• -es cansado cuando otras razas llaman a las Tlāzōchĭhuē como la rama que marchita la raza de las brujas, nuestro poder sera hacer pocione spero no por que no creemos cosas de la nada somos mas debiles, a diferencia de nuestras hermanas nosotras usamos lo que ya es, y es una groseria que nos comparen con los nigromantes ofensa que se hagan llamar brujos, a diferencia de ellos nosotras no regresamos nada a la vida, solo les damos... un nuevo proposito- solto unas risiats antes de vertir una de sus pociones sobre un cuerpo que yacía en el suelo causando que este empezara a mutar y transformarce -somos quienes "reciclamos" lo fallido o lo que termino su funcion- con una sonrisa orgulla alo las manos para que todos observaran a su nueva creacion
    -es cansado cuando otras razas llaman a las Tlāzōchĭhuē como la rama que marchita la raza de las brujas, nuestro poder sera hacer pocione spero no por que no creemos cosas de la nada somos mas debiles, a diferencia de nuestras hermanas nosotras usamos lo que ya es, y es una groseria que nos comparen con los nigromantes ofensa que se hagan llamar brujos, a diferencia de ellos nosotras no regresamos nada a la vida, solo les damos... un nuevo proposito- solto unas risiats antes de vertir una de sus pociones sobre un cuerpo que yacía en el suelo causando que este empezara a mutar y transformarce -somos quienes "reciclamos" lo fallido o lo que termino su funcion- con una sonrisa orgulla alo las manos para que todos observaran a su nueva creacion
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    •Recuerdos de Haku•


    {Desde pequeña siempre sentí que no pertenecía del todo a este mundo. Como si el suelo bajo mis pies no terminara de aceptarme. Un espíritu que sólo yo podía ver, Para otros era un juego de niña, un amigo imaginario, un delirio infantil… hasta que empezaron a murmurar que quizá estaba loca.}

    {Pero en la casa de mis padres todo era distinto. Ellos jamás me miraron con ese juicio en los ojos. Con ellos podía reír, correr, jugar… sentir que pertenecía. Fue mi padre quien me enseñó a no temer a los espectros que se aferrarían a mí hasta el final, fruto de mi magia nigromante.}

    —No todos los espíritus son enemigos. Algunos son terror puro, pero también pueden ser maravillas misteriosas ocultas del mundo. Aprende a verlos con los dos ojos, no sólo con el del miedo.

    {La primera vez que vi al mío… no lo negaré, quise gritar, quise huir. Era sólo una sombra informe, costrosa, cubierta de un velo fantasmal, grotesco. Su sola presencia me inquietaba. Y, sin embargo, con cada aparición, esa figura iba cambiando. Su silueta se volvía menos amenazante, menos monstruosa, como si respondiera a lo que veía en mí. Jamás entendí por qué, pero mi padre me explicó que los espíritus también eligen: él estaba esforzándose por no parecerme un monstruo.}

    —Papá… dile que se vaya… por favor… yo ya no quiero verlo…

    {Mis lágrimas caían, el miedo me ahogaba. Mi padre, paciente, me sostuvo contra su pecho, acunándome. Sentí cómo sus labios besaban mi frente y sus dedos acariciaban suavemente en mi cabello. Su voz dulce, me susurró:}

    —Cuando tengas miedo, recuerda esto, Haku: tú tienes el poder de dominarlo. Hazlo tuyo, somételo, no dejes que te gobierne. El miedo no es dueño de ti, tú eres su dueña. Nadie, ni siquiera yo, puede luchar esa batalla por ti. Sólo tú puedes enfrentarlo y vencerlo.

    {Levanté mis ojos hacia él. Su mirada estaba cargada de ternura infinita, como si en mí viera el tesoro más preciado de su vida. Y, por un instante, creí que eso era suficiente. Que bastaba con estar en sus brazos para que nada malo pudiera tocarme. Pero la sombra seguía ahí… inmóvil, agazapada en la esquina de mi habitación, pegada al reflejo oscuro de la ventana. Alta, oscura, fría. Sólo sus ojos brillantes, fijos en mí, me recordaban su existencia.}

    {Con un gesto suave, mi padre limpió mis lágrimas. Solté un pequeño respiro, luego un impulso infantil me hizo saltar de la cama. Agarré una almohada… y se la arrojé. Luego otra. Y otra más.}

    —¡Vete! ¡Vete de aquí! ¡Ya no quiero verte nunca más!

