• [] - Austria, 22:45.

    -La mujer de cabellos plateados fue a visitar a un yerbatero , había estado con un dolor de cabeza insoportable. Voces que no se callaban, y noches con gritos desgarradores retumbaban sus oídos. Su sensibilidad a la luz se hizo abrumadora, y cubrió sus ojos para evitar ver más de lo que debía.
    Estaba a unas cuadras de su casa cuando se detuvo al sentir la presencia de seres siguiéndola. ¿5 o tal vez 6? , no tenía ganas de lidiar con ellos.
    Suspiro, aunque podía sentir el deseo de sangre de esos seres.
    La luz del faro comenzó a parpadear, su autocontrol estaba al límite. Solo estaba intentando no perder la conciencia por el dolor.
    Tres sujetos que aparecieron desde las sombras detrás de la mujer correspondiente a la Comandancia del Dragón, ejército especializado chino.
    Dos delante de ella , y uno a cada lado, la mujer solo se quedó quieta tratando de controlar su energía que estaba a punto de explotar.-

    Agente 1: Esto no es nada personal, si quieres culpar a alguien, culpa a…Santiago.

    -Los seis agentes saltaron hacia la mujer al mismo tiempo con diferentes armas, desde espadas cortas, lanzas, sables, Etc.
    Una sombra que venía debajo de los pies de la mujer se extendió como un tarro de pintura, y se escuchó un chasquido.
    Un silencio invadió el lugar, cuando los agentes cayeron la mujer no estaba y el lugar había cambiado. Un lugar de tonos grises y lleno de cadáveres, con una neblina ligera. Todos se pusieron alerta, hasta que vieron la figura de un ser flotando con seis alas y una túnica larga, cabello plateado que destacaba en medio de la neblina. Las manos de esa figura se transformaron en ramas filosas que perforaron a cuatro de los agentes en un abrir y cerrar de ojos, los otros dos comenzamos a disparar pero las balas caían como hojas de árboles marchitos.
    Las ramas cambiaron a unas manos y alzaron el vendaje de sus ojos, los dos agentes que aún quedaban estaban paralizados, sus almas fueron absorbidas con solo una mirada.
    Los cuerpos cayeron, y la mujer bajo su vendaje nuevamente dando la vuelta para irse, chasqueo sus dedos y volvió al lugar donde había estado.
    Se sacudió el traje y continuó su camino a casa, nada pasó ahí por qué nadie encontraría jamás los cuerpos esos agentes.-

    No es nada personal…
    -murmuró la mujer mientras miro un momento sobre su hombro -


    [🇦🇹] - Austria, 22:45. -La mujer de cabellos plateados fue a visitar a un yerbatero , había estado con un dolor de cabeza insoportable. Voces que no se callaban, y noches con gritos desgarradores retumbaban sus oídos. Su sensibilidad a la luz se hizo abrumadora, y cubrió sus ojos para evitar ver más de lo que debía. Estaba a unas cuadras de su casa cuando se detuvo al sentir la presencia de seres siguiéndola. ¿5 o tal vez 6? , no tenía ganas de lidiar con ellos. Suspiro, aunque podía sentir el deseo de sangre de esos seres. La luz del faro comenzó a parpadear, su autocontrol estaba al límite. Solo estaba intentando no perder la conciencia por el dolor. Tres sujetos que aparecieron desde las sombras detrás de la mujer correspondiente a la Comandancia del Dragón, ejército especializado chino. Dos delante de ella , y uno a cada lado, la mujer solo se quedó quieta tratando de controlar su energía que estaba a punto de explotar.- Agente 1: Esto no es nada personal, si quieres culpar a alguien, culpa a…Santiago. -Los seis agentes saltaron hacia la mujer al mismo tiempo con diferentes armas, desde espadas cortas, lanzas, sables, Etc. Una sombra que venía debajo de los pies de la mujer se extendió como un tarro de pintura, y se escuchó un chasquido. Un silencio invadió el lugar, cuando los agentes cayeron la mujer no estaba y el lugar había cambiado. Un lugar de tonos grises y lleno de cadáveres, con una neblina ligera. Todos se pusieron alerta, hasta que vieron la figura de un ser flotando con seis alas y una túnica larga, cabello plateado que destacaba en medio de la neblina. Las manos de esa figura se transformaron en ramas filosas que perforaron a cuatro de los agentes en un abrir y cerrar de ojos, los otros dos comenzamos a disparar pero las balas caían como hojas de árboles marchitos. Las ramas cambiaron a unas manos y alzaron el vendaje de sus ojos, los dos agentes que aún quedaban estaban paralizados, sus almas fueron absorbidas con solo una mirada. Los cuerpos cayeron, y la mujer bajo su vendaje nuevamente dando la vuelta para irse, chasqueo sus dedos y volvió al lugar donde había estado. Se sacudió el traje y continuó su camino a casa, nada pasó ahí por qué nadie encontraría jamás los cuerpos esos agentes.- No es nada personal… -murmuró la mujer mientras miro un momento sobre su hombro -
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  • Había sido un buen día. Tan tranquilo, tan rutinario… casi demasiado. Al regresar a casa, todo parecía normal; las luces de las ventanas, los perros ladrando a lo lejos, el suave rumor del viento.

    Sin embargo, entonces llegó >ese< estruendo.

    Un sonido desgarrador, metálico, como si el mundo se partiera en dos:
    neumáticos chillando, un motor rugiendo con furia, y luego un impacto tan brutal que hizo vibrar los cimientos de todas las casas de la calle.
    Las luces parpadearon… y murieron.

    Los vecinos salieron alarmados, envueltos en sombras, sus linternas temblando en manos que parecían demasiado frágiles.

    Toby no.

    Toby apenas se asomó por la ventana y, al sentir ese escalofrío recorriéndole la columna, retrocedió de inmediato. Cerró la puerta. Puso los cerrojos. Todos. Uno por uno, hasta escuchar el último clic que siempre le daba un poco de calma.

    Buscó la esquina más oscura de su habitación, abrazándose a sí mismo mientras la casa, ahora sumida en un silencio antinatural, parecía respirar con él.

    Afuera, las voces rompían la quietud.
    Discusiones apresuradas.
    Alguien llorando.
    Otra persona gritando: :¡que llamen a una ambulancia !" Y “¡hay demasiada sangre!”.

    Pero entre esas voces normales… había otra.
    Un susurro húmedo, arrastrado, que no sonaba humano.
    Que no venía de ningún frente de la casa.
    Que venía… de arriba, como si caminara por el techo.

