• Ririka Ichijou
    Faust

    +Habia decido poner a 2 personas en contacto, aquella cientifica a quien encontraba interesante, y a la compañera de su aliada. Sabiendo que la joven tenia gran cantidad de dinero tenia la intencion de ser intermediara entre ambas y con suerte lograr que la joven empresaria aceptar financiar los proyectos de la cientifica+

    +Ya estando sentada en una mesa se encontraba a la espera a que ambas llegaran a un cafe que habia propuesto como punto de reunion. con un libro abierto, una novela que leia para pasar el tiempo mientras esperaba por la llegada de ambas+

    [ri.ri.ka] [nebula_onyx_lizard_690] +Habia decido poner a 2 personas en contacto, aquella cientifica a quien encontraba interesante, y a la compañera de su aliada. Sabiendo que la joven tenia gran cantidad de dinero tenia la intencion de ser intermediara entre ambas y con suerte lograr que la joven empresaria aceptar financiar los proyectos de la cientifica+ +Ya estando sentada en una mesa se encontraba a la espera a que ambas llegaran a un cafe que habia propuesto como punto de reunion. con un libro abierto, una novela que leia para pasar el tiempo mientras esperaba por la llegada de ambas+
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  • Hakos Baelz
    Fauna
    Tsukumo Sana Espacio

    *Habia algo que tenia que tratar con sus compañeras y ante la urgencia de la situacion daba una señal para que Fauna, Sana, y Baelz acudieran a esa reunion*

    Sana. Fauna. Las he llamado aqui para que me ayuden a hacer entrar en razon a Baelz. Como saben esta esperando bebes. Y la ocasion es feliz sin embargo, seran un gran numero y si todos heredan el poder Caotico de Baelz el mundo estaria en grave riesgo. Por eso deseo que Baelz acepte una intervencion. Que podamos sellar los poderes que sus hijos puedan tener para asegurar que no hubiera ningun riesgo. Pero Baelz se niega a escuchar razones. Necesito que me ayuden a hacerle entender. Nadie desea lastimar a sus bebes. Pero esto es algo necesario
    [flare_white_mouse_589] [Fauna_Nature] [blaze_titanium_scorpion_916] *Habia algo que tenia que tratar con sus compañeras y ante la urgencia de la situacion daba una señal para que Fauna, Sana, y Baelz acudieran a esa reunion* Sana. Fauna. Las he llamado aqui para que me ayuden a hacer entrar en razon a Baelz. Como saben esta esperando bebes. Y la ocasion es feliz sin embargo, seran un gran numero y si todos heredan el poder Caotico de Baelz el mundo estaria en grave riesgo. Por eso deseo que Baelz acepte una intervencion. Que podamos sellar los poderes que sus hijos puedan tener para asegurar que no hubiera ningun riesgo. Pero Baelz se niega a escuchar razones. Necesito que me ayuden a hacerle entender. Nadie desea lastimar a sus bebes. Pero esto es algo necesario
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  • 𝑾𝙚𝒍𝙘𝒐𝙢𝒆 𝒕𝙤 𝙒𝒊𝙣𝒕𝙚𝒓𝙛𝒆𝙡𝒍
    Fandom Juego de Tronos
    Categoría Drama
    ㅤㅤㅤ
    ㅤㅤㅤ"𝐻𝑎𝑏𝑒́𝑖𝑠 𝑣𝑒𝑛𝑖𝑑𝑜. 𝐸𝑠 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑖𝑚𝑝𝑜𝑟𝑡𝑎.
    ㅤㅤㅤ𝑃𝑎𝑟𝑒𝑐𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠 𝑐𝑖𝑒𝑟𝑡𝑜. 𝑈𝑛 𝐿𝑎𝑛𝑛𝑖𝑠𝑡𝑒𝑟
    ㅤㅤㅤ𝑟𝑒𝑎𝑙𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑠𝑖́ 𝑝𝑎𝑔𝑎 𝑠𝑢𝑠 𝑑𝑒𝑢𝑑𝑎𝑠"

    ㅤㅤㅤ⧽ 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑
    ㅤㅤㅤ˹ Jaime Lannister
    ㅤㅤㅤ
    ㅤㅤㅤ
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤSiquiera un buen capitán pensaría que la peor batalla librada había sido la del paso de Altojardin. A pesar de las escasas pérdidas había sido una semi derrota para el bando de la reina Targaryen pues el grueso del oro de Altojardin ya había llegado a Desembarco cuando ellos atacaron. Desde que había pisado Poniente, cada prueba que se le había presentado parecía más complicada que la anterior. Como si Cersei avanzase a pasos agigantados y ella sintiera que se ahogaba, incapaz de ver más allá…

    El único que parecía avanzar en su cometido era Jon Nieve, pues a esas alturas el Rey en el Norte había comenzado con bastante éxito la extracción del vidriagón de la roca. No estaba demasiado contento con los métodos de Daenerys e incluso la reina tuvo la impresión de que guardaba una buena critica a sus métodos cuando regresó de Altojardin.

