• ATENCION: Contenido sensible. No apto paro todos los lectores.

    "Dónde cesa el dolor"

    Bajo la tenue luz de una lámpara de bombilla desnuda, la sombra de Elisa se proyectaba, temblorosa, contra la pared desconchada de su habitación. Tenía once años, y el miedo era la única compañía que reconocía desde que tenía uso de razón. Fuera, tras la delgada puerta de madera, resonaban los pasos pesados de su padre. Cada talonazo contra el suelo de cemento era el redoble de un tambor que anunciaba una nueva sesión de tormento.

    Esa noche, la furia del hombre había sido peor que de costumbre. La culpa fue un plato de sopa derramado, un accidente infantil que para él fue una afrenta imperdonable. Los golpes, primero puños cerrados, luego las patas de una silla, llovieron sobre su frágil cuerpo con una metódica crueldad. Elisa ya no lloraba. Había aprendido que las lágrimas avivaban la ira, no la apagaban. Se encogió, como un animalito herido, intentando que su mente se fugara lejos de allí, a un campo de flores que una vez vio en un libro de la escuela.

    Pero el cuerpo tiene un límite. Un último e injusto golpe en la cabeza, seco y sordo, apagó la luz de sus ojos. Ya no sintió el dolor. Solo una frialdad repentina que trepó por sus extremidades. Y entonces, dejó de respirar.

    Su pequeña forma yacía inmóvil en el suelo, un cuadro de una tragedia doméstica y silenciosa. Pero Elisa no estaba allí. O sí, pero ya no en ese cuerpo roto. Flotaba, ingrávida, observando la escena con una tranquilidad que nunca antes había conocido. No había miedo. No había tristeza. Solo una paz vasta y profunda, como un océano en calma después de una tormenta eterna.

    Fue entonces cuando Cillian llegó.

    No entró por la puerta. Simplemente estaba allí. No era un espectro con capa y guadaña, ni una figura esquelética y terrorífica. Se manifestó como una silueta serena, envuelta en una penumbra que no era oscuridad, sino la ausencia total de luz y ruido. No tenía rostro definido, pero Elisa sintió una atención inmensa y antigua posarse sobre ella.

    "¿Eres... el final?" preguntó la voz de Elisa, que ya no salía de sus labios, sino de la esencia misma de lo que ahora era.

    La figura se inclinó ligeramente. Su voz no era un sonido, sino un concepto que se implantó directamente en la conciencia de la niña. Era suave como la seda y firme como el granito.

    Soy el fin del dolor, Elisa. Soy el silencio después del grito.

    Una oleada de alivio, tan intensa que casi era tangible, inundó a la niña. Por primera vez en su vida, alguien —o algo— hablaba con una verdad que no hería.

    "¿Vas a llevarme lejos?"

    Sí. A un lugar donde los golpes no existen. Donde las voces no gritan. Donde el miedo se disuelve como el azúcar en la leche.

    Elisa miró hacia su cuerpo, pequeño y quebrado en el suelo. No sentía apego por él. Era la cárcel de la que por fin escapaba. Sintió lástima por la criatura que había estado atrapada allí dentro, pero no era ella ya.

    "Estoy lista", susurró su esencia. "Por favor, llévame. No quiero volver. Nunca más."

    Cillian extendió lo que podría ser una mano, una elongación de la penumbra. Elisa, sin vacilar, se acercó. No había frío en ese contacto, sino una neutralidad perfecta, el equilibrio absoluto.

    Tu vida fue corta y llena de sombras, prosiguió la voz en su mente. Lo siento. No es justo. Pero el viaje ha terminado. Descansarás.

    "¿Habrá luz?" preguntó Elisa, con un atisbo de la curiosidad infantil que la violencia nunca logró arrebatarle del todo. "En los libros... siempre hablan de una luz."

    La figura pareció contemplarla. Para ti, sí. Porque es lo que anhelas. Para otros, es la quietud de un bosque, el abrazo de un ser querido, o simplemente... el sueño eterno. Tú mereces la luz, pequeña guerrera.

