• De no saber que existen dovah hembra, he pasado a ser rodeado por ellas. Akatosh, dame paciencia, por qué están más perdidas que khajitas en Morrowin y hace siglos que no hago de mentor.
    De no saber que existen dovah hembra, he pasado a ser rodeado por ellas. Akatosh, dame paciencia, por qué están más perdidas que khajitas en Morrowin y hace siglos que no hago de mentor.
    Me gusta
    Me enjaja
    3
    0 turnos 0 maullidos 299 vistas
  • La aproximación de las doncellas de hierro, ya perdidas ante las ofrendas que punzan por invocarla, antes de lo esperado, arropan la magnificada ingenuidad de mi principescas musas. Sesgo con el cincel los roces descarados de los astros en sus ojos y abrazo la vastedad de sus setecientas extremidades. Pulso la primera cuerda y, él o ella o ellos, retocan mis hebras con la nieve del atardecer y amanecer que hacen el Amor como uno, como nadas y ahora, frente a mí presencia. Entrecejos de los orbes que habitan. Los orbes que derribo cada vez que me levanto, cegado por el alcohol que no abandona el inmaculado semblante de mi existencia.

    Vierto el contenido de la botella dentro de nueve bocas; relamo con mis trece lenguas el líquido amarillento con aroma a zanahoria recién horneada, y, visto el sabor con el picor de un nuevo ingrediente con el que nutro lo poco que me queda de alimento. He existido en este espacio por siglos; aguardo su llegada desde mi nacimiento. Es momento del despertar de sus tonadas, pero, para mi mala suerte, ellos aún no despiertan. No han madurado; para mí no. Su duermevela ahorca a mis augurios y los venera, en sí mismos, con silbidos del averno que trago como un parajillo en vilo raso.

    Mis dedos pulsan las cuerdas de sus divinidades, esas que caen del firmamento de vigilia acuosa, esa desde la que el espectro de la música manifiesta sus abismos. El todo resuena con ilusiones de voluntades; insisten con enterrarme con la vida que eligieron para mí. Desde el principio, desde el fin.

    Su carne pastosa es una crudeza del olvido que ellos mismos parieron, esos imperios que extraviaron, como un crío pierde, al nacer, su inevitable cordón umbilical. La voz de sus huesos modula música. La voz de sus huesos modula música. La voz de sus huesos modula música. Escucho la música con el terror unificado a la dulzura de lo sagrado de su perpetua inocencia. Apuro el cruce de mis dedos, y descruzo sus entrañas con las pinzas y el cincel con el que escribo, sobre sus pieles de mármol, pintado de esperanzas. Para mí, retienen lo endiosado de sus entes en la lumbre de las palabras que no habitan en mí.

    Convidan una venia ante el altar; con el que arrojo de un puñado de sal y de monedas. Presencian mi danza sin escrúpulos, mi cintura, mi vientre se agita. Se agita, se agita, se agita ante la majestad de los antiguos. La distancia no es un problema. No persiste la distancia entre nuestras fronteras. Somos uno mismo, porque, para mí, soy su principal protagonista. La piel que cuelga desde los monolitos en los que colgué a mi tribu, me insta a parlar con la armonía de una benevolente tragedia. Soy un pañuelo de lágrimas. Soy un pañuelo de lágrimas. Soy un pañuelo de lágrimas. Mis lágrimas bañan con transparencia a todas sus monstruosidades.

    Ellos viven. Ellos me llaman. Ellos no envidian otras vidas. Son uno conmigo.
    Ellos viven. Ellos me llaman. Ellos no envidian otras vidas. Son uno conmigo.
    Ellos viven. Ellos me llaman. Ellos no envidian otras vidas. Son uno conmigo.
    Ellos viven. Ellos me llaman. Ellos no envidian otras vidas. Son uno conmigo.
    Ellos viven. Ellos me llaman. Ellos no envidian otras vidas. Son uno conmigo.

    Soy su hijo. El Elegido. El Profeta. El Loco. Soy una Rosa del Desierto que crece, para siempre de los siempre agradecido, en los mismísimos abismos que perduran desde lo sombreado de sus deseos. En cada una de mis encarnaciones riego la concentración de mis simientes sobre las superficies fértiles, en las que siembro de vez en vez, de vez en vez, de vez en vez, las virtudes que requieren. Ellos son mis sueños y mis pesadillas hechos regalo. El despertar de sus corazones cabalga ya, asomado en lo más álgido como preseas; derrama diversos riachuelos ante sus candores y dunas; promueven el cambio.

    Pulso sus huesos; renazco en la música. Percibo la sinfonía del ramaje de sus corazones. Los insólitos parlan con ecos de ensordecedores silencios. Revisten mi existencia con sus susurros de alba risueña, sus siseos de mar de acuarelas; su ternura nocturna me estremece. Ellos son sólo bestias de cuentos de hadas, mucho tiempo atrás despierta con la ópera de una música prohibida. Conocidos como instrumentos de inescrupulosas bestias. Mis niños. Mi orgulloso edén. Mis hijos. Mis Conquistadores de los Para Siempre.

    Predico una oración.
    Ellos transmiten una endiosada respuesta.
    Predico una oración.
    No perdura mi voz.
    Predico una oración.
    Ellos transmiten una endiosada respuesta.
    Predico una oración.
    No perdura mi voz.
    Predico una oración.

