ˜ą 𝘭𝘭𝘱𝘼𝘱 đ˜„đ˜ŠÌđ˜Łđ˜Ș𝘭, đ˜Șđ˜Żđ˜€đ˜ąđ˜±đ˜ąđ˜» đ˜„đ˜Š đ˜Șđ˜­đ˜¶đ˜źđ˜Ș𝘯𝘱𝘳 đ˜±đ˜°đ˜ł đ˜€đ˜°đ˜źđ˜±đ˜­đ˜Šđ˜”đ˜° 𝘭𝘱𝘮 𝘮𝘰𝘼𝘣𝘳𝘱𝘮 đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘭𝘱 đ˜łđ˜°đ˜„đ˜Šđ˜ąđ˜Ż, đ˜±đ˜Šđ˜łđ˜° 𝘩𝘮 đ˜”đ˜°đ˜„đ˜° 𝘭𝘰 đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘭𝘩 đ˜Čđ˜¶đ˜Šđ˜„đ˜ą. 𝘌𝘯 đ˜Žđ˜¶ đ˜­đ˜¶đ˜€đ˜©đ˜ą đ˜±đ˜°đ˜ł đ˜źđ˜ąđ˜Żđ˜”đ˜Šđ˜Żđ˜Šđ˜ł 𝘩𝘮𝘱 đ˜€đ˜©đ˜Șđ˜Žđ˜±đ˜ą đ˜·đ˜Șđ˜·đ˜ą, 𝘮𝘩 đ˜Šđ˜Żđ˜§đ˜łđ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜ą 𝘱𝘭 𝘱𝘣đ˜Ș𝘮𝘼𝘰 đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜ąđ˜źđ˜Šđ˜Żđ˜ąđ˜»đ˜ą đ˜€đ˜°đ˜Ż đ˜€đ˜°đ˜Żđ˜Žđ˜¶đ˜źđ˜Ș𝘳𝘭𝘱. 𝘠 𝘩𝘯 đ˜€đ˜ąđ˜„đ˜ą đ˜Șđ˜Żđ˜Žđ˜”đ˜ąđ˜Żđ˜”đ˜Š, 𝘮𝘱𝘣𝘩 đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘭𝘱 đ˜łđ˜Šđ˜„đ˜Šđ˜Żđ˜€đ˜Șđ˜°Ìđ˜Ż 𝘯𝘰 đ˜­đ˜­đ˜Šđ˜šđ˜ąđ˜łđ˜ąÌ. 𝘕𝘰 đ˜©đ˜ąđ˜ș đ˜ąÌđ˜Żđ˜šđ˜Šđ˜­ đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘭𝘱 đ˜łđ˜Šđ˜Žđ˜€đ˜ąđ˜”đ˜Š 𝘯đ˜Ș đ˜„đ˜Șđ˜·đ˜Ș𝘯đ˜Șđ˜„đ˜ąđ˜„ đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘭𝘱 đ˜±đ˜Šđ˜łđ˜„đ˜°đ˜Żđ˜Š. đ˜šđ˜¶ đ˜„đ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜Ș𝘯𝘰 đ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜ąÌ đ˜Žđ˜Šđ˜­đ˜­đ˜ąđ˜„đ˜°, đ˜ș đ˜ąđ˜¶Ìđ˜Ż 𝘱𝘮đ˜Ș́, 𝘯𝘰 𝘮𝘩 𝘳đ˜Șđ˜Żđ˜„đ˜Š. 𝘓𝘱 đ˜Šđ˜Žđ˜±đ˜Šđ˜łđ˜ąđ˜Żđ˜»đ˜ą 𝘯𝘰 đ˜©đ˜ą đ˜źđ˜¶đ˜Šđ˜łđ˜”đ˜°, đ˜±đ˜°đ˜łđ˜Čđ˜¶đ˜Š, đ˜ąđ˜¶đ˜Żđ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜Žđ˜¶ đ˜­đ˜¶đ˜» 𝘮𝘩 đ˜„đ˜Šđ˜Žđ˜·đ˜ąđ˜Żđ˜Šđ˜»đ˜€đ˜ą, 𝘩𝘭𝘭𝘱 𝘮đ˜Șđ˜šđ˜¶đ˜Š đ˜Łđ˜¶đ˜Žđ˜€đ˜ąđ˜Żđ˜„đ˜° đ˜¶đ˜Ż đ˜±đ˜łđ˜°đ˜±đ˜°Ìđ˜Žđ˜Șđ˜”đ˜° 𝘩𝘯 đ˜źđ˜Šđ˜„đ˜Ș𝘰 đ˜„đ˜Šđ˜­ đ˜·đ˜ąđ˜€đ˜ȘÌđ˜°.

