Después de afrontar grandes dificultades en su vida, el dolor, la agonía, la lucha constante... Llegó la paz.
La vida no siempre le sonrió pero aquellas últimas décadas Shinobu las pudo disfrutar de verdad. Una vida sencilla que le trató con amabilidad. Algunos podrían pensar que solitaria dada la ausencia de pareja e hijos, nada más lejos de la realidad. Su vida fue plena y grata, no necesitaba más que su empelo, sus mascotas y sus amigos, aquellos que le demostraron que el amor se presenta en más de una forma y que puede resistir las más duras de las adversidades.
La senectud era clara para ese momento, la huesuda le reclamaba lentamente mientras su juventud parecía un recuerdo lejano, su piel se consumía quedando arrugada y suelta y su fuerza le abandonaba.
No tardaron en seguirle la visión, oído y olfato, esos sentidos que siempre fueron tan precisos y refinados. A pesar de ello continuó con su vida de jubilado, disfrutándola como buenamente podía. Con varios ingresos y visitas al hospital, de los cuales procuraba librarse lo más pronto posible. Tampoco era buena idea que descubrieran cosas innecesarias.
El tiempo pasaba y la edad no perdonaba, acompañada de enfermedades propias de la misma. El fin estaba cerca. Lo sabía.
Dejó todo bien atado con sus seres queridos antes del paso que seguía.
Llegó el día. Marchó a los bosques con las pocas fuerzas que logró mantener. El aliento pesado, le costaba respirar, pero no desistió en su esfuerzo. Después de todo iba a ser el último.
Ya en medio de la calma, de la brisa que soplaba entre los árboles, el suave y plácido cantar de las aves y la agradable hierba bajo sus pies, se sentó bajo un árbol, apoyado en el tronco de este.
Inhaló con fuerza por última vez mientras sus manos se dejaban caer lentamente a los lados y sentía los párpados pesados.
El inevitable ocaso que a todos llega, el amargo pero dulce abrazo de la muerte, el final de una vida...
Pero el principio de otra.
//Sí, ya está la muerte de mi niño. Ahora en cuanto pueda toda la ficha va a cambiar porque se va a reencarnar. Variará en ciertas cosas pero esencialmente en carácter va a ser muy parecido.
La vida no siempre le sonrió pero aquellas últimas décadas Shinobu las pudo disfrutar de verdad. Una vida sencilla que le trató con amabilidad. Algunos podrían pensar que solitaria dada la ausencia de pareja e hijos, nada más lejos de la realidad. Su vida fue plena y grata, no necesitaba más que su empelo, sus mascotas y sus amigos, aquellos que le demostraron que el amor se presenta en más de una forma y que puede resistir las más duras de las adversidades.
La senectud era clara para ese momento, la huesuda le reclamaba lentamente mientras su juventud parecía un recuerdo lejano, su piel se consumía quedando arrugada y suelta y su fuerza le abandonaba.
No tardaron en seguirle la visión, oído y olfato, esos sentidos que siempre fueron tan precisos y refinados. A pesar de ello continuó con su vida de jubilado, disfrutándola como buenamente podía. Con varios ingresos y visitas al hospital, de los cuales procuraba librarse lo más pronto posible. Tampoco era buena idea que descubrieran cosas innecesarias.
El tiempo pasaba y la edad no perdonaba, acompañada de enfermedades propias de la misma. El fin estaba cerca. Lo sabía.
Dejó todo bien atado con sus seres queridos antes del paso que seguía.
Llegó el día. Marchó a los bosques con las pocas fuerzas que logró mantener. El aliento pesado, le costaba respirar, pero no desistió en su esfuerzo. Después de todo iba a ser el último.
Ya en medio de la calma, de la brisa que soplaba entre los árboles, el suave y plácido cantar de las aves y la agradable hierba bajo sus pies, se sentó bajo un árbol, apoyado en el tronco de este.
Inhaló con fuerza por última vez mientras sus manos se dejaban caer lentamente a los lados y sentía los párpados pesados.
El inevitable ocaso que a todos llega, el amargo pero dulce abrazo de la muerte, el final de una vida...
Pero el principio de otra.
//Sí, ya está la muerte de mi niño. Ahora en cuanto pueda toda la ficha va a cambiar porque se va a reencarnar. Variará en ciertas cosas pero esencialmente en carácter va a ser muy parecido.
Después de afrontar grandes dificultades en su vida, el dolor, la agonía, la lucha constante... Llegó la paz.
La vida no siempre le sonrió pero aquellas últimas décadas Shinobu las pudo disfrutar de verdad. Una vida sencilla que le trató con amabilidad. Algunos podrían pensar que solitaria dada la ausencia de pareja e hijos, nada más lejos de la realidad. Su vida fue plena y grata, no necesitaba más que su empelo, sus mascotas y sus amigos, aquellos que le demostraron que el amor se presenta en más de una forma y que puede resistir las más duras de las adversidades.
La senectud era clara para ese momento, la huesuda le reclamaba lentamente mientras su juventud parecía un recuerdo lejano, su piel se consumía quedando arrugada y suelta y su fuerza le abandonaba.
No tardaron en seguirle la visión, oído y olfato, esos sentidos que siempre fueron tan precisos y refinados. A pesar de ello continuó con su vida de jubilado, disfrutándola como buenamente podía. Con varios ingresos y visitas al hospital, de los cuales procuraba librarse lo más pronto posible. Tampoco era buena idea que descubrieran cosas innecesarias.
El tiempo pasaba y la edad no perdonaba, acompañada de enfermedades propias de la misma. El fin estaba cerca. Lo sabía.
Dejó todo bien atado con sus seres queridos antes del paso que seguía.
Llegó el día. Marchó a los bosques con las pocas fuerzas que logró mantener. El aliento pesado, le costaba respirar, pero no desistió en su esfuerzo. Después de todo iba a ser el último.
Ya en medio de la calma, de la brisa que soplaba entre los árboles, el suave y plácido cantar de las aves y la agradable hierba bajo sus pies, se sentó bajo un árbol, apoyado en el tronco de este.
Inhaló con fuerza por última vez mientras sus manos se dejaban caer lentamente a los lados y sentía los párpados pesados.
El inevitable ocaso que a todos llega, el amargo pero dulce abrazo de la muerte, el final de una vida...
Pero el principio de otra.
//Sí, ya está la muerte de mi niño. Ahora en cuanto pueda toda la ficha va a cambiar porque se va a reencarnar. Variará en ciertas cosas pero esencialmente en carácter va a ser muy parecido.
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