    Todos ellos son un espectáculo desgraciado de existencia; a través de ellos el todo y la nada misma se marchita con ilustre presciencia e historia de etéreos amores, y, renace en una aún colorida dolencia edificada, como otro pensamiento, como otro astro. Como otro yo. El veneno de un yoísmo que se pierde, en una herida de lo más profundo de un misterio. Un enigma de primigenia majestad. Ellos y tan sólo ellos son producto de memorias de deslucidas víctimas de una guerra santa. Esa perforada en la imaginación del alevoso Destino.
    La aproximación de las doncellas de hierro, ya perdidas ante las ofrendas que punzan por invocarla, antes de lo esperado, arropan la magnificada ingenuidad de mi principescas musas. Sesgo con el cincel los roces descarados de los astros en sus ojos y abrazo la vastedad de sus setecientas extremidades. Pulso la primera cuerda y, él o ella o ellos, retocan mis hebras con la nieve del atardecer y amanecer que hacen el Amor como uno, como nadas y ahora, frente a mí presencia. Entrecejos de los orbes que habitan. Los orbes que derribo cada vez que me levanto, cegado por el alcohol que no abandona el inmaculado semblante de mi existencia. Vierto el contenido de la botella dentro de nueve bocas; relamo con mis trece lenguas el líquido amarillento con aroma a zanahoria recién horneada, y, visto el sabor con el picor de un nuevo ingrediente con el que nutro lo poco que me queda de alimento. He existido en este espacio por siglos; aguardo su llegada desde mi nacimiento. Es momento del despertar de sus tonadas, pero, para mi mala suerte, ellos aún no despiertan. No han madurado; para mí no. Su duermevela ahorca a mis augurios y los venera, en sí mismos, con silbidos del averno que trago como un parajillo en vilo raso. Mis dedos pulsan las cuerdas de sus divinidades, esas que caen del firmamento de vigilia acuosa, esa desde la que el espectro de la música manifiesta sus abismos. El todo resuena con ilusiones de voluntades; insisten con enterrarme con la vida que eligieron para mí. Desde el principio, desde el fin. Su carne pastosa es una crudeza del olvido que ellos mismos parieron, esos imperios que extraviaron, como un crío pierde, al nacer, su inevitable cordón umbilical. La voz de sus huesos modula música. La voz de sus huesos modula música. La voz de sus huesos modula música. Escucho la música con el terror unificado a la dulzura de lo sagrado de su perpetua inocencia. Apuro el cruce de mis dedos, y descruzo sus entrañas con las pinzas y el cincel con el que escribo, sobre sus pieles de mármol, pintado de esperanzas. Para mí, retienen lo endiosado de sus entes en la lumbre de las palabras que no habitan en mí. Convidan una venia ante el altar; con el que arrojo de un puñado de sal y de monedas. Presencian mi danza sin escrúpulos, mi cintura, mi vientre se agita. Se agita, se agita, se agita ante la majestad de los antiguos. La distancia no es un problema. No persiste la distancia entre nuestras fronteras. Somos uno mismo, porque, para mí, soy su principal protagonista. La piel que cuelga desde los monolitos en los que colgué a mi tribu, me insta a parlar con la armonía de una benevolente tragedia. Soy un pañuelo de lágrimas. Soy un pañuelo de lágrimas. Soy un pañuelo de lágrimas. Mis lágrimas bañan con transparencia a todas sus monstruosidades. Ellos viven. Ellos me llaman. Ellos no envidian otras vidas. Son uno conmigo. Ellos viven. Ellos me llaman. Ellos no envidian otras vidas. Son uno conmigo. Ellos viven. Ellos me llaman. Ellos no envidian otras vidas. Son uno conmigo. Ellos viven. Ellos me llaman. Ellos no envidian otras vidas. Son uno conmigo. Ellos viven. Ellos me llaman. Ellos no envidian otras vidas. Son uno conmigo. Soy su hijo. El Elegido. El Profeta. El Loco. Soy una Rosa del Desierto que crece, para siempre de los siempre agradecido, en los mismísimos abismos que perduran desde lo sombreado de sus deseos. En cada una de mis encarnaciones riego la concentración de mis simientes sobre las superficies fértiles, en las que siembro de vez en vez, de vez en vez, de vez en vez, las virtudes que requieren. Ellos son mis sueños y mis pesadillas hechos regalo. El despertar de sus corazones cabalga ya, asomado en lo más álgido como preseas; derrama diversos riachuelos ante sus candores y dunas; promueven el cambio. Pulso sus huesos; renazco en la música. Percibo la sinfonía del ramaje de sus corazones. Los insólitos parlan con ecos de ensordecedores silencios. Revisten mi existencia con sus susurros de alba risueña, sus siseos de mar de acuarelas; su ternura nocturna me estremece. Ellos son sólo bestias de cuentos de hadas, mucho tiempo atrás despierta con la ópera de una música prohibida. Conocidos como instrumentos de inescrupulosas bestias. Mis niños. Mi orgulloso edén. Mis hijos. Mis Conquistadores de los Para Siempre. Predico una oración. Ellos transmiten una endiosada respuesta. Predico una oración. No perdura mi voz. Predico una oración. Ellos transmiten una endiosada respuesta. Predico una oración. No perdura mi voz. Predico una oración. Todos ellos son un espectáculo desgraciado de existencia; a través de ellos el todo y la nada misma se marchita con ilustre presciencia e historia de etéreos amores, y, renace en una aún colorida dolencia edificada, como otro pensamiento, como otro astro. Como otro yo. El veneno de un yoísmo que se pierde, en una herida de lo más profundo de un misterio. Un enigma de primigenia majestad. Ellos y tan sólo ellos son producto de memorias de deslucidas víctimas de una guerra santa. Esa perforada en la imaginación del alevoso Destino.
    Me gusta
    Me encocora
    5
    0 turnos 0 maullidos 460 vistas
  • -Perdidas irreparables, dejaron los casos del 85/92, ¿Por qué se está reactivando los casos?, los culpables tienen años encerrados, no comprendo.
    -Perdidas irreparables, dejaron los casos del 85/92, ¿Por qué se está reactivando los casos?, los culpables tienen años encerrados, no comprendo.
    Me encocora
    Me gusta
    3
    0 turnos 0 maullidos 282 vistas
  • Las luces parpadeaban mientras caminaba por el pasillo vacío, sus alas oscuras rozaban las paredes, dejando una mancha de sombras. El eco de sus pasos resonaba, pero detrás de cada esquina, sentía los susurros de almas perdidas, llamándolo por su antiguo nombre, recordándole la condena de la que ya no podía escapar. Frente a él, una figura con los ojos brillando en la penumbra esperaba en silencio, como si lo hubiera estado buscando por siglos.

