No hay amor.
No hay dolor.
No hay conciencia.
La humanidad es un mito que solía creer cuando era débil.
Ahora solo hay hambre. Y poder. Y esa quietud deliciosa que viene con la ausencia de sentir. Todo lo demás… ruido. Recuerdos rotos de una versión mía que ya no existe. Que jamás debió existir.
¿Remordimientos?
No los siento. Ni siquiera cuando la sangre aún está tibia en mis manos.
¿Culpa?
Esa palabra perdió su forma cuando apagué esa parte inútil de mí.
¿Compasión?
Ni siquiera sabría cómo imitarla.
La gente cree que volverse un monstruo es una tragedia. Se equivocan.
Es libertad.
Una paz brutal, inquebrantable.
No tengo que fingir. No tengo que amar.
No tengo que recordar por qué alguna vez me importó alguien más que yo.
La voz dentro de mi cabeza enmudeció.
La Sloane que lloraba.
La Sloane que temblaba.
La Sloane que amaba.
Muerta.
No necesito redención.
No necesito salvación.
Y si alguna parte de mí intenta resurgir…
la aplastaré antes de que pueda respirar.
No hay dolor.
No hay conciencia.
La humanidad es un mito que solía creer cuando era débil.
Ahora solo hay hambre. Y poder. Y esa quietud deliciosa que viene con la ausencia de sentir. Todo lo demás… ruido. Recuerdos rotos de una versión mía que ya no existe. Que jamás debió existir.
¿Remordimientos?
No los siento. Ni siquiera cuando la sangre aún está tibia en mis manos.
¿Culpa?
Esa palabra perdió su forma cuando apagué esa parte inútil de mí.
¿Compasión?
Ni siquiera sabría cómo imitarla.
La gente cree que volverse un monstruo es una tragedia. Se equivocan.
Es libertad.
Una paz brutal, inquebrantable.
No tengo que fingir. No tengo que amar.
No tengo que recordar por qué alguna vez me importó alguien más que yo.
La voz dentro de mi cabeza enmudeció.
La Sloane que lloraba.
La Sloane que temblaba.
La Sloane que amaba.
Muerta.
No necesito redención.
No necesito salvación.
Y si alguna parte de mí intenta resurgir…
la aplastaré antes de que pueda respirar.
No hay amor.
No hay dolor.
No hay conciencia.
La humanidad es un mito que solía creer cuando era débil.
Ahora solo hay hambre. Y poder. Y esa quietud deliciosa que viene con la ausencia de sentir. Todo lo demás… ruido. Recuerdos rotos de una versión mía que ya no existe. Que jamás debió existir.
¿Remordimientos?
No los siento. Ni siquiera cuando la sangre aún está tibia en mis manos.
¿Culpa?
Esa palabra perdió su forma cuando apagué esa parte inútil de mí.
¿Compasión?
Ni siquiera sabría cómo imitarla.
La gente cree que volverse un monstruo es una tragedia. Se equivocan.
Es libertad.
Una paz brutal, inquebrantable.
No tengo que fingir. No tengo que amar.
No tengo que recordar por qué alguna vez me importó alguien más que yo.
La voz dentro de mi cabeza enmudeció.
La Sloane que lloraba.
La Sloane que temblaba.
La Sloane que amaba.
Muerta.
No necesito redención.
No necesito salvación.
Y si alguna parte de mí intenta resurgir…
la aplastaré antes de que pueda respirar.

