• ¿Es posible burlar a la muerte?

    Para Kazuo, esto era algo innato. Había burlado a la muerte por más de 1,200 año. Pero ahora la cuenta regresiva se sentía más cerca que nunca. En un acto de amor, Kazuo vinculó su alma a la de Elizabeth. El día en que ella dé su último suspiro, él la acompañará.

    Aunque morir por amor suene muy romántico, Kazuo tenía la certeza de que volvería a reencarnar siendo quien es. Pero... ¿podría vivir una nueva vida sin ella? ¿Cómo sabría si ella se reencarnaría? ¿Y él, recordaría algo?

    Eran demasiados cabos sueltos, demasiada incertidumbre que el zorro no estaba dispuesto a asumir. Había dedicado sus últimas semanas a buscar información en libros, documentos y escritos de cualquier tipo que pudieran darle pistas sobre algo, algún hilo del que poder tirar.

    Algunos textos hablaban de un lugar más allá de Kyoto, un lugar en ruinas tan, o incluso más, antiguo que él. Decidió salir en la noche, solo... Probablemente recibiría una reprimenda, pero iba a ser un viaje de ida y vuelta en la misma noche; casi tendría que ir como un espíritu, en su forma de zorro, a través del bosque. Llevar a alguien con él haría imposible alcanzar esa velocidad.

    Llegó a aquellas ruinas, un amasijo de escombros cubiertos por la densidad del bosque, pero que emanaban un aura especial. Aquel sitio había sido antaño un lugar sagrado de extrema importancia. Seguramente, había sido destruido antes de la unificación de Japón; de ahí su estado.

    En una de las paredes había runas, símbolos y kanjis más antiguos que él mismo. Eran pocos los conocimientos que escapaban al saber del zorro, pero aquello era algo más grande que él: un conocimiento arcano. Decidió anotar todos los símbolos, memorizarlos e intentar encajar un significado con otro. Después de varias horas de recopilación, decidió marcharse de esas ruinas. No sabía si había encontrado el hilo que buscaba, pero al menos ya tenía más de lo que había podido averiguar hasta ahora.
    ¿Es posible burlar a la muerte? Para Kazuo, esto era algo innato. Había burlado a la muerte por más de 1,200 año. Pero ahora la cuenta regresiva se sentía más cerca que nunca. En un acto de amor, Kazuo vinculó su alma a la de Elizabeth. El día en que ella dé su último suspiro, él la acompañará. Aunque morir por amor suene muy romántico, Kazuo tenía la certeza de que volvería a reencarnar siendo quien es. Pero... ¿podría vivir una nueva vida sin ella? ¿Cómo sabría si ella se reencarnaría? ¿Y él, recordaría algo? Eran demasiados cabos sueltos, demasiada incertidumbre que el zorro no estaba dispuesto a asumir. Había dedicado sus últimas semanas a buscar información en libros, documentos y escritos de cualquier tipo que pudieran darle pistas sobre algo, algún hilo del que poder tirar. Algunos textos hablaban de un lugar más allá de Kyoto, un lugar en ruinas tan, o incluso más, antiguo que él. Decidió salir en la noche, solo... Probablemente recibiría una reprimenda, pero iba a ser un viaje de ida y vuelta en la misma noche; casi tendría que ir como un espíritu, en su forma de zorro, a través del bosque. Llevar a alguien con él haría imposible alcanzar esa velocidad. Llegó a aquellas ruinas, un amasijo de escombros cubiertos por la densidad del bosque, pero que emanaban un aura especial. Aquel sitio había sido antaño un lugar sagrado de extrema importancia. Seguramente, había sido destruido antes de la unificación de Japón; de ahí su estado. En una de las paredes había runas, símbolos y kanjis más antiguos que él mismo. Eran pocos los conocimientos que escapaban al saber del zorro, pero aquello era algo más grande que él: un conocimiento arcano. Decidió anotar todos los símbolos, memorizarlos e intentar encajar un significado con otro. Después de varias horas de recopilación, decidió marcharse de esas ruinas. No sabía si había encontrado el hilo que buscaba, pero al menos ya tenía más de lo que había podido averiguar hasta ahora.
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  • El mago Yukine empuja la pesada puerta de madera del bar. Al entrar, una mezcla de luces tenues y sombras danzantes lo envuelven. El aire está cargado de una mezcla de aromas: hierbas exóticas, pociones burbujeantes y el inconfundible olor a magia antigua.
    El bar está lleno de seres mitológicos de todo tipo. En una esquina, un grupo de elfos discute animadamente sobre la última moda en arcos encantados. Cerca de la barra, un centauro sorbe una bebida espumosa mientras conversa con una sirena que ha encontrado un asiento en un tanque de agua especialmente diseñado para ella. En una mesa central, un dragón en forma humana lanza dados mágicos en un juego de azar con un gnomo y un troll.
    Yukine avanza con paso seguro, su capa ondeando ligeramente detrás de él. Sus ojos brillan con una luz azulada, reflejo de su poder interior. Se acerca a la barra, donde el barman, un duende de aspecto astuto, le sonríe.

    “¿Qué te trae por aquí, mago?”

    pregunta el duende mientras limpia un vaso con un trapo que parece tener vida propia.

    “He venido en busca de información,”

    responde Yukine, su voz resonando con autoridad.

    “Dicen que aquí se puede encontrar a los más sabios y a los más astutos de todos los reinos.”

    El duende asiente, sus ojos brillando con curiosidad.

    “Has venido al lugar correcto. Pero aquí, la información tiene un precio.”

    Yukine sonríe levemente, sacando una pequeña bolsa de su capa y dejándola sobre la barra. El tintineo de las monedas de oro resuena en el bar, atrayendo la atención de varios de los presentes.

    “Entonces, empecemos,”

    dice Yukine, preparándose para desentrañar los secretos que lo han llevado hasta este lugar.
    El duende toma la bolsa de monedas y la guarda rápidamente en un bolsillo de su chaleco.

    “Muy bien, mago Yukine. ¿Qué es lo que deseas saber?”

    Yukine se inclina ligeramente hacia adelante, su voz baja pero firme.

    “Estoy buscando información sobre un antiguo artefacto, el Orbe de Eterna Luz. Se dice que tiene el poder de restaurar el equilibrio entre los reinos.”

    El duende frunce el ceño, sus ojos brillando con una mezcla de interés y preocupación.

    “El Orbe de Eterna Luz… No es un objeto común. Muchos lo han buscado, pero pocos han regresado.”

    Desde una mesa cercana, una figura encapuchada se levanta y se acerca a la barra.

    “He oído hablar de ese artefacto,”

    dice la figura, revelando un rostro parcialmente cubierto por cicatrices.

    “Soy Lidica, una exploradora de tierras lejanas. He visto mapas y escuchado leyendas sobre el Orbe.”

    Yukine la observa con atención.

    “¿Estás dispuesta a compartir lo que sabes?”

    Lidica asiente lentamente.

    “A cambio de tu ayuda en una misión que tengo pendiente. Necesito recuperar un cristal de poder de las ruinas de un antiguo templo. Es un lugar peligroso, pero con tus habilidades, podríamos tener éxito.”

    Yukine considera la propuesta por un momento antes de asentir.

    “De acuerdo. Te ayudaré con tu misión, y a cambio, tú me guiarás hacia el Orbe de Eterna Luz.”

    El duende sonríe, satisfecho con el acuerdo.

    “Parece que tenemos un trato. Pero tened cuidado, ambos. Este bar está lleno de oídos curiosos y no todos son de fiar.”

    Con el pacto sellado, Yukine y Lidica se preparan para partir hacia su peligrosa aventura, sabiendo que el destino de los reinos podría depender de su éxito.
    Yukine y Lidica abandonan el bar “El Caldero Místico” y se adentran en la noche, sus pasos resonando en las calles empedradas. La luna llena ilumina su camino mientras se dirigen hacia las ruinas del antiguo templo donde se encuentra el cristal de poder que Lidica necesita recuperar.

    “El templo está a unos días de viaje desde aquí,”

    explica Lidica mientras caminan.

    “Está rodeado de un bosque encantado, lleno de criaturas mágicas y trampas antiguas. Tendremos que estar en guardia en todo momento.”

    Yukine asiente, su mirada fija en el horizonte.

    “Estoy preparado. Cuéntame más sobre este cristal de poder.”

    Lidica suspira, recordando las historias que había escuchado desde niña.

    “El Cristal de la Aurora es un artefacto antiguo que perteneció a mis ancestros. Se dice que tiene la capacidad de amplificar la magia de su portador, pero también puede ser peligroso si cae en las manos equivocadas. Mi familia ha estado buscándolo durante generaciones, y creo que finalmente estoy cerca de encontrarlo.”

    A medida que avanzan, el paisaje cambia gradualmente de la ciudad a un denso bosque. Los árboles altos y retorcidos parecen susurrar secretos antiguos, y la luz de la luna apenas penetra el espeso follaje.

    “Debemos acampar aquí por la noche,”

    sugiere Lidica, señalando un claro en el bosque.

    “Es mejor no adentrarse en el templo sin descansar primero.”

    Yukine asiente y comienza a preparar un pequeño campamento. Mientras encienden una fogata, Lidica saca un mapa antiguo y lo extiende sobre el suelo.

    “Este es el templo,”

    dice, señalando una estructura en el centro del mapa.

    “Hay varias entradas, pero la mayoría están protegidas por trampas mágicas. Con tu ayuda, creo que podemos desactivarlas y llegar al cristal.”

    Yukine estudia el mapa con atención.

    “Mañana al amanecer, nos dirigiremos al templo. Debemos estar preparados para cualquier cosa.”

    Con el plan trazado, ambos se acomodan junto a la fogata, sus pensamientos llenos de la misión que les espera. La noche avanza lentamente, y el bosque parece cobrar vida con los sonidos de criaturas nocturnas y el susurro del viento entre los árboles.
    El amancer y la salida del sol es el indicio que un nuevo día a iniciado, Yukine y Lidica se despiertan y preparan algo de desayuno, dan una segunda revisada al pan trasado con anterioridad y desmontan el campamento hecho, recogiendo las lonas y apagando la totalidad del fuego restante usando magia de agua, poniéndose en marcha una vez mas.
    Mientras Yukine y Lidica avanzan por el bosque encantado, una sensación de que son observados los invade, poniéndolos algo tensos y expectantes, de repente y entre los arbustos una criatura emerge, poniendo a Yukine y Lidica en alerta, Yukine por instinto acumulo mana en ambas manos preparándose para el combate mientras Lidica desenvaina su espada y se ponen posición defensiva.

