—"Mi señora, por favor. Debe ser paciente." Dreigh se interpuso entre ella y la pila de agua que había en el centro de la sala. Aquel rincón del palacio estaba oculto en lo más profundo de los jardines, protegido de ojos curiosos.
Leïlla lucía peor que de costumbre. Ojeras, un vestido desaliñado, el pelo suelto, cayendo de forma lácida y sin vida sobre sus hombros—. Ya he sido suficientemente paciente, Dreigh. Necesito verle.
—El Capitán se interpuso en su camino. Leïlla frenó en seco, y estuvo a punto de quejarse por su insitencia, mas supo leer en aquellos profundos ojos claros que el soldado no aceptaría réplica alguna.
"Majestad, debéis prepararos para vuestra reunión con su Alteza, Vlad. Llegará en poco tiempo, y apenas habéis dormido. Conocéis sus trucos, no debéis mostrar vulnerabilidad."
Leïlla vaciló momentáneamente. Sí, su Guardián tenía razón, no podía dejarse llevar por aquel veneno que eran sus emociones. Mucho menos con visitantes en el castillo—.
Está bien, iré a asearme. Ocúpate de recibirle.
—Dicho y hecho. Un rato después, Leïlla lucía tan perfecta como siempre en la sala de recepción del palacio. Frente a ella, sentado, Vlad Dimitrescu tomaba delicadamente una taza de té. Sus finas y largas uñas intimidaban a la mujer, aunque no se apreciaba en sus gestos.
Aquel hombre no le gustaba, pero no todos tus aliados debían gustarte—.
Vlad Dimitrescu, supongo que ya te imaginas por qué estás aquí.
—"Mi señora, por favor. Debe ser paciente." Dreigh se interpuso entre ella y la pila de agua que había en el centro de la sala. Aquel rincón del palacio estaba oculto en lo más profundo de los jardines, protegido de ojos curiosos.
Leïlla lucía peor que de costumbre. Ojeras, un vestido desaliñado, el pelo suelto, cayendo de forma lácida y sin vida sobre sus hombros—. Ya he sido suficientemente paciente, Dreigh. Necesito verle.
—El Capitán se interpuso en su camino. Leïlla frenó en seco, y estuvo a punto de quejarse por su insitencia, mas supo leer en aquellos profundos ojos claros que el soldado no aceptaría réplica alguna.
"Majestad, debéis prepararos para vuestra reunión con su Alteza, Vlad. Llegará en poco tiempo, y apenas habéis dormido. Conocéis sus trucos, no debéis mostrar vulnerabilidad."
Leïlla vaciló momentáneamente. Sí, su Guardián tenía razón, no podía dejarse llevar por aquel veneno que eran sus emociones. Mucho menos con visitantes en el castillo—.
Está bien, iré a asearme. Ocúpate de recibirle.
—Dicho y hecho. Un rato después, Leïlla lucía tan perfecta como siempre en la sala de recepción del palacio. Frente a ella, sentado, Vlad Dimitrescu tomaba delicadamente una taza de té. Sus finas y largas uñas intimidaban a la mujer, aunque no se apreciaba en sus gestos.
Aquel hombre no le gustaba, pero no todos tus aliados debían gustarte—. [Toanma_King], supongo que ya te imaginas por qué estás aquí.