• ::::::¡Benvenuti, ragazzi~! Bienvenidos a otro episodio de Cocina con Aru, donde todo es posible... incluso el desastre culinario!"

    Hoy responderé una de las domande más frecuentes de mis cyberseguidorres adorables: '¡Aru-senpai, quemé mi postre! ¿Qué hago?' ¡Ahhh, dolce tragedia! ¡Una tragedia más grande que cuando se me cayó la lasagna en stream!"

    "Primero: Respira, ragazzo mio. Si se quemó un poco, raspa lo negro con cuidado. Si se quemó todo... bueno..."
    "...di que es una nueva receta francesa. ¡‘Carbone flambé’! Suena fancy, nadie lo notará."
    "Y si alguien lo nota… les dices con voz seria: ‘Questo è arte culinaria astratta... non lo capiresti.’"

    "Recuerda: en la cocina como en la vida, a volte si brucia, ma si ride!" "¡Nos vemos la próxima vez en Cocinando con Aru! ::::::
    ::::::¡Benvenuti, ragazzi~! Bienvenidos a otro episodio de Cocina con Aru, donde todo es posible... incluso el desastre culinario!" Hoy responderé una de las domande más frecuentes de mis cyberseguidorres adorables: '¡Aru-senpai, quemé mi postre! ¿Qué hago?' ¡Ahhh, dolce tragedia! ¡Una tragedia más grande que cuando se me cayó la lasagna en stream!" "Primero: Respira, ragazzo mio. Si se quemó un poco, raspa lo negro con cuidado. Si se quemó todo... bueno..." "...di que es una nueva receta francesa. ¡‘Carbone flambé’! Suena fancy, nadie lo notará." "Y si alguien lo nota… les dices con voz seria: ‘Questo è arte culinaria astratta... non lo capiresti.’" "Recuerda: en la cocina como en la vida, a volte si brucia, ma si ride!" "¡Nos vemos la próxima vez en Cocinando con Aru! ::::::
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  • Querido diario.

    Dicen que los muertos se queman cuando lloras por ellos.


    Mi esperanza murió, y quizás por eso siento que me quemo por dentro.

    No hay llamas que puedan verse, ni humo que delate la tragedia, pero arde…
    Yo la vi marcharse, y aun así no hice nada. Tal vez porque dolía más luchar que dejarla morir. O tal vez porque ya sabía, en lo más hondo, que estaba condenada desde el principio.

    Ahora solo queda el eco de lo que soñé alguna vez. Camina conmigo como un fantasma silencioso, recordándome todo lo que pudo ser.



    Dicen que los muertos se queman cuando los lloramos. Entonces supongo que mi esperanza arde todavía…
    Porque… aunque ya no crea, aún la lloro en silencio.
    Querido diario. Dicen que los muertos se queman cuando lloras por ellos. Mi esperanza murió, y quizás por eso siento que me quemo por dentro. No hay llamas que puedan verse, ni humo que delate la tragedia, pero arde… Yo la vi marcharse, y aun así no hice nada. Tal vez porque dolía más luchar que dejarla morir. O tal vez porque ya sabía, en lo más hondo, que estaba condenada desde el principio. Ahora solo queda el eco de lo que soñé alguna vez. Camina conmigo como un fantasma silencioso, recordándome todo lo que pudo ser. Dicen que los muertos se queman cuando los lloramos. Entonces supongo que mi esperanza arde todavía… Porque… aunque ya no crea, aún la lloro en silencio.
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  • Crónicas: Las debilidades del ser humano, un cuerpo cansado lleno de recuerdos.

    « Kyo. ¿Porqué decidiste terminar con tu vida?. Ahora lo entiendo. Desde el momento en que mis ojos vieron a esa mujer de la mano de otro hombre algo en mi corazón despertó. Un sentimiento de inferioridad, traición y culpa. Pero ella ya no te recuerda, tu cuerpo si.

