• - Dentro del listado que le entregaron Bel y Aba sus seguidores había un nombre que escucho una vez . Siempre creyó que era una leyenda, pero que estuviera en la lista significa que si existe. " ¿Podré solicitar la ayuda a @𝒯𝒽𝒶𝓃𝒶𝓉𝑜𝓈 〝❝𝐿𝒶 𝒫𝑒𝓇𝓈𝑜𝓃𝒾𝒻𝒾𝒸𝒶𝒸𝒾ó𝓃 𝒹𝑒 𝓁𝒶 𝑀𝓊𝑒𝓇𝓉𝑒 𝒫𝒶𝒸í𝒻𝒾𝒸𝒶❞〞? O lo encontrará algo banal", se cuestionó la joven pero decidió ir en búsqueda del antiguo Dios de la muerte pacífica. -

    Que la parca solicite ayuda de otra muerte parece algo casi irrisorio...

    - se decía a si misma mientras caminaba por las oscuras calles de Austria , Graz. Ahí viajo por consejo de Jack, su mano derecha para descansar.
    Por culpa de la falta de almas el peso de mantener el mundo espiritual se hacía cada vez más agobiante sumado a eso el insomnio, y el sonabulismo que tenía su cuerpo cada vez se sentía más agotado.
    Llegó a su apartamento, subió al último piso y casi a penas se tumbó en la cama-
    ...

    - las horas pasaron y no podía ni abrir los ojos sentía la cabeza que iba a estallar , sus sentidos se agudizaron a un nivel máximo escuchando súplicas a más de 5 kilómetros provocando que no podía ni oír sus propios pensamientos. Jack se estaba encargando de las reuniones "humanas ", tenía una fiebre de 43 grados, su cuerpo estaba en la habitación pero su ser estaba en el mundo espiritual arreglando los problemas-
    - Dentro del listado que le entregaron Bel y Aba sus seguidores había un nombre que escucho una vez . Siempre creyó que era una leyenda, pero que estuviera en la lista significa que si existe. " ¿Podré solicitar la ayuda a @[ember_sapphire_kangaroo_682]? O lo encontrará algo banal", se cuestionó la joven pero decidió ir en búsqueda del antiguo Dios de la muerte pacífica. - Que la parca solicite ayuda de otra muerte parece algo casi irrisorio... - se decía a si misma mientras caminaba por las oscuras calles de Austria , Graz. Ahí viajo por consejo de Jack, su mano derecha para descansar. Por culpa de la falta de almas el peso de mantener el mundo espiritual se hacía cada vez más agobiante sumado a eso el insomnio, y el sonabulismo que tenía su cuerpo cada vez se sentía más agotado. Llegó a su apartamento, subió al último piso y casi a penas se tumbó en la cama- ... - las horas pasaron y no podía ni abrir los ojos sentía la cabeza que iba a estallar , sus sentidos se agudizaron a un nivel máximo escuchando súplicas a más de 5 kilómetros provocando que no podía ni oír sus propios pensamientos. Jack se estaba encargando de las reuniones "humanas ", tenía una fiebre de 43 grados, su cuerpo estaba en la habitación pero su ser estaba en el mundo espiritual arreglando los problemas-
    Me gusta
    Me endiabla
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • ❈•≫────≪•◦ ❈ ◦•≫────≪•❈
    ╭═════ ☪ ═════-
    *Michael Valentine*
    ╰═════ ☪ ═════╯
    ❈•≫────≪•◦ ❈ ◦•≫────≪•❈

    *Estaría revisando informes sobre deudores como gente que pacto en sus bares de succubos los ingresos era los mejores en la ciudad Aunque estaría pensando como les fue a sus súbditos en la recolección de almas algo que le interesaba mucho era algo muy valioso ,los pensamientos de el fueron interrumpidos por el sonido de la puerta tocando*

    Pase que quieren?

    *Pandora su secretaria paso arrodillándose frente a el hablando mientras mantenía la mirada baja ella mostrando respeto frente a su amo*

    Pandora: disculpe líder vine a avisarle que hoy es posible que tengamos visita podríamos hacer una alianza eso no pondría en un mayor puesto para poder expandirnos

    *Alza la mirada iva a continuar hablando cuando Michael levanta su mano interrumpiendola para mirarla con algo de seriedad le habría interesado pero respondió*

    Aun no sabemos la intención de la visita Pandora no nos precipitemos por el momento solo prepara la sala de reuniones está entendido...

    *Expulsa algo de presión dando a entender que se vaya y así lo hizo cuando el rey se quedó solo sonrió*

    Este día se volvió algo interesante...
    Angyar Marwolaeth
    ❈•≫────≪•◦ ❈ ◦•≫────≪•❈ ╭═════ ☪ ═════- *Michael Valentine* ╰═════ ☪ ═════╯ ❈•≫────≪•◦ ❈ ◦•≫────≪•❈ *Estaría revisando informes sobre deudores como gente que pacto en sus bares de succubos los ingresos era los mejores en la ciudad Aunque estaría pensando como les fue a sus súbditos en la recolección de almas algo que le interesaba mucho era algo muy valioso ,los pensamientos de el fueron interrumpidos por el sonido de la puerta tocando* Pase que quieren? *Pandora su secretaria paso arrodillándose frente a el hablando mientras mantenía la mirada baja ella mostrando respeto frente a su amo* Pandora: disculpe líder vine a avisarle que hoy es posible que tengamos visita podríamos hacer una alianza eso no pondría en un mayor puesto para poder expandirnos *Alza la mirada iva a continuar hablando cuando Michael levanta su mano interrumpiendola para mirarla con algo de seriedad le habría interesado pero respondió* Aun no sabemos la intención de la visita Pandora no nos precipitemos por el momento solo prepara la sala de reuniones está entendido... *Expulsa algo de presión dando a entender que se vaya y así lo hizo cuando el rey se quedó solo sonrió* Este día se volvió algo interesante... [saturn_ice]
    Me gusta
    3
    23 turnos 0 maullidos
  • - La rubia estaba en una reunión como era de costumbre con los gerentes de asociaciones importantes del grupo Soykan cuando en eso escucha una voz familiar.-

    " Señora, disculpe que la moleste pero necesitamos que venga con nosotros"

    - la mujer movió su vista hacia el origen de la voz y vio a uno de sus seguidores, un pequeño demonio con alas de color azul grisáceo que estaba cerca de ella. Está alzó una ceja, no era común que vinieran al mundo humano , la joven se levantó de su silla y todo se callaron-

    Disculpen tengo un asunto que atender.

    - Menciono para luego salir de la sala de reuniones caminando hacia el baño , el demonio la seguía volando -

    Espero que sea importante .

