• L'autre côté de la médialle
    Categoría Slice of Life
    Apenas puse un pie en la entrada de la mansión sentí la tensión, mamá me había estado reventando el teléfono con llamadas y mensajes de que me apurara en llegar, siempre la misma rutina, me sentía harta de tantas reglas y restricciones.

    -Lía! - grito desde la sala una vez que me vió abrir la puerta- Se supone que salías hace una hora, se puede saber ¿¡Dónde rayos estabas!?- en su mirada se notaba el fastidio.

    -Solo fui a tomar un café con Helena, teníamos que coordinar un trabajo- suspire- no tenía mucha señal en el cafetería.

    Me miró directo a los ojos y camino a pasar lento pero peligroso hacia mí tomando del brazo- Que no se vuelva a repetir Lia- dijo para luego soltarme de golpe- Tú padre te está buscando, ve con él y explícale a ver si te cree- se dio media vuelta caminando hacia la sala de música, pero a medio camino se detuvo- Y más te vale que no intentes escabullirte o te irá peor- su voz tenía toques de amenaza y con eso último, siguió caminando hasta que desapareció de la sala de estar por completo.

    Sentía tanta impotencia que sin darme cuenta me había clavado las uñas en la mano dejando algunas marcas rojizas. Por lo que tuve que tomar un respiro antes de subir al despacho de mi "padre" si se podría llamar así. Subí a paso lento, no quería llegar a la puerta, pero tenía que, una vez frente a la gran oficina, alce mi mano para tocarla pero antes pudiera hacerlo escuche su voz.

    -Pasa de una vez- dijo autoritariamente, trague saliva y con cuidado abrí la puerta, camine hacia el interior dando pasos lentos y dejando entreabierta la entrada- Cierra la puerta Lía- me miró directo a los ojos, esa mirada sin ningún tipo de emociones, "No otra vez, por favor..." sabía lo que eso significaba a puertas cerradas tenía que mantenerse todo.

    -¿Dónde estabas?- pregunto con brusquedad mientras se servia algo de licor caro y me miraba de nuevo esperando una respuesta.

    -Estaba con Helena, fui a la cafetería con ella para coordinar un trabajo- dije segura- no tenia señal en el lugar.

    -¿Crees que soy estúpido? - pregunto tirando el vaso de licor al piso haciéndolo añicos, para luego acercarse a paso rápido hacia mí, cuando menos lo pensé me tiro una bofetada, sentí el ardor en mi mejilla, incluso mi rostro fue volteado a un costado por el impacto- ¡Te he dicho que no te juntes con Helena, son de diferentes estatus! -grito- ¡Por su culpa el hijo de los Croweld se ha quejado con sus padres diciendo que te juntas con puros pobres!- me agarro de los brazos y me agitó bruscamente- ¿¡Sabes la vergüenza que me hiciste pasar!? Imagino que no, porque nunca piensas, eres igual de estúpida que tu madre- me empujó contra el piso, mi mente estaba en colapso, las lágrimas caían por mis mejillas, no era la primera vez que me hacía aquello- Maldita sea, no llores- me reprocho, quería parar de hacerlo pero simplemente no podía- ¡Ya cállate!- alzó la mano para golpearme de nuevo, pero tocaron la puerta, se detuvo en seco y se alejo unos pasos para recomponerse.

    -¿Quién busca?- preguntó en un tono amable, incluso esos cambios me asustaban a mí- levántate- demando bruscamente, no lo dude 2 veces y así lo hice.

    -Señor Russell, han venido sus invitados, los socios de Hilua, lo están esperando en el jardín, ya les di unos aperitivos en lo que venia a buscarlo y se pueda preparar- aquella voz la reconocía, era de la Mirtha una de las encargadas de la cocina.

    -Esta bien, en unos minutos bajo- repuso mi padre mientras de dirigía a su escritorio por files.

    -Entendido señor- respondió Mirtha luego se escucharon sus pasos alejándose de la puerta perdiéndose en el pasillo.

    -Te salvaste por esta vez, vete a tu habitación y no salgas- dijo sin mirarme, no dije nada, simplemente me di media vuelta y salí de la oficina, a paso rápido entre a mi habitación, tras cerrarla me recosté sobre la puerta y comencé a llorar.