    No pude llorar, no hay lágrimas cayendo por mis mejillas. Tampoco hay alegría dibujando una sonrisa en mis labios. Absolutamente nada pero si una punzada en el corazón. Kyo Wakana. ¿Fue acertada tu decisión?. ¿O tu muerte junto a las otras son producto de aquello que me tiene haciendo esto?.

    Estoy recordando todos los rostros muertos de aquellos que la historia olvidó. Sus historias, sus tragedias, sus malos y buenos momentos, me estoy cansando de esto. »
    Crónicas: Las debilidades del ser humano, un cuerpo cansado lleno de recuerdos. « Kyo. ¿Porqué decidiste terminar con tu vida?. Ahora lo entiendo. Desde el momento en que mis ojos vieron a esa mujer de la mano de otro hombre algo en mi corazón despertó. Un sentimiento de inferioridad, traición y culpa. Pero ella ya no te recuerda, tu cuerpo si. No pude llorar, no hay lágrimas cayendo por mis mejillas. Tampoco hay alegría dibujando una sonrisa en mis labios. Absolutamente nada pero si una punzada en el corazón. Kyo Wakana. ¿Fue acertada tu decisión?. ¿O tu muerte junto a las otras son producto de aquello que me tiene haciendo esto?. Estoy recordando todos los rostros muertos de aquellos que la historia olvidó. Sus historias, sus tragedias, sus malos y buenos momentos, me estoy cansando de esto. »
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  • Más allá del subconciente quedan implementadas las memorias de aquellos que han sucumbido.

    Primero J.K el suicida que dió un paso adelante y cayó al mar.

    Después H.S quién perdió la cabeza en la primera guerra.

    Siguiendo sus pasos S.P el excéntrico que murió envenenado.

    Cuarto I.K la cantante masacrada por un fanático.

    Para el #5 dejo de contar sus tragedias.

    ¿Qué son en realidad?.
    ¿Cuál es el verdadero objetivo?.
    El principio del fin. El fin del principio.
    #11 ¿Serás tú la última pieza de este rompecabezas?.

    Más allá del subconciente quedan implementadas las memorias de aquellos que han sucumbido. Primero J.K el suicida que dió un paso adelante y cayó al mar. Después H.S quién perdió la cabeza en la primera guerra. Siguiendo sus pasos S.P el excéntrico que murió envenenado. Cuarto I.K la cantante masacrada por un fanático. Para el #5 dejo de contar sus tragedias. ¿Qué son en realidad?. ¿Cuál es el verdadero objetivo?. El principio del fin. El fin del principio. #11 ¿Serás tú la última pieza de este rompecabezas?.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    Tengo ganas de hacer rol en comunidad sobre un universo gótico-punk oscuro y pesimista donde criaturas sobrenaturales como vampiros, hombres lobo, magos, fantasmas, cazadores, ángeles y demonios coexisten en secreto con la humanidad, tejiendo conspiraciones milenarias desde las sombras. Ambientado en ciudades decadentes y paisajes urbanos corruptos, un mundo que está impregnado de un horror existencial, donde la moralidad se desvanece y cada facción libra sus propias guerras por poder, supervivencia o redención. Con una narrativa rica en tragedia, intriga política y terror sobrenatural, explorando temas como la pérdida de humanidad, el precio del conocimiento prohibido y la inevitable decadencia de un mundo al borde del fin de sus días. (Básicamente describe MDT)
    Tengo ganas de hacer rol en comunidad sobre un universo gótico-punk oscuro y pesimista donde criaturas sobrenaturales como vampiros, hombres lobo, magos, fantasmas, cazadores, ángeles y demonios coexisten en secreto con la humanidad, tejiendo conspiraciones milenarias desde las sombras. Ambientado en ciudades decadentes y paisajes urbanos corruptos, un mundo que está impregnado de un horror existencial, donde la moralidad se desvanece y cada facción libra sus propias guerras por poder, supervivencia o redención. Con una narrativa rica en tragedia, intriga política y terror sobrenatural, explorando temas como la pérdida de humanidad, el precio del conocimiento prohibido y la inevitable decadencia de un mundo al borde del fin de sus días. (Básicamente describe MDT)
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  • Kiara- Edad actualmente no reconocida. Edad de apariencia: 20 años.
    Siglo de la tragedia: No reconocido

    𝑹𝒆𝒄𝒖𝒆𝒓𝒅𝒐𝒔.