    La figura del final es Sora uwu por si le quieren continuar qwq rol solo por chat owob https://youtu.be/ig5eOtCcQEs
    Las luces parpadeaban mientras caminaba por el pasillo vacío, sus alas oscuras rozaban las paredes, dejando una mancha de sombras. El eco de sus pasos resonaba, pero detrás de cada esquina, sentía los susurros de almas perdidas, llamándolo por su antiguo nombre, recordándole la condena de la que ya no podía escapar. Frente a él, una figura con los ojos brillando en la penumbra esperaba en silencio, como si lo hubiera estado buscando por siglos. La figura del final es Sora uwu por si le quieren continuar qwq rol solo por chat owob https://youtu.be/ig5eOtCcQEs
    Me gusta
    Me shockea
    3
    0 turnos 0 maullidos 378 vistas
  • Escribiré canciones a las estrellas mirando a la luna, no me olvidare de ninguna de ellas, aún cuando su luz sea por mucho más bella, porque su magia es un reflejo del Sol que le ama, y ​​en las noches sirve de guía a las almas. que luchan por causas perdidas, nacimos solos y solos moriremos, detrás de nosotros no dejaremos más que recuerdos, mi deseo es que mi mal muera con migo y que mis hijos hereden mi poca bondad, sueño con mi castillo en el cielo, para mí no existe gloria, no existe alegría, solo versos plasmados en un cuento de fantasía que nunca termina, mi mejor amiga es la codicia, mi orgullo es la fuerza que me inspira, no tengo nada que pueda llamar mio, ninguna es mia y de ninguna soy pertenencias, soy un alma de fuego con el corazón de acero, viviré mi tiempo, a mi despedida no atare ningun lamento, anhelo la eternidad, anhelo el hogar donde pueda descansar y encontrar la paz.
    Escribiré canciones a las estrellas mirando a la luna, no me olvidare de ninguna de ellas, aún cuando su luz sea por mucho más bella, porque su magia es un reflejo del Sol que le ama, y ​​en las noches sirve de guía a las almas. que luchan por causas perdidas, nacimos solos y solos moriremos, detrás de nosotros no dejaremos más que recuerdos, mi deseo es que mi mal muera con migo y que mis hijos hereden mi poca bondad, sueño con mi castillo en el cielo, para mí no existe gloria, no existe alegría, solo versos plasmados en un cuento de fantasía que nunca termina, mi mejor amiga es la codicia, mi orgullo es la fuerza que me inspira, no tengo nada que pueda llamar mio, ninguna es mia y de ninguna soy pertenencias, soy un alma de fuego con el corazón de acero, viviré mi tiempo, a mi despedida no atare ningun lamento, anhelo la eternidad, anhelo el hogar donde pueda descansar y encontrar la paz.
    0 turnos 0 maullidos 618 vistas
  • Parte 1 ||• Confesión
    Fandom Crossover
    Categoría Fantasía
    Lúthien O Lórien

    No sabía con certeza cuánto tiempo llevaba atrapada entre aquellas cuatro paredes, pues apenas entraba algo de luz más allá de la necesaria para ver a más de tres palmos de distancia gracias a un candelabro .Bajo su luz cálida aunque tenue , que aún pugnaba por mantenerse en pie,la Madre Confesora andaba de un lado a otro de la estancia como un animal enjaulado en busca de cualquier indicio posible de una salida. Si la había, en ese momento fue incapaz de hallarla.
    Días atrás una de las cuadrillas de Rahl había logrado dar con ella además de Chase, Zedd y Brophy.
    No habían sido cuatro, como acostumbraban a ser , si no dos. Dos hombres de marcados rasgos Daharianos que no llevaban más armas que un puñal.
    Ambos habían intercambiado una mirada silente, más propia de un autómata que de una persona de carne y hueso. No hubo forcejeo, ni siquiera combate alguno. Sólo silencio, uno que bien hubiera podido cortarse con el filo de una espada , interrumpido por los aullidos lastimeros de Brophy. A ese silencio se le sumó una espesa neblina de un tono verdoso que reconoció y palabras pronunciadas en un idioma que desconocía.
    Después, todo fue confuso. Chase trató de encararse a aquellos hombres con su hacha, Zedd intentó en vano invocar el fuego de mago, y , en cuanto a ella, su cuerpo se negaba a responder, atrapado en algún tipo de red mágica antes de que el mundo empezara a girar, descontrolado, hasta sumirse en una profunda oscuridad.
    Cuando despertó y empezó a recobrar la conciencia, fue llevada ante su verdugo.
    -¿ Qué es lo que quieres de mí?- Consiguió preguntar finalmente, con una expresión carente de emoción y voz neutra cuando su mirada se topó con los ojos de Rahl el Oscuro.
    - A tí, en todos los sentidos.- Fue la respuesta de su captor mientras con un dedo humedecido se atusaba las pobladas cejas y un gesto que dejaba claro que estaba saboreando cada segundo de aquella pequeña victoria adornaba su rostro impoluto.
    - Me encontrarán. Tienes enemigos muy poderosos, tus días están contados. Tu reinado acabará pronto.
    - Tu Buscador y tu mago están muertos, Confesora. Yo que tú ni lo intentaría.- La voz de Rahl era calma, la clase de calma que siempre precede a la mayor de las tormentas. Dió un paso para quedar frente a ella, haciendo que la larga capa que portaba de un vivo color rojo y ricas sedas se arremolinara alrededor de los tobillos. Era la clase de imagen que aún después de mucho tiempo se te queda grabada en la retina. La imagen de un asesino , se dijo.
    - ¿ Por qué tendría que creer nada de lo que salga por tu boca?- Apuntó, haciendo acopio de un coraje que, por el momento, seguía intacto.
    - Porque ahora mismo sólo quedas tú para defender vuestra causa perdida, y cuando logre mi objetivo necesitaré a la Madre Confesora a mi lado.
    - No seré tu títere.
    - Piensa si de verdad merece la pena arriesgar tanto por algo que estaba destinado a fracasar.- En aquellas palabras Kahlan supo que había mucho más. Con Rahl nunca nada sucedía por casualidad.
    A pesar de no haber coincidido personalmente en un mismo espacio, además de su dominio de la magia del inframundo, la habilidad para las artes del engaño y la manipulación del Oscuro era algo que en la resistencia llevaba un tiempo resonando. Eso era lo más peligroso.
    - ¿ Dónde están?- Si bien en su rostro no se reflejaba nada en absoluto, su mandíbula estaba tensa, rígida.
    - Te creía más inteligente.- Había cierta sorna en la voz de Rahl.- Ya te lo he dicho ; están muertos, ya poco importa lo que haya podido pasarles. Cuanto antes lo aceptes ,más fácil será para tí. Igual que lo fue para ellos y para tu querida hermanita aceptar su destino.- Por segunda vez las palabras de su interlocutor despertaron algo en ella que no le era desconocido, pero que desde edad temprana se había asegurado de mantener a buen recaudo bajo capas y capas de contención, autocontrol y cortesía para que no saliera a flote salvo cuando era estrictamente necesario : rabia, ira, odio y el deseo de acabar de una vez por todas con la causa de aquel horror y sufrimiento.
    Primero habían sido Denee y el resto de confesoras, después el ataque a la Gente Barro que durante un tiempo había sido lo más cercano a un hogar,luego Richard y Zedd....." Sólo recordaré que lo amaba y que nunca pude decírselo",pensó. Todas aquellas perdidas habían sido motivadas y causadas por un único hombre al que había jurado destruir ante el cuerpo malherido de su querida Denee.

