• Esa tarde tenía una reunión informal con un viejo conocido en un restaurante y ya había reservado una mesa, pero llevaba esperando hace una hora. A los pocos minutos la persona que se reuniría con él le marcó para disculparse porque no llegaría.

    Se enojó un momento, pero después se calmó y tomó su té helado con tranquilidad. Detestaba que le hicieran perder el tiempo, pero tenía mucha paciencia desafortunada o afortunadamente.
    Esa tarde tenía una reunión informal con un viejo conocido en un restaurante y ya había reservado una mesa, pero llevaba esperando hace una hora. A los pocos minutos la persona que se reuniría con él le marcó para disculparse porque no llegaría. Se enojó un momento, pero después se calmó y tomó su té helado con tranquilidad. Detestaba que le hicieran perder el tiempo, pero tenía mucha paciencia desafortunada o afortunadamente.
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  • #seductivesunday
    —usted está arrestada/o por causar disturbios y alborotar la tranquilidad moral de este lugar —
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  • Amo la naturaleza, ya que tengo un tiempo libre saco algunas fotos, la tranquilidad que hay en mi santuario es única, por eso lo elijo mas que vivir en la ciudad
    Amo la naturaleza, ya que tengo un tiempo libre saco algunas fotos, la tranquilidad que hay en mi santuario es única, por eso lo elijo mas que vivir en la ciudad
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  • "A veces uno puede encontrar la concentración y el sociego cuando el río está calmo, y el mejor ejemplo del manejo de dicha tranquilidad, son las nutrias."

    *Me quedé dormido.* zzzZZZZZ
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  • Una tarde en el bosque sobrenatural
    Fandom OC
    Categoría Fantasía
    Una tarde de invierno, en un bosque encantado, se encontraba el joven Ashford, disfrutando del agua fría proveniente de una laguna, descansaba y se acicalaba, al encontrarse solo, podía estar en su forma animal. Aunque no todo sería tranquilidad, en aquel lugar, se encontraba un cazador, el cual lo estaba acechando, y Kieran estaba pendiente de aquel humano, solo que fingía que no se daba cuenta, sus semblante era tranquilo, si atacaba, el no iba a estar en peligro sino aquel ser. Detestaba que lo observaran, que estuvieran en su bosque sin permiso, pero se mantenía en espera a que esa persona atacara.

    Los minutos pasaron y empezaba a desesperarse, aquella persona seguía allí, como si también fuera un cazador, pero finalmente, los ojos fríos del felino invernal se posaron en ese hombre dañino, relamió su hocico y se levantó emitiendo siseos... Y... Atacó pero aquel humano tomó la delantera y disparó, las balas rozaron el pelaje del animal hasta que una le alcanzó dar soltando un jadeo de dolor, claro, el también había herido al bastardo, pero la bala había entrado en su costado, huyó, lo mas lejos posible hasta llegar a su santuario. Un lugar mágico y escondido entre la maleza

    - Mierda... ¿Por que no escapé antes? Claro que no, eso solo lo hacen los cobardes...

    Se destransformó y buscó rápido su botiquín aunque empezaba a perder mucha sangre de su costado, era rápido pero herido su velocidad se ralentizaba
    Una tarde de invierno, en un bosque encantado, se encontraba el joven Ashford, disfrutando del agua fría proveniente de una laguna, descansaba y se acicalaba, al encontrarse solo, podía estar en su forma animal. Aunque no todo sería tranquilidad, en aquel lugar, se encontraba un cazador, el cual lo estaba acechando, y Kieran estaba pendiente de aquel humano, solo que fingía que no se daba cuenta, sus semblante era tranquilo, si atacaba, el no iba a estar en peligro sino aquel ser. Detestaba que lo observaran, que estuvieran en su bosque sin permiso, pero se mantenía en espera a que esa persona atacara. Los minutos pasaron y empezaba a desesperarse, aquella persona seguía allí, como si también fuera un cazador, pero finalmente, los ojos fríos del felino invernal se posaron en ese hombre dañino, relamió su hocico y se levantó emitiendo siseos... Y... Atacó pero aquel humano tomó la delantera y disparó, las balas rozaron el pelaje del animal hasta que una le alcanzó dar soltando un jadeo de dolor, claro, el también había herido al bastardo, pero la bala había entrado en su costado, huyó, lo mas lejos posible hasta llegar a su santuario. Un lugar mágico y escondido entre la maleza - Mierda... ¿Por que no escapé antes? Claro que no, eso solo lo hacen los cobardes... Se destransformó y buscó rápido su botiquín aunque empezaba a perder mucha sangre de su costado, era rápido pero herido su velocidad se ralentizaba
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    Grupal
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  • ❝ — 𝑬𝒏𝒕𝒐𝒏𝒄𝒆𝒔 ¿𝑬𝒔 𝒖𝒏 𝒕𝒓𝒂𝒕𝒐? ❞