    Kiara es una joven marcada por la tragedia y la resiliencia. Varios años habían pasado desde que su pueblo fue arrasado, pero las memorias de su infancia aún resuenan en su mente como ecos lejanos. Recuerda los días soleados en los que corría libre entre los árboles, el aroma del campo y las risas de sus amigos. Cada rincón de aquel lugar estaba impregnado de magia y alegría, un hogar que ahora solo existe en sus recuerdos.

    La noche de la tragedia sigue grabada a fuego en su corazón. Huyó por el río, malherida y asustada, sintiendo cómo las aguas turbulentas la arrastraban lejos de todo lo que conocía. En ese momento de desesperación, casi se rindió; el cansancio la envolvía como una sombra oscura. Sin embargo, el destino tenía otros planes para ella. Fue rescatada por los guardias de un rey benevolente, un hombre que se convirtió en una figura paterna para Kiara. Aunque era humano, él vio más allá de su apariencia; reconoció su valor y su potencial.

    Bajo su tutela, Kiara aprendió a luchar con destreza y astucia, convirtiéndose en una guerrera fuerte e inteligente. El rey le enseñó no solo a defenderse, sino también a liderar con compasión y justicia. A pesar de ser un humano en un mundo que había traicionado a su pueblo, Kiara desarrolló un profundo aprecio por él. Se sintió protegida bajo su manto y encontró en él una nueva familia.

    Sin embargo, con el tiempo, la verdad sobre su naturaleza comenzó a salir a la luz. La gente del reino empezó a notar que no envejecía como ellos; sus rasgos permanecían inalterables mientras los demás pasaban por el ciclo natural de la vida. Temiendo ser descubierta y enfrentarse al mismo destino que había llevado a su pueblo a la ruina, decidió huir nuevamente. Dejó atrás el trono que había llegado a ocupar con tanto esfuerzo y sacrificio, dejando ese puesto en manos de un tirano.

