• Soy un monje budista de alto rango, un Buda ya que alcance la iluminación al cumplir con su misión de escoltar a mi segundo maestro. Viajo por los pueblos rurales ayudando a las personas a iluminars y a detener a los demonios que las atacan. También soy un guerrero artemarcialista con poderes mágicos y místicos. Cuando regreso a mi reino, retornaó con mis obligaciones cómo el Rey del Monte Huaguo.
    Soy un monje budista de alto rango, un Buda ya que alcance la iluminación al cumplir con su misión de escoltar a mi segundo maestro. Viajo por los pueblos rurales ayudando a las personas a iluminars y a detener a los demonios que las atacan. También soy un guerrero artemarcialista con poderes mágicos y místicos. Cuando regreso a mi reino, retornaó con mis obligaciones cómo el Rey del Monte Huaguo.
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  • ꧁•⊹٭Village AU٭⊹•꧂


    ˚    .



    •    . ° ·



    - la primavera había llegado a aquel pueblo rural, tras un duro invierno era momento de retomar las actividades cotidianas y poco a poco volver a la normalidad; la nieve ya empezaba a derretirse y el sol irradiaba con un calor agradable a la piel contrastando con las gélidas temperaturas de las semanas anteriores. -

    - la joven Kamado, con su kimono rosa habitual y cabello recogido, se encontraba saliendo de su hogar hacia la parte trasera donde tenía las cuerdas para tendee la ropa. Traía una canasta entre sus manos con todas las prendas húmedas que acababa de lavar .Una suave sonrisa adornaba su rostro, no solo era relajante para ella ocuparse de las labores hogareñas, sino que el cálido ambiente de la primavera siempre alegraba su humor-
    ꧁•⊹٭Village AU٭⊹•꧂ ˚    . •    . ° · - la primavera había llegado a aquel pueblo rural, tras un duro invierno era momento de retomar las actividades cotidianas y poco a poco volver a la normalidad; la nieve ya empezaba a derretirse y el sol irradiaba con un calor agradable a la piel contrastando con las gélidas temperaturas de las semanas anteriores. - - la joven Kamado, con su kimono rosa habitual y cabello recogido, se encontraba saliendo de su hogar hacia la parte trasera donde tenía las cuerdas para tendee la ropa. Traía una canasta entre sus manos con todas las prendas húmedas que acababa de lavar .Una suave sonrisa adornaba su rostro, no solo era relajante para ella ocuparse de las labores hogareñas, sino que el cálido ambiente de la primavera siempre alegraba su humor-
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  • - así es la Jade real, una sucia y salvaje grangel que aprovecha sus excursiones por zonas rurales y apartadas para cazar y beber cómo si no hubiera un mañana, desatando toda su fuerza para después volver a la ciudad renovada, llena de nuevas energías y seguir fingiendo ser una humilde fotografa normal, limpia y pulcra -
    - así es la Jade real, una sucia y salvaje grangel que aprovecha sus excursiones por zonas rurales y apartadas para cazar y beber cómo si no hubiera un mañana, desatando toda su fuerza para después volver a la ciudad renovada, llena de nuevas energías y seguir fingiendo ser una humilde fotografa normal, limpia y pulcra -
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  • 𖨂 𝘛𝘩𝘦 𝘧𝘪𝘳𝘴𝘵 𝘵𝘪𝘮𝘦. ㅤ ; ㅤFB - Texas. (c/ Caleb Galloway)
    Fandom Lord Seventh ; AHS
    Categoría Slice of Life
    ㅤEl aire era nuevo, la vista era extraña, el camino que recorría era desconocido y aún así, su expresión se encontraba inmutable y seria. Sus ojos grises parecían apagados, mientras las miradas a su alrededor se posaban estupefactas sobre su persona.

    ㅤA sus 18 años ¿O quizás eran más de 800? La cuenta estaba perdida desde hace tiempo, pero en esta vida apenas había alcanzado la adultez. Ya había cruzado el océano cientos de veces, y aunque aquella región era nueva, la emoción estaba apagada, los viajes definitivamente no eran para él, y en las circunstancias actuales, la visita era mucho menos amena.

    ͏͏ㅤLa familia Jing llevaba siglos siendo representantes comerciales de la tribu chamánica de Nangjiang, lo que había iniciado en su séptima vida, ahora era nuevamente su responsabilidad, y era aquella palabra la que traía sus hombros pesados.