    "¿Qué había hecho para merecer esto?" A veces los golpes eran sin un motivo grave por así decirlo, eran como de esos días donde mi padre necesitaba desquitarse con quién hiciera lo mínimo, estaba cansada de todo eso, de la vida que llevaba.

    Llore un buen rato antes de meterme a la ducha y ponerme algo frío en la mejilla para evitar las marcas, una vez que sentí que era suficiente me puse una pomada para no "dejar rastro" o al menos que se vea lo mínimo posible.

    Estaba por irme a acostar en la cama cuando mi celular vibro, cuando me fije en la pantalla era un mensaje de Helena, dude mucho en contestar, una parte de mi se resistía pero la otra decía que no había nada de malo en lo que hacía, Helena sabía algunas cosas de mi vida más allá de lo que aparentaba, incluso ella me había dado aquella pomada, era mi única amiga de verdad, mientras me distraía con mis pensamientos el celular volvió a vibrar trayendome de vuelta al presente, al final decidí leer sus mensajes, era sobre ir a un pequeño club secreto, dude demasiado, le explique un poco de la situación obviando ciertas partes, me dijo muchas cosas que me hicieron cuestionar todo lo que estaba viviendo, de alguna forma dándome el valor que me estaba faltando. Incluso ayudándome a hacer un plan para poder escabullirme, necesitaba vivir, darme más razones por seguir adelante, hacerme mi propio camino.

    El tiempo paso rápido y el plan comenzó a ejecutarse tal como quedamos, tuve que incluir a mi nana de confianza Karla para que todo pudiera resultar.

    -Estas divina, casi no te reconí- Helena me miro con una sonrisa- Aunque llevas más maquillaje, ¿Es por aquello verdad?- mencionó mirándome con comprensión.

    -Si- susurre- Ya sabes como son las cosas para mí...pero no hablemos de eso- le sonreí, solo quería olvidar ese mal rato por al menos unas horas.

    -Tienes razón, shu shu esas malas vibras- hizo una ademán con sus manos en el aire como si estuviera espantando mosquitos, a lo que yo reí, Helena si que era bien ocurrente, sin más charla, nos subimos a su auto y condujo hasta el club, apenas doblaba la esquina y se estacionaba, se veía las luces, el bullicio y la música.

    -A conquistar el mundo!- Helena grito y algunas personas que pasaban nos miraron raro, por mi parte solo atiné a seguirla, con ella podía ser yo sin que me juzgen, era una verdadera amiga.

    - A por el mundo!- grite a la par y corrimos hacia la entrada el club.

    Justo sonaba una canción que nos encantaba a ambas nos miramos de inmediato con una sonrisa, era por esa canción que empezamos a hablar y así nos hicimos amigas.

    -Esa es!- dijimos al unisoro, comenzamos a corear la canción mientras bailábamos.