    Ahora, Kiara vaga por tierras desconocidas, llevando consigo el peso del pasado y la esperanza de encontrar un nuevo propósito. Su corazón está dividido entre el amor por el rey que le dio una segunda oportunidad y el dolor por lo perdido. Aunque ha dejado atrás un reino que podría haber sido suyo, sigue buscando un lugar donde pueda ser libre sin temor a ser cazada nuevamente; un lugar donde pueda reconciliarse con su identidad como Kitsune y honrar la memoria de aquellos que ya no están.
    Kiara- Edad actualmente no reconocida. Edad de apariencia: 20 años. Siglo de la tragedia: No reconocido 𝑹𝒆𝒄𝒖𝒆𝒓𝒅𝒐𝒔. Kiara es una joven marcada por la tragedia y la resiliencia. Varios años habían pasado desde que su pueblo fue arrasado, pero las memorias de su infancia aún resuenan en su mente como ecos lejanos. Recuerda los días soleados en los que corría libre entre los árboles, el aroma del campo y las risas de sus amigos. Cada rincón de aquel lugar estaba impregnado de magia y alegría, un hogar que ahora solo existe en sus recuerdos. La noche de la tragedia sigue grabada a fuego en su corazón. Huyó por el río, malherida y asustada, sintiendo cómo las aguas turbulentas la arrastraban lejos de todo lo que conocía. En ese momento de desesperación, casi se rindió; el cansancio la envolvía como una sombra oscura. Sin embargo, el destino tenía otros planes para ella. Fue rescatada por los guardias de un rey benevolente, un hombre que se convirtió en una figura paterna para Kiara. Aunque era humano, él vio más allá de su apariencia; reconoció su valor y su potencial. Bajo su tutela, Kiara aprendió a luchar con destreza y astucia, convirtiéndose en una guerrera fuerte e inteligente. El rey le enseñó no solo a defenderse, sino también a liderar con compasión y justicia. A pesar de ser un humano en un mundo que había traicionado a su pueblo, Kiara desarrolló un profundo aprecio por él. Se sintió protegida bajo su manto y encontró en él una nueva familia. Sin embargo, con el tiempo, la verdad sobre su naturaleza comenzó a salir a la luz. La gente del reino empezó a notar que no envejecía como ellos; sus rasgos permanecían inalterables mientras los demás pasaban por el ciclo natural de la vida. Temiendo ser descubierta y enfrentarse al mismo destino que había llevado a su pueblo a la ruina, decidió huir nuevamente. Dejó atrás el trono que había llegado a ocupar con tanto esfuerzo y sacrificio, dejando ese puesto en manos de un tirano. Ahora, Kiara vaga por tierras desconocidas, llevando consigo el peso del pasado y la esperanza de encontrar un nuevo propósito. Su corazón está dividido entre el amor por el rey que le dio una segunda oportunidad y el dolor por lo perdido. Aunque ha dejado atrás un reino que podría haber sido suyo, sigue buscando un lugar donde pueda ser libre sin temor a ser cazada nuevamente; un lugar donde pueda reconciliarse con su identidad como Kitsune y honrar la memoria de aquellos que ya no están.
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  • ⸻Observen con cuidado. A menudo se habla del olvido como un bálsamo, una liberación del peso del pasado. Pero esa es una visión parcial, casi ingenua. En su esencia más profunda, el olvido no conduce a la desesperación; el olvido es la desesperación misma.

    ⸻¿Por qué? Simple. Somos nuestra memoria. La identidad, el sentido de propósito, la conexión con otros y con nosotros mismos… todo se teje con los hilos del recuerdo. La memoria nos da contexto, nos da historia, nos da un ser.

    ⸻El olvido, entonces, no es solo perder detalles. Es la desintegración de esa estructura. Es el borrado sistemático del mapa que nos orienta. Cuando olvidas quién fuiste, qué amaste, qué te hirió y qué aprendiste, ¿qué queda? Queda un vacío. Un presente desconectado, flotando sin ancla. Y esa deriva sin sentido, esa ausencia de significado… eso es, precisamente, la desesperación en estado puro.

    ⸻Y aquí la clave: es inevitable. No es una tragedia personal evitable, es la condición inherente a la existencia finita. El tiempo erosiona, la mente es falible, las conexiones se desvanecen. La lucha por recordar es constante, pero la tendencia natural es hacia la disolución, hacia el olvido. Tarde o temprano, la niebla avanza.

    ⸻Por eso, la desesperación fundamental no reside en el sufrimiento recordado, sino en la nada que impone el olvido. Es la certeza de que todo lo que nos define está destinado a desvanecerse, no solo de la mente de otros, sino de la nuestra propia. Es la comprensión de que al final, solo queda el silencio donde antes hubo una historia. Y esa es la forma más absoluta e inescapable de la desesperación: la que ni siquiera deja rastro de lo que se ha perdido. Es, simplemente, el fin del significado ¿No estas de acuerdo?