    Mis pies descalzos tocaron el suelo al acercarme más y más a esa sombra. El corazón me golpeaba con tanta fuerza que pensé que se me saldría del pecho, pero la presencia de mi padre me daba valor. Nada me haría daño mientras él estuviera a mi lado. Finalmente, me planté frente a esa silueta. Levanté mi rostro, alzando la barbilla desafiante, hasta encontrar esos ojos incandescentes.}

    —Ya no te tengo miedo. ¡Vete!

    {El espíritu me observó en un silencio eterno. Ese silencio que oprime. Lo odiaba. Lo detestaba. Pero cuando ya estaba segura de que jamás desaparecería, ocurrió lo impensado. Mis ojos se abrieron de par en par: la sombra se fragmentó, se quebró como humo en el viento… y con un leve puff, simplemente se desvaneció.}
    ⚠️[Vuelvo a publicar porque la app no me deja subir imágenes de mnres⚠️] •Recuerdos de Haku•📖 {Desde pequeña siempre sentí que no pertenecía del todo a este mundo. Como si el suelo bajo mis pies no terminara de aceptarme. Un espíritu que sólo yo podía ver, Para otros era un juego de niña, un amigo imaginario, un delirio infantil… hasta que empezaron a murmurar que quizá estaba loca.} {Pero en la casa de mis padres todo era distinto. Ellos jamás me miraron con ese juicio en los ojos. Con ellos podía reír, correr, jugar… sentir que pertenecía. Fue mi padre quien me enseñó a no temer a los espectros que se aferrarían a mí hasta el final, fruto de mi magia nigromante.} —No todos los espíritus son enemigos. Algunos son terror puro, pero también pueden ser maravillas misteriosas ocultas del mundo. Aprende a verlos con los dos ojos, no sólo con el del miedo. {La primera vez que vi al mío… no lo negaré, quise gritar, quise huir. Era sólo una sombra informe, costrosa, cubierta de un velo fantasmal, grotesco. Su sola presencia me inquietaba. Y, sin embargo, con cada aparición, esa figura iba cambiando. Su silueta se volvía menos amenazante, menos monstruosa, como si respondiera a lo que veía en mí. Jamás entendí por qué, pero mi padre me explicó que los espíritus también eligen: él estaba esforzándose por no parecerme un monstruo.} —Papá… dile que se vaya… por favor… yo ya no quiero verlo… {Mis lágrimas caían, el miedo me ahogaba. Mi padre, paciente, me sostuvo contra su pecho, acunándome. Sentí cómo sus labios besaban mi frente y sus dedos acariciaban suavemente en mi cabello. Su voz dulce, me susurró:} —Cuando tengas miedo, recuerda esto, Haku: tú tienes el poder de dominarlo. Hazlo tuyo, somételo, no dejes que te gobierne. El miedo no es dueño de ti, tú eres su dueña. Nadie, ni siquiera yo, puede luchar esa batalla por ti. Sólo tú puedes enfrentarlo y vencerlo. {Levanté mis ojos hacia él. Su mirada estaba cargada de ternura infinita, como si en mí viera el tesoro más preciado de su vida. Y, por un instante, creí que eso era suficiente. Que bastaba con estar en sus brazos para que nada malo pudiera tocarme. Pero la sombra seguía ahí… inmóvil, agazapada en la esquina de mi habitación, pegada al reflejo oscuro de la ventana. Alta, oscura, fría. Sólo sus ojos brillantes, fijos en mí, me recordaban su existencia.} {Con un gesto suave, mi padre limpió mis lágrimas. Solté un pequeño respiro, luego un impulso infantil me hizo saltar de la cama. Agarré una almohada… y se la arrojé. Luego otra. Y otra más.} —¡Vete! ¡Vete de aquí! ¡Ya no quiero verte nunca más! Mis pies descalzos tocaron el suelo al acercarme más y más a esa sombra. El corazón me golpeaba con tanta fuerza que pensé que se me saldría del pecho, pero la presencia de mi padre me daba valor. Nada me haría daño mientras él estuviera a mi lado. Finalmente, me planté frente a esa silueta. Levanté mi rostro, alzando la barbilla desafiante, hasta encontrar esos ojos incandescentes.} —Ya no te tengo miedo. ¡Vete! {El espíritu me observó en un silencio eterno. Ese silencio que oprime. Lo odiaba. Lo detestaba. Pero cuando ya estaba segura de que jamás desaparecería, ocurrió lo impensado. Mis ojos se abrieron de par en par: la sombra se fragmentó, se quebró como humo en el viento… y con un leve puff, simplemente se desvaneció.}
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  • *En un momento más bien solitario me encontraba caminando hacia una gruta pequeña y oculta hasta llegar a una tumba. En ese momento comencé a hablarle a dicha tumba improvisada.*