    “¿Quiénes sois y qué buscáis en mi bosque?”

    pregunta el Leshy, su voz resonando como un eco entre los árboles.
    Yukine a ver a la criatura disipa su mana y hace un gesto a Lidica para que enfunde su arma, Yukine da un paso adelante, mostrando respeto.

    “Somos viajeros en busca de un antiguo templo. No queremos causar daño a tu bosque.”

    El Leshy los observa detenidamente antes de asentir lentamente.

    "Te conozco mago eres aquel que fue elegido como mediador, La elemental de tierra nos dijo de tu elección y pronto encuentro"

    el Leshy asintió y les señalo en dirección al sur

    “El templo que buscáis está protegido por antiguos encantamientos. Si prometéis no dañar el bosque, os guiaré hasta allí.”

    Lidica y Yukine asienten, agradecidos por la ayuda del Leshy. Con su guía, avanzan más profundamente en el bosque, sabiendo que han ganado un poderoso aliado en su búsqueda al menos de manera temporal.
    Una vez llegaron a la entrada del templo el Leshy se paro nuevamente frente a ellos

    "eh cumplido mi parte del trato mediador, espero cumplas la tuya"

    luego de estas palabras el leshy desaparecio entre el musgo del suelo, Yukine y Lidica se miraron el uno al otro y asintieron con decisión y entraron al templo.
    El interior del antiguo templo es un lugar impresionante y lleno de misterio. Al entrar, Yukine y Lidica se encuentran en un vasto salón principal, iluminado por la luz tenue que se filtra a través de las grietas en el techo de piedra. Las paredes están cubiertas de intrincados grabados y frescos que representan escenas de antiguas leyendas y batallas épicas.
    Altas columnas de piedra, decoradas con runas y símbolos antiguos, se alinean a lo largo del salón. Algunas de estas columnas están parcialmente cubiertas de musgo y enredaderas, mostrando el paso del tiempo
    A lo largo de las paredes, hay estatuas de antiguos guardianes del templo, figuras imponentes con expresiones severas y armas en mano. Estas estatuas parecen vigilar a los intrusos con ojos de piedra En el centro del salón, hay un gran altar de mármol, adornado con gemas y metales preciosos. Sobre el altar, hay un pedestal vacío donde alguna vez estuvo el Cristal de poder
    Desde el salón principal, varios pasadizos oscuros se extienden hacia las profundidades del templo. Estos pasadizos están llenos de trampas y desafíos, diseñados para proteger los secretos del templo El techo del salón está decorado con un mosaico de colores brillantes que representa el cielo nocturno y las constelaciones. Este mosaico parece brillar con una luz propia, añadiendo un aire mágico al lugar
    El suelo está hecho de grandes losas de piedra, algunas de las cuales están grabadas con patrones geométricos y símbolos mágicos. A medida que caminan, Yukine y Lidica pueden sentir una energía antigua emanando del suelo
    El ambiente dentro del templo es solemne y reverente, con un silencio que solo es roto por el eco de sus pasos. Cada rincón del lugar parece estar impregnado de historia y magia, Yukine y Lidica saben que deben proceder con cautela.
    Mientras Yukine y Lyria avanzan hacia el altar central, una perturbación mágica se siente en el aire. Las runas en las columnas comienzan a brillar intensamente y el suelo tiembla bajo sus pies.
    Yukine siente la energía mágica acumulándose y sabe que algo está a punto de suceder. Alza su bastón y murmura un conjuro de protección.

    "Lidica, prepárate. Algo se aproxima."

    Lidica desenvaina sus dagas, las hojas brillando con runas de fuego y hielo. Se coloca en posición defensiva junto a Yukine.

    "Estoy lista. Lo que sea que venga, lo enfrentaremos juntos."

    Las estatuas de los guardianes a lo largo del salón empiezan a moverse, desprendiéndose del polvo y el musgo. Sus ojos de piedra brillan con una luz roja y sus armas relucen bajo la luz del templo. Con pasos pesados, avanzan hacia los intrusos, levantando sus espadas y lanzas.
    El primer guardián levanta su espada y lanza un golpe poderoso hacia Yukine. Yukine levanta su mano justo a tiempo, bloqueando el ataque con un escudo de energía mágica. El impacto resuena a través del templo, pero Yukine se mantiene firme.
    Otro guardián se abalanza hacia Lyria con una lanza. Lidica esquiva ágilmente el ataque, rodando hacia un lado y contraatacando con una de sus dagas. La hoja encantada deja una cicatriz ardiente en el brazo de piedra del guardián.
    Un tercer guardián intenta sorprender a Yukine por detrás, pero Yukine está preparado. Gira rápidamente y lanza un hechizo de viento, empujando al guardián hacia atrás y haciéndolo chocar contra una columna.
    Yukine y Lidica se coordinan perfectamente, luchando espalda con espalda. Yukine lanza hechizos de fuego y hielo, debilitando a los guardianes mientras Lidica utiliza su agilidad para esquivar y golpear con precisión.
    El combate continúa, con los guardianes atacando implacablemente y Yukine y Lidica defendiendo cada golpe con destreza y magia. El templo retumba con el sonido de la batalla, y ambos saben que deben mantenerse enfocados si quieren salir victoriosos.
    El combate se vuelve más frenético cuando Yukine decide utilizar una combinación de hechizos más avanzada. Alza su mano y, con un movimiento rápido, lanza un hechizo de cadena de relámpagos. La cadena de relámpagos salta de un guardián a otro, chisporroteando y dejando marcas de quemaduras en sus superficies de piedra. Los guardianes retroceden momentáneamente, dándoles a Yukine y Lidica un respiro para reagruparse.
    Lidica aprovecha el momento para lanzar una de sus pociones explosivas a los pies del guardián más cercano. La explosión resulta en un destello cegador seguido de una onda de choque que desestabiliza la estructura del guardián. Con una agilidad impresionante, Lyria se desliza bajo el guardián tambaleante y clava su daga en las articulaciones de piedra, causándole un daño crítico.
    A pesar de estar envuelto en llamas, el guardián lanza un ataque feroz hacia Yukine. Yukine levanta su escudo de energía justo a tiempo, pero el impacto lo hace retroceder unos pasos. El escudo parpadea, mostrando signos de desgaste.
    El guardián herido en la pierna intenta golpear a Lidica con su lanza. Lidica esquiva con agilidad, pero el guardián la sigue de cerca, lanzando una serie de ataques rápidos. Lyria bloquea algunos con sus dagas, pero uno de los golpes logra rozarle el brazo, causando un corte superficial.
    Un tercer guardián, habiendo chocado contra la columna, se reincorpora y lanza un ataque desde la distancia. Alza su mano y una ráfaga de energía oscura se dirige hacia Yukine y Lidica. Yukine desvía la energía con su mano, pero siente la fuerza del impacto.
    Viendo la oportunidad, Yukine decide recurrir a su hechizo de lanza de hielo, creando una lanza hecha de hielo puro y lanzándola con precisión hacia el corazón de piedra del segundo guardián. La lanza penetra la piedra con un sonido agudo, y el guardián se desploma en una nube de polvo.
    Lidica, con su agilidad intacta, hace uso de su habilidad "Golpe Sombrío". Se desvanece momentáneamente en una sombra y reaparece detrás del último guardián, donde clava sus dos dagas encantadas en su espalda. Las runas de fuego y hielo se activan simultáneamente, causando una explosión elemental que destruye al guardián desde dentro.
    El silencio vuelve al templo, interrumpido solo por los ecos de la batalla que aún resuenan en las paredes. Yukine y Lidica, respirando con dificultad, se miran y asienten, sabiendo que han superado una prueba importante.
    Una vez derrotados los guardianes, el altar que antes estaba vacio ahora resuena, vibra y se ilumina por momentos, Lidica se pone de pie y observa anonadada como de este emerge lo que ha estado buscando durante anos.
    una luz suave y resplandeciente. Lidica da un paso adelante, sus ojos llenos de asombro y reverencia.

    "Lo hemos encontrado,"

    susurra, extendiendo una mano hacia el cristal.

    "por fin lo he encontrado, luego de siglos de busqueda, he cumplido la mision de mi familia y ahora yo y mis desendientes debemos continuar la custodia y proteccion de el cristal ."

    Yukine se acerca a su lado, su energía mágica resonando con la del cristal sorprendido por este hecho deja salir su aura magica haciendo que resuene con mayor intensidad con el cristal Con una profunda respiración, extiende sus manos hacia el Cristal . La luz del cristal se intensifica y un cálido resplandor envuelve a Yukine. La energía empieza a fluir desde el cristal hacia él, recorriendo su cuerpo como un río de pura magia. Sus ojos brillan con un azul intenso mientras siente cómo su propia magia se fusiona con la del cristal.
    De repente, una figura comienza a formarse frente a ellos, emergiendo de la luz del cristal. Es una entidad de luz pura, con forma humanoide, pero sus rasgos son etéreos y cambiantes, como si estuviera hecha del mismo resplandor del cristal.

    "Yukine,"

    dice la entidad con una voz que resuena como un coro de ecos armoniosos,

    "yo soy el Guardián del Cristal, una manifestación de su esencia."

    Yukine, todavía envuelto en la energía del cristal, inclina la cabeza en señal de respeto.

    "¿Por qué me ha elegido el cristal? ¿Por qué me otorga sus poderes?"

    La entidad de luz se acerca, su presencia irradiando calidez y serenidad.

    "El Cristal posee un gran poder, uno que puede restaurar el equilibrio o causar destrucción, dependiendo de las intenciones de su portador. Te ha elegido a ti porque eres tu quien fue escogido por lo elementales como mediador."

    Lidica observa la escena con reverencia, sus ojos llenos de asombro.

    "¿Qué debemos hacer ahora?"

    pregunta ella.
    La entidad sonríe suavemente.

    "El trabajo de tu familia, el cual desempeño por siglos hoy se ha cumplido, su salvaguarda era fundamental para que hoy el cristal pudiera entregar sus poderes al mediador."

