• 𝑁𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑣𝑜𝑙𝑣𝑒𝑟 𝑎 𝑒𝑠𝑐𝑢𝑐ℎ𝑎𝑟 𝑡𝑢 𝑣𝑜𝑧. 𝑁𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑣𝑜𝑙𝑣𝑒𝑟 𝑎 𝑣𝑒𝑟𝑡𝑒
    Fandom Harry Potter
    Categoría Acción
    𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝓙𝑒𝑠𝑠 𝓦𝑖𝑙𝑙𝑜𝑤𝑠

    Hubiera querido llorar. Hubiera querido poder gritar, hacerla entender, rogarle, abrazarla, ponerse de rodillas y suplicarle, hubiera bebido litros y litros de veritaserum, hubiera hecho lo que fuera para no perderla.
    Haber matado a un hombre, haber destrozado el Ministerio de Gran Bretaña, haber sido traicionado por Barnabas, perder su trabajo, ser encarcelado, la suerte que quisiera depararle el Wizengamot… Todo aquello le daba igual, nada era tan importante para él como Jessica, estaba dispuesto a perderlo todo, sabía lo que arriesgaba entrando en el plan de aquel hombre, pero no podia soportar esa mirada que pretendía ser fría, pero que había aprendido a leer tan bien durante aquel tiempo que podia ver todo el dolor, la traición, y el daño que él mismo le había causado a través de su muro helado.

    Jessica no le había convertido en un hombre nuevo. No. Ella había sido la primera y la única que había sabido ver quien era realmente él, le había enseñado un mundo, su mundo, uno feliz junto a ella y como vivirlo. Había reído a carcajadas, había derribado barreras internas, había crecido personal y profesionalmente.
    Y ahora sin ella a su lado había caído en un pozo, en un vacío del que no podia salir.

    Aún podia rememorar con escalofriante detalle las palabras de Jessica aquel terrible día en que ella había descubierto todo, "[...] 𝑁𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑣𝑜𝑙𝑣𝑒𝑟 𝑎 𝑒𝑠𝑐𝑢𝑐ℎ𝑎𝑟 𝑡𝑢 𝑣𝑜𝑧. 𝑁𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑣𝑜𝑙𝑣𝑒𝑟 𝑎 𝑣𝑒𝑟𝑡𝑒 [...] 𝑌𝑜 𝑦𝑎 𝑛𝑜 𝑠𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑛𝑎𝑑𝑎 𝑝𝑜𝑟 𝑡𝑖."
    Todo lo que había ocurrido después de aquello estaba borroso en su mente, era un barullo de voces, y presencias mientras él era desarmado y maniatado por Jessica.
    Le habían trasladado a las celdas de MACUSA desde donde esperaba el juicio que decidiría su suerte. Desde allí recordaba, rememoraba. Casi siempre se decantaba por los últimos momentos, por aquellos que le habían llevado allí, porque entrarse en aquellos momentos de su relación en los que habían sido felices, dolía mucho más.

    Había preguntado por ella, esperaba poder verla, aún, aunque fuera una necedad, esperaba que pasadas aquellas semanas Jessica hubiera recapacitado, hubiera visto algo de verdad en sus palabras, en su mirada. Pero jamás nadie le dio una respuesta, y ella jamás había bajado a aquellas lúgubres celdas a visitarlo.

    Los días, largos en aquella pequeña celda, se convierten en semanas, y las semanas en meses.
    Casi cuando está a punto de cumplirse su segundo mes allí, la cita con el tribunal mágico es celebrada.
    Sabía que aquella vez sí, volvería a ver a Jessica, y esa expectativa junto con la esperanza de que aquello acabara de una vez por todas, era su mayor motivación en esos momentos.
    El elegante Marcus Byrne hace su aparición en la sala del tribunal con un aspecto mucho más desmejorado, sus rizos despeinados, una suave sombra de barba en su rostro, con una apariencia más delgada, los hombros hundidos por el desánimo, y unos ojos tristes que habían perdido su brillo y que solo buscaban los de la auror que había sido llamada como testigo.

    Las declaraciones de todos los testigos son dilapidarías. Sabía que no tenía mucho que hacer, o más bien dicho nada. No era esperanza en una sentencia favorable lo que vibraba en su pecho, era el miedo que da el saber que tu futuro está en manos de otras personas, que ya no eres dueño de tu vida.