    Elisa sintió cómo su esencia comenzaba a desprenderse por completo de la habitación, del olor a alcohol y enfado, del sonido de los ronquidos que ahora emanaban del salón. La figura de la Muerte la envolvía, no como un verdugo, sino como la nodriza más gentil, la madre que nunca tuvo.

    Miró hacia atrás por última vez. Vio su cuerpo, ya solo un cascarón vacío, y supo que la justicia en ese mundo era un concepto falaz. Pero la justicia de lo que venía después era perfecta. Era la cesación de todo sufrimiento.

    "Gracias", dijo Elisa, y fueron las palabras más sinceras que jamás había pronunciado. "Gracias por venir."

    Cillian no respondió con palabras. Solo transmitió una emoción: una aceptación infinita, un "de nada" que abarcaba eones.

    Y entonces, se fueron.

    La habitación quedó en silencio, solo roto por el tic-tac de un reloj viejo. El cuerpo de Elisa estaba en paz, pero la paz verdadera, la que ella anhelaba, no estaba en esa casa. Se la llevaba consigo, de la mano de la única entidad que, en toda su corta y difícil vida, le había ofrecido consuelo y una promesa de quietud. Por fin, por fin, se iba a un lugar donde nadie podría volver a hacerle daño. Y esa partida no era una tragedia, sino la bienvenida a un merecido y eterno descanso.
    ATENCION: Contenido sensible. No apto paro todos los lectores. "Dónde cesa el dolor" Bajo la tenue luz de una lámpara de bombilla desnuda, la sombra de Elisa se proyectaba, temblorosa, contra la pared desconchada de su habitación. Tenía once años, y el miedo era la única compañía que reconocía desde que tenía uso de razón. Fuera, tras la delgada puerta de madera, resonaban los pasos pesados de su padre. Cada talonazo contra el suelo de cemento era el redoble de un tambor que anunciaba una nueva sesión de tormento. Esa noche, la furia del hombre había sido peor que de costumbre. La culpa fue un plato de sopa derramado, un accidente infantil que para él fue una afrenta imperdonable. Los golpes, primero puños cerrados, luego las patas de una silla, llovieron sobre su frágil cuerpo con una metódica crueldad. Elisa ya no lloraba. Había aprendido que las lágrimas avivaban la ira, no la apagaban. Se encogió, como un animalito herido, intentando que su mente se fugara lejos de allí, a un campo de flores que una vez vio en un libro de la escuela. Pero el cuerpo tiene un límite. Un último e injusto golpe en la cabeza, seco y sordo, apagó la luz de sus ojos. Ya no sintió el dolor. Solo una frialdad repentina que trepó por sus extremidades. Y entonces, dejó de respirar. Su pequeña forma yacía inmóvil en el suelo, un cuadro de una tragedia doméstica y silenciosa. Pero Elisa no estaba allí. O sí, pero ya no en ese cuerpo roto. Flotaba, ingrávida, observando la escena con una tranquilidad que nunca antes había conocido. No había miedo. No había tristeza. Solo una paz vasta y profunda, como un océano en calma después de una tormenta eterna. Fue entonces cuando Cillian llegó. No entró por la puerta. Simplemente estaba allí. No era un espectro con capa y guadaña, ni una figura esquelética y terrorífica. Se manifestó como una silueta serena, envuelta en una penumbra que no era oscuridad, sino la ausencia total de luz y ruido. No tenía rostro definido, pero Elisa sintió una atención inmensa y antigua posarse sobre ella. "¿Eres... el final?" preguntó la voz de Elisa, que ya no salía de sus labios, sino de la esencia misma de lo que ahora era. La figura se inclinó ligeramente. Su voz no era un sonido, sino un concepto que se implantó directamente en la conciencia de la niña. Era suave como la seda y firme como el granito. Soy el fin del dolor, Elisa. Soy el silencio después del grito. Una oleada de alivio, tan intensa que casi era tangible, inundó a la niña. Por primera vez en su vida, alguien —o algo— hablaba con una verdad que no hería. "¿Vas a llevarme lejos?" Sí. A un lugar donde los golpes no existen. Donde las voces no gritan. Donde el miedo se disuelve como el azúcar en la leche. Elisa miró hacia su cuerpo, pequeño y quebrado en el suelo. No sentía apego por él. Era la cárcel de la que por fin escapaba. Sintió lástima por la criatura que había estado atrapada allí dentro, pero no era ella ya. "Estoy lista", susurró su esencia. "Por favor, llévame. No quiero volver. Nunca más." Cillian extendió lo que podría ser una mano, una elongación de la penumbra. Elisa, sin vacilar, se acercó. No había frío en ese contacto, sino una neutralidad perfecta, el equilibrio absoluto. Tu vida fue corta y llena de sombras, prosiguió la voz en su mente. Lo siento. No es justo. Pero el viaje ha terminado. Descansarás. "¿Habrá luz?" preguntó Elisa, con un atisbo de la curiosidad infantil que la violencia nunca logró arrebatarle del todo. "En los libros... siempre hablan de una luz." La figura pareció contemplarla. Para ti, sí. Porque es lo que anhelas. Para otros, es la quietud de un bosque, el abrazo de un ser querido, o simplemente... el sueño eterno. Tú mereces la luz, pequeña guerrera. Elisa sintió cómo su esencia comenzaba a desprenderse por completo de la habitación, del olor a alcohol y enfado, del sonido de los ronquidos que ahora emanaban del salón. La figura de la Muerte la envolvía, no como un verdugo, sino como la nodriza más gentil, la madre que nunca tuvo. Miró hacia atrás por última vez. Vio su cuerpo, ya solo un cascarón vacío, y supo que la justicia en ese mundo era un concepto falaz. Pero la justicia de lo que venía después era perfecta. Era la cesación de todo sufrimiento. "Gracias", dijo Elisa, y fueron las palabras más sinceras que jamás había pronunciado. "Gracias por venir." Cillian no respondió con palabras. Solo transmitió una emoción: una aceptación infinita, un "de nada" que abarcaba eones. Y entonces, se fueron. La habitación quedó en silencio, solo roto por el tic-tac de un reloj viejo. El cuerpo de Elisa estaba en paz, pero la paz verdadera, la que ella anhelaba, no estaba en esa casa. Se la llevaba consigo, de la mano de la única entidad que, en toda su corta y difícil vida, le había ofrecido consuelo y una promesa de quietud. Por fin, por fin, se iba a un lugar donde nadie podría volver a hacerle daño. Y esa partida no era una tragedia, sino la bienvenida a un merecido y eterno descanso.
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  • El significado de su nombre es : "portadora de la paz", una cruel burla para quien vive en la tormenta perpetua.

