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    Mirando al cielo pude ver que aquel azul no iba a volver, da igual que piense, si en mi vida ya no cabe la ilusión, en un instante oí tu voz, de nuevo he vuelto a ser yo, y he decidido que el que mande siempre sea el corazón...

    Me he dado cuenta que aunque en la vida aparezcan nubarrones, daremos saltos, bailaremos sin temores, y te agradezco que me enseñes a mirar.

    https://www.youtube.com/watch?v=16F7CupSEFU
    Mirando al cielo pude ver que aquel azul no iba a volver, da igual que piense, si en mi vida ya no cabe la ilusión, en un instante oí tu voz, de nuevo he vuelto a ser yo, y he decidido que el que mande siempre sea el corazón... Me he dado cuenta que aunque en la vida aparezcan nubarrones, daremos saltos, bailaremos sin temores, y te agradezco que me enseñes a mirar. https://www.youtube.com/watch?v=16F7CupSEFU
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  • Tenía la garganta seca. El sudor frío se acumulaba en su frente, haciéndolo estremecerse cada vez que una corriente fría soplaba por la noche.

    Tragó saliva.

    Las manos le temblaban, haciéndolo incapaz de mantener el cañón del arma fijo en su objetivo.

    —Tú no eres él —susurró.

    Su mirada de un azul profundo se veía ensombrecida por el recuerdo de ese mes. El desasosiego se manifestaba en su expresión arrugada con el horror.

    —Tú no eres él —repitió, con más fuerza—, ¡Ciel está muerto!

    Se mordió los labios tan fuerte que la sangre brotó en pequeñas gotitas.

    Ciel soltó una risa que solo parecía contener condescendencia. Posó una mano sobre su pecho, luciendo una gentileza fuera de lugar.

    —Pero aquí estoy —le respondió con suavidad, como si hablara con un niño pequeño. —Hermano, ¿no puedes ver la verdad frente a tus ojos?

    —Ese día… tú moriste —musitó con la voz temblorosa como sus manos, sus piernas, su cuerpo entero atrapado en el más puro pavor. —El demonio devoró tu alma. El demonio no miente.

    —¡Hmph! —soltó Ciel con desprecio, sin embargo, su sonrisa nunca se borró de su rostro jovial.
    —¿Por qué crees eso?

    —Los términos del contrato...

    —Nada es absoluto —Ciel abrió los brazos, su mirada azul brillando con algo parecido a la locura. —¡Mírame, he regresado de la muerte por ti!

    —N-No lo entiendo.

    La confusión, la culpa, el horror.

    Todo se mezclaba en su cabeza haciéndolo sentirse mareado y desorientado.

    ¿Esto… estaba sucediendo?

    ¿Esto… era real?

    Se llevó ambas manos a la cabeza, soltando el revólver en el proceso.

    El arma cayó al suelo, olvidada.

    Su cuerpo se desplomó, sus rodillas y sus palmas temblorosas tocaron el suelo frío y duro.

    El sudor caía en gruesas gotas, dejando un rastro acuoso.

    —No es real —dijo en voz alta, repitiéndolo para que así fuera verdad. —No eres real.

    Los pasos de Ciel se acercaron hasta que notó la punta de sus zapatos entrar en su rango de visión. Pisaron los rastros de las gotas, lágrimas frías que expulsaba su cuerpo desesperadamente.

    —No seas tonto —dijo Ciel, y sin siquiera verlo, sabía que tenía una sonrisa en la cara. —Pero está bien, no te preocupes. No tienes que entenderlo ahora.

    Jadeó.

    Sentía su respiración dificultosa, como si cada bocanada de aire fuera demasiado difícil y sus pulmones fueran a explotar.

    —Esta vez tengo la fuerza para protegerte —continuó diciendo Ciel, su voz distorsionándose y perdiéndose en un eco lejano. —Nada volverá a hacerte daño. Lo juro.