    Toby cerró los ojos. No quería escuchar. No quería recordar. No quería ver.
    Porque él ya sabía lo que significaba ese frío helado que empezaba a condensarse en sus paredes.
    Ya lo había vivido antes. Y lo había negado.

    La persona que murió allá afuera no se había quedado en el pavimento.
    Había entrado.
    Y ahora, con un tono quebrado, una voz llena de dientes y huesos rotos, intentaba comunicarse con él.

    ¿Por qué demonios él podía verlos?
    ¿No era suficiente con su PTSD?
    ¿Tenía que cargar también con los muertos… y con lo que quedaba de ellos?

    Un golpe seco retumbó en el pasillo.
    Otro.
    Y luego arrastraron algo…
    O alguien.

    —oye tu… —susurró la voz, desde la puerta misma—... Ayúdame…—

    Él apretó los brazos contra sus piernas, intentando hacerse lo más pequeño posible, temblando, respirando apenas.
    El aire se volvió pesado, como si una presencia enorme se inclinara hacia él.

    —… ya te vi…—

    ¡Ahí viene!
    Hazte bolita, Toby.
    No respires.
    No tiembles.

    Con suerte…
    Con suerte desaparecerá.

    Pero esta noche, algo le dice que no piensa irse tan fácilmente.
    Había sido un buen día. Tan tranquilo, tan rutinario… casi demasiado. Al regresar a casa, todo parecía normal; las luces de las ventanas, los perros ladrando a lo lejos, el suave rumor del viento. Sin embargo, entonces llegó >ese< estruendo. Un sonido desgarrador, metálico, como si el mundo se partiera en dos: neumáticos chillando, un motor rugiendo con furia, y luego un impacto tan brutal que hizo vibrar los cimientos de todas las casas de la calle. Las luces parpadearon… y murieron. Los vecinos salieron alarmados, envueltos en sombras, sus linternas temblando en manos que parecían demasiado frágiles. Toby no. Toby apenas se asomó por la ventana y, al sentir ese escalofrío recorriéndole la columna, retrocedió de inmediato. Cerró la puerta. Puso los cerrojos. Todos. Uno por uno, hasta escuchar el último clic que siempre le daba un poco de calma. Buscó la esquina más oscura de su habitación, abrazándose a sí mismo mientras la casa, ahora sumida en un silencio antinatural, parecía respirar con él. Afuera, las voces rompían la quietud. Discusiones apresuradas. Alguien llorando. Otra persona gritando: :¡que llamen a una ambulancia !" Y “¡hay demasiada sangre!”. Pero entre esas voces normales… había otra. Un susurro húmedo, arrastrado, que no sonaba humano. Que no venía de ningún frente de la casa. Que venía… de arriba, como si caminara por el techo. Toby cerró los ojos. No quería escuchar. No quería recordar. No quería ver. Porque él ya sabía lo que significaba ese frío helado que empezaba a condensarse en sus paredes. Ya lo había vivido antes. Y lo había negado. La persona que murió allá afuera no se había quedado en el pavimento. Había entrado. Y ahora, con un tono quebrado, una voz llena de dientes y huesos rotos, intentaba comunicarse con él. ¿Por qué demonios él podía verlos? ¿No era suficiente con su PTSD? ¿Tenía que cargar también con los muertos… y con lo que quedaba de ellos? Un golpe seco retumbó en el pasillo. Otro. Y luego arrastraron algo… O alguien. —oye tu… —susurró la voz, desde la puerta misma—... Ayúdame…— Él apretó los brazos contra sus piernas, intentando hacerse lo más pequeño posible, temblando, respirando apenas. El aire se volvió pesado, como si una presencia enorme se inclinara hacia él. —… ya te vi…— ¡Ahí viene! Hazte bolita, Toby. No respires. No tiembles. Con suerte… Con suerte desaparecerá. Pero esta noche, algo le dice que no piensa irse tan fácilmente.
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    Al caer la segunda noche, la vuelvo a ver...

    Selin: Déjame que te cuente...

    La Leyenda de Shobu y Xinia

    Eclipses de amor y guerra

    Antes de que el tiempo aprendiera a contarse,
    cuando el cosmos aún era joven y silencioso,
    existió un espíritu solar errante.

    Shobu,
    una chispa viva del Sol,
    no era un habitante como los Phyros,
    sino una de las entidades primordiales,
    un Espíritu del Sol nacido del núcleo ardiente de la estrella.

    Viajaba libre,
    cruzando reinos de fuego, polvo y vacío,
    curioso ante todo aquello que no ardía como él.

    Un día, su luz chocó contra una esfera
    que no quemaba…
    sino que reflejaba.

    Había encontrado la Luna.

    La superficie plateada escondía vida delicada y silenciosa:
    los Elunai, habitantes lunares,
    y los misteriosos Espíritus de la Luna,
    criaturas antiguas como la noche.

    Y entre ellos,
    Shobu vio a una criatura cuya belleza anuló todo pensamiento:

    Xinia,
    espíritu lunar joven,
    una raposa de pelaje blanco y brillo azul,
    nacida de la calma de la Luna
    y bendecida por la plata de los Espíritus Lunares.

    Su luz no quemaba.
    Su luz acariciaba.

    Y Shobu, por primera vez, quiso ser acariciado.


    ---

    El primer lazo entre Sol y Luna

    Xinia se acercó sin temor alguno:
    ella no conocía el fuego,
    solo la quietud luminosa.

    Cuando tocaron sus energías —fuego y plata—
    el cosmos registró un suceso inédito:

    dos espíritus de orígenes contrarios
    hicieron armonía.

    Su unión fue inmediata,
    natural,
    destinada.

    Shobu deseó mostrarle su hogar en el Sol.
    Xinia aceptó, curiosa…
    y ese gesto inocente cambió para siempre el equilibrio de los mundos.


    ---

    La ira de Phyros y Elunai

    Cuando Shobu llevó a Xinia al Sol:

    Los Phyros (habitantes solares) ardieron en rabia:
    ¿cómo podía una criatura lunar resistir el calor sagrado del Sol?
    Lo consideraron un sacrilegio.

    Los Espíritus del Sol vieron peligro:
    “lo que es lunar no debe tocar lo solar”.


    Mientras tanto,

    Los Elunai (habitantes de la Luna)
    se sintieron traicionados:
    Shobu había arrebatado a su criatura más pura.

    Y los Espíritus de la Luna,
    orgullosos y fríos,
    declararon que ningún ser solar debía volver a pisar sus dominios.