    Hablaba hacia los cádaveres de unas personas de un pueblo recondito de una selva los cuales fueron exterminados por un grupo de mercenarios. Un ejemplo vivido de lo que hablaba. Almas las cuales su existencia sera negada.
    ⸻Observen con cuidado. A menudo se habla del olvido como un bálsamo, una liberación del peso del pasado. Pero esa es una visión parcial, casi ingenua. En su esencia más profunda, el olvido no conduce a la desesperación; el olvido es la desesperación misma. ⸻¿Por qué? Simple. Somos nuestra memoria. La identidad, el sentido de propósito, la conexión con otros y con nosotros mismos… todo se teje con los hilos del recuerdo. La memoria nos da contexto, nos da historia, nos da un ser. ⸻El olvido, entonces, no es solo perder detalles. Es la desintegración de esa estructura. Es el borrado sistemático del mapa que nos orienta. Cuando olvidas quién fuiste, qué amaste, qué te hirió y qué aprendiste, ¿qué queda? Queda un vacío. Un presente desconectado, flotando sin ancla. Y esa deriva sin sentido, esa ausencia de significado… eso es, precisamente, la desesperación en estado puro. ⸻Y aquí la clave: es inevitable. No es una tragedia personal evitable, es la condición inherente a la existencia finita. El tiempo erosiona, la mente es falible, las conexiones se desvanecen. La lucha por recordar es constante, pero la tendencia natural es hacia la disolución, hacia el olvido. Tarde o temprano, la niebla avanza. ⸻Por eso, la desesperación fundamental no reside en el sufrimiento recordado, sino en la nada que impone el olvido. Es la certeza de que todo lo que nos define está destinado a desvanecerse, no solo de la mente de otros, sino de la nuestra propia. Es la comprensión de que al final, solo queda el silencio donde antes hubo una historia. Y esa es la forma más absoluta e inescapable de la desesperación: la que ni siquiera deja rastro de lo que se ha perdido. Es, simplemente, el fin del significado ¿No estas de acuerdo? Hablaba hacia los cádaveres de unas personas de un pueblo recondito de una selva los cuales fueron exterminados por un grupo de mercenarios. Un ejemplo vivido de lo que hablaba. Almas las cuales su existencia sera negada.
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  • “Cuando cerré mis ojos por primera vez, fue que pude verlo.

    La esencia de su alma, la extensión de su inmortalidad… al menos, la que vino después de su tragedia.

    Vi como sus ropas blancas manchadas de rojo se rasgaron. Vi como su divinidad se corrompía lentamente por el dolor, respirando cada vez más cerca de la inexistencia.

    Y luego.. vi como la negrura implantada por la mismísima oscuridad emergía de la nada, haciéndose uno con su esencia. Vi como el vacío tomaba forma, y la oscuridad primordial coronaba a su monarca.

    Vi como la luz más grande, se corrompía hasta volverse la más profunda oscuridad, el abismo que existió incluso antes del océano de almas.

    Y luego, silencio.”
    “Cuando cerré mis ojos por primera vez, fue que pude verlo. La esencia de su alma, la extensión de su inmortalidad… al menos, la que vino después de su tragedia. Vi como sus ropas blancas manchadas de rojo se rasgaron. Vi como su divinidad se corrompía lentamente por el dolor, respirando cada vez más cerca de la inexistencia. Y luego.. vi como la negrura implantada por la mismísima oscuridad emergía de la nada, haciéndose uno con su esencia. Vi como el vacío tomaba forma, y la oscuridad primordial coronaba a su monarca. Vi como la luz más grande, se corrompía hasta volverse la más profunda oscuridad, el abismo que existió incluso antes del océano de almas. Y luego, silencio.”
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  • Luka se acomodó en su trono con la elegancia de un rey que sabe que el mundo entero le pertenece. Su mirada ardía con una chispa de diversión y superioridad mientras se observaba en la pantalla de su teléfono.

    —Ah… qué tragedia debe ser existir sin ser yo —musitó con una sonrisa de medio lado, moviendo sus dedos cubiertos de anillos como si tejiera el destino con un simple chasquido.

    No necesitaba ser cantante, guerrero o hechicero para dominar a quienes lo rodeaban. Su presencia bastaba para que todos sintieran el peso de su magnificencia. Donde él caminaba, el aire se volvía más pesado, las sombras más profundas y la realidad misma se inclinaba a su favor.