    Cuando despertó, tenía la boca abierta en un grito ahogado.
    Tenía la garganta seca. El sudor frío se acumulaba en su frente, haciéndolo estremecerse cada vez que una corriente fría soplaba por la noche. Tragó saliva. Las manos le temblaban, haciéndolo incapaz de mantener el cañón del arma fijo en su objetivo. —Tú no eres él —susurró. Su mirada de un azul profundo se veía ensombrecida por el recuerdo de ese mes. El desasosiego se manifestaba en su expresión arrugada con el horror. —Tú no eres él —repitió, con más fuerza—, ¡Ciel está muerto! Se mordió los labios tan fuerte que la sangre brotó en pequeñas gotitas. Ciel soltó una risa que solo parecía contener condescendencia. Posó una mano sobre su pecho, luciendo una gentileza fuera de lugar. —Pero aquí estoy —le respondió con suavidad, como si hablara con un niño pequeño. —Hermano, ¿no puedes ver la verdad frente a tus ojos? —Ese día… tú moriste —musitó con la voz temblorosa como sus manos, sus piernas, su cuerpo entero atrapado en el más puro pavor. —El demonio devoró tu alma. El demonio no miente. —¡Hmph! —soltó Ciel con desprecio, sin embargo, su sonrisa nunca se borró de su rostro jovial. —¿Por qué crees eso? —Los términos del contrato... —Nada es absoluto —Ciel abrió los brazos, su mirada azul brillando con algo parecido a la locura. —¡Mírame, he regresado de la muerte por ti! —N-No lo entiendo. La confusión, la culpa, el horror. Todo se mezclaba en su cabeza haciéndolo sentirse mareado y desorientado. ¿Esto… estaba sucediendo? ¿Esto… era real? Se llevó ambas manos a la cabeza, soltando el revólver en el proceso. El arma cayó al suelo, olvidada. Su cuerpo se desplomó, sus rodillas y sus palmas temblorosas tocaron el suelo frío y duro. El sudor caía en gruesas gotas, dejando un rastro acuoso. —No es real —dijo en voz alta, repitiéndolo para que así fuera verdad. —No eres real. Los pasos de Ciel se acercaron hasta que notó la punta de sus zapatos entrar en su rango de visión. Pisaron los rastros de las gotas, lágrimas frías que expulsaba su cuerpo desesperadamente. —No seas tonto —dijo Ciel, y sin siquiera verlo, sabía que tenía una sonrisa en la cara. —Pero está bien, no te preocupes. No tienes que entenderlo ahora. Jadeó. Sentía su respiración dificultosa, como si cada bocanada de aire fuera demasiado difícil y sus pulmones fueran a explotar. —Esta vez tengo la fuerza para protegerte —continuó diciendo Ciel, su voz distorsionándose y perdiéndose en un eco lejano. —Nada volverá a hacerte daño. Lo juro. Cuando despertó, tenía la boca abierta en un grito ahogado.
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  • El sol comenzaba a esconderse entre los árboles, tiñendo el bosque de tonos dorados. Lyssandra, con una mirada tranquila, se detuvo un momento, respirando profundamente el aire fresco. "Hasta pronto", susurró, como si el bosque pudiera oírla. El viento acarició su rostro, despidiéndola con suavidad. La noche ya se acercaba, y el hogar la esperaba. Con un último vistazo a los árboles, dio media vuelta y caminó hacia el sendero que la llevaría de regreso.
    El sol comenzaba a esconderse entre los árboles, tiñendo el bosque de tonos dorados. Lyssandra, con una mirada tranquila, se detuvo un momento, respirando profundamente el aire fresco. "Hasta pronto", susurró, como si el bosque pudiera oírla. El viento acarició su rostro, despidiéndola con suavidad. La noche ya se acercaba, y el hogar la esperaba. Con un último vistazo a los árboles, dio media vuelta y caminó hacia el sendero que la llevaría de regreso.
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  • Arruiname la vida, que te dejo
    Todos me advierten que eres un pendеjo
    Aunque seguramentе me lastimes
    ¿Qué le hace una raya más al tigre?

    #SeductiveSunday
    Arruiname la vida, que te dejo Todos me advierten que eres un pendеjo Aunque seguramentе me lastimes ¿Qué le hace una raya más al tigre? #SeductiveSunday
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    Amas la manera en que te miro....

    While taking pleasure in they awful things You put me theough.

    Me las quitas si me rindo.
    ¡¡¡Mi vida, mi orgullo está roto!!!

    Amas la manera en que te miro.... While taking pleasure in they awful things You put me theough. Me las quitas si me rindo. ¡¡¡Mi vida, mi orgullo está roto!!! 🎶
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  • 10:45 – Last Will

    Los participantes, aún levemente aturdidos por el sedante y las ondas EMP, salen de sus prisiones. Se encuentran en lo que parece un hangar subterráneo que no conoce la luz del sol. Las paredes en el este y oeste del lugar son visibles, pero de norte a sur, la oscuridad reclama la distancia, siendo imposible determinar qué tan largo es ese pasillo.