    Fue entonces cuando ambos grupos superiores —solares y lunares—
    tejieron un destino cruel:

    un sello eterno
    que impedía que lo solar tocara lo lunar
    y que lo lunar tocara lo solar.

    Los mundos quedaron separados
    por la fuerza del miedo.

    Y Shobu y Xinia quedaron separados
    por la fuerza del amor.


    ---

    El Primer Eclipse

    Pero el amor, cuando es verdadero,
    rompe incluso las órdenes de los dioses.

    La Luna pasó frente al Sol.
    El Sol abrazó a la Luna por la espalda.

    Y en esa alineación perfecta,
    por primera vez en la historia del cielo,
    nació un camino imposible:

    un puente de fuego y plata,
    creado no por magia solar ni lunar,
    sino
    por la súplica unida
    de dos espíritus que se negaban a olvidarse.

    Xinia cruzó.
    Shobu cruzó.

    Y se encontraron en medio del eclipse,
    en un territorio que no era del Sol ni de la Luna,
    sino del amor prohibido.

    Bajo aquel puente, se prometieron mil vidas.
    Pero mil vidas no fueron suficientes para calmar a los mundos.


    ---

    Los eclipses de amor y guerra

    Cuando los Phyros y los Elunai vieron que el eclipse
    había roto sus prohibiciones,
    nació la primera guerra entre sus pueblos.

    No una guerra de ejércitos,
    sino una guerra de pensamiento:

    unos defendiendo la unión,

    otros exigiendo separación eterna.


    Desde entonces,
    cada eclipse repite la historia:

    cuando Sol y Luna se tocan, se encuentran dos amantes;
    cuando Sol y Luna se oscurecen, se confrontan dos pueblos.

    Los eclipses son puentes.
    Los eclipses son cicatrices.
    Y en el corazón de cada uno
    late todavía el juramento de Shobu y Xinia,
    el primer amor entre fuego y plata.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 Al caer la segunda noche, la vuelvo a ver... Selin: Déjame que te cuente... La Leyenda de Shobu y Xinia Eclipses de amor y guerra Antes de que el tiempo aprendiera a contarse, cuando el cosmos aún era joven y silencioso, existió un espíritu solar errante. Shobu, una chispa viva del Sol, no era un habitante como los Phyros, sino una de las entidades primordiales, un Espíritu del Sol nacido del núcleo ardiente de la estrella. Viajaba libre, cruzando reinos de fuego, polvo y vacío, curioso ante todo aquello que no ardía como él. Un día, su luz chocó contra una esfera que no quemaba… sino que reflejaba. Había encontrado la Luna. La superficie plateada escondía vida delicada y silenciosa: los Elunai, habitantes lunares, y los misteriosos Espíritus de la Luna, criaturas antiguas como la noche. Y entre ellos, Shobu vio a una criatura cuya belleza anuló todo pensamiento: Xinia, espíritu lunar joven, una raposa de pelaje blanco y brillo azul, nacida de la calma de la Luna y bendecida por la plata de los Espíritus Lunares. Su luz no quemaba. Su luz acariciaba. Y Shobu, por primera vez, quiso ser acariciado. --- El primer lazo entre Sol y Luna Xinia se acercó sin temor alguno: ella no conocía el fuego, solo la quietud luminosa. Cuando tocaron sus energías —fuego y plata— el cosmos registró un suceso inédito: dos espíritus de orígenes contrarios hicieron armonía. Su unión fue inmediata, natural, destinada. Shobu deseó mostrarle su hogar en el Sol. Xinia aceptó, curiosa… y ese gesto inocente cambió para siempre el equilibrio de los mundos. --- La ira de Phyros y Elunai Cuando Shobu llevó a Xinia al Sol: Los Phyros (habitantes solares) ardieron en rabia: ¿cómo podía una criatura lunar resistir el calor sagrado del Sol? Lo consideraron un sacrilegio. Los Espíritus del Sol vieron peligro: “lo que es lunar no debe tocar lo solar”. Mientras tanto, Los Elunai (habitantes de la Luna) se sintieron traicionados: Shobu había arrebatado a su criatura más pura. Y los Espíritus de la Luna, orgullosos y fríos, declararon que ningún ser solar debía volver a pisar sus dominios. Fue entonces cuando ambos grupos superiores —solares y lunares— tejieron un destino cruel: un sello eterno que impedía que lo solar tocara lo lunar y que lo lunar tocara lo solar. Los mundos quedaron separados por la fuerza del miedo. Y Shobu y Xinia quedaron separados por la fuerza del amor. --- El Primer Eclipse Pero el amor, cuando es verdadero, rompe incluso las órdenes de los dioses. La Luna pasó frente al Sol. El Sol abrazó a la Luna por la espalda. Y en esa alineación perfecta, por primera vez en la historia del cielo, nació un camino imposible: un puente de fuego y plata, creado no por magia solar ni lunar, sino por la súplica unida de dos espíritus que se negaban a olvidarse. Xinia cruzó. Shobu cruzó. Y se encontraron en medio del eclipse, en un territorio que no era del Sol ni de la Luna, sino del amor prohibido. Bajo aquel puente, se prometieron mil vidas. Pero mil vidas no fueron suficientes para calmar a los mundos. --- Los eclipses de amor y guerra Cuando los Phyros y los Elunai vieron que el eclipse había roto sus prohibiciones, nació la primera guerra entre sus pueblos. No una guerra de ejércitos, sino una guerra de pensamiento: unos defendiendo la unión, otros exigiendo separación eterna. Desde entonces, cada eclipse repite la historia: cuando Sol y Luna se tocan, se encuentran dos amantes; cuando Sol y Luna se oscurecen, se confrontan dos pueblos. Los eclipses son puentes. Los eclipses son cicatrices. Y en el corazón de cada uno late todavía el juramento de Shobu y Xinia, el primer amor entre fuego y plata.
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    Al caer la segunda noche, la vuelvo a ver...

    Selin: Déjame que te cuente...

    La Leyenda de Shobu y Xinia

    Eclipses de amor y guerra

    Antes de que el tiempo aprendiera a contarse,
    cuando el cosmos aún era joven y silencioso,
    existió un espíritu solar errante.

    Shobu,
    una chispa viva del Sol,
    no era un habitante como los Phyros,
    sino una de las entidades primordiales,
    un Espíritu del Sol nacido del núcleo ardiente de la estrella.

    Viajaba libre,
    cruzando reinos de fuego, polvo y vacío,
    curioso ante todo aquello que no ardía como él.

    Un día, su luz chocó contra una esfera
    que no quemaba…
    sino que reflejaba.