    ㅤEl pueblo de Nangjiang parecía haberse quedado en el tiempo, por lo que se negarían usar un auto de no ser extremadamente necesario, se negarían a hacer grandes negocios y en cambio preferirían invertir la fortuna de sus tierras en pequeños mercados, que aunque obtenía ganancias decentes, no representaba nada significativo. Pero por ello, aún debía tomarse la molestia de atravesar medio mundo, alquilar tres caballos para recorrer las zonas rurales, con dos estoicos guardias y un para nada sutil velo negro cubriendo su rostro, que llamaba la atención sobre su persona como si de una viuda en luto se trataba.

    ㅤAquella formal vestimenta le hacía sentir extraño, y en el momento en el que el tráfico de gente imposibilitaba el paso de los caballos, moverse a pie parecía aún más tortuoso.
    Solo por curiosidad, llevó su mano a su rostro, amenazando de despojarse de aquel velo, pero sus yemas no llegaron a tocar la tela en cuanto sintió que una fuerte presión rodeaba su muñeca. La amenazante mirada de aquel hombre de 1,90 que lo acompañaba le decía que sería imposible, lo había comprendido hace siglos, pero un pequeño intento no hacía daño a nadie.

    ㅤSoltó un suspiro agotado, pero debajo de aquella tela que solo dejaba su mirada libre había una pequeña sonrisa.
    No había nada que hacer, de su costado un abanico de papel se hizo presente y se abrió delante de su rostro. El príncipe era conocido por vivir en los extremos o sería invisible o sería llamativo. Si debía llevar aquel velo, no habría problema para él también extender su accesorio preferido a riesgo de que las voces consternadas fueran en aumento.

    ㅤDe por sí, en sus tierras era alguien excéntrico, ya nadie solía a llevar piezas tan distinguidas, más aquella costumbre estaba arraigada en su pecho, y junto al velo la gente solo podía pensar que era como alguno de aquellos jóvenes que en su adolescencia perdida vestían cosplays para viajar en tren. Lejos de ser algo espectacular, en el extranjero aprendió que eso no era algo demasiado respetable.

    ㅤRecorriendo puesto a puesto, buscando agricultores locales con los cuales asociarse, escuchaba las voces despectivas que se referían hacía su persona como “raro” y demás adjetivos ofensivos.

    ㅤLejos de enojarse, podría reírse en la cara de estos, frunciendo los ceños de los vendedores, pero seguro de que nadie se atrevería a lanzarle un golpe, no mientras aquellos corpulentos guardias tuvieran rostros de piedra.

    ㅤㅤ⸻ No hay nada interesante aquí, no vamos a desperdiciar dinero en tanta basura.

    ㅤExclamó a los dos hombres que lo acompañaban, quienes también servían como la rama más próxima al líder a quién servía. Sin embargo, aunque estos dos hombres no estuvieran dotados de ningún conocimiento en economía, ambos sacudieron su cabeza en modo negativo, sin estar dispuestos a marcharse tan prontamente. En cambio, uno de ellos elevó su dedo y señaló un puesto pequeño extendido sobre una manta. Su mirada decayó y su rostro se puso rígido. Lo veía y parecía una locura, pero como su rostro estaba privado de mostrar cualquier gesto, la desaprobación no era obvia y sus acompañantes se pusieron en marcha sin dejarle hablar siquiera.

    ㅤÉl, aunque con un respetable metro ochenta, aún era el más pequeño de la triada, y su masa muscular era apenas la mitad de lo que aquellos dos habían trabajado durante toda su vida. Si no podía oponerse con palabras, menos podría oponerse físicamente, pues aunque fuera un príncipe, nadie en Nangjiang temía aplicar el castigo físico, y si recordaba el modo en el que su apellido ganó su puesto en aquel territorio, ir en contra de ellos no sería de sus mejores ideas. Se sintió derrotado en ese instante mientras caminaba con un paso apresurado para ponerse al frente.

    ㅤCon su abanico abierto, el velo negro dejando solo un par de ojos similares a flores de melocotón, ofreció una sonrisa imperceptible, aunque un poco impactado debido a que el chico al frente no parecía mayor que él.

    ㅤㅤ⸻ ¿Qué tienes aquí?

    ㅤYendo directamente al grano, se colocó en cuclillas, seguido por el par de hombres detrás de él quienes se veían más interesados en la mercancía, tomando en manos algunas de estas, seguramente intentando corroborar la calidad del producto tal como acostumbraban en las tierras del sur de donde provenían.

