• " Las voces dentro de mi pecho siguen gritando con fuerza.

    Ellos no quieren paz, quieren derramar sangre de aquellos que les robaron la libertad de elegir vivir o morir.

    ¿Es eso lo que escucho?
    ¿Este corazón es mío?
    ¿Yo soy yo o soy ellos?

    Venganza
    Venganza
    Venganza
    Venganza
    Venganza

    Estoy perdiendo la cabeza sin que nadie se de cuenta, oculto mis colmillos de todo lo que me rodea, me mantengo ocupado y evito caer en el silencio, la cordura pende de un hilo."

    " Las voces dentro de mi pecho siguen gritando con fuerza. Ellos no quieren paz, quieren derramar sangre de aquellos que les robaron la libertad de elegir vivir o morir. ¿Es eso lo que escucho? ¿Este corazón es mío? ¿Yo soy yo o soy ellos? Venganza Venganza Venganza Venganza Venganza Estoy perdiendo la cabeza sin que nadie se de cuenta, oculto mis colmillos de todo lo que me rodea, me mantengo ocupado y evito caer en el silencio, la cordura pende de un hilo."
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  • El maquillaje se había corrido por mi rostro, mezclándose con la sangre que goteaba desde el corte en mi labio inferior. No me moví del camerino abandonado, mi respiración entrecortada creando pequeñas nubes de vapor en el aire frío de la madrugada. Mis ojos, que siempre había mantenido fríos como el hielo de Tver, ahora reflejaban algo que no había sentido en años: una furia que amenazaba con consumirme desde adentro.

    Tres horas antes, estaba sobre el escenario del Teatro Nacional de Praga, ejecutando una presentación perfecta de Giselle mientras esperaba el momento preciso para eliminar al Coronel Viktor Petrov durante el segundo acto. Había planificado cada detalle: el veneno de acción rápida oculto en el anillo de mi tutú, la ruta de escape a través de los túneles subterráneos del teatro, incluso mi coartada perfecta como bailarina invitada.

    Pero cuando las luces se atenuaron y me acerqué al palco VIP, no fue el Coronel quien me esperaba. Eran Mikhail y Alexei, mis propios compañeros, con armas ya desenfundadas y sonrisas que helaron mi sangre más que cualquier invierno ruso que hubiera conocido.
    -Lo siento, malen'kaya balerina-, murmuró Mikhail con falsa lástima.
    -Órdenes de Dimitri. Sabes demasiado, te has vuelto demasiado... independiente.

    Independiente. La palabra resonó en mi cabeza como una bofetada. Yo, que había entregado mi infancia, mi alma, mi humanidad a esta organización. Yo, que había matado sin cuestionar durante años.

    La pelea que siguió fue brutal y desesperada. Mi entrenamiento en ballet se fusionó con años de combate letal: cada pirueta se convirtió en una patada mortal, cada salto esquivó balas por centímetros, toda la gracia que me habían enseñado se transformó en supervivencia pura. Logré eliminar a Mikhail con una daga oculta en mi zapatilla de punta, sintiendo cómo la hoja se hundía entre sus costillas con la misma precisión con que había ejecutado miles de movimientos.

    Pero Alexei... Alexei apuntó directo a mi corazón.
    Entonces ella apareció. Katya, mi hermana en todo excepto en sangre, se lanzó como un ángel vengador entre el cañón de su arma y mi pecho. El sonido del disparo resonó en el teatro vacío. Vi cómo se desplomó con una sonrisa en los labios, como si acabara de completar la actuación de su vida.

    -Vuela, hermana - Susurró con sus últimas palabras, su mano buscando la mía. -Vuela como nunca te dejaron volar.- Y ahí estaba yo, sentada entre los restos de lo que una vez fue mi vida, sosteniendo su medallón manchado de sangre. El dolor comenzó a transformarse en algo más frío, más peligroso. Por primera vez en años, una sonrisa cruel curvó mis labios ensangrentados.