    Había encontrado la Luna.

    La superficie plateada escondía vida delicada y silenciosa:
    los Elunai, habitantes lunares,
    y los misteriosos Espíritus de la Luna,
    criaturas antiguas como la noche.

    Y entre ellos,
    Shobu vio a una criatura cuya belleza anuló todo pensamiento:

    Xinia,
    espíritu lunar joven,
    una raposa de pelaje blanco y brillo azul,
    nacida de la calma de la Luna
    y bendecida por la plata de los Espíritus Lunares.

    Su luz no quemaba.
    Su luz acariciaba.

    Y Shobu, por primera vez, quiso ser acariciado.


    ---

    El primer lazo entre Sol y Luna

    Xinia se acercó sin temor alguno:
    ella no conocía el fuego,
    solo la quietud luminosa.

    Cuando tocaron sus energías —fuego y plata—
    el cosmos registró un suceso inédito:

    dos espíritus de orígenes contrarios
    hicieron armonía.

    Su unión fue inmediata,
    natural,
    destinada.

    Shobu deseó mostrarle su hogar en el Sol.
    Xinia aceptó, curiosa…
    y ese gesto inocente cambió para siempre el equilibrio de los mundos.


    ---

    La ira de Phyros y Elunai

    Cuando Shobu llevó a Xinia al Sol:

    Los Phyros (habitantes solares) ardieron en rabia:
    ¿cómo podía una criatura lunar resistir el calor sagrado del Sol?
    Lo consideraron un sacrilegio.

    Los Espíritus del Sol vieron peligro:
    “lo que es lunar no debe tocar lo solar”.


    Mientras tanto,

    Los Elunai (habitantes de la Luna)
    se sintieron traicionados:
    Shobu había arrebatado a su criatura más pura.

    Y los Espíritus de la Luna,
    orgullosos y fríos,
    declararon que ningún ser solar debía volver a pisar sus dominios.


    Fue entonces cuando ambos grupos superiores —solares y lunares—
    tejieron un destino cruel:

    un sello eterno
    que impedía que lo solar tocara lo lunar
    y que lo lunar tocara lo solar.

    Los mundos quedaron separados
    por la fuerza del miedo.

    Y Shobu y Xinia quedaron separados
    por la fuerza del amor.


    ---

    El Primer Eclipse

    Pero el amor, cuando es verdadero,
    rompe incluso las órdenes de los dioses.

    La Luna pasó frente al Sol.
    El Sol abrazó a la Luna por la espalda.

    Y en esa alineación perfecta,
    por primera vez en la historia del cielo,
    nació un camino imposible:

    un puente de fuego y plata,
    creado no por magia solar ni lunar,
    sino
    por la súplica unida
    de dos espíritus que se negaban a olvidarse.

    Xinia cruzó.
    Shobu cruzó.

    Y se encontraron en medio del eclipse,
    en un territorio que no era del Sol ni de la Luna,
    sino del amor prohibido.

    Bajo aquel puente, se prometieron mil vidas.
    Pero mil vidas no fueron suficientes para calmar a los mundos.


    ---

    Los eclipses de amor y guerra

    Cuando los Phyros y los Elunai vieron que el eclipse
    había roto sus prohibiciones,
    nació la primera guerra entre sus pueblos.

    No una guerra de ejércitos,
    sino una guerra de pensamiento:

    unos defendiendo la unión,

    otros exigiendo separación eterna.


    Desde entonces,
    cada eclipse repite la historia:

    cuando Sol y Luna se tocan, se encuentran dos amantes;
    cuando Sol y Luna se oscurecen, se confrontan dos pueblos.

    Los eclipses son puentes.
    Los eclipses son cicatrices.
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    late todavía el juramento de Shobu y Xinia,
    el primer amor entre fuego y plata.
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    La Leyenda de Shobu y Xinia

    Eclipses de amor y guerra

    Antes de que el tiempo aprendiera a contarse,
    cuando el cosmos aún era joven y silencioso,
    existió un espíritu solar errante.

    Shobu,
    una chispa viva del Sol,
    no era un habitante como los Phyros,
    sino una de las entidades primordiales,
    un Espíritu del Sol nacido del núcleo ardiente de la estrella.

    Viajaba libre,
    cruzando reinos de fuego, polvo y vacío,
    curioso ante todo aquello que no ardía como él.

    Un día, su luz chocó contra una esfera
    que no quemaba…
    sino que reflejaba.

    Había encontrado la Luna.

    La superficie plateada escondía vida delicada y silenciosa:
    los Elunai, habitantes lunares,
    y los misteriosos Espíritus de la Luna,
    criaturas antiguas como la noche.

    Y entre ellos,
    Shobu vio a una criatura cuya belleza anuló todo pensamiento:

    Xinia,
    espíritu lunar joven,
    una raposa de pelaje blanco y brillo azul,
    nacida de la calma de la Luna
    y bendecida por la plata de los Espíritus Lunares.

    Su luz no quemaba.
    Su luz acariciaba.

    Y Shobu, por primera vez, quiso ser acariciado.


    ---

    El primer lazo entre Sol y Luna

    Xinia se acercó sin temor alguno:
    ella no conocía el fuego,
    solo la quietud luminosa.

    Cuando tocaron sus energías —fuego y plata—
    el cosmos registró un suceso inédito:

    dos espíritus de orígenes contrarios
    hicieron armonía.

    Su unión fue inmediata,
    natural,
    destinada.

    Shobu deseó mostrarle su hogar en el Sol.
    Xinia aceptó, curiosa…
    y ese gesto inocente cambió para siempre el equilibrio de los mundos.


    ---

    La ira de Phyros y Elunai

    Cuando Shobu llevó a Xinia al Sol:

    Los Phyros (habitantes solares) ardieron en rabia:
    ¿cómo podía una criatura lunar resistir el calor sagrado del Sol?
    Lo consideraron un sacrilegio.

    Los Espíritus del Sol vieron peligro:
    “lo que es lunar no debe tocar lo solar”.


    Mientras tanto,

    Los Elunai (habitantes de la Luna)
    se sintieron traicionados:
    Shobu había arrebatado a su criatura más pura.

    Y los Espíritus de la Luna,
    orgullosos y fríos,
    declararon que ningún ser solar debía volver a pisar sus dominios.


    Fue entonces cuando ambos grupos superiores —solares y lunares—
    tejieron un destino cruel:

    un sello eterno
    que impedía que lo solar tocara lo lunar
    y que lo lunar tocara lo solar.

    Los mundos quedaron separados
    por la fuerza del miedo.

