• "El primer paso de Zagreus en la luz" (todos son recuerdos de ella)

    El aire, espeso y enrarecido por siglos de sombra, se disolvió con el primer suspiro de la madre. Perséfone, en su eterno silencio entre la luz y la oscuridad, sintió la pulsación de su hijo a su lado. Zagreus, el joven dios nacido del inframundo, caminaba a su lado como quien se enfrenta a lo inexplorado, sin temor ni duda, pero con esa curiosidad contenida propia de quien tiene el peso de ser el hijo de dos mundos.

    Salieron del palacio donde la oscuridad se dilataba en columnas de mármol negro, y el aire se volvió más ligero a medida que ascendían. Perséfone, serena y firme, no habló, pero su presencia era suficiente. Cada paso suyo era un acto de realeza tranquila, la seguridad de quien conoce el curso del mundo, de quien lo ve florecer y marchitarse en la misma respiración. Su hija, como testigo de los muertos, llevaba consigo la marca de lo eterno, y su hijo, como sangre de su misma carne, llevaba ya en su pecho la promesa de su destino.

    Zagreus, joven y despierto, no sentía el desconcierto que los hombres sentirían al estar fuera del Inframundo. Era un dios, y el mundo era suyo por derecho. Lo caminaba como quien se sabe parte de un ciclo sin fin. Pero todo a su alrededor era nuevo: la luz del sol le bañaba la piel, una luz que no conocía más allá de las sombras, y el viento, cargado con los aromas del mundo de los vivos, le erizaba los sentidos. El canto de los pájaros lo hizo detenerse un momento, pues sonaba distinto al eco muerto de las almas, como una vibración irrepetible, de esas que surgen solo en el tiempo.

    Perséfone no se volvió. Ella lo había visto nacer, pero no había esperado que su hijo sintiera el peso del mundo en ese instante. Ya lo había sentido ella, en su juventud, cuando abandonó la tierra de los dioses para unirse a Hades. Sabía lo que el sol podía hacer, cómo la luz invade cada rincón de la memoria, despertando recuerdos que dormían profundamente.

    Y en ese momento, la joven divinidad miró a su madre. No era una mirada de súplica ni de pregunta. Era simplemente un cruce de miradas entre ellos, un reconocimiento tácito de todo lo que el uno significaba para el otro. No hacía falta nada más. No hacía falta hablar.

    Caminaron sin prisa entre los vivos, y los caminos se llenaron de cosas nuevas para él: una anciana que se aferraba a la imagen de su hijo fallecido, los niños que reían sin miedo, las flores que brotaban de la tierra, humildes pero hermosas. Perséfone caminaba por entre ellos, en un suave equilibrio, como si ella misma aún estuviera en la franja entre lo vivo y lo muerto. Y su hijo la seguía, observando, aprendiendo, sin el peso de las palabras.

    Un hombre en el mercado, al ver a Perséfone, la reconoció y se arrodilló sin decir palabra. A su lado, Zagreus lo observó con una calma feroz. No necesitaba preguntar quién era él. Sabía que su madre había sido reina aquí, en la luz del mundo que tanto amaba y tanto odiaba, un lugar donde la vida nunca había sido tan fácil. La gente le temía, le deseaba y la veneraba, sin comprender del todo su origen ni el precio de su amor.

    Sin embargo, el hijo no era como ella. Aunque su esencia venía del mismo reino que su madre había abrazado, su forma, su paso por el mundo, era diferente. La luz no le quemaba, pero no era ella quien le llamaba; en él, el aire de los vivos se volvía una melodía extraña, una que ni siquiera su madre podría comprender completamente. Él estaba destinado a ser algo distinto.

    Al final de ese primer día, cuando el sol se retiró por detrás de las montañas y el cielo tomó un tono violeta, Perséfone posó su mirada en Zagreus. No era una mirada de aprobación o consuelo. No había necesidad de tales gestos. Era una mirada de conocimiento, de esa sabiduría ancestral que sólo puede venir de quien ha estado entre dos mundos y los ha dominado.