    - entro al baño de mujeres de un golpe , no había nadie , coloco su mano en el espejo y como efecto de refracción , apareció al otro lado del espejo. Abrió la puerta del baño y el lugar era diferente, el mundo espiritual, dónde ella custodiaba. Prefería esa palabra a decir "reinar", llegó el segundo demonio que le pasó una tablilla con unas hojas dónde indicaba la cantidad de almas ingresadas. Ambos demonios se parados al lado con las manitos atrás esperando y mirándose entre ellos-

    Bel: ¿Crees que se de cuenta?

    Aba: Conociendola nada se le escapa.

    - la joven pasaba de una hoja a otra cuando se detuvo en la hoja tres, miro las cifras, y algo le llamo la atención. Miro al frente y sus ojos cambiaron a dorado alzando una ceja-

    Bel: oh oh creo que ya se percató ..

    - la mujer bajo la tablilla y miro a los demonios quienes dieron un paso hacia atrás en conjunto-

    ¿Me pueden explicar por qué hay 20 mil almas en negativo?

    - los demonios comenzaron a darse codazos entre ellos para ver quién le explicaba aquella falta. Hasta que Aba aclaro la voz y decidió decirlo-

    Aba: bueno señora lo que pasa es que estábamos transportando las almas y uno de los contenedores se cayó y....

    - la mujer se masajeo el puente de la nariz mientras su aura oscura comenzaba a emanar-

    Aba: y -y se fueron..

    - comenzó a caminar en dirección a su oficina abriendo la puerta de par en par entrando a paso firmr, lanzando la tablilla en su escritorio sentándose en su silla -

    Necesito una lista de todos los angeles caídos , demonios y recolectores. Esas 20 mil almas tienen que estar antes de la quincena de abril, ¿quedó claro ?

    - los dos demonios anotaron y se cuadraron -

    Bel: si señora, de hecho tenemos algunos.

    Aba: si señora

    - le pasa una lista de apuntes, la joven lo lee y sonrie guardando la lista levantándose caminando hacia la puerta -

    Perfecto me encargaré de ir a verlos ... En tanto , intenten no arruinar más las cosas o los dejaré como juguete de Cerberos.

    - los dos demonios asintieron tragando saliva mientras ella salía del mundo espiritual -

    Bien veamos primera parada Michael Valentine
    - La rubia estaba en una reunión como era de costumbre con los gerentes de asociaciones importantes del grupo Soykan cuando en eso escucha una voz familiar.- " Señora, disculpe que la moleste pero necesitamos que venga con nosotros" - la mujer movió su vista hacia el origen de la voz y vio a uno de sus seguidores, un pequeño demonio con alas de color azul grisáceo que estaba cerca de ella. Está alzó una ceja, no era común que vinieran al mundo humano , la joven se levantó de su silla y todo se callaron- Disculpen tengo un asunto que atender. - Menciono para luego salir de la sala de reuniones caminando hacia el baño , el demonio la seguía volando - Espero que sea importante . - entro al baño de mujeres de un golpe , no había nadie , coloco su mano en el espejo y como efecto de refracción , apareció al otro lado del espejo. Abrió la puerta del baño y el lugar era diferente, el mundo espiritual, dónde ella custodiaba. Prefería esa palabra a decir "reinar", llegó el segundo demonio que le pasó una tablilla con unas hojas dónde indicaba la cantidad de almas ingresadas. Ambos demonios se parados al lado con las manitos atrás esperando y mirándose entre ellos- Bel: ¿Crees que se de cuenta? Aba: Conociendola nada se le escapa. - la joven pasaba de una hoja a otra cuando se detuvo en la hoja tres, miro las cifras, y algo le llamo la atención. Miro al frente y sus ojos cambiaron a dorado alzando una ceja- Bel: oh oh creo que ya se percató .. - la mujer bajo la tablilla y miro a los demonios quienes dieron un paso hacia atrás en conjunto- ¿Me pueden explicar por qué hay 20 mil almas en negativo? - los demonios comenzaron a darse codazos entre ellos para ver quién le explicaba aquella falta. Hasta que Aba aclaro la voz y decidió decirlo- Aba: bueno señora lo que pasa es que estábamos transportando las almas y uno de los contenedores se cayó y.... - la mujer se masajeo el puente de la nariz mientras su aura oscura comenzaba a emanar- Aba: y -y se fueron.. - comenzó a caminar en dirección a su oficina abriendo la puerta de par en par entrando a paso firmr, lanzando la tablilla en su escritorio sentándose en su silla - Necesito una lista de todos los angeles caídos , demonios y recolectores. Esas 20 mil almas tienen que estar antes de la quincena de abril, ¿quedó claro ? - los dos demonios anotaron y se cuadraron - Bel: si señora, de hecho tenemos algunos. Aba: si señora - le pasa una lista de apuntes, la joven lo lee y sonrie guardando la lista levantándose caminando hacia la puerta - Perfecto me encargaré de ir a verlos ... En tanto , intenten no arruinar más las cosas o los dejaré como juguete de Cerberos. - los dos demonios asintieron tragando saliva mientras ella salía del mundo espiritual - Bien veamos primera parada [whisper_platinum_goat_659]
    Me gusta
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • ☬༒𝐍𝐄𝐖𝐒༒☬

    ── 𝐏𝐨𝐫 𝐟𝐚𝐯𝐨𝐫, 𝐝𝐢𝐦𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐚 𝐪𝐮𝐢𝐞𝐧 𝐯𝐞𝐨 𝐚𝐡í 𝐧𝐨 𝐞𝐬 𝐑𝐲𝐚𝐧.
    ── 𝐌𝐞 𝐭𝐞𝐦𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐢, 𝐦𝐢 𝐬𝐞ñ𝐨𝐫.
    ── ... 𝐌𝐢𝐞𝐫𝐝𝐚.





    Habían pasado ya varios días desde que Kiev despertó, y su recuperación había culminado por completo. El bastón que en algún momento sostuvo para mantenerse en pie ya no era necesario. Era natural que retomara sus funciones como jefe: asistir a reuniones, presentarse en galas organizadas para sellar acuerdos, revisar los informes sobre importación de mercancía, supervisar los puertos, mantener en orden la seguridad interna y asegurarse de que ningún cabrón metiera mano donde no debía. Todo ello le tomó tiempo.

    Con la memoria aún fragmentada, no lograba reconocer los rostros de aquellos con quienes había firmado tratados o sellado alianzas en el pasado. Se vio obligado a ponerse al día a través de informes, fotografías, nombres, datos, detalles. Memorizar lo que alguna vez conoció de memoria. El proceso era pesado, pero no podía darse el lujo de delegar por completo. No si quería conservar el control. No si quería reclamar lo que le pertenecía.

    El italiano había sido de gran ayuda en su momento, y poco a poco logró recuperar su independencia, enfrentar los deberes solo. Fue estresante, sí. Pero, eventualmente, todo comenzó a tomar nuevamente su ritmo.