    Habían cometido un error fatal. Me habían entrenado para ser la asesina perfecta, me habían enseñado a bailar con la muerte misma, y luego tuvieron la estupidez de convertirme en su enemiga. Me puse de pie con la elegancia que me habían inculcado desde niña, cada movimiento controlado y deliberado a pesar del dolor que atravesaba mi cuerpo. En el espejo agrietado del camerino, ya no vi a la obediente bailarina de la Mesa Alta.

    Vi a Irina Fyodorov, la huérfana de Tver que había perdido todo dos veces en su vida. Y esta vez, yo haría que el mundo pagara por ello.

    -Spasibo, Katya-, murmuré, limpiándome la sangre del labio con el dorso de la mano.
    -Ahora les enseñaré qué significa realmente bailar con la muerte.

    Salí del teatro caminando entre las sombras, llevándome conmigo la promesa silenciosa de una venganza que haría temblar hasta los cimientos de la Mesa Alta. Cada paso resonaba en el pavimento húmedo de Praga como el compás de una sinfonía que apenas comenzaba.
    Esa noche murió la bailarina obediente.

    Lo que emergió de entre las sombras fue algo mucho más peligroso. Algo que ellos mismos habían creado.
    Y ahora... era libre.
    El maquillaje se había corrido por mi rostro, mezclándose con la sangre que goteaba desde el corte en mi labio inferior. No me moví del camerino abandonado, mi respiración entrecortada creando pequeñas nubes de vapor en el aire frío de la madrugada. Mis ojos, que siempre había mantenido fríos como el hielo de Tver, ahora reflejaban algo que no había sentido en años: una furia que amenazaba con consumirme desde adentro. Tres horas antes, estaba sobre el escenario del Teatro Nacional de Praga, ejecutando una presentación perfecta de Giselle mientras esperaba el momento preciso para eliminar al Coronel Viktor Petrov durante el segundo acto. Había planificado cada detalle: el veneno de acción rápida oculto en el anillo de mi tutú, la ruta de escape a través de los túneles subterráneos del teatro, incluso mi coartada perfecta como bailarina invitada. Pero cuando las luces se atenuaron y me acerqué al palco VIP, no fue el Coronel quien me esperaba. Eran Mikhail y Alexei, mis propios compañeros, con armas ya desenfundadas y sonrisas que helaron mi sangre más que cualquier invierno ruso que hubiera conocido. -Lo siento, malen'kaya balerina-, murmuró Mikhail con falsa lástima. -Órdenes de Dimitri. Sabes demasiado, te has vuelto demasiado... independiente. Independiente. La palabra resonó en mi cabeza como una bofetada. Yo, que había entregado mi infancia, mi alma, mi humanidad a esta organización. Yo, que había matado sin cuestionar durante años. La pelea que siguió fue brutal y desesperada. Mi entrenamiento en ballet se fusionó con años de combate letal: cada pirueta se convirtió en una patada mortal, cada salto esquivó balas por centímetros, toda la gracia que me habían enseñado se transformó en supervivencia pura. Logré eliminar a Mikhail con una daga oculta en mi zapatilla de punta, sintiendo cómo la hoja se hundía entre sus costillas con la misma precisión con que había ejecutado miles de movimientos. Pero Alexei... Alexei apuntó directo a mi corazón. Entonces ella apareció. Katya, mi hermana en todo excepto en sangre, se lanzó como un ángel vengador entre el cañón de su arma y mi pecho. El sonido del disparo resonó en el teatro vacío. Vi cómo se desplomó con una sonrisa en los labios, como si acabara de completar la actuación de su vida. -Vuela, hermana - Susurró con sus últimas palabras, su mano buscando la mía. -Vuela como nunca te dejaron volar.- Y ahí estaba yo, sentada entre los restos de lo que una vez fue mi vida, sosteniendo su medallón manchado de sangre. El dolor comenzó a transformarse en algo más frío, más peligroso. Por primera vez en años, una sonrisa cruel curvó mis labios ensangrentados. Habían cometido un error fatal. Me habían entrenado para ser la asesina perfecta, me habían enseñado a bailar con la muerte misma, y luego tuvieron la estupidez de convertirme en su enemiga. Me puse de pie con la elegancia que me habían inculcado desde niña, cada movimiento controlado y deliberado a pesar del dolor que atravesaba mi cuerpo. En el espejo agrietado del camerino, ya no vi a la obediente bailarina de la Mesa Alta. Vi a Irina Fyodorov, la huérfana de Tver que había perdido todo dos veces en su vida. Y esta vez, yo haría que el mundo pagara por ello. -Spasibo, Katya-, murmuré, limpiándome la sangre del labio con el dorso de la mano. -Ahora les enseñaré qué significa realmente bailar con la muerte. Salí del teatro caminando entre las sombras, llevándome conmigo la promesa silenciosa de una venganza que haría temblar hasta los cimientos de la Mesa Alta. Cada paso resonaba en el pavimento húmedo de Praga como el compás de una sinfonía que apenas comenzaba. Esa noche murió la bailarina obediente. Lo que emergió de entre las sombras fue algo mucho más peligroso. Algo que ellos mismos habían creado. Y ahora... era libre.
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    El regreso de Ozma