    La sentencia había sido dura y clara, pero su abogado, las vidas salvadas de aquellos niños y su colaboración sobre Barnabas le habían librado de un destino mucho más aciago que el que se le había impuesto.
    Sabía que no iba a recuperar su placa de auror, aquella que le habían arrebatado antes de encerrarlo, sabía que su nombre iría marcado para siempre con aquella terrible mancha. Que no podría dedicarse a lo que había nacido para ser, sabía que aunque no le habían impuesto esa condena, el Marcus Byrne que había sido hasta ese momento había muerto.
    Sabía todo aquello, sabía que ahora debería aprender a vivir como otra persona diferente, que había sido repudiado, expulsado, deshonrado y desterrado. Sabía todo aquello, pero…

    Esa era su última oportunidad, la última vez que podría intentarlo. No la buscaría, no iría tras ella, no la iba a molestar más, no llenaría su vida de dolor, la dejaría ir, desaparecería del mundo, pero tenía que intentarlo, una sola vez más.
    Así por primera vez después de su largo testimonio, cuando ella pasa por su lado, sus labios se despegan, y con voz algo temblorosa, pronuncia su nombre, pero es como un susurro en el viento frente a un paisaje desierto. Se pierde ascendiendo hacia los altos tejados de la sala mientras él sin obtener respuesta ve desaparecer a Jessica por la puerta.

    UN AÑO DESPUES

    Valdora está anclado en las montañas laurentinas de Quebec, aislado del mundo, rodeado de pinos y niebla perpetua.
    Las leyendas cuentan que el pueblo mágico de Valdora, fue fundado en 1674 por magos franco-canadienses que huyendo de la persecución en Europa, siguieron las increíbles luces de la aurora hasta el punto donde estas se encontraban con el suelo, en un bosque de pinos bendecido y protegido por espíritus guardianes de la naturaleza.
    Como rezan los cuentos, aquel pueblo es el lugar donde los terrenal y lo sobrenatural conviven en armonía.

    En aquel emplazamiento idílico y aislado era donde Marcus Byrne había intentado reconstruir su vida.
    Había llegado allí buscando dejar atrás su pasado, tanto física como mentalmente. La primera parte del plan era sencilla, el problema radicaba en la segunda.
    Se había presentado como Connor, dejando atrás su nombre de pila, y nadie conocía su apellido. Tenía una modesta casita y trabajaba en la única taberna del pueblo.

    Ya no era el auror elegante y orgulloso que había sido. Ahora era un camarero, al que nadie había visto sonreír, era un hombre serio y reservado, pero también un vecino tranquilo y amable con todo el mundo, que jamás había provocado o estado involucrado en un solo problema.
    En tan solo un año había conseguido formar parte de la vida y comunidad de aquel pequeño pueblo, sin llegar a exponerse demasiado pero ganándose la confianza de sus parroquianos.

    Marcus… Connor, a pesar de no ser su vocación, era un buen dueño de la barra, conocía a su público, sus horas, gustos y rutinas, aplaudía sus chistes, preguntaba por la familia y el trabajo, y esperaba con interés la respuesta. Él controlaba todo cuanto ocurría entre aquellas paredes, de esa forma cualquier cosa inusual era fácilmente reconocible para él.

    Pero si había algo que jamás hubiera esperado, no allí, no en los confines del mundo, no con él limpiando una jarra de hidromiel de espaldas a la puerta, no fuera de sus sueños, era el volver a escuchar aquella voz, que ella se dirigiera a él de forma directa, que ni si quiera le reconociera, y por supuesto no se esperaba el tener el valor como para girarse y enfrentarla, como para volver a mirarla a los ojos cuando hace un año era todo lo que le había pedido al universo, pero ya no era el mismo hombre que hacía un año.

    — En este pueblo no ocurre nada tan interesante como para llamar la atención de un auror, señorita.