    —Los dioses juegan con el destino… —susurró, reclinándose aún más en su asiento— pero yo… yo juego con los dioses.

    Con un movimiento perezoso, se ajustó la máscara y entrecerró los ojos, disfrutando del reflejo de su propia perfección. Porque Luka no solo existía… Luka era la razón por la que la existencia valía la pena.
    Luka se acomodó en su trono con la elegancia de un rey que sabe que el mundo entero le pertenece. Su mirada ardía con una chispa de diversión y superioridad mientras se observaba en la pantalla de su teléfono. —Ah… qué tragedia debe ser existir sin ser yo —musitó con una sonrisa de medio lado, moviendo sus dedos cubiertos de anillos como si tejiera el destino con un simple chasquido. No necesitaba ser cantante, guerrero o hechicero para dominar a quienes lo rodeaban. Su presencia bastaba para que todos sintieran el peso de su magnificencia. Donde él caminaba, el aire se volvía más pesado, las sombras más profundas y la realidad misma se inclinaba a su favor. —Los dioses juegan con el destino… —susurró, reclinándose aún más en su asiento— pero yo… yo juego con los dioses. Con un movimiento perezoso, se ajustó la máscara y entrecerró los ojos, disfrutando del reflejo de su propia perfección. Porque Luka no solo existía… Luka era la razón por la que la existencia valía la pena.
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  • Shoko nunca había sido de muchas palabras, pero eso no significaba que no pensara demasiado en las cosas. O en las personas. Especialmente en los chicos con los que pasaba la mayor parte de sus días.

    Nanami, Haibara, Gojo y Geto. Todos tan distintos y, sin embargo, ahí estaban, compartiendo misiones, almuerzos y, en ocasiones, cigarrillos a escondidas (bueno, eso último solo con Geto).

    Nanami era… correcto. Esa era la mejor palabra para describirlo. Se tomaba todo demasiado en serio, incluso cuando no era necesario. Le gustaban las reglas, la estructura, el orden, cosas que en su mundo rara vez existían. A veces era agotador verlo tan rígido, pero Shoko sabía que en el fondo, esa seriedad era su forma de lidiar con la realidad. O más bien, de aferrarse a algo cuando todo a su alrededor era un caos. Y, en cierta forma, lo admiraba por ello.

    Haibara era el contrario absoluto. Era de los pocos que aún conservaba algo parecido a una inocencia genuina. Siempre con una sonrisa, con una actitud optimista que rozaba la necedad. En otra vida, en otro contexto, Haibara podría haber sido simplemente un chico común, ajeno a maldiciones y a muertes prematuras. Y aunque a veces le daban ganas de decirle que fuera un poco más realista, nunca lo hizo. Porque parte de ella quería creer que alguien como él podía existir en ese mundo sin que la tragedia lo tocara. (Pero sabía que no era así.)

    Gojo era… bueno, Gojo. Un torbellino de ego y talento. Demasiado fuerte para su propio bien, demasiado molesto para el de los demás. A veces se preguntaba si en su cabeza había siquiera un momento de silencio. Pero Shoko también sabía que, bajo toda esa confianza desbordante, había algo más. Algo que ni siquiera él entendía del todo. Por eso se hacía el payaso, por eso hablaba más de la cuenta, por eso nunca se detenía. Porque si lo hacía, tendría que pensar en lo que realmente significaba ser "el más fuerte". Y, por muy inmaduro que fuera, Shoko no le deseaba ese tipo de soledad a nadie.

    Y luego estaba Geto.

    Si Gojo era un torbellino, Geto era la calma antes de la tormenta. Inteligente, carismático, con una voz serena que hacía que todo pareciera menos terrible de lo que realmente era. Había algo en él que hacía fácil confiar, fácil escuchar. Fácil… querer. Era su compañero de cigarrillos, el que entendía que a veces no era necesario hablar para compartir un momento. Pero también era el que miraba demasiado. El que pensaba demasiado. El que se hacía preguntas que nadie más quería hacerse.