    - No caerá esa breva....- Primera Norma de un mago, se recordó. Un pequeño rayo de esperanza alumbraba la inminente bruma que amenazaba con engullirla.
    - ¿ Por qué no me miras a los ojos y lo compruebas tú misma?,¿ Acaso lo sucedido en el Molino de Horner no fue suficiente advertencia?

    Antes de que pudiera reaccionar, antes de que tales emociones rasgaran siquiera la superficie, con un gesto alzando la mano,un soldado con una R grabada en el pecho cerró un collar sencillo , liso y frío al tacto alrededor de su cuello mientras otros dos trataban de sostenerla. El susodicho collar envió una pequeña descarga desde el cuello al resto de cuerpo haciendo que cayera de hinojos.
    - En estos momentos mis hombres podrían estar marchando en dirección a Aydindril. Será cuestión de tiempo que caiga en mis manos, pero todo depende de que tomes la decisión correcta.- Ambos brazos de Rahl reposaban con desesperante tranquilidad cruzados sobre su pecho. El hombretón a su espalda le alzó de las muñecas, y ella se mantuvo lo más erguida posible, los hombros rectos y la cabeza alzada, algo que pareció divertir al Oscuro.- Seré generoso. Voy a darte de plazo hasta el primer día de invierno para que puedas reflexionar. Porque entonces,lo quieras o no, tendrás que colaborar. Prefiero hacerlo en buenos términos.- Tres semanas, ese era todo el tiempo que disponía para poder pensar en una manera de salir con vida de allí ... Y de acabar con él.
    El soldado presionó su espalda con el mango de la daga para que empezara a caminar. Rahl la llamo.- Y no te preocupes, tendrás todas las comodidades a las que una confesora está acostumbrada. No te llevaré a mi alcoba ni te pondré un dedo encima a menos que tú me lo pidas.- No respondió. De tanto apretar los puños los nudillos se habían tornado blanquecinos.- Espero que tu estancia aquí sea placentera, tal vez se prolongue.
    Rahl hizo un gesto con la mano para que la sacaran de la sala de Peticionarios del Palacio del pueblo, y tanto ella como el soldado Dahariano desaparecieron en el complejo laberinto que era el enclave hasta la habitación en la que ahora se hallaba.
    De eso habían pasado cuatro días , o eso había calculado gracias a las idas y venidas de las sirvientas que le traían la bandeja con la comida,pero ella se negaba a probar bocado. Se negaba a aceptar nada que viniera de él.
    La habitación se encontraba en una de las esquinas más alejadas del palacio, sin ventanas, y,para más inri ,dos Mord-sith custodiaban la puerta día y noche, así que debía buscar otros métodos.
    Al cuarto día la oportunidad se le presentó cuando al caer la noche la sirvienta de turno ( que nunca era la misma para que no pudiera establecer ningún vínculo) vino a traerle algo de asado, un pedazo de pan de centeno y agua. El plato, aserradero ligeramente en el borde ,era de un material lo suficiente flexible para ,que al doblarlo, pudiera improvisar un arma lo suficiente filosa para poderla clavar en el cuello del próximo guardia que se cruzara en su camino o al propio Rahl.
    La idea,en su desesperación ,fue tomando forma de tal manera que volcó el asado , se quedó sólo con el plato y poco a poco comenzó a doblarlo hasta crear una especie de hoja, tarea que la mantuvo ocupada durante unas horas en el silencio del zulo, hasta que la puerta se abrió con un chirrido estridente. Por ella apareció una Mord-Sith ataviada con su traje de cuero rojo, lo que hizo que su cuerpo se tensara al saber lo que eso significaba, pero lejos de realizar cualquier movimiento que indicara ataque o amenaza, la mujer se limitó a observar, con la espalda recostada sobre el marco de la puerta, los intimidantes ojos azules fijos en ella.- Lord Rahl os ha hecho llamar.- Anunció con voz fría. A una señal, el hombretón encargado de transladarla hasta allí, la obligó a levantarse. Dió gracias a que había sido lo suficiente rápida como para guardar el arma bajo la almohada de la cama cochambrosa que le había sido asignada.
    Sin intercambiar palabra, los tres se adentraron en el laberinto de habitaciones y salas , y, esta vez, fue escoltada hasta el Jardín de la Vida, donde Rahl aguardaba. No llevaba su habitual traje de terciopelo rojo e hilos dorados, sino una túnica de un impecable tono blanco que resaltaba sus facciones . Una sonrisa ladina adornaba sus labios. Junto a él, de pie y con una expresión que no supo descifrar, se encontraba una mujer cuyos rasgos no se correspondían con los comunes de la Tierra Central, aunque a juzgar por los largos cabellos era más que evidente que se trataba de alguien importante.- Madre Confesora, os presento a la futura Lady Rahl.
    [LuthienOfLorien] No sabía con certeza cuánto tiempo llevaba atrapada entre aquellas cuatro paredes, pues apenas entraba algo de luz más allá de la necesaria para ver a más de tres palmos de distancia gracias a un candelabro .Bajo su luz cálida aunque tenue , que aún pugnaba por mantenerse en pie,la Madre Confesora andaba de un lado a otro de la estancia como un animal enjaulado en busca de cualquier indicio posible de una salida. Si la había, en ese momento fue incapaz de hallarla. Días atrás una de las cuadrillas de Rahl había logrado dar con ella además de Chase, Zedd y Brophy. No habían sido cuatro, como acostumbraban a ser , si no dos. Dos hombres de marcados rasgos Daharianos que no llevaban más armas que un puñal. Ambos habían intercambiado una mirada silente, más propia de un autómata que de una persona de carne y hueso. No hubo forcejeo, ni siquiera combate alguno. Sólo silencio, uno que bien hubiera podido cortarse con el filo de una espada , interrumpido por los aullidos lastimeros de Brophy. A ese silencio se le sumó una espesa neblina de un tono verdoso que reconoció y palabras pronunciadas en un idioma que desconocía. Después, todo fue confuso. Chase trató de encararse a aquellos hombres con su hacha, Zedd intentó en vano invocar el fuego de mago, y , en cuanto a ella, su cuerpo se negaba a responder, atrapado en algún tipo de red mágica antes de que el mundo empezara a girar, descontrolado, hasta sumirse en una profunda oscuridad. Cuando despertó y empezó a recobrar la conciencia, fue llevada ante su verdugo. -¿ Qué es lo que quieres de mí?- Consiguió preguntar finalmente, con una expresión carente de emoción y voz neutra cuando su mirada se topó con los ojos de Rahl el Oscuro. - A tí, en todos los sentidos.- Fue la respuesta de su captor mientras con un dedo humedecido se atusaba las pobladas cejas y un gesto que dejaba claro que estaba saboreando cada segundo de aquella pequeña victoria adornaba su rostro impoluto. - Me encontrarán. Tienes enemigos muy poderosos, tus días están contados. Tu reinado acabará pronto. - Tu Buscador y tu mago están muertos, Confesora. Yo que tú ni lo intentaría.- La voz de Rahl era calma, la clase de calma que siempre precede a la mayor de las tormentas. Dió un paso para quedar frente a ella, haciendo que la larga capa que portaba de un vivo color rojo y ricas sedas se arremolinara alrededor de los tobillos. Era la clase de imagen que aún después de mucho tiempo se te queda grabada en la retina. La imagen de un asesino , se dijo. - ¿ Por qué tendría que creer nada de lo que salga por tu boca?