    Tres botiquines de primeros auxilios, botellas de agua y barras energéticas les esperan afuera. Tres botiquines… aunque sólo dos serán necesarios.

    De un pasillo emergen doce, los presos en el cuarto de los monitores. De otra puerta, salen… solamente cinco.

    Uno falta. La sensación de que algo no está bien, de que las cosas no son lo que debieran se cierne sobre los participantes cuando los minutos se extienden y él no aparece. 17… un incómodo número impar…

    -- REGLAS ENMENDADAS --

    Felicitaciones por su magnífico desempeño a todos. Antes que nada, quisiera recordarle a todos las reglas de este juego: ( https://ficrol.com/blogs/259827/%EF%BC%91%EF%BC%91-%EF%BC%90%EF%BC%90 )

    Dados ciertos eventos, se añadirá una regla más:

    REGLA #5: Queda 𝙀𝙎𝙏𝙍𝙄𝘾𝙏𝘼𝙈𝙀𝙉𝙏𝙀 𝙋𝙍𝙊𝙃𝙄𝘽𝙄𝘿𝘼 la violencia física entre participantes, 𝘼 𝙈𝙀𝙉𝙊𝙎 𝙌𝙐𝙀 𝙎𝙀 𝙍𝙀𝙌𝙐𝙄𝙀𝙍𝘼 𝘾𝙊𝙈𝙊 𝙋𝘼𝙍𝙏𝙀 𝘿𝙀 𝙐𝙉 𝙀𝙑𝙀𝙉𝙏𝙊.

    El primero en romper esta regla fue Yu Xuan, cuando tomó a Ralph por la camisa, pero lo pasaré por alto ya que Ralph respondió con un golpe. Xin Yi rompió la regla al enterrar un alfiler adicional, pero también lo ignoraré porque Ralph le respondió con un cabezaso.

    𝐒𝐈𝐍 𝐄𝐌𝐁𝐀𝐑𝐆𝐎, 𝐍𝐎 𝐏𝐈𝐄𝐍𝐒𝐎 𝐏𝐀𝐒𝐀𝐑 𝐘𝐀 𝐍𝐀𝐃𝐀 𝐏𝐎𝐑 𝐀𝐋𝐓𝐎. 𝐍𝐎 𝐕𝐎𝐘 𝐀 𝐓𝐎𝐋𝐄𝐑𝐀𝐑 𝐈𝐍𝐂𝐔𝐌𝐏𝐋𝐈𝐌𝐈𝐄𝐍𝐓𝐎𝐒 𝐀 𝐄𝐒𝐓𝐀 𝐑𝐄𝐆𝐋𝐀. 𝐒𝐈 𝐒𝐔 𝐃𝐄𝐒𝐓𝐈𝐍𝐎 𝐄𝐒 𝐌𝐎𝐑𝐈𝐑, 𝐕𝐀 𝐀 𝐒𝐄𝐑 𝐄𝐍 𝐔𝐍 𝐄𝐕𝐄𝐍𝐓𝐎 𝐘 𝐃𝐄 𝐍𝐈𝐍𝐆𝐔𝐍𝐀 𝐎𝐓𝐑𝐀 𝐌𝐀𝐍𝐄𝐑𝐀.

    Dicho esto… hay una persona que ejerció violencia, de la más contundente y devastadora, pero no rompió una regla porque fue parte de un evento. Creo que no necesito mencionar quién es.

    . . .

    Doc nos ha dejado. Que les sirva de aprendizaje, 𝑺𝑰 𝑵𝑶 𝑺𝑬 𝑬𝑺𝑻𝑨𝑩𝑨𝑵 𝑻𝑶𝑴𝑨𝑵𝑫𝑶 𝑬𝑺𝑻𝑶 𝑳𝑶 𝑺𝑼𝑭𝑰𝑪𝑰𝑬𝑵𝑻𝑬𝑴𝑬𝑵𝑻𝑬 𝑬𝑵 𝑺𝑬𝑹𝑰𝑶, 𝑬𝑺 𝑴𝑶𝑴𝑬𝑵𝑻𝑶 𝑫𝑬 𝑸𝑼𝑬 𝑬𝑴𝑷𝑰𝑬𝑪𝑬𝑵.