    Caleb Galloway
    ㅤEl aire era nuevo, la vista era extraña, el camino que recorría era desconocido y aún así, su expresión se encontraba inmutable y seria. Sus ojos grises parecían apagados, mientras las miradas a su alrededor se posaban estupefactas sobre su persona. ㅤA sus 18 años ¿O quizás eran más de 800? La cuenta estaba perdida desde hace tiempo, pero en esta vida apenas había alcanzado la adultez. Ya había cruzado el océano cientos de veces, y aunque aquella región era nueva, la emoción estaba apagada, los viajes definitivamente no eran para él, y en las circunstancias actuales, la visita era mucho menos amena. ͏͏ㅤLa familia Jing llevaba siglos siendo representantes comerciales de la tribu chamánica de Nangjiang, lo que había iniciado en su séptima vida, ahora era nuevamente su responsabilidad, y era aquella palabra la que traía sus hombros pesados. ㅤEl pueblo de Nangjiang parecía haberse quedado en el tiempo, por lo que se negarían usar un auto de no ser extremadamente necesario, se negarían a hacer grandes negocios y en cambio preferirían invertir la fortuna de sus tierras en pequeños mercados, que aunque obtenía ganancias decentes, no representaba nada significativo. Pero por ello, aún debía tomarse la molestia de atravesar medio mundo, alquilar tres caballos para recorrer las zonas rurales, con dos estoicos guardias y un para nada sutil velo negro cubriendo su rostro, que llamaba la atención sobre su persona como si de una viuda en luto se trataba. ㅤAquella formal vestimenta le hacía sentir extraño, y en el momento en el que el tráfico de gente imposibilitaba el paso de los caballos, moverse a pie parecía aún más tortuoso. Solo por curiosidad, llevó su mano a su rostro, amenazando de despojarse de aquel velo, pero sus yemas no llegaron a tocar la tela en cuanto sintió que una fuerte presión rodeaba su muñeca. La amenazante mirada de aquel hombre de 1,90 que lo acompañaba le decía que sería imposible, lo había comprendido hace siglos, pero un pequeño intento no hacía daño a nadie. ㅤSoltó un suspiro agotado, pero debajo de aquella tela que solo dejaba su mirada libre había una pequeña sonrisa. No había nada que hacer, de su costado un abanico de papel se hizo presente y se abrió delante de su rostro. El príncipe era conocido por vivir en los extremos o sería invisible o sería llamativo. Si debía llevar aquel velo, no habría problema para él también extender su accesorio preferido a riesgo de que las voces consternadas fueran en aumento. ㅤDe por sí, en sus tierras era alguien excéntrico, ya nadie solía a llevar piezas tan distinguidas, más aquella costumbre estaba arraigada en su pecho, y junto al velo la gente solo podía pensar que era como alguno de aquellos jóvenes que en su adolescencia perdida vestían cosplays para viajar en tren. Lejos de ser algo espectacular, en el extranjero aprendió que eso no era algo demasiado respetable. ㅤRecorriendo puesto a puesto, buscando agricultores locales con los cuales asociarse, escuchaba las voces despectivas que se referían hacía su persona como “raro” y demás adjetivos ofensivos. ㅤLejos de enojarse, podría reírse en la cara de estos, frunciendo los ceños de los vendedores, pero seguro de que nadie se atrevería a lanzarle un golpe, no mientras aquellos corpulentos guardias tuvieran rostros de piedra. ㅤㅤ⸻ No hay nada interesante aquí, no vamos a desperdiciar dinero en tanta basura. ㅤExclamó a los dos hombres que lo acompañaban, quienes también servían como la rama más próxima al líder a quién servía. Sin embargo, aunque estos dos hombres no estuvieran dotados de ningún conocimiento en economía, ambos sacudieron su cabeza en modo negativo, sin estar dispuestos a marcharse tan prontamente. En cambio, uno de ellos elevó su dedo y señaló un puesto pequeño extendido sobre una manta. Su mirada decayó y su rostro se puso rígido. Lo veía y parecía una locura, pero como su rostro estaba privado de mostrar cualquier gesto, la desaprobación no era obvia y sus acompañantes se pusieron en marcha sin dejarle hablar siquiera. ㅤÉl, aunque con un respetable metro ochenta, aún era el más pequeño de la triada, y su masa muscular era apenas la mitad de lo que aquellos dos habían trabajado durante toda su vida. Si no podía oponerse con palabras, menos podría oponerse físicamente, pues aunque fuera un príncipe, nadie en Nangjiang temía aplicar el castigo físico, y si recordaba el modo en el que su apellido ganó su puesto en aquel territorio, ir en contra de ellos no sería de sus mejores ideas. Se sintió derrotado en ese instante mientras caminaba con un paso apresurado para ponerse al frente. ㅤCon su abanico abierto, el velo negro dejando solo un par de ojos similares a flores de melocotón, ofreció una sonrisa imperceptible, aunque un poco impactado debido a que el chico al frente no parecía mayor que él. ㅤㅤ⸻ ¿Qué tienes aquí? ㅤYendo directamente al grano, se colocó en cuclillas, seguido por el par de hombres detrás de él quienes se veían más interesados en la mercancía, tomando en manos algunas de estas, seguramente intentando corroborar la calidad del producto tal como acostumbraban en las tierras del sur de donde provenían. [Otterlie_gj]
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  • Riesgos
    Fandom OC
    Categoría Slice of Life
    El aire frío de la noche le da de golpe en la cara y le recuerda rápidamente adonde pertenece: afuera. En su elemento, bajo la atenta mirada de los campos rurales junto a la carretera y alrededor del bar encuentra el sutil apoyo que estaba buscando.