    https://youtu.be/cA9sEdPmUbQ?si=TNbOjhpgxxWfP8Ae
    Apenas puse un pie en la entrada de la mansión sentí la tensión, mamá me había estado reventando el teléfono con llamadas y mensajes de que me apurara en llegar, siempre la misma rutina, me sentía harta de tantas reglas y restricciones. -Lía! - grito desde la sala una vez que me vió abrir la puerta- Se supone que salías hace una hora, se puede saber ¿¡Dónde rayos estabas!?- en su mirada se notaba el fastidio. -Solo fui a tomar un café con Helena, teníamos que coordinar un trabajo- suspire- no tenía mucha señal en el cafetería. Me miró directo a los ojos y camino a pasar lento pero peligroso hacia mí tomando del brazo- Que no se vuelva a repetir Lia- dijo para luego soltarme de golpe- Tú padre te está buscando, ve con él y explícale a ver si te cree- se dio media vuelta caminando hacia la sala de música, pero a medio camino se detuvo- Y más te vale que no intentes escabullirte o te irá peor- su voz tenía toques de amenaza y con eso último, siguió caminando hasta que desapareció de la sala de estar por completo. Sentía tanta impotencia que sin darme cuenta me había clavado las uñas en la mano dejando algunas marcas rojizas. Por lo que tuve que tomar un respiro antes de subir al despacho de mi "padre" si se podría llamar así. Subí a paso lento, no quería llegar a la puerta, pero tenía que, una vez frente a la gran oficina, alce mi mano para tocarla pero antes pudiera hacerlo escuche su voz. -Pasa de una vez- dijo autoritariamente, trague saliva y con cuidado abrí la puerta, camine hacia el interior dando pasos lentos y dejando entreabierta la entrada- Cierra la puerta Lía- me miró directo a los ojos, esa mirada sin ningún tipo de emociones, "No otra vez, por favor..." sabía lo que eso significaba a puertas cerradas tenía que mantenerse todo. -¿Dónde estabas?- pregunto con brusquedad mientras se servia algo de licor caro y me miraba de nuevo esperando una respuesta. -Estaba con Helena, fui a la cafetería con ella para coordinar un trabajo- dije segura- no tenia señal en el lugar. -¿Crees que soy estúpido? - pregunto tirando el vaso de licor al piso haciéndolo añicos, para luego acercarse a paso rápido hacia mí, cuando menos lo pensé me tiro una bofetada, sentí el ardor en mi mejilla, incluso mi rostro fue volteado a un costado por el impacto- ¡Te he dicho que no te juntes con Helena, son de diferentes estatus! -grito- ¡Por su culpa el hijo de los Croweld se ha quejado con sus padres diciendo que te juntas con puros pobres!- me agarro de los brazos y me agitó bruscamente- ¿¡Sabes la vergüenza que me hiciste pasar!? Imagino que no, porque nunca piensas, eres igual de estúpida que tu madre- me empujó contra el piso, mi mente estaba en colapso, las lágrimas caían por mis mejillas, no era la primera vez que me hacía aquello- Maldita sea, no llores- me reprocho, quería parar de hacerlo pero simplemente no podía- ¡Ya cállate!- alzó la mano para golpearme de nuevo, pero tocaron la puerta, se detuvo en seco y se alejo unos pasos para recomponerse. -¿Quién busca?- preguntó en un tono amable, incluso esos cambios me asustaban a mí- levántate- demando bruscamente, no lo dude 2 veces y así lo hice. -Señor Russell, han venido sus invitados, los socios de Hilua, lo están esperando en el jardín, ya les di unos aperitivos en lo que venia a buscarlo y se pueda preparar- aquella voz la reconocía, era de la Mirtha una de las encargadas de la cocina. -Esta bien, en unos minutos bajo- repuso mi padre mientras de dirigía a su escritorio por files. -Entendido señor- respondió Mirtha luego se escucharon sus pasos alejándose de la puerta perdiéndose en el pasillo. -Te salvaste por esta vez, vete a tu habitación y no salgas- dijo sin mirarme, no dije nada, simplemente me di media vuelta y salí de la oficina, a paso rápido entre a mi habitación, tras cerrarla me recosté sobre la puerta y comencé a llorar. "¿Qué había hecho para merecer esto?" A veces los golpes eran sin un motivo grave por así decirlo, eran como de esos días donde mi padre necesitaba desquitarse con quién hiciera lo mínimo, estaba cansada de todo eso, de la vida que llevaba. Llore un buen rato antes de meterme a la ducha y ponerme algo frío en la mejilla para evitar las marcas, una vez que sentí que era suficiente me puse una pomada para no "dejar rastro" o al menos que se vea lo mínimo posible. Estaba por irme a acostar en la cama cuando mi celular vibro, cuando me fije en la pantalla era un mensaje de Helena, dude mucho en contestar, una parte de mi se resistía pero la otra decía que no había nada de malo en lo que hacía, Helena sabía algunas cosas de mi vida más allá de lo que aparentaba, incluso ella me había dado aquella pomada, era mi única amiga de verdad, mientras me distraía con mis pensamientos el celular volvió a vibrar trayendome de vuelta al presente, al final decidí leer sus mensajes, era sobre ir a un pequeño club secreto, dude demasiado, le explique un poco de la situación obviando ciertas partes, me dijo muchas cosas que me hicieron cuestionar todo lo que estaba viviendo, de alguna forma dándome el valor que me estaba faltando. Incluso ayudándome a hacer un plan para poder escabullirme, necesitaba vivir, darme más razones por seguir adelante, hacerme mi propio camino. El tiempo paso rápido y el plan comenzó a ejecutarse tal como quedamos, tuve que incluir a mi nana de confianza Karla para que todo pudiera resultar. -Estas divina, casi no te reconí- Helena me miro con una sonrisa- Aunque llevas más maquillaje, ¿Es por aquello verdad?- mencionó mirándome con comprensión. -Si- susurre- Ya sabes como son las cosas para mí...pero no hablemos de eso- le sonreí, solo quería olvidar ese mal rato por al menos unas horas. -Tienes razón, shu shu esas malas vibras- hizo una ademán con sus manos en el aire como si estuviera espantando mosquitos, a lo que yo reí, Helena si que era bien ocurrente, sin más charla, nos subimos a su auto y condujo hasta el club, apenas doblaba la esquina y se estacionaba, se veía las luces, el bullicio y la música. -A conquistar el mundo!- Helena grito y algunas personas que pasaban nos miraron raro, por mi parte solo atiné a seguirla, con ella podía ser yo sin que me juzgen, era una verdadera amiga. - A por el mundo!- grite a la par y corrimos hacia la entrada el club. Justo sonaba una canción que nos encantaba a ambas nos miramos de inmediato con una sonrisa, era por esa canción que empezamos a hablar y así nos hicimos amigas. -Esa es!- dijimos al unisoro, comenzamos a corear la canción mientras bailábamos. https://youtu.be/cA9sEdPmUbQ?si=TNbOjhpgxxWfP8Ae
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  • «Por mas denso que sea el humo, estaré cumpliendo mi anhelo. ¿Porqué? Porque lo aceptaste en un inicio, Hipnos, y porque él lo decretó tras aceptarme como amiga»pensó pero poco después, su estomago no resistió el malestar y vomitó el pay de manzana, vomitó hasta quedar muy pálida en ese panteón.

