• ¿Qué significa ser reina, en verdad?

    Yo no pedí esto…

    Solo quería ver el amanecer sin peso en los hombros,
    buscar el amor entre los campos dorados,
    no ceñirme la corona de un reino quebrado.

    ¿Por qué moriste, hermano?

    No solo me dejaste sola,
    me dejaste en medio de una guerra que no es mía,
    con la juventud aún temblando en mis manos.

    No nací para esto…
    para gobernar con el corazón hecho ceniza,
    para vestir la esperanza cuando aún no sé cómo respirar sin ti.

    Yo quería ser viento,
    no estandarte.

    Quería ser canción,
    no decreto.

    Quería ser hermana,
    no heredera de tu ausencia.

    #rol
    ¿Qué significa ser reina, en verdad? Yo no pedí esto… Solo quería ver el amanecer sin peso en los hombros, buscar el amor entre los campos dorados, no ceñirme la corona de un reino quebrado. ¿Por qué moriste, hermano? No solo me dejaste sola, me dejaste en medio de una guerra que no es mía, con la juventud aún temblando en mis manos. No nací para esto… para gobernar con el corazón hecho ceniza, para vestir la esperanza cuando aún no sé cómo respirar sin ti. Yo quería ser viento, no estandarte. Quería ser canción, no decreto. Quería ser hermana, no heredera de tu ausencia. #rol
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  • Oda Soichiro ("Issac") (織田 宗一郎)

    Edad: 2X años
    Estatura: 1.93 m
    Cabello: Negro azabache, siempre procura llevarlo corto o muy bien peinado.
    Ojos: Negros bastante profundos. Sin embargo su mirada expresa lo que sus palabras no pueden articular.

    Vestimenta: Lo más sencilla posible, zapatillas cómodas para estar caminando y de pie bastante tiempo. Pantalones de lona o material cómodo, camisetas sin estampados a veces sin mangas.

    Apariencia y Estilo:
    Issac es un hombre de lo más común y tranquilo, para él que está casi todo el día dentro de una cocina, su apariencia es normal y su estilo casi nunca transpira más allá, es más común verlo en la calle con su mandil en un costado de su cintura, para pronto volvérselo a colocar cuando vuelve a trabajar.

    Personalidad:
    A pesar de su estatura, su voz o ese semblante que intenta ser duro, Issac es como el hermano mayor que te regaña por no traer almuerzo, pero él trajo uno para ti.

    Es hogareño, amable, acomedido, caballeroso y empático; lo cual se ha ganado el corazón de varios en el barrio.

    Inclusive cuando los extranjeros vienen, él suele ser quien los pone en su lugar o les ayuda, gracias a que en la escuela no solo aprendió inglés, si no que también sabe español, coreano, un poco de alemán.

    Pero debajo de aquella actitud tan amable y empática, se oculta un muchacho que en su juventud no tuvo apoyo emocional de sus padres, asi que podría decirse que "Issac es el adulto que le hubiera ayudado en su juventud"


    Historia personal:

    Nacido en una familia japonesa ultra conservadora (y racista) Soichiro fue un excelente niño en la escuela, hasta que su maestra de primaria a*co*so al pobre niño.

    Avergonzados y culpando al niño, lo cambiaron a una escuela para solo varones. Ahi fue normal hasta que uno de sus amigos le dio su primer beso y de ahí supo que había algo "raro" con él, algo que no podía compartir con los demás.

    Siguió con su vida, hasta que tuvo un novio en secreto de todos, fue hasta que su madre los atrapó de la mano regresando de casa que se desató el infierno.

    Lo mantuvieron en estricta vigilancia, una calificación menor de 90 era un fracaso, iban por él a la escuela y lo vigilaban al punto de no tener privacidad.

    Una vez que acabó la preparatoria, lo mandaron a Tokio con su tio, el cual pronto entendió por que le estaban "regalando" al chico.

    Fue grande su sorpresa cuando Soichiro no solo decidió empezar a estudiar para ser policía, si no que trabajaba con su tio en el restaurante para pagarse todas sus cosas, inclusive, cuando podía le daba "renta" a su tío.

    Eventualmente, lo logró, se convirtió en un policía, pero cuando descubrieron que vivía en uno de los barrios con más concentración de yakuzas, le ofrecieron un trabajo encubierto, asi que ahora trabaja un 50% en aquel local que su ahora difunto Tio le heredó y 50% detrás de un escritorio o patrullando las calles en bicicleta o a pie.