    Dejó que Ryan viajara a Italia para cerrar una alianza que, desde su punto de vista, no le ofrecía ningún beneficio. Especialmente cuando tenía en mente expandirse aún más. La decisión provocó una discusión feroz con el italiano. Pero no había vuelta atrás. O los sacaba de su camino, o terminaría arrastrándolos con él hasta el fondo del fango. ¿Cruel? Tal vez. ¿Innecesario? En absoluto. Las mafias se movían por beneficios. Y él no era la excepción.

    Sobre todo cuando debía volver a Rusia a reclamar aquello que su padre le había dejado como "herencia". Claro, como si matarlo y clavar su cabeza en una pared como trofeo no fuera lo suficiente después de matarlo. Una sugerencia que, por supuesto, vino de ese rubio y que se hizo. ¿Quién estaba más loco?

    La ausencia del "zar" había dejado un vacío de poder. Un desequilibrio que Kiev sabía debía corregir. Si él no tomaba ese trono, si no se aferraba a su sangre como justificación, aparecerían otros perros callejeros disfrazados de pastores. Y entonces comenzaría una nueva cacería. Una por su cabeza, por la de Ryan, y la de Rubí.

    No esperaba que Ryan lo entendiera. El italiano tenía suficiente caos sobre sus hombros, intentando resistir los embates constantes de la mafia Di Conti.

    Lo que no esperaba, bajo ninguna circunstancia, era encender la televisión y encontrarlo allí. En las noticias. En un reportaje de anoche. Junto a un pelinegro, rodeado de patrullas policiales frente a… ¿una petshop?

    Soltó un suspiro. Una mezcla entre cansancio, incredulidad y una frustración creciente que le subió por la espalda como un escalofrío. Llevó el cigarro a los labios, dejó que el humo escapara lento mientras la noticia seguía desarrollándose en la pantalla.

    "Pelea de bandas dentro de una petshop. Varios muertos."
    El título en mayúsculas le parecía un chiste de mal gusto.

    Las cámaras enfocaban el caos en el fondo, pero él no tenía ojos para eso. Sus ojos estaban fijos en la figura que abandonaba la escena con total impunidad. Ryan, caminando con un chico al lado, ambos cargando bolsas de… ¿comida para mascotas?

    Su teléfono vibró.

    "Por fin pude hacer que esta gata comiera. Ya casi llego. Estoy llevando a Hanna."

    Kiev cerró los ojos, llevándose una mano al rostro.

    ¿Entonces todo esto… todo esto, era por comida para la gata?
    ☬༒𝐍𝐄𝐖𝐒༒☬ ── 𝐏𝐨𝐫 𝐟𝐚𝐯𝐨𝐫, 𝐝𝐢𝐦𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐚 𝐪𝐮𝐢𝐞𝐧 𝐯𝐞𝐨 𝐚𝐡í 𝐧𝐨 𝐞𝐬 𝐑𝐲𝐚𝐧. ── 𝐌𝐞 𝐭𝐞𝐦𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐢, 𝐦𝐢 𝐬𝐞ñ𝐨𝐫. ── ... 𝐌𝐢𝐞𝐫𝐝𝐚. Habían pasado ya varios días desde que Kiev despertó, y su recuperación había culminado por completo. El bastón que en algún momento sostuvo para mantenerse en pie ya no era necesario. Era natural que retomara sus funciones como jefe: asistir a reuniones, presentarse en galas organizadas para sellar acuerdos, revisar los informes sobre importación de mercancía, supervisar los puertos, mantener en orden la seguridad interna y asegurarse de que ningún cabrón metiera mano donde no debía. Todo ello le tomó tiempo. Con la memoria aún fragmentada, no lograba reconocer los rostros de aquellos con quienes había firmado tratados o sellado alianzas en el pasado. Se vio obligado a ponerse al día a través de informes, fotografías, nombres, datos, detalles. Memorizar lo que alguna vez conoció de memoria. El proceso era pesado, pero no podía darse el lujo de delegar por completo. No si quería conservar el control. No si quería reclamar lo que le pertenecía. El italiano había sido de gran ayuda en su momento, y poco a poco logró recuperar su independencia, enfrentar los deberes solo. Fue estresante, sí. Pero, eventualmente, todo comenzó a tomar nuevamente su ritmo. Dejó que Ryan viajara a Italia para cerrar una alianza que, desde su punto de vista, no le ofrecía ningún beneficio. Especialmente cuando tenía en mente expandirse aún más. La decisión provocó una discusión feroz con el italiano. Pero no había vuelta atrás. O los sacaba de su camino, o terminaría arrastrándolos con él hasta el fondo del fango. ¿Cruel? Tal vez. ¿Innecesario? En absoluto. Las mafias se movían por beneficios. Y él no era la excepción. Sobre todo cuando debía volver a Rusia a reclamar aquello que su padre le había dejado como "herencia". Claro, como si matarlo y clavar su cabeza en una pared como trofeo no fuera lo suficiente después de matarlo. Una sugerencia que, por supuesto, vino de ese rubio y que se hizo. ¿Quién estaba más loco? La ausencia del "zar" había dejado un vacío de poder. Un desequilibrio que Kiev sabía debía corregir. Si él no tomaba ese trono, si no se aferraba a su sangre como justificación, aparecerían otros perros callejeros disfrazados de pastores. Y entonces comenzaría una nueva cacería. Una por su cabeza, por la de Ryan, y la de Rubí. No esperaba que Ryan lo entendiera. El italiano tenía suficiente caos sobre sus hombros, intentando resistir los embates constantes de la mafia Di Conti. Lo que no esperaba, bajo ninguna circunstancia, era encender la televisión y encontrarlo allí. En las noticias. En un reportaje de anoche. Junto a un pelinegro, rodeado de patrullas policiales frente a… ¿una petshop? Soltó un suspiro. Una mezcla entre cansancio, incredulidad y una frustración creciente que le subió por la espalda como un escalofrío. Llevó el cigarro a los labios, dejó que el humo escapara lento mientras la noticia seguía desarrollándose en la pantalla. "Pelea de bandas dentro de una petshop. Varios muertos." El título en mayúsculas le parecía un chiste de mal gusto. Las cámaras enfocaban el caos en el fondo, pero él no tenía ojos para eso. Sus ojos estaban fijos en la figura que abandonaba la escena con total impunidad. Ryan, caminando con un chico al lado, ambos cargando bolsas de… ¿comida para mascotas? Su teléfono vibró. "Por fin pude hacer que esta gata comiera. Ya casi llego. Estoy llevando a Hanna." Kiev cerró los ojos, llevándose una mano al rostro. ¿Entonces todo esto… todo esto, era por comida para la gata?
    Me gusta
    Me encocora
    Me enjaja
    Me endiabla
    Me shockea
    26
    26 turnos 0 maullidos
  • - La joven estaba descansando un momento , 20 minutos era lo necesario para recuperar energía, después de eso voces en su cabeza comenzaban a sonar , gritos llantos súplicas. Tal vez ese es el precio de ser la nueva "muerte".
    Su celular sonó, busco con su mano de dónde prevenia al sonido y tomo el celular respondiendo sin mirar.-

    : Hermana veo que te fue bien, te enviare la siguiente dirección de la otra boutique.