    ¿Qué pasaba si atentaban contra un hilo que ella protegía? Nunca se llegó a hacer esa pregunta, pero ahora no estaba para nada contenta con sentir los estragos de saber la respuesta.

    —Tengo frío...—susurró abrazándose a sí misma.
    «Por mas denso que sea el humo, estaré cumpliendo mi anhelo. ¿Porqué? Porque lo aceptaste en un inicio, Hipnos, y porque él lo decretó tras aceptarme como amiga»pensó pero poco después, su estomago no resistió el malestar y vomitó el pay de manzana, vomitó hasta quedar muy pálida en ese panteón. ¿Qué pasaba si atentaban contra un hilo que ella protegía? Nunca se llegó a hacer esa pregunta, pero ahora no estaba para nada contenta con sentir los estragos de saber la respuesta. —Tengo frío...—susurró abrazándose a sí misma.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    "Cómo domar a tu Monstruo (sin darte cuenta)"

    Akane escuchaba atenta mientras sus ojos se llenaban de emoción al escuchar el relato de su compañera del kinder, con graan dramatismo digno de una pelicula palomera de horror. La niña juraba que había visto un monstruo aterrador en el bosque durante un campamento con su familia. La pequeña mitad ogresa y demonio sintió que algo en esa historia hacia que le picara la curiosidad. ¿Y si no era un monstruo, sino otro ser especial como ella? ¡Tenía que averiguarlo!

    Esperó pacientemente el día perfecto para su aventura: sus madres no estarían en casa por la tarde, así que podría darse el lujo de escaparse un rato. Cuando finalmente llegó el momento, fingió entrar a casa como toda niña responsable y en cuanto el autobús escolar desapareció de vista, ¡pum! Se acomodo su mochila amarilla en la espalda, partió al bosque con la emoción zumbándole en el pecho.

    El lugar era más grande de lo que imaginaba, pero ella se sentía una exploradora experta. Caminó y caminó, revisando cada rincón con sus pequeños ojos astutos, hasta que empezó a dudar ¿Y si su amiga se había confundido? Justo en ese instante, un ruido extraño rompió el silencio. Akane pegó un salto, tragó saliva y miró hacia lo más profundo del bosque. Ahí estaba. Una enorme criatura la observaba, inmóvil.