- Apuntó, haciendo acopio de un coraje que, por el momento, seguía intacto. - Porque ahora mismo sólo quedas tú para defender vuestra causa perdida, y cuando logre mi objetivo necesitaré a la Madre Confesora a mi lado. - No seré tu títere. - Piensa si de verdad merece la pena arriesgar tanto por algo que estaba destinado a fracasar.- En aquellas palabras Kahlan supo que había mucho más. Con Rahl nunca nada sucedía por casualidad. A pesar de no haber coincidido personalmente en un mismo espacio, además de su dominio de la magia del inframundo, la habilidad para las artes del engaño y la manipulación del Oscuro era algo que en la resistencia llevaba un tiempo resonando. Eso era lo más peligroso. - ¿ Dónde están?- Si bien en su rostro no se reflejaba nada en absoluto, su mandíbula estaba tensa, rígida. - Te creía más inteligente.- Había cierta sorna en la voz de Rahl.- Ya te lo he dicho ; están muertos, ya poco importa lo que haya podido pasarles. Cuanto antes lo aceptes ,más fácil será para tí. Igual que lo fue para ellos y para tu querida hermanita aceptar su destino.- Por segunda vez las palabras de su interlocutor despertaron algo en ella que no le era desconocido, pero que desde edad temprana se había asegurado de mantener a buen recaudo bajo capas y capas de contención, autocontrol y cortesía para que no saliera a flote salvo cuando era estrictamente necesario : rabia, ira, odio y el deseo de acabar de una vez por todas con la causa de aquel horror y sufrimiento. Primero habían sido Denee y el resto de confesoras, después el ataque a la Gente Barro que durante un tiempo había sido lo más cercano a un hogar,luego Richard y Zedd....." Sólo recordaré que lo amaba y que nunca pude decírselo",pensó. Todas aquellas perdidas habían sido motivadas y causadas por un único hombre al que había jurado destruir ante el cuerpo malherido de su querida Denee. - No caerá esa breva....- Primera Norma de un mago, se recordó. Un pequeño rayo de esperanza alumbraba la inminente bruma que amenazaba con engullirla. - ¿ Por qué no me miras a los ojos y lo compruebas tú misma?,¿ Acaso lo sucedido en el Molino de Horner no fue suficiente advertencia? Antes de que pudiera reaccionar, antes de que tales emociones rasgaran siquiera la superficie, con un gesto alzando la mano,un soldado con una R grabada en el pecho cerró un collar sencillo , liso y frío al tacto alrededor de su cuello mientras otros dos trataban de sostenerla. El susodicho collar envió una pequeña descarga desde el cuello al resto de cuerpo haciendo que cayera de hinojos. - En estos momentos mis hombres podrían estar marchando en dirección a Aydindril. Será cuestión de tiempo que caiga en mis manos, pero todo depende de que tomes la decisión correcta.- Ambos brazos de Rahl reposaban con desesperante tranquilidad cruzados sobre su pecho. El hombretón a su espalda le alzó de las muñecas, y ella se mantuvo lo más erguida posible, los hombros rectos y la cabeza alzada, algo que pareció divertir al Oscuro.- Seré generoso. Voy a darte de plazo hasta el primer día de invierno para que puedas reflexionar. Porque entonces,lo quieras o no, tendrás que colaborar. Prefiero hacerlo en buenos términos.- Tres semanas, ese era todo el tiempo que disponía para poder pensar en una manera de salir con vida de allí ... Y de acabar con él. El soldado presionó su espalda con el mango de la daga para que empezara a caminar. Rahl la llamo.- Y no te preocupes, tendrás todas las comodidades a las que una confesora está acostumbrada. No te llevaré a mi alcoba ni te pondré un dedo encima a menos que tú me lo pidas.- No respondió. De tanto apretar los puños los nudillos se habían tornado blanquecinos.- Espero que tu estancia aquí sea placentera, tal vez se prolongue. Rahl hizo un gesto con la mano para que la sacaran de la sala de Peticionarios del Palacio del pueblo, y tanto ella como el soldado Dahariano desaparecieron en el complejo laberinto que era el enclave hasta la habitación en la que ahora se hallaba. De eso habían pasado cuatro días , o eso había calculado gracias a las idas y venidas de las sirvientas que le traían la bandeja con la comida,pero ella se negaba a probar bocado. Se negaba a aceptar nada que viniera de él. La habitación se encontraba en una de las esquinas más alejadas del palacio, sin ventanas, y,para más inri ,dos Mord-sith custodiaban la puerta día y noche, así que debía buscar otros métodos. Al cuarto día la oportunidad se le presentó cuando al caer la noche la sirvienta de turno ( que nunca era la misma para que no pudiera establecer ningún vínculo) vino a traerle algo de asado, un pedazo de pan de centeno y agua. El plato, aserradero ligeramente en el borde ,era de un material lo suficiente flexible para ,que al doblarlo, pudiera improvisar un arma lo suficiente filosa para poderla clavar en el cuello del próximo guardia que se cruzara en su camino o al propio Rahl. La idea,en su desesperación ,fue tomando forma de tal manera que volcó el asado , se quedó sólo con el plato y poco a poco comenzó a doblarlo hasta crear una especie de hoja, tarea que la mantuvo ocupada durante unas horas en el silencio del zulo, hasta que la puerta se abrió con un chirrido estridente. Por ella apareció una Mord-Sith ataviada con su traje de cuero rojo, lo que hizo que su cuerpo se tensara al saber lo que eso significaba, pero lejos de realizar cualquier movimiento que indicara ataque o amenaza, la mujer se limitó a observar, con la espalda recostada sobre el marco de la puerta, los intimidantes ojos azules fijos en ella.- Lord Rahl os ha hecho llamar.- Anunció con voz fría. A una señal, el hombretón encargado de transladarla hasta allí, la obligó a levantarse. Dió gracias a que había sido lo suficiente rápida como para guardar el arma bajo la almohada de la cama cochambrosa que le había sido asignada. Sin intercambiar palabra, los tres se adentraron en el laberinto de habitaciones y salas , y, esta vez, fue escoltada hasta el Jardín de la Vida, donde Rahl aguardaba. No llevaba su habitual traje de terciopelo rojo e hilos dorados, sino una túnica de un impecable tono blanco que resaltaba sus facciones . Una sonrisa ladina adornaba sus labios. Junto a él, de pie y con una expresión que no supo descifrar, se encontraba una mujer cuyos rasgos no se correspondían con los comunes de la Tierra Central, aunque a juzgar por los largos cabellos era más que evidente que se trataba de alguien importante.- Madre Confesora, os presento a la futura Lady Rahl.
    Tipo
    Individual
    Líneas
    20
    Estado
    Disponible
    Me gusta
    Me encocora
    5
    0 turnos 0 maullidos 980 vistas
  • — Se ha quedado dormido en la cocina, y se despierta de golpe cuando Sam le deja la taza de café sobre la mesa, pero ha dormido demasiado poco y demasiado mal, soñando con brujas, sangre, ritos y perdidas como para pensar en ser persona en ese momento. —