    Zagreus, sin apartar los ojos de su madre, supo lo que había aprendido, y lo que aún debía aprender. Ese paso entre los vivos no era más que el principio de un viaje mucho más largo, uno donde la luz y la oscuridad se entrelazarían constantemente, desdibujando los límites de lo que era, lo que sería y lo que podría ser.

    El regreso fue igual de callado. Perséfone no necesitaba mirar atrás, pues sabía que su hijo nunca dejaría de caminar, ni de aprender, ni de descubrir su lugar en el vasto e implacable círculo del destino.
    "El primer paso de Zagreus en la luz" (todos son recuerdos de ella) El aire, espeso y enrarecido por siglos de sombra, se disolvió con el primer suspiro de la madre. Perséfone, en su eterno silencio entre la luz y la oscuridad, sintió la pulsación de su hijo a su lado. Zagreus, el joven dios nacido del inframundo, caminaba a su lado como quien se enfrenta a lo inexplorado, sin temor ni duda, pero con esa curiosidad contenida propia de quien tiene el peso de ser el hijo de dos mundos. Salieron del palacio donde la oscuridad se dilataba en columnas de mármol negro, y el aire se volvió más ligero a medida que ascendían. Perséfone, serena y firme, no habló, pero su presencia era suficiente. Cada paso suyo era un acto de realeza tranquila, la seguridad de quien conoce el curso del mundo, de quien lo ve florecer y marchitarse en la misma respiración. Su hija, como testigo de los muertos, llevaba consigo la marca de lo eterno, y su hijo, como sangre de su misma carne, llevaba ya en su pecho la promesa de su destino. Zagreus, joven y despierto, no sentía el desconcierto que los hombres sentirían al estar fuera del Inframundo. Era un dios, y el mundo era suyo por derecho. Lo caminaba como quien se sabe parte de un ciclo sin fin. Pero todo a su alrededor era nuevo: la luz del sol le bañaba la piel, una luz que no conocía más allá de las sombras, y el viento, cargado con los aromas del mundo de los vivos, le erizaba los sentidos. El canto de los pájaros lo hizo detenerse un momento, pues sonaba distinto al eco muerto de las almas, como una vibración irrepetible, de esas que surgen solo en el tiempo. Perséfone no se volvió. Ella lo había visto nacer, pero no había esperado que su hijo sintiera el peso del mundo en ese instante. Ya lo había sentido ella, en su juventud, cuando abandonó la tierra de los dioses para unirse a Hades. Sabía lo que el sol podía hacer, cómo la luz invade cada rincón de la memoria, despertando recuerdos que dormían profundamente. Y en ese momento, la joven divinidad miró a su madre. No era una mirada de súplica ni de pregunta. Era simplemente un cruce de miradas entre ellos, un reconocimiento tácito de todo lo que el uno significaba para el otro. No hacía falta nada más. No hacía falta hablar. Caminaron sin prisa entre los vivos, y los caminos se llenaron de cosas nuevas para él: una anciana que se aferraba a la imagen de su hijo fallecido, los niños que reían sin miedo, las flores que brotaban de la tierra, humildes pero hermosas. Perséfone caminaba por entre ellos, en un suave equilibrio, como si ella misma aún estuviera en la franja entre lo vivo y lo muerto. Y su hijo la seguía, observando, aprendiendo, sin el peso de las palabras. Un hombre en el mercado, al ver a Perséfone, la reconoció y se arrodilló sin decir palabra. A su lado, Zagreus lo observó con una calma feroz. No necesitaba preguntar quién era él. Sabía que su madre había sido reina aquí, en la luz del mundo que tanto amaba y tanto odiaba, un lugar donde la vida nunca había sido tan fácil. La gente le temía, le deseaba y la veneraba, sin comprender del todo su origen ni el precio de su amor. Sin embargo, el hijo no era como ella. Aunque su esencia venía del mismo reino que su madre había abrazado, su forma, su paso por el mundo, era diferente. La luz no le quemaba, pero no era ella quien le llamaba; en él, el aire de los vivos se volvía una melodía extraña, una que ni siquiera su madre podría comprender completamente. Él estaba destinado a ser algo distinto. Al final de ese primer día, cuando el sol se retiró por detrás de las montañas y el cielo tomó un tono violeta, Perséfone posó su mirada en Zagreus. No era una mirada de aprobación o consuelo. No había necesidad de tales gestos. Era una mirada de conocimiento, de esa sabiduría ancestral que sólo puede venir de quien ha estado entre dos mundos y los ha dominado. Zagreus, sin apartar los ojos de su madre, supo lo que había aprendido, y lo que aún debía aprender. Ese paso entre los vivos no era más que el principio de un viaje mucho más largo, uno donde la luz y la oscuridad se entrelazarían constantemente, desdibujando los límites de lo que era, lo que sería y lo que podría ser. El regreso fue igual de callado. Perséfone no necesitaba mirar atrás, pues sabía que su hijo nunca dejaría de caminar, ni de aprender, ni de descubrir su lugar en el vasto e implacable círculo del destino.
    Me encocora
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • —Me pregunto si deberé mezclarme entre la multitud...
    Esto de ya no pertenecer a la realeza es... más complicado de lo que creí.