    Pero puede que la mayor victoria para Daenerys en aquellos dias fuera de ámbito personal. Una visita inesperada había llegado a Rocadragón mientras ella estuvo fuera. Sir Jorah Mormont había regresado. Curado y dispuesto a volver a jurarle su espada. Y Daenerys, quien a pesar de todo, de la traición y del dolor, seguía adorando a ese hombre, volvio a aceptarlo en sus filas.

    Un cuervo llegó poco después para Jon Nieve. Sus hermanos Arya y Bran habían regresado a Invernalia y el menor de los dos traía palabras negras: había visto al Rey de la Noche viajar hacia Guardaoriente del Mar con todas sus huestes con intención de cruzar el Muro. Jon expresó su deseo de regresar a Invernalia para la batalla y tanto él como Daenerys sabían que no tenía suficientes hombres. Y Daenerys no tenía intención de unírsele en ese momento. No con la amenaza de Cersei a sus espaldas a cada paso que daba.

    Pero Tyrion tuvo una idea acertada. Cersei y Poniente entero pensaban que los caminantes blancos eran una leyenda, un cuento para mandar a los niños a la cama. Había que refutarle aquella idea. Traer uno de los muertos hasta la civilización para convencer a Cersei de pelear por el mundo de los vivos. Para ello Sir Davos y Tyrion fueron hasta Desembarco del Rey. Tyrion se reunió con su hermano Jaime Lannister para pedir aquella audiencia. Mientras tanto, Davos tenía su propia tarea uniendo al equipo a Gendry, un herrero de Desembarco que resultó ser el heredero del difunto Robert Baratheon…

    La comitiva formada por Sir Jorah, Jon Nieve y Gendry partió de Rocadragón y en Guardaoriente sumaron a Sandor Clegane, Beric Dondarrion, Thoros de Myr, Tormund y un par de hombres libres a aquella complicada misión. Una misión que se selló con un final trágico. Dos de los hombres de Tormund perecieron en la tormenta, Thoros de Myr lo hizo en el hielo y cuando Gendry Baratheon envio aquel cuervo pidiendo ayuda a Daenerys Targaryen, la reina y sus tres dragones volaron hasta el otro lado del Muro. Y allí, la aspirante al trono de los Siete Reinos vio morir a uno de sus tres hijos cuando El Rey de la Noche le atravesó el pecho con una lanza helada.

    Pero, al menos, habían conseguido capturar a un caminante con “vida”.

    Siquiera Jon Nieve regresó con ellos, más bien llegó a caballo hasta Guardaoriente. Herido, congelado y casi al borde de la muerte. Pero al despertar, convaleciente aun, juró su lealtad y el Norte a la Reina plateada.

    En vista de que Jaime había conseguido convencer a Cersei, se dio lugar la reunión más extraña jamás vista en Pozodragón: Jon Nieve, Tyrion Lannister, Davos Seaworth, Theon Greyjoy, Jorah Mormont, Brienne de Tarth en representación de Sansa Stark, Sandor Clegane, Missandei de Naath, Euron Greyjoy, dothrakis, soldados Lannister, Cersei Lannister, su hermano Jaime y, al final, acompañada de sus dos dragones restantes, Daenerys Targaryen.

    Cersei no pareció demasiado convencida, siquiera al ver a aquel muerto en vida que traían con ellos, no al menos hasta que se reunió en privado con su hermano menor. Nadie supo de qué hablaron la Reina de Poniente y la Mano de Daenerys Targaryen, pero la convenció lo suficiente como para que la hija de Tywin accediera a enviar huestes al Norte mientras se llevaba a cabo una tregua entre ambos bandos. Al menos hasta que la guerra contra los muertos terminase.

    Tras lo que parecieron siglos a caballo -siendo apenas un mes y medio- la comitiva de Daenerys Targaryen, Jon Nieve y sus hombres, llegaron hasta Invernalia con intención de prepararse para la batalla contra los caminantes blancos. La recepción en Invernalia no fue tan bien como la reina Targaryen había imaginado. Pero, honestamente, no esperaba otra cosa. El norte era orgulloso, cerrado y no solían gustar de forasteros. Aun asi no sintió miradas hostiles, lo cual era de agradecer ya que había llegado hasta allí con intención de pelear por esas personas con sus dos dragones y su ejército.