    "¡Era real!" Sin dudar, corrió hacia el supuesto monstruo, pero algo extraño pasó. La criatura, un majestuoso lobo de pelaje castaño, abrió los ojos con terror y salió corriendo como si hubiera visto a algo más aterrador que un monstruo. “¡Espera, no corras!”, gritó Akane, pero el lobo no escuchó. Así que ella aceleró, sin notar que ahora corría más rápido de lo que cualquier niña humana podría. Antes de darse cuenta, lo alcanzó.

    El lobo temblaba. ¿Le tenía miedo? Akane inclinó la cabeza, confundida, y luego decidió hacer lo más lógico para una niña de seis años: se acercó con calma y lo abrazó. “Tranquilo, ya somos amigos,” murmuró con dulzura. El lobo dejó escapar un respiro largo y, sin darse cuenta, Akane había domado a la gran bestia.
    Ahora solo quedaba un pequeño problema. Si lo llevaba a casa… ¿qué dirían sus madres?
    "Cómo domar a tu Monstruo (sin darte cuenta)" Akane escuchaba atenta mientras sus ojos se llenaban de emoción al escuchar el relato de su compañera del kinder, con graan dramatismo digno de una pelicula palomera de horror. La niña juraba que había visto un monstruo aterrador en el bosque durante un campamento con su familia. La pequeña mitad ogresa y demonio sintió que algo en esa historia hacia que le picara la curiosidad. ¿Y si no era un monstruo, sino otro ser especial como ella? ¡Tenía que averiguarlo! Esperó pacientemente el día perfecto para su aventura: sus madres no estarían en casa por la tarde, así que podría darse el lujo de escaparse un rato. Cuando finalmente llegó el momento, fingió entrar a casa como toda niña responsable y en cuanto el autobús escolar desapareció de vista, ¡pum! Se acomodo su mochila amarilla en la espalda, partió al bosque con la emoción zumbándole en el pecho. El lugar era más grande de lo que imaginaba, pero ella se sentía una exploradora experta. Caminó y caminó, revisando cada rincón con sus pequeños ojos astutos, hasta que empezó a dudar ¿Y si su amiga se había confundido? Justo en ese instante, un ruido extraño rompió el silencio. Akane pegó un salto, tragó saliva y miró hacia lo más profundo del bosque. Ahí estaba. Una enorme criatura la observaba, inmóvil. "¡Era real!" Sin dudar, corrió hacia el supuesto monstruo, pero algo extraño pasó. La criatura, un majestuoso lobo de pelaje castaño, abrió los ojos con terror y salió corriendo como si hubiera visto a algo más aterrador que un monstruo. “¡Espera, no corras!”, gritó Akane, pero el lobo no escuchó. Así que ella aceleró, sin notar que ahora corría más rápido de lo que cualquier niña humana podría. Antes de darse cuenta, lo alcanzó. El lobo temblaba. ¿Le tenía miedo? Akane inclinó la cabeza, confundida, y luego decidió hacer lo más lógico para una niña de seis años: se acercó con calma y lo abrazó. “Tranquilo, ya somos amigos,” murmuró con dulzura. El lobo dejó escapar un respiro largo y, sin darse cuenta, Akane había domado a la gran bestia. Ahora solo quedaba un pequeño problema. Si lo llevaba a casa… ¿qué dirían sus madres?
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  • Ey, acaso estás cometiendo un crimen? Porque yo soy tu policía personal y te puedo arrestar... jajajaja bromita bromita, ganas deeee, ganas de salir salir de fiesta, hacer cosas de brujo bueno, porque aquí hacemos el bien claro que si

    ¿Alguien para hacer la amigacion y contar anécdotas de la vida ergo criticar ergo hacer cosas de señoras chismosas?
    Ey, acaso estás cometiendo un crimen? Porque yo soy tu policía personal y te puedo arrestar... jajajaja bromita bromita, ganas deeee, ganas de salir salir de fiesta, hacer cosas de brujo bueno, porque aquí hacemos el bien claro que si ¿Alguien para hacer la amigacion y contar anécdotas de la vida ergo criticar ergo hacer cosas de señoras chismosas?
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  • —El otoño es lindo, sus colores cálidos me envuelven como una madre envuelve a su hijo con sus brazos. El sonido crujiente de las hojas marchitas al pisarlas son como cantos de sirenas para mis oídos. Su frescos es relajante y amigable.
    —El otoño es lindo, sus colores cálidos me envuelven como una madre envuelve a su hijo con sus brazos. El sonido crujiente de las hojas marchitas al pisarlas son como cantos de sirenas para mis oídos. Su frescos es relajante y amigable.
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  • Alooo alooo alooo... okey no tanta intensidad ¡Holaaaa! Me presento soy Hansel y seré su brujito amigable, consejero y fiel servidor si quieren amistar conmigo los aceptooo