    #3D #Comunidad3D #Personajes3D #DeanWinchester
    — Se ha quedado dormido en la cocina, y se despierta de golpe cuando Sam le deja la taza de café sobre la mesa, pero ha dormido demasiado poco y demasiado mal, soñando con brujas, sangre, ritos y perdidas como para pensar en ser persona en ese momento. — #3D #Comunidad3D #Personajes3D #DeanWinchester
    Me shockea
    2
    31 turnos 0 maullidos 693 vistas
  • -Diferente a otras veces, esta ves las aventuras de la demonio acontecian en un mercado que parecía ser de estilo medieval o renacentista. Los edificios son de estilo gótico, con techos altos de tejas rojas, fachadas ornamentadas, y grandes ventanales con vitrales decorativos. Los comerciantes exhiben sus productos en mesas de madera, y los transeúntes, vestidos con ropas tradicionales de la época, pasean mientras observan los artículos a la venta. Hay una mezcla de figuras, lo que sugiere un lugar frecuentado tanto por aldeanos comunes como por aventureros.-

    -El ambiente es bullicioso pero acogedor, con la luz del día iluminando la escena y reflejando un día claro. Se puede sentir la historia en el aire, como si cada rincón de este mercado tuviera una historia que contar, mientras los sonidos de conversaciones y el aroma de especias y comida llenan el aire. Es un lugar donde se mezclan las vidas de diversos personajes en una comunidad vibrante y llena de vida.-

    -Star caminaba lentamente por las adoquinadas calles del mercado, sus botas modernas chocando con el suelo de piedra en un ritmo constante. Aunque su capa con capucha la cubría, ocultando la mayor parte de su figura, no podía evitar llamar la atención con cada paso que daba. Los colores vibrantes y el diseño ajustado de su ropa bajo la capa contrastaban marcadamente con las prendas simples y holgadas de los aldeanos que la rodeaban. Sin embargo, el bullicio del mercado la mantenía en el anonimato, permitiéndole disfrutar de su entorno sin ser reconocida.-

    -Sus ojos se movían de un lado a otro, fascinados por los detalles de los puestos de mercado. Frutas y verduras frescas se apilaban en pirámides perfectas, sus colores brillantes resaltando bajo la luz del sol. Los artesanos ofrecían joyas finamente trabajadas, tallas en madera y utensilios de metal, todos exhibidos con orgullo en mesas robustas de madera. Los aromas de especias exóticas y alimentos cocinados al momento le llenaban los sentidos-

    "Esto es asombroso..."

    -murmuró para sí misma, sus palabras casi perdidas en el bullicio de la multitud. Cada pequeño detalle del mercado parecía transportarla a otro mundo, uno que solo había soñado en su juventud.-

    -Una sonrisa traviesa se formó en su rostro mientras imaginaba una escena distinta a la que solía vivir.-

    (Imagina Star... Aquí podrías ser la princesa en apuros, esperando a que un valiente caballero venga a rescatarte...)

    -Su risa suave resonó bajo la capucha mientras se perdía en su fantasía-

    "Pero no soy una simple princesa... Sería la princesa más intrigante de todas, una que guarda una trágica historia, poderes ocultos y además que es una demonio, pero ¿Quien sospecharía? Con mis cuernos y cola ocultos soy solo una mas entre toda esta gente~ Aun que tal vez deberia comprar ropa a corde a la epoca~~ ¡Kya! ¡Vestidos largo y hermosos!)