    Cabizbajo aún, libera la tensión que se ha apoderado de su brazo y su espalda alta, mientras camina lentamente con la ayuda de su bastón, junto a James.

    — Nunca tuve una buena relación con los regalos —comienza, sin alzar demasiado la voz—. Desde niño sobreviví de lo que podía encontrar en las calles de Siberia. La gente solía ofrecerme comida a cambio de hacerle favores, grandes favores a cambio de pequeñas migajas. Luego, sucedió también en mi adolescencia, grandes sacrificios a cambio de que no me partieran la espalda.

    Lleva la mirada a la mano de James que ha guardado el paquete en el bolsillo, con curiosidad.

    — De adulto, ya no pueden abusar de mi entrega. Pero nada les impide colar intereses mezquinos con cada regalo que me ofrecen. La mayoría de las veces quieren ponerme en deuda, otras veces intentan relacionarse conmigo saltándose el paso de conocerme para ir directo a exigirme. O también, buscan el camino fácil para expiar culpas cuando no han sabido lidiar conmigo ni les conviene alejarse de mí.

    Dada lo extenso de su discurso y el alcohol que lleva en la sangre, su acento ruso es fácil de detectar.

    #ElBrujoCojo James Benjamin Blackwood
    El aire frío de la noche le da de golpe en la cara y le recuerda rápidamente adonde pertenece: afuera. En su elemento, bajo la atenta mirada de los campos rurales junto a la carretera y alrededor del bar encuentra el sutil apoyo que estaba buscando. Cabizbajo aún, libera la tensión que se ha apoderado de su brazo y su espalda alta, mientras camina lentamente con la ayuda de su bastón, junto a James. — Nunca tuve una buena relación con los regalos —comienza, sin alzar demasiado la voz—. Desde niño sobreviví de lo que podía encontrar en las calles de Siberia. La gente solía ofrecerme comida a cambio de hacerle favores, grandes favores a cambio de pequeñas migajas. Luego, sucedió también en mi adolescencia, grandes sacrificios a cambio de que no me partieran la espalda. Lleva la mirada a la mano de James que ha guardado el paquete en el bolsillo, con curiosidad. — De adulto, ya no pueden abusar de mi entrega. Pero nada les impide colar intereses mezquinos con cada regalo que me ofrecen. La mayoría de las veces quieren ponerme en deuda, otras veces intentan relacionarse conmigo saltándose el paso de conocerme para ir directo a exigirme. O también, buscan el camino fácil para expiar culpas cuando no han sabido lidiar conmigo ni les conviene alejarse de mí. Dada lo extenso de su discurso y el alcohol que lleva en la sangre, su acento ruso es fácil de detectar. #ElBrujoCojo [Wendigo]
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  • Los kilómetros de costa pasaron hasta que llegaron a una cala bastante apartada y tranquila en la cual no había nadie, en la radio sonaba una canción. (https://youtu.be/aDCcLQto5BM?si=mNKWT_QzDwdpuX_E )
    Yuki Prakliaty llevaba la caravana y Ezequiel señalo un desvió rural, poco señalizado para para entrar en ella, estaban lejos de la ciudad o el pueblo más cercano cuando llegaron a la playa aparcaron para pasar la noche allí.
    —Este parece un buen sitio para que pasemos la noche ¿Te parece buen lugar? —Se estiro en el asiento. —Si no tenemos la opción de cambiar y que conduzca yo hasta que encontremos un lugar más acorde.
    Los kilómetros de costa pasaron hasta que llegaron a una cala bastante apartada y tranquila en la cual no había nadie, en la radio sonaba una canción. (https://youtu.be/aDCcLQto5BM?si=mNKWT_QzDwdpuX_E ) [Yuki2104] llevaba la caravana y Ezequiel señalo un desvió rural, poco señalizado para para entrar en ella, estaban lejos de la ciudad o el pueblo más cercano cuando llegaron a la playa aparcaron para pasar la noche allí. —Este parece un buen sitio para que pasemos la noche ¿Te parece buen lugar? —Se estiro en el asiento. —Si no tenemos la opción de cambiar y que conduzca yo hasta que encontremos un lugar más acorde.
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  • Hoy hablando con un posible sum me he dado cuenta de que no éramos compatibles cuando me ha empezado a describir lo que buscaba.