    Y Shobu y Xinia quedaron separados
    por la fuerza del amor.


    ---

    El Primer Eclipse

    Pero el amor, cuando es verdadero,
    rompe incluso las órdenes de los dioses.

    La Luna pasó frente al Sol.
    El Sol abrazó a la Luna por la espalda.

    Y en esa alineación perfecta,
    por primera vez en la historia del cielo,
    nació un camino imposible:

    un puente de fuego y plata,
    creado no por magia solar ni lunar,
    sino
    por la súplica unida
    de dos espíritus que se negaban a olvidarse.

    Xinia cruzó.
    Shobu cruzó.

    Y se encontraron en medio del eclipse,
    en un territorio que no era del Sol ni de la Luna,
    sino del amor prohibido.

    Bajo aquel puente, se prometieron mil vidas.
    Pero mil vidas no fueron suficientes para calmar a los mundos.


    ---

    Los eclipses de amor y guerra

    Cuando los Phyros y los Elunai vieron que el eclipse
    había roto sus prohibiciones,
    nació la primera guerra entre sus pueblos.

    No una guerra de ejércitos,
    sino una guerra de pensamiento:

    unos defendiendo la unión,

    otros exigiendo separación eterna.


    Desde entonces,
    cada eclipse repite la historia:

    cuando Sol y Luna se tocan, se encuentran dos amantes;
    cuando Sol y Luna se oscurecen, se confrontan dos pueblos.

    Los eclipses son puentes.
    Los eclipses son cicatrices.
    Y en el corazón de cada uno
    late todavía el juramento de Shobu y Xinia,
    el primer amor entre fuego y plata.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 Al caer la segunda noche, la vuelvo a ver... Selin: Déjame que te cuente... La Leyenda de Shobu y Xinia Eclipses de amor y guerra Antes de que el tiempo aprendiera a contarse, cuando el cosmos aún era joven y silencioso, existió un espíritu solar errante. Shobu, una chispa viva del Sol, no era un habitante como los Phyros, sino una de las entidades primordiales, un Espíritu del Sol nacido del núcleo ardiente de la estrella. Viajaba libre, cruzando reinos de fuego, polvo y vacío, curioso ante todo aquello que no ardía como él. Un día, su luz chocó contra una esfera que no quemaba… sino que reflejaba. Había encontrado la Luna. La superficie plateada escondía vida delicada y silenciosa: los Elunai, habitantes lunares, y los misteriosos Espíritus de la Luna, criaturas antiguas como la noche. Y entre ellos, Shobu vio a una criatura cuya belleza anuló todo pensamiento: Xinia, espíritu lunar joven, una raposa de pelaje blanco y brillo azul, nacida de la calma de la Luna y bendecida por la plata de los Espíritus Lunares. Su luz no quemaba. Su luz acariciaba. Y Shobu, por primera vez, quiso ser acariciado. --- El primer lazo entre Sol y Luna Xinia se acercó sin temor alguno: ella no conocía el fuego, solo la quietud luminosa. Cuando tocaron sus energías —fuego y plata— el cosmos registró un suceso inédito: dos espíritus de orígenes contrarios hicieron armonía. Su unión fue inmediata, natural, destinada. Shobu deseó mostrarle su hogar en el Sol. Xinia aceptó, curiosa… y ese gesto inocente cambió para siempre el equilibrio de los mundos. --- La ira de Phyros y Elunai Cuando Shobu llevó a Xinia al Sol: Los Phyros (habitantes solares) ardieron en rabia: ¿cómo podía una criatura lunar resistir el calor sagrado del Sol? Lo consideraron un sacrilegio. Los Espíritus del Sol vieron peligro: “lo que es lunar no debe tocar lo solar”. Mientras tanto, Los Elunai (habitantes de la Luna) se sintieron traicionados: Shobu había arrebatado a su criatura más pura. Y los Espíritus de la Luna, orgullosos y fríos, declararon que ningún ser solar debía volver a pisar sus dominios. Fue entonces cuando ambos grupos superiores —solares y lunares— tejieron un destino cruel: un sello eterno que impedía que lo solar tocara lo lunar y que lo lunar tocara lo solar. Los mundos quedaron separados por la fuerza del miedo. Y Shobu y Xinia quedaron separados por la fuerza del amor. --- El Primer Eclipse Pero el amor, cuando es verdadero, rompe incluso las órdenes de los dioses. La Luna pasó frente al Sol. El Sol abrazó a la Luna por la espalda. Y en esa alineación perfecta, por primera vez en la historia del cielo, nació un camino imposible: un puente de fuego y plata, creado no por magia solar ni lunar, sino por la súplica unida de dos espíritus que se negaban a olvidarse. Xinia cruzó. Shobu cruzó. Y se encontraron en medio del eclipse, en un territorio que no era del Sol ni de la Luna, sino del amor prohibido. Bajo aquel puente, se prometieron mil vidas. Pero mil vidas no fueron suficientes para calmar a los mundos. --- Los eclipses de amor y guerra Cuando los Phyros y los Elunai vieron que el eclipse había roto sus prohibiciones, nació la primera guerra entre sus pueblos. No una guerra de ejércitos, sino una guerra de pensamiento: unos defendiendo la unión, otros exigiendo separación eterna. Desde entonces, cada eclipse repite la historia: cuando Sol y Luna se tocan, se encuentran dos amantes; cuando Sol y Luna se oscurecen, se confrontan dos pueblos. Los eclipses son puentes. Los eclipses son cicatrices. Y en el corazón de cada uno late todavía el juramento de Shobu y Xinia, el primer amor entre fuego y plata.
    Me entristece
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    La visión de la Madre-Luna

    Esa misma noche, cuando por fin dejo que el cansancio me aprisione, caigo en un sueño extraño, profundo, distinto…
    No hay jardín de sombras, no hay caos, no hay dolor.

    Solo un vasto espacio blanco.
    Una quietud antigua.
    Un silencio que no pesa.

    Y entonces la veo.

    Una figura femenina
    de cabellos rubios que flotan como hebras de sol en el vacío.
    Su piel irradia una luz suave, casi líquida.

    Se parece a mi madre Jennifer…
    pero sus ojos…
    sus ojos son los de Selin.
    Mi abuela.
    La luna en su forma más pura.

    Ella sonríe con una tristeza hermosa.

    Selin:
    “Hija mía…”

    Su voz no suena, resuena en todo mi cuerpo.

    “Todos te han contado cómo fue el día que naciste…
    La luna del esturión…
    Las perseidas cayendo como espadas de plata…
    La noche en que lo imposible se abrió para darte paso.”