    Fue de un cerrar de ojos

    Un día atendía papeles mientras Kiev aún no despertaba, Ryan se había ido, sin dejar una nota, ni una palabra, absolutamente nada.

    Aunque sabía que el rescate de Kiev lo había afectado de sobremanera, no creyó que terminaría provocando un mal dentro de su cabeza, algo que terminaría atormentandolo.

    Trato de hablar, pero ella era la menos indicada para hacerlo, porque también tenía sus propios problemas.

    Su ausencia ocurrió de la nada. Estaba cansada y exhausta, había tomado el control de todo de forma repentina para que la mafia no cayera, ordenó documentos, firmó contratos, controló los negocios, cuidó de Kiev como si fuera su enfermera, y las dudas la carcomían lentamente... ¿por qué no despertaba?, ¿por qué sus heridas no sanaban?, ¿por qué parecía tan simple, tan tranquilo? Su cuerpo no sanaba, parecía un simple mortal...


    Fue una de tanta noches, bebía unas copas, mientras hablaba con Kyo, su supuesta libertad se convirtió en una trampa, en un agujero oscuro que no vio venir. Alguien a quien consideraba un amigo, lo más cercano a ello.

    Cuando sus ojos se abrieron, estaba dentro de una casa antigua con arquitectura japonesa, todo era demasiado silencioso, demasiado ajeno

    Fue la primera alerta

    Buscó a alguien, a cualquiera, y cuando una mujer abrió la boca, el idioma japonés se le clavó como una daga en el oído

    La habían secuestrado y la habían llevado a un país donde no entendía el idioma, donde no tenía poder, donde no era nadie

    — ¡Voy a matarte, Ryo! — gritó con rabia

    Su cabello rojo era un desastre, su respiración desordenada, y los extraños la miraban como si fuera un espectro fuera de lugar.

    Se había olvidado de lo lejos que Kyo estaba dispuesto a llegar para sacarla del camino, alejarla tanto de Kiev como de Ryan, y lo había logrado, porque aunque Ryan fue el primero en desaparecer, a ella la empujaron aún más lejos

    ¿Qué tan difícil podía ser sobrevivir a esto?

    Esperó durante tres días la llegada del japonés, pero ninguna sombra se acercó, no tenía dinero, ni identificación, ni un contacto, ni un maldito plan para regresar a Albania

    Era un desastre, y no solo por fuera

    Intentó conseguir dinero, buscar salidas, improvisar, pero todo era ajeno, todo era hostil, todo estaba en su contra

    Y al final, terminó por involucrarse con los yakuza, fue inevitable, uno de ellos intentó tocarla y sin pensarlo le rompió el brazo, y cuando el resto vino a buscar explicaciones, ya era tarde

    No tuvo más opción que hundirse en ese mundo, meterse en los bajos fondos, adaptarse, ensuciarse, sobrevivir con lo poco que tenía, con lo que recordaba, con las ganas de volver a casa y verlos de nuevo

    Días, semanas, meses

    Todo era una cuenta regresiva


    — .... —

    El humo se disipaba con tranquilidad mientras ella lo observaba, solo tenía que terminar el contrato, solo eso y nada más.

    Estaba en una habitación japonesa, sentada con elegancia, vestía una yukata roja que dejaba parte de sus hombros al descubierto, el cabello recogido a medias, su piel marcada por el cansancio pero su sonrisa intacta, los dedos firmes alrededor de la pipa que encendía con lentitud, la mirada tranquila de quien lleva dentro una tormenta

    — ¿Es un trato? — sus labios soltaron las palabras tan suaves como venenosos mientras caminaba alrededor del hombre que tenía frente a ella, sus pasos suaves, calculados, su tono dulce como veneno — te lo prometo... esto te traerá más beneficios a ti que a mí. — Sus dedos recorrieron los hombros ajenos.