    Aun asi, se había visto en peores circunstancias y había sabido como usar las condiciones en su favor. Solo era cuestión de… tiempo. Y es que el Norte no estaba del todo convencido de la alianza entre Jon Nieve y la Targaryen y aunque Jon sabia surcar aquellas aguas con bastante elegancia, se notaba que el ambiente era tenso.

    Lo malo de las reuniones entre personas que no se conocían y que habían luchado unos contra otros es que siempre se encontraban tiranteces y malos deseos a la vuelta de la esquina. Como le ocurrió a la Reina al conocer a Samwell Tarly, amigo de Jon. No fue facil revelarle que había ejecutado a su padre y hermano por negarse a hincar la rodilla. Pero… cosas peores se habían llevado a cabo. A fin de cuentas, Lord Randyll Tarly había combatido junto a los Lannister y Baratheon contra la casa Targaryen. Daenerys sabía que aquella conversacion le traería más de un problema. Pero no podía pensar en eso en aquel momento. Había mucho que preparar, iban a ser semanas muy duras y complicadas en Invernalia. Para todos.

    Y es que Invernalia tuvo un inesperado recién llegado…

    Nada más y nada menos que Sir Jaime Lannister. Quien traía noticias para nada esperanzadoras para la gente del Norte y para la Alianza Ponientí.