    Camina hacia mí, aunque aquí no exista suelo.
    Su mano se estira…
    no para tocarme, sino para sostener mi alma.

    “Ahora deja que yo te cuente
    cómo fue el día que moriste.”

    Mi pecho se oprime.
    Mis dedos tiemblan sin poder levantarme.
    No entiendo.
    No quiero entender.

    Pero ella continúa, con esa serenidad que rompe.

    “Quiero alinear las piezas de nuevo.
    Las tuyas…
    Y las mías…
    Antes de que el caos te reclame por completo.”

    La luz detrás de ella se oscurece.
    Una sombra se forma.
    Mi sombra.
    Veythra.

    El sueño se tensa como una cuerda a punto de romperse.


    ---

    El despertar

    Me despierto de golpe.
    Empapada en sudor, con el corazón retumbando como si aún estuviera cayendo desde un lugar muy alto.
    Miro a mi alrededor: nada ha cambiado…
    pero todo está distinto.

    Ese sueño no ha sido un sueño.

    Algo en mi interior —algo antiguo, algo lunar, algo materno— me lo confirma.

    Me siento en la cama, los pies fríos contra el suelo del castillo.
    Intento cerrar los ojos, pero cada vez que lo hago aparece la mirada de Selin, y detrás, la sombra de Veythra.

    Esa noche no vuelvo a dormir.
    No puedo.
    No debo.

    Solo una frase late dentro de mi cráneo como un tambor:

    “Déjame que te cuente…”
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 La visión de la Madre-Luna Esa misma noche, cuando por fin dejo que el cansancio me aprisione, caigo en un sueño extraño, profundo, distinto… No hay jardín de sombras, no hay caos, no hay dolor. Solo un vasto espacio blanco. Una quietud antigua. Un silencio que no pesa. Y entonces la veo. Una figura femenina de cabellos rubios que flotan como hebras de sol en el vacío. Su piel irradia una luz suave, casi líquida. Se parece a mi madre Jennifer… pero sus ojos… sus ojos son los de Selin. Mi abuela. La luna en su forma más pura. Ella sonríe con una tristeza hermosa. Selin: “Hija mía…” Su voz no suena, resuena en todo mi cuerpo. “Todos te han contado cómo fue el día que naciste… La luna del esturión… Las perseidas cayendo como espadas de plata… La noche en que lo imposible se abrió para darte paso.” Camina hacia mí, aunque aquí no exista suelo. Su mano se estira… no para tocarme, sino para sostener mi alma. “Ahora deja que yo te cuente cómo fue el día que moriste.” Mi pecho se oprime. Mis dedos tiemblan sin poder levantarme. No entiendo. No quiero entender. Pero ella continúa, con esa serenidad que rompe. “Quiero alinear las piezas de nuevo. Las tuyas… Y las mías… Antes de que el caos te reclame por completo.” La luz detrás de ella se oscurece. Una sombra se forma. Mi sombra. Veythra. El sueño se tensa como una cuerda a punto de romperse. --- El despertar Me despierto de golpe. Empapada en sudor, con el corazón retumbando como si aún estuviera cayendo desde un lugar muy alto. Miro a mi alrededor: nada ha cambiado… pero todo está distinto. Ese sueño no ha sido un sueño. Algo en mi interior —algo antiguo, algo lunar, algo materno— me lo confirma. Me siento en la cama, los pies fríos contra el suelo del castillo. Intento cerrar los ojos, pero cada vez que lo hago aparece la mirada de Selin, y detrás, la sombra de Veythra. Esa noche no vuelvo a dormir. No puedo. No debo. Solo una frase late dentro de mi cráneo como un tambor: “Déjame que te cuente…”
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    La visión de la Madre-Luna

    Esa misma noche, cuando por fin dejo que el cansancio me aprisione, caigo en un sueño extraño, profundo, distinto…
    No hay jardín de sombras, no hay caos, no hay dolor.

    Solo un vasto espacio blanco.
    Una quietud antigua.
    Un silencio que no pesa.

    Y entonces la veo.

    Una figura femenina
    de cabellos rubios que flotan como hebras de sol en el vacío.
    Su piel irradia una luz suave, casi líquida.

    Se parece a mi madre Jennifer…
    pero sus ojos…
    sus ojos son los de Selin.
    Mi abuela.
    La luna en su forma más pura.

    Ella sonríe con una tristeza hermosa.

    Selin:
    “Hija mía…”

    Su voz no suena, resuena en todo mi cuerpo.

    “Todos te han contado cómo fue el día que naciste…
    La luna del esturión…
    Las perseidas cayendo como espadas de plata…
    La noche en que lo imposible se abrió para darte paso.”

    Camina hacia mí, aunque aquí no exista suelo.
    Su mano se estira…
    no para tocarme, sino para sostener mi alma.

    “Ahora deja que yo te cuente
    cómo fue el día que moriste.”

    Mi pecho se oprime.
    Mis dedos tiemblan sin poder levantarme.
    No entiendo.
    No quiero entender.

    Pero ella continúa, con esa serenidad que rompe.

    “Quiero alinear las piezas de nuevo.
    Las tuyas…
    Y las mías…
    Antes de que el caos te reclame por completo.”

    La luz detrás de ella se oscurece.
    Una sombra se forma.
    Mi sombra.
    Veythra.

    El sueño se tensa como una cuerda a punto de romperse.


    ---

    El despertar

    Me despierto de golpe.
    Empapada en sudor, con el corazón retumbando como si aún estuviera cayendo desde un lugar muy alto.
    Miro a mi alrededor: nada ha cambiado…
    pero todo está distinto.

    Ese sueño no ha sido un sueño.

    Algo en mi interior —algo antiguo, algo lunar, algo materno— me lo confirma.

    Me siento en la cama, los pies fríos contra el suelo del castillo.
    Intento cerrar los ojos, pero cada vez que lo hago aparece la mirada de Selin, y detrás, la sombra de Veythra.

    Esa noche no vuelvo a dormir.
    No puedo.
    No debo.

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    La visión de la Madre-Luna

    Esa misma noche, cuando por fin dejo que el cansancio me aprisione, caigo en un sueño extraño, profundo, distinto…
    No hay jardín de sombras, no hay caos, no hay dolor.

    Solo un vasto espacio blanco.
    Una quietud antigua.
    Un silencio que no pesa.

    Y entonces la veo.

    Una figura femenina
    de cabellos rubios que flotan como hebras de sol en el vacío.
    Su piel irradia una luz suave, casi líquida.