    El humo se escapaba de sus labios con naturalidad mientras se agachaba para sentarse, la yukata se deslizaba lo justo para jugar con su atención, su presencia era un arma, y ese hombre no tenía idea de en qué momento había bajado la guardia

    Estaba acompañado, claro, pero Rubi no se inmutó, los observó con la serenidad de quien ya había hecho esto muchas veces

    No podía decir nada más, cualquier palabra de más lo arruinaría, solo le quedaban unas frases suaves, una sonrisa y esa forma suya de mentir como si no lo hiciera, aunque sus dedos se aferraban a la tela roja que la envolvía.

    — Bien, es un trato — dijo él, haciendo un gesto japonés con la cabeza

    Rubi sonrió, como si acabara de escuchar una melodía perfecta. Aplaudió suavemente, juntó las manos con elegancia.

    Los hombres ingresaron a la sala con los papeles. El sello. El final.

    ¿Estaba contenta?
    Más que eso.
    El contrato era el precio exacto de su libertad.
    Su pasaje de regreso.

    Y mientras firmaban, aquella pregunta flotó por su cabeza, silenciosa, cálida y dolorosa:

    ¿Cómo estarían los chicos...?
    ❝ — 𝑬𝒏𝒕𝒐𝒏𝒄𝒆𝒔 ¿𝑬𝒔 𝒖𝒏 𝒕𝒓𝒂𝒕𝒐? ❞ Fue de un cerrar de ojos Un día atendía papeles mientras Kiev aún no despertaba, Ryan se había ido, sin dejar una nota, ni una palabra, absolutamente nada. Aunque sabía que el rescate de Kiev lo había afectado de sobremanera, no creyó que terminaría provocando un mal dentro de su cabeza, algo que terminaría atormentandolo. Trato de hablar, pero ella era la menos indicada para hacerlo, porque también tenía sus propios problemas. Su ausencia ocurrió de la nada. Estaba cansada y exhausta, había tomado el control de todo de forma repentina para que la mafia no cayera, ordenó documentos, firmó contratos, controló los negocios, cuidó de Kiev como si fuera su enfermera, y las dudas la carcomían lentamente... ¿por qué no despertaba?, ¿por qué sus heridas no sanaban?, ¿por qué parecía tan simple, tan tranquilo? Su cuerpo no sanaba, parecía un simple mortal... Fue una de tanta noches, bebía unas copas, mientras hablaba con Kyo, su supuesta libertad se convirtió en una trampa, en un agujero oscuro que no vio venir. Alguien a quien consideraba un amigo, lo más cercano a ello. Cuando sus ojos se abrieron, estaba dentro de una casa antigua con arquitectura japonesa, todo era demasiado silencioso, demasiado ajeno Fue la primera alerta Buscó a alguien, a cualquiera, y cuando una mujer abrió la boca, el idioma japonés se le clavó como una daga en el oído La habían secuestrado y la habían llevado a un país donde no entendía el idioma, donde no tenía poder, donde no era nadie — ¡Voy a matarte, Ryo! — gritó con rabia Su cabello rojo era un desastre, su respiración desordenada, y los extraños la miraban como si fuera un espectro fuera de lugar. Se había olvidado de lo lejos que Kyo estaba dispuesto a llegar para sacarla del camino, alejarla tanto de Kiev como de Ryan, y lo había logrado, porque aunque Ryan fue el primero en desaparecer, a ella la empujaron aún más lejos ¿Qué tan difícil podía ser sobrevivir a esto? Esperó durante tres días la llegada del japonés, pero ninguna sombra se acercó, no tenía dinero, ni identificación, ni un contacto, ni un maldito plan para regresar a Albania Era un desastre, y no solo por fuera Intentó conseguir dinero, buscar salidas, improvisar, pero todo era ajeno, todo era hostil, todo estaba en su contra Y al final, terminó por involucrarse con los yakuza, fue inevitable, uno de ellos intentó tocarla y sin pensarlo le rompió el brazo, y cuando el resto vino a buscar explicaciones, ya era tarde No tuvo más opción que hundirse en ese mundo, meterse en los bajos fondos, adaptarse, ensuciarse, sobrevivir con lo poco que tenía, con lo que recordaba, con las ganas de volver a casa y verlos de nuevo Días, semanas, meses Todo era una cuenta regresiva — .... — El humo se disipaba con tranquilidad mientras ella lo observaba, solo tenía que terminar el contrato, solo eso y nada más. Estaba en una habitación japonesa, sentada con elegancia, vestía una yukata roja que dejaba parte de sus hombros al descubierto, el cabello recogido a medias, su piel marcada por el cansancio pero su sonrisa intacta, los dedos firmes alrededor de la pipa que encendía con lentitud, la mirada tranquila de quien lleva dentro una tormenta — ¿Es un trato? — sus labios soltaron las palabras tan suaves como venenosos mientras caminaba alrededor del hombre que tenía frente a ella, sus pasos suaves, calculados, su tono dulce como veneno — te lo prometo... esto te traerá más beneficios a ti que a mí. — Sus dedos recorrieron los hombros ajenos. El humo se escapaba de sus labios con naturalidad mientras se agachaba para sentarse, la yukata se deslizaba lo justo para jugar con su atención, su presencia era un arma, y ese hombre no tenía idea de en qué momento había bajado la guardia Estaba acompañado, claro, pero Rubi no se inmutó, los observó con la serenidad de quien ya había hecho esto muchas veces No podía decir nada más, cualquier palabra de más lo arruinaría, solo le quedaban unas frases suaves, una sonrisa y esa forma suya de mentir como si no lo hiciera, aunque sus dedos se aferraban a la tela roja que la envolvía. — Bien, es un trato — dijo él, haciendo un gesto japonés con la cabeza Rubi sonrió, como si acabara de escuchar una melodía perfecta. Aplaudió suavemente, juntó las manos con elegancia. Los hombres ingresaron a la sala con los papeles. El sello. El final. ¿Estaba contenta? Más que eso. El contrato era el precio exacto de su libertad. Su pasaje de regreso. Y mientras firmaban, aquella pregunta flotó por su cabeza, silenciosa, cálida y dolorosa: ¿Cómo estarían los chicos...?
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  • Se siente mucha paz y tranquilidad cerca del mar y me gusta eso
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  • Hoy siento que es un día lleno de tanta tranquilidad y paz
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  • La tranquilidad del mundo de los sueños y cada ser que sueña con sueños únicos como aquellos ~
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  • Lentamente caminó en dirección a la cochera, fuera del departamento que había alquilado, sus pasos eran firmes y lentos y sin prisa indicaban la tranquilidad de su espíritu que parecía no verse perturbado con nada. Ni siquiera con la estruendosa tormenta que había caído la noche anterior siendo la misma, responsable por tan placentera noche de sueño.