    Dicen que antes de que existiera el apellido Queen… hubo uno que no tenía nombre completo, solo Ozma, solo King. El Rey que miraba a los cielos como suyos.

    Caótico, decían. Ni luz, ni sombra. Era ambas. Y ninguna.

    Su hija, Jenifer… la única que lo entendía. La única que lo amó de verdad. Pero hasta el amor tiene límites, ¿no?

    Porque Ozma empezó a querer más. Más de lo que debía. Más de lo que el mundo podía aguantar.

    Y Jenifer… ella lo vio venir. Lo vio en sus ojos. En sus palabras. En el silencio que dejaba después de hablar.

    Así que lo engañó. Con dulzura, sí. Pero lo engañó.

    Lo llevó a un jardín. No uno cualquiera. Uno tan divino como el Edén, dicen. Un lugar que no existe… pero que existe.

    Y ahí lo selló. Con runas. Con lágrimas. Con todo lo que tenía.

    Ozma no gritó. No se resistió. Solo se dejó caer. Como si supiera que no había otra salida.

    Desde entonces, Jenifer tomó su lugar. Pero no podía ser King. Así que fue Queen. Y como no tenía apellido… ese título se volvió su nombre. Jenifer Queen.

    Pero los sellos… no duran para siempre.

    Miles de años. Miles de malditos años. Y el jardín empezó a romperse. Las runas a temblar. Y Ozma… Ozma se liberó.

    Pero no salió como entró. Gastó casi todo su poder. Y cayó a la Tierra como un niño con ojos que no deberían estar en esa cara. Con marcas que brillan cuando nadie mira.

    No busca venganza, dicen. No quiere guerra. Solo quiere verla. A su hija. A la que lo encerró.

    No para pedir perdón. Porque ese viejo bastardo aún tiene orgullo. Pero sí para entender. Para cerrar algo que nunca debió abrirse.

    Y ahora camina. Con pasos cortos. Con el mundo mirándolo sin saber quién es.

    Pero yo lo sé. Yo lo vi. Yo lo recuerdo.