    Tomó un profundo respiro, suspirando y calmando sus nervios mientras se acomodaba la ropa un poco, observando sus alrededores.
    Ya había pasado un tiempo desde que fue rebajado a ser un simple demonio más, pero comenzaba a acostumbrarse a vivir fuera de sus privilegios reales (o de menos intentaba).
    —Me pregunto si deberé mezclarme entre la multitud... Esto de ya no pertenecer a la realeza es... más complicado de lo que creí. Tomó un profundo respiro, suspirando y calmando sus nervios mientras se acomodaba la ropa un poco, observando sus alrededores. Ya había pasado un tiempo desde que fue rebajado a ser un simple demonio más, pero comenzaba a acostumbrarse a vivir fuera de sus privilegios reales (o de menos intentaba).
    Me gusta
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    Sapphire Royale: El Alma de la Realeza

    Envuelto en un frasco que parece haber sido tallado por joyeros reales, "Sapphire Royale" brilla como una corona líquida. Su botella azul profundo con detalles plateados y gemas resplandecientes evoca el esplendor de la nobleza. El tapón, en forma de corona majestuosa, remata esta joya aromática, transmitiendo poder, elegancia y sofisticación.

    Es una fragancia refinada y poderosa, con notas de salida cítricas y marinas, un corazón floral de jazmín y lirio de los valles, y un fondo ambarado con toques de almizcle blanco. Ideal para quienes caminan con la gracia de un monarca y la presencia de una leyenda.

    Modelo: Albedo
    Colaboración con La Compañía IshtarLust

    💙 Sapphire Royale: El Alma de la Realeza 💙 Envuelto en un frasco que parece haber sido tallado por joyeros reales, "Sapphire Royale" brilla como una corona líquida. Su botella azul profundo con detalles plateados y gemas resplandecientes evoca el esplendor de la nobleza. El tapón, en forma de corona majestuosa, remata esta joya aromática, transmitiendo poder, elegancia y sofisticación. Es una fragancia refinada y poderosa, con notas de salida cítricas y marinas, un corazón floral de jazmín y lirio de los valles, y un fondo ambarado con toques de almizcle blanco. Ideal para quienes caminan con la gracia de un monarca y la presencia de una leyenda. Modelo: Albedo Colaboración con La Compañía IshtarLust
    Me endiabla
    1
    0 comentarios 1 compartido
  • [𝕄𝔼𝕄𝕆ℝ𝕐]


    ˗ˏˋ ★ ˎˊ˗


    𝐒𝐞𝐛𝐚𝐬𝐭𝐢𝐚𝐧.