    Siempre manteniendo en secreto su vida sentimental porque hasta la fecha, siente miedo por las mujeres y se prohibió a si mismo sentir algo por hombres, al punto de incluso sentir culpa.

    DATOS CURIOSOS:
    Su platillo favorito es el inari udon y los takoyakis, en un buen dia puede comer hasta 30-40 bolitas de pulpo.
    Sí bebe alcohol y sake, también fuma, pero severamente ocasional, a lo mucho 2 ó 3 cigarros al mes.

    Es fanatico de closet de Baby Metal, pero su banda favorita es Mr.Children, le gusta ir al karaoke con los viejos a cantar, no tolera la comida dulce, pero aún así se esmera en que los dorayakis queden con masita dulce.

    Su dia empieza a las 4:30am, que es cuando desayuna, sale a hacer ejercicio, toma una ducha y va al local a cortar los vegetales y la comida para ese dia.
    Y su día en el restaurante acaba a las 9pm. Para entonces ya todo esta limpio y lo último que quedó sin vender es ofrecido afuera del local completamente gratis.

    Claro que después de ello, pasa un reporte de lo que sucedió en el barrio a la policía en caso de algo relevante a la yakuza, trata de personas, nuevos avistamientos de delincuentes etc.

    Le gustan mucho los gatos y los perros, pero su animal favorito, es el pingüino, de vez en cuando va al acuario a verlos, solo por que sí.


    ¿De dónde vino el Issac?
    Debido a que fue "amigo de cartas" de varios extranjeros, su nombre de amigo lo cambió a "Issac" no confundir con Isaac.
    Eventualmente, le perdió el respeto al nombre de Soichiro por todos los regaños que llegó a recibir, lo asocia con algo malo.
    Oda Soichiro ("Issac") (織田 宗一郎) Edad: 2X años Estatura: 1.93 m Cabello: Negro azabache, siempre procura llevarlo corto o muy bien peinado. Ojos: Negros bastante profundos. Sin embargo su mirada expresa lo que sus palabras no pueden articular. Vestimenta: Lo más sencilla posible, zapatillas cómodas para estar caminando y de pie bastante tiempo. Pantalones de lona o material cómodo, camisetas sin estampados a veces sin mangas. Apariencia y Estilo: Issac es un hombre de lo más común y tranquilo, para él que está casi todo el día dentro de una cocina, su apariencia es normal y su estilo casi nunca transpira más allá, es más común verlo en la calle con su mandil en un costado de su cintura, para pronto volvérselo a colocar cuando vuelve a trabajar. Personalidad: A pesar de su estatura, su voz o ese semblante que intenta ser duro, Issac es como el hermano mayor que te regaña por no traer almuerzo, pero él trajo uno para ti. Es hogareño, amable, acomedido, caballeroso y empático; lo cual se ha ganado el corazón de varios en el barrio. Inclusive cuando los extranjeros vienen, él suele ser quien los pone en su lugar o les ayuda, gracias a que en la escuela no solo aprendió inglés, si no que también sabe español, coreano, un poco de alemán. Pero debajo de aquella actitud tan amable y empática, se oculta un muchacho que en su juventud no tuvo apoyo emocional de sus padres, asi que podría decirse que "Issac es el adulto que le hubiera ayudado en su juventud" Historia personal: Nacido en una familia japonesa ultra conservadora (y racista) Soichiro fue un excelente niño en la escuela, hasta que su maestra de primaria a*co*so al pobre niño. Avergonzados y culpando al niño, lo cambiaron a una escuela para solo varones. Ahi fue normal hasta que uno de sus amigos le dio su primer beso y de ahí supo que había algo "raro" con él, algo que no podía compartir con los demás. Siguió con su vida, hasta que tuvo un novio en secreto de todos, fue hasta que su madre los atrapó de la mano regresando de casa que se desató el infierno. Lo