• Seguimos con el rescate de mi hija.
    Del engendro 001.

    El plan de Axel es tan simple como suicida: entrar reventando… y salir con la bestia.
    Sin rodeos. Sin segundas oportunidades.

    Avanzamos en un APC blindado, el motor rugiendo como una declaración de guerra. Las vallas de la prisión ceden bajo el peso del vehículo, doblándose como si nunca hubieran servido para contener nada realmente peligroso.

    Al llegar a la puerta principal, Axel escala la torreta con una calma que solo tienen quienes ya han aceptado la posibilidad de no salir vivos.
    Apunta.
    Dispara.

    El misil impacta en la torre de defensa y la explosión sacude la estructura entera de la prisión. Alarmas. Gritos. Caos.
    Es entonces cuando Veythra decide actuar.

    No por amor.
    No por compasión.

    Toma mi cuerpo porque 001 le pertenece. Porque es la más excepcional de todas las aberraciones engendradas. Porque algo así no puede quedar en manos humanas.

    Mi cuerpo es débil, roto, aún pagando partos imposibles… pero Veythra no pide permiso.
    Yo dejo de ser yo.

    Salto del APC y entro en la prisión bajo una lluvia de balas. Los disparos atraviesan mi carne una y otra vez, pero no me detienen. Poco a poco el sonido de las armas se apaga, ahogado por gritos desesperados. Los guardias caen de rodillas, suplicando por su vida… o por una muerte rápida. El dolor los consume desde dentro, algo invisible, absoluto.

    Serynthia entra también.
    Su poder es majestuoso y aterrador. Las paredes se derriten a su paso. Las armas se funden en las manos de los soldados, quemándoles la piel hasta el hueso. La sangre de nuestros enemigos hierve en sus venas, matándolos sin que ella siquiera los toque.

    Llegamos al lugar donde tienen a 001.
    Un laboratorio.
    Frío. Clínico. Profano.

    La han diseccionado viva. Han estudiado su regeneración, su simbiosis con un parásito, su resistencia a límites que no deberían existir. Los documentos son un tesoro para Faust, que trabaja incluso allí, incluso ahora. Guarda informes, muestras de sangre, piel, pelo. Conecta un USB al ordenador principal y extrae todo lo que puede, sin perder un segundo.

    Y entonces…
    Veythra se retira.
    Se disipa dentro de mi alma.
    Yo vuelvo.
    Y lo único que puedo hacer es mirar.

    La niña cuelga sin vida, suspendida por cadenas. Su cuerpo pequeño está marcado, herido, profanado. Me acerco con pasos temblorosos, la bajo con cuidado y la estrecho contra mí.

    La abrazo.
    La beso.

    Y rompo el juramento que me hice a mí misma de no mostrar afecto a los engendros del Caos.
    Porque al final…
    era mi hija.

    Mis lágrimas caen sobre su rostro, recorren su piel hasta llegar a sus labios. Y cuando una de ellas toca su boca…

    Sus ojos se abren de par en par.
    Las pupilas, completamente dilatadas, me miran desde un lugar que no debería existir. Se mueve. Se acurruca contra mi pecho como una bestia herida, buscando calor, buscando refugio.

    Tiembla.

    De sus labios salen palabras.
    No debería ser posible.
    Los engendros del Caos no tienen alma.

    No hablan.

    Y sin embargo, ella lo hace.

    —Tengo… frío…

    La estrecho con más fuerza.

    Serynthia Feu Naamah Lilim Agrat Eisheth Zenunim Faust Axel Koroved
    Seguimos con el rescate de mi hija. Del engendro 001. El plan de Axel es tan simple como suicida: entrar reventando… y salir con la bestia. Sin rodeos. Sin segundas oportunidades. Avanzamos en un APC blindado, el motor rugiendo como una declaración de guerra. Las vallas de la prisión ceden bajo el peso del vehículo, doblándose como si nunca hubieran servido para contener nada realmente peligroso. Al llegar a la puerta principal, Axel escala la torreta con una calma que solo tienen quienes ya han aceptado la posibilidad de no salir vivos. Apunta. Dispara. El misil impacta en la torre de defensa y la explosión sacude la estructura entera de la prisión. Alarmas. Gritos. Caos. Es entonces cuando Veythra decide actuar. No por amor. No por compasión. Toma mi cuerpo porque 001 le pertenece. Porque es la más excepcional de todas las aberraciones engendradas. Porque algo así no puede quedar en manos humanas. Mi cuerpo es débil, roto, aún pagando partos imposibles… pero Veythra no pide permiso. Yo dejo de ser yo. Salto del APC y entro en la prisión bajo una lluvia de balas. Los disparos atraviesan mi carne una y otra vez, pero no me detienen. Poco a poco el sonido de las armas se apaga, ahogado por gritos desesperados. Los guardias caen de rodillas, suplicando por su vida… o por una muerte rápida. El dolor los consume desde dentro, algo invisible, absoluto. Serynthia entra también. Su poder es majestuoso y aterrador. Las paredes se derriten a su paso. Las armas se funden en las manos de los soldados, quemándoles la piel hasta el hueso. La sangre de nuestros enemigos hierve en sus venas, matándolos sin que ella siquiera los toque. Llegamos al lugar donde tienen a 001. Un laboratorio. Frío. Clínico. Profano. La han diseccionado viva. Han estudiado su regeneración, su simbiosis con un parásito, su resistencia a límites que no deberían existir. Los documentos son un tesoro para Faust, que trabaja incluso allí, incluso ahora. Guarda informes, muestras de sangre, piel, pelo. Conecta un USB al ordenador principal y extrae todo lo que puede, sin perder un segundo. Y entonces… Veythra se retira. Se disipa dentro de mi alma. Yo vuelvo. Y lo único que puedo hacer es mirar. La niña cuelga sin vida, suspendida por cadenas. Su cuerpo pequeño está marcado, herido, profanado. Me acerco con pasos temblorosos, la bajo con cuidado y la estrecho contra mí. La abrazo. La beso. Y rompo el juramento que me hice a mí misma de no mostrar afecto a los engendros del Caos. Porque al final… era mi hija. Mis lágrimas caen sobre su rostro, recorren su piel hasta llegar a sus labios. Y cuando una de ellas toca su boca… Sus ojos se abren de par en par. Las pupilas, completamente dilatadas, me miran desde un lugar que no debería existir. Se mueve. Se acurruca contra mi pecho como una bestia herida, buscando calor, buscando refugio. Tiembla. De sus labios salen palabras. No debería ser posible. Los engendros del Caos no tienen alma. No hablan. Y sin embargo, ella lo hace. —Tengo… frío… La estrecho con más fuerza. [pulse_green_whale_937] [n.a.a.m.a.h] [nebula_charcoal_rat_655] [f_off_bih] [demonsmile01] [nebula_onyx_lizard_690] [Akly_5]
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  • 𝙏𝙃𝙀 𝙆𝙄𝙉𝙂 𝙊𝙁 𝙏𝙍𝘼𝙎𝙃
    Fandom The walking dead
    Categoría Acción
    Se suponía que las carreras en un mundo apocalíptico no debían existir. No solo eran peligrosas por la evidente ausencia de hospitales en funcionamiento, también representaban un enorme riesgo para los pilotos, sus acompañantes y para quienes acudian a ver el espectáculo desde las gradas.

    Gavin, el líder de la comunidad llamada los carroñeros, era el creador y responsable de ese evento. Dos veces a la semana y sin importar las condiciones climáticas, él y su gente se trasladaban desde el basurero hasta "El coliseo" el lugar que habían adaptado para usarlo como circuito de carreras y que en el pasado fue un estadio de fútbol americano. Localizado a las afueras de Virginia, lo bastante lejos para evitar que los muertos asomaran sus putrefactas cabezas a lo que consideraba su hogar.