    Recuerdo cuando su familia me adoptó y me obligaron a aprender a usar cada cuchara, cada tenedor, cada cuchillo, en sus tamaños y formas específicas. Me enseñaron a vestir de manera impecable y a hablar con el lenguaje correcto, digno de una familia aspirante a servir a la realeza. Deseaban con toda el alma que su hijo, Sebastian, se convirtiera en un perfecto mayordomo, pero yo apenas era un añadido accidental en esa historia.

    Empezamos por fregar platos en las cocinas reales, Sebastian fregando siempre al lado mío, sin quejarse. ¡Aparte de fregar platos, me enseñó cosas mucho más importantes!: A robar postres sin ser visto, a escabullirme por los pasillos para oír conversaciones prohibidas, a reírnos en silencio de las vidas de otras personas.

    JAJAJAJA, ¿QUIÉN LO DIRÍA? Años después, cada uno tomó su propio camino. Yo aprendí de otras personas, observé lo que las hacía reír y lo que las hacía llorar. Lo que las hacía miserables. Fue así como terminé siendo el bufón de la realeza. Fue así como volví a encontrarme con Sebastian después de taaaanto tiempo.

    Cuando lo vi, sonreí tanto que sentí que me dolían las mejillas. Él, con un aire impecable y serio, caminó hacia mí con esa elegancia que ahora dominaba a la perfección. No rompió su nueva postura de mayordomo ni permitió que su semblante mostrara emoción alguna más allá de la seriedad. Cuando pasó junto a mí, sentí como deslizó discretamente un pequeño papelito en el bolsillo de mi traje.

    Más tarde, cuando estuve a solas, lo saqué con curiosidad. Al desdoblar el papel, encontré en él, escrito con su letra:

    —𝘠𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘴𝘵á𝘴 𝘢𝘲𝘶í, 𝘱𝘰𝘥𝘳í𝘢𝘴 𝘢𝘺𝘶𝘥𝘢𝘳𝘮𝘦 𝘢 𝘧𝘳𝘦𝘨𝘢𝘳 𝘭𝘰𝘴 𝘱𝘭𝘢𝘵𝘰𝘴.

    Esa noche no pude parar de reír.


    ˗ˏˋ ★ ˎˊ˗
    [𝕄𝔼𝕄𝕆ℝ𝕐] ˗ˏˋ ★ ˎˊ˗ 𝐒𝐞𝐛𝐚𝐬𝐭𝐢𝐚𝐧. Recuerdo cuando su familia me adoptó y me obligaron a aprender a usar cada cuchara, cada tenedor, cada cuchillo, en sus tamaños y formas específicas. Me enseñaron a vestir de manera impecable y a hablar con el lenguaje correcto, digno de una familia aspirante a servir a la realeza. Deseaban con toda el alma que su hijo, Sebastian, se convirtiera en un perfecto mayordomo, pero yo apenas era un añadido accidental en esa historia. Empezamos por fregar platos en las cocinas reales, Sebastian fregando siempre al lado mío, sin quejarse. ¡Aparte de fregar platos, me enseñó cosas mucho más importantes!: A robar postres sin ser visto, a escabullirme por los pasillos para oír conversaciones prohibidas, a reírnos en silencio de las vidas de otras personas. JAJAJAJA, ¿QUIÉN LO DIRÍA? Años después, cada uno tomó su propio camino. Yo aprendí de otras personas, observé lo que las hacía reír y lo que las hacía llorar. Lo que las hacía miserables. Fue así como terminé siendo el bufón de la realeza. Fue así como volví a encontrarme con Sebastian después de taaaanto tiempo. Cuando lo vi, sonreí tanto que sentí que me dolían las mejillas. Él, con un aire impecable y serio, caminó hacia mí con esa elegancia que ahora dominaba a la perfección. No rompió su nueva postura de mayordomo ni permitió que su semblante mostrara emoción alguna más allá de la seriedad. Cuando pasó junto a mí, sentí como deslizó discretamente un pequeño papelito en el bolsillo de mi traje. Más tarde, cuando estuve a solas, lo saqué con curiosidad. Al desdoblar el papel, encontré en él, escrito con su letra: —𝘠𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘴𝘵á𝘴 𝘢𝘲𝘶í, 𝘱𝘰𝘥𝘳í𝘢𝘴 𝘢𝘺𝘶𝘥𝘢𝘳𝘮𝘦 𝘢 𝘧𝘳𝘦𝘨𝘢𝘳 𝘭𝘰𝘴 𝘱𝘭𝘢𝘵𝘰𝘴. Esa noche no pude parar de reír. ˗ˏˋ ★ ˎˊ˗
    Me gusta
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • *Taoqi en ese momento se acercó al joven príncipe, Mydei , hace una reverencia ante él pues sabe que ella solo en términos de realeza, solo era una plebeya, no tenía un titulo real por lo que debe mostrarse asi ante él. *