    #Personajes3D #3D #Comunidad3D #NuevoStarter #GameOfThrones
    ㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤ"𝐻𝑎𝑏𝑒́𝑖𝑠 𝑣𝑒𝑛𝑖𝑑𝑜. 𝐸𝑠 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑖𝑚𝑝𝑜𝑟𝑡𝑎. ㅤㅤㅤ𝑃𝑎𝑟𝑒𝑐𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠 𝑐𝑖𝑒𝑟𝑡𝑜. 𝑈𝑛 𝐿𝑎𝑛𝑛𝑖𝑠𝑡𝑒𝑟 ㅤㅤㅤ𝑟𝑒𝑎𝑙𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑠𝑖́ 𝑝𝑎𝑔𝑎 𝑠𝑢𝑠 𝑑𝑒𝑢𝑑𝑎𝑠" ㅤㅤㅤ⧽ 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑 ㅤㅤㅤ˹ [The_Lion] ㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤㅤSiquiera un buen capitán pensaría que la peor batalla librada había sido la del paso de Altojardin. A pesar de las escasas pérdidas había sido una semi derrota para el bando de la reina Targaryen pues el grueso del oro de Altojardin ya había llegado a Desembarco cuando ellos atacaron. Desde que había pisado Poniente, cada prueba que se le había presentado parecía más complicada que la anterior. Como si Cersei avanzase a pasos agigantados y ella sintiera que se ahogaba, incapaz de ver más allá… El único que parecía avanzar en su cometido era Jon Nieve, pues a esas alturas el Rey en el Norte había comenzado con bastante éxito la extracción del vidriagón de la roca. No estaba demasiado contento con los métodos de Daenerys e incluso la reina tuvo la impresión de que guardaba una buena critica a sus métodos cuando regresó de Altojardin. Pero puede que la mayor victoria para Daenerys en aquellos dias fuera de ámbito personal. Una visita inesperada había llegado a Rocadragón mientras ella estuvo fuera. Sir Jorah Mormont había regresado. Curado y dispuesto a volver a jurarle su espada. Y Daenerys, quien a pesar de todo, de la traición y del dolor, seguía adorando a ese hombre, volvio a aceptarlo en sus filas. Un cuervo llegó poco después para Jon Nieve. Sus hermanos Arya y Bran habían regresado a Invernalia y el menor de los dos traía palabras negras: había visto al Rey de la Noche viajar hacia Guardaoriente del Mar con todas sus huestes con intención de cruzar el Muro. Jon expresó su deseo de regresar a Invernalia para la batalla y tanto él como Daenerys sabían que no tenía suficientes hombres. Y Daenerys no tenía intención de unírsele en ese momento. No con la amenaza de Cersei a sus espaldas a cada paso que daba. Pero Tyrion tuvo una idea acertada. Cersei y Poniente entero pensaban que los caminantes blancos eran una leyenda, un cuento para mandar a los niños a la cama. Había que refutarle aquella idea. Traer uno de los muertos hasta la civilización para convencer a Cersei de pelear por el mundo de los vivos. Para ello Sir Davos y Tyrion fueron hasta Desembarco del Rey. Tyrion se reunió con su hermano Jaime Lannister para pedir aquella audiencia. Mientras tanto, Davos tenía su propia tarea uniendo al equipo a Gendry, un herrero de Desembarco que resultó ser el heredero del difunto Robert Baratheon… La comitiva formada por Sir Jorah, Jon Nieve y Gendry partió de Rocadragón y en Guardaoriente sumaron a Sandor Clegane, Beric Dondarrion, Thoros de Myr, Tormund y un par de hombres libres a aquella complicada misión. Una misión que se selló con un final trágico. Dos de los hombres de Tormund perecieron en la tormenta, Thoros de Myr lo hizo en el hielo y cuando Gendry Baratheon envio aquel cuervo pidiendo ayuda a Daenerys Targaryen, la reina y sus tres dragones volaron hasta el otro lado del Muro. Y allí, la aspirante al trono de los Siete Reinos vio morir a uno de sus tres hijos cuando El Rey de la Noche le atravesó el pecho con una lanza helada. Pero, al menos, habían conseguido capturar a un caminante con “vida”. Siquiera Jon Nieve regresó con ellos, más bien llegó a caballo hasta Guardaoriente. Herido, congelado y casi al borde de la muerte. Pero al despertar, convaleciente aun, juró su lealtad y el Norte a la Reina plateada. En vista de que Jaime había conseguido convencer a Cersei, se dio lugar la reunión más extraña jamás vista en Pozodragón: Jon Nieve, Tyrion Lannister, Davos Seaworth, Theon Greyjoy, Jorah Mormont, Brienne de Tarth en representación de Sansa Stark, Sandor Clegane, Missandei de Naath, Euron Greyjoy, dothrakis, soldados Lannister, Cersei Lannister, su hermano Jaime y, al final, acompañada de sus dos dragones restantes, Daenerys Targaryen. Cersei no pareció demasiado convencida, siquiera al ver a aquel muerto en vida que traían con ellos, no al menos hasta que se reunió en privado con su hermano menor. Nadie supo de qué hablaron la Reina de Poniente y la Mano de Daenerys Targaryen, pero la convenció lo suficiente como para que la hija de Tywin accediera a enviar huestes al Norte mientras se llevaba a cabo una tregua entre ambos bandos. Al menos hasta que la guerra contra los muertos terminase. Tras lo que parecieron siglos a caballo -siendo apenas un mes y medio- la comitiva de Daenerys Targaryen, Jon Nieve y sus hombres, llegaron hasta Invernalia con intención de prepararse para la batalla contra los caminantes blancos. La recepción en Invernalia no fue tan bien como la reina Targaryen había imaginado. Pero, honestamente, no esperaba otra cosa. El norte era orgulloso, cerrado y no solían gustar de forasteros. Aun asi no sintió miradas hostiles, lo cual era de agradecer ya que había llegado hasta allí con intención de pelear por esas personas con sus dos dragones y su ejército. Aun asi, se había visto en peores circunstancias y había sabido como usar las condiciones en su favor. Solo era cuestión de… tiempo. Y es que el Norte no estaba del todo convencido de la alianza entre Jon Nieve y la Targaryen y aunque Jon sabia surcar aquellas aguas con bastante elegancia, se notaba que el ambiente era tenso. Lo malo de las reuniones entre personas que no se conocían y que habían luchado unos contra otros es que siempre se encontraban tiranteces y malos deseos a la vuelta de la esquina. Como le ocurrió a la Reina al conocer a Samwell Tarly, amigo de Jon. No fue facil revelarle que había ejecutado a su padre y hermano por negarse a hincar la rodilla. Pero… cosas peores se habían llevado a cabo. A fin de cuentas, Lord Randyll Tarly había combatido junto a los Lannister y Baratheon contra la casa Targaryen. Daenerys sabía que aquella conversacion le traería más de un problema. Pero no podía pensar en eso en aquel momento. Había mucho que preparar, iban a ser semanas muy duras y complicadas en Invernalia. Para todos. Y es que Invernalia tuvo un inesperado recién llegado… Nada más y nada menos que Sir Jaime Lannister. Quien traía noticias para nada esperanzadoras para la gente del Norte y para la Alianza Ponientí. #Personajes3D #3D #Comunidad3D #NuevoStarter #GameOfThrones
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  • -regresando a mi territorio por fin... odio el papeleo y discusiones que hacemos en nuestras reuniones...-
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  • el cachorro de bruja estaba desplomado en una banca dentro de los jardines del parque, su pelaje esponjado y enrredado lo cual no era bueña señal cuando era alguien vanidoso -me duelen hasta los atomos, mamá aun no regresa de la reunion con las demas y ya tuve que devolver al vacio a 6 bestias... y no me han dejado ponerme ni mi perfume- de todo aquello como siempre su apariencia era lo que lo atormentaba
    el cachorro de bruja estaba desplomado en una banca dentro de los jardines del parque, su pelaje esponjado y enrredado lo cual no era bueña señal cuando era alguien vanidoso -me duelen hasta los atomos, mamá aun no regresa de la reunion con las demas y ya tuve que devolver al vacio a 6 bestias... y no me han dejado ponerme ni mi perfume- de todo aquello como siempre su apariencia era lo que lo atormentaba
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    el cachorro de bruja estaba desplomado en una banca dentro de los jardines del parque, su pelaje esponjado y enrredado lo cual no era bueña señal cuando era alguien vanidoso -me duelen hasta los atomos, mamá aun no regresa de la reunion con las demas y ya tuve que devolver al vacio a 6 bestias... y no me han dejado ponerme ni mi perfume- de todo aquello como siempre su apariencia era lo que lo atormentaba
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  • — No he ido presencialmente a la reunion de Lideres de dormitorio ...—