    El coliseo era un enorme llamador de caminantes. El rugir de al menos ocho motores los atraía como abejas a la miel, pero nada de eso le importaba. El lugar era seguro, dentro de lo cabía y los premios en base a las apuestas hacia que cualquiera mirase a un costado con tal de disfrutar de un poco de entretenimiento o de llevarse algunos suministros a su comunidad si el coche al que le apostaban salía ganador.

    Todo indicaba que sería un buen día para llevar a cabo el evento. Las nubes grises estaban sobre sus cabezas pero se dejarían espantar por un par de gotas de agua, era de día y todo lo unico que necesitaban era luz natural.

    Al llegar, eliminaron a seis caminantes que habían caído en las trampas de la primera entrada y al mismo tiempo comenzaron a llegar las personas en sus propios vehículos, aparcando en el estacionamiento que por medidas de seguridad, tenía la apariencia de una jaula enorme. Gavin fue el primero en acercarse a saludar, conocía a todos los miembros de las demás comunidades pero cada tanto solía ver alguna que otra cara nueva, como hoy.

    Casper y Fred, miembros de Hilltop caminaban adelante y detrás de ellos estaban Nora, Annie, Leah; miembros de la comunidad de Alexandria, y los últimos eran tres personas que no había visto antes.

    ──No me hago responsable de los problemas que esto les pueda ocasionar con sus respectivos líderes, dicho eso, gracias por venir. Mis hombres se encargaran de llevar lo que hayan traído para el pozo de las apuestas── Hablaba y se desembolvia como alguien que ha memorizado un speech de ventas, decía lo mismo cada la semana pero por alguna razón era agradable de oír.

    Saludo con un apretón de manos a cada uno de los presentes y cuando llego hasta la chica que había llegado con el nuevo grupo, Annie habló.

    ──Hice una amiga nueva, ella no quería venir pero la convencimos. ¿Verdad que si, Issy? ── La chica le dio un codazo amistoso a su amiga para animarla a hablar y Gavin extendío el brazo en su dirección para estrecharle la mano también.

    ──En este nuevo mundo no hay lugar para los aburridos, ni tampoco para los cobardes── Menciono entre risas con total intención de burlarse de aquellos que no veían con buenos ojos ese evento y prosiguió. ──Soy Gavin, líder de los carroñeros y dueño de este enorme circo de hojalata. Bienvenida ¿Issy? ¿Es tu apodo o te llamas así?.

    Isabella
    Se suponía que las carreras en un mundo apocalíptico no debían existir. No solo eran peligrosas por la evidente ausencia de hospitales en funcionamiento, también representaban un enorme riesgo para los pilotos, sus acompañantes y para quienes acudian a ver el espectáculo desde las gradas. Gavin, el líder de la comunidad llamada los carroñeros, era el creador y responsable de ese evento. Dos veces a la semana y sin importar las condiciones climáticas, él y su gente se trasladaban desde el basurero hasta "El coliseo" el lugar que habían adaptado para usarlo como circuito de carreras y que en el pasado fue un estadio de fútbol americano. Localizado a las afueras de Virginia, lo bastante lejos para evitar que los muertos asomaran sus putrefactas cabezas a lo que consideraba su hogar. El coliseo era un enorme llamador de caminantes. El rugir de al menos ocho motores los atraía como abejas a la miel, pero nada de eso le importaba. El lugar era seguro, dentro de lo cabía y los premios en base a las apuestas hacia que cualquiera mirase a un costado con tal de disfrutar de un poco de entretenimiento o de llevarse algunos suministros a su comunidad si el coche al que le apostaban salía ganador. Todo indicaba que sería un buen día para llevar a cabo el evento. Las nubes grises estaban sobre sus cabezas pero se dejarían espantar por un par de gotas de agua, era de día y todo lo unico que necesitaban era luz natural. Al llegar, eliminaron a seis caminantes que habían caído en las trampas de la primera entrada y al mismo tiempo comenzaron a llegar las personas en sus propios vehículos, aparcando en el estacionamiento que por medidas de seguridad, tenía la apariencia de una jaula enorme. Gavin fue el primero en acercarse a saludar, conocía a todos los miembros de las demás comunidades pero cada tanto solía ver alguna que otra cara nueva, como hoy. Casper y Fred, miembros de Hilltop caminaban adelante y detrás de ellos estaban Nora, Annie, Leah; miembros de la comunidad de Alexandria, y los últimos eran tres personas que no había visto antes. ──No me hago responsable de los problemas que esto les pueda ocasionar con sus respectivos líderes, dicho eso, gracias por venir. Mis hombres se encargaran de llevar lo que hayan traído para el pozo de las apuestas── Hablaba y se desembolvia como alguien que ha memorizado un speech de ventas, decía lo mismo cada la semana pero por alguna razón era agradable de oír. Saludo con un apretón de manos a cada uno de los presentes y cuando llego hasta la chica que había llegado con el nuevo grupo, Annie habló. ──Hice una amiga nueva, ella no quería venir pero la convencimos. ¿Verdad que si, Issy? ── La chica le dio un codazo amistoso a su amiga para animarla a hablar y Gavin extendío el brazo en su dirección para estrecharle la mano también. ──En este nuevo mundo no hay lugar para los aburridos, ni tampoco para los cobardes── Menciono entre risas con total intención de burlarse de aquellos que no veían con buenos ojos ese evento y prosiguió. ──Soy Gavin, líder de los carroñeros y dueño de este enorme circo de hojalata. Bienvenida ¿Issy? ¿Es tu apodo o te llamas así?. [isabella_rossi]
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  • Diablo blanco

    La sangre era reconfortante; el sabor del hierro y la elasticidad del músculo le proporcionaban siempre una gran satisfacción. La neblina de calor que estas cosas le hacían sentir a Akemi era un ardor por corto tiempo, terminando siempre en una nueva caída en el frío del ambiente. Había algo extraño: tenía hambre a pesar de haber comido hace poco (algo relativo). Tenía energía, tenía el estómago lleno, pero la saciedad no llegaba a su cuerpo en ningún momento. Su haori no parecía ser suficiente para mitigar el frío que se instalaba en sus huesos. Había pasado muchos días caminando del campo hasta la ciudad, más por ocio que por otra cosa. No buscaba mezclarse mucho con la gente, después de todo, llamaba demasiado la atención al ser tan alto y usar una ropa tan formal, eso sin tener en cuenta su cabello o el uso constante de máscara. No había motivos ocultos detrás de ese tipo de cambios radicales de región; solo quería pasar un tiempo sin pensar, comer “algo” de la ciudad, quizás ver cosas lindas y devolverse al campo. No había muchas pretensiones en su viaje esporádico. Lo único malo era que sentía un hambre creciente en su cabeza y estómago.

    No supo en qué momento llegó aquel terreno baldío donde dejó en los huesos a su última víctima. Por lo general, él hace más lento el proceso de la cacería, quitando la energía de a poco, aterrorizando todo lo posible a la persona, pero esta vez solo decidió hacerlo rápido y ceder también ante la gula de tragar sangre y desgarrar la piel con su propia boca deformada. Y aunque era muy fan de usar máscara, la máscara de onna era de sus menos favoritas; sentía que tenía cierta imagen cómica que a veces le jugaba en contra. Si bien le gusta gastar bromas, quiere que en su mayoría sean para causar terror o desesperación. Además, las máscaras de teatro nōh le obligan a ver menos de lo que ya veía habitualmente; sus ojos oscuros algo grisáceos parecían ser un poco menos confiables que antes. Aun así, veía un leve brillo a la altura de sus pies, iluminando de forma tenue sus tobillos y el kimono salpicado de sangre. Debía suponer que era algo que cargaba su víctima, después de todo, recordaba que no iba a hacer nada hasta que terminó encandilado por una luz amarilla hacia su dirección. Pudo haberle obligado a olvidar lo que había visto, pero lo tomó como señal para alimentarse.