    [𝑓𝑜𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟: Hope Mikaelson ]
    𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟 𝑝𝑎𝑟𝑎 [FIGHTERAUR0R] Hubiera querido llorar. Hubiera querido poder gritar, hacerla entender, rogarle, abrazarla, ponerse de rodillas y suplicarle, hubiera bebido litros y litros de veritaserum, hubiera hecho lo que fuera para no perderla. Haber matado a un hombre, haber destrozado el Ministerio de Gran Bretaña, haber sido traicionado por Barnabas, perder su trabajo, ser encarcelado, la suerte que quisiera depararle el Wizengamot… Todo aquello le daba igual, nada era tan importante para él como Jessica, estaba dispuesto a perderlo todo, sabía lo que arriesgaba entrando en el plan de aquel hombre, pero no podia soportar esa mirada que pretendía ser fría, pero que había aprendido a leer tan bien durante aquel tiempo que podia ver todo el dolor, la traición, y el daño que él mismo le había causado a través de su muro helado. Jessica no le había convertido en un hombre nuevo. No. Ella había sido la primera y la única que había sabido ver quien era realmente él, le había enseñado un mundo, su mundo, uno feliz junto a ella y como vivirlo. Había reído a carcajadas, había derribado barreras internas, había crecido personal y profesionalmente. Y ahora sin ella a su lado había caído en un pozo, en un vacío del que no podia salir. Aún podia rememorar con escalofriante detalle las palabras de Jessica aquel terrible día en que ella había descubierto todo, "[...] 𝑁𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑣𝑜𝑙𝑣𝑒𝑟 𝑎 𝑒𝑠𝑐𝑢𝑐ℎ𝑎𝑟 𝑡𝑢 𝑣𝑜𝑧. 𝑁𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑣𝑜𝑙𝑣𝑒𝑟 𝑎 𝑣𝑒𝑟𝑡𝑒 [...] 𝑌𝑜 𝑦𝑎 𝑛𝑜 𝑠𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑛𝑎𝑑𝑎 𝑝𝑜𝑟 𝑡𝑖." Todo lo que había ocurrido después de aquello estaba borroso en su mente, era un barullo de voces, y presencias mientras él era desarmado y maniatado por Jessica. Le habían trasladado a las celdas de MACUSA desde donde esperaba el juicio que decidiría su suerte. Desde allí recordaba, rememoraba. Casi siempre se decantaba por los últimos momentos, por aquellos que le habían llevado allí, porque entrarse en aquellos momentos de su relación en los que habían sido felices, dolía mucho más. Había preguntado por ella, esperaba poder verla, aún, aunque fuera una necedad, esperaba que pasadas aquellas semanas Jessica hubiera recapacitado, hubiera visto algo de verdad en sus palabras, en su mirada. Pero jamás nadie le dio una respuesta, y ella jamás había bajado a aquellas lúgubres celdas a visitarlo. Los días, largos en aquella pequeña celda, se convierten en semanas, y las semanas en meses. Casi cuando está a punto de cumplirse su segundo mes allí, la cita con el tribunal mágico es celebrada. Sabía que aquella vez sí, volvería a ver a Jessica, y esa expectativa junto con la esperanza de que aquello acabara de una vez por todas, era su mayor motivación en esos momentos. El elegante Marcus Byrne hace su aparición en la sala del tribunal con un aspecto mucho más desmejorado, sus rizos despeinados, una suave sombra de barba en su rostro, con una apariencia más delgada, los hombros hundidos por el desánimo, y unos ojos tristes que habían perdido su brillo y que solo buscaban los de la auror que había sido llamada como testigo. Las declaraciones de todos los testigos son dilapidarías. Sabía que no tenía mucho que hacer, o más bien dicho nada. No era esperanza en una sentencia favorable lo que vibraba en su pecho, era el miedo que da el saber que tu futuro está en manos de otras personas, que ya no eres dueño de tu vida. La sentencia había sido dura y clara, pero su abogado, las vidas salvadas de aquellos niños y su colaboración sobre Barnabas le habían librado de un destino mucho más aciago que el que se le había impuesto. Sabía que no iba a recuperar su placa de auror, aquella que le habían arrebatado antes de encerrarlo, sabía que su nombre iría marcado para siempre con aquella terrible mancha. Que no podría dedicarse a lo que había nacido para ser, sabía que aunque no le habían impuesto esa condena, el Marcus Byrne que había sido hasta ese momento había muerto. Sabía todo aquello, sabía que ahora debería aprender a vivir como otra persona diferente, que había sido repudiado, expulsado, deshonrado y desterrado. Sabía todo aquello, pero… Esa era su última oportunidad, la última vez que podría intentarlo. No la buscaría, no iría tras ella, no la iba a molestar más, no llenaría su vida de dolor, la dejaría ir, desaparecería del mundo, pero tenía que intentarlo, una sola vez más. Así por primera vez después de su largo testimonio, cuando ella pasa por su lado, sus labios se despegan, y con voz algo temblorosa, pronuncia su nombre, pero es como un susurro en el viento frente a un paisaje desierto. Se pierde ascendiendo hacia los altos tejados de la sala mientras él sin obtener respuesta ve desaparecer a Jessica por la puerta. UN AÑO DESPUES Valdora está anclado en las montañas laurentinas de Quebec, aislado del mundo, rodeado de pinos y niebla perpetua. Las leyendas cuentan que el pueblo mágico de Valdora, fue fundado en 1674 por magos franco-canadienses que huyendo de la persecución en Europa, siguieron las increíbles luces de la aurora hasta el punto donde estas se encontraban con el suelo, en un bosque de pinos bendecido y protegido por espíritus guardianes de la naturaleza. Como rezan los cuentos, aquel pueblo es el lugar donde los terrenal y lo sobrenatural conviven en armonía. En aquel emplazamiento idílico y aislado era donde Marcus Byrne había intentado reconstruir su vida. Había llegado allí buscando dejar atrás su pasado, tanto física como mentalmente. La primera parte del plan era sencilla, el problema radicaba en la segunda. Se había presentado como Connor, dejando atrás su nombre de pila, y nadie conocía su apellido. Tenía una modesta casita y trabajaba en la única taberna del pueblo. Ya no era el auror elegante y orgulloso que había sido. Ahora era un camarero, al que nadie había visto sonreír, era un hombre serio y reservado, pero también un vecino tranquilo y amable con todo el mundo, que jamás había provocado o estado involucrado en un solo problema. En tan solo un año había conseguido formar parte de la vida y comunidad de aquel pequeño pueblo, sin llegar a exponerse demasiado pero ganándose la confianza de sus parroquianos. Marcus… Connor, a pesar de no ser su vocación, era un buen dueño de la barra, conocía a su público, sus horas, gustos y rutinas, aplaudía sus chistes, preguntaba por la familia y el trabajo, y esperaba con interés la respuesta. Él controlaba todo cuanto ocurría entre aquellas paredes, de esa forma cualquier cosa inusual era fácilmente reconocible para él. Pero si había algo que jamás hubiera esperado, no allí, no en los confines del mundo, no con él limpiando una jarra de hidromiel de espaldas a la puerta, no fuera de sus sueños, era el volver a escuchar aquella voz, que ella se dirigiera a él de forma directa, que ni si quiera le reconociera, y por supuesto no se esperaba el tener el valor como para girarse y enfrentarla, como para volver a mirarla a los ojos cuando hace un año era todo lo que le había pedido al universo, pero ya no era el mismo hombre que hacía un año. — En este pueblo no ocurre nada tan interesante como para llamar la atención de un auror, señorita. [𝑓𝑜𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟: [thetribrid] ]
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  • "𝑬𝒍 𝒉𝒊𝒆𝒓𝒓𝒐 𝒏𝒐𝒔 𝒑𝒓𝒐𝒕𝒆𝒈𝒆, 𝒍𝒂 𝒔𝒂𝒍 𝒏𝒐𝒔 𝒈𝒖𝒂𝒓𝒅𝒂"
    Fandom Embrujadas
    Categoría Acción
    >> 𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟 𝑝𝑎𝑟𝑎: Prudence Warren