    Buenas, joven príncipe, vengo con la intención de ser su guardiana mientras esta de visita.

    *Comentó de forma solemne, manteniendo mucho respeto ante el contrario.

    No se atrevia a levantar la mirada hasta que él le indicará, eso es como muestra de respeto ante el linaje real de Mydei. *
    *Taoqi en ese momento se acercó al joven príncipe, [ripple_pearl_monkey_639], hace una reverencia ante él pues sabe que ella solo en términos de realeza, solo era una plebeya, no tenía un titulo real por lo que debe mostrarse asi ante él. * Buenas, joven príncipe, vengo con la intención de ser su guardiana mientras esta de visita. *Comentó de forma solemne, manteniendo mucho respeto ante el contrario. No se atrevia a levantar la mirada hasta que él le indicará, eso es como muestra de respeto ante el linaje real de Mydei. *
    Me gusta
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • Academi San Vladimir
    Fandom Academia De Vampiros
    Categoría Original
    10:00 AM – En los bosques profundos de Montana

    Los pasos de mis botas resonaban a lo largo del pasillo sombrío de aquel lugar. El sol ya estaba en su pleno apogeo, pero, a diferencia de las personas normales, debía caminar con extremo cuidado. El sueño era algo sagrado, y más aún para un Moroi, la realeza vampírica del siglo XXI.

    Ajusté mi bolso de gimnasio y doblé la siguiente esquina a la derecha. Caminé por el campus, pisando el pasto verde mientras algunos pájaros piaban, posándose en los árboles frutales. Un cuervo negro de ojos sangre se posó en el alféizar de una ventana cercana, lanzando un graznido.

    Saqué un poco de maíz de mi bolso, colocándolo cerca de su lugar.

    —No me mires así, ni siquiera debería estar aquí. —Sacudí mis manos y avancé a paso firme hasta entrar al gimnasio.

    Dejé caer mi bolso en aquel piso pulido de madera y tomé un vendaje del bol, envolviendo mis manos para comenzar el entrenamiento.

    «Vampiros del siglo XXI con magia, pero tan frágiles como una hoja de papel...» —pensé, dejando escapar una risita burlona mientras hacía mis estiramientos.

    Tomé una postura firme cuando, de repente, sentí algo aproximarse. Elevando mi pierna derecha, moví mi cuerpo en la dirección contraria al objeto próximo. Una bola de fuego pasó a mi lado.