    - la joven solo escucho con sus ojos cerrados , generando un leve sonido de que lo estaba escuchando -

    : Bien cuídate, bye..

    - fueron las últimas palabras mientras dejo su celular en la mesita de noche abriendo los ojos mirando el techo-

    Este trabajo es cansador, pediré un reemplazo..

    - justo cuando termina la frase se abre la puerta, y entra Jack abriendo las cortinas.
    La joven lo mira de reojo sin inmutarse-

    Jack: hay trabajo que hacer Angyar, arriba

    - la joven suspira, levantándose caminando hacia el baño mientras bosteza Jack por su parte, le va dando el itinerario del día , la joven se bañaba escuchando al mayordomo. Saliendo de la ducha envuelta en la toalla, para comenzar a vestirse rápidamente, en menos de 5 minutos ya estaba lista-

    Solo dime ¿qué no habrá reuniones en la noche con los dueños de la boutique?

    - Jack la miro de reojo y como buen inglés mantuvo su compostura serena, generando una leve sonrisa-

    Jack: Pues depende de cómo salga todo... Solo te prometo algo de emoción como en los viejos tiempos

    - la joven levantó una ceja a que se refería con eso , no quería indagar tanto en ello. Así que se dispuso a salir de la habitación con Jack detrás caminando con calma, hacia el auto-


    - La joven estaba descansando un momento , 20 minutos era lo necesario para recuperar energía, después de eso voces en su cabeza comenzaban a sonar , gritos llantos súplicas. Tal vez ese es el precio de ser la nueva "muerte". Su celular sonó, busco con su mano de dónde prevenia al sonido y tomo el celular respondiendo sin mirar.- 📱: Hermana veo que te fue bien, te enviare la siguiente dirección de la otra boutique. - la joven solo escucho con sus ojos cerrados , generando un leve sonido de que lo estaba escuchando - 📱: Bien cuídate, bye.. - fueron las últimas palabras mientras dejo su celular en la mesita de noche abriendo los ojos mirando el techo- Este trabajo es cansador, pediré un reemplazo.. - justo cuando termina la frase se abre la puerta, y entra Jack abriendo las cortinas. La joven lo mira de reojo sin inmutarse- Jack: hay trabajo que hacer Angyar, arriba - la joven suspira, levantándose caminando hacia el baño mientras bosteza Jack por su parte, le va dando el itinerario del día , la joven se bañaba escuchando al mayordomo. Saliendo de la ducha envuelta en la toalla, para comenzar a vestirse rápidamente, en menos de 5 minutos ya estaba lista- Solo dime ¿qué no habrá reuniones en la noche con los dueños de la boutique? - Jack la miro de reojo y como buen inglés mantuvo su compostura serena, generando una leve sonrisa- Jack: Pues depende de cómo salga todo... Solo te prometo algo de emoción como en los viejos tiempos - la joven levantó una ceja a que se refería con eso , no quería indagar tanto en ello. Así que se dispuso a salir de la habitación con Jack detrás caminando con calma, hacia el auto-
    Me gusta
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • Umbagon Vezof.
    Fandom House of the Dragon & Marvel
    Categoría Crossover
    El cielo del Norte tenía un color distinto al de Rocadragón. Más gris. Más antiguo. Más hostil. El viento era denso. Las montañas parecían más altas, los valles más helados, y el aire… el aire tenía ese sabor a soledad que solo se encuentra donde los hombres dejaron de rezar. Volar hacia su ciudad natal no era parte de sus deseos, pero Ravenna no se permitía deseos, tan solo lealtad. Su juramento con Rhaenyra la empujó hacia Invernalia.

    Erebos surcaba las alturas con elegancia. Su silueta rasgaba el cielo nocturno como una grieta viva, un dios antiguo de escamas negras, cuyo tamaño desafiaba la razón y cuya presencia silenciaba hasta el propio viento. Las alas vastas, se desplegaban con una cadencia solemne, implacable. Cada batida resonaba como un tambor en el pecho de Ravenna. Desde allí arriba, podía ver el mundo entero desde la distancia.
    Sin embargo, nada la apartaba de sus pensamientos. Ni siquiera el frío gélido del Norte.
    Su mente volvía una y otra vez a Rocadragón. A los ojos de Rhaenyra, que se deslizaban sobre ella con una ternura contenida, no dicha, como si amarle fuese peligroso. Y lo era. Lo sabían ambas. Había un mundo entero esperando destruirlas, y aún así, bastaba con una mirada para hacer temblar sus principios. Bastaba con una noche a solas para que lo inevitable se colara por las grietas.

    ¿Y qué había de Daemon?... Ah... Daemon... Esa sombra que rondaba siempre demasiado cerca. Eran aquellos ojos, aquel rostro que le recordaba a algo primario, algo que nacía oculto en su interior, una parte de su alcurnia. Del lugar del que realmente ella procedía. Y es que, al final, él formaba parte de ella ,de algún modo u otro. Tenía sangre de su sangre. Y eso... le despertaba sentimientos demasiado contradictorios.
    Ravenna había nacido bajo el fuego, pero era el hielo quien la gobernaba.

    El mundo creía que los Targaryen no eran como los demás hombres, y quizá tuvieran razón. La sangre del dragón era una promesa, una maldición, una canción susurrada en la cuna mucho antes de que el niño aprendiera a caminar. "Lo que arde, se funde. Lo que vuela, se eleva por encima del juicio de los hombres."

    Daemon. Rhaenyra.

    Ambos eran suyos y no lo eran. Uno, su tío, el fuego encarnado con la forma de un hombre impaciente y cruel. La otra, su hermana, igual de ardiente, igual de letal, aunque con una dulzura que no encajaba del todo con la armadura que la corte le había obligado a vestir.
    Con Daemon, Ravenna sentía el filo de la daga. Con Rhaenyra, la llama.
    No se había criado con ellos. No los conocía como se conoce a los hermanos, con la cercanía que ahoga el deseo y lo transforma en rutina o hastío. Se los había encontrado ya adultos, forjados por la guerra, el poder y la pérdida. Y ellos la miraban como si fuera una criatura surgida del mismo presagio que los había marcado a todos: el fin del linaje, la ruina del trono.
    Pero la sangre llamaba a la sangre.

    A veces, al volar sobre Umbra, pensaba en los labios de Rhaenyra, y en la forma en la que Daemon la miraba cuando creía que nadie lo veía. Era deseo, sí. Pero también era algo más antiguo. Algo más profundo. Como si sus cuerpos, al encontrarse, recordaran algo que su mente no alcanzaba a comprender del todo.