    Ese niño… ese pequeño bastardo… es Ozma. El que fue King. El que casi lo destruye todo. El que aún puede hacerlo… si lo olvidas.
    El regreso de Ozma Dicen que antes de que existiera el apellido Queen… hubo uno que no tenía nombre completo, solo Ozma, solo King. El Rey que miraba a los cielos como suyos. Caótico, decían. Ni luz, ni sombra. Era ambas. Y ninguna. Su hija, Jenifer… la única que lo entendía. La única que lo amó de verdad. Pero hasta el amor tiene límites, ¿no? Porque Ozma empezó a querer más. Más de lo que debía. Más de lo que el mundo podía aguantar. Y Jenifer… ella lo vio venir. Lo vio en sus ojos. En sus palabras. En el silencio que dejaba después de hablar. Así que lo engañó. Con dulzura, sí. Pero lo engañó. Lo llevó a un jardín. No uno cualquiera. Uno tan divino como el Edén, dicen. Un lugar que no existe… pero que existe. Y ahí lo selló. Con runas. Con lágrimas. Con todo lo que tenía. Ozma no gritó. No se resistió. Solo se dejó caer. Como si supiera que no había otra salida. Desde entonces, Jenifer tomó su lugar. Pero no podía ser King. Así que fue Queen. Y como no tenía apellido… ese título se volvió su nombre. Jenifer Queen. Pero los sellos… no duran para siempre. Miles de años. Miles de malditos años. Y el jardín empezó a romperse. Las runas a temblar. Y Ozma… Ozma se liberó. Pero no salió como entró. Gastó casi todo su poder. Y cayó a la Tierra como un niño con ojos que no deberían estar en esa cara. Con marcas que brillan cuando nadie mira. No busca venganza, dicen. No quiere guerra. Solo quiere verla. A su hija. A la que lo encerró. No para pedir perdón. Porque ese viejo bastardo aún tiene orgullo. Pero sí para entender. Para cerrar algo que nunca debió abrirse. Y ahora camina. Con pasos cortos. Con el mundo mirándolo sin saber quién es. Pero yo lo sé. Yo lo vi. Yo lo recuerdo. Ese niño… ese pequeño bastardo… es Ozma. El que fue King. El que casi lo destruye todo. El que aún puede hacerlo… si lo olvidas.
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  • #𝙎𝙡𝙞𝙘𝙚𝙊𝙛𝙇𝙞𝙛𝙚
    𝙎𝙖𝙣𝙘𝙩𝙪𝙨 𝘾𝙤𝙧𝙫𝙤𝙧𝙪𝙢

    — Sólo los espíritus vengativos y sin valor se atreven a usar el nombre de Dios en vano. Despreciable..

    Susurró lo último entre dientes mientras cortaba la palma de su mano y gotas de sangre caían sobre el libro. Éste tembló en su mano y enseguida las cadenas se rompieron y las hojas pasaron página tras página a una velocidad loca hasta detenerse en una en particular. El nombre brilló en rojizo encendido como las llamas del inframundo.

    — Amon, eres realmente prudente al mantener tu boca cerrada, pero desafortunadamente para ti, te encontraste conmigo y casualmente, estoy un poco aburrido..

    Una sonrisa ladina adornó sus labios y su expresión antes frívola, se volvió ligeramente con picardía y su tono bajó al terminar de hablar. Luego, empezó a pronunciar palabras en latín y en otra lengua desconocida, repitiendo el nombre Amon y éste tratando de liberarse de las cadenas doradas, pero sin tener resultado.

    — In nomine patris..

    En cuánto pronunció las primeras palabras, el demonio empezó a gritar y a maldecirlo.

    — Edén.. ¿Crees que vas a vivir mucho? Cuando perezcas, el Edén será destruido y todos los demonios libres, sólo entonces podremos obtener nuestra venganza, pero sabemos que no estamos muy lejos de ella, después de todo, sigues siendo una parte humana.. jaja..

    Edén hizo caso omiso a sus palabras insultantes y continuó mientras apretaba su rosario y se concentraba.

    — Filii et Spiritus Sancti. Amen.

    Y con un grito gutural y desgarrador, el demonio que generaba conflictos entre los humanos, desapareció entre un mar de cenizas.