    —No deberías tener esos pensamientos, pequeña dhampir...
    📍 10:00 AM – En los bosques profundos de Montana Los pasos de mis botas resonaban a lo largo del pasillo sombrío de aquel lugar. El sol ya estaba en su pleno apogeo, pero, a diferencia de las personas normales, debía caminar con extremo cuidado. El sueño era algo sagrado, y más aún para un Moroi, la realeza vampírica del siglo XXI. Ajusté mi bolso de gimnasio y doblé la siguiente esquina a la derecha. Caminé por el campus, pisando el pasto verde mientras algunos pájaros piaban, posándose en los árboles frutales. Un cuervo negro de ojos sangre se posó en el alféizar de una ventana cercana, lanzando un graznido. Saqué un poco de maíz de mi bolso, colocándolo cerca de su lugar. —No me mires así, ni siquiera debería estar aquí. —Sacudí mis manos y avancé a paso firme hasta entrar al gimnasio. Dejé caer mi bolso en aquel piso pulido de madera y tomé un vendaje del bol, envolviendo mis manos para comenzar el entrenamiento. «Vampiros del siglo XXI con magia, pero tan frágiles como una hoja de papel...» —pensé, dejando escapar una risita burlona mientras hacía mis estiramientos. Tomé una postura firme cuando, de repente, sentí algo aproximarse. Elevando mi pierna derecha, moví mi cuerpo en la dirección contraria al objeto próximo. Una bola de fuego pasó a mi lado. —No deberías tener esos pensamientos, pequeña dhampir...
    Tipo
    Grupal
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Disponible
    Me gusta
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • Entre sombras desenterradas
    Categoría Aventura
    Hacía ya mucho tiempo que Alex no visitaba los vestigios de lo que eran las antiguas academias para alquimistas. La orden solía abandonar los complejos cuando estos ya tenían algunas decenas o centenares de años; la piedra agrietada del viejo templo, los farallones ominosos que relucían ante la cala en la cual habían encallado viejos barcos abandonados, e incluso la presencia de cuerpos y esqueletos parcialmente erosionados no daban una buena señal para los que osaran asomar las narices por aquel sitio. La antigua generación de mutantes era todo un entramado de misterios sin resolver, recovecos en la historia que no debían ser exhumados o esclarecidos por mentes curiosas, pero ahora, ante esa enorme ensenada, el grupo conformado por el susodicho y cinco habilidosas personas más estaban a merced de la oscura senda que se avecinaba.

    Los aventureros habían sido convocados por una antigua y noble casa de la realeza del oeste para recopilar información y hacer un trabajo logístico, con el fin de poder aprovechar todo recurso natural, magia antigua y misterios que se pudieran usar en las próximas guerras que se rumoreaban estaban cerca. El pelilargo miró a sus compañeros de viaje mientras con su índice derecho indicaba el camino a seguir.