    "Yukine, ahora que has absorbido los poderes del cristal, te has convertido en su guardián. Debes utilizar este poder para cerrar las brechas que amenazan los reinos y restaurar el equilibrio. Pero recuerda, con gran poder viene una gran responsabilidad."

    Yukine asiente, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros, pero también una sensación de propósito y claridad.

    "Lo haré. Protegeré el equilibrio"

    La luz que forma la entidad comienza a desvanecerse, pero su voz permanece clara.

    "El Cristal ha confiado en ti, Yukine. Usa su poder con sabiduría y valentía. El destino de los reinos está ahora en tus manos."

    Con esas palabras, la entidad desaparece, dejando a Yukine y Lidica en la sala central del templo. La luz del cristal se integra completamente en Yukine, y él siente una nueva fuerza y conexión con la magia del mundo.
    El mago Yukine empuja la pesada puerta de madera del bar. Al entrar, una mezcla de luces tenues y sombras danzantes lo envuelven. El aire está cargado de una mezcla de aromas: hierbas exóticas, pociones burbujeantes y el inconfundible olor a magia antigua. El bar está lleno de seres mitológicos de todo tipo. En una esquina, un grupo de elfos discute animadamente sobre la última moda en arcos encantados. Cerca de la barra, un centauro sorbe una bebida espumosa mientras conversa con una sirena que ha encontrado un asiento en un tanque de agua especialmente diseñado para ella. En una mesa central, un dragón en forma humana lanza dados mágicos en un juego de azar con un gnomo y un troll. Yukine avanza con paso seguro, su capa ondeando ligeramente detrás de él. Sus ojos brillan con una luz azulada, reflejo de su poder interior. Se acerca a la barra, donde el barman, un duende de aspecto astuto, le sonríe. “¿Qué te trae por aquí, mago?” pregunta el duende mientras limpia un vaso con un trapo que parece tener vida propia. “He venido en busca de información,” responde Yukine, su voz resonando con autoridad. “Dicen que aquí se puede encontrar a los más sabios y a los más astutos de todos los reinos.” El duende asiente, sus ojos brillando con curiosidad. “Has venido al lugar correcto. Pero aquí, la información tiene un precio.” Yukine sonríe levemente, sacando una pequeña bolsa de su capa y dejándola sobre la barra. El tintineo de las monedas de oro resuena en el bar, atrayendo la atención de varios de los presentes. “Entonces, empecemos,” dice Yukine, preparándose para desentrañar los secretos que lo han llevado hasta este lugar. El duende toma la bolsa de monedas y la guarda rápidamente en un bolsillo de su chaleco. “Muy bien, mago Yukine. ¿Qué es lo que deseas saber?” Yukine se inclina ligeramente hacia adelante, su voz baja pero firme. “Estoy buscando información sobre un antiguo artefacto, el Orbe de Eterna Luz. Se dice que tiene el poder de restaurar el equilibrio entre los reinos.” El duende frunce el ceño, sus ojos brillando con una mezcla de interés y preocupación. “El Orbe de Eterna Luz… No es un objeto común. Muchos lo han buscado, pero pocos han regresado.” Desde una mesa cercana, una figura encapuchada se levanta y se acerca a la barra. “He oído hablar de ese artefacto,” dice la figura, revelando un rostro parcialmente cubierto por cicatrices. “Soy Lidica, una exploradora de tierras lejanas. He visto mapas y escuchado leyendas sobre el Orbe.” Yukine la observa con atención. “¿Estás dispuesta a compartir lo que sabes?” Lidica asiente lentamente. “A cambio de tu ayuda en una misión que tengo pendiente. Necesito recuperar un cristal de poder de las ruinas de un antiguo templo. Es un lugar peligroso, pero con tus habilidades, podríamos tener éxito.” Yukine considera la propuesta por un momento antes de asentir. “De acuerdo. Te ayudaré con tu misión, y a cambio, tú me guiarás hacia el Orbe de Eterna Luz.” El duende sonríe, satisfecho con el acuerdo. “Parece que tenemos un trato. Pero tened cuidado, ambos. Este bar está lleno de oídos curiosos y no todos son de fiar.” Con el pacto sellado, Yukine y Lidica se preparan para partir hacia su peligrosa aventura, sabiendo que el destino de los reinos podría depender de su éxito. Yukine y Lidica abandonan el bar “El Caldero Místico” y se adentran en la noche, sus pasos resonando en las calles empedradas. La luna llena ilumina su camino mientras se dirigen hacia las ruinas del antiguo templo donde se encuentra el cristal de poder que Lidica necesita recuperar. “El templo está a unos días de viaje desde aquí,” explica Lidica mientras caminan. “Está rodeado de un bosque encantado, lleno de criaturas mágicas y trampas antiguas. Tendremos que estar en guardia en todo momento.” Yukine asiente, su mirada fija en el horizonte. “Estoy preparado. Cuéntame más sobre este cristal de poder.” Lidica suspira, recordando las historias que había escuchado desde niña. “El Cristal de la Aurora es un artefacto antiguo que perteneció a mis ancestros. Se dice que tiene la capacidad de amplificar la magia de su portador, pero también puede ser peligroso si cae en las manos equivocadas. Mi familia ha estado buscándolo durante generaciones, y creo que finalmente estoy cerca de encontrarlo.” A medida que avanzan, el paisaje cambia gradualmente de la ciudad a un denso bosque. Los árboles altos y retorcidos parecen susurrar secretos antiguos, y la luz de la luna apenas penetra el espeso follaje. “Debemos acampar aquí por la noche,” sugiere Lidica, señalando un claro en el bosque. “Es mejor no adentrarse en el templo sin descansar primero.” Yukine asiente y comienza a preparar un pequeño campamento. Mientras encienden una fogata, Lidica saca un mapa antiguo y lo extiende sobre el suelo. “Este es el templo,” dice, señalando una estructura en el centro del mapa. “Hay varias entradas, pero la mayoría están protegidas por trampas mágicas. Con tu ayuda, creo que podemos desactivarlas y llegar al cristal.” Yukine estudia el mapa con atención. “Mañana al amanecer, nos dirigiremos al templo. Debemos estar preparados para cualquier cosa.” Con el plan trazado, ambos se acomodan junto a la fogata, sus pensamientos llenos de la misión que les espera. La noche avanza lentamente, y el bosque parece cobrar vida con los sonidos de criaturas nocturnas y el susurro del viento entre los árboles. El amancer y la salida del sol es el indicio que un nuevo día a iniciado, Yukine y Lidica se despiertan y preparan algo de desayuno, dan una segunda revisada al pan trasado con anterioridad y desmontan el campamento hecho, recogiendo las lonas y apagando la totalidad del fuego restante usando magia de agua, poniéndose en marcha una vez mas. Mientras Yukine y Lidica avanzan por el bosque encantado, una sensación de que son observados los invade, poniéndolos algo tensos y expectantes, de repente y entre los arbustos una criatura emerge, poniendo a Yukine y Lidica en alerta, Yukine por instinto acumulo mana en ambas manos preparándose para el combate mientras Lidica desenvaina su espada y se ponen posición defensiva. “¿Quiénes sois y qué buscáis en mi bosque?” pregunta el Leshy, su voz resonando como un eco entre los árboles. Yukine a ver a la criatura disipa su mana y hace un gesto a Lidica para que enfunde su arma, Yukine da un paso adelante, mostrando respeto. “Somos viajeros en busca de un antiguo templo. No queremos causar daño a tu bosque.” El Leshy los observa detenidamente antes de asentir lentamente. "Te conozco mago eres aquel que fue elegido como mediador, La elemental de tierra nos dijo de tu elección y pronto encuentro" el Leshy asintió y les señalo en dirección al sur “El templo que buscáis está protegido por antiguos encantamientos. Si prometéis no dañar el bosque, os guiaré hasta allí.” Lidica y Yukine asienten, agradecidos por la ayuda del Leshy. Con su guía, avanzan más profundamente en el bosque, sabiendo que han ganado un poderoso aliado en su búsqueda al menos de manera temporal. Una vez llegaron a la entrada del templo el Leshy se paro nuevamente frente a ellos "eh cumplido mi parte del trato mediador, espero cumplas la tuya" luego de estas palabras el leshy desaparecio entre el musgo del suelo, Yukine y Lidica se miraron el uno al otro y asintieron con decisión y entraron al templo. El interior del antiguo templo es un lugar impresionante y lleno de misterio. Al entrar, Yukine y Lidica se encuentran en un vasto salón principal, iluminado por la luz tenue que se filtra a través de las grietas en el techo de piedra. Las paredes están cubiertas de intrincados grabados y frescos que representan escenas de antiguas leyendas y batallas épicas. Altas columnas de piedra, decoradas con runas y símbolos antiguos, se alinean a lo largo del salón. Algunas de estas columnas están parcialmente cubiertas de musgo y enredaderas, mostrando el paso del tiempo A lo largo de las paredes, hay estatuas de antiguos guardianes del templo, figuras imponentes con expresiones severas y armas en mano. Estas estatuas parecen vigilar a los intrusos con ojos de piedra En el centro del salón, hay un gran altar de mármol, adornado con gemas y metales preciosos. Sobre el altar, hay un pedestal vacío donde alguna vez estuvo el Cristal de poder Desde el salón principal, varios pasadizos oscuros se extienden hacia las profundidades del templo. Estos pasadizos están llenos de trampas y desafíos, diseñados para proteger los secretos del templo El techo del salón está decorado con un mosaico de colores brillantes que representa el cielo nocturno y las constelaciones. Este mosaico parece brillar con una luz propia, añadiendo un aire mágico al lugar El suelo está hecho de grandes losas de piedra, algunas de las cuales están grabadas con patrones geométricos y símbolos mágicos. A medida que caminan, Yukine y Lidica pueden sentir una energía antigua emanando del suelo El ambiente dentro del templo es solemne y reverente, con un silencio que solo es roto por el eco de sus pasos. Cada rincón del lugar parece estar impregnado de historia y magia, Yukine y Lidica saben que deben proceder con cautela. Mientras Yukine y Lyria avanzan hacia el altar central, una perturbación mágica se siente en el aire. Las runas en las columnas comienzan a brillar intensamente y el suelo tiembla bajo sus pies. Yukine siente la energía mágica acumulándose y sabe que algo está a punto de suceder. Alza su bastón y murmura un conjuro de protección. "Lidica, prepárate. Algo se aproxima." Lidica desenvaina sus dagas, las hojas brillando con runas de fuego y hielo. Se coloca en posición defensiva junto a Yukine. "Estoy lista. Lo que sea que venga, lo enfrentaremos juntos." Las estatuas de los guardianes a lo largo del salón empiezan a moverse, desprendiéndose del polvo y el musgo. Sus ojos de piedra brillan con una luz roja y sus armas relucen bajo la luz del templo. Con pasos pesados, avanzan hacia los intrusos, levantando sus espadas y lanzas. El primer guardián levanta su espada y lanza un golpe poderoso hacia Yukine. Yukine levanta su mano justo a tiempo, bloqueando el ataque con un escudo de energía mágica. El impacto resuena a través del templo, pero Yukine se mantiene firme. Otro guardián se abalanza hacia Lyria con una lanza. Lidica esquiva ágilmente el ataque, rodando hacia un lado y contraatacando con una de sus dagas. La hoja encantada deja una cicatriz ardiente en el brazo de piedra del guardián. Un tercer guardián intenta sorprender a Yukine por detrás, pero Yukine está preparado. Gira rápidamente y lanza un hechizo de viento, empujando al guardián hacia atrás y haciéndolo chocar contra una columna. Yukine y Lidica se coordinan perfectamente, luchando espalda con espalda. Yukine lanza hechizos de fuego y hielo, debilitando a los guardianes mientras Lidica utiliza su agilidad para esquivar y golpear con precisión. El combate continúa, con los guardianes atacando implacablemente y Yukine y Lidica defendiendo cada golpe con destreza y magia. El templo retumba con el sonido de la batalla, y ambos saben que deben mantenerse enfocados si quieren salir victoriosos. El combate se vuelve más frenético cuando Yukine decide utilizar una combinación de hechizos más avanzada. Alza su mano y, con un movimiento rápido, lanza un hechizo de cadena de relámpagos. La cadena de relámpagos salta de un guardián a otro, chisporroteando y dejando marcas de quemaduras en sus superficies de piedra. Los guardianes retroceden momentáneamente, dándoles a Yukine y Lidica un respiro para reagruparse. Lidica aprovecha el momento para lanzar una de sus pociones explosivas a los pies del guardián más cercano. La explosión resulta en un destello cegador seguido de una onda de choque que desestabiliza la estructura del guardián. Con una agilidad impresionante, Lyria se desliza bajo el guardián tambaleante y clava su daga en las articulaciones de piedra, causándole un daño crítico. A pesar de estar envuelto en llamas, el guardián lanza un ataque feroz hacia Yukine. Yukine levanta su escudo de energía justo a tiempo, pero el impacto lo hace retroceder unos pasos. El escudo parpadea, mostrando signos de desgaste. El guardián herido en la pierna intenta golpear a Lidica con su lanza. Lidica esquiva con agilidad, pero el guardián la sigue de cerca, lanzando una serie de ataques rápidos. Lyria bloquea algunos con sus dagas, pero uno de los golpes logra rozarle el brazo, causando un corte superficial. Un tercer guardián, habiendo chocado contra la columna, se reincorpora y lanza un ataque desde la distancia. Alza su mano y una ráfaga de energía oscura se dirige hacia Yukine y Lidica. Yukine desvía la energía con su mano, pero siente la fuerza del impacto. Viendo la oportunidad, Yukine decide recurrir a su hechizo de lanza de hielo, creando una lanza hecha de hielo puro y lanzándola con precisión hacia el corazón de piedra del segundo guardián. La lanza penetra la piedra con un sonido agudo, y el guardián se desploma en una nube de polvo. Lidica, con su agilidad intacta, hace uso de su habilidad "Golpe Sombrío". Se desvanece momentáneamente en una sombra y reaparece detrás del último guardián, donde clava sus dos dagas encantadas en su espalda. Las runas de fuego y hielo se activan simultáneamente, causando una explosión elemental que destruye al guardián desde dentro. El silencio vuelve al templo, interrumpido solo por los ecos de la batalla que aún resuenan en las paredes. Yukine y Lidica, respirando con dificultad, se miran y asienten, sabiendo que han superado una prueba importante. Una vez derrotados los guardianes, el altar que antes estaba vacio ahora resuena, vibra y se ilumina por momentos, Lidica se pone de pie y observa anonadada como de este emerge lo que ha estado buscando durante anos. una luz suave y resplandeciente. Lidica da un paso adelante, sus ojos llenos de asombro y reverencia. "Lo hemos encontrado," susurra, extendiendo una mano hacia el cristal. "por fin lo he encontrado, luego de siglos de busqueda, he cumplido la mision de mi familia y ahora yo y mis desendientes debemos continuar la custodia y proteccion de el cristal ." Yukine se acerca a su lado, su energía mágica resonando con la del cristal sorprendido por este hecho deja salir su aura magica haciendo que resuene con mayor intensidad con el cristal Con una profunda respiración, extiende sus manos hacia el Cristal . La luz del cristal se intensifica y un cálido resplandor envuelve a Yukine. La energía empieza a fluir desde el cristal hacia él, recorriendo su cuerpo como un río de pura magia. Sus ojos brillan con un azul intenso mientras siente cómo su propia magia se fusiona con la del cristal. De repente, una figura comienza a formarse frente a ellos, emergiendo de la luz del cristal. Es una entidad de luz pura, con forma humanoide, pero sus rasgos son etéreos y cambiantes, como si estuviera hecha del mismo resplandor del cristal. "Yukine," dice la entidad con una voz que resuena como un coro de ecos armoniosos, "yo soy el Guardián del Cristal, una manifestación de su esencia." Yukine, todavía envuelto en la energía del cristal, inclina la cabeza en señal de respeto. "¿Por qué me ha elegido el cristal? ¿Por qué me otorga sus poderes?" La entidad de luz se acerca, su presencia irradiando calidez y serenidad. "El Cristal posee un gran poder, uno que puede restaurar el equilibrio o causar destrucción, dependiendo de las intenciones de su portador. Te ha elegido a ti porque eres tu quien fue escogido por lo elementales como mediador." Lidica observa la escena con reverencia, sus ojos llenos de asombro. "¿Qué debemos hacer ahora?" pregunta ella. La entidad sonríe suavemente. "El trabajo de tu familia, el cual desempeño por siglos hoy se ha cumplido, su salvaguarda era fundamental para que hoy el cristal pudiera entregar sus poderes al mediador." "Yukine, ahora que has absorbido los poderes del cristal, te has convertido en su guardián. Debes utilizar este poder para cerrar las brechas que amenazan los reinos y restaurar el equilibrio. Pero recuerda, con gran poder viene una gran responsabilidad." Yukine asiente, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros, pero también una sensación de propósito y claridad. "Lo haré. Protegeré el equilibrio" La luz que forma la entidad comienza a desvanecerse, pero su voz permanece clara. "El Cristal ha confiado en ti, Yukine. Usa su poder con sabiduría y valentía. El destino de los reinos está ahora en tus manos." Con esas palabras, la entidad desaparece, dejando a Yukine y Lidica en la sala central del templo. La luz del cristal se integra completamente en Yukine, y él siente una nueva fuerza y conexión con la magia del mundo.
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  • ——— PRESAGIO (inicio)