    No hay nada malo en este tipo de mazmorras, ni en la gente que las busca. Pero yo soy más... rural.

    Yo prefiero atarte a un árbol que a una cruz acolchada.
    Prefiero unos grilletes que unas esposas de peluche.
    Prefiero mis botas de montaña que unos tacones.
    Y prefiero atarte al morro de mi caravana antes que a la cama.

    ¿Y tú? ¿Qué quieres?
    Hoy hablando con un posible sum me he dado cuenta de que no éramos compatibles cuando me ha empezado a describir lo que buscaba. No hay nada malo en este tipo de mazmorras, ni en la gente que las busca. Pero yo soy más... rural. Yo prefiero atarte a un árbol que a una cruz acolchada. Prefiero unos grilletes que unas esposas de peluche. Prefiero mis botas de montaña que unos tacones. Y prefiero atarte al morro de mi caravana antes que a la cama. ¿Y tú? ¿Qué quieres?
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  • Una pokemon peculiar
    Fandom Pokemon
    Categoría Romance
    Eres un/a maestro/a pokemon que se encuentra en una plaza para descansar tras varias rutas y combates.
    La plaza tenia un aspecto acogedor, rural y toda la gente parecía normal.Pero, para tu sorpresa entre la multitud destacaría una Loppuny la cual estaría con ropa de humano sentada en un banco.
    Eres un/a maestro/a pokemon que se encuentra en una plaza para descansar tras varias rutas y combates. La plaza tenia un aspecto acogedor, rural y toda la gente parecía normal.Pero, para tu sorpresa entre la multitud destacaría una Loppuny la cual estaría con ropa de humano sentada en un banco.
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  • Fueron varios kilómetros casi en linea recta hasta llegar al sector rural de la ciudad.

    Gente trabajando en los campos, niños corriendo y familias compartiendo.

    Lejos del ruido y los motores de esas calles ha recorrido muchas veces desde que llegó aquí, la brisa y el olor a hierbas y frutos fueron un potenciador para que no se detuviera. No sabía que o quien encontraría en su camino pero su cuerpo necesitaba alejarse de la Academia Ohtori.

    Al llegar a una bifurcación divisó un pequeño río se cristalinas aguas. La tentación por refrescar sus pies no dio momento alguno para durar y caminó directo hacia el.

    Antes de pasar, se quitó sus zapatillas y pensó que lo mejor sería tomar un descanso a la sombra de un sauce y disfrutar de un pequeño bocadillo que llevaba consigo.
    Fueron varios kilómetros casi en linea recta hasta llegar al sector rural de la ciudad. Gente trabajando en los campos, niños corriendo y familias compartiendo. Lejos del ruido y los motores de esas calles ha recorrido muchas veces desde que llegó aquí, la brisa y el olor a hierbas y frutos fueron un potenciador para que no se detuviera. No sabía que o quien encontraría en su camino pero su cuerpo necesitaba alejarse de la Academia Ohtori. Al llegar a una bifurcación divisó un pequeño río se cristalinas aguas. La tentación por refrescar sus pies no dio momento alguno para durar y caminó directo hacia el. Antes de pasar, se quitó sus zapatillas y pensó que lo mejor sería tomar un descanso a la sombra de un sauce y disfrutar de un pequeño bocadillo que llevaba consigo.
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