    "Buen día Star, ha pasado un tiempo desde que te vine a visitar. Mira, te traje estás plantas que crecían en tu mundo. Las flores que me enseñaste eran muy hermosas, así que vine a traerte algunas.

    ¿Sabes? Han Sido muy buenos estos últimos días, tengo ahora una nueva aprendiz de nigromante. Su nombre es Haku y se parece mucho mucho a ti, solo que tiene el cabello rosa. Es un poco imprudente a veces, Pero tiene mucha energía y carácter. Sé que podrá convertirse en una gran maga.... Tal y como tú lo fuiste alguna vez....tal vez por eso fue que la elegí..."

    *Dije con la voz algo temblorosa y vulnerable casi sollozando, pero sequé mis lágrimas para dejar el ramo de flores en la tumba.*

    "Haré todo para ayudarla, y esta vez no cometeré el mismo error. Volveré a visitarte pronto....Siempre te amé y siempre te llevo en mi corazón, mi querida Starlijne."

    *Di una cordial reverencia a la pequeña tumba, y me retiré del sitio.*
    *En un momento más bien solitario me encontraba caminando hacia una gruta pequeña y oculta hasta llegar a una tumba. En ese momento comencé a hablarle a dicha tumba improvisada.* "Buen día Star, ha pasado un tiempo desde que te vine a visitar. Mira, te traje estás plantas que crecían en tu mundo. Las flores que me enseñaste eran muy hermosas, así que vine a traerte algunas. ¿Sabes? Han Sido muy buenos estos últimos días, tengo ahora una nueva aprendiz de nigromante. Su nombre es Haku y se parece mucho mucho a ti, solo que tiene el cabello rosa. Es un poco imprudente a veces, Pero tiene mucha energía y carácter. Sé que podrá convertirse en una gran maga.... Tal y como tú lo fuiste alguna vez....tal vez por eso fue que la elegí..." *Dije con la voz algo temblorosa y vulnerable casi sollozando, pero sequé mis lágrimas para dejar el ramo de flores en la tumba.* "Haré todo para ayudarla, y esta vez no cometeré el mismo error. Volveré a visitarte pronto....Siempre te amé y siempre te llevo en mi corazón, mi querida Starlijne." *Di una cordial reverencia a la pequeña tumba, y me retiré del sitio.*
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  • Observo por un momento su propio reflejo sobre las aguas. Mirándose por unos segundos más, la proyección de su propio rostro lentamente fue cambiando. Visualizó esos ojos abisales de tonos amarillos, reformó en su mente la forma delicada de ese rostro, tanto su sonrisa, como la mezcla de peligrosidad y mutuo entendimiento que tenía con esa…

    Sirena.

    Entrecerró sus párpados en ese momento. Saliendo de sus propios pensamientos, para simplemente volver a ver su rostro reflejado en las aguas.

    Pocas veces, Jinwoo realmente resiente una vida extinguiéndose. Primero fue con su padre, luego su madre; después, el director que murió en sus brazos.

    Luego la amistad bien formada que tuvo con Skadi, y ahora, la vida de esa… persona, no, criatura, con la que por un momento sintió comprensión mutua.

    ¿Desde cuándo un nigromante, y peor aún, un ser como el, puede resentir una vida apagándose?

    Esta era la prueba de que Jinwoo seguía siendo humano, al menos una parte de él.

    Alzó la mirada, fijándose en el horizonte por unos instantes.