    - Al hablar tan rapido se queda sin aliento por lo que respira y continua su discurso

    Hablo mucho espero no se aburran ni se desesperen conmigo jaja
    Alooo alooo alooo... okey no tanta intensidad ¡Holaaaa! Me presento soy Hansel y seré su brujito amigable, consejero y fiel servidor si quieren amistar conmigo los aceptooo - Al hablar tan rapido se queda sin aliento por lo que respira y continua su discurso Hablo mucho espero no se aburran ni se desesperen conmigo jaja
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  • Fiesta en la playa con las amigas, antes del caos, hay que relajarnos.
    Fiesta en la playa con las amigas, antes del caos, hay que relajarnos.
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  • Quisiera otra amistad así de bonita y que no me abandone...

    Les doy besitos ricos y postres a mis amigas, amigamos? Si no quieren besitos solo les doy comida y detallitos
    Quisiera otra amistad así de bonita y que no me abandone... Les doy besitos ricos y postres a mis amigas, amigamos? Si no quieren besitos solo les doy comida y detallitos
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  • "¿Qué haces mientras duermes?"

    Por alguna razón, de todos los recuerdos que tengo de Lucia, ese sigue siendo el más vívido.

    Estábamos jugando en el jardín de su casa. Sus padres la llamaron, y en lugar de decir "adiós", "nos vemos mañana", o alguna otra cosa, me hizo esa pregunta.

    No era raro para Lucia hacer preguntas o comentarios que los demás consideraban inusuales, incómodos, groseros, incluso. Su rostro inexpresivo, como el de una muñeca de porcelana, los hacía más inquietantes.

    Yo era su única amiga. Los demás niños solían tenerle algo de miedo. Decían que era una bruja, un espectro, una muñeca que cobró vida y otros disparates.

    "¿Qué?"

    La pregunta me confundió, pero no me sorprendió. Era Lucia, después de todo.

    "Sí, ¿qué haces mientras duermes? ¿No lo sabes?" Insistió ella.

    "Pues... ¿Dormir, no? ¿Soñar? Eso es lo que hago", respondí.

    "No te estoy preguntando qué haces tú", dijo ella, tocando mi frente con su dedo. "Te pregunto qué haces TÚ", y después, señalo mi abdomen.

    "No entiendo, Lucia".

    "Ya sé que duermes. Tu cerebro duerme. ¿Qué hace tu cuerpo?"

    "Lo mismo, ¿no?"

    "¿Cómo lo sabes?"

    "Pues... porque sí, y ya. Me acuesto, me duermo, y me levanto, mi cuerpo sigue ahí en la mañana así que no hace nada, sólo duerme".

    "¿Cómo lo sabes?"

    "¡Acabo de decírtelo!"

    "No. Me dijiste lo que CREES que hace tu cuerpo. ¿Cómo sabes que no se levanta por la noche?"

    "¿...Qué?"

    "¿Cómo sabes que no se levanta? ¿Cómo sabes que no camina? ¿Cómo sabes que no tiene otra vida? Yo, también. Quizás por la noche estamos tú y yo aquí, nuestros cuerpos, jugando, mientras nosotras dormimos. O quizás no somos amigas. Quizás la 'tú' y la 'yo' que somos en la noche... nos odiamos... Y sí... ¿Ellas dos son las reales? Entonces..."

    "¡Basta! ¡Cállate, cállate! ¡No sigas!"

    Empecé a llorar. Corrí a mi casa.

    No pude dormir esa noche, ni la siguiente, ni las otras dos que le siguieron. Tuvieron que llevarme a un médico a que me recetara algo para dormir.