    En honor a quien trágicamente se ha ido, leeré su última voluntad:

    “Si alguien está leyendo esto, significa que yo ya no estoy en este mundo. No quiero partir dejando cabos sueltos, no quiero irme pensando que mi muerte fue en vano como lo último en mi mente.

    Tuve una buena vida y no me arrepiento de nada. Aunque no fue mucho tiempo, me hizo feliz conocerlos a todos, poder ayudarlos, brindarles consejos sobre su salud que espero que sigan.

    Hope … Te dejo la mitad de mi fortuna, 15 millones de dólares. Por favor, vive. Sal de este lugar e inicia de nuevo. ¿Recuerdas lo que te dije? Relájate y deja de trabajar tanto, come bien y, sobre todo, sé feliz.

    J • K … Lamento no poder acompañarlos a ti y a Ysoria Kan hasta el final. Te dejo la otra mitad, 15 millones, amigo. Promete que harás lo posible por dejar el cigarrillo y comenzar a vivir.

    Gracias a todos. Me llevo una parte de todos ustedes, a donde sea que tenga que ir ahora.”

    . . .

    Y con eso… las puntuaciones…

    Ingrid Rosemond – 4 puntos
    Armand Melendi – 4 puntos
    Hiro – 4 puntos

    Hope – 1 punto
    Ralph Witta – 1 punto
    Faust – 1 punto

    Xin Yi – 5 puntos
    Daniel Fernández – 5 puntos
    Shiori Novella – 5 puntos

    Lillet Blan – 3 puntos
    N–612 – 3 puntos
    Cecilia Immergreen – 3 puntos

    Yu Xuan – 6 puntos
    ❛ 𝐀𝐩𝐡𝐫𝐨 ❜ – 6 puntos
    Sapphire Kawashima – 6 puntos

    J • K – 3 puntos
    Ysoria Kan – 3 puntos
    [Doctor_911] – ELIMINADO

    . . .