    —Sigamos adelante. No pienso… condenarla también a ser una sombra.

    Con esto dicho, dio media vuelta abandonando el sitio. Dejando una simple flor de loto flotando en el agua como última ofrenda.

    Ahí estaba, otro momento de “normalidad” que se volvería un recuerdo.
    Observo por un momento su propio reflejo sobre las aguas. Mirándose por unos segundos más, la proyección de su propio rostro lentamente fue cambiando. Visualizó esos ojos abisales de tonos amarillos, reformó en su mente la forma delicada de ese rostro, tanto su sonrisa, como la mezcla de peligrosidad y mutuo entendimiento que tenía con esa… Sirena. Entrecerró sus párpados en ese momento. Saliendo de sus propios pensamientos, para simplemente volver a ver su rostro reflejado en las aguas. Pocas veces, Jinwoo realmente resiente una vida extinguiéndose. Primero fue con su padre, luego su madre; después, el director que murió en sus brazos. Luego la amistad bien formada que tuvo con Skadi, y ahora, la vida de esa… persona, no, criatura, con la que por un momento sintió comprensión mutua. ¿Desde cuándo un nigromante, y peor aún, un ser como el, puede resentir una vida apagándose? Esta era la prueba de que Jinwoo seguía siendo humano, al menos una parte de él. Alzó la mirada, fijándose en el horizonte por unos instantes. —Sigamos adelante. No pienso… condenarla también a ser una sombra. Con esto dicho, dio media vuelta abandonando el sitio. Dejando una simple flor de loto flotando en el agua como última ofrenda. Ahí estaba, otro momento de “normalidad” que se volvería un recuerdo.
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  • - Logan , olfatea un aroma muy raro en estas catacumbas. una clase de energía muy antigua pero además de siniestra, sus instintos le alertan de que debe retroceder pero su deber le insta a seguir avanzando.

    A su paso, ya ha dejado derrotados a varios esqueletos que se alzaron para detenerlo. sin lugar a dudas esto es obra de algun nigromante -
    - Logan , olfatea un aroma muy raro en estas catacumbas. una clase de energía muy antigua pero además de siniestra, sus instintos le alertan de que debe retroceder pero su deber le insta a seguir avanzando. A su paso, ya ha dejado derrotados a varios esqueletos que se alzaron para detenerlo. sin lugar a dudas esto es obra de algun nigromante -
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  • "𝚀𝚞𝚊𝚍𝚊𝚖 𝚍𝚒𝚎 𝚏𝚞𝚒 𝚍𝚘𝚖𝚒𝚗𝚞𝚜 𝚖𝚘𝚛𝚝𝚒𝚜 𝚎𝚝 𝚗𝚞𝚗𝚌 𝚗𝚎 𝚖𝚎 𝚚𝚞𝚒𝚍𝚎𝚖 𝚟𝚒𝚍𝚎𝚛𝚎 𝚙𝚘𝚝𝚎𝚜𝚝."

    El mundo seguía cambiando y evolucionando con el paso de los siglos y con este, los humanos y sus civilizaciones.

    Nath-Rahel permanecía siendo el mismo día tras día, año tras año, siglo tras siglo, procurando adaptarse al mundo que le rodeaba y que parecía pudrirse y deteriorarse cada vez más rápido. Pero claro... ¿Podía alguien podrido y roto como él realmente quejarse del declive de la humanidad?

    Siglo tras siglo intentaba hallar la forma de recuperar su magnificencia, su inconmensurado poder, aquel que esa odiosa bruja que le maldijo, le arrebató.
    Buscaba en libros, viajaba a variados lugares del mundo en busca de posibles respuestas. Necesitaba volver a ser el poderoso y temido nigromante que un día fue. Y juraba vengarse de todo el linaje existente de aquella bruja una vez lo consiguiera.

    Ya hacía varios años que ejercía la misma profesión, debiendo mudarse a diversas ciudades y países cada ciertos años para no levantar sospechas por su carencia de rasgos de senectud, a pesar de sobrepasar con creces la esperanza de vida humana. Albañil. Ese era el empleo por el que optó y se le daba bastante bien, un lugar donde ejercer cierta fuerza para cansarse un poco, tranquilo, nadie le molestaba.
    Sus compañeros le tenían por alguien sombrío y solitario, pero a pesar de ello le creían muy buen hombre, amable, atento y de grato conversar. Una perfecta ilusión en la que caía casi todo aquel que le conociera.