    Aparece una tablet que emite su voz directamente.

    — Supongo ... que aún no puedo hablarles directamente... —

    #twistedwonderland
    — No he ido presencialmente a la reunion de Lideres de dormitorio ...— Aparece una tablet que emite su voz directamente. — Supongo ... que aún no puedo hablarles directamente... — #twistedwonderland
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  • -lo unico bueno de las reuniones con mis ehrmanas son los postres y el te-
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  • [ Reunion ] [ Open Rol ]

    Disfrazada de una fiesta, la reunión de seguimiento tendría sesión. Mientras que la gente en general disfruraba de la comida y el entretenimiento gratis, cinco de las siete líderes estaban ahi presentes para discutir sus siguientes planes.

    ── Ira, Lujuria, Envidia y Codicia...──
    Pronunció con un ligero desdén, criticando, desaprobando la ausencia de pereza y gula.
    ── Bueno, pero ciertamente, las otras dos deben estar en la fiesta y sus aportaciones siempre son....── chasquea la lengua contra su paladar, dando a entender que le daban igual.
    ── Entonces...─ hizo un poco de suspenso. ── Confirmaron el asesinato de Humildad y Caridad... el atentado dio lugar en la llamada "zona de cambio" los fallecimientos no han sido compartidos con la población en general. ──

    Con calma, Soberbia les mostró fotografías, sí eran dos hombres de atuendos desalineados, pero la detección de las cámaras de seguridad y los chips confirmaban sus identidades exactas.

    ── Mis entrañables hermanas. Las siete virtudes están jugando a ser Dios. ──
    Eso llamó la atención, incluso de lujuria, que ya parecía aburrida.

    ── Están desarrollando sintéticos. ──

    Alguien llamó a la puerta, Soberbia alzó su mano, todo parecia indicar que un informante habia retornado...
    ¿Qué noticias podrían ser?
    [ Reunion ] [ Open Rol ] Disfrazada de una fiesta, la reunión de seguimiento tendría sesión. Mientras que la gente en general disfruraba de la comida y el entretenimiento gratis, cinco de las siete líderes estaban ahi presentes para discutir sus siguientes planes. ── Ira, Lujuria, Envidia y Codicia...── Pronunció con un ligero desdén, criticando, desaprobando la ausencia de pereza y gula. ── Bueno, pero ciertamente, las otras dos deben estar en la fiesta y sus aportaciones siempre son....── chasquea la lengua contra su paladar, dando a entender que le daban igual. ── Entonces...─ hizo un poco de suspenso. ── Confirmaron el asesinato de Humildad y Caridad... el atentado dio lugar en la llamada "zona de cambio" los fallecimientos no han sido compartidos con la población en general. ── Con calma, Soberbia les mostró fotografías, sí eran dos hombres de atuendos desalineados, pero la detección de las cámaras de seguridad y los chips confirmaban sus identidades exactas. ── Mis entrañables hermanas. Las siete virtudes están jugando a ser Dios. ── Eso llamó la atención, incluso de lujuria, que ya parecía aburrida. ── Están desarrollando sintéticos. ── Alguien llamó a la puerta, Soberbia alzó su mano, todo parecia indicar que un informante habia retornado... ¿Qué noticias podrían ser?
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  • 𝐄𝐋 𝐉𝐔𝐑𝐀𝐌𝐄𝐍𝐓𝐎 𝐃𝐄 𝐀𝐅𝐑𝐎
    𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐞𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐡é𝐫𝐨𝐞𝐬 𝐲 𝐦𝐨𝐧𝐬𝐭𝐫𝐮𝐨𝐬

    Una de las mayores alegrías para una madre es el instante en el que carga en brazos a su hijo por primera vez. Esa vida pequeña que llevaba cuidando en el interior de su vientre abre los ojos y conoce el mundo por primera vez.