    𝘓𝘱 𝘧𝘩 đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜ąđ˜­đ˜šđ˜¶đ˜Żđ˜ą đ˜·đ˜Šđ˜» 𝘭𝘱 đ˜Žđ˜°đ˜Žđ˜”đ˜¶đ˜·đ˜° đ˜ș𝘱 𝘯𝘰 đ˜ąđ˜łđ˜„đ˜Š đ˜€đ˜°đ˜Ż 𝘭𝘱 𝘼đ˜Ș𝘮𝘼𝘱 đ˜§đ˜¶đ˜Šđ˜łđ˜»đ˜ą, đ˜ș 𝘮đ˜Ș𝘯 𝘩𝘼𝘣𝘱𝘳𝘹𝘰, 𝘱𝘭𝘹𝘰 đ˜±đ˜Šđ˜łđ˜Žđ˜Șđ˜Žđ˜”đ˜Š. đ˜ˆđ˜¶đ˜Żđ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜Žđ˜¶ 𝘱𝘭𝘼𝘱 đ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜ąÌ đ˜źđ˜ąđ˜łđ˜€đ˜ąđ˜„đ˜ą đ˜±đ˜°đ˜ł 𝘩𝘭 đ˜Žđ˜¶đ˜§đ˜łđ˜Ș𝘼đ˜Șđ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜°, đ˜ąđ˜¶đ˜Żđ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘮𝘩 đ˜·đ˜Š đ˜ąđ˜łđ˜łđ˜ąđ˜Žđ˜”đ˜łđ˜ąđ˜„đ˜ą đ˜±đ˜°đ˜ł 𝘭𝘱 đ˜Šđ˜”đ˜Šđ˜łđ˜Żđ˜Șđ˜„đ˜ąđ˜„ đ˜„đ˜Š đ˜Žđ˜¶ đ˜€đ˜°đ˜Żđ˜„đ˜Šđ˜Żđ˜ą, đ˜Žđ˜¶ đ˜­đ˜¶đ˜» 𝘮đ˜Șđ˜šđ˜¶đ˜Š 𝘮đ˜Șđ˜Šđ˜Żđ˜„đ˜° 𝘭𝘱 đ˜¶Ìđ˜­đ˜”đ˜Ș𝘼𝘱 𝘳𝘩𝘮đ˜Șđ˜Žđ˜”đ˜Šđ˜Żđ˜€đ˜Ș𝘱 đ˜€đ˜°đ˜Żđ˜”đ˜łđ˜ą 𝘭𝘱 đ˜°đ˜Žđ˜€đ˜¶đ˜łđ˜Șđ˜„đ˜ąđ˜„. 𝘕𝘰 𝘩𝘮 𝘭𝘱 𝘧𝘩 đ˜„đ˜Š đ˜¶đ˜Ż đ˜ąÌđ˜Żđ˜šđ˜Šđ˜­ đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜€đ˜°đ˜Żđ˜§đ˜ȘÌđ˜ą 𝘩𝘯 𝘭𝘱 đ˜Žđ˜ąđ˜­đ˜·đ˜ąđ˜€đ˜Șđ˜°Ìđ˜Ż, 𝘮đ˜Ș𝘯𝘰 𝘭𝘱 𝘧𝘩 đ˜„đ˜Š đ˜¶đ˜Żđ˜ą đ˜€đ˜ąđ˜ȘÌđ˜„đ˜ą đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜ąđ˜¶Ìđ˜Ż đ˜šđ˜¶đ˜ąđ˜łđ˜„đ˜ą 𝘩𝘯 đ˜Žđ˜¶ đ˜€đ˜°đ˜łđ˜ąđ˜»đ˜°Ìđ˜Ż 𝘭𝘱 đ˜±đ˜°đ˜Žđ˜Ș𝘣đ˜Ș𝘭đ˜Șđ˜„đ˜ąđ˜„ đ˜„đ˜Š đ˜Šđ˜Żđ˜€đ˜°đ˜Żđ˜”đ˜łđ˜ąđ˜ł 𝘱𝘭𝘹𝘰 đ˜źđ˜ąÌđ˜Ž đ˜ąđ˜­đ˜­đ˜ąÌ đ˜„đ˜Šđ˜­ đ˜„đ˜°đ˜­đ˜°đ˜ł: đ˜¶đ˜Ż đ˜Žđ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜Șđ˜„đ˜°.

    𝘈𝘭 đ˜€đ˜ąđ˜źđ˜Ș𝘯𝘱𝘳 đ˜±đ˜°đ˜ł đ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜ą đ˜Žđ˜Šđ˜Żđ˜„đ˜ą đ˜„đ˜Š 𝘮𝘰𝘼𝘣𝘳𝘱𝘮, 𝘭𝘱 đ˜­đ˜¶đ˜€đ˜Șđ˜ŠÌđ˜łđ˜Żđ˜ąđ˜šđ˜ą 𝘩𝘮 đ˜€đ˜°đ˜Żđ˜Žđ˜€đ˜Șđ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜Š đ˜„đ˜Š đ˜Žđ˜¶ đ˜€đ˜°đ˜Żđ˜”đ˜łđ˜ąđ˜„đ˜Șđ˜€đ˜€đ˜Șđ˜°Ìđ˜Ż: 𝘩𝘮 𝘭𝘱 đ˜­đ˜¶đ˜» đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜Żđ˜¶đ˜Żđ˜€đ˜ą đ˜ąđ˜­đ˜€đ˜ąđ˜Żđ˜»đ˜ąđ˜łđ˜ąÌ 𝘭𝘱 đ˜±đ˜ąđ˜», 𝘩𝘭 𝘧𝘱𝘳𝘰 đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘮𝘩 đ˜ąđ˜©đ˜°đ˜šđ˜ą 𝘩𝘯 đ˜Žđ˜¶ đ˜±đ˜łđ˜°đ˜±đ˜Ș𝘱 đ˜°đ˜Žđ˜€đ˜¶đ˜łđ˜Șđ˜„đ˜ąđ˜„. đ˜Šđ˜ąđ˜„đ˜ą đ˜„đ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜Šđ˜­đ˜­đ˜° 𝘩𝘯 đ˜Žđ˜¶ 𝘮𝘩𝘳 𝘩𝘮 đ˜¶đ˜Żđ˜ą đ˜­đ˜­đ˜ąđ˜źđ˜ąđ˜„đ˜ą, đ˜¶đ˜Ż đ˜łđ˜Šđ˜€đ˜°đ˜łđ˜„đ˜ąđ˜”đ˜°đ˜łđ˜Ș𝘰 đ˜„đ˜Š 𝘭𝘰 đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜ąđ˜­đ˜šđ˜¶đ˜Żđ˜ą đ˜·đ˜Šđ˜» đ˜§đ˜¶đ˜Š, đ˜±đ˜Šđ˜łđ˜° đ˜”đ˜ąđ˜źđ˜Łđ˜Șđ˜ŠÌđ˜Ż đ˜¶đ˜Żđ˜ą đ˜ąđ˜„đ˜·đ˜Šđ˜łđ˜”đ˜Šđ˜Żđ˜€đ˜Ș𝘱 đ˜„đ˜Š 𝘭𝘰 đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜Żđ˜¶đ˜Żđ˜€đ˜ą đ˜±đ˜°đ˜„đ˜łđ˜ąÌ 𝘮𝘩𝘳. 𝘚đ˜Ș𝘯 𝘩𝘼𝘣𝘱𝘳𝘹𝘰, 𝘩𝘯 𝘩𝘮𝘩 đ˜„đ˜°đ˜­đ˜°đ˜ł, 𝘩𝘯 𝘩𝘮𝘱 đ˜ąđ˜€đ˜Šđ˜±đ˜”đ˜ąđ˜€đ˜Șđ˜°Ìđ˜Ż 𝘱𝘼𝘱𝘳𝘹𝘱 đ˜„đ˜Š đ˜Žđ˜¶ đ˜„đ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜Ș𝘯𝘰, 𝘮đ˜Șđ˜šđ˜¶đ˜Š đ˜ąđ˜„đ˜Šđ˜­đ˜ąđ˜Żđ˜”đ˜Š. 𝘗𝘰𝘳đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜ąđ˜¶đ˜Żđ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘭𝘱 đ˜łđ˜Šđ˜„đ˜Šđ˜Żđ˜€đ˜Șđ˜°Ìđ˜Ż 𝘮𝘩 𝘭𝘩 đ˜Šđ˜Žđ˜€đ˜ąđ˜±đ˜Š, đ˜ș 𝘭𝘱 𝘧𝘩 𝘮𝘩 𝘭𝘩 đ˜„đ˜Šđ˜Žđ˜­đ˜Șđ˜€đ˜Š đ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜łđ˜Š 𝘭𝘰𝘮 đ˜„đ˜Šđ˜„đ˜°đ˜Ž, 𝘩𝘯 đ˜Žđ˜¶ đ˜±đ˜Šđ˜€đ˜©đ˜° 𝘮đ˜Șđ˜šđ˜¶đ˜Š đ˜ąđ˜łđ˜„đ˜Șđ˜Šđ˜Żđ˜„đ˜° đ˜¶đ˜Żđ˜ą 𝘭𝘭𝘱𝘼𝘱 đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘮𝘩 𝘯đ˜Ș𝘩𝘹𝘱 𝘱 𝘩đ˜čđ˜”đ˜Șđ˜Żđ˜šđ˜¶đ˜Ș𝘳𝘮𝘩.