    Su don es su condena,puede viajar en el tiempo y reescribir la historia. Sin embargo, cada salto y cada alteración la atormentan, manteniendo su vida y alma en un caos opuesto a la tranquilidad que su nombre promete.

    ​Fuerte, implacable y absolutamente determinada, es una presencia que domina cualquier espacio.
    Sus penetrantes ojos grisáceos parecen contener siglos de tiempo deshecho.
    No pasa desapercibida; es inevitablemente deseada, aunque pocos comprenden la magnitud de su carga.
    ​Cuando el mundo se rompe y los problemas no tienen solución aparente, el nombre susurrado es siempre el mismo... Irina, la Hija del Trueno.
    El significado de su nombre es : "portadora de la paz", una cruel burla para quien vive en la tormenta perpetua. Su don es su condena,puede viajar en el tiempo y reescribir la historia. Sin embargo, cada salto y cada alteración la atormentan, manteniendo su vida y alma en un caos opuesto a la tranquilidad que su nombre promete. ​Fuerte, implacable y absolutamente determinada, es una presencia que domina cualquier espacio. Sus penetrantes ojos grisáceos parecen contener siglos de tiempo deshecho. No pasa desapercibida; es inevitablemente deseada, aunque pocos comprenden la magnitud de su carga. ​Cuando el mundo se rompe y los problemas no tienen solución aparente, el nombre susurrado es siempre el mismo... Irina, la Hija del Trueno.
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  • — La naturaleza si que sabe cómo seducirme.