    Pude dormir con normalidad de nuevo, eventualmente. Volví a jugar con Lucia, y nunca tocó el tema otra vez. Así era ella.

    El miedo a dormir, sin embargo... creo que nunca lo superé del todo.
    "¿Qué haces mientras duermes?" Por alguna razón, de todos los recuerdos que tengo de Lucia, ese sigue siendo el más vívido. Estábamos jugando en el jardín de su casa. Sus padres la llamaron, y en lugar de decir "adiós", "nos vemos mañana", o alguna otra cosa, me hizo esa pregunta. No era raro para Lucia hacer preguntas o comentarios que los demás consideraban inusuales, incómodos, groseros, incluso. Su rostro inexpresivo, como el de una muñeca de porcelana, los hacía más inquietantes. Yo era su única amiga. Los demás niños solían tenerle algo de miedo. Decían que era una bruja, un espectro, una muñeca que cobró vida y otros disparates. "¿Qué?" La pregunta me confundió, pero no me sorprendió. Era Lucia, después de todo. "Sí, ¿qué haces mientras duermes? ¿No lo sabes?" Insistió ella. "Pues... ¿Dormir, no? ¿Soñar? Eso es lo que hago", respondí. "No te estoy preguntando qué haces tú", dijo ella, tocando mi frente con su dedo. "Te pregunto qué haces TÚ", y después, señalo mi abdomen. "No entiendo, Lucia". "Ya sé que duermes. Tu cerebro duerme. ¿Qué hace tu cuerpo?" "Lo mismo, ¿no?" "¿Cómo lo sabes?" "Pues... porque sí, y ya. Me acuesto, me duermo, y me levanto, mi cuerpo sigue ahí en la mañana así que no hace nada, sólo duerme". "¿Cómo lo sabes?" "¡Acabo de decírtelo!" "No. Me dijiste lo que CREES que hace tu cuerpo. ¿Cómo sabes que no se levanta por la noche?" "¿...Qué?" "¿Cómo sabes que no se levanta? ¿Cómo sabes que no camina? ¿Cómo sabes que no tiene otra vida? Yo, también. Quizás por la noche estamos tú y yo aquí, nuestros cuerpos, jugando, mientras nosotras dormimos. O quizás no somos amigas. Quizás la 'tú' y la 'yo' que somos en la noche... nos odiamos... Y sí... ¿Ellas dos son las reales? Entonces..." "¡Basta! ¡Cállate, cállate! ¡No sigas!" Empecé a llorar. Corrí a mi casa. No pude dormir esa noche, ni la siguiente, ni las otras dos que le siguieron. Tuvieron que llevarme a un médico a que me recetara algo para dormir. Pude dormir con normalidad de nuevo, eventualmente. Volví a jugar con Lucia, y nunca tocó el tema otra vez. Así era ella. El miedo a dormir, sin embargo... creo que nunca lo superé del todo.
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  • Su obra final es solo un chiste mal contado.

    Descubrir la infidelidad de su ex esposa fue la gota que derramó el vaso. Pensó que sin importar cuánto esfuerzo pusiera sobre la mesa, no era suficiente, nunca lo fue.

    A los 13 años sus padres lo cambiaron por unas monedas con un viejo rabo verde y solo él sabe que tipo de cosas sufrió. Escapó a los meses y vivió entre vagabundos, cuando su vida empezó a cambiar sintió que era capaz de ayudar a otros de la forma en que él jamás recibió consuelo.

    Estudio y recibió una beca completa. Su vida se compuso por un tiempo. Estabilidad económica, una profesión, su trabajo y una prometida que él juraba era su media naranja.

    — Tal vez todo empezó a ir mal desde ese día.— Un recuerdo vago sobre el felino Noir que rescato de las calles. Flaco, pulgoso, enfermo y viejo, nadie quería un gato con tantos problemas y tampoco costearse los gastos médicos. Pero Kyo era humano de corazón, lo llevo a casa donde su prometida algo malhumorada, acepto al viejo Noir.

    Y un día cuando él salió, el gato murió. Según su prometida, escapó de casa y un auto lo arrolló. Kyo jamás supo la verdad que escondía su prometida porque para él y su tonta visión del amor, era incapaz.