    𝘈𝘮đ˜Ș́, 𝘩𝘯 𝘭𝘱 đ˜·đ˜ąđ˜Žđ˜”đ˜Šđ˜„đ˜ąđ˜„ đ˜„đ˜Š 𝘭𝘱 đ˜Żđ˜°đ˜€đ˜©đ˜Š, đ˜„đ˜°đ˜Żđ˜„đ˜Š 𝘭𝘱 đ˜Šđ˜Žđ˜±đ˜Šđ˜łđ˜ąđ˜Żđ˜»đ˜ą đ˜±đ˜ąđ˜łđ˜Šđ˜€đ˜Š đ˜©đ˜ąđ˜Łđ˜Šđ˜ł đ˜źđ˜¶đ˜Šđ˜łđ˜”đ˜°, 𝘩𝘭𝘭𝘱 đ˜±đ˜Šđ˜łđ˜Žđ˜Șđ˜Žđ˜”đ˜Š. 𝘜𝘯 𝘮𝘩𝘳 đ˜ąđ˜”đ˜łđ˜ąđ˜±đ˜ąđ˜„đ˜° đ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜łđ˜Š 𝘭𝘱 đ˜­đ˜¶đ˜» đ˜ș 𝘭𝘱 𝘮𝘰𝘼𝘣𝘳𝘱, đ˜¶đ˜Ż 𝘧𝘱𝘳𝘰 đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜Żđ˜¶đ˜Żđ˜€đ˜ą đ˜Šđ˜Żđ˜€đ˜°đ˜Żđ˜”đ˜łđ˜ąđ˜łđ˜ąÌ đ˜Žđ˜¶ 𝘰𝘳đ˜Ș𝘭𝘭𝘱, đ˜±đ˜Šđ˜łđ˜° đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘮đ˜Șđ˜šđ˜¶đ˜Š 𝘣𝘳đ˜Șđ˜­đ˜­đ˜ąđ˜Żđ˜„đ˜°, đ˜ąđ˜¶đ˜Żđ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘮𝘩𝘱 𝘮𝘰𝘭𝘰 đ˜¶đ˜Ż đ˜Žđ˜¶đ˜Žđ˜¶đ˜łđ˜łđ˜° 𝘩𝘯 𝘩𝘭 đ˜·đ˜Șđ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜°. 𝘗𝘰𝘳đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘭𝘱 đ˜­đ˜¶đ˜», đ˜ąđ˜¶đ˜Żđ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜„đ˜ŠÌđ˜Łđ˜Ș𝘭, đ˜Żđ˜¶đ˜Żđ˜€đ˜ą đ˜„đ˜Šđ˜«đ˜ą đ˜„đ˜Š đ˜ąđ˜łđ˜„đ˜Šđ˜ł, đ˜ș 𝘩𝘯 đ˜Žđ˜¶ 𝘳𝘩𝘮đ˜Șđ˜Žđ˜”đ˜Šđ˜Żđ˜€đ˜Ș𝘱, 𝘩𝘯 đ˜Žđ˜¶ đ˜­đ˜¶đ˜€đ˜©đ˜ą đ˜±đ˜°đ˜ł đ˜źđ˜ąđ˜Żđ˜”đ˜Šđ˜Żđ˜Šđ˜łđ˜Žđ˜Š, 𝘭𝘱 đ˜­đ˜¶đ˜€đ˜Șđ˜ŠÌđ˜łđ˜Żđ˜ąđ˜šđ˜ą 𝘮đ˜Șđ˜šđ˜¶đ˜Š 𝘮đ˜Șđ˜Šđ˜Żđ˜„đ˜° đ˜¶đ˜Ż đ˜Šđ˜€đ˜° đ˜„đ˜Š 𝘭𝘰 đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜ąđ˜­đ˜šđ˜¶đ˜Żđ˜ą đ˜·đ˜Šđ˜» đ˜§đ˜¶đ˜Š. 𝘜𝘯𝘱 đ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜łđ˜Šđ˜­đ˜­đ˜ą đ˜€đ˜ąđ˜ȘÌđ˜„đ˜ą, 𝘮đ˜Ș́, đ˜±đ˜Šđ˜łđ˜° đ˜¶đ˜Żđ˜ą đ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜łđ˜Šđ˜­đ˜­đ˜ą đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜ąđ˜¶Ìđ˜Ż 𝘮𝘩 𝘯đ˜Ș𝘩𝘹𝘱 𝘱 𝘮𝘩𝘳 đ˜€đ˜°đ˜źđ˜±đ˜­đ˜Šđ˜”đ˜ąđ˜źđ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜Š đ˜€đ˜°đ˜Żđ˜Žđ˜¶đ˜źđ˜Șđ˜„đ˜ą đ˜±đ˜°đ˜ł 𝘭𝘱 đ˜°đ˜Žđ˜€đ˜¶đ˜łđ˜Șđ˜„đ˜ąđ˜„.