    Hace tiempo que no visito el lugar de cuándo era mas joven, podía pasarme horas bajo el agua, el viento y los arboles cantándome en tranquilidad sin que estuviera presente mi buen amigo el "caos".
    — La naturaleza si que sabe cómo seducirme. Hace tiempo que no visito el lugar de cuándo era mas joven, podía pasarme horas bajo el agua, el viento y los arboles cantándome en tranquilidad sin que estuviera presente mi buen amigo el "caos".
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  • — Sí, creo que así pasaré desapercibido. Bienvenida sea la tranquilidad.
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  • Una amistad duradera
    Fandom Oc
    Categoría Drama
    — El muchacho se encontraba ordenando con tranquilidad todo el material que había utilizado durante el día, había sido una tarde bastante agotadora, no había abierto su tienda y se dedicó por completo a terminar todos los encargos que tenía que hacer para las siguientes dos semanas.—

    ¿ Eh?, no esperaba invitados...

    — Al escuchar el timbre , detuvo sus movimientos bastante confundido y se retiró su delantal, limpió un poco sus manos y se dirigió a abrir la puerta.—

    Hey, no me habías dicho que ibas a venir a verme, te hubiera esperado con pizza.
    — El muchacho se encontraba ordenando con tranquilidad todo el material que había utilizado durante el día, había sido una tarde bastante agotadora, no había abierto su tienda y se dedicó por completo a terminar todos los encargos que tenía que hacer para las siguientes dos semanas.— ¿ Eh?, no esperaba invitados... — Al escuchar el timbre , detuvo sus movimientos bastante confundido y se retiró su delantal, limpió un poco sus manos y se dirigió a abrir la puerta.— Hey, no me habías dicho que ibas a venir a verme, te hubiera esperado con pizza.
    Tipo
    Individual
    Líneas
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    Estado
    Disponible
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  • la seducción del jefe gabonga. me ha suplantado en mi, un poco de dudas... de tal modo que mirarlo así... me deja con la inquietud y duda de si realmente el es mas malo...

    ---gabonga.---- aquel goblin no hacia mas que despojarse de la ropa con tranquilidad mientras su mascara metalica repelia en destellos las escazas luces... mencionaba en su proceso..."que te pasa jovencito... no has visto a un espectacular goblin en todo su esplendor?... animate. mira todo lo que quieras... despues de todo no estan los demas. te lo mereces por ser un buen chico." ronroneo por el momento.

    .......

    la seducción del jefe gabonga. me ha suplantado en mi, un poco de dudas... de tal modo que mirarlo así... me deja con la inquietud y duda de si realmente el es mas malo... ---gabonga.---- aquel goblin no hacia mas que despojarse de la ropa con tranquilidad mientras su mascara metalica repelia en destellos las escazas luces... mencionaba en su proceso..."que te pasa jovencito... no has visto a un espectacular goblin en todo su esplendor?... animate. mira todo lo que quieras... despues de todo no estan los demas. te lo mereces por ser un buen chico." ronroneo por el momento. .......
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  • • En el seno de una vasta pradera expuesta al sol matinal, situada fuera de la civilización, Agrias se sienta sobre los restos de una columna, en unas ruinas abandonadas para revisar las últimas cartas dirigidas a ellas. El estado de los sobres además del sello parecía indicar que la correspondencia había atravesado un viaje turbulento para llegar, llevadas por palomas mensajeras.

    – Una carta de Ramza, y otra de Orran. Espero que les vaya bien sin mí.

    • Mientras abre los sobres mediante el cuidadoso corte de una daga afilada, por la mente de la guerrera pasa cómo todos debieron huir de Ivalice, marcados como herejes por la Iglesia de Glabados debido a la Guerra que llevaron a cabo contra los Lucavi, los cuales eran considerados dioses sacros, ignorando la cruda realidad. Una vez con el pergaminos en las manos comienza a leer primeramente la carta de su antiguo compañero de armas.