    ────Tranquila, tranquila. Sigue respirando… y… ¡empuja!

    Y así lo hizo con todas sus fuerzas. Echó la cabeza hacia atrás, apretando la mandíbula y los puños, hasta que los nudillos se le pusieron blancos por el esfuerzo. No había palabras para describir el inmenso dolor que la atravesó en esos instantes. Tampoco el alivio que sintió cuando escuchó el llanto de Eneas por primera vez.

    ────¡Es un varón! ──anunció la partera.

    La lagrimas rodaron por sus mejillas y jadeó una risa entrecortada. Solía decir que su hijo era un niño del verano: nació durante el solsticio que marcaba el fin de la primavera, esas fechas en la que los campos se volvían fértiles y los cielos estaban despejados y brillantes. Cuando lo sostuvo en sus brazos, envuelto en la manta con la que la partera lo había cubierto con cuidado, Afro le sonrió.

    ────Hola, hola…

    Tenía el cabello dorado y el rostro salpicado de pecas tostadas de su padre; los rasgos de la familia real de Dardania, la Casa de los Leones. Y esos ojos… esos ojos claro que los reconocía, eran los suyos: iris del color rosa del cielo del amanecer. Lo meció con amor y él pronto dejó de llorar, acurrucándose contra el pecho de su madre.

    Las puertas de la habitación se abrieron de par en par. El príncipe Anquises se detuvo lentamente en el umbral. Estaba tan quieto y callado que Afro habría pensado que la gorgona lo había convertido en piedra. Ella le sonrió y como respuesta, en el rostro del príncipe poco a poco una sonrisa comenzó a curvarse en sus labios, hasta que volverse amplia, orgullosa.

    ────Llegaste justo a tiempo ─murmuró la diosa con suavidad.

    ────Has hecho un buen trabajo, hija ─dijo la reina Temiste a la partera, apretando su hombro con suavidad en señal de agradecimiento por su labor─. Ven, deja que te ayude a buscar las mantas, mientras tú te encargas de traer el agua caliente.

    La partera hizo una pequeña reverencia al salir de la habitación y antes de que la reina cerrara la puerta tras de sí, asomó su cabeza y sonrió a la diosa con complicidad, diciéndole: “este es su espacio”. El príncipe se acercó al lecho, sus ojos avellana brillaban. Le acarició el cabello color vino; estaba apelmazado, sucio y cubierto de sudor y ella deseaba un baño caliente como era debido, aun así, su tacto cálido le resultó reconfortante. A él eso no le importaba.

    ────Lo hiciste bien, Afro ─musitó con suavidad.

    ────¿Quieres cargarlo?

    Anquises extendió sus manos y ella, con cuidado, depositó a su hijo recién nacido en los brazos fuertes de su padre. Sus ojos avellana no pudieron evitar la alegría que apareció en ellos, en su sonrisa. A ella se le aceleró el corazón.

    ────Hola, pequeño.

    Esa imagen terminó por desmoronarla. Derritió su pecho y lo llenó de calidez. Realmente no creía que estuviera viviendo ese momento.

    Afro no conocía lo que era tener una familia. Nació habiendo quedado huérfana de padre, no tenía madre, pues su cuna habían sido las profundidades del mar. Había ocasiones, aunque no demasiadas, en las que Afro se decía si misma que ser huérfana tenía sus ventajas. No respondía a casi nadie por sus acciones, no tenía una voz que le dictara qué era lo que debía hacer. Nadie le lanzaba una mirada de advertencia cuando se llevaba una copa de vino a la boca durante las reuniones y fiestas sagradas. No era que ella se excediera en ese sentido… pero había observado a algunas deidades tener ese gesto protector para con sus hijos inmortales.

    Esa ausencia le ayudó a volverse independiente y aprender algunas cosas por cuenta propia. Pero también la hacían sentirse increíblemente sola. No tenía a quién acudir por un consejo cuando lo necesitaba, tampoco había quién la escuchara. No tenía a quién abrazar, tampoco quién la abrazara a ella.