    [...]

    Ese día se encontraba trabajando en una obra relativamente nueva, a penas estaban empezando con los cimientos del edificio.

    Nath era un hombre que a simple vista podía parecer común, del montón, pero de cerca y con detalle tenía ciertas características que le hacían destacar. Alto, con un cuerpo tan bien trabajado que parecía piedra tallada por un cincel divino. Un rostro de facciones varoniles pero no muy abruptas, cabello del más oscuro azabache y sus ojos, aquello que más podía llamar la atención, unos bellos zafiros bordeados por marcadas y oscuras ojeras.

    Por supuesto que más de una vez se aprovechó de su para nada desagradable apariencia para atraer a alguien con quien experimentar e intentar recuperar parte de su poder y conocimientos.

    Ya había perdido la cuenta de cuántos cadáveres tuvo que deshacerse a lo largo de los últimos años.
    "𝚀𝚞𝚊𝚍𝚊𝚖 𝚍𝚒𝚎 𝚏𝚞𝚒 𝚍𝚘𝚖𝚒𝚗𝚞𝚜 𝚖𝚘𝚛𝚝𝚒𝚜 𝚎𝚝 𝚗𝚞𝚗𝚌 𝚗𝚎 𝚖𝚎 𝚚𝚞𝚒𝚍𝚎𝚖 𝚟𝚒𝚍𝚎𝚛𝚎 𝚙𝚘𝚝𝚎𝚜𝚝." El mundo seguía cambiando y evolucionando con el paso de los siglos y con este, los humanos y sus civilizaciones. Nath-Rahel permanecía siendo el mismo día tras día, año tras año, siglo tras siglo, procurando adaptarse al mundo que le rodeaba y que parecía pudrirse y deteriorarse cada vez más rápido. Pero claro... ¿Podía alguien podrido y roto como él realmente quejarse del declive de la humanidad? Siglo tras siglo intentaba hallar la forma de recuperar su magnificencia, su inconmensurado poder, aquel que esa odiosa bruja que le maldijo, le arrebató. Buscaba en libros, viajaba a variados lugares del mundo en busca de posibles respuestas. Necesitaba volver a ser el poderoso y temido nigromante que un día fue. Y juraba vengarse de todo el linaje existente de aquella bruja una vez lo consiguiera. Ya hacía varios años que ejercía la misma profesión, debiendo mudarse a diversas ciudades y países cada ciertos años para no levantar sospechas por su carencia de rasgos de senectud, a pesar de sobrepasar con creces la esperanza de vida humana. Albañil. Ese era el empleo por el que optó y se le daba bastante bien, un lugar donde ejercer cierta fuerza para cansarse un poco, tranquilo, nadie le molestaba. Sus compañeros le tenían por alguien sombrío y solitario, pero a pesar de ello le creían muy buen hombre, amable, atento y de grato conversar. Una perfecta ilusión en la que caía casi todo aquel que le conociera. [...] Ese día se encontraba trabajando en una obra relativamente nueva, a penas estaban empezando con los cimientos del edificio. Nath era un hombre que a simple vista podía parecer común, del montón, pero de cerca y con detalle tenía ciertas características que le hacían destacar. Alto, con un cuerpo tan bien trabajado que parecía piedra tallada por un cincel divino. Un rostro de facciones varoniles pero no muy abruptas, cabello del más oscuro azabache y sus ojos, aquello que más podía llamar la atención, unos bellos zafiros bordeados por marcadas y oscuras ojeras. Por supuesto que más de una vez se aprovechó de su para nada desagradable apariencia para atraer a alguien con quien experimentar e intentar recuperar parte de su poder y conocimientos. Ya había perdido la cuenta de cuántos cadáveres tuvo que deshacerse a lo largo de los últimos años.
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  • “Conozco el paso frío de la muerte. Es lo peculiar detrás de la magia del nigromante.

    No dejas de escuchar sus voces, los cementerios se vuelven conciertos, las escenas del crimen, horribles narrativas.