    “Querida Agrias,

    ¿Cómo ha ido en los últimos meses? Afortunadamente tanto yo como Alma estamos a salvo en otra tierra que no puedo especificar por si nuestros perseguidores interceptan la carta.

    En el lugar donde ahora vivimos llevamos una vida humilde, lejos de la guerra. Alma pronto se va a casar. Yo simplemente no puedo pensar en otra cosa que no sea regresar a Ivalice un día con aliados suficientes para impartir justicia por mi propia mano. La Iglesia no debe continuar aprovechándose de la gente.

    Confío en que continuáis viva, querida amiga. Después de todo vuestra habilidad con la espada difícilmente tiene rival. Lamento la muerte de Ovelia, y lamento más aún saber quién lo hizo. Nunca me habría esperado algo así de Delita.

    Espero vuestra respuesta con paciencia.

    Ramza.”

    • Una leve sonrisa agridulce se dibuja en el rostro de la mujer, con sentimientos encontrados en su interior. A continuación procede a abrir el segundo sobre.

    "Saludos, Lady Agrias.

    Esta carta la estoy escribiendo a toda prisa, pues los Confesores pronto me atraparán si no logro huir de Ivalice.

    Los Documentos Durai de mi autoría explicando la verdad además de limpiar vuestro nombre y el de Ramza fueron clasificados como Prohibidos por la Iglesia. A modo de consecuencia además fui marcado como Hereje.

    Por si es la última vez que puedo comunicarme, deseo que esos mentirosos jamás sean capaces de atraparos con vida. Lo que hicísteis a costa de vuestro honor y tranquilidad personal no ha de caer en el olvido.

    Nuestros caminos se cruzarán de nuevo, en esta vida o en la otra.

    Orran Durai."

    • Agrias siente como el fuego recorre su sangre. Con rabia contenida destruye las cartas para que no puedan ser leídas por nadie más.

    – Todo en lo que se me ha educado y en lo que he creído no fue más que una farsa. La nobleza nunca fue de fiar, la Iglesia de Glabados menos aún con semejante depravación en sus instituciones. A pesar de haber destruído a los Lucavi todavía continúan con sus macabros juegos. Ivalice nunca tuvo solución, es un Estado Fallido.

    • Cierra los ojos por un momento para inspirar, espirar y tratar de calmarse.