    A veces, cerraba los ojos e imaginaba que tenía una familia. Su padre estaba vivo y tenía una mamá. Otras solo eran padre e hija. La criaba bajo su ala, era la clase de padre que era severo, fiel a las historias que escuchó sobre él, pero enérgico cuando se trataba de velar por ella. Su madre… ella era dulce, comprensiva, protectora, de carácter tranquilo pero firme. Le enseñaba a tejer y trenzaba su cabello en las noches, mientras le tarareaba una canción.

    Afro no tenía nada de eso. Pero su hijo no pasaría por lo mismo.

    Los dioses no participaban en la crianza de sus hijos mortales de forma activa, normalmente, cuando un semidios nacía, era entregado a su progenitor mortal o a un familiar cercano para que se ocupara de esa labor. Intervenían en sus vidas como figuras protectoras, no como un padre o una madre.

    No existía una regla estricta que prohibiera las relaciones entre humanos y mortales, pero se decía que, cuando un mortal y un dios interactuaban por mucho tiempo, los hilos del destino se movían, ocurrían eventos cuyos resultados nadie podía predecir.

    Y los dioses temían a esos resultados.

    Habían visto incontables veces a lo largo del tiempo cómo, cada vez que un dios se unía a un mortal, el desenlace era el mismo: el amor entre lo divino y lo mortal terminaba en tragedia.

    Y ella no quería dejar el sello de la tragedia sobre aquellos que amaba.

    Pero tampoco quería dejarlos. Ella quería quedarse para cuidar a su hijo, verlo crecer. Darle la familia y el hogar que ella no pudo tener.

    Lo pensó, dudó, pero su convicción era más grande. Cuidaría a su hijo bajo el disfraz de una nodriza. No podía declarar abiertamente que su hijo era hijo de la diosa del amor, pero asumiendo otra identidad, podría protegerlo. Si el destino no podía identificar su huella divina, su “Aión”, no podía intervenir. Le dolía no poder presentarse tal cual era, actuar como alguien que estaba cuidando al hijo de otra persona... pero estaba dispuesta a hacer ese sacrificio por él, por su hijo.

    Anquises se sentó en el borde de la cama y le pasó un brazo detrás de los hombros, Afro se ahuecó a su lado, a su calor. Su oreja estaba pegada a su pecho, escuchaba los latidos de su corazón, tan constantes como los suyos.