    Han pasado tres días desde el extraño encuentro en el bosque. La figura del oso persiste en la mente de Khan, un eco que interrumpe sus pensamientos a lo largo de la rutina, el pan, las comidas, el trabajo con la leña. Aún le da vueltas, buscándole sentido y significado. No es de los que ignoran las señales, pero esta en particular se le escapa, y sentirse ignorante le irrita.

    Esta noche, sin importar su malhumor, al terminar el trabajo en la panadería sale a las calles del pueblo cargado con una bolsa de pan. La brisa fría se entibia al golpearle en el rostro mientras avanza en silencio por los rincones menos afortunados del pueblo, distribuyendo bollos y hogazas a los necesitados, como acostumbra.

    Al llegar al final de una calle sin salida, algo le detiene. Una puerta que no debería estar allí, solitaria e inesperada, encajada entre paredes de piedra deslucida. Frunce el ceño al verla. La madera es vieja, oscura, con vetas que parecen reflejar la luz tenue de la luna, y, aunque no debería estar allí, no le resulta en absoluto desconocida.

    El marco, las pequeñas runas desgastadas grabadas en la madera, la manera en que la sombra parece envolver la entrada misma… Un largo resoplido escapa de sus labios y una mezcla de molestia y resignación aparece en sus ojos, y, sin poder evitarlo, una sonrisa tosca pero genuina se asoma en sus labios; ahora lo sabe.

    Aquella puerta lleva al bar que ha frecuentado en otros tiempos, un lugar envuelto en magia, que aparece y desaparece a su antojo. En su momento, fue su refugio y de quienes amaba. Aunque sabe que no debería estar allí, no puede ignorar la llamada.

    Da un paso adelante y empuja la puerta, cruzando el umbral hacia el interior del bar.

    Tolek Zientek
    ——— PRESAGIO (inicio) Han pasado tres días desde el extraño encuentro en el bosque. La figura del oso persiste en la mente de Khan, un eco que interrumpe sus pensamientos a lo largo de la rutina, el pan, las comidas, el trabajo con la leña. Aún le da vueltas, buscándole sentido y significado. No es de los que ignoran las señales, pero esta en particular se le escapa, y sentirse ignorante le irrita. Esta noche, sin importar su malhumor, al terminar el trabajo en la panadería sale a las calles del pueblo cargado con una bolsa de pan. La brisa fría se entibia al golpearle en el rostro mientras avanza en silencio por los rincones menos afortunados del pueblo, distribuyendo bollos y hogazas a los necesitados, como acostumbra. Al llegar al final de una calle sin salida, algo le detiene. Una puerta que no debería estar allí, solitaria e inesperada, encajada entre paredes de piedra deslucida. Frunce el ceño al verla. La madera es vieja, oscura, con vetas que parecen reflejar la luz tenue de la luna, y, aunque no debería estar allí, no le resulta en absoluto desconocida. El marco, las pequeñas runas desgastadas grabadas en la madera, la manera en que la sombra parece envolver la entrada misma… Un largo resoplido escapa de sus labios y una mezcla de molestia y resignación aparece en sus ojos, y, sin poder evitarlo, una sonrisa tosca pero genuina se asoma en sus labios; ahora lo sabe. Aquella puerta lleva al bar que ha frecuentado en otros tiempos, un lugar envuelto en magia, que aparece y desaparece a su antojo. En su momento, fue su refugio y de quienes amaba. Aunque sabe que no debería estar allí, no puede ignorar la llamada. Da un paso adelante y empuja la puerta, cruzando el umbral hacia el interior del bar. [Tolek]
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  • Ladrón de tus Ruinas de Cristal
    Fondo Musical: https://youtu.be/egXoXBAd6fc?si=fJQAqC3CuVxJ9mGP

    Nuclear sirviente, tus mejillas cicatrizan bajo la luminaria de un Sol de Medianoche, ¿por qué no pincelas ya tus labios con una sonrisa de sonrosadas ilusiones? Esas quiméricas, esas siemprevivas que penden en lo alto de tu estampa de príncipe durmiente.