mantuvieron en estricta vigilancia, una calificación menor de 90 era un fracaso, iban por él a la escuela y lo vigilaban al punto de no tener privacidad. Una vez que acabó la preparatoria, lo mandaron a Tokio con su tio, el cual pronto entendió por que le estaban "regalando" al chico. Fue grande su sorpresa cuando Soichiro no solo decidió empezar a estudiar para ser policía, si no que trabajaba con su tio en el restaurante para pagarse todas sus cosas, inclusive, cuando podía le daba "renta" a su tío. Eventualmente, lo logró, se convirtió en un policía, pero cuando descubrieron que vivía en uno de los barrios con más concentración de yakuzas, le ofrecieron un trabajo encubierto, asi que ahora trabaja un 50% en aquel local que su ahora difunto Tio le heredó y 50% detrás de un escritorio o patrullando las calles en bicicleta o a pie. Siempre manteniendo en secreto su vida sentimental porque hasta la fecha, siente miedo por las mujeres y se prohibió a si mismo sentir algo por hombres, al punto de incluso sentir culpa. DATOS CURIOSOS: Su platillo favorito es el inari udon y los takoyakis, en un buen dia puede comer hasta 30-40 bolitas de pulpo. Sí bebe alcohol y sake, también fuma, pero severamente ocasional, a lo mucho 2 ó 3 cigarros al mes. Es fanatico de closet de Baby Metal, pero su banda favorita es Mr.Children, le gusta ir al karaoke con los viejos a cantar, no tolera la comida dulce, pero aún así se esmera en que los dorayakis queden con masita dulce. Su dia empieza a las 4:30am, que es cuando desayuna, sale a hacer ejercicio, toma una ducha y va al local a cortar los vegetales y la comida para ese dia. Y su día en el restaurante acaba a las 9pm. Para entonces ya todo esta limpio y lo último que quedó sin vender es ofrecido afuera del local completamente gratis. Claro que después de ello, pasa un reporte de lo que sucedió en el barrio a la policía en caso de algo relevante a la yakuza, trata de personas, nuevos avistamientos de delincuentes etc. Le gustan mucho los gatos y los perros, pero su animal favorito, es el pingüino, de vez en cuando va al acuario a verlos, solo por que sí. ¿De dónde vino el Issac? Debido a que fue "amigo de cartas" de varios extranjeros, su nombre de amigo lo cambió a "Issac" no confundir con Isaac. Eventualmente, le perdió el respeto al nombre de Soichiro por todos los regaños que llegó a recibir, lo asocia con algo malo.
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  • Qué dura y estresante es la búsqueda de la eterna juventud, mis queridos amigos. Jamás he afrontado más ardua tarea y misión en todos mis largos años como marinero... ¿La encontraré? Vivir para siempre... suena a una gran aventura.
    Qué dura y estresante es la búsqueda de la eterna juventud, mis queridos amigos. Jamás he afrontado más ardua tarea y misión en todos mis largos años como marinero... ¿La encontraré? Vivir para siempre... suena a una gran aventura.
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  • 𝐄𝐏𝐇𝐑𝐀𝐈𝐌 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃𝐇𝐀𝐑𝐓 — Una extraña entidad aparece a veces entre sueños, se la reconoce por su túnica blanca, luminosa en la penumbra del mundo onírico, y por una máscara que cubre la mitad de su rostro, una máscara ciega, sin aberturas, como si mirar el mundo fuera innecesario para quien ya ha visto demasiado.
    Aquellos pocos que han tenido la fortuna —o la desgracia— de contemplarlo sin ella, hablan de un rostro juvenil, sereno, casi angelical, que contradice la vastedad incomprensible de su intelecto. Pero sus ojos… sus ojos no pertenecen a ese rostro. En ellos habita la locura, la devoción absoluta, la obsesión insondable.