    – Por ahora solamente puedo procurar vivir un día más. Princesa Ovelia, os he fallado al final. Algún día podré compensar todo lo que no pude lograr, Ramza. Igual que vos. Lo juro.
    • En el seno de una vasta pradera expuesta al sol matinal, situada fuera de la civilización, Agrias se sienta sobre los restos de una columna, en unas ruinas abandonadas para revisar las últimas cartas dirigidas a ellas. El estado de los sobres además del sello parecía indicar que la correspondencia había atravesado un viaje turbulento para llegar, llevadas por palomas mensajeras. – Una carta de Ramza, y otra de Orran. Espero que les vaya bien sin mí. • Mientras abre los sobres mediante el cuidadoso corte de una daga afilada, por la mente de la guerrera pasa cómo todos debieron huir de Ivalice, marcados como herejes por la Iglesia de Glabados debido a la Guerra que llevaron a cabo contra los Lucavi, los cuales eran considerados dioses sacros, ignorando la cruda realidad. Una vez con el pergaminos en las manos comienza a leer primeramente la carta de su antiguo compañero de armas. “Querida Agrias, ¿Cómo ha ido en los últimos meses? Afortunadamente tanto yo como Alma estamos a salvo en otra tierra que no puedo especificar por si nuestros perseguidores interceptan la carta. En el lugar donde ahora vivimos llevamos una vida humilde, lejos de la guerra. Alma pronto se va a casar. Yo simplemente no puedo pensar en otra cosa que no sea regresar a Ivalice un día con aliados suficientes para impartir justicia por mi propia mano. La Iglesia no debe continuar aprovechándose de la gente. Confío en que continuáis viva, querida amiga. Después de todo vuestra habilidad con la espada difícilmente tiene rival. Lamento la muerte de Ovelia, y lamento más aún saber quién lo hizo. Nunca me habría esperado algo así de Delita. Espero vuestra respuesta con paciencia. Ramza.” • Una leve sonrisa agridulce se dibuja en el rostro de la mujer, con sentimientos encontrados en su interior. A continuación procede a abrir el segundo sobre. "Saludos, Lady Agrias. Esta carta la estoy escribiendo a toda prisa, pues los Confesores pronto me atraparán si no logro huir de Ivalice. Los Documentos Durai de mi autoría explicando la verdad además de limpiar vuestro nombre y el de Ramza fueron clasificados como Prohibidos por la Iglesia. A modo de consecuencia además fui marcado como Hereje. Por si es la última vez que puedo comunicarme, deseo que esos mentirosos jamás sean capaces de atraparos con vida. Lo que hicísteis a costa de vuestro honor y tranquilidad personal no ha de caer en el olvido. Nuestros caminos se cruzarán de nuevo, en esta vida o en la otra. Orran Durai." • Agrias siente como el fuego recorre su sangre. Con rabia contenida destruye las cartas para que no puedan ser leídas por nadie más. – Todo en lo que se me ha educado y en lo que he creído no fue más que una farsa. La nobleza nunca fue de fiar, la Iglesia de Glabados menos aún con semejante depravación en sus instituciones. A pesar de haber destruído a los Lucavi todavía continúan con sus macabros juegos. Ivalice nunca tuvo solución, es un Estado Fallido. • Cierra los ojos por un momento para inspirar, espirar y tratar de calmarse. – Por ahora solamente puedo procurar vivir un día más. Princesa Ovelia, os he fallado al final. Algún día podré compensar todo lo que no pude lograr, Ramza. Igual que vos. Lo juro.
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  • —¿...Que si soy peligrosa? Solo para tu sentido común y tú tranquilidad. De resto, soy todo un encanto~ (?)
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  • Que tranquilidad... en estos días

    Que tranquilidad... en estos días
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  • -El hombre luego de haber pasado todo el día buscando un trabajo interesante para él, se había ido a refugiar en un templo viejo que había encontrado a las afueras de la ciudad, ahora sería su hogar temporal. Su tranquilidad se había acabado en cuanto escuchó el canto de un búho, pero no cualquier búho, era el suyo, su creación, su animal espiritual, su guía en todo su trayecto en el cielo, sonrió para así extender su brazo y dejar que se pare en el-

    Elyndra, cuanto tiempo, pero me alegro encontrarte en este mundo, eras lo que necesitaba para no estar tan solo

    E: Y no volveré a perderte de vista, tus padres me extinguirían si supieran todo lo que tuviste que pasar y solo

    No hablemos de los reyes del cielo, ya no es mi hogar ese lugar

    -Ahora que Elyndra y Caelis se volvieron a reunir, su poder celestial volvió a la normalidad ya que Elyndra era su almacenamiento de energía aparte de ser su compañero-
    -El hombre luego de haber pasado todo el día buscando un trabajo interesante para él, se había ido a refugiar en un templo viejo que había encontrado a las afueras de la ciudad, ahora sería su hogar temporal. Su tranquilidad se había acabado en cuanto escuchó el canto de un búho, pero no cualquier búho, era el suyo, su creación, su animal espiritual, su guía en todo su trayecto en el cielo, sonrió para así extender su brazo y dejar que se pare en el- Elyndra, cuanto tiempo, pero me alegro encontrarte en este mundo, eras lo que necesitaba para no estar tan solo E: Y no volveré a perderte de vista, tus padres me extinguirían si supieran todo lo que tuviste que pasar y solo No hablemos de los reyes del cielo, ya no es mi hogar ese lugar -Ahora que Elyndra y Caelis se volvieron a reunir, su poder celestial volvió a la normalidad ya que Elyndra era su almacenamiento de energía aparte de ser su compañero-
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