    𝘌𝘯 𝘭𝘰 đ˜±đ˜łđ˜°đ˜§đ˜¶đ˜Żđ˜„đ˜° đ˜„đ˜Š 𝘭𝘱 đ˜°đ˜Žđ˜€đ˜¶đ˜łđ˜Șđ˜„đ˜ąđ˜„, đ˜„đ˜°đ˜Żđ˜„đ˜Š 𝘭𝘱 đ˜­đ˜¶đ˜» đ˜±đ˜ąđ˜łđ˜Šđ˜€đ˜Š 𝘮𝘩𝘳 đ˜¶đ˜Ż đ˜Žđ˜¶đ˜Šđ˜ŻÌƒđ˜° đ˜„đ˜Șđ˜Žđ˜”đ˜ąđ˜Żđ˜”đ˜Š, đ˜¶đ˜Żđ˜ą đ˜­đ˜¶đ˜€đ˜Șđ˜ŠÌđ˜łđ˜Żđ˜ąđ˜šđ˜ą đ˜ąđ˜łđ˜„đ˜Š, đ˜„đ˜ŠÌđ˜Łđ˜Ș𝘭 đ˜ș 𝘮𝘰𝘭đ˜Șđ˜”đ˜ąđ˜łđ˜Ș𝘱. đ˜šđ˜¶ đ˜łđ˜Šđ˜Žđ˜±đ˜­đ˜ąđ˜Żđ˜„đ˜°đ˜ł, đ˜”đ˜ąđ˜Ż đ˜”đ˜Šđ˜Żđ˜¶đ˜Š, đ˜ąđ˜±đ˜Šđ˜Żđ˜ąđ˜Ž đ˜„đ˜Šđ˜Žđ˜ąđ˜§đ˜ȘÌđ˜ą 𝘭𝘱𝘮 𝘮𝘰𝘼𝘣𝘳𝘱𝘮 đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘭𝘱 đ˜łđ˜°đ˜„đ˜Šđ˜ąđ˜Ż, đ˜±đ˜Šđ˜łđ˜° 𝘩𝘮 đ˜¶đ˜Żđ˜ą đ˜€đ˜©đ˜Șđ˜Žđ˜±đ˜ą đ˜±đ˜Šđ˜łđ˜Žđ˜Șđ˜Žđ˜”đ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜Š, đ˜¶đ˜Ż đ˜Šđ˜€đ˜° đ˜„đ˜Š 𝘱𝘭𝘹𝘰 đ˜±đ˜Šđ˜łđ˜„đ˜Șđ˜„đ˜°, đ˜¶đ˜Ż đ˜„đ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜Šđ˜­đ˜­đ˜° đ˜„đ˜Š 𝘭𝘰 đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜¶đ˜Żđ˜ą đ˜·đ˜Šđ˜» đ˜§đ˜¶đ˜Š. 𝘕𝘰 𝘩𝘮 𝘭𝘱 đ˜­đ˜¶đ˜» đ˜„đ˜Š đ˜¶đ˜Żđ˜ą đ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜łđ˜Šđ˜­đ˜­đ˜ą 𝘣𝘳đ˜Șđ˜­đ˜­đ˜ąđ˜Żđ˜”đ˜Š, 𝘯đ˜Ș 𝘭𝘱 đ˜„đ˜Š đ˜¶đ˜Ż 𝘮𝘩𝘳 đ˜€đ˜Šđ˜­đ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜Ș𝘱𝘭 đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘮𝘩 đ˜Šđ˜­đ˜Šđ˜·đ˜ą, 𝘮đ˜Ș𝘯𝘰 𝘭𝘱 đ˜„đ˜Š đ˜¶đ˜Żđ˜ą 𝘱𝘭𝘼𝘱 đ˜€đ˜ąđ˜ȘÌđ˜„đ˜ą đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘮𝘩 𝘳𝘩𝘮đ˜Șđ˜Žđ˜”đ˜Š 𝘱 đ˜„đ˜Šđ˜Žđ˜ąđ˜±đ˜ąđ˜łđ˜Šđ˜€đ˜Šđ˜ł, đ˜ąđ˜¶đ˜Żđ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜Žđ˜¶ 𝘭𝘭𝘱𝘼𝘱 𝘮𝘩 𝘩đ˜čđ˜”đ˜Ș𝘯𝘹𝘱 đ˜­đ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜ąđ˜źđ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜Š 𝘩𝘯 𝘭𝘱 đ˜Ș𝘯𝘼𝘩𝘯𝘮đ˜Șđ˜„đ˜ąđ˜„ đ˜„đ˜Š 𝘭𝘱 đ˜Żđ˜°đ˜€đ˜©đ˜Š. đ˜™đ˜Šđ˜„đ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜°đ˜łđ˜ą 𝘮đ˜Ș𝘯 đ˜łđ˜Šđ˜„đ˜Šđ˜Żđ˜€đ˜Șđ˜°Ìđ˜Ż, đ˜Žđ˜¶ 𝘩đ˜čđ˜Șđ˜Žđ˜”đ˜Šđ˜Żđ˜€đ˜Ș𝘱 𝘮𝘩 đ˜©đ˜ą đ˜§đ˜°đ˜łđ˜«đ˜ąđ˜„đ˜° 𝘩𝘯 𝘩𝘭 đ˜€đ˜°đ˜Żđ˜”đ˜łđ˜ąđ˜Žđ˜”đ˜Š đ˜„đ˜Š 𝘭𝘱 đ˜­đ˜¶đ˜» đ˜ș 𝘭𝘱 đ˜°đ˜Žđ˜€đ˜¶đ˜łđ˜Șđ˜„đ˜ąđ˜„. 𝘠𝘱 𝘯𝘰 𝘩𝘮 𝘩𝘭 𝘮𝘩𝘳 đ˜„đ˜Șđ˜·đ˜Ș𝘯𝘰 đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜ąđ˜­đ˜šđ˜¶đ˜Żđ˜ą đ˜·đ˜Šđ˜» 𝘣𝘳đ˜Șđ˜­đ˜­đ˜°Ì 𝘩𝘯 𝘭𝘰𝘮 đ˜€đ˜Ș𝘩𝘭𝘰𝘮, 𝘮đ˜Ș𝘯𝘰 đ˜¶đ˜Ż đ˜Šđ˜Žđ˜±đ˜Šđ˜€đ˜”đ˜łđ˜° đ˜ąđ˜”đ˜łđ˜ąđ˜±đ˜ąđ˜„đ˜° đ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜łđ˜Š đ˜„đ˜°đ˜Ž đ˜źđ˜¶đ˜Żđ˜„đ˜°đ˜Ž, 𝘮đ˜Ș𝘯 đ˜±đ˜°đ˜„đ˜Šđ˜ł đ˜łđ˜Šđ˜”đ˜°đ˜łđ˜Żđ˜ąđ˜ł 𝘱 𝘭𝘰 đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜§đ˜¶đ˜Š. 