    -Su sonrisa se amplió mientras miraba a los guardias que patrullaban el mercado, sus armaduras brillando al sol. Los hombres, altos y fuertes, parecían sacados directamente de un cuento de hadas. Star no pudo evitar fantasear con la idea de ser rescatada por uno de ellos, aunque sabía muy bien que, en realidad, era ella quien solía salvar a otros.-

    (Quizás podría dejar que uno de ellos intente rescatarme... solo para ver cómo se desenvolverían las cosas)

    - bromeó en su mente, divertida por la idea. Pero claro en el fondo sabía bastante bien que no sería correcto causar problemas en un mundo que no es el suyo-
    -Diferente a otras veces, esta ves las aventuras de la demonio acontecian en un mercado que parecía ser de estilo medieval o renacentista. Los edificios son de estilo gótico, con techos altos de tejas rojas, fachadas ornamentadas, y grandes ventanales con vitrales decorativos. Los comerciantes exhiben sus productos en mesas de madera, y los transeúntes, vestidos con ropas tradicionales de la época, pasean mientras observan los artículos a la venta. Hay una mezcla de figuras, lo que sugiere un lugar frecuentado tanto por aldeanos comunes como por aventureros.- -El ambiente es bullicioso pero acogedor, con la luz del día iluminando la escena y reflejando un día claro. Se puede sentir la historia en el aire, como si cada rincón de este mercado tuviera una historia que contar, mientras los sonidos de conversaciones y el aroma de especias y comida llenan el aire. Es un lugar donde se mezclan las vidas de diversos personajes en una comunidad vibrante y llena de vida.- -Star caminaba lentamente por las adoquinadas calles del mercado, sus botas modernas chocando con el suelo de piedra en un ritmo constante. Aunque su capa con capucha la cubría, ocultando la mayor parte de su figura, no podía evitar llamar la atención con cada paso que daba. Los colores vibrantes y el diseño ajustado de su ropa bajo la capa contrastaban marcadamente con las prendas simples y holgadas de los aldeanos que la rodeaban. Sin embargo, el bullicio del mercado la mantenía en el anonimato, permitiéndole disfrutar de su entorno sin ser reconocida.- -Sus ojos se movían de un lado a otro, fascinados por los detalles de los puestos de mercado. Frutas y verduras frescas se apilaban en pirámides perfectas, sus colores brillantes resaltando bajo la luz del sol. Los artesanos ofrecían joyas finamente trabajadas, tallas en madera y utensilios de metal, todos exhibidos con orgullo en mesas robustas de madera. Los aromas de especias exóticas y alimentos cocinados al momento le llenaban los sentidos- "Esto es asombroso..." -murmuró para sí misma, sus palabras casi perdidas en el bullicio de la multitud. Cada pequeño detalle del mercado parecía transportarla a otro mundo, uno que solo había soñado en su juventud.- -Una sonrisa traviesa se formó en su rostro mientras imaginaba una escena distinta a la que solía vivir.- (Imagina Star... Aquí podrías ser la princesa en apuros, esperando a que un valiente caballero venga a rescatarte...) -Su risa suave resonó bajo la capucha mientras se perdía en su fantasía- "Pero no soy una simple princesa... Sería la princesa más intrigante de todas, una que guarda una trágica historia, poderes ocultos y además que es una demonio, pero ¿Quien sospecharía? Con mis cuernos y cola ocultos soy solo una mas entre toda esta gente~ Aun que tal vez deberia comprar ropa a corde a la epoca~~ ¡Kya! ¡Vestidos largo y hermosos!) -Su sonrisa se amplió mientras miraba a los guardias que patrullaban el mercado, sus armaduras brillando al sol. Los hombres, altos y fuertes, parecían sacados directamente de un cuento de hadas. Star no pudo evitar fantasear con la idea de ser rescatada por uno de ellos, aunque sabía muy bien que, en realidad, era ella quien solía salvar a otros.- (Quizás podría dejar que uno de ellos intente rescatarme... solo para ver cómo se desenvolverían las cosas) - bromeó en su mente, divertida por la idea. Pero claro en el fondo sabía bastante bien que no sería correcto causar problemas en un mundo que no es el suyo-
    Me gusta
    Me encocora
    6
    17 turnos 0 maullidos 1067 vistas
  • .

    Shoko estaba sentada en su oficina del hospital, mirando por la ventana mientras el sol se ponía lentamente en el horizonte. Sus pensamientos vagaban por los años que había compartido con Gojo Satoru, una amistad que había comenzado en su juventud y había perdurado a través de innumerables desafíos y triunfos. Desde el primer día en la Escuela Técnica de Jujutsu, Satoru había sido un torbellino de energía y confianza. Su carisma y habilidades incomparables lo habían convertido en el centro de atención de todos, pero para Shoko, él era simplemente Satoru, su amigo. Recordaba con una sonrisa las veces que él había tratado de impresionarla con sus técnicas, solo para recibir una mirada desaprobadora o una carcajada.

    A lo largo de los años, habían compartido mucho más que solo batallas contra maldiciones. Habían compartido secretos, miedos, y perdidas. Satoru siempre había estado allí para ella, ya sea para animarla con su optimismo inquebrantable o para ofrecerle un hombro en el que apoyarse cuando las cosas se ponían difíciles. Shoko sabía que detrás de su fachada arrogante y despreocupada, Satoru tenía un corazón generoso y un sentido profundo de responsabilidad hacia aquellos que amaba.

    Habían tenido sus desacuerdos, como cualquier amigo de verdad, pero siempre habían encontrado la manera de superar las diferencias y fortalecer su vínculo. Satoru, a su manera, siempre se había asegurado de que Shoko nunca se sintiera sola, incluso en los momentos más oscuros. Su presencia era una constante, un recordatorio de que, sin importar qué, siempre tendrían el uno al otro. Suspiró y se reclinó en su silla, sintiendo una mezcla de nostalgia y gratitud. Sabía que su amistad con Satoru era única, una conexión que no todos tenían la suerte de experimentar. A pesar de las circunstancias que los rodeaban, su lazo había resistido la prueba del tiempo y las adversidades.

    Tomó su celular y, con una sonrisa, decidió enviarle un mensaje a Satoru. Quería que él supiera lo mucho que valoraba su amistad, aunque no era algo que dijera a menudo en voz alta.