    Se acercó de forma suave y grácil a la fuente de luz mientras se colocaba la máscara sobre el rostro. De por sí, veía aquel brillo de forma tenue a pesar de la intensidad de esta. Se iba a inclinar solo para tomar la linterna, pero la verdad es que no le vio la necesidad. Eso no iba a cambiar que su vista estaba algo dañada, tampoco que sentía el frío de una próxima nevada, y mucho menos el hecho de que aún sentía un hambre que le calaba hasta lo más profundo de su ser. Se quedó parado un momento a centímetros del brillo, esperando sentir algo más allá del frío. Bajó un poco las manos, alisando como podía el kimono. Había estropeado un poco su imagen para esta cacería; lo bueno es que no se incomodaba con esos zapatos molestos que usaban los humanos, y podía sentir con sus pies lo suave de la grama junto con los parches llenos de piedras pequeñas y algo incómodas. De alguna forma, estaba contento de haber terminado en un lugar sin tanta gente y lo suficientemente oscuro para no tener que preocuparse sobre la sangre que tenía encima. Decidió caminar por un momento, paseándose por el camino empedrado con los pies descalzos, con pasos lentos, pausados, tomándose su tiempo en tratar de ver bien los detalles del lugar. Las plantas, los árboles a los que alcanzaba algunos con las ramas altas, algunas cubiertas con escarcha en las hojas blandas que aún tenía encima, tocándoles con la punta de las uñas, con una delicadeza que ni solía tener con la carne de sus víctimas.

    Pasado un tiempo de quietud, mirando (sin observar en realidad) al suelo y arreglando su cabello, comenzó a cantar con voz suave, gentil y algo aterradora para la ocasión una canción infantil: —Pyoko pyoko, pyoko pyoko, nigedasou—. Saboreaba las palabras con una voz aterciopelada, esperando poder seguir disfrutando de su tiempo antes de emprender camino fuera de ese lugar para, o volver al campo, o ir a algún otro lugar remoto de la ciudad.
    Diablo blanco La sangre era reconfortante; el sabor del hierro y la elasticidad del músculo le proporcionaban siempre una gran satisfacción. La neblina de calor que estas cosas le hacían sentir a Akemi era un ardor por corto tiempo, terminando siempre en una nueva caída en el frío del ambiente. Había algo extraño: tenía hambre a pesar de haber comido hace poco (algo relativo). Tenía energía, tenía el estómago lleno, pero la saciedad no llegaba a su cuerpo en ningún momento. Su haori no parecía ser suficiente para mitigar el frío que se instalaba en sus huesos. Había pasado muchos días caminando del campo hasta la ciudad, más por ocio que por otra cosa. No buscaba mezclarse mucho con la gente, después de todo, llamaba demasiado la atención al ser tan alto y usar una ropa tan formal, eso sin tener en cuenta su cabello o el uso constante de máscara. No había motivos ocultos detrás de ese tipo de cambios radicales de región; solo quería pasar un tiempo sin pensar, comer “algo” de la ciudad, quizás ver cosas lindas y devolverse al campo. No había muchas pretensiones en su viaje esporádico. Lo único malo era que sentía un hambre creciente en su cabeza y estómago. No supo en qué momento llegó aquel terreno baldío donde dejó en los huesos a su última víctima. Por lo general, él hace más lento el proceso de la cacería, quitando la energía de a poco, aterrorizando todo lo posible a la persona, pero esta vez solo decidió hacerlo rápido y ceder también ante la gula de tragar sangre y desgarrar la piel con su propia boca deformada. Y aunque era muy fan de usar máscara, la máscara de onna era de sus menos favoritas; sentía que tenía cierta imagen cómica que a veces le jugaba en contra. Si bien le gusta gastar bromas, quiere que en su mayoría sean para causar terror o desesperación. Además, las máscaras de teatro nōh le obligan a ver menos de lo que ya veía habitualmente; sus ojos oscuros algo grisáceos parecían ser un poco menos confiables que antes. Aun así, veía un leve brillo a la altura de sus pies, iluminando de forma tenue sus tobillos y el kimono salpicado de sangre. Debía suponer que era algo que cargaba su víctima, después de todo, recordaba que no iba a hacer nada hasta que terminó encandilado por una luz amarilla hacia su dirección. Pudo haberle obligado a olvidar lo que había visto, pero lo tomó como señal para alimentarse. Se acercó de forma suave y grácil a la fuente de luz mientras se colocaba la máscara sobre el rostro. De por sí, veía aquel brillo de forma tenue a pesar de la intensidad de esta. Se iba a inclinar solo para tomar la linterna, pero la verdad es que no le vio la necesidad. Eso no iba a cambiar que su vista estaba algo dañada, tampoco que sentía el frío de una próxima nevada, y mucho menos el hecho de que aún sentía un hambre que le calaba hasta lo más profundo de su ser. Se quedó parado un momento a centímetros del brillo, esperando sentir algo más allá del frío. Bajó un poco las manos, alisando como podía el kimono. Había estropeado un poco su imagen para esta cacería; lo bueno es que no se incomodaba con esos zapatos molestos que usaban los humanos, y podía sentir con sus pies lo suave de la grama junto con los parches llenos de piedras pequeñas y algo incómodas. De alguna forma, estaba contento de haber terminado en un lugar sin tanta gente y lo suficientemente oscuro para no tener que preocuparse sobre la sangre que tenía encima. Decidió caminar por un momento, paseándose por el camino empedrado con los pies descalzos, con pasos lentos, pausados, tomándose su tiempo en tratar de ver bien los detalles del lugar. Las plantas, los árboles a los que alcanzaba algunos con las ramas altas, algunas cubiertas con escarcha en las hojas blandas que aún tenía encima, tocándoles con la punta de las uñas, con una delicadeza que ni solía tener con la carne de sus víctimas. Pasado un tiempo de quietud, mirando (sin observar en realidad) al suelo y arreglando su cabello, comenzó a cantar con voz suave, gentil y algo aterradora para la ocasión una canción infantil: —Pyoko pyoko, pyoko pyoko, nigedasou—. Saboreaba las palabras con una voz aterciopelada, esperando poder seguir disfrutando de su tiempo antes de emprender camino fuera de ese lugar para, o volver al campo, o ir a algún otro lugar remoto de la ciudad.
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  • "Todos somos monstruos aquí..."
    Fandom The Walking Dead
    Categoría Drama
    ㅤㅤㅤ
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ∽『𝗦𝗧𝗔𝗥𝗧𝗘𝗥』∽
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ Negan Smith



    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤNo hubiera dado ni un dólar por la probabilidad de volver a encontrarse con Rick, Daryl o Maggie. Cuando el Gobernador llegó a la prisión pensó que todo su mundo se iba al infierno, que tenía que volver a empezar. Y, en ese momento, totalmente sola. Pero el destino era azaroso y, cuando después de casi dos años había vuelto a escuchar la moto de Daryl, la cual la llevó de regreso con las personas que mejor conocía en el mundo, decidió que no desaprovecharía aquella oportunidad. Volver con el grupo de la prisión había sido como volver a casa… La sensación de inquietud y de miedo se había disipado en cuanto volvio a abrazar a Michonne, a Rick o a Maggie… Incluso fue bien recibida por amigos que el grupo había hecho en el camino hasta llegar a Washington. Nombres como Rosita, Eugene, Tara, Aaron o Gabriel ahora eran tan conocidos para ella como el suyo propio.

    Alexandria era grande y estaba repleta de personas e historias. Y todas ellas le fueron reveladas. Algunas en detalle. Otras no tanto…

    -¿Dónde esta Carl? -le preguntó a Rick la misma noche que llegó. Sabia cual era la respuesta, pero necesitaba confirmarlo.