    Lucien Blackthorne era el mejor cazador de brujas de la comarca. Había muchos más, pero ninguno era como él. Muchas veces, más de las que le gustaría, compartía su trabajo con un grupo más grande de cazadores. Él trabajaba mejor solo, pero las aldeas estaban más tranquilas cuando el número de cazadores superaba al de las supuestas brujas.
    Aldeas que, una vez la amenaza era erradicada, desviaban su miedo y su odio de las brujas hacia ellos.
    La gente corriente no se fiaba de ellos. No eran seres demoniacos como los que poblaban sus pesadillas pero tampoco eran gente corriente, era aquellos que mantenían a salvo a todo el mundo, pero terminaban el día aislados, escondidos, como los seres que perseguían.

    Puede que aquello fuera algo triste, si los cazadores no fueran niños perdidos, huérfanos, bastardos o repudiados que llegaban hasta sus maestros a una tierna edad. Así los hombres en los que se convertían no entendían de soledad, no sabían vivir en comunidad ni añoraban sentirse arropados por iguales, porque jamás lo habían conocido.

    Lucien era el más solitario de todos. El más extraño entre aquel grupo de forasteros, el más callado, el que no se dejaba llevar por nada más que por sus ideas, aunque fueran contrarias a todas a su alrededor. Aquella era una de las razones por las que le gustaba trabajar solo, no iba a aceptar órdenes de nadie, él tomaba sus propias decisiones.
    La última vez que había formado parte de un gran grupo en una gran cacería había sido más de veinte años atrás.
    Melinda Warren había conseguido que una decena de cazadores fueran tras ella, él había sido uno de ellos, pero al contrario que sus congéneres, él había participado en la caza y captura de la bruja, pero una vez atrapada y habiendo seguido el rastro de la misma durante todo aquel tiempo, Lucien sabía que aquella mujer si, era una bruja, pero no, no era una amenaza para absolutamente nadie.

    Se había negado a seguir con aquello, pero no podia enfrentarse a todo el grupo de cazadores y a la aldea, él acabaría en la hoguera junto con ella, alegando que la bruja le había hechizado.
    No había estado de acuerdo con aquello, pero no había hecho nada al respecto, tan solo había dado media vuelta y había desaparecido.

    Aquella había sido la última vez que había colaborado con más personas. Desde ese momento había llevado su política de trabajar solo de forma estricta, él era el único que decidía.
    Y no había si quiera pensado en cambiar aquello, ni si quiera cuando llega a sus manos la petición que requería sus servicios de nuevo en el mismo lugar que 20 años atrás. Pero sus pasos, curiosos, le vuelven a llevar por las cercanías de la aldea, donde encuentra el campamento de cazadores que claramente se estaban preparando.
    El peliblanco baja de su caballo y se acerca a la hoguera central con paso tranquilo.

    — El hierro nos protege, — aquellas primeras palabras dichas con un tono grave son a la vez un saludo y una señal de hermandad, aunque su aspecto no dejaba lugar a demasiadas dudas. — ¿Comenzará la caza esta noche? — Mientras habla, el recién llegado extiende su requerimiento, ofreciéndolo a quien quisiera leerlo.

    — La sal nos guarda, hermano. — El hombre más cercano a él alza la mirada y nada más verle se pone de pie, ofreciendo una mano que Lucien estrecha con fuerza. —Sí, sombras han vuelto a la aldea, y esta noche acabaremos con ellas.