    — ‘’Hey Satoru," — escribió, — "solo quería decirte gracias por ser siempre tú. Por estar ahí, incluso cuando no lo pido. No sé qué haría sin tu locura y tu apoyo constante. Cuídate, Nos vemos pronto." —

    Presionó enviar y miró la pantalla por un momento, sintiéndose un poco más ligera. Sabía que su compañero probablemente respondería con algún comentario ingenioso o una broma, pero eso también era parte del encanto de su amistad. Mientras guardaba su teléfono, Shoko sonrió, agradecida por tener a alguien como Satoru en su vida.

    [Violino_Infinito]
    . Shoko estaba sentada en su oficina del hospital, mirando por la ventana mientras el sol se ponía lentamente en el horizonte. Sus pensamientos vagaban por los años que había compartido con Gojo Satoru, una amistad que había comenzado en su juventud y había perdurado a través de innumerables desafíos y triunfos. Desde el primer día en la Escuela Técnica de Jujutsu, Satoru había sido un torbellino de energía y confianza. Su carisma y habilidades incomparables lo habían convertido en el centro de atención de todos, pero para Shoko, él era simplemente Satoru, su amigo. Recordaba con una sonrisa las veces que él había tratado de impresionarla con sus técnicas, solo para recibir una mirada desaprobadora o una carcajada. A lo largo de los años, habían compartido mucho más que solo batallas contra maldiciones. Habían compartido secretos, miedos, y perdidas. Satoru siempre había estado allí para ella, ya sea para animarla con su optimismo inquebrantable o para ofrecerle un hombro en el que apoyarse cuando las cosas se ponían difíciles. Shoko sabía que detrás de su fachada arrogante y despreocupada, Satoru tenía un corazón generoso y un sentido profundo de responsabilidad hacia aquellos que amaba. Habían tenido sus desacuerdos, como cualquier amigo de verdad, pero siempre habían encontrado la manera de superar las diferencias y fortalecer su vínculo. Satoru, a su manera, siempre se había asegurado de que Shoko nunca se sintiera sola, incluso en los momentos más oscuros. Su presencia era una constante, un recordatorio de que, sin importar qué, siempre tendrían el uno al otro. Suspiró y se reclinó en su silla, sintiendo una mezcla de nostalgia y gratitud. Sabía que su amistad con Satoru era única, una conexión que no todos tenían la suerte de experimentar. A pesar de las circunstancias que los rodeaban, su lazo había resistido la prueba del tiempo y las adversidades. Tomó su celular y, con una sonrisa, decidió enviarle un mensaje a Satoru. Quería que él supiera lo mucho que valoraba su amistad, aunque no era algo que dijera a menudo en voz alta. — ‘’Hey Satoru," — escribió, — "solo quería decirte gracias por ser siempre tú. Por estar ahí, incluso cuando no lo pido. No sé qué haría sin tu locura y tu apoyo constante. Cuídate, Nos vemos pronto." — Presionó enviar y miró la pantalla por un momento, sintiéndose un poco más ligera. Sabía que su compañero probablemente respondería con algún comentario ingenioso o una broma, pero eso también era parte del encanto de su amistad. Mientras guardaba su teléfono, Shoko sonrió, agradecida por tener a alguien como Satoru en su vida. [Violino_Infinito]
    Me encocora
    Me gusta
    6
    2 turnos 0 maullidos 636 vistas
  • Sentada en un rincón oscuro del bar, Shoko contemplaba su vaso medio lleno de whisky, viendo cómo el hielo se derretía lentamente. Las luces tenues proyectaban sombras que danzaban en las paredes, reflejando el tumulto en su mente. Cada sorbo traía consigo una marea de recuerdos y reflexiones sobre su vida.

    Pensaba en las decisiones que había tomado, las oportunidades perdidas y los caminos no recorridos. Se preguntaba si había encontrado su verdadero propósito o si simplemente estaba a la deriva en el vasto océano de la existencia. Las risas y conversaciones a su alrededor parecían distantes, casi irreales, como si pertenecieran a otra vida, a otra persona.

    El bar, con su ambiente melancólico y música suave, se había convertido en su refugio. Allí podía enfrentarse a sus pensamientos sin las distracciones del mundo exterior. A medida que el whisky quemaba suavemente su garganta, Shoko se daba cuenta de que, aunque la vida era incierta y a menudo complicada, había una belleza intrínseca en la búsqueda y en los momentos de introspección.

    Mirando su reflejo en el cristal del vaso, decidió que, aunque no tuviera todas las respuestas, estaba dispuesta a seguir adelante, a seguir buscando. Porque al final, la vida era un viaje continuo, y cada momento de soledad y reflexión la acercaba un poco más a comprender quién era realmente.
    Sentada en un rincón oscuro del bar, Shoko contemplaba su vaso medio lleno de whisky, viendo cómo el hielo se derretía lentamente. Las luces tenues proyectaban sombras que danzaban en las paredes, reflejando el tumulto en su mente. Cada sorbo traía consigo una marea de recuerdos y reflexiones sobre su vida. Pensaba en las decisiones que había tomado, las oportunidades perdidas y los caminos no recorridos. Se preguntaba si había encontrado su verdadero propósito o si simplemente estaba a la deriva en el vasto océano de la existencia. Las risas y conversaciones a su alrededor parecían distantes, casi irreales, como si pertenecieran a otra vida, a otra persona. El bar, con su ambiente melancólico y música suave, se había convertido en su refugio. Allí podía enfrentarse a sus pensamientos sin las distracciones del mundo exterior. A medida que el whisky quemaba suavemente su garganta, Shoko se daba cuenta de que, aunque la vida era incierta y a menudo complicada, había una belleza intrínseca en la búsqueda y en los momentos de introspección. Mirando su reflejo en el cristal del vaso, decidió que, aunque no tuviera todas las respuestas, estaba dispuesta a seguir adelante, a seguir buscando. Porque al final, la vida era un viaje continuo, y cada momento de soledad y reflexión la acercaba un poco más a comprender quién era realmente.
    Me encocora
    Me gusta
    Me endiabla
    Me shockea
    7
    0 turnos 0 maullidos 475 vistas
Ver más resultados
Patrocinados