    Edén cerró el libro y éste se volvió a sellar. Otra expulsión con éxito. Pero por algún motivo sus pensamientos estaban en otro lugar, no lo sabía. Sólo deseaba alejarse de ese sitio y buscar un lugar tranquilo luego de tanto trabajo.
    #𝙎𝙡𝙞𝙘𝙚𝙊𝙛𝙇𝙞𝙛𝙚 𝙎𝙖𝙣𝙘𝙩𝙪𝙨 𝘾𝙤𝙧𝙫𝙤𝙧𝙪𝙢 — Sólo los espíritus vengativos y sin valor se atreven a usar el nombre de Dios en vano. Despreciable.. Susurró lo último entre dientes mientras cortaba la palma de su mano y gotas de sangre caían sobre el libro. Éste tembló en su mano y enseguida las cadenas se rompieron y las hojas pasaron página tras página a una velocidad loca hasta detenerse en una en particular. El nombre brilló en rojizo encendido como las llamas del inframundo. — Amon, eres realmente prudente al mantener tu boca cerrada, pero desafortunadamente para ti, te encontraste conmigo y casualmente, estoy un poco aburrido.. Una sonrisa ladina adornó sus labios y su expresión antes frívola, se volvió ligeramente con picardía y su tono bajó al terminar de hablar. Luego, empezó a pronunciar palabras en latín y en otra lengua desconocida, repitiendo el nombre Amon y éste tratando de liberarse de las cadenas doradas, pero sin tener resultado. — In nomine patris.. En cuánto pronunció las primeras palabras, el demonio empezó a gritar y a maldecirlo. — Edén.. ¿Crees que vas a vivir mucho? Cuando perezcas, el Edén será destruido y todos los demonios libres, sólo entonces podremos obtener nuestra venganza, pero sabemos que no estamos muy lejos de ella, después de todo, sigues siendo una parte humana.. jaja.. Edén hizo caso omiso a sus palabras insultantes y continuó mientras apretaba su rosario y se concentraba. — Filii et Spiritus Sancti. Amen. Y con un grito gutural y desgarrador, el demonio que generaba conflictos entre los humanos, desapareció entre un mar de cenizas. Edén cerró el libro y éste se volvió a sellar. Otra expulsión con éxito. Pero por algún motivo sus pensamientos estaban en otro lugar, no lo sabía. Sólo deseaba alejarse de ese sitio y buscar un lugar tranquilo luego de tanto trabajo.
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    "Un hombre puede luchar por muchas cosas… su honor, su venganza, su amor. Pero solo unos pocos siguen en pie un año después."

    Hoy celebramos que Jaime Lannister —nuestro Jaime Lannister— cumple un año en FicRol.
    Un año de tramas, espadas afiladas, decisiones difíciles y silencios que dicen más que mil palabras.
    Ha sido un viaje lleno de matices, de luz y sombra, como el propio León de la Roca.

    Gracias por darle vida con tanto carácter, por sumar a este mundo con una presencia que no pasa desapercibida y por seguir apostando por el rol con tanta fuerza.

    ¡Por muchos más años y más historia! Que la leyenda de Sir Jaime Lannister siga creciendo.
    No olvidéis dejarle unas palabras por este pedazo de aniversario.

    🦁✨ "Un hombre puede luchar por muchas cosas… su honor, su venganza, su amor. Pero solo unos pocos siguen en pie un año después." ✨🦁 Hoy celebramos que [The_Lion] —nuestro Jaime Lannister— cumple un año en FicRol. Un año de tramas, espadas afiladas, decisiones difíciles y silencios que dicen más que mil palabras. Ha sido un viaje lleno de matices, de luz y sombra, como el propio León de la Roca. Gracias por darle vida con tanto carácter, por sumar a este mundo con una presencia que no pasa desapercibida y por seguir apostando por el rol con tanta fuerza. 🥂 ¡Por muchos más años y más historia! Que la leyenda de Sir Jaime Lannister siga creciendo. No olvidéis dejarle unas palabras por este pedazo de aniversario.
    ¡FICROLERS 3D!
    ¡DAMOS LA BIENVENIDA A NUEVOS PERSONAJES 3D!