    No hace falta decir mucho más, tampoco era hombre de muchas palabras, pero tenía una pequeña intuición, y quería resolverla. El resultado de su duda determinaría si se quedaba o desaparecía.

    [ 𝑓𝑜𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟: Hope Mikaelson ]
    >> 𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟 𝑝𝑎𝑟𝑎: [THESEC0NDWARREN] Lucien Blackthorne era el mejor cazador de brujas de la comarca. Había muchos más, pero ninguno era como él. Muchas veces, más de las que le gustaría, compartía su trabajo con un grupo más grande de cazadores. Él trabajaba mejor solo, pero las aldeas estaban más tranquilas cuando el número de cazadores superaba al de las supuestas brujas. Aldeas que, una vez la amenaza era erradicada, desviaban su miedo y su odio de las brujas hacia ellos. La gente corriente no se fiaba de ellos. No eran seres demoniacos como los que poblaban sus pesadillas pero tampoco eran gente corriente, era aquellos que mantenían a salvo a todo el mundo, pero terminaban el día aislados, escondidos, como los seres que perseguían. Puede que aquello fuera algo triste, si los cazadores no fueran niños perdidos, huérfanos, bastardos o repudiados que llegaban hasta sus maestros a una tierna edad. Así los hombres en los que se convertían no entendían de soledad, no sabían vivir en comunidad ni añoraban sentirse arropados por iguales, porque jamás lo habían conocido. Lucien era el más solitario de todos. El más extraño entre aquel grupo de forasteros, el más callado, el que no se dejaba llevar por nada más que por sus ideas, aunque fueran contrarias a todas a su alrededor. Aquella era una de las razones por las que le gustaba trabajar solo, no iba a aceptar órdenes de nadie, él tomaba sus propias decisiones. La última vez que había formado parte de un gran grupo en una gran cacería había sido más de veinte años atrás. Melinda Warren había conseguido que una decena de cazadores fueran tras ella, él había sido uno de ellos, pero al contrario que sus congéneres, él había participado en la caza y captura de la bruja, pero una vez atrapada y habiendo seguido el rastro de la misma durante todo aquel tiempo, Lucien sabía que aquella mujer si, era una bruja, pero no, no era una amenaza para absolutamente nadie. Se había negado a seguir con aquello, pero no podia enfrentarse a todo el grupo de cazadores y a la aldea, él acabaría en la hoguera junto con ella, alegando que la bruja le había hechizado. No había estado de acuerdo con aquello, pero no había hecho nada al respecto, tan solo había dado media vuelta y había desaparecido. Aquella había sido la última vez que había colaborado con más personas. Desde ese momento había llevado su política de trabajar solo de forma estricta, él era el único que decidía. Y no había si quiera pensado en cambiar aquello, ni si quiera cuando llega a sus manos la petición que requería sus servicios de nuevo en el mismo lugar que 20 años atrás. Pero sus pasos, curiosos, le vuelven a llevar por las cercanías de la aldea, donde encuentra el campamento de cazadores que claramente se estaban preparando. El peliblanco baja de su caballo y se acerca a la hoguera central con paso tranquilo. — El hierro nos protege, — aquellas primeras palabras dichas con un tono grave son a la vez un saludo y una señal de hermandad, aunque su aspecto no dejaba lugar a demasiadas dudas. — ¿Comenzará la caza esta noche? — Mientras habla, el recién llegado extiende su requerimiento, ofreciéndolo a quien quisiera leerlo. — La sal nos guarda, hermano. — El hombre más cercano a él alza la mirada y nada más verle se pone de pie, ofreciendo una mano que Lucien estrecha con fuerza. —Sí, sombras han vuelto a la aldea, y esta noche acabaremos con ellas. No hace falta decir mucho más, tampoco era hombre de muchas palabras, pero tenía una pequeña intuición, y quería resolverla. El resultado de su duda determinaría si se quedaba o desaparecía. [ 𝑓𝑜𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟: [thetribrid] ]
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  • El sol estaba a punto de caer en el horizonte cuando Yoko se acomodó en la arena, apoyando los brazos hacia atrás y estirando las piernas con una confianza descarada. Su diminuto bikini no dejaba mucho a la imaginación, y parecía disfrutar de cada mirada que despertaba.

    Nia, a su lado, la observaba con esa mezcla de admiración y picardía que solo ella podía mostrar. Al notar que alguien se acercaba, ladeó la cabeza y sonrió suavemente, como si compartiera un secreto.

    —¿Ves? —susurró a Yoko—. No solo yo me quedo embobada contigo.

    Yoko rio bajo, girándose con intención hacia el recién llegado. El movimiento acentuó sus curvas de manera inevitable, algo que parecía hacerlo aún más consciente de la situación.
    —No me sorprende —dijo con voz traviesa, clavando sus ojos en el tercero—. ¿Quieres quedarte a mirar… o a acompañarnos?