    ¿Y qué hay que saber de él? No es más que una chispa de conciencia errante, una entidad menor en términos cósmicos, pero con siglos de obsesión acumulada. Viaja de sueño en sueño, cruzando la delgada membrana entre las mentes de los durmientes, como una brisa cargada de secretos. Encontrárselo no es imposible: tal vez lo encuentres en tus sueños como un personaje secundario. Ha vivido de esta manera por más de tres siglos, si es que puede llamarse vida.

    En su juventud, cuando aún conservaba un cuerpo físico, dedicó cada latido de su existencia a Ebrietas. La adoraba. Anhelaba la atención, su aprobación de su queria Grande. Quería volverse digno de Ella, quería convertirse en un ser tan divino como Los Grandes.
    Fue por eso que abandonó el mundo físico. ¿Qué valor tiene la carne, si es frágil? Comer, dormir, respirar… eran molestias triviales. Así, se dejó caer en un sueño profundo y sin fin, permitiendo que su cuerpo se pudriera con los años, olvidado en algún rincón de la realidad. Pero su mente siguió viva, atravesando los reinos oníricos. Allí, continúa buscando señales de Ebrietas, arrastrando consigo a aquellos que considera sus "hijos", sigue investigando. Porque aunque ha renunciado a lo humano, aún está lejos de su objetivo.
    𝐄𝐏𝐇𝐑𝐀𝐈𝐌 𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃𝐇𝐀𝐑𝐓 — Una extraña entidad aparece a veces entre sueños, se la reconoce por su túnica blanca, luminosa en la penumbra del mundo onírico, y por una máscara que cubre la mitad de su rostro, una máscara ciega, sin aberturas, como si mirar el mundo fuera innecesario para quien ya ha visto demasiado. Aquellos pocos que han tenido la fortuna —o la desgracia— de contemplarlo sin ella, hablan de un rostro juvenil, sereno, casi angelical, que contradice la vastedad incomprensible de su intelecto. Pero sus ojos… sus ojos no pertenecen a ese rostro. En ellos habita la locura, la devoción absoluta, la obsesión insondable. ¿Y qué hay que saber de él? No es más que una chispa de conciencia errante, una entidad menor en términos cósmicos, pero con siglos de obsesión acumulada. Viaja de sueño en sueño, cruzando la delgada membrana entre las mentes de los durmientes, como una brisa cargada de secretos. Encontrárselo no es imposible: tal vez lo encuentres en tus sueños como un personaje secundario. Ha vivido de esta manera por más de tres siglos, si es que puede llamarse vida. En su juventud, cuando aún conservaba un cuerpo físico, dedicó cada latido de su existencia a Ebrietas. La adoraba. Anhelaba la atención, su aprobación de su queria Grande. Quería volverse digno de Ella, quería convertirse en un ser tan divino como Los Grandes. Fue por eso que abandonó el mundo físico. ¿Qué valor tiene la carne, si es frágil? Comer, dormir, respirar… eran molestias triviales. Así, se dejó caer en un sueño profundo y sin fin, permitiendo que su cuerpo se pudriera con los años, olvidado en algún rincón de la realidad. Pero su mente siguió viva, atravesando los reinos oníricos. Allí, continúa buscando señales de Ebrietas, arrastrando consigo a aquellos que considera sus "hijos", sigue investigando. Porque aunque ha renunciado a lo humano, aún está lejos de su objetivo.
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  • Donde el silencio respira

    Habían pasado dos semanas desde que Akane llegó al pueblito cerca de las montañas de las montañas, un lugar que parecía dormido en el tiempo. Las calles empedradas, las fachadas de tejas antiguas y los geranios colgando de las ventanas componían una calma que rozaba lo irreal. Era como si cada rincón exhalara dulces memorias.

    Ella vivía en un pequeño cuarto alquilado en la casa de una viuda de unos 48 años. La mujer, de manos fuertes y voz pausada, no hacía muchas preguntas; simplemente aceptó la presencia de Akane con una mezcla de curiosidad y respeto. En ese hogar silencioso, Akane encontró algo raro: estabilidad. Los ruidos eran suaves, el reloj parecía caminar más lento, y sus sueños no la despertaban tan bruscamente como antes.

    Paseaba a diario por el pueblo, y aunque su juventud destacaba entre la mayoría de los habitantes mayores, nadie la miraba con recelo. Al contrario, los rostros se iluminaban al verla pasar, le ofrecían frutas del mercado, saludos calurosos, e incluso recuerdos de otros tiempos donde el pueblo no estaba tan lleno de canas.

    Su cuerpo, tras tanto desgaste, mostraba señales de sanación. Ya no tenía que sujetarse del marco de la puerta al levantarse por la mañana. Aun así, algo dentro de ella, aquella llama que había conocido como goblina o como ogresa demonio permanecía dormida. No era ausencia, era espera.

    Su cabello ahora completamente plateado, brillaba con una luz suave, casi lunar, que parecía intensificarse bajo el cielo nocturno. Las ojeras aún teñían su mirada, pero menos profundas, como cicatrices que ya no dolían tanto, aunque no podían olvidarse.