    Dad la bienvenida a:

    ㅤ✧ ㅤㅤ𝑫𝑨𝑬𝑵𝑬𝑹𝒀𝑺 𝑻𝑨𝑹𝑮𝑨𝑹𝒀𝑬𝑵, La que no arde, Madre de Dragones...
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  • *Se quita los guantes marcando oficialmente el final de su día*

    Batería baja... cualquier queja, sugerencia o venganza personal puede esperar , hasta mañana
    *Se quita los guantes marcando oficialmente el final de su día* Batería baja... cualquier queja, sugerencia o venganza personal puede esperar , hasta mañana :STK-23:
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  • “"La venganza a diferencia de la justicia no entierra las hachas, los puñales o las
    espadas. Las AFILA"
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  • La Niñez Maldita de Luna

    Luna nació bajo el amparo de la luna llena, en lo profundo de un bosque donde el silencio era tan espeso como la niebla. Su madre, Elira, una humana con un corazón tan puro como el agua de manantial, se enamoró de un ser que no debía existir: Kaelthar, un dios olvidado por el tiempo, exiliado del panteón celestial por oponerse a la crueldad de sus iguales.

    Kaelthar amaba a Elira con una devoción que desafiaba la eternidad. Cuando Luna nació, el cielo tembló. Era una criatura imposible: hija de lo mortal y lo divino, portadora de un poder ancestral que podía desatar el fin o el renacer de los dioses antiguos. Por eso, al primer aliento de Luna, su existencia fue considerada una abominación.

    Sus padres huyeron. Se ocultaron en cuevas selladas por runas, en ciudades fantasmas y bajo el mar. Pero los dioses siempre encuentran lo que quieren destruir.

    Cuando Luna cumplió cinco años, los encontraron. El castigo fue cruel, inhumano:

    Elira fue devorada viva por una tribu de caníbales bendecidos por los dioses, obligando a Luna a oír sus gritos.

    Kaelthar fue reducido a polvo, su alma disuelta en el viento frente a los ojos de su hija.

    Luna fue atada a una roca, obligada a ver todo, sin poder cerrar los ojos por obra de una maldición.

    Los dioses no la mataron. La maldecían por existir. Le impusieron un castigo peor que la muerte:

    “Nunca serás adorada como tu padre. Tu nombre será sinónimo de temor. Llevarás tres caras, tres verdades:
    Una humana, para ser rechazada por los hombres.
    Una celestial, para recordar lo que jamás tendrás.
    Una demoníaca, para que hasta los monstruos huyan de ti.”

    Después de aquello, la dejaron sola. Fue su abuelo materno, un hombre duro como la piedra, el que la rescató. No sabía amar, pero sí enseñar. La entrenó en idiomas, tecnología, combate y negocios. Le enseñó a sobrevivir. Le enseñó que el mundo no es un lugar para los buenos, sino para los decididos.

    A los 16 años, Luna fundó su primera empresa: "NoxTech International", una corporación de tecnología y comercio global. En pocos años, superó fronteras y gobiernos. A sus espaldas, nadie sabía que las sombras la seguían.

    Aunque parecía humana, a veces su rostro cambiaba sin aviso:

    En la noche, su rostro celestial brillaba, con ojos plateados como estrellas, atrayendo sueños y visiones.

    En la furia o en el miedo, su rostro demoníaco emergía, con cuernos oscuros, piel de obsidiana y voz de ecos rotos.

    Solo en la rutina, entre computadoras y contratos, su rostro humano le permitía pasar desapercibida.

    Luna no tenía aliados, solo empleados, enemigos y secretos. Era rica, poderosa y hermosa, pero no podía tocar a nadie sin que su piel ardiera o sus ojos revelaran la verdad.

    Los dioses la miraban desde sus tronos con desprecio. Pero también con miedo. Porque sabían que la hija del dios olvidado… nunca olvidó lo que le hicieron.

