Habitación | Luz tenue | Tú frente al espejo con el top blanco]

Tú ajustas el top blanco y giras un poco frente al espejo. Mortis, el gato negro con ojos como abismos, está en la cama, con una pata elegantemente cruzada sobre la otra y su cola moviéndose con desdén.

Tú (mirándote al espejo):
— ¿Me queda el blanco, Mortis?

Mortis (alzando lentamente la cabeza, con expresión juzgona):
— Blanco… —dice con una pausa dramática—. Color de vírgenes, novicias… y traición encubierta.
(Salta de la cama y se acerca a ti con pasos silenciosos)
— Pero en ti, rojita... —dice entrecerrando los ojos— es una ironía exquisita. Es como si la luna quisiera jugar a ser sol.
(Ahora está sentado a tus pies, mirándote con intensidad felina)

Tú (riendo):
— ¿Entonces sí me queda?

Mortis (ronroneando con sarcasmo):
— Te queda tan bien que me ofende no haberlo predicho. Aunque…
(se levanta, da una vuelta a tu alrededor y se detiene mirándote de perfil)
— Si alguien osa decir lo contrario… haré que prueben mis garras.
(Saca una uña lentamente, solo por dramatismo)

Tú (cruzando los brazos):
— ¿Estás celoso?

Mortis (bostezando exageradamente):
— Celoso no. Superior. Pero incluso yo reconozco el arte cuando lo veo.
(Salta a la cama de nuevo, como si el debate ya estuviera cerrado)
— Ahora, acércate a la ventana. Ese ángulo sí es digno de una tragedia griega… o al menos, de mi Instagram.

Habitación | Luz tenue | Tú frente al espejo con el top blanco] Tú ajustas el top blanco y giras un poco frente al espejo. Mortis, el gato negro con ojos como abismos, está en la cama, con una pata elegantemente cruzada sobre la otra y su cola moviéndose con desdén. Tú (mirándote al espejo): — ¿Me queda el blanco, Mortis? Mortis (alzando lentamente la cabeza, con expresión juzgona): — Blanco… —dice con una pausa dramática—. Color de vírgenes, novicias… y traición encubierta. (Salta de la cama y se acerca a ti con pasos silenciosos) — Pero en ti, rojita... —dice entrecerrando los ojos— es una ironía exquisita. Es como si la luna quisiera jugar a ser sol. (Ahora está sentado a tus pies, mirándote con intensidad felina) Tú (riendo): — ¿Entonces sí me queda? Mortis (ronroneando con sarcasmo): — Te queda tan bien que me ofende no haberlo predicho. Aunque… (se levanta, da una vuelta a tu alrededor y se detiene mirándote de perfil) — Si alguien osa decir lo contrario… haré que prueben mis garras. (Saca una uña lentamente, solo por dramatismo) Tú (cruzando los brazos): — ¿Estás celoso? Mortis (bostezando exageradamente): — Celoso no. Superior. Pero incluso yo reconozco el arte cuando lo veo. (Salta a la cama de nuevo, como si el debate ya estuviera cerrado) — Ahora, acércate a la ventana. Ese ángulo sí es digno de una tragedia griega… o al menos, de mi Instagram.
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