𝘓𝘱 𝘹𝘭𝘰𝘳đ˜Ș𝘱 𝘮𝘩 đ˜©đ˜ą đ˜„đ˜Šđ˜Žđ˜·đ˜ąđ˜Żđ˜Šđ˜€đ˜Șđ˜„đ˜° đ˜ș 𝘩𝘯 đ˜Žđ˜¶ đ˜­đ˜¶đ˜šđ˜ąđ˜ł, 𝘮𝘰𝘭𝘰 đ˜Čđ˜¶đ˜Šđ˜„đ˜ą đ˜¶đ˜Ż đ˜łđ˜Šđ˜Žđ˜±đ˜­đ˜ąđ˜Żđ˜„đ˜°đ˜ł đ˜Čđ˜¶đ˜Šđ˜Łđ˜łđ˜ąđ˜„đ˜°, đ˜¶đ˜Żđ˜ą đ˜­đ˜¶đ˜» đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜ąđ˜łđ˜„đ˜Š 𝘮đ˜Ș𝘯 đ˜Šđ˜Žđ˜±đ˜Šđ˜łđ˜ąđ˜Żđ˜»đ˜ą đ˜„đ˜Š đ˜Šđ˜Żđ˜€đ˜°đ˜Żđ˜”đ˜łđ˜ąđ˜ł đ˜Žđ˜¶ đ˜±đ˜łđ˜°đ˜±đ˜°Ìđ˜Žđ˜Șđ˜”đ˜°. 𝘚đ˜Ș𝘯 𝘩𝘼𝘣𝘱𝘳𝘹𝘰, 𝘯𝘰 𝘮𝘩 𝘩đ˜čđ˜”đ˜Șđ˜Żđ˜šđ˜¶đ˜Š, đ˜±đ˜°đ˜łđ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘩𝘯 đ˜Žđ˜¶ 𝘱𝘭𝘼𝘱 đ˜ąđ˜łđ˜„đ˜Š đ˜ąđ˜¶Ìđ˜Ż 𝘩𝘭 đ˜Šđ˜€đ˜° đ˜„đ˜Š đ˜¶đ˜Żđ˜ą 𝘧𝘩 đ˜±đ˜Šđ˜łđ˜„đ˜Șđ˜„đ˜ą. 𝘊𝘱đ˜șđ˜°Ì đ˜„đ˜Šđ˜Žđ˜„đ˜Š 𝘭𝘱𝘮 đ˜ąđ˜­đ˜”đ˜¶đ˜łđ˜ąđ˜Ž đ˜„đ˜Š 𝘭𝘰 đ˜„đ˜Șđ˜·đ˜Ș𝘯𝘰, đ˜ąđ˜łđ˜łđ˜ąđ˜Žđ˜”đ˜łđ˜ąđ˜„đ˜ą đ˜±đ˜°đ˜ł đ˜Žđ˜¶đ˜Ž đ˜±đ˜łđ˜°đ˜±đ˜Ș𝘰𝘮 𝘩𝘳𝘳𝘰𝘳𝘩𝘮, đ˜±đ˜°đ˜ł 𝘭𝘱 đ˜Șđ˜źđ˜±đ˜Šđ˜łđ˜§đ˜Šđ˜€đ˜€đ˜Șđ˜°Ìđ˜Ż đ˜„đ˜Š đ˜Žđ˜¶ 𝘮𝘩𝘳. 𝘠 đ˜ąđ˜¶đ˜Żđ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜Žđ˜¶đ˜Ž 𝘱𝘭𝘱𝘮 đ˜©đ˜ąđ˜Ż 𝘮đ˜Șđ˜„đ˜° đ˜źđ˜ąđ˜Żđ˜€đ˜©đ˜ąđ˜„đ˜ąđ˜Ž, đ˜łđ˜°đ˜”đ˜ąđ˜Ž đ˜±đ˜°đ˜ł 𝘩𝘭 đ˜±đ˜Šđ˜Žđ˜° đ˜„đ˜Š đ˜Žđ˜¶ đ˜€đ˜°đ˜Żđ˜„đ˜Šđ˜Żđ˜ą, đ˜”đ˜°đ˜„đ˜ąđ˜·đ˜ȘÌđ˜ą đ˜Čđ˜¶đ˜Šđ˜„đ˜ą 𝘩𝘯 𝘩𝘭𝘭𝘱 đ˜¶đ˜Ż đ˜·đ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜Ș𝘹đ˜Ș𝘰 đ˜„đ˜Š 𝘭𝘰 đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜ąđ˜­đ˜šđ˜¶đ˜Żđ˜ą đ˜·đ˜Šđ˜» đ˜§đ˜¶đ˜Š. 𝘓𝘱 đ˜€đ˜ąđ˜ȘÌđ˜„đ˜ą 𝘯𝘰 đ˜§đ˜¶đ˜Š 𝘩𝘭 𝘧đ˜Ș𝘯, 𝘮đ˜Ș𝘯𝘰 đ˜¶đ˜Żđ˜ą đ˜”đ˜łđ˜ąđ˜Żđ˜Žđ˜§đ˜°đ˜łđ˜źđ˜ąđ˜€đ˜Șđ˜°Ìđ˜Ż, đ˜¶đ˜Ż đ˜±đ˜ąđ˜Žđ˜° đ˜©đ˜ąđ˜€đ˜Ș𝘱 đ˜¶đ˜Żđ˜ą 𝘩đ˜čđ˜Șđ˜Žđ˜”đ˜Šđ˜Żđ˜€đ˜Ș𝘱 đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜ș𝘱 𝘯𝘰 đ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜ąÌ đ˜„đ˜Šđ˜§đ˜Ș𝘯đ˜Șđ˜„đ˜ą đ˜±đ˜°đ˜ł 𝘭𝘱 đ˜­đ˜¶đ˜», 𝘮đ˜Ș𝘯𝘰 đ˜±đ˜°đ˜ł 𝘭𝘱 đ˜­đ˜¶đ˜€đ˜©đ˜ą đ˜€đ˜°đ˜Żđ˜Žđ˜”đ˜ąđ˜Żđ˜”đ˜Š đ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜łđ˜Š 𝘭𝘰 đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜§đ˜¶đ˜Š đ˜ș 𝘭𝘰 đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜ąđ˜©đ˜°đ˜łđ˜ą 𝘩𝘮. 𝘌𝘯 đ˜€đ˜ąđ˜„đ˜ą đ˜±đ˜ąđ˜Žđ˜° đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜„đ˜ą, đ˜©đ˜ąđ˜ș đ˜¶đ˜Żđ˜ą đ˜Łđ˜ąđ˜”đ˜ąđ˜­đ˜­đ˜ą. 