    Y en su silencio, Luna prepara su venganza. No por adoración, ni por amor.
    Sino por justicia.

    La Niñez Maldita de Luna Luna nació bajo el amparo de la luna llena, en lo profundo de un bosque donde el silencio era tan espeso como la niebla. Su madre, Elira, una humana con un corazón tan puro como el agua de manantial, se enamoró de un ser que no debía existir: Kaelthar, un dios olvidado por el tiempo, exiliado del panteón celestial por oponerse a la crueldad de sus iguales. Kaelthar amaba a Elira con una devoción que desafiaba la eternidad. Cuando Luna nació, el cielo tembló. Era una criatura imposible: hija de lo mortal y lo divino, portadora de un poder ancestral que podía desatar el fin o el renacer de los dioses antiguos. Por eso, al primer aliento de Luna, su existencia fue considerada una abominación. Sus padres huyeron. Se ocultaron en cuevas selladas por runas, en ciudades fantasmas y bajo el mar. Pero los dioses siempre encuentran lo que quieren destruir. Cuando Luna cumplió cinco años, los encontraron. El castigo fue cruel, inhumano: Elira fue devorada viva por una tribu de caníbales bendecidos por los dioses, obligando a Luna a oír sus gritos. Kaelthar fue reducido a polvo, su alma disuelta en el viento frente a los ojos de su hija. Luna fue atada a una roca, obligada a ver todo, sin poder cerrar los ojos por obra de una maldición. Los dioses no la mataron. La maldecían por existir. Le impusieron un castigo peor que la muerte: “Nunca serás adorada como tu padre. Tu nombre será sinónimo de temor. Llevarás tres caras, tres verdades: Una humana, para ser rechazada por los hombres. Una celestial, para recordar lo que jamás tendrás. Una demoníaca, para que hasta los monstruos huyan de ti.” Después de aquello, la dejaron sola. Fue su abuelo materno, un hombre duro como la piedra, el que la rescató. No sabía amar, pero sí enseñar. La entrenó en idiomas, tecnología, combate y negocios. Le enseñó a sobrevivir. Le enseñó que el mundo no es un lugar para los buenos, sino para los decididos. A los 16 años, Luna fundó su primera empresa: "NoxTech International", una corporación de tecnología y comercio global. En pocos años, superó fronteras y gobiernos. A sus espaldas, nadie sabía que las sombras la seguían. Aunque parecía humana, a veces su rostro cambiaba sin aviso: En la noche, su rostro celestial brillaba, con ojos plateados como estrellas, atrayendo sueños y visiones. En la furia o en el miedo, su rostro demoníaco emergía, con cuernos oscuros, piel de obsidiana y voz de ecos rotos. Solo en la rutina, entre computadoras y contratos, su rostro humano le permitía pasar desapercibida. Luna no tenía aliados, solo empleados, enemigos y secretos. Era rica, poderosa y hermosa, pero no podía tocar a nadie sin que su piel ardiera o sus ojos revelaran la verdad. Los dioses la miraban desde sus tronos con desprecio. Pero también con miedo. Porque sabían que la hija del dios olvidado… nunca olvidó lo que le hicieron. Y en su silencio, Luna prepara su venganza. No por adoración, ni por amor. Sino por justicia.
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  • No es el filo que corta todo a su paso, ni la rabia colérica que arde, lo que define al caballero, sino la incesante oportunidad de destruirlo todo a su paso… y elegir no hacerlo.

    En esa renuncia total, cuando la sangre clama justicia y la espada exige venganza, nace el verdadero honor.