    La sangre Targaryen tenía su propia memoria, y susurros antiguos corrían por sus venas como un veneno dulce: Lo que está roto, se desea. Y lo que estaba perdido, se buscaba...
    Daemon Targaryen había conocido muchas mujeres. Había amado a pocas. Y respetado, quizá, a menos aún. Pero cuando sus ojos se posaron por primera vez en Ravenna, la hija bastarda del viejo Viserys algo se removió en su interior.
    No fue deseo, no al principio. O no fue tan sencillo. Fue una impresión, un presagio. Como si la viera y su sangre, esa sangre orgullosa y marchita que tantos reyes habían derramado, recordara algo que él no sabía haber olvidado.
    Ravenna no era tan solo hermosa según los cantares. Su belleza era más vieja, más salvaje. No tenía el fulgor dorado de Rhaenyra, tenía la oscuridad de la medianoche, el silencio de las criptas, la dignidad de los lugares malditos que nadie se atreve a nombrar.
    Llevaba el luto como otros llevan coronas. Y aunque vestía como una viuda o una sombra, no había nada pasivo en ella. La rigidez de sus hombros, la firmeza del mentón, los ojos helados como el cielo de Invernalia... cada parte de ella gritaba poder contenido.

    Daemon la observó con fascinación y una necesidad absurda de acercarse.

    La sangre llamaba a la sangre.

    Ella no lo buscaba. No lo deseaba. No parecía necesitar a nadie. Y eso fue lo que más lo perturbó. Que en su mirada no hubiera ni hambre ni súplica.
    Ravenna lo conocía no como Daemon el príncipe, ni como el matadragones. Lo conocía como uno reconoce el filo de su propia daga. Como quien sabe exactamente cuántas veces ha sangrado y cuántas más lo hará.

    Los dioses forjaban los lazos más terribles con el fuego y la sombra. Y los Targaryen no eran más que sus peones… que sus castigos.

    Aún recordaba el primer momento en el que lo vio...

    ...

    El salón olía a piedra húmeda, a cera derramada.
    Daemon había asistido a demasiadas reuniones como aquella: señores disputando tierras, bastardos alzando la voz como si fueran príncipes, y reyes sin corona jugando a fingir autoridad. Todo le resultaba tedioso.

    Se sirvió vino antes de que se lo ofrecieran, como siempre, y ocupó su asiento como quien ocupa un trono. La mayoría evitaba su mirada, otros lo desafiaban con fingida valentía, pero ninguno tenía el rostro que él vio cruzar el umbral aquella noche.

    La figura avanzó con paso lento, medido. Una mujer que vestía de negro como si el luto le perteneciera por derecho. Su cabello no brillaba como el oro pálido de los Velaryon, ni resplandecía con el blanco plateado que se esperaba de los descendientes de Valyria. El suyo era más oscuro, más cruel. Negro, sí. Negro como las alas de un cuervo vetusto, pero no como el de los bastardos que se escondían como ratas. No... ella era diferente... Entre aquellas sombras ondeaban mechones de un gris tan pálido como la ceniza de los huesos. Algo que no dejaba duda de su ascendencia real, el legado inequívoco.

    Daemon apoyó el codo en la mesa, ladeó apenas la cabeza y dejó que el vino rozara sus labios sin beber, observándola con fascinación. Había visto mujeres hermosas, pero ninguna lo había mirado así.
    Y la deseó como solo desean los hombres que ya lo han tenido todo.

    ...


    El Norte se extendía bajo ella como un cadáver blanco, inmenso, silencioso, congelado en su último aliento. El viento golpeaba su rostro con dedos helados, intentando arañar su piel, pero ella ya no sentía el frío como antes. Hacía años que la nieve le había dejado de parecer cruel. A veces, incluso, lo añoraba.
    En todo aquello cavilaba, cuando de pronto, el cielo se desgarró.

    Un destello. Un crujido seco, como si el firmamento se hubiese partido por la mitad. Una grieta luminosa se abrió entre las nubes, dorada y sucia, como una herida reciente. Erebos lanzó un rugido profundo, tenso, y giró en el aire. Ravenna alzó la cabeza justo a tiempo para verlo: algo descendía.
    No era estrella. No era un dragón. No era hombre. Era una sombra envuelta en fuego, cayendo. Descendía a una velocidad imposible, como si no hubiese aire, ni resistencia, ni voluntad que pudiera frenarlo.

    El impacto no fue explosivo. Fue profundo. A lo lejos, la nieve se alzó en columnas blancas, y la tierra tembló.

    Ravenna sujetó con fuerza las riendas del dragón, sus ojos clavados en el punto donde la figura había desaparecido.

    El suelo tembló incluso a kilómetros de distancia. Y ella lo sintió. El peso de ese momento en el pecho, como si la magia misma del mundo se hubiese encogido de miedo.
    Desde el aire, cuando finalmente logró alcanzar la zona del impacto, lo vio.
    Un cráter gigante, humeante. Y en su centro… una figura humana. Reposaba de lado, como si hubiese sido depositado con ternura en mitad del hielo pese a la fuerza con la que había caído. Llevaba un traje que no se correspondía con nada que conociera en este mundo. Su cuerpo parecía intacto. Inconsciente, quizás. O tal vez no.

    Erebos bufó, inquieto. La cola del dragón se agitó como un látigo y un chorro de vapor emergió de sus fauces entreabiertas. Sus ojos centellearon con una furia contenida, como si pudiese ver más allá de la carne, más allá del cráter, más allá del mundo.

    Ravenna no apartó la mirada de la figura caída y sin soltar las riendas, alzó su mano enguantada y acarició con firmeza el cuello del dragón.
    Erebos gruñó. Sus alas batieron una vez más, y luego planearon. La criatura descendió, obedeciendo.

    El viento se espesaba, cargado de aquella energía. No era magia. Era otra cosa. Algo que le erizaba el vello.
    A unos veinte pasos del cuerpo, hizo que Erebos se posara en la cima de una loma. El dragón encajó sus garras con un crujido sordo en la roca helada. Desde allí, Ravenna descendió sola, con pasos lentos, uno tras otro, como si cada pisada sobre la nieve.

    La figura seguía sin moverse.

    Ravenna se detuvo. No lo suficientemente cerca para tocarlo, pero sí para ver su rostro.


