ㅤㅤㅤㅤㅤㅤLas probabilidades eran escasas, la verdad era que no habia ninguna esperanza de encontrar nada de utilidad en ese lugar, pero de alguna forma en su cerebro se habia implantado la necesidad de volver a recorrer esos pasillos, de volver a respirar ese aire… De volver a perderse en los corredores, en la biblioteca… Estaba en Reino Unido, parecía haber pasado tanto tiempo que ahora… casi se sentía una extraña en aquel país, aunque la hubiera visto nacer, aunque la hubiera visto crecer, aunque hubiera sido testigo de sus logros y sus fracasos. La Violet Barrow que habia dejado aquel país no tenía nada que ver con la Violet Barrow que habia vuelto. Y aun asi… 

 

El tiempo apremiaba, eso estaba claro. Alexander iba a darles respuestas, quisiera o no. Pero antes… Antes de aquello Violet necesitaba volver… Volver a la que un día fue su casa. Al origen de todo. Porque si ese era su origen tambien lo era el de Alexander. No perdía nada por echar un vistazo. Habia una mazmorra llena de objetos, llena de información. Lo recordaba. Se habia criado en aquel lugar…

 

Mientras Cameron resolvía con el Ministerio de Magia los asuntos pertinentes a su acuciante visita a Azkabán, Violet -tras hablar con su prometido- habia decidido seguir sus propias pistas, su propio camino… Al menos, una bifurcación en este…

 

La sensación que tuvo al aparecerse en aquel lugar fue… extraña. Un escalofrío recorrió su espalda de arriba abajo. A cada paso que daba, a cada paso que la acercaba hasta las enormes puertas de la Mansión Barrow más se sentía Violet como una completa extraña. Como si no perteneciera a ese lugar, a pesar de que a día de hoy fuera la única heredera…

 

Movió su varita en una floritura simple y las puertas de entrada al recinto de la Mansión se abrieron con un chirrido lastimero. El cielo estaba gris, creando un contraste perfecto con la piedra oscura de la fachada de la enorme mansión que se recortaba contra el cielo. Las plantas, a ambos lados del camino de piedra, habían crecido sin que nadie las detuviera, sin que nadie las controlara… La fuente de agua señorial coronada por una enorme serpiente enrollada en torno a un manzano ahora mostraba agua estancada, verdosa y llena de hojas.

 

Subió las escaleras hacia el enorme portón de la casa. Y este se abrió sin que Violet tuviera que hacer nada. Asi funcionaba la magia de sangre. Ninguna de esas puertas se resistía ante la Slytherin. Y entonces… Entró.

 

Recorrió con decisión el enorme hall de entrada pasando por debajo de la despampanante lámpara de araña ahora cubierta por una fina capa blanquecina, hogar de alguna que otra araña desafiante. Los tacones de la bruja resonaban en la desolada y vacía estancia mientras Violet resolvía las distancias por el pasillo bajo la enorme escalinata.

 

Que sensación tan distinta, cuantos hechos se habían desarrollado entre aquellos muros. En aquel pasillo habia descubierto más de una década atrás a un muggle temerario que se habia colado en su hogar. Suspiró al recordar el modo en que empleó la maldición Cruciatus con él. La vergüenza la inundó. No quedaba nada de aquella chica solitaria, huérfana, quien habia perdido a sus padres y habia decidido despedir a los elfos domésticos y vivir sola en aquel lugar.

 

Sus pasos la llevaron a través de las estancias de la planta baja, cada recuerdo la golpeaba, como si fantasmas se arremolinasen a cada lado de la sala…

 

- Violet...este lugar...no...no es la mansión, ¿verdad? se le parece, sí, pero no lo es...lo puedo notar, de hecho, todo lo contrario. No noto absolutamente nada aquí. He estado junto al fuego, antes de que aparecieras, y no ha calentado un ápice la estancia.