    Persiste lo lácteo de tus pupilas, de ellas emanan irisdecentes apariciones, empapados de rocío; soy un ladrón de tumbas de ecos de silvanos higos; terratenientes novas de precedentes turmalinas. Tus pulgares ya recorren las vías de estos docemesinos génesis.

    ¿Podré conocerlos y acariciar su garganta cortadas de tajo a tajo con mi crisálida de creciente gomaespuma? Soy. Soy. Soy una triada de husos horarios. Cantos rodados que desvían sus presencias ante tu altar, ante tu estampa, tu voz de famélica ternura.

    Una nocturna libélula, choca con dos escondites entre la cavidad del árbol del ahorcado, tres amaneceres anuncian tu llegada. En tus denarios conjuro mi aura de auroras boreales encantadas.

    Pero en el pero.

    Sometes a tus mentiras ante los afligidos, riegas tu desquiciado temple en renuentes cofres, esos repletos de hebras de ciervos y siervos de arañas de brunas hazañas.

    Porque en el por qué.

    Dos más dos.
    Cuatro más cuatro.
    Seis por seis.
    Ocho por ocho.
    Nueve veces nueve.

    Entreveo tu rostro en trece millones de futuros. No triunfas por más que repartes blasfemias, con tus experimentadas mentiras. Entreveo docenas de huevos negros puestos desde el centro de tu ser. Falsificas tus silentes apariciones, impropias en lo moribundo de tu desidia.

    Tus lentes ya no te permiten vislumbrar el estrellado firmamento.

    Tus lentes ya no te permiten vislumbrar el portentoso lirio, ya dibujado sobre tu piel desolada.

    Tus lentes ya no te permiten vislumbrar el mirador de tus abismos; mis playas de bruna arena de tiempos inmolados.

    Inmolados.

    Montados.

    Montados.

    Inmolados.

    Continúo, continuo en este espantapájaros de A-B-C-D-E-F.

    Preciso, preciso de un hada de G-H-I-J-K-L.

    M.
    N.
    O.
    P.
    Q.

    Te vislumbro en R-S-T-U-V-W.

    Ay, X.
    Hay, Y.
    Ahí, Z.

    Noble enjuiciado en tu pasado. Brujería carente de riquezas. Dilema tras dilema tras dilema. Redención de lágrimas cristalinas. Errante de su suerte. Errante en el norte, sur, este y oeste. Sollozo de desnudados besos, rezos de platinada estampa sobre el alevoso crimen de sus eclipsados soles, lunas y estrellas de ejes cardinales.

    En la tierra es un dromedario.
    En el cielo una gaviota.
    En el océano un ballena.
    De vida azul.
    Celeste en mis acérrimas celestes.
    Óbito de canelas.
    Principados de aluviones.
    Alelís de fueros internos.
    Temple de oro, incienso y mirra.
    Ladrón de tus Ruinas de Cristal Fondo Musical: https://youtu.be/egXoXBAd6fc?si=fJQAqC3CuVxJ9mGP Nuclear sirviente, tus mejillas cicatrizan bajo la luminaria de un Sol de Medianoche, ¿por qué no pincelas ya tus labios con una sonrisa de sonrosadas ilusiones? Esas quiméricas, esas siemprevivas que penden en lo alto de tu estampa de príncipe durmiente. Persiste lo lácteo de tus pupilas, de ellas emanan irisdecentes apariciones, empapados de rocío; soy un ladrón de tumbas de ecos de silvanos higos; terratenientes novas de precedentes turmalinas. Tus pulgares ya recorren las vías de estos docemesinos génesis. ¿Podré conocerlos y acariciar su garganta cortadas de tajo a tajo con mi crisálida de creciente gomaespuma? Soy. Soy. Soy una triada de husos horarios. Cantos rodados que desvían sus presencias ante tu altar, ante tu estampa, tu voz de famélica ternura. Una nocturna libélula, choca con dos escondites entre la cavidad del árbol del ahorcado, tres amaneceres anuncian tu llegada. En tus denarios conjuro mi aura de auroras boreales encantadas. Pero en el pero. Sometes a tus mentiras ante los afligidos, riegas tu desquiciado temple en renuentes cofres, esos repletos de hebras de ciervos y siervos de arañas de brunas hazañas. Porque en el por qué. Dos más dos. Cuatro más cuatro. Seis por seis. Ocho por ocho. Nueve veces nueve. Entreveo tu rostro en trece millones de futuros. No triunfas por más que repartes blasfemias, con tus experimentadas mentiras. Entreveo docenas de huevos negros puestos desde el centro de tu ser. Falsificas tus silentes apariciones, impropias en lo moribundo de tu desidia. Tus lentes ya no te permiten vislumbrar el estrellado firmamento. Tus lentes ya no te permiten vislumbrar el portentoso lirio, ya dibujado sobre tu piel desolada. Tus lentes ya no te permiten vislumbrar el mirador de tus abismos; mis playas de bruna arena de tiempos inmolados. Inmolados. Montados. Montados. Inmolados. Continúo, continuo en este espantapájaros de A-B-C-D-E-F. Preciso, preciso de un hada de G-H-I-J-K-L. M. N. O. P. Q. Te vislumbro en R-S-T-U-V-W. Ay, X. Hay, Y. Ahí, Z. Noble enjuiciado en tu pasado. Brujería carente de riquezas. Dilema tras dilema tras dilema. Redención de lágrimas cristalinas. Errante de su suerte. Errante en el norte, sur, este y oeste. Sollozo de desnudados besos, rezos de platinada estampa sobre el alevoso crimen de sus eclipsados soles, lunas y estrellas de ejes cardinales. En la tierra es un dromedario. En el cielo una gaviota. En el océano un ballena. De vida azul. Celeste en mis acérrimas celestes. Óbito de canelas. Principados de aluviones. Alelís de fueros internos. Temple de oro, incienso y mirra.
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  • La luna llena se alzaba imponente en el cielo despejado, su luz plateada bañando el bosque en una quietud aterradora. Bipper lo sentía en lo más profundo de su ser, una energía latente que se acumulaba lentamente desde el primer destello de la luna. Sabía lo que venía. Cada fibra de su cuerpo lo advertía, y aunque lo había vivido antes, el terror de perderse una vez más ante la bestia nunca desaparecía. Su respiración se volvía más pesada, su corazón martilleaba en sus oídos, y una sensación de urgencia lo envolvía mientras caminaba entre los árboles.

    El bosque parecía mantener el aliento, las hojas inmóviles bajo la brisa gélida de la noche. Bipper avanzaba, sus pasos tambaleantes, como si algo dentro de él comenzara a luchar por el control. Era cuestión de tiempo. Un dolor sordo se instaló en su pecho, extendiéndose hacia sus extremidades. El sudor cubría su frente, a pesar del aire frío que lo rodeaba. Con un jadeo, cayó de rodillas.

    El primer latigazo de dolor lo atravesó, arrancándole un grito ahogado. La transformación había comenzado. Sentía sus huesos retorciéndose, alargándose y rompiéndose bajo su piel. Sus músculos se hinchaban, las garras emergían lentamente de sus dedos, desgarrando la tierra bajo sus manos. Su piel se estremecía mientras las venas se marcaban como líneas oscuras. Los colmillos brotaban de su mandíbula, afilados y amenazantes. Los ojos, que alguna vez fueron de un azul profundo, comenzaron a cambiar. Un resplandor rojo, como brasas encendidas, reemplazó el azul mientras la conciencia de Bipper se desvanecía, ahogada por el rugido de la bestia.

    Las runas, siempre presentes bajo su piel, se encendieron con un fulgor carmesí, como si respondieran al llamado de la luna llena. Ya no era Bipper. La criatura que ahora se alzaba era mucho más antigua, más salvaje. El Gran Alfa había despertado. Su cuerpo enorme y monstruoso respiraba poder y furia desatada. Las garras se enterraron en la tierra mientras sus ojos rojos, brillantes como brasas, escaneaban el entorno.

    El bosque lo sentía. Los animales, conscientes de su presencia, huían en silencio. Los sonidos nocturnos, el viento susurrante, el crujir de las hojas, todo se volvía más agudo, más penetrante. Pero la bestia no prestaba atención. No esta vez. Había algo más, una urgencia distinta, un vacío en su pecho que lo empujaba a buscar. La necesidad de encontrar algo, alguien, lo impulsaba en cada luna llena. Y esta noche no sería diferente.

    El aroma de la noche lo inundaba, los olores del bosque se mezclaban con el viento. Pero había un olor distinto, algo que despertaba un instinto más profundo. Era una atracción ineludible, una llamada que no podía ignorar. El Gran Alfa tensó sus músculos, sus garras apretaron el suelo, y con un rugido ensordecedor, se lanzó en busca de esa fuente, de esa necesidad que lo consumía.

    Pero no sabía qué era. No sabía a quién buscaba.

    El impulso lo arrastraba, como siempre, hacia lo desconocido. La bestia, salvaje e indomable, se movía con precisión letal, pero el vacío seguía allí, profundo y constante, como una herida que no sanaba. Cada luna llena lo arrastraba más cerca de esa verdad que no lograba comprender, una verdad que se escapaba de sus garras cada vez.