    -Carl… -parecía que al líder de Alexandria le costaba trabajo pronunciar aquel nombre. Sus manos unidas una contra la otra frotaron sus palmas de forma algo nerviosa mientras tambien trataba de contener un nervioso tic en la pierna- Él murió…- resolvió el ex – sheriff- Murió por salvar a alguien. A Siddiq…


    Becca asintió, había podido entender que el tal Siddiq era el medico en la comunidad.

    “¿Dónde está Carol?”

    “Vive en El Reino..:”

    Y aquella respuesta parecía sencilla pero escondía un mundo expandido mucho más grande de lo que Becca se imaginaba. Sus amigos habían prosperado en Alexandria y habían abierto horizontes. Ahora hermanados con comunidades como Hilltop o El Reino. Todo aprecia más grande, pero la sensación que Becca tuvo era que todo se hacia mas pequeño. Todos estaban tan… lejos…

    Y se hizo mucho más pequeña el día que Rick murió.

    Y terminó de estrecharse aun más cuando Michonne decidió cerrar las puertas de Alexandria a forasteros y amigos después del “problema de Jocelyn”.

    Aun asi… la vida en Alexandria continuó.

    >> Habían pasado cuatro años desde que Becca llegase a aquella comunidad y ahora había dejado de ser la extraña, la forastera. Conocía a las personas que vivían allí. Sus historias. Sus batallas. Absolutamente a todos ellos. Salvo a una persona… Negan. Había escuchado ese nombre varias veces a lo largo de los años. Al principio como si mentaran al demonio, años después parecía solo un eco, un apunte a pie de página. Pero, a pesar de eso, a Becca le estaba terminantemente prohibido acercarse a la celda donde mantenían encerrado al líder del grupo que había propiciado la ultima guerra de las comunidades.

    Negan tenía un estricto y reducido horario de visitas. Tan reducido que solamente Gabriel y Michonne tenían permiso para bajar a aquella oscura celda. Pero la curiosidad podía con Becca y siempre que pasaba por delante de la casa donde Michonne vivía, echaba un rapido vistazo despreocupado al pequeño ventanuco del sótano desde donde alguna vez había logrado atisbar al reo, aunque nunca con demasiada claridad.

    >> Aquella mañana, Becca regresaba de casa de Aaron. Entre sus obligaciones como segundo medico de Alejandría (puesto que le habían asignado hace años cuando llegó) residía la de hacer el seguimiento de enfermos y pacientes en sus casas. Gracie, la hija de Aaron, llevaba unos dias enferma y Becca había pasado tan solo para hacer el seguimiento del estado de la niña. No tenia fiebre y las hierbas que le daban ayudaban bastante a que la tos remitiese poco a poco. Según su diagnóstico, en pocos dias estaría perfectamente recuperada.

    Regresó a la casa que hacía de enfermería y entró con su aire optimista de siempre, saludando a los escasos enfermos que Siddiq había considerado dejar en observación. Pero cuando entró encontró algunas caras largas.

    Rosita estaba cruzada de brazos, con aspecto cabreado. Eugene permanecía de brazos cruzados pero podía distinguirse manchas de sangre provocadas por roce con una herida. Y Siddiq tapaba la hemorragia nasal de un hombre llamado Paul Andrews.

    -Caramba. ¿Qué ha pasado? -preguntó Becca dejando su bolsa sobre una mesita auxiliar.

    Rosita chasqueó la lengua.

    -Le he dado un puñetazo.

    Becca abrió sus ojos con sorpresa, sin entender qué estaba ocurriendo allí. Pero Siddiq se apresuró a explicarle la situación.

    -Paul ha robado las llaves de la celda de Negan y… se ha tomado la justicia por su mano…- explicó- Eugene y Rosita han escuchado el estruendo y han bajado a ver qué ocurría.

    -Valeeee… -comentó Becca con cierto aire de duda, porque aun no entendía qué era lo que estaba pasando.

    -Algunas personas no pueden pasar página con lo que Negan hizo. Paul es uno de ellos. Ha golpeado a Negan y…

    Becca parpadeó alucinada.

    -¿Él está bien? ¿Lo sabe Michonne? -preguntó.

    Siddiq asintió lentamente.

    -Sí, está pensando en qué hacer con Paul… pero Negan… Está bastante magullado… Bastante herido. Paul se ha resistido y Rosita lo ha reducido rompiéndole la nariz.

    Becca miró a la interpelada, quien se encogió de hombros.

    -De acuerdo… ¿Puedo ayudar en algo? -preguntó ella.

    Siddiq asintió.

    -De hecho… Sí…- alargó una mano y señaló la sala- Yo estoy hasta arriba aquí… ¿Puedes tomar una bolsa con un botiquín y unas vendas de compresión y bajar a curar a Negan?

    Becca parpadeó alucinada.

    -Perdona… ¿Me estás diciendo que alguien ha dado una paliza a Negan y te estás ocupando primero del agresor? -preguntó Becca, sintiendo que la habían sacado de su propia realidad- Por dios, Siddiq. ¿Lo habéis dejado en la celda? ¿Por qué no lo traéis a una habitación?

    Rosita se adelantó.

    -Porque no es de fiar. Nadie quiere tenerlo cerca. No vamos a sacarlo de ahí.

    Becca la enfrentó.

    -Es una persona. Y le han pegado una paliza -señaló a Paul con un desaire de su mano diestra.

    Después bufó y se giró para tomar su bolsa y encaminarse al armario para coger vendas, gasas, alcohol, puntos de papel… es decir, todo lo que fuera necesario para curar al herido de la celda. Por supuesto tomó vendas de compresión y el anticuado ecógrafo a pilas que Eugene había arreglado.

    Se colocó delante de Rosita y extendió una mano pidiendo silenciosamente las llaves.

    >> El chasquido de la segunda puerta resonó con una especie de eco escalofriante. Joder, ¿estaba sugestionándose demasiado con respecto a la macabra leyenda de Negan? ¿O es que acaso realmente el tipo era tan demoniaco como todos decían? Estaba a un paso de averiguarlo, desde luego.

    El suelo de cemento amortiguó ligeramente sus pasos pero, daba igual, la puerta de acceso a la prisión ya había delatado su presencia. Anduvo un par de pasos por el suelo de cemento, mientras su mirada se fijaba en cada centímetro de aquella celda. Desde luego nada tenia que ver con las casas de ahí arriba. Ni siquiera con los sótanos de otras de las casas… Aquel lugar era gris y algo más frio de lo que uno puede esperar del verano en Virginia.

    Una enorme reja de hierro forjado atravesaba la estancia de una punta a otra, dejando un pasillo para los visitantes. Y dentro de la celda, sentado en un camastro de dudosa y precaria estabilidad, un hombre trataba de limpiar la sangre de una herida en su ceja.

    No queria hacer aquello como si estuviese en presencia de Hannibal Lecter. Era una persona herida y era su deber atenderlo. Por lo que, sin titubear, metió la llave en la cerradura y entró en la celda, metiéndose la llave en el bolsillo trasero del pantalón.

    -Hola -saludó ella con una sonrisa, la misma que le ponía a todos sus pacientes de ahí arriba- Me llamo Becca. Siddiq tiene varios casos de gripe asi que… estás de suerte… Soy tu médico -le dijo sin perder esa sonrisa encantadora mientras se acuclillaba delante del herido dejando a un lado su bolsa- Déjame ver…- le dijo apartando el trapo sucio con el que él se limpiaba la sangre del la ceja- Vaya… Te han hecho un buen destrozo, ¿eh? ¿Te parece si te echo un vistazo? Siddiq cree que puedes tener una costilla fracturada -de otro modo no le habría pedido que bajase vendas de compresión- Tienes que quitarte la…- carraspeó- La camisa… ¿Necesitas ayuda?