    El cielo del Norte tenía un color distinto al de Rocadragón. Más gris. Más antiguo. Más hostil. El viento era denso. Las montañas parecían más altas, los valles más helados, y el aire… el aire tenía ese sabor a soledad que solo se encuentra donde los hombres dejaron de rezar. Volar hacia su ciudad natal no era parte de sus deseos, pero Ravenna no se permitía deseos, tan solo lealtad. Su juramento con Rhaenyra la empujó hacia Invernalia. Erebos surcaba las alturas con elegancia. Su silueta rasgaba el cielo nocturno como una grieta viva, un dios antiguo de escamas negras, cuyo tamaño desafiaba la razón y cuya presencia silenciaba hasta el propio viento. Las alas vastas, se desplegaban con una cadencia solemne, implacable. Cada batida resonaba como un tambor en el pecho de Ravenna. Desde allí arriba, podía ver el mundo entero desde la distancia. Sin embargo, nada la apartaba de sus pensamientos. Ni siquiera el frío gélido del Norte. Su mente volvía una y otra vez a Rocadragón. A los ojos de Rhaenyra, que se deslizaban sobre ella con una ternura contenida, no dicha, como si amarle fuese peligroso. Y lo era. Lo sabían ambas. Había un mundo entero esperando destruirlas, y aún así, bastaba con una mirada para hacer temblar sus principios. Bastaba con una noche a solas para que lo inevitable se colara por las grietas. ¿Y qué había de Daemon?... Ah... Daemon... Esa sombra que rondaba siempre demasiado cerca. Eran aquellos ojos, aquel rostro que le recordaba a algo primario, algo que nacía oculto en su interior, una parte de su alcurnia. Del lugar del que realmente ella procedía. Y es que, al final, él formaba parte de ella ,de algún modo u otro. Tenía sangre de su sangre. Y eso... le despertaba sentimientos demasiado contradictorios. Ravenna había nacido bajo el fuego, pero era el hielo quien la gobernaba. El mundo creía que los Targaryen no eran como los demás hombres, y quizá tuvieran razón. La sangre del dragón era una promesa, una maldición, una canción susurrada en la cuna mucho antes de que el niño aprendiera a caminar. "Lo que arde, se funde. Lo que vuela, se eleva por encima del juicio de los hombres." Daemon. Rhaenyra. Ambos eran suyos y no lo eran. Uno, su tío, el fuego encarnado con la forma de un hombre impaciente y cruel. La otra, su hermana, igual de ardiente, igual de letal, aunque con una dulzura que no encajaba del todo con la armadura que la corte le había obligado a vestir. Con Daemon, Ravenna sentía el filo de la daga. Con Rhaenyra, la llama. No se había criado con ellos. No los conocía como se conoce a los hermanos, con la cercanía que ahoga el deseo y lo transforma en rutina o hastío. Se los había encontrado ya adultos, forjados por la guerra, el poder y la pérdida. Y ellos la miraban como si fuera una criatura surgida del mismo presagio que los había marcado a todos: el fin del linaje, la ruina del trono. Pero la sangre llamaba a la sangre. A veces, al volar sobre Umbra, pensaba en los labios de Rhaenyra, y en la forma en la que Daemon la miraba cuando creía que nadie lo veía. Era deseo, sí. Pero también era algo más antiguo. Algo más profundo. Como si sus cuerpos, al encontrarse, recordaran algo que su mente no alcanzaba a comprender del todo. La sangre Targaryen tenía su propia memoria, y susurros antiguos corrían por sus venas como un veneno dulce: Lo que está roto, se desea. Y lo que estaba perdido, se buscaba... Daemon Targaryen había conocido muchas mujeres. Había amado a pocas. Y respetado, quizá, a menos aún. Pero cuando sus ojos se posaron por primera vez en Ravenna, la hija bastarda del viejo Viserys algo se removió en su interior. No fue deseo, no al principio. O no fue tan sencillo. Fue una impresión, un presagio. Como si la viera y su sangre, esa sangre orgullosa y marchita que tantos reyes habían derramado, recordara algo que él no sabía haber olvidado. Ravenna no era tan solo hermosa según los cantares. Su belleza era más vieja, más salvaje. No tenía el fulgor dorado de Rhaenyra, tenía la oscuridad de la medianoche, el silencio de las criptas, la dignidad de los lugares malditos que nadie se atreve a nombrar. Llevaba el luto como otros llevan coronas. Y aunque vestía como una viuda o una sombra, no había nada pasivo en ella. La rigidez de sus hombros, la firmeza del mentón, los ojos helados como el cielo de Invernalia... cada parte de ella gritaba poder contenido. Daemon la observó con fascinación y una necesidad absurda de acercarse. La sangre llamaba a la sangre. Ella no lo buscaba. No lo deseaba. No parecía necesitar a nadie. Y eso fue lo que más lo perturbó. Que en su mirada no hubiera ni hambre ni súplica. Ravenna lo conocía no como Daemon el príncipe, ni como el matadragones. Lo conocía como uno reconoce el filo de su propia daga. Como quien sabe exactamente cuántas veces ha sangrado y cuántas más lo hará. Los dioses forjaban los lazos más terribles con el fuego y la sombra. Y los Targaryen no eran más que sus peones… que sus castigos. Aún recordaba el primer momento en el que lo vio... ... El salón olía a piedra húmeda, a cera derramada. Daemon había asistido a demasiadas reuniones como aquella: señores disputando tierras, bastardos alzando la voz como si fueran príncipes, y reyes sin corona jugando a fingir autoridad. Todo le resultaba tedioso. Se sirvió vino antes de que se lo ofrecieran, como siempre, y ocupó su asiento como quien ocupa un trono. La mayoría evitaba su mirada, otros lo desafiaban con fingida valentía, pero ninguno tenía el rostro que él vio cruzar el umbral aquella noche. La figura avanzó con paso lento, medido. Una mujer que vestía de negro como si el luto le perteneciera por derecho. Su cabello no brillaba como el oro pálido de los Velaryon, ni resplandecía con el blanco plateado que se esperaba de los descendientes de Valyria. El suyo era más oscuro, más cruel. Negro, sí. Negro como las alas de un cuervo vetusto, pero no como el de los bastardos que se escondían como ratas. No... ella era diferente... Entre aquellas sombras ondeaban mechones de un gris tan pálido como la ceniza de los huesos. Algo que no dejaba duda de su ascendencia real, el legado inequívoco. Daemon apoyó el codo en la mesa, ladeó apenas la cabeza y dejó que el vino rozara sus labios sin beber, observándola con fascinación. Había visto mujeres hermosas, pero ninguna lo había mirado así. Y la deseó como solo desean los hombres que ya lo han tenido todo. ... El Norte se extendía bajo ella como un cadáver blanco, inmenso, silencioso, congelado en su último aliento. El viento golpeaba su rostro con dedos helados, intentando arañar su piel, pero ella ya no sentía el frío como antes. Hacía años que la nieve le había dejado de parecer cruel. A veces, incluso, lo añoraba. En todo aquello cavilaba, cuando de pronto, el cielo se desgarró. Un destello. Un crujido seco, como si el firmamento se hubiese partido por la mitad. Una grieta luminosa se abrió entre las nubes, dorada y sucia, como una herida reciente. Erebos lanzó un rugido profundo, tenso, y giró en el aire. Ravenna alzó la cabeza justo a tiempo para verlo: algo descendía. No era estrella. No era un dragón. No era hombre. Era una sombra envuelta en fuego, cayendo. Descendía a una velocidad imposible, como si no hubiese aire, ni resistencia, ni voluntad que pudiera frenarlo. El impacto no fue explosivo. Fue profundo. A lo lejos, la nieve se alzó en columnas blancas, y la tierra tembló. Ravenna sujetó con fuerza las riendas del dragón, sus ojos clavados en el punto donde la figura había desaparecido. El suelo tembló incluso a kilómetros de distancia. Y ella lo sintió. El peso de ese momento en el pecho, como si la magia misma del mundo se hubiese encogido de miedo. Desde el aire, cuando finalmente logró alcanzar la zona del impacto, lo vio. Un cráter gigante, humeante. Y en su centro… una figura humana. Reposaba de lado, como si hubiese sido depositado con ternura en mitad del hielo pese a la fuerza con la que había caído. Llevaba un traje que no se correspondía con nada que conociera en este mundo. Su cuerpo parecía intacto. Inconsciente, quizás. O tal vez no. Erebos bufó, inquieto. La cola del dragón se agitó como un látigo y un chorro de vapor emergió de sus fauces entreabiertas. Sus ojos centellearon con una furia contenida, como si pudiese ver más allá de la carne, más allá del cráter, más allá del mundo. Ravenna no apartó la mirada de la figura caída y sin soltar las riendas, alzó su mano enguantada y acarició con firmeza el cuello del dragón. Erebos gruñó. Sus alas batieron una vez más, y luego planearon. La criatura descendió, obedeciendo. El viento se espesaba, cargado de aquella energía. No era magia. Era otra cosa. Algo que le erizaba el vello. A unos veinte pasos del cuerpo, hizo que Erebos se posara en la cima de una loma. El dragón encajó sus garras con un crujido sordo en la roca helada. Desde allí, Ravenna descendió sola, con pasos lentos, uno tras otro, como si cada pisada sobre la nieve. La figura seguía sin moverse. Ravenna se detuvo. No lo suficientemente cerca para tocarlo, pero sí para ver su rostro.
    Tipo
    Grupal
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Disponible
    31 turnos 0 maullidos
  • - La reunión de directores de los Soykan había empezado en un edificio alto al centro de Estambul. Aslan estaba esperando a su hermana pero sabía que una de las cosas que más le molestaba era levantarse temprano para cosas tediosas, así que comenzaron la reunión sin ella , discutiendo la dirección que tomaría el conglomerado Soykan.
    Dos de los directores no estaban de acuerdo con que dejarán de hacer negocios sucios , que era lo que Aslan tenía en mente , limpiar el legado de los Soykan. -