 

La voz de Erik, recelosa llegaba lejana a sus oídos. Un eco de una realidad distinta, de un mundo que ya no existía.

 

-Sé...sé que no tengo el mismo aspecto que tenía cuando nos despedimos, al menos la última vez que lo hicimos con palabras y no de forma estrepitosa.

 

Violet se giró como si todavía pudiera ver a Erik allí de pie. Solo que... allí no habia nadie.

 

-¿Es el infierno? ¿He muerto y en lugar de caer al olvido me veo en la obligación de vivir una vida tras otra llena de tormentos? No...me niego...

 

Silencio

 

-Erik, no sé…

 

Su propia voz la pilló por sorpresa, haciéndole dejar ir una exhalación.

 

-No entiendo de qué hablas…

 

Casi sonrió con amargura al recordar aquel momento. No tenía nada de bueno, ni nada de agradable… Sin quererlo y sin siquiera saber lo que hacía, el día que lo vio morir, Violet habia creado una realidad alternativa, un mundo psíquico paralelo donde mantener con vida a su mejor amigo, porque la perspectiva de retenerlo era mejor que la de perderle.

 

-Uf… No me hubiera gustado estar en el pellejo de esa mujer…

 

La voz de Violet llegaba clara ahora desde el despacho. La bruja caminó hasta allí, casi mareada por aquella marejada de recuerdos. Al entrar… Estaba vacío, claro. Pero las voces seguían hablando.

 

-Estás como una cabra, Erik Silverfang. O eso, o eres demasiado cabezota y obstinado como para dar nada por perdido…

 

Recordaba aquello, el día que le hizo un anillo de día nuevo a Erik…

 

-Aunque la verdad, es que me siento halagada. Nunca nadie antes había hecho algo así por mi… Recorrerse medio planeta por mí, quiero decir…  

 

Sonrió al recordar aquel momento. Sonrió por conservar aquel recuerdo con Erik y por el hecho de saber que ahora sí contaba con alguien que recorrería mar, cielo, tierra y aire por encontrarla. Los recuerdos de esa mujer, de esa Violet pertenecían a una versión de ella que parecía haber muerto mucho tiempo atrás. No… una mujer no… Una chiquilla… Habia sido una chiquilla todo aquel tiempo. Ahora ya era toda una mujer. Tenía una vida, tenía familia… Y tenía a Cameron. Era irónico que hubiera encontrado su verdadera vida, su verdadera vocación al decidir salir de aquella enorme mansión…

 

Decidió deshacerse de recuerdos, decidió terminar cuanto antes con aquel recorrido fantasmal por su memoria, porque si se ponía a repasar todos ellos, quedaría atrapada de nuevo en aquel lugar. No podía permitirlo, no podía hacerlo. Ya no.

 

Se dio la vuelta saliendo de aquel frio despacho y pareció que cuando las voces se apagaron la poca calidez que sus recuerdos habían despertado se apagaba en un instante.

 

Recorrió los pasillos con decisión hasta dar con la puerta que llevaba hasta la mazmorra. La abrió mediante un hechizo, tan solo moviendo su mano y la falsa pared cedió abriéndose sin ejercer ninguna clase de resistencia. Descendió los peldaños y, mediante un hechizo no verbal encendió todas las antorchas del pasillo y las de la sala a sus pies. Con decisión caminó a través de las estanterías repletas de objetos antiguos y oscuros hasta que llegó frente al enorme armario cerrado con llave. Intentó abrir lo pero claramente estaba cerrado mediante un hechizo.

 

-Cistem aperio -dijo, forzando asi las cerraduras mágicas de aquel armario. Inmediatamente las puertas salieron volando por los aires esquivando a la bruja en su trayectoria.

 

El interior estaba plagado de carpetas, cajas, archivadores… Si los ojeaba una por una tardaría horas, incluso dias. Y no tenía días… Abrió sus manos encantando las cajas buscando un solo nombre. Uno solo.

 

“Brandon Birdwhistle”