    Nia, ruborizada pero sin apartarse de ella, apoyó su mano sobre la de Yoko y añadió con un tono dulce, pero sugerente:
    —Sería más divertido si no fuéramos solo nosotras dos.

    La brisa marina pasó ligera, arrastrando el silencio expectante que siguió. La complicidad entre ambas era clara: provocaban a propósito, dejando que la tensión hiciera el resto.
    El sol estaba a punto de caer en el horizonte cuando Yoko se acomodó en la arena, apoyando los brazos hacia atrás y estirando las piernas con una confianza descarada. Su diminuto bikini no dejaba mucho a la imaginación, y parecía disfrutar de cada mirada que despertaba. Nia, a su lado, la observaba con esa mezcla de admiración y picardía que solo ella podía mostrar. Al notar que alguien se acercaba, ladeó la cabeza y sonrió suavemente, como si compartiera un secreto. —¿Ves? —susurró a Yoko—. No solo yo me quedo embobada contigo. Yoko rio bajo, girándose con intención hacia el recién llegado. El movimiento acentuó sus curvas de manera inevitable, algo que parecía hacerlo aún más consciente de la situación. —No me sorprende —dijo con voz traviesa, clavando sus ojos en el tercero—. ¿Quieres quedarte a mirar… o a acompañarnos? Nia, ruborizada pero sin apartarse de ella, apoyó su mano sobre la de Yoko y añadió con un tono dulce, pero sugerente: —Sería más divertido si no fuéramos solo nosotras dos. La brisa marina pasó ligera, arrastrando el silencio expectante que siguió. La complicidad entre ambas era clara: provocaban a propósito, dejando que la tensión hiciera el resto.
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  • Rancho familiar Williams
    Fandom Free rol
    Categoría Original
    Mia Argent Ana Swan James Spellman Padres Thomas Williams Katherine Gilbert 𝗠𝗮𝘁𝘁𝗵𝗲𝘄 𝗪𝗶𝗹𝗹𝗶𝗮𝗺𝘀 Anne Halliwell

    Acabamos de llegar al rancho familiar y no somos los únicos, mis hermanos y sus novias también han llegado.
    Beso a mi preciosa novia después de abrirla la puerta del coche.
    [Thxhacker13] [CxLillith] [ThxSallow] Padres [SnowJ] [ThcSallow] [Thx_Snow] [Featherington_cx] Acabamos de llegar al rancho familiar y no somos los únicos, mis hermanos y sus novias también han llegado. Beso a mi preciosa novia después de abrirla la puerta del coche.
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  • Siempre es triste cuando las personas desaparecen así de repente...
    Pero esta vez volvió a suceder, eran de los recién llegados que al parecer fueron ejecutados...
    Siempre es triste cuando las personas desaparecen así de repente... 😔 Pero esta vez volvió a suceder, eran de los recién llegados que al parecer fueron ejecutados... :STK-67:
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  • 𝕾𝖆༒︎𝖇𝖊𝖗

    Ha llegado el día en el que te derrote en tu propio juego....

    -decía en un tono cargado de tensión y con una sonrisa confiada-

    Definitivamente mi chocolate es mejor que el tuyo, no sabes hacer postres~
    [vision_lime_snake_637] Ha llegado el día en el que te derrote en tu propio juego.... -decía en un tono cargado de tensión y con una sonrisa confiada- Definitivamente mi chocolate es mejor que el tuyo, no sabes hacer postres~
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  • — Calma, me sorprende aún que hayas llegado hasta aquí en esta lluvia. Te traeré ropa para que puedas tomar una ducha con agua caliente, así evitaremos que te resfríes. Toma, es té helado. Un poco contradictorio, sí, pero el café tardará un poco en estar listo.
    — Calma, me sorprende aún que hayas llegado hasta aquí en esta lluvia. Te traeré ropa para que puedas tomar una ducha con agua caliente, así evitaremos que te resfríes. Toma, es té helado. Un poco contradictorio, sí, pero el café tardará un poco en estar listo.
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  • *Había llegado a una ciudad, Pero el atuendo que usaban era muy distinto a lo que yo llevaba puesto. Incluso unos jóvenes en la calle me preguntaron si era algo a lo que ellos llamaban 'cosplayer' a lo que solo respondí que no para no entrar en problemas, así que tuve que conseguir un atuendo más 'actual' para no llamar la atención. Bueno, supongo que no queda otra opción...*
    *Había llegado a una ciudad, Pero el atuendo que usaban era muy distinto a lo que yo llevaba puesto. Incluso unos jóvenes en la calle me preguntaron si era algo a lo que ellos llamaban 'cosplayer' a lo que solo respondí que no para no entrar en problemas, así que tuve que conseguir un atuendo más 'actual' para no llamar la atención. Bueno, supongo que no queda otra opción...*
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  • GHOSTS AND HEROES
    Fandom Supernatural
    Categoría Drama

    ㅤㅤㅤㅤ𝚂𝚘𝚛𝚛𝚢, 𝙳𝚘𝚌𝚝𝚘𝚛...
    ㅤㅤㅤㅤ𝙱𝚘𝚛𝚛𝚎𝚕𝚕...
    ㅤㅤㅤㅤ𝙱𝚘𝚛𝚛𝚎𝚕𝚕, 𝚢𝚎𝚊𝚑. 𝙸 𝚑𝚊𝚟𝚎 𝚝𝚘 𝚐𝚘. 𝙽𝚘𝚠.