    —Muy bien, escuchen todos, se sabe poco de los antiguos alquimistas y sus métodos para ocultar misterios a lo largo del tiempo, ni siquiera la nueva orden conoce mucho de lo que ocurre por estos sitios, así que será difícil. Quien quiera claudicar, que hable ahora o se largue de mi vista; los demás, síganme—Dijo a la par que daba sus primeras pisadas por fuera del barco, sintiendo la humedad en sus pies junto a un ligero vaho en los alrededores.
    Hacía ya mucho tiempo que Alex no visitaba los vestigios de lo que eran las antiguas academias para alquimistas. La orden solía abandonar los complejos cuando estos ya tenían algunas decenas o centenares de años; la piedra agrietada del viejo templo, los farallones ominosos que relucían ante la cala en la cual habían encallado viejos barcos abandonados, e incluso la presencia de cuerpos y esqueletos parcialmente erosionados no daban una buena señal para los que osaran asomar las narices por aquel sitio. La antigua generación de mutantes era todo un entramado de misterios sin resolver, recovecos en la historia que no debían ser exhumados o esclarecidos por mentes curiosas, pero ahora, ante esa enorme ensenada, el grupo conformado por el susodicho y cinco habilidosas personas más estaban a merced de la oscura senda que se avecinaba. Los aventureros habían sido convocados por una antigua y noble casa de la realeza del oeste para recopilar información y hacer un trabajo logístico, con el fin de poder aprovechar todo recurso natural, magia antigua y misterios que se pudieran usar en las próximas guerras que se rumoreaban estaban cerca. El pelilargo miró a sus compañeros de viaje mientras con su índice derecho indicaba el camino a seguir. —Muy bien, escuchen todos, se sabe poco de los antiguos alquimistas y sus métodos para ocultar misterios a lo largo del tiempo, ni siquiera la nueva orden conoce mucho de lo que ocurre por estos sitios, así que será difícil. Quien quiera claudicar, que hable ahora o se largue de mi vista; los demás, síganme—Dijo a la par que daba sus primeras pisadas por fuera del barco, sintiendo la humedad en sus pies junto a un ligero vaho en los alrededores.
    Tipo
    Grupal
    Líneas
    4
    Estado
    Disponible
    Me gusta
    3
    0 turnos 0 maullidos
  • Aun no llega Bael, y la mayoría de varones que se puede encontrar aquí son meros críos que no son conscientes que hablan con la realeza... Meros mocosos prepotentes, tch... Como extraño a ese dragon moreno, aunque a Zet no le agrade, es con el único que quiero pasar mi vida entera, el único que cautivo mi corazón...
    Aun no llega Bael, y la mayoría de varones que se puede encontrar aquí son meros críos que no son conscientes que hablan con la realeza... Meros mocosos prepotentes, tch... Como extraño a ese dragon moreno, aunque a Zet no le agrade, es con el único que quiero pasar mi vida entera, el único que cautivo mi corazón...
    Me encocora
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • — La reina, cuya experiencia en el trono es casi nula, decidió emprender un viaje sola junto a Kharyan, su dragón.
    El estrés, el miedo al fracaso y odio del pueblo, carcomían su cabeza diariamente. Los plebeyos la trataban de ignorante, altanera, egoísta y falsa. Los nobles, la veían como una necesidad para llevar su apellido a lo más alto. Y la realeza, como un ejemplo a seguir. Aunque es cierto,que su propia guardia real la cuestionó durante las guerras que las circunstancias la obligaron a seguir guerras que ella no quería. Las traiciones y apuñaladas por la espalda solo la habían llevado a dejar de confiar y querer una cosa: venganza. —
    — La reina, cuya experiencia en el trono es casi nula, decidió emprender un viaje sola junto a Kharyan, su dragón. El estrés, el miedo al fracaso y odio del pueblo, carcomían su cabeza diariamente. Los plebeyos la trataban de ignorante, altanera, egoísta y falsa. Los nobles, la veían como una necesidad para llevar su apellido a lo más alto. Y la realeza, como un ejemplo a seguir. Aunque es cierto,que su propia guardia real la cuestionó durante las guerras que las circunstancias la obligaron a seguir guerras que ella no quería. Las traiciones y apuñaladas por la espalda solo la habían llevado a dejar de confiar y querer una cosa: venganza. —
    Me encocora
    3
    1 turno 0 maullidos
  • Reino de Lys, Capítulo #4: La gran guerra nupcial. Parte #1.