    Y el día a día a veces una maraña de escuchas. Si es que los que ya no están decidieron seguirte.

    Antes pensé que solo pasaba con los que tomaba como sombras, pero ahora…

    Quizá deba investigar más.”
    “Conozco el paso frío de la muerte. Es lo peculiar detrás de la magia del nigromante. No dejas de escuchar sus voces, los cementerios se vuelven conciertos, las escenas del crimen, horribles narrativas. Y el día a día a veces una maraña de escuchas. Si es que los que ya no están decidieron seguirte. Antes pensé que solo pasaba con los que tomaba como sombras, pero ahora… Quizá deba investigar más.”
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Tenlo en cuenta al responder.
    Déjame contarte un secreto:

    Aquellos dragones quienes pierden la vida pueden reencarnar si realmente su poder es demasiado grande. pero, mientras eso ocurre sus almas vagan por el mundo. indefensos al acecho de cazadores de poderes, de nigromantes, quienes pueden usarlos para toda la eternidad como sus guardianes.

    Consciente de ello, tuve que hacer un acto abominable entre los míos: El cual es absorber las almas de aquellos semejantes a mi quienes han caído en combate por obra de mis actos. La noticia llego a oídos de los pocos dragones que aun vuelan los cielos de este mundo considerándome una abominación y..un traidor.
    Déjame contarte un secreto: Aquellos dragones quienes pierden la vida pueden reencarnar si realmente su poder es demasiado grande. pero, mientras eso ocurre sus almas vagan por el mundo. indefensos al acecho de cazadores de poderes, de nigromantes, quienes pueden usarlos para toda la eternidad como sus guardianes. Consciente de ello, tuve que hacer un acto abominable entre los míos: El cual es absorber las almas de aquellos semejantes a mi quienes han caído en combate por obra de mis actos. La noticia llego a oídos de los pocos dragones que aun vuelan los cielos de este mundo considerándome una abominación y..un traidor.
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  • En la antigua torre de un castillo, Oz escribe cartas en un intrincado idioma, uno que solo otros magos pueden descifrar.
    Ha estado observando desde las sombras, apenas si asoma su cabeza, pero escucha a las flores y lo que lleva el viento.
    Se detiene a escuchar lo que las aves cantan y los mercaderes observan en su día a dia.

    Entre sus dedos, hace peculiares malabares con una pluma mientras piensa, pero luego se detiene a darle más pensamiento a una cuestión en particular.

    ── No logro descifrarlo.
    ¿En verdad el amor lo conquista todo?
    ¿Cómo es que un gran nigromante fue reducido a un buen ciudadano?
    ¿Cómo es que el emisario de Hades fue reducido a "eso"?
    No fue magia, no fue una sentencia de muerte, no fue una guerra...
    Fue una mujer.
    ¿En verdad una sola persona ha logrado lo que soldados en armaduras jamás pudieron?
    Como Hades y Perséfone.
    La historia se repite, tal vez los actores cambian, pero no los papeles.

    Supongo entonces que podré reportar al magistrado que hemos encontrado la solución a Hades. ──
    En la antigua torre de un castillo, Oz escribe cartas en un intrincado idioma, uno que solo otros magos pueden descifrar. Ha estado observando desde las sombras, apenas si asoma su cabeza, pero escucha a las flores y lo que lleva el viento. Se detiene a escuchar lo que las aves cantan y los mercaderes observan en su día a dia. Entre sus dedos, hace peculiares malabares con una pluma mientras piensa, pero luego se detiene a darle más pensamiento a una cuestión en particular. ── No logro descifrarlo. ¿En verdad el amor lo conquista todo? ¿Cómo es que un gran nigromante fue reducido a un buen ciudadano? ¿Cómo es que el emisario de Hades fue reducido a "eso"? No fue magia, no fue una sentencia de muerte, no fue una guerra... Fue una mujer. ¿En verdad una sola persona ha logrado lo que soldados en armaduras jamás pudieron? Como Hades y Perséfone. La historia se repite, tal vez los actores cambian, pero no los papeles. Supongo entonces que podré reportar al magistrado que hemos encontrado la solución a Hades. ──
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  • "No cerraras tus ojos incluso despues de la muerte. Un nigromante no es para jugar tan facilmente"
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