    Se parece a mi madre Jennifer…
    pero sus ojos…
    sus ojos son los de Selin.
    Mi abuela.
    La luna en su forma más pura.

    Ella sonríe con una tristeza hermosa.

    Selin:
    “Hija mía…”

    Su voz no suena, resuena en todo mi cuerpo.

    “Todos te han contado cómo fue el día que naciste…
    La luna del esturión…
    Las perseidas cayendo como espadas de plata…
    La noche en que lo imposible se abrió para darte paso.”

    Camina hacia mí, aunque aquí no exista suelo.
    Su mano se estira…
    no para tocarme, sino para sostener mi alma.

    “Ahora deja que yo te cuente
    cómo fue el día que moriste.”

    Mi pecho se oprime.
    Mis dedos tiemblan sin poder levantarme.
    No entiendo.
    No quiero entender.

    Pero ella continúa, con esa serenidad que rompe.

    “Quiero alinear las piezas de nuevo.
    Las tuyas…
    Y las mías…
    Antes de que el caos te reclame por completo.”

    La luz detrás de ella se oscurece.
    Una sombra se forma.
    Mi sombra.
    Veythra.

    El sueño se tensa como una cuerda a punto de romperse.


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    El despertar

    Me despierto de golpe.
    Empapada en sudor, con el corazón retumbando como si aún estuviera cayendo desde un lugar muy alto.
    Miro a mi alrededor: nada ha cambiado…
    pero todo está distinto.

    Ese sueño no ha sido un sueño.

    Algo en mi interior —algo antiguo, algo lunar, algo materno— me lo confirma.

    Me siento en la cama, los pies fríos contra el suelo del castillo.
    Intento cerrar los ojos, pero cada vez que lo hago aparece la mirada de Selin, y detrás, la sombra de Veythra.

    Esa noche no vuelvo a dormir.
    No puedo.
    No debo.

    Solo una frase late dentro de mi cráneo como un tambor:

    “Déjame que te cuente…”
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 La visión de la Madre-Luna Esa misma noche, cuando por fin dejo que el cansancio me aprisione, caigo en un sueño extraño, profundo, distinto… No hay jardín de sombras, no hay caos, no hay dolor. Solo un vasto espacio blanco. Una quietud antigua. Un silencio que no pesa. Y entonces la veo. Una figura femenina de cabellos rubios que flotan como hebras de sol en el vacío. Su piel irradia una luz suave, casi líquida. Se parece a mi madre Jennifer… pero sus ojos… sus ojos son los de Selin. Mi abuela. La luna en su forma más pura. Ella sonríe con una tristeza hermosa. Selin: “Hija mía…” Su voz no suena, resuena en todo mi cuerpo. “Todos te han contado cómo fue el día que naciste… La luna del esturión… Las perseidas cayendo como espadas de plata… La noche en que lo imposible se abrió para darte paso.” Camina hacia mí, aunque aquí no exista suelo. Su mano se estira… no para tocarme, sino para sostener mi alma. “Ahora deja que yo te cuente cómo fue el día que moriste.” Mi pecho se oprime. Mis dedos tiemblan sin poder levantarme. No entiendo. No quiero entender. Pero ella continúa, con esa serenidad que rompe. “Quiero alinear las piezas de nuevo. Las tuyas… Y las mías… Antes de que el caos te reclame por completo.” La luz detrás de ella se oscurece. Una sombra se forma. Mi sombra. Veythra. El sueño se tensa como una cuerda a punto de romperse. --- El despertar Me despierto de golpe. Empapada en sudor, con el corazón retumbando como si aún estuviera cayendo desde un lugar muy alto. Miro a mi alrededor: nada ha cambiado… pero todo está distinto. Ese sueño no ha sido un sueño. Algo en mi interior —algo antiguo, algo lunar, algo materno— me lo confirma. Me siento en la cama, los pies fríos contra el suelo del castillo. Intento cerrar los ojos, pero cada vez que lo hago aparece la mirada de Selin, y detrás, la sombra de Veythra. Esa noche no vuelvo a dormir. No puedo. No debo. Solo una frase late dentro de mi cráneo como un tambor: “Déjame que te cuente…”
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  • CLÍNICA CLANDESTINA NÉMESIS

    Si llegaste hasta esta puerta, es porque ya no tienes otra salida.

    Bienvenido a la Clínica Clandestina NÉMESIS, un refugio para quienes viven fuera de los sistemas, las leyes y las especies reconocidas.

    Público que atendemos

    Somos el último recurso para quienes existen entre líneas:

    Humanos indocumentados

    Lesionados, perseguidos, fugitivos.
    Aquí nadie pregunta nombres ni razones.

    Miembros de clanes mafiosos

    Heridas por balas, traiciones, rituales o silencios.
    Pagas, entras, vives. Eso es todo.

    Híbridos inestables

    Criaturas a medio camino entre dos mundos.
    Mutaciones, crisis sanguíneas, pérdida de control.

    Seres sobrenaturales

    Vampiros desangrados, licántropos con heridas imposibles, demonios fracturados, entidades sin rastro térmico.
    Si respiras o alguna vez lo hiciste… podemos ayudarte.
    Si no, probablemente también.

    Qué hacemos aquí

    Detrás de esta puerta oxidada hay tres niveles invisibles en cualquier registro:

    Nivel 0 — La fachada

    Consultas legales, estética médica, atención básica para quienes aún pueden mezclarse entre humanos.

    Nivel -1 — Medicina avanzada

    Neurocirugía compleja, regeneración experimental, reconstrucción orgánica, estabilización biológica.

    Nivel - 2 — La zona prohibida

    Cirugía de almas, contención de criaturas, manipulación de memorias.