    Y cuando finalmente el amanecer comenzó a iluminar el horizonte, el Gran Alfa se detuvo. Su cuerpo, que había sido tan inmenso y poderoso, comenzó a encogerse. Las garras desaparecieron, los colmillos se retrajeron, y los ojos rojos se apagaron lentamente, volviendo a ser el azul profundo de siempre. Las runas dejaron de brillar, desvaneciéndose bajo la piel ahora humana.

    Bipper cayó de rodillas nuevamente, cubierto de sudor y tierra. Su respiración era errática, su pecho subía y bajaba con dificultad mientras su mente se nublaba. No recordaba nada. Como siempre.

    La luna llena había pasado, pero el vacío en su pecho seguía presente, esperando la próxima noche en que la bestia volvería a reclamarlo.
    La luna llena se alzaba imponente en el cielo despejado, su luz plateada bañando el bosque en una quietud aterradora. Bipper lo sentía en lo más profundo de su ser, una energía latente que se acumulaba lentamente desde el primer destello de la luna. Sabía lo que venía. Cada fibra de su cuerpo lo advertía, y aunque lo había vivido antes, el terror de perderse una vez más ante la bestia nunca desaparecía. Su respiración se volvía más pesada, su corazón martilleaba en sus oídos, y una sensación de urgencia lo envolvía mientras caminaba entre los árboles. El bosque parecía mantener el aliento, las hojas inmóviles bajo la brisa gélida de la noche. Bipper avanzaba, sus pasos tambaleantes, como si algo dentro de él comenzara a luchar por el control. Era cuestión de tiempo. Un dolor sordo se instaló en su pecho, extendiéndose hacia sus extremidades. El sudor cubría su frente, a pesar del aire frío que lo rodeaba. Con un jadeo, cayó de rodillas. El primer latigazo de dolor lo atravesó, arrancándole un grito ahogado. La transformación había comenzado. Sentía sus huesos retorciéndose, alargándose y rompiéndose bajo su piel. Sus músculos se hinchaban, las garras emergían lentamente de sus dedos, desgarrando la tierra bajo sus manos. Su piel se estremecía mientras las venas se marcaban como líneas oscuras. Los colmillos brotaban de su mandíbula, afilados y amenazantes. Los ojos, que alguna vez fueron de un azul profundo, comenzaron a cambiar. Un resplandor rojo, como brasas encendidas, reemplazó el azul mientras la conciencia de Bipper se desvanecía, ahogada por el rugido de la bestia. Las runas, siempre presentes bajo su piel, se encendieron con un fulgor carmesí, como si respondieran al llamado de la luna llena. Ya no era Bipper. La criatura que ahora se alzaba era mucho más antigua, más salvaje. El Gran Alfa había despertado. Su cuerpo enorme y monstruoso respiraba poder y furia desatada. Las garras se enterraron en la tierra mientras sus ojos rojos, brillantes como brasas, escaneaban el entorno. El bosque lo sentía. Los animales, conscientes de su presencia, huían en silencio. Los sonidos nocturnos, el viento susurrante, el crujir de las hojas, todo se volvía más agudo, más penetrante. Pero la bestia no prestaba atención. No esta vez. Había algo más, una urgencia distinta, un vacío en su pecho que lo empujaba a buscar. La necesidad de encontrar algo, alguien, lo impulsaba en cada luna llena. Y esta noche no sería diferente. El aroma de la noche lo inundaba, los olores del bosque se mezclaban con el viento. Pero había un olor distinto, algo que despertaba un instinto más profundo. Era una atracción ineludible, una llamada que no podía ignorar. El Gran Alfa tensó sus músculos, sus garras apretaron el suelo, y con un rugido ensordecedor, se lanzó en busca de esa fuente, de esa necesidad que lo consumía. Pero no sabía qué era. No sabía a quién buscaba. El impulso lo arrastraba, como siempre, hacia lo desconocido. La bestia, salvaje e indomable, se movía con precisión letal, pero el vacío seguía allí, profundo y constante, como una herida que no sanaba. Cada luna llena lo arrastraba más cerca de esa verdad que no lograba comprender, una verdad que se escapaba de sus garras cada vez. Y cuando finalmente el amanecer comenzó a iluminar el horizonte, el Gran Alfa se detuvo. Su cuerpo, que había sido tan inmenso y poderoso, comenzó a encogerse. Las garras desaparecieron, los colmillos se retrajeron, y los ojos rojos se apagaron lentamente, volviendo a ser el azul profundo de siempre. Las runas dejaron de brillar, desvaneciéndose bajo la piel ahora humana. Bipper cayó de rodillas nuevamente, cubierto de sudor y tierra. Su respiración era errática, su pecho subía y bajaba con dificultad mientras su mente se nublaba. No recordaba nada. Como siempre. La luna llena había pasado, pero el vacío en su pecho seguía presente, esperando la próxima noche en que la bestia volvería a reclamarlo.
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  • Entonces... ¿No es solo un lindo lunar?
    Categoría Fantasía
    Estaba en el bosque cercano a la ciudad, sin embargo sabia que no era un lugar que la gente frecuentara, solo algunos jóvenes borrachos y parejas traviesas de universitarios, estaba herida y frente al lago, un espíritu corrompido la había perseguido hasta su hogar en la cuidad.

    Lo había exorcizado con éxito liberando en el bosque, sin embargo no había salido del todo ilesa, con algunos cortes y sangre se metió al agua, dejando sus ojos iluminarse con un brillo azul y sus runas brillaron con fuerza.

    Su auto curación aun no funcionaba por si sola, así que tuvo que curarse a si misma, dejo que su magia fluyera por el agua rodeándola, comenzando a sanar sus heridas mientras ella se sumergía en el agua en aquel brillo azul.

    Sus heridas se cerraron mágicamente y la sangre que teñía el agua y sus ropas desapareció, se dejo llevar por el agua sin esperar que la estuvieran viendo unos curiosos ojos cafés de una conocida chica.

    ||Rol con Aven Smith
    Estaba en el bosque cercano a la ciudad, sin embargo sabia que no era un lugar que la gente frecuentara, solo algunos jóvenes borrachos y parejas traviesas de universitarios, estaba herida y frente al lago, un espíritu corrompido la había perseguido hasta su hogar en la cuidad. Lo había exorcizado con éxito liberando en el bosque, sin embargo no había salido del todo ilesa, con algunos cortes y sangre se metió al agua, dejando sus ojos iluminarse con un brillo azul y sus runas brillaron con fuerza. Su auto curación aun no funcionaba por si sola, así que tuvo que curarse a si misma, dejo que su magia fluyera por el agua rodeándola, comenzando a sanar sus heridas mientras ella se sumergía en el agua en aquel brillo azul. Sus heridas se cerraron mágicamente y la sangre que teñía el agua y sus ropas desapareció, se dejo llevar por el agua sin esperar que la estuvieran viendo unos curiosos ojos cafés de una conocida chica. ||Rol con [Aven_Smith]
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    Estado
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  • Ya la noche comenzaba a caer y con ella la luna menguante se podía ver en el cielo. Alexa caminaba escoltada por los guardias, como si de un criminal se tratara. Los cargos en su contra eran amplios, siendo el más grave la traición, basado en el hecho de que había abandonado a su pueblo y costumbres para vivir una vida fuera de las creencias y normas del reino Fae.

    Sin embargo, nada era más lejano a la realidad. El juzgado estaba lleno de rostros conocidos; sus padres, su hermano y algunos amigos se encontraban entre los asistentes. Se molestó al ver a Daniel, pues le había pedido que no fuera. Le apenaba que su pequeño hermano escuchara las cosas que había tenido que hacer para sobrevivir. Miró el tragaluz que estaba justo arriba de donde ella sería juzgada. La luna entraría por el cristal iluminándola como parte de las pruebas de inocencia que se le harían.

    Como colmo de su mala suerte, Cesare Moonlight sería parte del juicio, quien estaba segura haría todo por volverla a comprometer a su hijo o deslindarlo de toda la responsabilidad del desastre con los corrompidos.

    Alexa se encontraba en la vasta sala del consejo de los sabios del reino Fae. Los muros estaban adornados con símbolos antiguos y runas sagradas, y la luz de la luna menguante se filtraba por las ventanas altas, iluminando el rostro de la joven mujer. Su cabello platinado caía en cascada sobre sus hombros, y sus ojos azules reflejaban una mezcla de determinación, miedo y enojo. Vestía aquel vestido que había sido elegido por la mañana por su nana y otras mujeres, simbolizando tanto su pureza como su aceptación del juicio que estaba a punto de enfrentar.

    Los sabios, todos descendientes de los dioses, se sentaban en un semicírculo frente a ella. Sus rostros eran serios y sus miradas penetrantes, algunos mirándola con desprecio, otros con lastima. En el centro, el Gran Sabio Luthien, un hombre de edad avanzada con una larga barba plateada, levantó una mano para silenciar el murmullo de la audiencia. A su lado, Cesare Moonlight, patriarca de una de las familias más poderosas del reino Fae y padre de Ian, observaba con una expresión severa.

    — Alexandra Selene —comenzó Luthien con una voz profunda y resonante—, te encuentras aquí para enfrentar el juicio de los sabios por tus acciones pasadas y por abandonar tus deberes como hija de la luna y guardiana del conocimiento.

    Alexa se mantuvo firme, aunque su corazón latía con fuerza en su pecho. Sabía que este momento llegaría, y había pasado años preparándose mentalmente para ello.

    —Acepto mi juicio, Gran Sabio —respondió con voz clara—. Estoy aquí para enfrentar mis responsabilidades y para rectificar mis errores, si es que el consejo así lo considera.

    Luthien asintió solemnemente y continuó.

    —Alexandra Selene, se te acusa de los siguientes crímenes: primero, traición a tu comunidad y a tus juramentos; segundo, ser cómplice de Ian en el desequilibrio de los espíritus; tercero, romper tu juramento de castidad; cuarto, vivir fuera de las normas establecidas por nuestra sociedad; quinto incumplir la orden de este mismo consejo de contraer nupcias con Ian Moonlight y finalmente, bloquear tu magia, lo cual se toma como una grave ofensa a tu madre la diosa Selene.

    Sabia que la lista era corta pues no se menciono las vidas que había arrebatado en sus intentos por huir de los cazadores que la persiguieron durante años. Los murmullos crecieron entre la audiencia. Alexa sintió las miradas de los aldeanos sobre ella algunos llenos de reproche, otros de curiosidad y unos pocos de compasión. Sabía que muchos no comprendían la magnitud de su sacrificio. Pues no conocían la verdad del porque lo había hecho.