    Es allí donde el asesino se revela, y el caballero se eleva.
    No es el filo que corta todo a su paso, ni la rabia colérica que arde, lo que define al caballero, sino la incesante oportunidad de destruirlo todo a su paso… y elegir no hacerlo. En esa renuncia total, cuando la sangre clama justicia y la espada exige venganza, nace el verdadero honor. Es allí donde el asesino se revela, y el caballero se eleva.
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  • C'est mon Professeur.
    Fandom Original Character
    Categoría Drama
    Rol con: Kite VhanDhersmooth y Ⲛⲓⲥⲟⳑⲇ́⳽ ⳨ⳑⲇⲙⲉⳑ ˡ ᵃˡᶜʰᶤᵐᶤˢᵗᵉ ᶤᵐᵐᵒʳᵗᵉˡ

    ¿Cuanto estas dispuesto a perder por obtener una pizca de venganza? Aun si la maquillaras con alegar justicia, amor o paz. El sentimiento siempre era el mismo, el resentimiento que motivaba sus actos.

    En cuanto Kite estuvo con las cosas preparadas y listas en su bolso, este hizo un esfuerzo por sentarse y ponerse en pie. Las heridas era insoportables, pero nada comparado con el orgullo que se le había herido ante aquella necesidad po escapar del combate, combate que lo había dejado maltrecho al punto de que ahora su vida agonizar gracias a la poca efectividad de su regeneración. Aquella maldición que le otorgaba longevidad e inmortalidad, comenzaba a presentar varios defectos, entre ellas la demora de su restauración y la imposibilidad de regenerar su brazo perdido. Para ello solo había una posible solución, y esa era recurrir a la persona que le había encaminado en el mundo de la alquimia: su maestro.

    Se apoyó en la Thiefling en cuanto pudo ponerse en pie. Era algo totalmente complicado, pero más le dolía estar sin hacer nada. Su maestro tenía las respuestas que necesitaba y de ser posible, la ayuda que necesitaba para sustituir su brazo mutilado. Aunque no tenía muchas esperanzas.

    Hizo un pequeño truco ilusorio en el que extrajo una tarjeta con un aspecto peculiar. Una tarjeta completamente oscura, con algunos signos de desgaste; Además de una curiosa cruz rojiza que se notaba enroscada por una serpiente y una corona alada en su parte superior.

    — "Tienes que decir: 'peppermit'." —
    Dijo a través del pensamiento, ese era la clave para activar un portal.que los llevaría inmediatamente hacia donde su maestro moraba.
    Rol con: [KiteVanD] y [peppermint01] ¿Cuanto estas dispuesto a perder por obtener una pizca de venganza? Aun si la maquillaras con alegar justicia, amor o paz. El sentimiento siempre era el mismo, el resentimiento que motivaba sus actos. En cuanto Kite estuvo con las cosas preparadas y listas en su bolso, este hizo un esfuerzo por sentarse y ponerse en pie. Las heridas era insoportables, pero nada comparado con el orgullo que se le había herido ante aquella necesidad po escapar del combate, combate que lo había dejado maltrecho al punto de que ahora su vida agonizar gracias a la poca efectividad de su regeneración. Aquella maldición que le otorgaba longevidad e inmortalidad, comenzaba a presentar varios defectos, entre ellas la demora de su restauración y la imposibilidad de regenerar su brazo perdido. Para ello solo había una posible solución, y esa era recurrir a la persona que le había encaminado en el mundo de la alquimia: su maestro. Se apoyó en la Thiefling en cuanto pudo ponerse en pie. Era algo totalmente complicado, pero más le dolía estar sin hacer nada. Su maestro tenía las respuestas que necesitaba y de ser posible, la ayuda que necesitaba para sustituir su brazo mutilado. Aunque no tenía muchas esperanzas. Hizo un pequeño truco ilusorio en el que extrajo una tarjeta con un aspecto peculiar. Una tarjeta completamente oscura, con algunos signos de desgaste; Además de una curiosa cruz rojiza que se notaba enroscada por una serpiente y una corona alada en su parte superior. — "Tienes que decir: 'peppermit'." — Dijo a través del pensamiento, ese era la clave para activar un portal.que los llevaría inmediatamente hacia donde su maestro moraba.
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