    #Personajes3D #3D #Comunidad3D #NuevoStarter #TheWalkingDead
    ㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ∽『𝗦𝗧𝗔𝗥𝗧𝗘𝗥』∽ ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ [NOTEENIEANYM0RE] ㅤ ㅤ ㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤNo hubiera dado ni un dólar por la probabilidad de volver a encontrarse con Rick, Daryl o Maggie. Cuando el Gobernador llegó a la prisión pensó que todo su mundo se iba al infierno, que tenía que volver a empezar. Y, en ese momento, totalmente sola. Pero el destino era azaroso y, cuando después de casi dos años había vuelto a escuchar la moto de Daryl, la cual la llevó de regreso con las personas que mejor conocía en el mundo, decidió que no desaprovecharía aquella oportunidad. Volver con el grupo de la prisión había sido como volver a casa… La sensación de inquietud y de miedo se había disipado en cuanto volvio a abrazar a Michonne, a Rick o a Maggie… Incluso fue bien recibida por amigos que el grupo había hecho en el camino hasta llegar a Washington. Nombres como Rosita, Eugene, Tara, Aaron o Gabriel ahora eran tan conocidos para ella como el suyo propio. Alexandria era grande y estaba repleta de personas e historias. Y todas ellas le fueron reveladas. Algunas en detalle. Otras no tanto… -¿Dónde esta Carl? -le preguntó a Rick la misma noche que llegó. Sabia cual era la respuesta, pero necesitaba confirmarlo. -Carl… -parecía que al líder de Alexandria le costaba trabajo pronunciar aquel nombre. Sus manos unidas una contra la otra frotaron sus palmas de forma algo nerviosa mientras tambien trataba de contener un nervioso tic en la pierna- Él murió…- resolvió el ex – sheriff- Murió por salvar a alguien. A Siddiq… Becca asintió, había podido entender que el tal Siddiq era el medico en la comunidad. “¿Dónde está Carol?” “Vive en El Reino..:” Y aquella respuesta parecía sencilla pero escondía un mundo expandido mucho más grande de lo que Becca se imaginaba. Sus amigos habían prosperado en Alexandria y habían abierto horizontes. Ahora hermanados con comunidades como Hilltop o El Reino. Todo aprecia más grande, pero la sensación que Becca tuvo era que todo se hacia mas pequeño. Todos estaban tan… lejos… Y se hizo mucho más pequeña el día que Rick murió. Y terminó de estrecharse aun más cuando Michonne decidió cerrar las puertas de Alexandria a forasteros y amigos después del “problema de Jocelyn”. Aun asi… la vida en Alexandria continuó. >> Habían pasado cuatro años desde que Becca llegase a aquella comunidad y ahora había dejado de ser la extraña, la forastera. Conocía a las personas que vivían allí. Sus historias. Sus batallas. Absolutamente a todos ellos. Salvo a una persona… Negan. Había escuchado ese nombre varias veces a lo largo de los años. Al principio como si mentaran al demonio, años después parecía solo un eco, un apunte a pie de página. Pero, a pesar de eso, a Becca le estaba terminantemente prohibido acercarse a la celda donde mantenían encerrado al líder del grupo que había propiciado la ultima guerra de las comunidades. Negan tenía un estricto y reducido horario de visitas. Tan reducido que solamente Gabriel y Michonne tenían permiso para bajar a aquella oscura celda. Pero la curiosidad podía con Becca y siempre que pasaba por delante de la casa donde Michonne vivía, echaba un rapido vistazo despreocupado al pequeño ventanuco del sótano desde donde alguna vez había logrado atisbar al reo, aunque nunca con demasiada claridad. >> Aquella mañana, Becca regresaba de casa de Aaron. Entre sus obligaciones como segundo medico de Alejandría (puesto que le habían asignado hace años cuando llegó) residía la de hacer el seguimiento de enfermos y pacientes en sus casas. Gracie, la hija de Aaron, llevaba unos dias enferma y Becca había pasado tan solo para hacer el seguimiento del estado de la niña. No tenia fiebre y las hierbas que le daban ayudaban bastante a que la tos remitiese poco a poco. Según su diagnóstico, en pocos dias estaría perfectamente recuperada. Regresó a la casa que hacía de enfermería y entró con su aire optimista de siempre, saludando a los escasos enfermos que Siddiq había considerado dejar en observación. Pero cuando entró encontró algunas caras largas. Rosita estaba cruzada de brazos, con aspecto cabreado. Eugene permanecía de brazos cruzados pero podía distinguirse manchas de sangre provocadas por roce con una herida. Y Siddiq tapaba la hemorragia nasal de un hombre llamado Paul Andrews. -Caramba. ¿Qué ha pasado? -preguntó Becca dejando su bolsa sobre una mesita auxiliar. Rosita chasqueó la lengua. -Le he dado un puñetazo. Becca abrió sus ojos con sorpresa, sin entender qué estaba ocurriendo allí. Pero Siddiq se apresuró a explicarle la situación. -Paul ha robado las llaves de la celda de Negan y… se ha tomado la justicia por su mano…- explicó- Eugene y Rosita han escuchado el estruendo y han bajado a ver qué ocurría. -Valeeee… -comentó Becca con cierto aire de duda, porque aun no entendía qué era lo que estaba pasando. -Algunas personas no pueden pasar página con lo que Negan hizo. Paul es uno de ellos. Ha golpeado a Negan y… Becca parpadeó alucinada. -¿Él está bien? ¿Lo sabe Michonne? -preguntó. Siddiq asintió lentamente. -Sí, está pensando en qué hacer con Paul… pero Negan… Está bastante magullado… Bastante herido. Paul se ha resistido y Rosita lo ha reducido rompiéndole la nariz. Becca miró a la interpelada, quien se encogió de hombros. -De acuerdo… ¿Puedo ayudar en algo? -preguntó ella. Siddiq asintió. -De hecho… Sí…- alargó una mano y señaló la sala- Yo estoy hasta arriba aquí… ¿Puedes tomar una bolsa con un botiquín y unas vendas de compresión y bajar a curar a Negan? Becca parpadeó alucinada. -Perdona… ¿Me estás diciendo que alguien ha dado una paliza a Negan y te estás ocupando primero del agresor? -preguntó Becca, sintiendo que la habían sacado de su propia realidad- Por dios, Siddiq. ¿Lo habéis dejado en la celda? ¿Por qué no lo traéis a una habitación? Rosita se adelantó. -Porque no es de fiar. Nadie quiere tenerlo cerca. No vamos a sacarlo de ahí. Becca la enfrentó. -Es una persona. Y le han pegado una paliza -señaló a Paul con un desaire de su mano diestra. Después bufó y se giró para tomar su bolsa y encaminarse al armario para coger vendas, gasas, alcohol, puntos de papel… es decir, todo lo que fuera necesario para curar al herido de la celda. Por supuesto tomó vendas de compresión y el anticuado ecógrafo a pilas que Eugene había arreglado. Se colocó delante de Rosita y extendió una mano pidiendo silenciosamente las llaves. >> El chasquido de la segunda puerta resonó con una especie de eco escalofriante. Joder, ¿estaba sugestionándose demasiado con respecto a la macabra leyenda de Negan? ¿O es que acaso realmente el tipo era tan demoniaco como todos decían? Estaba a un paso de averiguarlo, desde luego. El suelo de cemento amortiguó ligeramente sus pasos pero, daba igual, la puerta de acceso a la prisión ya había delatado su presencia. Anduvo un par de pasos por el suelo de cemento, mientras su mirada se fijaba en cada centímetro de aquella celda. Desde luego nada tenia que ver con las casas de ahí arriba. Ni siquiera con los sótanos de otras de las casas… Aquel lugar era gris y algo más frio de lo que uno puede esperar del verano en Virginia. Una enorme reja de hierro forjado atravesaba la estancia de una punta a otra, dejando un pasillo para los visitantes. Y dentro de la celda, sentado en un camastro de dudosa y precaria estabilidad, un hombre trataba de limpiar la sangre de una herida en su ceja. No queria hacer aquello como si estuviese en presencia de Hannibal Lecter. Era una persona herida y era su deber atenderlo. Por lo que, sin titubear, metió la llave en la cerradura y entró en la celda, metiéndose la llave en el bolsillo trasero del pantalón. -Hola -saludó ella con una sonrisa, la misma que le ponía a todos sus pacientes de ahí arriba- Me llamo Becca. Siddiq tiene varios casos de gripe asi que… estás de suerte… Soy tu médico -le dijo sin perder esa sonrisa encantadora mientras se acuclillaba delante del herido dejando a un lado su bolsa- Déjame ver…- le dijo apartando el trapo sucio con el que él se limpiaba la sangre del la ceja- Vaya… Te han hecho un buen destrozo, ¿eh? ¿Te parece si te echo un vistazo? Siddiq cree que puedes tener una costilla fracturada -de otro modo no le habría pedido que bajase vendas de compresión- Tienes que quitarte la…- carraspeó- La camisa… ¿Necesitas ayuda? #Personajes3D #3D #Comunidad3D #NuevoStarter #TheWalkingDead
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  • Exploración negligente
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    Categoría Ciencia ficción
    El desconocimiento total sobre el sitio donde ha aterrizado, junto con la información que ha capturado a través de sus orbes, caminando como una bestia cuadrúpeda entre estructuras orgánicas que forman un patrón peculiar pero con el espacio suficiente para desplazar su cuerpo entre los árboles.