    Una suave brisa entró a la habitación, el sol brillaba sobre las montañas. Era un día precioso.
    𝐄𝐋 𝐉𝐔𝐑𝐀𝐌𝐄𝐍𝐓𝐎 𝐃𝐄 𝐀𝐅𝐑𝐎 🌿 𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐞𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐡é𝐫𝐨𝐞𝐬 𝐲 𝐦𝐨𝐧𝐬𝐭𝐫𝐮𝐨𝐬 Una de las mayores alegrías para una madre es el instante en el que carga en brazos a su hijo por primera vez. Esa vida pequeña que llevaba cuidando en el interior de su vientre abre los ojos y conoce el mundo por primera vez. ────Tranquila, tranquila. Sigue respirando… y… ¡empuja! Y así lo hizo con todas sus fuerzas. Echó la cabeza hacia atrás, apretando la mandíbula y los puños, hasta que los nudillos se le pusieron blancos por el esfuerzo. No había palabras para describir el inmenso dolor que la atravesó en esos instantes. Tampoco el alivio que sintió cuando escuchó el llanto de Eneas por primera vez. ────¡Es un varón! ──anunció la partera. La lagrimas rodaron por sus mejillas y jadeó una risa entrecortada. Solía decir que su hijo era un niño del verano: nació durante el solsticio que marcaba el fin de la primavera, esas fechas en la que los campos se volvían fértiles y los cielos estaban despejados y brillantes. Cuando lo sostuvo en sus brazos, envuelto en la manta con la que la partera lo había cubierto con cuidado, Afro le sonrió. ────Hola, hola… Tenía el cabello dorado y el rostro salpicado de pecas tostadas de su padre; los rasgos de la familia real de Dardania, la Casa de los Leones. Y esos ojos… esos ojos claro que los reconocía, eran los suyos: iris del color rosa del cielo del amanecer. Lo meció con amor y él pronto dejó de llorar, acurrucándose contra el pecho de su madre. Las puertas de la habitación se abrieron de par en par. El príncipe Anquises se detuvo lentamente en el umbral. Estaba tan quieto y callado que Afro habría pensado que la gorgona lo había convertido en piedra. Ella le sonrió y como respuesta, en el rostro del príncipe poco a poco una sonrisa comenzó a curvarse en sus labios, hasta que volverse amplia, orgullosa. ────Llegaste justo a tiempo ─murmuró la diosa con suavidad. ────Has hecho un buen trabajo, hija ─dijo la reina Temiste a la partera, apretando su hombro con suavidad en señal de agradecimiento por su labor─. Ven, deja que te ayude a buscar las mantas, mientras tú te encargas de traer el agua caliente. La partera hizo una pequeña reverencia al salir de la habitación y antes de que la reina cerrara la puerta tras de sí, asomó su cabeza y sonrió a la diosa con complicidad, diciéndole: “este es su espacio”. El príncipe se acercó al lecho, sus ojos avellana brillaban. Le acarició el cabello color vino; estaba apelmazado, sucio y cubierto de sudor y ella deseaba un baño caliente como era debido, aun así, su tacto cálido le resultó reconfortante. A él eso no le importaba. ────Lo hiciste bien, Afro ─musitó con suavidad. ────¿Quieres cargarlo? Anquises extendió sus manos y ella, con cuidado, depositó a su hijo recién nacido en los brazos fuertes de su padre. Sus ojos avellana no pudieron evitar la alegría que apareció en ellos, en su sonrisa. A ella se le aceleró el corazón. ────Hola, pequeño. Esa imagen terminó por desmoronarla. Derritió su pecho y lo llenó de calidez. Realmente no creía que estuviera viviendo ese momento. Afro no conocía lo que era tener una familia. Nació habiendo quedado huérfana de padre, no tenía madre, pues su cuna habían sido las profundidades del mar. Había ocasiones, aunque no demasiadas, en las que Afro se decía si misma que ser huérfana tenía sus ventajas. No respondía a casi nadie por sus acciones, no tenía una voz que le dictara qué era lo que debía hacer. Nadie le lanzaba una mirada de advertencia cuando se llevaba una copa de vino a la boca durante las reuniones y fiestas sagradas. No era que ella se excediera en ese sentido… pero había observado a algunas deidades tener ese gesto protector para con sus hijos inmortales. Esa ausencia le ayudó a volverse independiente y aprender algunas cosas por cuenta propia. Pero también la hacían sentirse increíblemente sola. No tenía a quién acudir por un consejo cuando lo necesitaba, tampoco había quién la escuchara. No tenía a quién abrazar, tampoco quién la abrazara a ella. A veces, cerraba los ojos e imaginaba que tenía una familia. Su padre estaba vivo y tenía una mamá. Otras solo eran padre e hija. La criaba bajo su ala, era la clase de padre que era severo, fiel a las historias que escuchó sobre él, pero enérgico cuando se trataba de velar por ella. Su madre… ella era dulce, comprensiva, protectora, de carácter tranquilo pero firme. Le enseñaba a tejer y trenzaba su cabello en las noches, mientras le tarareaba una canción. Afro no tenía nada de eso. Pero su hijo no pasaría por lo mismo. Los dioses no participaban en la crianza de sus hijos mortales de forma activa, normalmente, cuando un semidios nacía, era entregado a su progenitor mortal o a un familiar cercano para que se ocupara de esa labor. Intervenían en sus vidas como figuras protectoras, no como un padre o una madre. No existía una regla estricta que prohibiera las relaciones entre humanos y mortales, pero se decía que, cuando un mortal y un dios interactuaban por mucho tiempo, los hilos del destino se movían, ocurrían eventos cuyos resultados nadie podía predecir. Y los dioses temían a esos resultados. Habían visto incontables veces a lo largo del tiempo cómo, cada vez que un dios se unía a un mortal, el desenlace era el mismo: el amor entre lo divino y lo mortal terminaba en tragedia. Y ella no quería dejar el sello de la tragedia sobre aquellos que amaba. Pero tampoco quería dejarlos. Ella quería quedarse para cuidar a su hijo, verlo crecer. Darle la familia y el hogar que ella no pudo tener. Lo pensó, dudó, pero su convicción era más grande. Cuidaría a su hijo bajo el disfraz de una nodriza. No podía declarar abiertamente que su hijo era hijo de la diosa del amor, pero asumiendo otra identidad, podría protegerlo. Si el destino no podía identificar su huella divina, su “Aión”, no podía intervenir. Le dolía no poder presentarse tal cual era, actuar como alguien que estaba cuidando al hijo de otra persona... pero estaba dispuesta a hacer ese sacrificio por él, por su hijo. Anquises se sentó en el borde de la cama y le pasó un brazo detrás de los hombros, Afro se ahuecó a su lado, a su calor. Su oreja estaba pegada a su pecho, escuchaba los latidos de su corazón, tan constantes como los suyos. Una suave brisa entró a la habitación, el sol brillaba sobre las montañas. Era un día precioso.
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