    ㅤㅤㅤㅤ ⧽ 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑
    ㅤㅤㅤㅤㅤ˹ Luz Borrell



    Habían llegado a aquel pueblo apenas veinticuatro horas antes. Sam, Poppy y él. No era nada del otro mundo, un caso que parecía sencillo, aparentemente. Jóvenes adolescentes de excursión, un fantasma atrapado en una casa encantada, todo un cliché ¿qué podía salir mal? Demasiadas cosas. Todo se descontroló con una velocidad vertiginosa, y al final los tres héroes y sus nuevos dos amigos adolescentes supervivientes quedaron recluidos dentro de un círculo que Dean había trazado en el suelo con sal de roca siendo ese el único punto de la casa donde esos fantasmas no tenían acceso. Todo temblaba, las luces titilaban…

    -¡No salgáis del circulo de sa---! -tuvo tiempo de gritar Dean antes de que todo se volviera negro. Lo último que recordaría Dean Winchester sería salir disparado por la ventana del piso superior con una fuerza sobrehumana. Eso y las sirenas de la ambulancia mientras se lo llevaban al hospital.

    Allí despertó un par de horas más tarde, a causa de las palabras que compartían un par de doctores cerca de su cama. Hablaban de él. Estaba claro, y gracias a ellos pudo hacerse un mapa mental de lo que le había pasado. Había caído por una ventana y era un milagro que el césped y las plantas del jardín hubieran crecido de un modo salvaje, pues de otro modo no habrían detenido su caída y se habría partido la crisma. Era bueno saberlo. Movió sus manos y sus pies para asegurarse de que no se había quedado parapléjico, no sin cierto miedo, por supuesto. Pero cuando vio el movimiento de su mano, casi respiró aliviado.

    Entonces recordó.

    Poppy. Sam.

    ¿Dónde coño estaban?

    ___________________________________

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    ㅤ ㅤㅤㅤㅤ𝚂𝚘𝚛𝚛𝚢, 𝙳𝚘𝚌𝚝𝚘𝚛... ㅤㅤㅤㅤ𝙱𝚘𝚛𝚛𝚎𝚕𝚕... ㅤㅤㅤㅤ𝙱𝚘𝚛𝚛𝚎𝚕𝚕, 𝚢𝚎𝚊𝚑. 𝙸 𝚑𝚊𝚟𝚎 𝚝𝚘 𝚐𝚘. 𝙽𝚘𝚠. ㅤㅤㅤㅤ ⧽ 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐓𝐄𝐑 ㅤㅤㅤㅤㅤ˹ [betweenmedicines18] ㅤ Habían llegado a aquel pueblo apenas veinticuatro horas antes. Sam, Poppy y él. No era nada del otro mundo, un caso que parecía sencillo, aparentemente. Jóvenes adolescentes de excursión, un fantasma atrapado en una casa encantada, todo un cliché ¿qué podía salir mal? Demasiadas cosas. Todo se descontroló con una velocidad vertiginosa, y al final los tres héroes y sus nuevos dos amigos adolescentes supervivientes quedaron recluidos dentro de un círculo que Dean había trazado en el suelo con sal de roca siendo ese el único punto de la casa donde esos fantasmas no tenían acceso. Todo temblaba, las luces titilaban… -¡No salgáis del circulo de sa---! -tuvo tiempo de gritar Dean antes de que todo se volviera negro. Lo último que recordaría Dean Winchester sería salir disparado por la ventana del piso superior con una fuerza sobrehumana. Eso y las sirenas de la ambulancia mientras se lo llevaban al hospital. Allí despertó un par de horas más tarde, a causa de las palabras que compartían un par de doctores cerca de su cama. Hablaban de él. Estaba claro, y gracias a ellos pudo hacerse un mapa mental de lo que le había pasado. Había caído por una ventana y era un milagro que el césped y las plantas del jardín hubieran crecido de un modo salvaje, pues de otro modo no habrían detenido su caída y se habría partido la crisma. Era bueno saberlo. Movió sus manos y sus pies para asegurarse de que no se había quedado parapléjico, no sin cierto miedo, por supuesto. Pero cuando vio el movimiento de su mano, casi respiró aliviado. Entonces recordó. Poppy. Sam. ¿Dónde coño estaban? ___________________________________ creds: formato texto: @wh0yagonnacall psd: gregarious on deviantArt edit portada: edición propia
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  • —Queen… —[tidal_orange_cow_718] sonrió de lado, con la calma de quien ya ha visto reinos nacer y caer bajo sus manos—. Así que mi legado. Muy bien, pequeña niña, escucha con atención una verdad que corre por tu sangre:
    El caos.
    El caos no es ruina, Lili.
    Es el jardín donde la belleza crece sin permiso. Donde lo imperfecto florece… porque nadie lo ordenó. Ese es tu legado.