    Shoko había aprendido a no apegarse demasiado a las cosas. Pero a veces se preguntaba si, en algún rincón de su mente, había creído que siempre estarían juntos. Que, por más que el mundo los golpeara, ellos seguirían encontrando la forma de reírse de todo.

    (Qué ingenua.)

    Tiempo después, cuando las cosas cambiaron—cuando Geto cambió—, Shoko recordaría esas tardes en la azotea, esos silencios compartidos, esos cigarrillos encendidos que se consumían entre ellos.

    Y pensaría que tal vez, en algún momento, había querido a todos ellos más de lo que se permitió admitir.
    Shoko nunca había sido de muchas palabras, pero eso no significaba que no pensara demasiado en las cosas. O en las personas. Especialmente en los chicos con los que pasaba la mayor parte de sus días. Nanami, Haibara, Gojo y Geto. Todos tan distintos y, sin embargo, ahí estaban, compartiendo misiones, almuerzos y, en ocasiones, cigarrillos a escondidas (bueno, eso último solo con Geto). Nanami era… correcto. Esa era la mejor palabra para describirlo. Se tomaba todo demasiado en serio, incluso cuando no era necesario. Le gustaban las reglas, la estructura, el orden, cosas que en su mundo rara vez existían. A veces era agotador verlo tan rígido, pero Shoko sabía que en el fondo, esa seriedad era su forma de lidiar con la realidad. O más bien, de aferrarse a algo cuando todo a su alrededor era un caos. Y, en cierta forma, lo admiraba por ello. Haibara era el contrario absoluto. Era de los pocos que aún conservaba algo parecido a una inocencia genuina. Siempre con una sonrisa, con una actitud optimista que rozaba la necedad. En otra vida, en otro contexto, Haibara podría haber sido simplemente un chico común, ajeno a maldiciones y a muertes prematuras. Y aunque a veces le daban ganas de decirle que fuera un poco más realista, nunca lo hizo. Porque parte de ella quería creer que alguien como él podía existir en ese mundo sin que la tragedia lo tocara. (Pero sabía que no era así.) Gojo era… bueno, Gojo. Un torbellino de ego y talento. Demasiado fuerte para su propio bien, demasiado molesto para el de los demás. A veces se preguntaba si en su cabeza había siquiera un momento de silencio. Pero Shoko también sabía que, bajo toda esa confianza desbordante, había algo más. Algo que ni siquiera él entendía del todo. Por eso se hacía el payaso, por eso hablaba más de la cuenta, por eso nunca se detenía. Porque si lo hacía, tendría que pensar en lo que realmente significaba ser "el más fuerte". Y, por muy inmaduro que fuera, Shoko no le deseaba ese tipo de soledad a nadie. Y luego estaba Geto. Si Gojo era un torbellino, Geto era la calma antes de la tormenta. Inteligente, carismático, con una voz serena que hacía que todo pareciera menos terrible de lo que realmente era. Había algo en él que hacía fácil confiar, fácil escuchar. Fácil… querer. Era su compañero de cigarrillos, el que entendía que a veces no era necesario hablar para compartir un momento. Pero también era el que miraba demasiado. El que pensaba demasiado. El que se hacía preguntas que nadie más quería hacerse. Shoko había aprendido a no apegarse demasiado a las cosas. Pero a veces se preguntaba si, en algún rincón de su mente, había creído que siempre estarían juntos. Que, por más que el mundo los golpeara, ellos seguirían encontrando la forma de reírse de todo. (Qué ingenua.) Tiempo después, cuando las cosas cambiaron—cuando Geto cambió—, Shoko recordaría esas tardes en la azotea, esos silencios compartidos, esos cigarrillos encendidos que se consumían entre ellos. Y pensaría que tal vez, en algún momento, había querido a todos ellos más de lo que se permitió admitir.
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