    Continúen por el pasillo. Al final encontrarán un hangar con 18 catres e insumos básicos. Los lujos del hotel quedaron atrás. Prepárense para el siguiente evento.
    10:45 – Last Will Los participantes, aún levemente aturdidos por el sedante y las ondas EMP, salen de sus prisiones. Se encuentran en lo que parece un hangar subterráneo que no conoce la luz del sol. Las paredes en el este y oeste del lugar son visibles, pero de norte a sur, la oscuridad reclama la distancia, siendo imposible determinar qué tan largo es ese pasillo. Tres botiquines de primeros auxilios, botellas de agua y barras energéticas les esperan afuera. Tres botiquines… aunque sólo dos serán necesarios. De un pasillo emergen doce, los presos en el cuarto de los monitores. De otra puerta, salen… solamente cinco. Uno falta. La sensación de que algo no está bien, de que las cosas no son lo que debieran se cierne sobre los participantes cuando los minutos se extienden y él no aparece. 17… un incómodo número impar… -- REGLAS ENMENDADAS -- Felicitaciones por su magnífico desempeño a todos. Antes que nada, quisiera recordarle a todos las reglas de este juego: ( https://ficrol.com/blogs/259827/%EF%BC%91%EF%BC%91-%EF%BC%90%EF%BC%90 ) Dados ciertos eventos, se añadirá una regla más: REGLA #5: Queda 𝙀𝙎𝙏𝙍𝙄𝘾𝙏𝘼𝙈𝙀𝙉𝙏𝙀 𝙋𝙍𝙊𝙃𝙄𝘽𝙄𝘿𝘼 la violencia física entre participantes, 𝘼 𝙈𝙀𝙉𝙊𝙎 𝙌𝙐𝙀 𝙎𝙀 𝙍𝙀𝙌𝙐𝙄𝙀𝙍𝘼 𝘾𝙊𝙈𝙊 𝙋𝘼𝙍𝙏𝙀 𝘿𝙀 𝙐𝙉 𝙀𝙑𝙀𝙉𝙏𝙊. El primero en romper esta regla fue Yu Xuan, cuando tomó a Ralph por la camisa, pero lo pasaré por alto ya que Ralph respondió con un golpe. Xin Yi rompió la regla al enterrar un alfiler adicional, pero también lo ignoraré porque Ralph le respondió con un cabezaso. 𝐒𝐈𝐍 𝐄𝐌𝐁𝐀𝐑𝐆𝐎, 𝐍𝐎 𝐏𝐈𝐄𝐍𝐒𝐎 𝐏𝐀𝐒𝐀𝐑 𝐘𝐀 𝐍𝐀𝐃𝐀 𝐏𝐎𝐑 𝐀𝐋𝐓𝐎. 𝐍𝐎 𝐕𝐎𝐘 𝐀 𝐓𝐎𝐋𝐄𝐑𝐀𝐑 𝐈𝐍𝐂𝐔𝐌𝐏𝐋𝐈𝐌𝐈𝐄𝐍𝐓𝐎𝐒 𝐀 𝐄𝐒𝐓𝐀 𝐑𝐄𝐆𝐋𝐀. 𝐒𝐈 𝐒𝐔 𝐃𝐄𝐒𝐓𝐈𝐍𝐎 𝐄𝐒 𝐌𝐎𝐑𝐈𝐑, 𝐕𝐀 𝐀 𝐒𝐄𝐑 𝐄𝐍 𝐔𝐍 𝐄𝐕𝐄𝐍𝐓𝐎 𝐘 𝐃𝐄 𝐍𝐈𝐍𝐆𝐔𝐍𝐀 𝐎𝐓𝐑𝐀 𝐌𝐀𝐍𝐄𝐑𝐀. Dicho esto… hay una persona que ejerció violencia, de la más contundente y devastadora, pero no rompió una regla porque fue parte de un evento. Creo que no necesito mencionar quién es. . . . Doc nos ha dejado. Que les sirva de aprendizaje, 𝑺𝑰 𝑵𝑶 𝑺𝑬 𝑬𝑺𝑻𝑨𝑩𝑨𝑵 𝑻𝑶𝑴𝑨𝑵𝑫𝑶 𝑬𝑺𝑻𝑶 𝑳𝑶 𝑺𝑼𝑭𝑰𝑪𝑰𝑬𝑵𝑻𝑬𝑴𝑬𝑵𝑻𝑬 𝑬𝑵 𝑺𝑬𝑹𝑰𝑶, 𝑬𝑺 𝑴𝑶𝑴𝑬𝑵𝑻𝑶 𝑫𝑬 𝑸𝑼𝑬 𝑬𝑴𝑷𝑰𝑬𝑪𝑬𝑵. En honor a quien trágicamente se ha ido, leeré su última voluntad: “Si alguien está leyendo esto, significa que yo ya no estoy en este mundo. No quiero partir dejando cabos sueltos, no quiero irme pensando que mi muerte fue en vano como lo último en mi mente. Tuve una buena vida y no me arrepiento de nada. Aunque no fue mucho tiempo, me hizo feliz conocerlos a todos, poder ayudarlos, brindarles consejos sobre su salud que espero que sigan. [Just_add_water]… Te dejo la mitad de mi fortuna, 15 millones de dólares. Por favor, vive. Sal de este lugar e inicia de nuevo. ¿Recuerdas lo que te dije? Relájate y deja de trabajar tanto, come bien y, sobre todo, sé feliz. [The_writer]… Lamento no poder acompañarlos a ti y a [tidal_peach_turtle_127] hasta el final. Te dejo la otra mitad, 15 millones, amigo. Promete que harás lo posible por dejar el cigarrillo y comenzar a vivir. Gracias a todos. Me llevo una parte de todos ustedes, a donde sea que tenga que ir ahora.” . . . Y con eso… las puntuaciones… [rain_curtain] – 4 puntos [the_detective] – 4 puntos [Hiritox3] – 4 puntos [Just_add_water] – 1 punto [galaxy_orange_whale_212] – 1 punto [architecti_audi_nos] – 1 punto [xin_yi] – 5 puntos [blaze_aqua_squirrel_523] – 5 puntos [specter_copper_horse_768] – 5 puntos [lill3tblan] – 3 puntos [N.612] – 3 puntos [ember_amethyst_octopus_437] – 3 puntos [yu_xuan] – 6 puntos [AfroTheSmilingOne] – 6 puntos [Sapphire] – 6 puntos [The_writer] – 3 puntos [tidal_peach_turtle_127] – 3 puntos [Doctor_911] – ELIMINADO . . . Continúen por el pasillo. Al final encontrarán un hangar con 18 catres e insumos básicos. Los lujos del hotel quedaron atrás. Prepárense para el siguiente evento.
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  • La brisa de la tarde mecía suavemente las ramas del gran roble, sus hojas susurraban secretos olvidados. En lo alto, entre dos gruesas ramas, estaba Lyssandra, sentada con una pierna colgando al vacío y la otra recogida contra su pecho. Su cabello se agitaba como un manto plateado bajo la luz dorada del sol poniente.