𝘓𝘱 đ˜­đ˜¶đ˜» đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜ąđ˜¶Ìđ˜Ż đ˜±đ˜Šđ˜łđ˜Žđ˜Șđ˜Žđ˜”đ˜Š 𝘩𝘯 đ˜Žđ˜¶ đ˜±đ˜Šđ˜€đ˜©đ˜° 𝘩𝘮 đ˜¶đ˜Żđ˜ą 𝘭𝘭𝘱𝘼𝘱 đ˜„đ˜ŠÌđ˜Łđ˜Ș𝘭, đ˜Șđ˜Żđ˜€đ˜ąđ˜±đ˜ąđ˜» đ˜„đ˜Š đ˜Șđ˜­đ˜¶đ˜źđ˜Ș𝘯𝘱𝘳 đ˜±đ˜°đ˜ł đ˜€đ˜°đ˜źđ˜±đ˜­đ˜Šđ˜”đ˜° 𝘭𝘱𝘮 𝘮𝘰𝘼𝘣𝘳𝘱𝘮 đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘭𝘱 đ˜łđ˜°đ˜„đ˜Šđ˜ąđ˜Ż, đ˜±đ˜Šđ˜łđ˜° 𝘩𝘮 đ˜”đ˜°đ˜„đ˜° 𝘭𝘰 đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘭𝘩 đ˜Čđ˜¶đ˜Šđ˜„đ˜ą. 𝘌𝘯 đ˜Žđ˜¶ đ˜­đ˜¶đ˜€đ˜©đ˜ą đ˜±đ˜°đ˜ł đ˜źđ˜ąđ˜Żđ˜”đ˜Šđ˜Żđ˜Šđ˜ł 𝘩𝘮𝘱 đ˜€đ˜©đ˜Șđ˜Žđ˜±đ˜ą đ˜·đ˜Șđ˜·đ˜ą, 𝘮𝘩 đ˜Šđ˜Żđ˜§đ˜łđ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜ą 𝘱𝘭 𝘱𝘣đ˜Ș𝘮𝘼𝘰 đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜ąđ˜źđ˜Šđ˜Żđ˜ąđ˜»đ˜ą đ˜€đ˜°đ˜Ż đ˜€đ˜°đ˜Żđ˜Žđ˜¶đ˜źđ˜Ș𝘳𝘭𝘱. 𝘠 𝘩𝘯 đ˜€đ˜ąđ˜„đ˜ą đ˜Șđ˜Żđ˜Žđ˜”đ˜ąđ˜Żđ˜”đ˜Š, 𝘮𝘱𝘣𝘩 đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘭𝘱 đ˜łđ˜Šđ˜„đ˜Šđ˜Żđ˜€đ˜Șđ˜°Ìđ˜Ż 𝘯𝘰 đ˜­đ˜­đ˜Šđ˜šđ˜ąđ˜łđ˜ąÌ. 𝘕𝘰 đ˜©đ˜ąđ˜ș đ˜ąÌđ˜Żđ˜šđ˜Šđ˜­ đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘭𝘱 đ˜łđ˜Šđ˜Žđ˜€đ˜ąđ˜”đ˜Š 𝘯đ˜Ș đ˜„đ˜Șđ˜·đ˜Ș𝘯đ˜Șđ˜„đ˜ąđ˜„ đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘭𝘱 đ˜±đ˜Šđ˜łđ˜„đ˜°đ˜Żđ˜Š. đ˜šđ˜¶ đ˜„đ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜Ș𝘯𝘰 đ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜ąÌ đ˜Žđ˜Šđ˜­đ˜­đ˜ąđ˜„đ˜°, đ˜ș đ˜ąđ˜¶Ìđ˜Ż 𝘱𝘮đ˜Ș́, 𝘯𝘰 𝘮𝘩 𝘳đ˜Șđ˜Żđ˜„đ˜Š. 𝘓𝘱 đ˜Šđ˜Žđ˜±đ˜Šđ˜łđ˜ąđ˜Żđ˜»đ˜ą 𝘯𝘰 đ˜©đ˜ą đ˜źđ˜¶đ˜Šđ˜łđ˜”đ˜°, đ˜±đ˜°đ˜łđ˜Čđ˜¶đ˜Š, đ˜ąđ˜¶đ˜Żđ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜Žđ˜¶ đ˜­đ˜¶đ˜» 𝘮𝘩 đ˜„đ˜Šđ˜Žđ˜·đ˜ąđ˜Żđ˜Šđ˜»đ˜€đ˜ą, 𝘩𝘭𝘭𝘱 𝘮đ˜Șđ˜šđ˜¶đ˜Š đ˜Łđ˜¶đ˜Žđ˜€đ˜ąđ˜Żđ˜„đ˜° đ˜¶đ˜Ż đ˜±đ˜łđ˜°đ˜±đ˜°Ìđ˜Žđ˜Șđ˜”đ˜° 𝘩𝘯 đ˜źđ˜Šđ˜„đ˜Ș𝘰 đ˜„đ˜Šđ˜­ đ˜·đ˜ąđ˜€đ˜ȘÌđ˜°. 𝘓𝘱 𝘧𝘩 đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜ąđ˜­đ˜šđ˜¶đ˜Żđ˜ą đ˜·đ˜Šđ˜» 𝘭𝘱 đ˜Žđ˜°đ˜Žđ˜”đ˜¶đ˜·đ˜° đ˜ș𝘱 𝘯𝘰 đ˜ąđ˜łđ˜„đ˜Š đ˜€đ˜°đ˜Ż 𝘭𝘱 𝘼đ˜Ș𝘮𝘼𝘱 đ˜§đ˜¶đ˜Šđ˜łđ˜»đ˜ą, đ˜ș 𝘮đ˜Ș𝘯 𝘩𝘼𝘣𝘱𝘳𝘹𝘰, 𝘱𝘭𝘹𝘰 đ˜±đ˜Šđ˜łđ˜Žđ˜Șđ˜Žđ˜”đ˜Š. đ˜ˆđ˜¶đ˜Żđ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜Žđ˜¶ 𝘱𝘭𝘼𝘱 đ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜ąÌ đ˜źđ˜ąđ˜łđ˜€đ˜ąđ˜„đ˜ą đ˜±đ˜°đ˜ł 𝘩𝘭 