    ...

    - Mientras tanto subiendo el ascensor iba Angyar y Jack con un guardaespaldas que le asignó su hermano, venía algo más tarde luego de dejar a Gleb a su nuevo colegio. En la mano izquierda la joven tenía un vaso de café que venía tomando con suma calma, llevando lentes de sol negros que combinaban con su traje negro y camisa.
    Jack miró a la joven y busco en su celular , y en el momento en que se abrió el ascensor en el piso donde era la reunión, Jack piso play a la canción de "Gangsta's Paradise", para darle ambiente a la llegada de la joven que no pisaba ese lugar hace años.
    La joven bajo del ascensor mirando de reojo a Jack negando con la cabeza levemente.
    Justo entro en la sala de reuniones cuando los dos directores que se oponían mencionaron " si cambias el objetivo de la empresa sera por encima de nuestros cadáveres".
    Aslan levantó la mirada al sentir los pasos de su hermana, quien sacó de su chaqueta una glock 19, y sin mirar apunto a uno de los directores que se estaban oponiendo y disparo sin remordimiento, el sujeto cayó al suelo con el disparo en la sien.
    Toda la sala miro el cuerpo y luego a la joven, los más ancianos la reconocieron y sus ojos se abrieron a la par, solo Aslan mantenía la mirada en su hermana en silencio.
    El brazo de la joven cambio de dirección hacia el otro director, que a pesar de suplicar , recibió el mismo disparo cayendo al suelo.
    Un silencio sepulcral quedó en la sala mientras la joven tomo asiento en la cabecera al frente de su hermano, dejando la glock en la mesa y el vaso de café, que tomaba a sorbos-

    Lo siento la tardanza hubo algo de tráfico..
    Por favor continúen

    - menciono la joven girando la silla en dirección a la ventana, mientras los demás del directorio la miraron un momento y luego a Aslan quien sonrió. -

    Aslan: es bueno tener tu presencia hermana.. bien continuemos.

    - A pesar de que el dueño y director de la empresa familiar era Aslan, la mayoría de los directores, le tenían más miedo a su hermana adoptiva, que al mismo Soykan. Después de todo por 4 años fue la mano derecha del padre de Aslan, y barrio con los enemigos de la familia como arado-


    https://youtu.be/Tw0_qHNRAEA?si=v-oi_b-1Eotp_HqC
    - La reunión de directores de los Soykan había empezado en un edificio alto al centro de Estambul. Aslan estaba esperando a su hermana pero sabía que una de las cosas que más le molestaba era levantarse temprano para cosas tediosas, así que comenzaron la reunión sin ella , discutiendo la dirección que tomaría el conglomerado Soykan. Dos de los directores no estaban de acuerdo con que dejarán de hacer negocios sucios , que era lo que Aslan tenía en mente , limpiar el legado de los Soykan. - ... - Mientras tanto subiendo el ascensor iba Angyar y Jack con un guardaespaldas que le asignó su hermano, venía algo más tarde luego de dejar a Gleb a su nuevo colegio. En la mano izquierda la joven tenía un vaso de café que venía tomando con suma calma, llevando lentes de sol negros que combinaban con su traje negro y camisa. Jack miró a la joven y busco en su celular , y en el momento en que se abrió el ascensor en el piso donde era la reunión, Jack piso play a la canción de "Gangsta's Paradise", para darle ambiente a la llegada de la joven que no pisaba ese lugar hace años. La joven bajo del ascensor mirando de reojo a Jack negando con la cabeza levemente. Justo entro en la sala de reuniones cuando los dos directores que se oponían mencionaron " si cambias el objetivo de la empresa sera por encima de nuestros cadáveres". Aslan levantó la mirada al sentir los pasos de su hermana, quien sacó de su chaqueta una glock 19, y sin mirar apunto a uno de los directores que se estaban oponiendo y disparo sin remordimiento, el sujeto cayó al suelo con el disparo en la sien. Toda la sala miro el cuerpo y luego a la joven, los más ancianos la reconocieron y sus ojos se abrieron a la par, solo Aslan mantenía la mirada en su hermana en silencio. El brazo de la joven cambio de dirección hacia el otro director, que a pesar de suplicar , recibió el mismo disparo cayendo al suelo. Un silencio sepulcral quedó en la sala mientras la joven tomo asiento en la cabecera al frente de su hermano, dejando la glock en la mesa y el vaso de café, que tomaba a sorbos- Lo siento la tardanza hubo algo de tráfico.. Por favor continúen - menciono la joven girando la silla en dirección a la ventana, mientras los demás del directorio la miraron un momento y luego a Aslan quien sonrió. - Aslan: es bueno tener tu presencia hermana.. bien continuemos. - A pesar de que el dueño y director de la empresa familiar era Aslan, la mayoría de los directores, le tenían más miedo a su hermana adoptiva, que al mismo Soykan. Después de todo por 4 años fue la mano derecha del padre de Aslan, y barrio con los enemigos de la familia como arado- https://youtu.be/Tw0_qHNRAEA?si=v-oi_b-1Eotp_HqC
    Me gusta
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • Susurros de Destino

    La noche caía lenta sobre la ciudad, y en el pequeño departamento perfumado a lavanda, Iona permanecía en silencio. Sentada en el suelo, rodeada de pétalos secos y el murmullo débil de una vela encendida, cerraba los ojos bajo la tenue luz que apenas rozaba sus párpados. El mundo humano dormía. Ella, no.