    Presionó el botón que se hallaba en la pared derecha para abrir la cortina que daba acceso a la calle. Pronto, el sonido metálico del mecanismo automático inició su monótono y robótico ruido mientras dicha cortina se elevaba dejando entrar algo de luz a la cochera que se hallaba un par de metros debajo del nivel del suelo de la calle. Se podía mirar la humedad del asfalto en la rampa de acceso.

    Mientras terminaba de abrir la compuerta, aquel calmado caballero ajustó el micrófono con bluetooth de su casco, enlazándolo con su teléfono celular, listo para escuchar aquella lista de reproducción que había armado para viajar en su motocicleta. Se acomodó sobre la misma, giró la llave y la puso en marcha, ya era hora de trabajar...
    Lentamente caminó en dirección a la cochera, fuera del departamento que había alquilado, sus pasos eran firmes y lentos y sin prisa indicaban la tranquilidad de su espíritu que parecía no verse perturbado con nada. Ni siquiera con la estruendosa tormenta que había caído la noche anterior siendo la misma, responsable por tan placentera noche de sueño. Presionó el botón que se hallaba en la pared derecha para abrir la cortina que daba acceso a la calle. Pronto, el sonido metálico del mecanismo automático inició su monótono y robótico ruido mientras dicha cortina se elevaba dejando entrar algo de luz a la cochera que se hallaba un par de metros debajo del nivel del suelo de la calle. Se podía mirar la humedad del asfalto en la rampa de acceso. Mientras terminaba de abrir la compuerta, aquel calmado caballero ajustó el micrófono con bluetooth de su casco, enlazándolo con su teléfono celular, listo para escuchar aquella lista de reproducción que había armado para viajar en su motocicleta. Se acomodó sobre la misma, giró la llave y la puso en marcha, ya era hora de trabajar...
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