đ˜Žđ˜¶đ˜§đ˜łđ˜Ș𝘼đ˜Șđ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜°, đ˜ąđ˜¶đ˜Żđ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘮𝘩 đ˜·đ˜Š đ˜ąđ˜łđ˜łđ˜ąđ˜Žđ˜”đ˜łđ˜ąđ˜„đ˜ą đ˜±đ˜°đ˜ł 𝘭𝘱 đ˜Šđ˜”đ˜Šđ˜łđ˜Żđ˜Șđ˜„đ˜ąđ˜„ đ˜„đ˜Š đ˜Žđ˜¶ đ˜€đ˜°đ˜Żđ˜„đ˜Šđ˜Żđ˜ą, đ˜Žđ˜¶ đ˜­đ˜¶đ˜» 𝘮đ˜Șđ˜šđ˜¶đ˜Š 𝘮đ˜Șđ˜Šđ˜Żđ˜„đ˜° 𝘭𝘱 đ˜¶Ìđ˜­đ˜”đ˜Ș𝘼𝘱 𝘳𝘩𝘮đ˜Șđ˜Žđ˜”đ˜Šđ˜Żđ˜€đ˜Ș𝘱 đ˜€đ˜°đ˜Żđ˜”đ˜łđ˜ą 𝘭𝘱 đ˜°đ˜Žđ˜€đ˜¶đ˜łđ˜Șđ˜„đ˜ąđ˜„. 𝘕𝘰 𝘩𝘮 𝘭𝘱 𝘧𝘩 đ˜„đ˜Š đ˜¶đ˜Ż đ˜ąÌđ˜Żđ˜šđ˜Šđ˜­ đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜€đ˜°đ˜Żđ˜§đ˜ȘÌđ˜ą 𝘩𝘯 𝘭𝘱 đ˜Žđ˜ąđ˜­đ˜·đ˜ąđ˜€đ˜Șđ˜°Ìđ˜Ż, 𝘮đ˜Ș𝘯𝘰 𝘭𝘱 𝘧𝘩 đ˜„đ˜Š đ˜¶đ˜Żđ˜ą đ˜€đ˜ąđ˜ȘÌđ˜„đ˜ą đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜ąđ˜¶Ìđ˜Ż đ˜šđ˜¶đ˜ąđ˜łđ˜„đ˜ą 𝘩𝘯 đ˜Žđ˜¶ đ˜€đ˜°đ˜łđ˜ąđ˜»đ˜°Ìđ˜Ż 𝘭𝘱 đ˜±đ˜°đ˜Žđ˜Ș𝘣đ˜Ș𝘭đ˜Șđ˜„đ˜ąđ˜„ đ˜„đ˜Š đ˜Šđ˜Żđ˜€đ˜°đ˜Żđ˜”đ˜łđ˜ąđ˜ł 𝘱𝘭𝘹𝘰 đ˜źđ˜ąÌđ˜Ž đ˜ąđ˜­đ˜­đ˜ąÌ đ˜„đ˜Šđ˜­ đ˜„đ˜°đ˜­đ˜°đ˜ł: đ˜¶đ˜Ż đ˜Žđ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜Șđ˜„đ˜°. 𝘈𝘭 đ˜€đ˜ąđ˜źđ˜Ș𝘯𝘱𝘳 đ˜±đ˜°đ˜ł đ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜ą đ˜Žđ˜Šđ˜Żđ˜„đ˜ą đ˜„đ˜Š 𝘮𝘰𝘼𝘣𝘳𝘱𝘮, 𝘭𝘱 đ˜­đ˜¶đ˜€đ˜Șđ˜ŠÌđ˜łđ˜Żđ˜ąđ˜šđ˜ą 𝘩𝘮 đ˜€đ˜°đ˜Żđ˜Žđ˜€đ˜Șđ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜Š đ˜„đ˜Š đ˜Žđ˜¶ đ˜€đ˜°đ˜Żđ˜”đ˜łđ˜ąđ˜„đ˜Șđ˜€đ˜€đ˜Șđ˜°Ìđ˜Ż: 𝘩𝘮 𝘭𝘱 đ˜­đ˜¶đ˜» đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜Żđ˜¶đ˜Żđ˜€đ˜ą đ˜ąđ˜­đ˜€đ˜ąđ˜Żđ˜»đ˜ąđ˜łđ˜ąÌ 𝘭𝘱 đ˜±đ˜ąđ˜», 𝘩𝘭 𝘧𝘱𝘳𝘰 đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘮𝘩 đ˜ąđ˜©đ˜°đ˜šđ˜ą 𝘩𝘯 đ˜Žđ˜¶ đ˜±đ˜łđ˜°đ˜±đ˜Ș𝘱 đ˜°đ˜Žđ˜€đ˜¶đ˜łđ˜Șđ˜„đ˜ąđ˜„. đ˜Šđ˜ąđ˜„đ˜ą đ˜„đ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜Šđ˜­đ˜­đ˜° 𝘩𝘯 đ˜Žđ˜¶ 𝘮𝘩𝘳 𝘩𝘮 đ˜¶đ˜Żđ˜ą đ˜­đ˜­đ˜ąđ˜źđ˜ąđ˜„đ˜ą, đ˜¶đ˜Ż đ˜łđ˜Šđ˜€đ˜°đ˜łđ˜„đ˜ąđ˜”đ˜°đ˜łđ˜Ș𝘰 đ˜„đ˜Š 𝘭𝘰 đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜ąđ˜­đ˜šđ˜¶đ˜Żđ˜ą đ˜·đ˜Šđ˜» đ˜§đ˜¶đ˜Š, đ˜±đ˜Šđ˜łđ˜° đ˜”đ˜ąđ˜źđ˜Łđ˜Șđ˜ŠÌđ˜Ż đ˜¶đ˜Żđ˜ą đ˜ąđ˜„đ˜·đ˜Šđ˜łđ˜”đ˜Šđ˜Żđ˜€đ˜Ș𝘱 đ˜„đ˜Š 𝘭𝘰 đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜Żđ˜¶đ˜Żđ˜€đ˜ą đ˜±đ˜°đ˜„đ˜łđ˜ąÌ 𝘮𝘩𝘳. 𝘚đ˜Ș𝘯 𝘩𝘼𝘣𝘱𝘳𝘹𝘰, 𝘩𝘯 𝘩𝘮𝘩 đ˜„đ˜°đ˜­đ˜°đ˜ł, 𝘩𝘯 𝘩𝘮𝘱 đ˜ąđ˜€đ˜Šđ˜±đ˜”đ˜ąđ˜€đ˜Șđ˜°Ìđ˜Ż 𝘱𝘼𝘱𝘳𝘹𝘱 đ˜„đ˜Š đ˜Žđ˜¶ đ˜„đ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜Ș𝘯𝘰, 𝘮đ˜Șđ˜šđ˜¶đ˜Š đ˜ąđ˜„đ˜Šđ˜­đ˜ąđ˜Żđ˜”đ˜Š. 