    No lloró. Un hombre no llora. Se casó y formó una pequeña familia en un departamento que le costó sudor y lágrimas. Pero ella, en especial ella, era interesada y cruel. A los meses de casarse noto los cambios, salidas con sus amigas por días enteros, compras exageradas con las tarjetas de débito, las deudas iban en aumento, solía verla más en las calles que en su propio hogar, pero el amor ciega.

    Un día de noviembre la descubrió teniendo relaciones sexuales con su compañero de trabajo. Su corazón se rompió y ella, con toda esa arrogancia lo comparo con su amante y finalmente lo dejo.

    ¿Qué hice mal?. Se pregunto durante largas noches mientras el divorcio empezó su curso. Pero Kyo no podía llorar, estaba tan roto por dentro que su mente se desconecto. Como una máquina: despertar, comer, dormir, trabajar, ida y vuelta a casa/trabajo. En el trabajo ya no rendía y termino por cerrar su oficina, las deudas se acumularon, no había nadie con quién hablar de estás cosas y fue en su penumbra que escucho la voz.

    " Solo la muerte nos libra del dolor. Decide por una vez. "

    Una voz en lo profundo de su cabeza. Algo que lo llamaba a terminar con esa comedia trágica. Por fin, podía llorar por todas las penas que le habían tocado.

    Y así es como consiguió un arma y se voló la cabeza.
    Y así fue como el parásito tomo su cuerpo y suplantó su identidad.
    Así fue como el Kyo Wakana de esa realidad desapareció.
    Su obra final es solo un chiste mal contado. Descubrir la infidelidad de su ex esposa fue la gota que derramó el vaso. Pensó que sin importar cuánto esfuerzo pusiera sobre la mesa, no era suficiente, nunca lo fue. A los 13 años sus padres lo cambiaron por unas monedas con un viejo rabo verde y solo él sabe que tipo de cosas sufrió. Escapó a los meses y vivió entre vagabundos, cuando su vida empezó a cambiar sintió que era capaz de ayudar a otros de la forma en que él jamás recibió consuelo. Estudio y recibió una beca completa. Su vida se compuso por un tiempo. Estabilidad económica, una profesión, su trabajo y una prometida que él juraba era su media naranja. — Tal vez todo empezó a ir mal desde ese día.— Un recuerdo vago sobre el felino Noir que rescato de las calles. Flaco, pulgoso, enfermo y viejo, nadie quería un gato con tantos problemas y tampoco costearse los gastos médicos. Pero Kyo era humano de corazón, lo llevo a casa donde su prometida algo malhumorada, acepto al viejo Noir. Y un día cuando él salió, el gato murió. Según su prometida, escapó de casa y un auto lo arrolló. Kyo jamás supo la verdad que escondía su prometida porque para él y su tonta visión del amor, era incapaz. No lloró. Un hombre no llora. Se casó y formó una pequeña familia en un departamento que le costó sudor y lágrimas. Pero ella, en especial ella, era interesada y cruel. A los meses de casarse noto los cambios, salidas con sus amigas por días enteros, compras exageradas con las tarjetas de débito, las deudas iban en aumento, solía verla más en las calles que en su propio hogar, pero el amor ciega. Un día de noviembre la descubrió teniendo relaciones sexuales con su compañero de trabajo. Su corazón se rompió y ella, con toda esa arrogancia lo comparo con su amante y finalmente lo dejo. ¿Qué hice mal?. Se pregunto durante largas noches mientras el divorcio empezó su curso. Pero Kyo no podía llorar, estaba tan roto por dentro que su mente se desconecto. Como una máquina: despertar, comer, dormir, trabajar, ida y vuelta a casa/trabajo. En el trabajo ya no rendía y termino por cerrar su oficina, las deudas se acumularon, no había nadie con quién hablar de estás cosas y fue en su penumbra que escucho la voz. " Solo la muerte nos libra del dolor. Decide por una vez. " Una voz en lo profundo de su cabeza. Algo que lo llamaba a terminar con esa comedia trágica. Por fin, podía llorar por todas las penas que le habían tocado. Y así es como consiguió un arma y se voló la cabeza. Y así fue como el parásito tomo su cuerpo y suplantó su identidad. Así fue como el Kyo Wakana de esa realidad desapareció.
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