    Pero con toda la magnificencia de Lys, fue una terrible decisión la que fue el inicio de la caída de mi pobre hogar; en nombre de iniciar una relación positiva entre Lys y Krassny, el emperador Louis y el Zar Pietrov pactaron un matrimonio arreglado entre el joven emperador y la hija del zar; una preciosa zarevna apenas llegada a la edad adulta de nombre Anastasia Nicolaievna; un ángel hermoso y brillante que simbolizaba la esperanza del pueblo Krassno por su gran belleza y compasión, siendo la única de las tres grandes duquesas de Krassny que se acercaba al pueblo, escuchaba a los ancianos del campo y sus cuentos clásicos, jugaba con sus niños y ayudaba a cocinar a las damas en casa para toda la gente de las aldeas... alguien que tuviera el corazón de esta dulce dama podría tener la confianza de Krassny... ¿Cierto?
    Por desgracia, este tratado tenía un terrible truco debajo; aterrado por la superioridad tecnológica y la poderosa milicia de Krassny, el emperador Louis en realidad introdujo a un espía mago negro en Krassny, bajo al identidad de iván; un joven mayordomo quién tenía la consigna de seducir y desflorar a la princesa en secreto para arruinar a propósito esa unión y darle una oportunidad al imperio D'Lys de atacar primero y con todo a Krassny, buscando conquistar el territorio Krassno...
    Durante el tiempor que Iván estuvo al servicio de la joven Zarevna, logró colarse dentro de su corazón y hacerla perder el norte de por qué aceptaba ser parte del matrimonio político, logrando así sembrar la semilla de la discordia y, una fatídica noche, justo antes de la boda, Iván (quién en secreto era un espía Lysiano que respondía al nombre de Sir Sorel) escaparon juntos al oeste del continente, dejando una carta de puño y letra del emperador, pero hecha pasar por la letra de la duquesa, que dejaba en claro su negativa de casarse con el emperador y no desear ser más una miembro de la realeza, eligiendo su corazón por encima del bien de su nación...
    Eso dio inicio al más grande conflicto bélico de la historia Lysana-Krassna; las guerras nupciales, pues el emperador ahora podía hacerse el ofendido por la traición del Zar y su hija y la falta a su promesa, al igual que del presunto robo del tamboril sagrado, reliquia bendita perteneciente a las bóvedas imperiales, por mano de Iván. Con la familia del Zar en sus tierras y las tropas listas de antemano, se desató una horrible guerra en ese mismo momento... una guerra que duraría más de 300 años.
    Mientras tanto, un punto negro el el cielo persiste... ¿Qué estaba pasando mientras todo el drama ocurría?
    Reino de Lys, Capítulo #4: La gran guerra nupcial. Parte #1. Pero con toda la magnificencia de Lys, fue una terrible decisión la que fue el inicio de la caída de mi pobre hogar; en nombre de iniciar una relación positiva entre Lys y Krassny, el emperador Louis y el Zar Pietrov pactaron un matrimonio arreglado entre el joven emperador y la hija del zar; una preciosa zarevna apenas llegada a la edad adulta de nombre Anastasia Nicolaievna; un ángel hermoso y brillante que simbolizaba la esperanza del pueblo Krassno por su gran belleza y compasión, siendo la única de las tres grandes duquesas de Krassny que se acercaba al pueblo, escuchaba a los ancianos del campo y sus cuentos clásicos, jugaba con sus niños y ayudaba a cocinar a las damas en casa para toda la gente de las aldeas... alguien que tuviera el corazón de esta dulce dama podría tener la confianza de Krassny... ¿Cierto? Por desgracia, este tratado tenía un terrible truco debajo; aterrado por la superioridad tecnológica y la poderosa milicia de Krassny, el emperador Louis en realidad introdujo a un espía mago negro en Krassny, bajo al identidad de iván; un joven mayordomo quién tenía la consigna de seducir y desflorar a la princesa en secreto para arruinar a propósito esa unión y darle una oportunidad al imperio D'Lys de atacar primero y con todo a Krassny, buscando conquistar el territorio Krassno... Durante el tiempor que Iván estuvo al servicio de la joven Zarevna, logró colarse dentro de su corazón y hacerla perder el norte de por qué aceptaba ser parte del matrimonio político, logrando así sembrar la semilla de la discordia y, una fatídica noche, justo antes de la boda, Iván (quién en secreto era un espía Lysiano que respondía al nombre de Sir Sorel) escaparon juntos al oeste del continente, dejando una carta de puño y letra del emperador, pero hecha pasar por la letra de la duquesa, que dejaba en claro su negativa de casarse con el emperador y no desear ser más una miembro de la realeza, eligiendo su corazón por encima del bien de su nación... Eso dio inicio al más grande conflicto bélico de la historia Lysana-Krassna; las guerras nupciales, pues el emperador ahora podía hacerse el ofendido por la traición del Zar y su hija y la falta a su promesa, al igual que del presunto robo del tamboril sagrado, reliquia bendita perteneciente a las bóvedas imperiales, por mano de Iván. Con la familia del Zar en sus tierras y las tropas listas de antemano, se desató una horrible guerra en ese mismo momento... una guerra que duraría más de 300 años. Mientras tanto, un punto negro el el cielo persiste... ¿Qué estaba pasando mientras todo el drama ocurría?
    0 turnos 0 maullidos
Ver más resultados
Patrocinados