𝗗𝗼𝗲𝘀 𝗶𝘁 𝗲𝘃𝗲𝗿 𝗱𝗿𝗶𝘃𝗲 𝘆𝗼𝘂 𝗰𝗿𝗮𝘇𝘆
𝗝𝘂𝘀𝘁 𝗵𝗼𝘄 𝗳𝗮𝘀𝘁 𝘁𝗵𝗲 𝗻𝗶𝗴𝗵𝘁 𝗰𝗵𝗮𝗻𝗴𝗲𝘀?
Rol con [nastya4013]
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—Desde su ascenso a la corona de Fjellriket, Aidna había cambiado.
Sus ademanes de princesa habían desaparecido, y ahora pasaba sus días sentada en el trono real, con una expresión indescifrable. Del mismo modo que Leïlla había reforzado la seguridad contra los Dorcha, así lo había hecho Aidna contra los Gael puros. Si no existía magia en tu interior, tu paso en Fjellriket debía estar justificado, y si existía pero tenías ascendencia humana, debías someterte al escrutinio de la propia reina.
Esta dureza le resultaba agotadora. Tener que vagar en cientos de mentes había afinado sus habilidades tanto como las había desgastado. Aidna desconocía cuánto tiempo podría aguantar así, pero tampoco pensaba rendirse. Debía proteger las líneas ley, costase lo que costase.
Por la noche, una extraña llegó a sus fronteras. Aidna pudo sentir la sangre humana en sus venas, entrelazada con la magia arcana. Curiosa, decidió visitarla y someterla a su prueba, para ver cuán digna era de obtener el poder de la enorme línea ley que fluía bajo sus pies.
Nastya soñó primero con un bosque. No era un bosque cualquiera, sino uno bañado por la niebla y la penumbra. Los árboles eran extremadamente rectos, sin ramas en la parte inferior ni maleza que cubriese el suelo.
Nastya soñó con un lobo blanco. No era un lobo cualquiera, puesto que su tamaño triplicaba el de cualquier bestia que hubiese podido imaginar. La criatura reflejaba la luz de la luna en su pelaje, tan pulcro y limpio que deslumbraba. De momento, el animal no la atacó, sino que se quedó quieto observándola, estudiando sus acciones.
La prueba era sencilla. La imagen del lobo no era más que una ilusión creada por la Reina. No parecía agresiva, porque no lo era; sino más bien una pregunta lanzada al aire:
¿Amiga o enemiga?—.
𝗗𝗼𝗲𝘀 𝗶𝘁 𝗲𝘃𝗲𝗿 𝗱𝗿𝗶𝘃𝗲 𝘆𝗼𝘂 𝗰𝗿𝗮𝘇𝘆
𝗝𝘂𝘀𝘁 𝗵𝗼𝘄 𝗳𝗮𝘀𝘁 𝘁𝗵𝗲 𝗻𝗶𝗴𝗵𝘁 𝗰𝗵𝗮𝗻𝗴𝗲𝘀?
Rol con [nastya4013]
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—Desde su ascenso a la corona de Fjellriket, Aidna había cambiado.
Sus ademanes de princesa habían desaparecido, y ahora pasaba sus días sentada en el trono real, con una expresión indescifrable. Del mismo modo que Leïlla había reforzado la seguridad contra los Dorcha, así lo había hecho Aidna contra los Gael puros. Si no existía magia en tu interior, tu paso en Fjellriket debía estar justificado, y si existía pero tenías ascendencia humana, debías someterte al escrutinio de la propia reina.
Esta dureza le resultaba agotadora. Tener que vagar en cientos de mentes había afinado sus habilidades tanto como las había desgastado. Aidna desconocía cuánto tiempo podría aguantar así, pero tampoco pensaba rendirse. Debía proteger las líneas ley, costase lo que costase.
Por la noche, una extraña llegó a sus fronteras. Aidna pudo sentir la sangre humana en sus venas, entrelazada con la magia arcana. Curiosa, decidió visitarla y someterla a su prueba, para ver cuán digna era de obtener el poder de la enorme línea ley que fluía bajo sus pies.
Nastya soñó primero con un bosque. No era un bosque cualquiera, sino uno bañado por la niebla y la penumbra. Los árboles eran extremadamente rectos, sin ramas en la parte inferior ni maleza que cubriese el suelo.
Nastya soñó con un lobo blanco. No era un lobo cualquiera, puesto que su tamaño triplicaba el de cualquier bestia que hubiese podido imaginar. La criatura reflejaba la luz de la luna en su pelaje, tan pulcro y limpio que deslumbraba. De momento, el animal no la atacó, sino que se quedó quieto observándola, estudiando sus acciones.
La prueba era sencilla. La imagen del lobo no era más que una ilusión creada por la Reina. No parecía agresiva, porque no lo era; sino más bien una pregunta lanzada al aire:
¿Amiga o enemiga?—.