𝘗𝘰𝘳đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜ąđ˜¶đ˜Żđ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘭𝘱 đ˜łđ˜Šđ˜„đ˜Šđ˜Żđ˜€đ˜Șđ˜°Ìđ˜Ż 𝘮𝘩 𝘭𝘩 đ˜Šđ˜Žđ˜€đ˜ąđ˜±đ˜Š, đ˜ș 𝘭𝘱 𝘧𝘩 𝘮𝘩 𝘭𝘩 đ˜„đ˜Šđ˜Žđ˜­đ˜Șđ˜€đ˜Š đ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜łđ˜Š 𝘭𝘰𝘮 đ˜„đ˜Šđ˜„đ˜°đ˜Ž, 𝘩𝘯 đ˜Žđ˜¶ đ˜±đ˜Šđ˜€đ˜©đ˜° 𝘮đ˜Șđ˜šđ˜¶đ˜Š đ˜ąđ˜łđ˜„đ˜Șđ˜Šđ˜Żđ˜„đ˜° đ˜¶đ˜Żđ˜ą 𝘭𝘭𝘱𝘼𝘱 đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘮𝘩 𝘯đ˜Ș𝘩𝘹𝘱 𝘱 𝘩đ˜čđ˜”đ˜Șđ˜Żđ˜šđ˜¶đ˜Ș𝘳𝘮𝘩. 𝘈𝘮đ˜Ș́, 𝘩𝘯 𝘭𝘱 đ˜·đ˜ąđ˜Žđ˜”đ˜Šđ˜„đ˜ąđ˜„ đ˜„đ˜Š 𝘭𝘱 đ˜Żđ˜°đ˜€đ˜©đ˜Š, đ˜„đ˜°đ˜Żđ˜„đ˜Š 𝘭𝘱 đ˜Šđ˜Žđ˜±đ˜Šđ˜łđ˜ąđ˜Żđ˜»đ˜ą đ˜±đ˜ąđ˜łđ˜Šđ˜€đ˜Š đ˜©đ˜ąđ˜Łđ˜Šđ˜ł đ˜źđ˜¶đ˜Šđ˜łđ˜”đ˜°, 𝘩𝘭𝘭𝘱 đ˜±đ˜Šđ˜łđ˜Žđ˜Șđ˜Žđ˜”đ˜Š. 𝘜𝘯 𝘮𝘩𝘳 đ˜ąđ˜”đ˜łđ˜ąđ˜±đ˜ąđ˜„đ˜° đ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜łđ˜Š 𝘭𝘱 đ˜­đ˜¶đ˜» đ˜ș 𝘭𝘱 𝘮𝘰𝘼𝘣𝘳𝘱, đ˜¶đ˜Ż 𝘧𝘱𝘳𝘰 đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜Żđ˜¶đ˜Żđ˜€đ˜ą đ˜Šđ˜Żđ˜€đ˜°đ˜Żđ˜”đ˜łđ˜ąđ˜łđ˜ąÌ đ˜Žđ˜¶ 𝘰𝘳đ˜Ș𝘭𝘭𝘱, đ˜±đ˜Šđ˜łđ˜° đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘮đ˜Șđ˜šđ˜¶đ˜Š 𝘣𝘳đ˜Șđ˜­đ˜­đ˜ąđ˜Żđ˜„đ˜°, đ˜ąđ˜¶đ˜Żđ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘮𝘩𝘱 𝘮𝘰𝘭𝘰 đ˜¶đ˜Ż đ˜Žđ˜¶đ˜Žđ˜¶đ˜łđ˜łđ˜° 𝘩𝘯 𝘩𝘭 đ˜·đ˜Șđ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜°. 𝘗𝘰𝘳đ˜Čđ˜¶đ˜Š 𝘭𝘱 đ˜­đ˜¶đ˜», đ˜ąđ˜¶đ˜Żđ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜„đ˜ŠÌđ˜Łđ˜Ș𝘭, đ˜Żđ˜¶đ˜Żđ˜€đ˜ą đ˜„đ˜Šđ˜«đ˜ą đ˜„đ˜Š đ˜ąđ˜łđ˜„đ˜Šđ˜ł, đ˜ș 𝘩𝘯 đ˜Žđ˜¶ 𝘳𝘩𝘮đ˜Șđ˜Žđ˜”đ˜Šđ˜Żđ˜€đ˜Ș𝘱, 𝘩𝘯 đ˜Žđ˜¶ đ˜­đ˜¶đ˜€đ˜©đ˜ą đ˜±đ˜°đ˜ł đ˜źđ˜ąđ˜Żđ˜”đ˜Šđ˜Żđ˜Šđ˜łđ˜Žđ˜Š, 𝘭𝘱 đ˜­đ˜¶đ˜€đ˜Șđ˜ŠÌđ˜łđ˜Żđ˜ąđ˜šđ˜ą 𝘮đ˜Șđ˜šđ˜¶đ˜Š 𝘮đ˜Șđ˜Šđ˜Żđ˜„đ˜° đ˜¶đ˜Ż đ˜Šđ˜€đ˜° đ˜„đ˜Š 𝘭𝘰 đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜ąđ˜­đ˜šđ˜¶đ˜Żđ˜ą đ˜·đ˜Šđ˜» đ˜§đ˜¶đ˜Š. 𝘜𝘯𝘱 đ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜łđ˜Šđ˜­đ˜­đ˜ą đ˜€đ˜ąđ˜ȘÌđ˜„đ˜ą, 𝘮đ˜Ș́, đ˜±đ˜Šđ˜łđ˜° đ˜¶đ˜Żđ˜ą đ˜Šđ˜Žđ˜”đ˜łđ˜Šđ˜­đ˜­đ˜ą đ˜Čđ˜¶đ˜Š đ˜ąđ˜¶Ìđ˜Ż 𝘮𝘩 𝘯đ˜Ș𝘩𝘹𝘱 𝘱 𝘮𝘩𝘳 đ˜€đ˜°đ˜źđ˜±đ˜­đ˜Šđ˜”đ˜ąđ˜źđ˜Šđ˜Żđ˜”đ˜Š đ˜€đ˜°đ˜Żđ˜Žđ˜¶đ˜źđ˜Șđ˜„đ˜ą đ˜±đ˜°đ˜ł 𝘭𝘱 đ˜°đ˜Žđ˜€đ˜¶đ˜łđ˜Șđ˜„đ˜ąđ˜„.
    Me gusta
    Me encocora
    Me entristece
    10
    0 turnos 0 maullidos
Ver más