    Sus dedos jugueteaban distraídamente con una ramita mientras su mirada se perdía en el horizonte, donde el cielo se teñía de naranjas y violetas. Una expresión tranquila, casi melancólica, suavizaba sus rasgos. Desde allí arriba, el mundo parecía lejano, irrelevante. Solo el murmullo de las hojas y el canto lejano de los pájaros la acompañaban.

    Cada tanto, una pequeña sonrisa se dibujaba en sus labios, como si recordara algo secreto, algo solo suyo. Era un momento de calma que Lyssandra rara vez se permitía, un respiro en medio de su tempestuosa existencia.

    Y en ese instante, con el viento jugando entre las ramas y el cielo ardiendo en colores, parecía casi una parte del propio árbol: libre, salvaje y eterna.
    La brisa de la tarde mecía suavemente las ramas del gran roble, sus hojas susurraban secretos olvidados. En lo alto, entre dos gruesas ramas, estaba Lyssandra, sentada con una pierna colgando al vacío y la otra recogida contra su pecho. Su cabello se agitaba como un manto plateado bajo la luz dorada del sol poniente. Sus dedos jugueteaban distraídamente con una ramita mientras su mirada se perdía en el horizonte, donde el cielo se teñía de naranjas y violetas. Una expresión tranquila, casi melancólica, suavizaba sus rasgos. Desde allí arriba, el mundo parecía lejano, irrelevante. Solo el murmullo de las hojas y el canto lejano de los pájaros la acompañaban. Cada tanto, una pequeña sonrisa se dibujaba en sus labios, como si recordara algo secreto, algo solo suyo. Era un momento de calma que Lyssandra rara vez se permitía, un respiro en medio de su tempestuosa existencia. Y en ese instante, con el viento jugando entre las ramas y el cielo ardiendo en colores, parecía casi una parte del propio árbol: libre, salvaje y eterna.
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  • Por ti dejé mis alas, mi nombre y mi esencia.

    Por ti olvidé la luz de mi hogar.

    Por ti quebré mis promesas, traicioné mi propia sangre.

    Y tú… ni siquiera recordaste mi nombre.

    Solo fui un susurro olvidado entre tus silencios…
    Por ti dejé mis alas, mi nombre y mi esencia. Por ti olvidé la luz de mi hogar. Por ti quebré mis promesas, traicioné mi propia sangre. Y tú… ni siquiera recordaste mi nombre. Solo fui un susurro olvidado entre tus silencios…
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  • Ellos caminan, a veces se arrastran y a veces se quedan tirados por ahí. A veces lloran, rien o gritan de repente. Pero siempre corren, nunca dejan de correr, huyen a donde sea que puedan, incluso si es a un mísero pasillo o un hueco entre las oscuras y frías paredes de la macrotumba.

    Detenerse no es una opción, ni siquiera cruza por sus cabezas la idea de hacerlo, porque significa que serán alcanzados, que los centinelas tomarán a los infantes y asesinarán a los demás. Por eso deben huir, incluso si eso significa que nunca podrán esconderse.

    Corren, se arrastran o son asesinados para que sus cadáveres queden tirados por ahí hasta descomponerse y formar parte de los materiales de la interminable construcción de la macrotumba.

