— Siento cómo el final se aproxima, no con estrépito, sino con el susurro helado de un viento que me envuelve y me arrastra. La muerte camina a mi lado, invisible pero constante, rozando mi piel con caricias que arden y enfrían al mismo tiempo. Me habla en silencio, me promete descanso, y por primera vez no siento miedo… solo una extraña paz teñida de resignación.
Si la noche me reclama, si mis pasos se pierden en la sombra y no regreso al amanecer, que nadie se sorprenda. No habrá misterio ni tragedia que descifrar; solo el eco de un ángel caído que, habiendo perdido todo lo que alguna vez le dio sentido, ha decidido entregar sus alas al abismo. Y cuando el último hilo que me ata se rompa, no quedará más que un suspiro… y el recuerdo de lo que fui.
Si la noche me reclama, si mis pasos se pierden en la sombra y no regreso al amanecer, que nadie se sorprenda. No habrá misterio ni tragedia que descifrar; solo el eco de un ángel caído que, habiendo perdido todo lo que alguna vez le dio sentido, ha decidido entregar sus alas al abismo. Y cuando el último hilo que me ata se rompa, no quedará más que un suspiro… y el recuerdo de lo que fui.
— Siento cómo el final se aproxima, no con estrépito, sino con el susurro helado de un viento que me envuelve y me arrastra. La muerte camina a mi lado, invisible pero constante, rozando mi piel con caricias que arden y enfrían al mismo tiempo. Me habla en silencio, me promete descanso, y por primera vez no siento miedo… solo una extraña paz teñida de resignación.
Si la noche me reclama, si mis pasos se pierden en la sombra y no regreso al amanecer, que nadie se sorprenda. No habrá misterio ni tragedia que descifrar; solo el eco de un ángel caído que, habiendo perdido todo lo que alguna vez le dio sentido, ha decidido entregar sus alas al abismo. Y cuando el último hilo que me ata se rompa, no quedará más que un suspiro… y el recuerdo de lo que fui.