    Miro de reojo a su familia, le dolía hacerlos pasar por todo esto.

    —Lo que hice —dijo Alexa, con voz temblorosa pero firme—, lo hice para protegerme a mí misma y a aquellos que amo. Ian, el hombre con el que estaba destinada a unirme, no era el ser honorable que todos creíamos. Descubrí sus atrocidades y su deseo de usarme como una herramienta para obtener más poder. En un acto desesperado, sellé mi magia y mis dones para evitar que él pudiera usarlos para el mal. Me envolvió en sus trucos y engaños, enamorándome usando el vinculo de nuestra madre como herramienta para que me entregara a el uniendo nuestras almas.

    Levantó su brazo, mostrando la marca en su muñeca donde antes se encontraba el brazalete que sellaba sus dones.

    —Rompí aquel sello y volví tras el ataque de los corrompidos para curar a mis padres sin miedo a enfrentar las consecuencias de mis decisiones.

    Un murmullo más fuerte recorrió la sala cuando Cesare Moonlight, uno de los sabios, se levantó de su asiento. Con su porte imponente y su rostro severo, se acercó al centro de la sala, pidiendo la palabra.

    —Gran Sabio, solicito hablar —dijo Cesare con voz autoritaria.

    Luthien asintió, permitiéndole continuar. Cesare se volvió hacia Alexa, sus ojos verde grisáceos destellando con una mezcla de ira y desdén.

    —Alexa, tus acusaciones contra mi hijo son graves y carecen de fundamento. Ian es un legítimo hijo de la luna, bendecido por la diosa Selene. ¿Cómo te atreves a implicar que él sería capaz de tales atrocidades?

    Alexa lo miró directamente, sin amedrentarse. Sabia que seria momento de sacar a la luz su única carta, la que había mantenido oculta durante años, aunque su corazón dio una ligera punzada al pensar que iba a traicionar de alguna manera la confianza que el Ian que juraba amarla le había dado hace algunos años, alejo aquel pensamiento de su mente y hablo con decisión.

    —Hablamos del mismo Ian... ¿Verdad?... El que es tu hijo bastardo producto de uno de tus muchos amoríos extramaritales...

    Una exclamación colectiva lleno la sala, aquello era un secreto a voces, sin embargo nadie había podido confirmar que fuera cierto aunque era mas que sabido lo libertino que era el patriarca de la familia Moonlight. Alexa continuo hablando.

    —Ian es hijo de la luna, sí, pero también es mestizo de oscuridad. Nació una noche sin luna en el cielo, y esa ausencia de luz ha marcado su corazón. Su madre, una hechicera oscura, dejó su esencia en él. Él es víctima de una maldición por no haber nacido bajo la luz de la luna.

    Cesare apretó los puños, sus ojos brillando de furia.

    —¡Mentiras! —rugió—. Ian ha sido criado como un Moonlight, un hijo legítimo y digno de su linaje. Es un heredero bendecido, y tus palabras solo buscan deshonrar a nuestra familia.

    —La verdad no deshonra, Cesare —replicó Alexa con firmeza—. La verdad libera. Ian utilizó sus dones para el mal, aun cundo es producto de aquella locura oscura que he podido presenciar con mis propios ojos cuando la luna se ausenta en el cielo.

    Su voz se quebró al recordar las múltiples veces que vio con sus propios ojos como la oscuridad se apoderaba de aquel hombre y se trasformaba en un monstro sin escrúpulos dotado de los dones de la luna, una mezcla muy peligrosa.

    —El manipuló y traicionó. La maldición que lleva en su sangre no es culpa suya, pero las decisiones que tomó, sí lo son.

    Luthien levantó una mano para calmar la situación.

    —Basta —ordenó con voz firme—. La verdad será revelada bajo la luz de la luna menguante. Alexandra Selene, ¿Estás dispuesta a someterte a la prueba de la luna menguante para demostrar la veracidad de tus palabras?

    Alexa asintió sin dudar.

    —Sí, Gran Sabio. Estoy lista para enfrentar la verdad y las consecuencias que ella traiga.

    Luthien la observó con una expresión inescrutable. Vio como la luz ilumino a la joven mujer dejando ver el azul brillante de sus ojos y las runas iluminar el cuerpo femenino para después iluminarse las del salón dejando ver la luz azul brillante, Alexa sabia que decía la verdad, pues jamás mintió sobre amar a Ian o sobre no haber estado junto pues en mas de una ocasión callo en la tentación de estar entre los brazos de aquel hombre que la hacia arden solo con mirarla, después de un momento de silencio, habló de nuevo.

    —Tus palabras son sinceras, Alexandra. Ahora que sabemos del poder y la maldad de Ian, y comprendemos las razones detrás de tu huida. Sin embargo, el consejo debe decidir si tu sacrificio y tus acciones pueden ser perdonados.

    Se giró hacia los otros sabios, que empezaron a murmurar entre ellos. La tensión en la sala era palpable. La luna menguante, símbolo de la diosa Selene, funcionaba como un detector de mentiras, asegurando que la verdad prevaleciera en este juicio. Después de lo que pareció una eternidad, Luthien levantó una mano para silenciar el murmullo.

    —Hemos deliberado —anunció—. Alexandra Selene, en reconocimiento a tu sacrificio y al peligro que enfrentaste, el consejo ha decidido que tu castigo será exorcizar y capturar a todos los espíritus corrompidos por Ian. Además, deberás restaurar la confianza de nuestra comunidad y cumplir con tus responsabilidades como dama de noble cuna e hija de la luna. Solo entonces podrás ser perdonada y liberada de tu unión a Ian.

    Alexa asintió, sintiendo una mezcla de alivio y determinación. Sabía que la tarea que le esperaba sería ardua, pero estaba lista para enfrentarla. No solo por su libertad, sino también por la justicia y la protección de su comunidad.

    —Acepto mi castigo, Gran Sabio —dijo con firmeza—. Haré todo lo posible para corregir mis errores y proteger a nuestro pueblo.