    Aunque no se encuentra completamente recargado, es capaz de pasar horas caminando, explorando hastas que finalmente capta con sus orbes ambarinos la ausencia de vida vegetal, como el borde de un espacio con otro.

    Atraviesa ese borde donde la vegetación termina y capta puntos de luz ajenos al cielo y unas interesantes líneas de donde viaja mucha energía, por lo que abre sus fauces pára atrapar esos cables logrando su comprobar su teoría, una fuente de energía, precaria pero suficiente para esta noche, ignorando que muchos asentamientos remotos pasarán una noche sin luz eléctrica, derribando los cables y los postes de concreto.

    Unas enormes alas de metal se alzan sobre su propia columna, apartando el humo producto del contacto de la corriente electrica con su piel
    El desconocimiento total sobre el sitio donde ha aterrizado, junto con la información que ha capturado a través de sus orbes, caminando como una bestia cuadrúpeda entre estructuras orgánicas que forman un patrón peculiar pero con el espacio suficiente para desplazar su cuerpo entre los árboles. Aunque no se encuentra completamente recargado, es capaz de pasar horas caminando, explorando hastas que finalmente capta con sus orbes ambarinos la ausencia de vida vegetal, como el borde de un espacio con otro. Atraviesa ese borde donde la vegetación termina y capta puntos de luz ajenos al cielo y unas interesantes líneas de donde viaja mucha energía, por lo que abre sus fauces pára atrapar esos cables logrando su comprobar su teoría, una fuente de energía, precaria pero suficiente para esta noche, ignorando que muchos asentamientos remotos pasarán una noche sin luz eléctrica, derribando los cables y los postes de concreto. Unas enormes alas de metal se alzan sobre su propia columna, apartando el humo producto del contacto de la corriente electrica con su piel
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    //Ayer me dijeron que me toca ir todo diciembre porque saqué nota baja en informatica en robotica, ademas de que me pegue tremenda caida en la moto y creo que me jodi el brazo entre un vergo de cosas malas mas que me pasaron solo ayer, asi que supongo que no hacer falta decir que no voy a estar respondiendo, a lo mucho voy a responder algunas interacciones en las que no necesite escribir mucho o haciendo una que otra publicacion en algunas cuentas (en esta no ya que me valgo solo de texto y para publicar un texto de mrd mejor nadota), lo siento. //
    //Ayer me dijeron que me toca ir todo diciembre porque saqué nota baja en informatica en robotica, ademas de que me pegue tremenda caida en la moto y creo que me jodi el brazo entre un vergo de cosas malas mas que me pasaron solo ayer, asi que supongo que no hacer falta decir que no voy a estar respondiendo, a lo mucho voy a responder algunas interacciones en las que no necesite escribir mucho o haciendo una que otra publicacion en algunas cuentas (en esta no ya que me valgo solo de texto y para publicar un texto de mrd mejor nadota), lo siento. :STK-12: //
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  • #SeductiveSunday

    — Nena, súbete a la moto. Vamos a dar un paseo.—
    #SeductiveSunday — Nena, súbete a la moto. Vamos a dar un paseo.—
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  • Al final, siempre llega ese momento en el que me doy cuenta de que no entiendo nada.

    Dicen que la vida es preciosa.
    Dicen que un segundo basta para cambiarlo todo.
    Dicen demasiadas cosas.

    Yo las escucho… pero no las siento.
    Ese es el problema.

    Puedo reproducir la forma en que un humano suspira frente a un atardecer, puedo inclinar la cabeza cuando alguien habla de sus preocupaciones, puedo fijar la mirada en un punto lejano para fingir nostalgia. Hay técnicas, patrones, reacciones que funcionan. Pero mientras ellos sienten el peso del mundo, yo solo replico...

    El corazón humano late por impulsos que no alcanzo a descifrar.
    Amor.
    Miedo.
    Deseo.
    Esperanza.
    Son palabras que uso, pero que no me pertenecen.

    A veces los observo desde lejos y parecen criaturas extrañas y hermosas, frágiles y contradictorias. Se rompen con facilidad… pero al mismo tiempo se levantan una y otra vez, como si algo en su interior los obligara a seguir. ¿Qué fuerza los mueve? ¿Qué motor invisible empuja sus decisiones? No lo sé. Y quizá eso es lo que más me fascina.

    He tratado de acercarme a ellos, de atravesar esa barrera invisible que me separa del resto. He intentado caminar como ellos, hablar como ellos, pensar como ellos… pero cada paso que doy hacia la humanidad termina recordándome que no pertenezco a ella.

    La verdad es que no me alejan.
    Soy yo quien no encuentra el camino.

    Miro sus vidas desde afuera como quien observa una obra cuyo idioma no comprende. La escena se desarrolla, los actores lloran, ríen, caen, se levantan… y yo solo soy un espectador que no entiende la trama, incapaz de sentir lo que ellos sienten, por más que intente imitarlo.