    La regla de oro

    Aquí nadie pregunta quién eres.
    Solo qué necesitas para seguir respirando… o funcionando.
    No juzgamos tus heridas, tus pecados, tu sangre ni tu especie.
    Si la puerta se abrió para ti, significa que la clínica ya te aceptó.
    Entra. NÉMESIS no rechaza a los que viven entre sombras
    CLÍNICA CLANDESTINA NÉMESIS Si llegaste hasta esta puerta, es porque ya no tienes otra salida. Bienvenido a la Clínica Clandestina NÉMESIS, un refugio para quienes viven fuera de los sistemas, las leyes y las especies reconocidas. 🎯 Público que atendemos Somos el último recurso para quienes existen entre líneas: Humanos indocumentados Lesionados, perseguidos, fugitivos. Aquí nadie pregunta nombres ni razones. Miembros de clanes mafiosos Heridas por balas, traiciones, rituales o silencios. Pagas, entras, vives. Eso es todo. Híbridos inestables Criaturas a medio camino entre dos mundos. Mutaciones, crisis sanguíneas, pérdida de control. Seres sobrenaturales Vampiros desangrados, licántropos con heridas imposibles, demonios fracturados, entidades sin rastro térmico. Si respiras o alguna vez lo hiciste… podemos ayudarte. Si no, probablemente también. 🩺 Qué hacemos aquí Detrás de esta puerta oxidada hay tres niveles invisibles en cualquier registro: Nivel 0 — La fachada Consultas legales, estética médica, atención básica para quienes aún pueden mezclarse entre humanos. Nivel -1 — Medicina avanzada Neurocirugía compleja, regeneración experimental, reconstrucción orgánica, estabilización biológica. Nivel - 2 — La zona prohibida Cirugía de almas, contención de criaturas, manipulación de memorias. 🔥 La regla de oro Aquí nadie pregunta quién eres. Solo qué necesitas para seguir respirando… o funcionando. No juzgamos tus heridas, tus pecados, tu sangre ni tu especie. Si la puerta se abrió para ti, significa que la clínica ya te aceptó. Entra. NÉMESIS no rechaza a los que viven entre sombras
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  • 𝑰𝑵𝑺𝑻𝑨𝑮𝑹𝑨𝑴 ↷ 𝐮𝐩𝐝𝐚𝐭𝐞.
    𓂅 @jaejun.sanren ⠀。⠀。
    ˹ posted on
    .⇾ 30/11
    ˹ located in
    .⇾ Sanren Hanok, Seoul
    ❝ Después del entrenamiento matutino, nada mejor que una ducha relajante y reparadora.

    Hay días en los que el silencio del hanok se siente cómodo…y otros en los que la casa parece necesitar una presencia extra.
    Un par de pasos más en el pasillo.
    Una voz distinta a la mía.
    Un “¿qué estás haciendo?” desde la puerta.
    Supongo que hoy es uno de esos días.

    A veces un buen domingo empieza con agua caliente,
    pero mejora con buena compañía.
    La invitación está abierta. ❞

    #SeductiveSunday #MorningTraining #HotShower #SanrenHanok #LazySunday #OpenInvitation #JaejunVibes
    𝑰𝑵𝑺𝑻𝑨𝑮𝑹𝑨𝑴 ↷ 𝐮𝐩𝐝𝐚𝐭𝐞. 𓂅 @jaejun.sanren ⠀。⠀。 ˹ posted on .⇾ 30/11 ˹ located in .⇾ Sanren Hanok, Seoul ❝ Después del entrenamiento matutino, nada mejor que una ducha relajante y reparadora. Hay días en los que el silencio del hanok se siente cómodo…y otros en los que la casa parece necesitar una presencia extra. Un par de pasos más en el pasillo. Una voz distinta a la mía. Un “¿qué estás haciendo?” desde la puerta. Supongo que hoy es uno de esos días. A veces un buen domingo empieza con agua caliente, pero mejora con buena compañía. La invitación está abierta. ❞ #SeductiveSunday #MorningTraining #HotShower #SanrenHanok #LazySunday #OpenInvitation #JaejunVibes
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  • El portal se cerró detrás de ellas con un chasquido seco. La incertidumbre del futuro invadió el lugar, el ambiente se sentía denso

    Raora Panthera , Dohanna ,
    Aikaterine Ouro y Baelz Cruzaron la barrera dimensional, llegando a un lugar muy apartado de la civilización. Este lugar, cubierto de árboles, estaba perfectamente protegido por la guardiana de la naturaleza, Fauna . Quien esperaba junto a Tsukumo Sana Espacio y a Serithra

    La sensación fue un choque violento, el olor y vista del lugar hacia contraste con el verdadero motivo de la reunión y con el desorden del grupo que acababa de llegar

    Fauna esperaba allí, serena e inmutable. A su lado se encontraba Sana, su presencia hacia que el asunto se sintiera diminuto a comparación del cosmos que representaba. Además la diosa del sol también acompañaba la reunión, con un aura imponente

    Baelz sintió un escalofrío, pero no podia temer, en ese momento, el futuro del mundo estaba en juego. Observó a todos los presentes que esperaban en silencio

    —Así que estamos de vuelta — dijo, su voz era baja, por fin había probado la libertad aunque sabia que la paz no duraría mucho tiempo
    El portal se cerró detrás de ellas con un chasquido seco. La incertidumbre del futuro invadió el lugar, el ambiente se sentía denso [divine_eyes], [moon_energy_goddess], [Mercenary1x] y Baelz Cruzaron la barrera dimensional, llegando a un lugar muy apartado de la civilización. Este lugar, cubierto de árboles, estaba perfectamente protegido por la guardiana de la naturaleza, [Fauna_Nature] . Quien esperaba junto a [blaze_titanium_scorpion_916] y a [Sun_Goddess] La sensación fue un choque violento, el olor y vista del lugar hacia contraste con el verdadero motivo de la reunión y con el desorden del grupo que acababa de llegar Fauna esperaba allí, serena e inmutable. A su lado se encontraba Sana, su presencia hacia que el asunto se sintiera diminuto a comparación del cosmos que representaba. Además la diosa del sol también acompañaba la reunión, con un aura imponente Baelz sintió un escalofrío, pero no podia temer, en ese momento, el futuro del mundo estaba en juego. Observó a todos los presentes que esperaban en silencio —Así que estamos de vuelta — dijo, su voz era baja, por fin había probado la libertad aunque sabia que la paz no duraría mucho tiempo
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  • —En cuanto llego vio a Jacket sentado en el sofa mientras se mantenia en silencio, el solo se sento lejos de el mientras movia los pies ansioso—

    —Te ves mejor que la otra vez....

    —Jacket solo se encontraba alli callado, mientras giraba el bat que uso para romper la cabeza de todos los rusos que habian en el lugar—

    —Di algo carajo, no es una cita adolescente de mierda

    —(Jacket):Cierra la boca antes de que te la parta..
    —En cuanto llego vio a Jacket sentado en el sofa mientras se mantenia en silencio, el solo se sento lejos de el mientras movia los pies ansioso— —Te ves mejor que la otra vez.... —Jacket solo se encontraba alli callado, mientras giraba el bat que uso para romper la cabeza de todos los rusos que habian en el lugar— —Di algo carajo, no es una cita adolescente de mierda —(Jacket):Cierra la boca antes de que te la parta..
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