    Con esas palabras, Alexa dio un paso adelante, lista para enfrentar los desafíos que le aguardaban y para redimir su nombre y su linaje. La sala de los sabios observó en silencio mientras la hija de la luna, la noble heredera de los Selene, se preparaba para una nueva batalla, una que definiría su destino y el de toda su comunidad.
    Ya la noche comenzaba a caer y con ella la luna menguante se podía ver en el cielo. Alexa caminaba escoltada por los guardias, como si de un criminal se tratara. Los cargos en su contra eran amplios, siendo el más grave la traición, basado en el hecho de que había abandonado a su pueblo y costumbres para vivir una vida fuera de las creencias y normas del reino Fae. Sin embargo, nada era más lejano a la realidad. El juzgado estaba lleno de rostros conocidos; sus padres, su hermano y algunos amigos se encontraban entre los asistentes. Se molestó al ver a Daniel, pues le había pedido que no fuera. Le apenaba que su pequeño hermano escuchara las cosas que había tenido que hacer para sobrevivir. Miró el tragaluz que estaba justo arriba de donde ella sería juzgada. La luna entraría por el cristal iluminándola como parte de las pruebas de inocencia que se le harían. Como colmo de su mala suerte, Cesare Moonlight sería parte del juicio, quien estaba segura haría todo por volverla a comprometer a su hijo o deslindarlo de toda la responsabilidad del desastre con los corrompidos. Alexa se encontraba en la vasta sala del consejo de los sabios del reino Fae. Los muros estaban adornados con símbolos antiguos y runas sagradas, y la luz de la luna menguante se filtraba por las ventanas altas, iluminando el rostro de la joven mujer. Su cabello platinado caía en cascada sobre sus hombros, y sus ojos azules reflejaban una mezcla de determinación, miedo y enojo. Vestía aquel vestido que había sido elegido por la mañana por su nana y otras mujeres, simbolizando tanto su pureza como su aceptación del juicio que estaba a punto de enfrentar. Los sabios, todos descendientes de los dioses, se sentaban en un semicírculo frente a ella. Sus rostros eran serios y sus miradas penetrantes, algunos mirándola con desprecio, otros con lastima. En el centro, el Gran Sabio Luthien, un hombre de edad avanzada con una larga barba plateada, levantó una mano para silenciar el murmullo de la audiencia. A su lado, Cesare Moonlight, patriarca de una de las familias más poderosas del reino Fae y padre de Ian, observaba con una expresión severa. — Alexandra Selene —comenzó Luthien con una voz profunda y resonante—, te encuentras aquí para enfrentar el juicio de los sabios por tus acciones pasadas y por abandonar tus deberes como hija de la luna y guardiana del conocimiento. Alexa se mantuvo firme, aunque su corazón latía con fuerza en su pecho. Sabía que este momento llegaría, y había pasado años preparándose mentalmente para ello. —Acepto mi juicio, Gran Sabio —respondió con voz clara—. Estoy aquí para enfrentar mis responsabilidades y para rectificar mis errores, si es que el consejo así lo considera. Luthien asintió solemnemente y continuó. —Alexandra Selene, se te acusa de los siguientes crímenes: primero, traición a tu comunidad y a tus juramentos; segundo, ser cómplice de Ian en el desequilibrio de los espíritus; tercero, romper tu juramento de castidad; cuarto, vivir fuera de las normas establecidas por nuestra sociedad; quinto incumplir la orden de este mismo consejo de contraer nupcias con Ian Moonlight y finalmente, bloquear tu magia, lo cual se toma como una grave ofensa a tu madre la diosa Selene. Sabia que la lista era corta pues no se menciono las vidas que había arrebatado en sus intentos por huir de los cazadores que la persiguieron durante años. Los murmullos crecieron entre la audiencia. Alexa sintió las miradas de los aldeanos sobre ella algunos llenos de reproche, otros de curiosidad y unos pocos de compasión. Sabía que muchos no comprendían la magnitud de su sacrificio. Pues no conocían la verdad del porque lo había hecho. Miro de reojo a su familia, le dolía hacerlos pasar por todo esto. —Lo que hice —dijo Alexa, con voz temblorosa pero firme—, lo hice para protegerme a mí misma y a aquellos que amo. Ian, el hombre con el que estaba destinada a unirme, no era el ser honorable que todos creíamos. Descubrí sus atrocidades y su deseo de usarme como una herramienta para obtener más poder. En un acto desesperado, sellé mi magia y mis dones para evitar que él pudiera usarlos para el mal. Me envolvió en sus trucos y engaños, enamorándome usando el vinculo de nuestra madre como herramienta para que me entregara a el uniendo nuestras almas. Levantó su brazo, mostrando la marca en su muñeca donde antes se encontraba el brazalete que sellaba sus dones. —Rompí aquel sello y volví tras el ataque de los corrompidos para curar a mis padres sin miedo a enfrentar las consecuencias de mis decisiones. Un murmullo más fuerte recorrió la sala cuando Cesare Moonlight, uno de los sabios, se levantó de su asiento. Con su porte imponente y su rostro severo, se acercó al centro de la sala, pidiendo la palabra. —Gran Sabio, solicito hablar —dijo Cesare con voz autoritaria. Luthien asintió, permitiéndole continuar. Cesare se volvió hacia Alexa, sus ojos verde grisáceos destellando con una mezcla de ira y desdén. —Alexa, tus acusaciones contra mi hijo son graves y carecen de fundamento. Ian es un legítimo hijo de la luna, bendecido por la diosa Selene. ¿Cómo te atreves a implicar que él sería capaz de tales atrocidades? Alexa lo miró directamente, sin amedrentarse. Sabia que seria momento de sacar a la luz su única carta, la que había mantenido oculta durante años, aunque su corazón dio una ligera punzada al pensar que iba a traicionar de alguna manera la confianza que el Ian que juraba amarla le había dado hace algunos años, alejo aquel pensamiento de su mente y hablo con decisión. —Hablamos del mismo Ian... ¿Verdad?... El que es tu hijo bastardo producto de uno de tus muchos amoríos extramaritales... Una exclamación colectiva lleno la sala, aquello era un secreto a voces, sin embargo nadie había podido confirmar que fuera cierto aunque era mas que sabido lo libertino que era el patriarca de la familia Moonlight. Alexa continuo hablando. —Ian es hijo de la luna, sí, pero también es mestizo de oscuridad. Nació una noche sin luna en el cielo, y esa ausencia de luz ha marcado su corazón. Su madre, una hechicera oscura, dejó su esencia en él. Él es víctima de una maldición por no haber nacido bajo la luz de la luna. Cesare apretó los puños, sus ojos brillando de furia. —¡Mentiras! —rugió—. Ian ha sido criado como un Moonlight, un hijo legítimo y digno de su linaje. Es un heredero bendecido, y tus palabras solo buscan deshonrar a nuestra familia. —La verdad no deshonra, Cesare —replicó Alexa con firmeza—. La verdad libera. Ian utilizó sus dones para el mal, aun cundo es producto de aquella locura oscura que he podido presenciar con mis propios ojos cuando la luna se ausenta en el cielo. Su voz se quebró al recordar las múltiples veces que vio con sus propios ojos como la oscuridad se apoderaba de aquel hombre y se trasformaba en un monstro sin escrúpulos dotado de los dones de la luna, una mezcla muy peligrosa. —El manipuló y traicionó. La maldición que lleva en su sangre no es culpa suya, pero las decisiones que tomó, sí lo son. Luthien levantó una mano para calmar la situación. —Basta —ordenó con voz firme—. La verdad será revelada bajo la luz de la luna menguante. Alexandra Selene, ¿Estás dispuesta a someterte a la prueba de la luna menguante para demostrar la veracidad de tus palabras? Alexa asintió sin dudar. —Sí, Gran Sabio. Estoy lista para enfrentar la verdad y las consecuencias que ella traiga. Luthien la observó con una expresión inescrutable. Vio como la luz ilumino a la joven mujer dejando ver el azul brillante de sus ojos y las runas iluminar el cuerpo femenino para después iluminarse las del salón dejando ver la luz azul brillante, Alexa sabia que decía la verdad, pues jamás mintió sobre amar a Ian o sobre no haber estado junto pues en mas de una ocasión callo en la tentación de estar entre los brazos de aquel hombre que la hacia arden solo con mirarla, después de un momento de silencio, habló de nuevo. —Tus palabras son sinceras, Alexandra. Ahora que sabemos del poder y la maldad de Ian, y comprendemos las razones detrás de tu huida. Sin embargo, el consejo debe decidir si tu sacrificio y tus acciones pueden ser perdonados. Se giró hacia los otros sabios, que empezaron a murmurar entre ellos. La tensión en la sala era palpable. La luna menguante, símbolo de la diosa Selene, funcionaba como un detector de mentiras, asegurando que la verdad prevaleciera en este juicio. Después de lo que pareció una eternidad, Luthien levantó una mano para silenciar el murmullo. —Hemos deliberado —anunció—. Alexandra Selene, en reconocimiento a tu sacrificio y al peligro que enfrentaste, el consejo ha decidido que tu castigo será exorcizar y capturar a todos los espíritus corrompidos por Ian. Además, deberás restaurar la confianza de nuestra comunidad y cumplir con tus responsabilidades como dama de noble cuna e hija de la luna. Solo entonces podrás ser perdonada y liberada de tu unión a Ian. Alexa asintió, sintiendo una mezcla de alivio y determinación. Sabía que la tarea que le esperaba sería ardua, pero estaba lista para enfrentarla. No solo por su libertad, sino también por la justicia y la protección de su comunidad. —Acepto mi castigo, Gran Sabio —dijo con firmeza—. Haré todo lo posible para corregir mis errores y proteger a nuestro pueblo. Con esas palabras, Alexa dio un paso adelante, lista para enfrentar los desafíos que le aguardaban y para redimir su nombre y su linaje. La sala de los sabios observó en silencio mientras la hija de la luna, la noble heredera de los Selene, se preparaba para una nueva batalla, una que definiría su destino y el de toda su comunidad.
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  • - Siempre que entreno mis runas resuenan... pero yo creo que no se ven mal
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  • El lobo alfa
    Fandom cualquiera
    Categoría Romance
    ¡Hola a todos! Estoy emocionado de presentarles un nuevo rol a. Por favor, lean la historia fijada en mi perfil para comprender mejor el trasfondo//

    Un susurro en el viento, una leyenda antigua grabada en runas misteriosas. En tiempos actuales, uno de estos seres legendarios camina entre nosotros, sin saber el destino que lleva dentro. En medio de la confusión y los desafíos del día a día, hay quienes comienzan a notar signos extraños, pistas de un poder oculto.

    mi personaje conocido simplemente como "El Gran Alfa", ha vivido su vida sin conocer la verdadera magnitud de su destino. Sin embargo, recientemente, una runa ancestral ha comenzado a manifestarse en su piel cuando se emociona demasiado, se pone nervioso o se enoja. Esta marca, invisible para la mayoría, ha sido reconocida por una mujer lobo o bruja, una sabia conocedora de antiguas profecías.

    Este observador(tu personaje) , con un conocimiento profundo de las leyendas y una comprensión clara de los peligros que se avecinan, decide tomar al Gran Alfa bajo su protección. Su objetivo es ayudarlo a comprender y dominar su naturaleza lobuna, sin revelar aún la totalidad de la leyenda que rodea su existencia.


    //requisitos:

    Ser Mujer loba/Bruja (la leyenda es solo de lobos no tendria sentido que cualquier random supiera, almenos que me expliques como sabe de la leyenda)
    SOLO Mujeres , no hago yaoi sorry
    ¡Hola a todos! Estoy emocionado de presentarles un nuevo rol a. Por favor, lean la historia fijada en mi perfil para comprender mejor el trasfondo// Un susurro en el viento, una leyenda antigua grabada en runas misteriosas. En tiempos actuales, uno de estos seres legendarios camina entre nosotros, sin saber el destino que lleva dentro. En medio de la confusión y los desafíos del día a día, hay quienes comienzan a notar signos extraños, pistas de un poder oculto. mi personaje conocido simplemente como "El Gran Alfa", ha vivido su vida sin conocer la verdadera magnitud de su destino. Sin embargo, recientemente, una runa ancestral ha comenzado a manifestarse en su piel cuando se emociona demasiado, se pone nervioso o se enoja. Esta marca, invisible para la mayoría, ha sido reconocida por una mujer lobo o bruja, una sabia conocedora de antiguas profecías. Este observador(tu personaje) , con un conocimiento profundo de las leyendas y una comprensión clara de los peligros que se avecinan, decide tomar al Gran Alfa bajo su protección. Su objetivo es ayudarlo a comprender y dominar su naturaleza lobuna, sin revelar aún la totalidad de la leyenda que rodea su existencia. //requisitos: Ser Mujer loba/Bruja (la leyenda es solo de lobos no tendria sentido que cualquier random supiera, almenos que me expliques como sabe de la leyenda) SOLO Mujeres , no hago yaoi sorry
    Tipo
    Grupal
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Disponible
    Me encocora
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  • Nuevo comienzo.
    Fandom Ninguno
    Categoría Original
    En un callejón húmedo me encontraba haciendo una de las tantas tiradas con las runas, viendo qué me deparaba. Un camino bifurcado se aproximaba, una decisión importante.

    Los últimos trabajos habían salido exitosos, el dinero no escaseaba pero no tenía la vida resuelta. El trabajo en el burdel resultó mejor de lo que pensaba. Espantar a demonios idiotas que quieran desmembrar a las chicas se tornaba divertido.

    Al terminar, escribí la lectura en el grimorio, junté todo y me puse la capucha. Mi demonio estaba algo alterado después de la última pelea.

    Los exorcistas eran vagos para su "importante labor"
    En un callejón húmedo me encontraba haciendo una de las tantas tiradas con las runas, viendo qué me deparaba. Un camino bifurcado se aproximaba, una decisión importante. Los últimos trabajos habían salido exitosos, el dinero no escaseaba pero no tenía la vida resuelta. El trabajo en el burdel resultó mejor de lo que pensaba. Espantar a demonios idiotas que quieran desmembrar a las chicas se tornaba divertido. Al terminar, escribí la lectura en el grimorio, junté todo y me puse la capucha. Mi demonio estaba algo alterado después de la última pelea. Los exorcistas eran vagos para su "importante labor"
    Tipo
    Individual
    Líneas
    5
    Estado
    Disponible
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