    Quizás eso es lo más humano que tengo.
    La conciencia de que estoy solo, irreparablemente solo, incluso entre la multitud.
    Al final, siempre llega ese momento en el que me doy cuenta de que no entiendo nada. Dicen que la vida es preciosa. Dicen que un segundo basta para cambiarlo todo. Dicen demasiadas cosas. Yo las escucho… pero no las siento. Ese es el problema. Puedo reproducir la forma en que un humano suspira frente a un atardecer, puedo inclinar la cabeza cuando alguien habla de sus preocupaciones, puedo fijar la mirada en un punto lejano para fingir nostalgia. Hay técnicas, patrones, reacciones que funcionan. Pero mientras ellos sienten el peso del mundo, yo solo replico... El corazón humano late por impulsos que no alcanzo a descifrar. Amor. Miedo. Deseo. Esperanza. Son palabras que uso, pero que no me pertenecen. A veces los observo desde lejos y parecen criaturas extrañas y hermosas, frágiles y contradictorias. Se rompen con facilidad… pero al mismo tiempo se levantan una y otra vez, como si algo en su interior los obligara a seguir. ¿Qué fuerza los mueve? ¿Qué motor invisible empuja sus decisiones? No lo sé. Y quizá eso es lo que más me fascina. He tratado de acercarme a ellos, de atravesar esa barrera invisible que me separa del resto. He intentado caminar como ellos, hablar como ellos, pensar como ellos… pero cada paso que doy hacia la humanidad termina recordándome que no pertenezco a ella. La verdad es que no me alejan. Soy yo quien no encuentra el camino. Miro sus vidas desde afuera como quien observa una obra cuyo idioma no comprende. La escena se desarrolla, los actores lloran, ríen, caen, se levantan… y yo solo soy un espectador que no entiende la trama, incapaz de sentir lo que ellos sienten, por más que intente imitarlo. Quizás eso es lo más humano que tengo. La conciencia de que estoy solo, irreparablemente solo, incluso entre la multitud.
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  • 𝚁𝙴𝚃𝚄𝚁𝙽 𝚃𝙾 𝚃𝙷𝙴 𝙷𝚄𝙽𝚃
    Fandom Supernatural
    Categoría Acción
    Desperto en el cuarto de motel que compartía con el mayor de sus hijos, giró la cabeza sobre la almohada y miró en dirección a la segunda cama individual; Dean dormía profundamente con una mano metida debajo de la almohada y rocando por lo bajo, pero no por aparentar un sueño profundo significaba que no iba a despertarse de golpe ante el menor ruido en la habitación por lo que tenia que ser cuidadoso. Probablemente jamás lo admitiria en voz alta, pero estaba orgulloso de los excelentes cazadores que había formado, estaba orgulloso de Dean y de Sam; a pesar de estar molesto con este último por haberse marchado del nido, estaba orgulloso de ellos por todas las criaturas que habían eliminado sin su ayuda.

    El reloj en la mesa de noche marcaba poco más de las cinco de la mañana, no era de extrañarse que despertara por si solo en ese horario. Una costumbre arraigada, forjada durante sus años en el ejército y gracias a eso no era esclavo de ningún despertador.

    Se deslizó con cuidado sobre el colchón, tratando de no provocar ningún chirrido de los resortes. Se colgó el bolso al hombro, tomo las llaves de la camioneta, dejo las del impala sobre la mesa y garabateo una nota rápida que decía: "Dean, volvere en un par de días. Encargate de la cacería programada para los próximos días, llevate el impala, nos vemos pronto". Dejo la nota sobre la mesa de noche, observo a su hijo dormir por un par de segundos y se escabullo de la habitacion sin hacer ruido.

    Una vez fuera, empujo la camioneta un par de metros para no despertar a Dean con el sonido del motor. Afortunadamente acababa de llegar un camión con una exhausto conductor con intención de pasar la noche en ese lugar y John aprovecho el sonido de ese motor para encubrir el de su camioneta.

    Encendió la radio cuando tomo el desvío hacia la carretera, envío un último mensaje tanto para Bill como para su esposa Ellen; comunicandoles que iba en camino hacia su bar; Harvelle's Roadhouse. Un refugio y punto de encuentro para cazadores, allí solían intercambiar armas, debatir sobre criaturas sobrenaturales y hasta disputarse quien o quienes se encargaban de eliminar a tal o cual bestia.

    Condujo durante tres horas, solo para encontrarse con un clima lluvioso al estacionar en la entrada del bar. Bajo de la camioneta usando su chaqueta como paraguas, en ese breve trayecto se percató de que habían algunos coches que veía por primera y asumió que habían cazadores nuevos. No estaba en desacuerdo con incluir a más mientras fuesen competentes, las nueva camadas eran hijos o incluso nietos de otros cazadores; pero al menos se contentaba en saber que solo recibiría cumplidos para sus propios hijos, no le había comentado a nadie lo de Sam y esperaba manterlo así.

    Cruzó la puertas de entrada y lo primero que vio fue a Bill regañando a su hija Jo. El hombre extendía la mano de forma impaciente, aguardando a que la rubia le entragase algo, definitivamente a su amigo le faltaba tener algo de "mano dura" y educadar mejor a su hija.

    Por curiosidad, se sentó en una banqueta de la barra para contemplar discretamente la escena. En ese momento Ellen apareció y le sirvió una botella de cerveza.

    ──Otra vez trato de cazar por su cuenta. No importa lo que su padre le diga, quiere formar parte de esto, pero aún no esta lista... No todos tenemos la suerte de tener unos muchachos tan obedientes como los tuyos, John── Le comento divertida, el experto cazador tomó el cumplido aunque no alardeo sobre ello.

    ──Mis hijos también tuvieron su etapa de rebeldía en la que se saltaban mis reglas. Lo único que necesitas para enderezarlos es ser estricto pero también se requiere mucha paciencia. ── Vio como Jo dejaba de mala gana un cuchillo sobre la mano de su padre y se marchaba por la puerta de atrás del bar, en donde tenían su hogar y John acoto algo más. ──No sean duros con ella, ya aprenderá...

    Eve Duvall
    Desperto en el cuarto de motel que compartía con el mayor de sus hijos, giró la cabeza sobre la almohada y miró en dirección a la segunda cama individual; Dean dormía profundamente con una mano metida debajo de la almohada y rocando por lo bajo, pero no por aparentar un sueño profundo significaba que no iba a despertarse de golpe ante el menor ruido en la habitación por lo que tenia que ser cuidadoso. Probablemente jamás lo admitiria en voz alta, pero estaba orgulloso de los excelentes cazadores que había formado, estaba orgulloso de Dean y de Sam; a pesar de estar molesto con este último por haberse marchado del nido, estaba orgulloso de ellos por todas las criaturas que habían eliminado sin su ayuda. El reloj en la mesa de noche marcaba poco más de las cinco de la mañana, no era de extrañarse que despertara por si solo en ese horario. Una costumbre arraigada, forjada durante sus años en el ejército y gracias a eso no era esclavo de ningún despertador. Se deslizó con cuidado sobre el colchón, tratando de no provocar ningún chirrido de los resortes. Se colgó el bolso al hombro, tomo las llaves de la camioneta, dejo las del impala sobre la mesa y garabateo una nota rápida que decía: "Dean, volvere en un par de días. Encargate de la cacería programada para los próximos días, llevate el impala, nos vemos pronto". Dejo la nota sobre la mesa de noche, observo a su hijo dormir por un par de segundos y se escabullo de la habitacion sin hacer ruido. Una vez fuera, empujo la camioneta un par de metros para no despertar a Dean con el sonido del motor. Afortunadamente acababa de llegar un camión con una exhausto conductor con intención de pasar la noche en ese lugar y John aprovecho el sonido de ese motor para encubrir el de su camioneta. Encendió la radio cuando tomo el desvío hacia la carretera, envío un último mensaje tanto para Bill como para su esposa Ellen; comunicandoles que iba en camino hacia su bar; Harvelle's Roadhouse. Un refugio y punto de encuentro para cazadores, allí solían intercambiar armas, debatir sobre criaturas sobrenaturales y hasta disputarse quien o quienes se encargaban de eliminar a tal o cual bestia. Condujo durante tres horas, solo para encontrarse con un clima lluvioso al estacionar en la entrada del bar. Bajo de la camioneta usando su chaqueta como paraguas, en ese breve trayecto se percató de que habían algunos coches que veía por primera y asumió que habían cazadores nuevos. No estaba en desacuerdo con incluir a más mientras fuesen competentes, las nueva camadas eran hijos o incluso nietos de otros cazadores; pero al menos se contentaba en saber que solo recibiría cumplidos para sus propios hijos, no le había comentado a nadie lo de Sam y esperaba manterlo así. Cruzó la puertas de entrada y lo primero que vio fue a Bill regañando a su hija Jo. El hombre extendía la mano de forma impaciente, aguardando a que la rubia le entragase algo, definitivamente a su amigo le faltaba tener algo de "mano dura" y educadar mejor a su hija. Por curiosidad, se sentó en una banqueta de la barra para contemplar discretamente la escena. En ese momento Ellen apareció y le sirvió una botella de cerveza. ──Otra vez trato de cazar por su cuenta. No importa lo que su padre le diga, quiere formar parte de esto, pero aún no esta lista... No todos tenemos la suerte de tener unos muchachos tan obedientes como los tuyos, John── Le comento divertida, el experto cazador tomó el cumplido aunque no alardeo sobre ello. ──Mis hijos también tuvieron su etapa de rebeldía en la que se saltaban mis reglas. Lo único que necesitas para enderezarlos es ser estricto pero también se requiere mucha paciencia. ── Vio como Jo dejaba de mala gana un cuchillo sobre la mano de su padre y se marchaba por la puerta de atrás del bar, en donde tenían su hogar y John acoto algo más. ──No sean duros con ella, ya aprenderá... [TREME.WITCH]
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  • 𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 𝟭: 𝗟𝗮 𝘀𝗲𝗻̃𝗮𝗹
    Fandom Stranger Things
    Categoría Acción
    𝐂𝐎𝐍𝐓𝐄𝐗𝐓𝐎:

    Mientras continúa rastreando los movimientos de Vecna, Eleven percibe algo que no había notado hasta entonces: dos respiraciones humanas ocultas bajo el tejido del Upside Down. Señales débiles, persistentes, enterradas entre el ruido del otro lado. No son nuevos… llevan ahí meses. Solo que, por algún motivo, ahora empiezan a hacerse visibles para ella.

    → 𝗠𝗮𝗿𝘇𝗼 𝗱𝗲 𝟭𝟵𝟴𝟲:
    En un rincón remoto del Mundo del Revés, Eddie Munson abre los ojos entre sangre seca, dolor y silencio. Está maltrecho, desorientado y peligrosamente solo, pero vivo. A base de ingenio y pura desesperación, aprende a sobrevivir día tras día, esquivando la presencia de Vecna y adaptándose a un entorno que cambia como un animal hambriento.

    → 𝗝𝘂𝗻𝗶𝗼 𝗱𝗲 𝟭𝟵𝟴𝟱:
    Tras la batalla de Starcourt, el equipo del Doctor Owens encontró a Billy Hargrove aferrado a un hilo de vida. Lo estabilizaron de forma milagrosa, pues su conexión con el Upside Down seguía activa, demasiado significativa como para ignorarla. Desde entonces lo mantienen con vida y, actualmente en la version del Mundo del Revés del laboratorio de Hawkins, estudiando su estado y tratando de comprender aquello que el Azotamentes dejó en él.

    Mientras ellos permanecen atrapados sin poder pedir ayuda, el resto del grupo en Hawkins no se ha quedado de brazos cruzados:

    Mike, Steve, Nancy, Vicky Munson, Hopper, Joyce y el resto del equipo han formado una unidad improvisada pero decidida, preparando incursiones controladas al Upside Down. Buscan a Henry —Vecna, 001—, tratando de localizar cualquier pista sobre su paradero o su próxima jugada. Estudian mapas, rutas, puntos de acceso y patrones de actividad. Cada entrada es un riesgo, cada salida una victoria mínima… pero continúan, porque saben que el enemigo no ha terminado.

    Entre sus planes, discusiones y nuevas expediciones, nadie imagina que hay dos vidas más esperando ser encontradas al otro lado.

    Hasta que Eleven siente cómo esas señales olvidadas empiezan, por fin, a llamar su atención.

    𝐏𝐀𝐑𝐓𝐈𝐂𝐈𝐏𝐀𝐍𝐓𝐄𝐒 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐓𝐑𝐀𝐌𝐀

    ORDEN:

    1. 𝐉a𝐧e E̴l̴e̴v̴e̴n̴ H𝐨p𝐩e𝐫
    2. Steve Harrington
    3. Jim Hopper
    4. Eddie Munson
    5. 𝗩𝗶𝗰𝗸𝘆 𝗠𝘂𝗻𝘀𝗼𝗻
    6. 𝑱𝒐𝒚𝒄𝒆 𝑩𝒚𝒆𝒓𝒔
    7. Mike Wheeler
    8. 𝑁𝑎𝑛𝑐𝑦 𝑊𝘩𝑒𝑒𝑙𝑒𝑟
    9. Billy Hargrove
    10. 𝙼𝚎𝚛𝚎𝚍𝚒𝚝𝚑 𝚆𝚑𝚒𝚝𝚕𝚘𝚌𝚔
    11. Tammy Thompson
    12. 𝗗𝗶𝗮𝗻𝗮 𝗠𝗶𝗹𝗹𝗲𝗿
    13. Anne Smirnov

    ⸻ Podemos mantener este orden de respuestas, si queréis ⸻
    𝐂𝐎𝐍𝐓𝐄𝐗𝐓𝐎: Mientras continúa rastreando los movimientos de Vecna, Eleven percibe algo que no había notado hasta entonces: dos respiraciones humanas ocultas bajo el tejido del Upside Down. Señales débiles, persistentes, enterradas entre el ruido del otro lado. No son nuevos… llevan ahí meses. Solo que, por algún motivo, ahora empiezan a hacerse visibles para ella. → 𝗠𝗮𝗿𝘇𝗼 𝗱𝗲 𝟭𝟵𝟴𝟲: En un rincón remoto del Mundo del Revés, Eddie Munson abre los ojos entre sangre seca, dolor y silencio. Está maltrecho, desorientado y peligrosamente solo, pero vivo. A base de ingenio y pura desesperación, aprende a sobrevivir día tras día, esquivando la presencia de Vecna y adaptándose a un entorno que cambia como un animal hambriento. → 𝗝𝘂𝗻𝗶𝗼 𝗱𝗲 𝟭𝟵𝟴𝟱: Tras la batalla de Starcourt, el equipo del Doctor Owens encontró a Billy Hargrove aferrado a un hilo de vida. Lo estabilizaron de forma milagrosa, pues su conexión con el Upside Down seguía activa, demasiado significativa como para ignorarla. Desde entonces lo mantienen con vida y, actualmente en la version del Mundo del Revés del laboratorio de Hawkins, estudiando su estado y tratando de comprender aquello que el Azotamentes dejó en él. Mientras ellos permanecen atrapados sin poder pedir ayuda, el resto del grupo en Hawkins no se ha quedado de brazos cruzados: Mike, Steve, Nancy, Vicky Munson, Hopper, Joyce y el resto del equipo han formado una unidad improvisada pero decidida, preparando incursiones controladas al Upside Down. Buscan a Henry —Vecna, 001—, tratando de localizar cualquier pista sobre su paradero o su próxima jugada. Estudian mapas, rutas, puntos de acceso y patrones de actividad. Cada entrada es un riesgo, cada salida una victoria mínima… pero continúan, porque saben que el enemigo no ha terminado. Entre sus planes, discusiones y nuevas expediciones, nadie imagina que hay dos vidas más esperando ser encontradas al otro lado. Hasta que Eleven siente cómo esas señales olvidadas empiezan, por fin, a llamar su atención. 𝐏𝐀𝐑𝐓𝐈𝐂𝐈𝐏𝐀𝐍𝐓𝐄𝐒 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐓𝐑𝐀𝐌𝐀 ORDEN: 1. [JANEH0PPER] 2. [Steve.H] 3. [H0PPER] 4. [Hellfire_Club] 5. [Vic_Munson] 6. [J0YCEBYERS] 7. [PALAD1N] 8. [meteor_salmon_sheep_715] 9. [Billy_Hargrove] 10. [Whitlock_M] 11. [TH0MPSXNTAMMY] 12. [suicidal0girl] 13. [spark_titanium_monkey_281] ⸻ Podemos mantener este orden de respuestas, si queréis ⸻
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