    Meditaba, no como los humanos lo hacen, sino como lo haría una entidad que ha existido por siglos, tratando aún de entender el misterio que la rodea. En el centro de sus pensamientos, como una espina sin cuerpo, estaba él.

    Destino.

    La voz que retumba sin garganta, que aparece en las reuniones de las Luminarias como un eco que cala los huesos de lo eterno. Nunca lo ha visto —nadie lo ha hecho—, pero su presencia es más contundente que cualquier forma. Todos se callan cuando él habla. Incluso el ave fénix, que arde sin miedo, inclina la cabeza con solemnidad.

    Dicen que no es una entidad como las demás. Que no tiene rostro, ni cuerpo, ni memoria, porque no le hacen falta. Destino es. No necesita existir de otra forma.

    Iona abrió los ojos lentamente. Su mirada celeste se perdió en la vela que titilaba. ¿Por qué todos parecían temerlo más de lo que lo respetaban? ¿Por qué, incluso entre los inmortales, su nombre cargaba una sombra tan densa?

    Ella no sentía miedo. Sentía… curiosidad. Tal vez porque no recuerda haberlo elegido. Un día estaba ahí, sentada entre los demás, como si siempre hubiera pertenecido.

    Y tal vez ese era el mayor misterio de todos: no saber si estaba cumpliendo un propósito… o si era simplemente una pieza movida por una voluntad insondable.

    La llama parpadeó de pronto. Iona alzó la cabeza. En su mente, una palabra sin sonido retumbó.

    «“Observa.”»

    Nada más.

    Pero el eco persistió, incluso cuando la vela se extinguió.
    Susurros de Destino La noche caía lenta sobre la ciudad, y en el pequeño departamento perfumado a lavanda, Iona permanecía en silencio. Sentada en el suelo, rodeada de pétalos secos y el murmullo débil de una vela encendida, cerraba los ojos bajo la tenue luz que apenas rozaba sus párpados. El mundo humano dormía. Ella, no. Meditaba, no como los humanos lo hacen, sino como lo haría una entidad que ha existido por siglos, tratando aún de entender el misterio que la rodea. En el centro de sus pensamientos, como una espina sin cuerpo, estaba él. Destino. La voz que retumba sin garganta, que aparece en las reuniones de las Luminarias como un eco que cala los huesos de lo eterno. Nunca lo ha visto —nadie lo ha hecho—, pero su presencia es más contundente que cualquier forma. Todos se callan cuando él habla. Incluso el ave fénix, que arde sin miedo, inclina la cabeza con solemnidad. Dicen que no es una entidad como las demás. Que no tiene rostro, ni cuerpo, ni memoria, porque no le hacen falta. Destino es. No necesita existir de otra forma. Iona abrió los ojos lentamente. Su mirada celeste se perdió en la vela que titilaba. ¿Por qué todos parecían temerlo más de lo que lo respetaban? ¿Por qué, incluso entre los inmortales, su nombre cargaba una sombra tan densa? Ella no sentía miedo. Sentía… curiosidad. Tal vez porque no recuerda haberlo elegido. Un día estaba ahí, sentada entre los demás, como si siempre hubiera pertenecido. Y tal vez ese era el mayor misterio de todos: no saber si estaba cumpliendo un propósito… o si era simplemente una pieza movida por una voluntad insondable. La llama parpadeó de pronto. Iona alzó la cabeza. En su mente, una palabra sin sonido retumbó. «“Observa.”» Nada más. Pero el eco persistió, incluso cuando la vela se extinguió.
    Me gusta
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • — Llámame anticuado. Las fiestas, las reuniones, hacerme amigo de todo el mundo, me repugna. Odio ver sus rostros hipócritas sintonizar la misma frecuencia día tras día, prefiero quedarme en casa y tomar un café. Nadie me molesta y no molesto a nadie. Solo quiero escribir tranquilamente todo lo que tengo en la cabeza.—
    — Llámame anticuado. Las fiestas, las reuniones, hacerme amigo de todo el mundo, me repugna. Odio ver sus rostros hipócritas sintonizar la misma frecuencia día tras día, prefiero quedarme en casa y tomar un café. Nadie me molesta y no molesto a nadie. Solo quiero escribir tranquilamente todo lo que tengo en la cabeza.—
    Me gusta
    7
    3 turnos 0 maullidos
  • 𝑳𝒖𝒏𝒆𝒔
    ─𝐃𝐢𝐚 𝐝𝐞 𝐭𝐫𝐚𝐛𝐚𝐣𝐨, 𝐞𝐬𝐟𝐮𝐞𝐫𝐳𝐨 𝐲 𝐝𝐞𝐝𝐢𝐜𝐚𝐜𝐢𝐨𝐧. 𝐴𝑠𝑖 𝑙𝑜𝑔𝑟𝑜 𝑚𝑖𝑠 𝑜𝑏𝑗𝑒𝑡𝑖𝑣𝑜𝑠.

    El Imponente Oso Ivanova, líder de la mafia, maestro en el arte del poder y la influencia, pasó el lunes entero sumergido en interminables reuniones.

    Trazando cuidadosamente el camino que lo llevaría a consolidar su poder dentro del bajo y oscuro mundo de las mafias.
    ───────❦──────────
    𝑳𝒖𝒏𝒆𝒔 🌹 ─𝐃𝐢𝐚 𝐝𝐞 𝐭𝐫𝐚𝐛𝐚𝐣𝐨, 𝐞𝐬𝐟𝐮𝐞𝐫𝐳𝐨 𝐲 𝐝𝐞𝐝𝐢𝐜𝐚𝐜𝐢𝐨𝐧. 𝐴𝑠𝑖 𝑙𝑜𝑔𝑟𝑜 𝑚𝑖𝑠 𝑜𝑏𝑗𝑒𝑡𝑖𝑣𝑜𝑠. 🍷 El Imponente Oso Ivanova, líder de la mafia, maestro en el arte del poder y la influencia, pasó el lunes entero sumergido en interminables reuniones. Trazando cuidadosamente el camino que lo llevaría a consolidar su poder dentro del bajo y oscuro mundo de las mafias. ───────❦──────────
    Me gusta
    Me encocora
    3
    0 turnos 0 maullidos
Ver más resultados
Patrocinados