✦ Disclaimer:
Este monorol iba a ser parte de un evento para personajes 3D pero debido a su cancelacion, ya que no podrá entrar a concurso, he decidido subirlo igualmente.
"El Rescate"
El sol se elevaba perezosamente sobre el paisaje desolado, bañando el mundo en tonos dorados y naranjas que parecían desmentir la oscuridad que acechaba bajo su brillante superficie. Daryl Dixon avanzaba con paso firme a través de los callejones de lo que una vez fue una bulliciosa ciudad. Sus botas crujían sobre el pavimento agrietado, su ajada ballesta, esa que lo habia acompañado en tantas aventuras, en una mano y su mirada alerta, buscando cualquier signo de peligro.
Había perdido su moto en una expedición anterior, un golpe duro para él en este mundo donde la movilidad significaba supervivencia. No solía apegarse demasiado a las cosas, la verdad era que Daryl Dixon era el producto de la infancia que habia tenido y… en esa infancia no habia espacio para los apegos. Habia perdido la moto de su hermano Merle años atrás en el ataque del Gobernador contra la prisión… Y habia pasado demasiado tiempo hasta que volvió a encontrar una compañera de dos ruedas. Llegar a Alexandria habia supuesto un cambio abismal en la vida de todos los integrantes del grupo superviviente de Atlanta, demasiados cambios. Habia costado mucho trabajo volver a intentar llevar una aparente normalidad. Pero para Daryl aquella normalidad no era tal. No cuando encontró un inesperado aliado: Aaron, quien le regaló el que ahora era su bien más preciado. Una moto de carretera bastante ajada que Daryl se habia esforzado mimosamente por mantener a punto.
Como digo, habia extraviado a su compañera dias atrás cuando tuvo que salir corriendo de un edificio debido a una horda de zombies. Aquel día habia sobrevivido a duras penas… Pero no había permitido que la pérdida lo detuviera. Después de rastrear la horda durante días, finalmente esta habia cambiado de rumbo y era su momento, el momento perfecto para escabullirse sin llamar la atención y recuperar a su amiga de dos ruedas. Y no iba a dejar que nada se interpusiera en su camino para recuperarla.
La moto, una Honda Nighthawk de 1990 era robusta y resistente, era mucho más que un simple vehículo para Daryl. Era su libertad, su compañera en las largas y solitarias carreteras de este mundo postapocalíptico. Y ahora, estaba decidido a recuperarla.
Mientras avanzaba por las calles desiertas, el sonido sordo de sus botas era lo único que rompía el silencio sepulcral. Pero ese silencio era engañoso. Daryl sabía que en cualquier momento podía encontrarse cara a cara con la muerte, en forma de caminantes hambrientos de carne. Su carne.
Y así fue como, mientras se acercaba al lugar donde su moto había sido vista por última vez, escuchó el gutural sonido característico de los muertos vivientes. La horda se aproximaba, arrastrando sus pies sin rumbo, atraída por el ruido que él había estado haciendo. Sin duda alguna algo les habia hecho virar el rumbo los últimos dias. ¿Cómo y por qué? Daryl lo desconocía.
Maldijo para sí mismo mientras se preparaba para el inminente enfrentamiento. No tenía tiempo que perder. Oteando entre los edificios encontró una cornisa a la que subirse, desde allí saltó a una de esas escaleras traseras que hacían de salida de emergencia. Alzó su ballesta y, tras fijar su objetivo en la mira, comenzó a disparar con precisión letal, derribando a los caminantes uno por uno mientras abría un paso hacia su preciada moto.
La horda parecía interminable, como una marea de muerte que amenazaba con arrastrarlo. Y su altura ahora no era una ventaja. Apretó la mandíbula sabiendo que aquello requería un enfoque mucho más físico si queria encontrar su vehículo, aunque el paso no fuera seguro. Se descolgó de la escalera dejando ir un jadeo sordo cuando sus pies absorbieron el impacto y, tras colocarse la ballesta al hombro sacó sus dos cuchillos, esas dos hojas de combate que habia incorporado a su armamento particular.
Daryl luchaba con ferocidad, sus músculos tensos y su mente enfocada en un solo objetivo: llegar a su moto.
Finalmente, después de una batalla despiadada que parecía durar una eternidad, Daryl emergió victorioso. Cubierto de sangre, sudor y exhausto. La horda había sido derrotada, pero no sin consecuencias. Estaba herido, agotado, pero su determinación seguía ardiendo tan fuerte como siempre.
Con pasos tambaleantes, se acercó a donde yacía su compañera de dos ruedas, cubierta de polvo y abandonada. La acarició con ternura, como si estuviera saludando a un viejo amigo. Después de todo, en este mundo despiadado, la lealtad de una moto era algo que no se podía subestimar.
Con un suspiro de alivio, Daryl se subió a su moto y encendió el motor. El rugido familiar resonó en el aire, llenándolo de una sensación de triunfo. Se alejó de la ciudad en ruinas, su moto rugiendo bajo él mientras se dirigía hacia el horizonte, listo para enfrentar cualquier desafío que aquel mundo destruido pudiera lanzarle. Porque mientras tuviera su moto, sabía que siempre tendría una oportunidad de sobrevivir.