    Humanos. Incluso estando muertos, extinguidos por su propia mano, han encontrado la forma de contarme una historia nueva, una continuación de su desgracia y la genialidad de su creatividad de doble filo. Es excitante presenciar la desesperanzadora supervivencia de su generación de bastardos.
    Ellos caminan, a veces se arrastran y a veces se quedan tirados por ahí. A veces lloran, rien o gritan de repente. Pero siempre corren, nunca dejan de correr, huyen a donde sea que puedan, incluso si es a un mísero pasillo o un hueco entre las oscuras y frías paredes de la macrotumba. Detenerse no es una opción, ni siquiera cruza por sus cabezas la idea de hacerlo, porque significa que serán alcanzados, que los centinelas tomarán a los infantes y asesinarán a los demás. Por eso deben huir, incluso si eso significa que nunca podrán esconderse. Corren, se arrastran o son asesinados para que sus cadáveres queden tirados por ahí hasta descomponerse y formar parte de los materiales de la interminable construcción de la macrotumba. Humanos. Incluso estando muertos, extinguidos por su propia mano, han encontrado la forma de contarme una historia nueva, una continuación de su desgracia y la genialidad de su creatividad de doble filo. Es excitante presenciar la desesperanzadora supervivencia de su generación de bastardos.
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  • El sol del mediodía filtraba su luz a través de las densas copas del bosque. Caelard caminaba en silencio, sus botas apenas haciendo crujir las hojas secas bajo sus pasos. El peso de su gabardina blanca y su capa oscura ondeaba levemente al ritmo de la brisa, y sus ojos —verdes, con pupilas afiladas como cuchillas— vigilaban cada movimiento entre los árboles.

    Fue entonces cuando los escuchó: gritos desesperados y el sonido de alas batiendo con furia. Un grupo de viajeros, desarmados y vulnerables, estaba siendo atacado por una bandada de arpías que descendía en picado, rasgando y chillando como demonios del viento.

    Caelard no dudó.

    Su látigo surgió de su cinturón como una extensión viva de su voluntad, emitiendo destellos de energía radiante con cada latigazo. Cada golpe era preciso: alas partidas, garras destrozadas, cuerpos de arpías cayendo al suelo en espirales sangrientas. En medio del caos, Caelard se movía con una danza sombría y elegante, el sol tiñendo su figura de un resplandor casi irreal.

    Una de las arpías más grandes descendió en un último intento de cazarlo. Caelard alzó su mano, su espada flotante respondió al llamado, cruzando el aire como una flecha brillante para atravesarla en pleno vuelo.

    Los viajeros miraban, atónitos, sin entender si era su salvador o un espectro del bosque.

    Sin decir palabra, Caelard recogió su espada, la limpió con un movimiento elegante, y se volteó hacia el cielo. Murmuró unas palabras antiguas en un idioma olvidado, y de las sombras surgió una parvada de murciélagos que lo envolvió. En un parpadeo, su figura desapareció entre los animales nocturnos, dejando solo un susurro en el viento...
    **"No todo lo oscuro desea devorarlos."**

    Y el bosque volvió a ser silencio.
    El sol del mediodía filtraba su luz a través de las densas copas del bosque. Caelard caminaba en silencio, sus botas apenas haciendo crujir las hojas secas bajo sus pasos. El peso de su gabardina blanca y su capa oscura ondeaba levemente al ritmo de la brisa, y sus ojos —verdes, con pupilas afiladas como cuchillas— vigilaban cada movimiento entre los árboles. Fue entonces cuando los escuchó: gritos desesperados y el sonido de alas batiendo con furia. Un grupo de viajeros, desarmados y vulnerables, estaba siendo atacado por una bandada de arpías que descendía en picado, rasgando y chillando como demonios del viento. Caelard no dudó. Su látigo surgió de su cinturón como una extensión viva de su voluntad, emitiendo destellos de energía radiante con cada latigazo. Cada golpe era preciso: alas partidas, garras destrozadas, cuerpos de arpías cayendo al suelo en espirales sangrientas. En medio del caos, Caelard se movía con una danza sombría y elegante, el sol tiñendo su figura de un resplandor casi irreal. Una de las arpías más grandes descendió en un último intento de cazarlo. Caelard alzó su mano, su espada flotante respondió al llamado, cruzando el aire como una flecha brillante para atravesarla en pleno vuelo. Los viajeros miraban, atónitos, sin entender si era su salvador o un espectro del bosque. Sin decir palabra, Caelard recogió su espada, la limpió con un movimiento elegante, y se volteó hacia el cielo. Murmuró unas palabras antiguas en un idioma olvidado, y de las sombras surgió una parvada de murciélagos que lo envolvió. En un parpadeo, su figura desapareció entre los animales nocturnos, dejando solo un susurro en el viento... **"No todo lo oscuro desea devorarlos."** Y el bosque volvió a ser silencio.
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