    Sus palabras quedaron tatuadas en mi memoria, incluso cuando me alejé hacia la ciudad, guiada por la sed oscura del ente que se alimenta de las sombras. Aceché en la penumbra a los que habían perdido todo: desgraciados que malvivían sin ganas de luchar, abandonando sus miedos como carroña para que yo los devorara. Sentí la fuerza crecer en mi interior, un poder que me devoraba tanto como me fortalecía.

    Pero no bastaba. Necesitaba comprender.

    Así que subí al edificio más alto. El viento me recibió como un verdugo que no olvida, azotando cada fibra de mi cuerpo. Me acerqué al borde, el corazón latiendo como un tambor de guerra. Cerré los ojos y recordé: “El caos florece sin que nadie lo ordene”.

    Oz... —Susurré.—

    Entonces… me dejé caer de espaldas. Sin resistencia. Sin miedo.
    Fluir con el caos.

    Siento mis huesos romperse en mil pedazos... No duele. Una llama arde en mi.

    Primero, nada.
    Después, un rugido ensordecedor.
    Nada otra vez.
    Sirenas de coches. Explosiones.
    Otra vez nada.

    Y cuando abrí los ojos, estaba rodeada de llamas. Un mar de caos ardía a mi alrededor. Helicópteros surcaban el cielo como aves desesperadas. Bomberos gritaban, ahogados entre humo y fuego. La ciudad gritaba.

    —¡Aquí hay una superviviente! —vociferó uno de ellos al verme.

    Me incorporé entre cenizas, el cuerpo débil, pero las manos ardiendo con un calor extraño, como brasas negras latiendo bajo la piel. El fuego no me consumía: me reconocía. El desastre no me rechazaba: me pertenecía.

    Las palabras de Ozma regresaron, retumbando como un presagio:
    "El caos no es ruina. Es el jardín donde la belleza crece sin permiso."

    Y allí, en el corazón ardiente de la destrucción, entendí la duda que me perseguía:
    ¿Soy la flor que brota del caos, o soy la ruina disfrazada de belleza?

    Las llamas danzaban, esperando mi respuesta.
    —Queen… —[tidal_orange_cow_718] sonrió de lado, con la calma de quien ya ha visto reinos nacer y caer bajo sus manos—. Así que mi legado. Muy bien, pequeña niña, escucha con atención una verdad que corre por tu sangre: El caos. El caos no es ruina, Lili. Es el jardín donde la belleza crece sin permiso. Donde lo imperfecto florece… porque nadie lo ordenó. Ese es tu legado. Sus palabras quedaron tatuadas en mi memoria, incluso cuando me alejé hacia la ciudad, guiada por la sed oscura del ente que se alimenta de las sombras. Aceché en la penumbra a los que habían perdido todo: desgraciados que malvivían sin ganas de luchar, abandonando sus miedos como carroña para que yo los devorara. Sentí la fuerza crecer en mi interior, un poder que me devoraba tanto como me fortalecía. Pero no bastaba. Necesitaba comprender. Así que subí al edificio más alto. El viento me recibió como un verdugo que no olvida, azotando cada fibra de mi cuerpo. Me acerqué al borde, el corazón latiendo como un tambor de guerra. Cerré los ojos y recordé: “El caos florece sin que nadie lo ordene”. Oz... —Susurré.— Entonces… me dejé caer de espaldas. Sin resistencia. Sin miedo. Fluir con el caos. Siento mis huesos romperse en mil pedazos... No duele. Una llama arde en mi. Primero, nada. Después, un rugido ensordecedor. Nada otra vez. Sirenas de coches. Explosiones. Otra vez nada. Y cuando abrí los ojos, estaba rodeada de llamas. Un mar de caos ardía a mi alrededor. Helicópteros surcaban el cielo como aves desesperadas. Bomberos gritaban, ahogados entre humo y fuego. La ciudad gritaba. —¡Aquí hay una superviviente! —vociferó uno de ellos al verme. Me incorporé entre cenizas, el cuerpo débil, pero las manos ardiendo con un calor extraño, como brasas negras latiendo bajo la piel. El fuego no me consumía: me reconocía. El desastre no me rechazaba: me pertenecía. Las palabras de Ozma regresaron, retumbando como un presagio: "El caos no es ruina. Es el jardín donde la belleza crece sin permiso." Y allí, en el corazón ardiente de la destrucción, entendí la duda que me perseguía: ¿Soy la flor que brota del caos, o soy la ruina disfrazada de belleza? Las llamas danzaban, esperando mi respuesta.
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