    En este lugar detenido en el tiempo, Akane no buscaba nada. Pero quizás, sin saberlo, comenzaba a encontrar algo.
    Donde el silencio respira Habían pasado dos semanas desde que Akane llegó al pueblito cerca de las montañas de las montañas, un lugar que parecía dormido en el tiempo. Las calles empedradas, las fachadas de tejas antiguas y los geranios colgando de las ventanas componían una calma que rozaba lo irreal. Era como si cada rincón exhalara dulces memorias. Ella vivía en un pequeño cuarto alquilado en la casa de una viuda de unos 48 años. La mujer, de manos fuertes y voz pausada, no hacía muchas preguntas; simplemente aceptó la presencia de Akane con una mezcla de curiosidad y respeto. En ese hogar silencioso, Akane encontró algo raro: estabilidad. Los ruidos eran suaves, el reloj parecía caminar más lento, y sus sueños no la despertaban tan bruscamente como antes. Paseaba a diario por el pueblo, y aunque su juventud destacaba entre la mayoría de los habitantes mayores, nadie la miraba con recelo. Al contrario, los rostros se iluminaban al verla pasar, le ofrecían frutas del mercado, saludos calurosos, e incluso recuerdos de otros tiempos donde el pueblo no estaba tan lleno de canas. Su cuerpo, tras tanto desgaste, mostraba señales de sanación. Ya no tenía que sujetarse del marco de la puerta al levantarse por la mañana. Aun así, algo dentro de ella, aquella llama que había conocido como goblina o como ogresa demonio permanecía dormida. No era ausencia, era espera. Su cabello ahora completamente plateado, brillaba con una luz suave, casi lunar, que parecía intensificarse bajo el cielo nocturno. Las ojeras aún teñían su mirada, pero menos profundas, como cicatrices que ya no dolían tanto, aunque no podían olvidarse. En este lugar detenido en el tiempo, Akane no buscaba nada. Pero quizás, sin saberlo, comenzaba a encontrar algo.
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  • La sala de cine olía a mantequilla derretida, nostalgia y juventud. Las luces estaban bajas, la función apenas iba a empezar, y la proyección especial de películas de anime había logrado reunir un público curioso y selecto. Entre ellos, Lilith. Aunque nadie lo imaginaría.

    Ella entró envuelta en un abrigo de lana crema, con un suéter delicado de encaje y una falda plisada color vino que besaba sus muslos con cada paso. Sus labios rojos estaban perfectamente delineados, su maquillaje intacto, y su perfume a cereza amarga llenaba el aire como un secreto prohibido. Había dicho que tenía "cosas que hacer", que no iría a la fiesta esa noche. Nadie sabía que "cosas" era ir sola al cine, a ver La tumba de las luciérnagas doblada al japonés con subtítulos.

    Avanzó por la fila tres hasta llegar a su asiento. Pero antes de acomodarse, sus ojos—como si algo los guiara—se detuvieron en un chico dos asientos más allá. Lo reconoció. No por su rostro, sino por el pin de Totoro en su chaqueta y por la forma en que observaba la pantalla en negro, como si estuviera a punto de ver una constelación entera.

    Lilith entrecerró los ojos. Lo conocía… de vista. Sam, el chico que sacaba buenas notas, que se sentaba en la tercera fila del salón de historia, que a veces murmuraba cosas sobre videojuegos o mitología japonesa cuando creía que nadie lo escuchaba.

    Se sentó a su lado sin decir nada, cruzando las piernas con gracia letal, sus dedos jugueteando con una palomita de maíz entre sus uñas rojas.

    — Vaya sorpresa… —susurró, con una sonrisa torcida que no sabía si era dulce o peligrosa—. Jamás pensé encontrarte en una función como esta.

    Lo miró de reojo, sus pestañas largas proyectando sombras coquetas en su rostro perfecto. Su voz bajó un tono más, como un susurro que solo dos podían compartir.

    — No te preocupes… yo tampoco debería estar aquí.

    Le sostuvo la mirada apenas un segundo más. Luego se inclinó un poco hacia él, lo suficiente para que su perfume y su intención lo envolvieran.

    — Escuchame bien, Ray. Esto —dijo, señalando con sutileza la pantalla— No sale de esta sala. Si alguien se entera de que la reina del colegio llora con películas de anime… bueno, vas a tener que mudarte de ciudad.

    Pausa. Su sonrisa se suavizó. Un poco.

    — Pero… Si te portás bien, tal vez te deje contarme cuál es tu escena favorita.

    Y con eso, se recostó contra el asiento, mirando hacia el frente. Como si nada hubiera pasado. Como si no acabara de crear un lazo invisible entre ellos, sellado con voz baja, confianza fingida… y una chispa real.

    La pantalla aún no comenzaba. Pero el primer acto, entre ellos dos, ya estaba escrito.


    [lunar_peridot_spider_755]
    La sala de cine olía a mantequilla derretida, nostalgia y juventud. Las luces estaban bajas, la función apenas iba a empezar, y la proyección especial de películas de anime había logrado reunir un público curioso y selecto. Entre ellos, Lilith. Aunque nadie lo imaginaría. Ella entró envuelta en un abrigo de lana crema, con un suéter delicado de encaje y una falda plisada color vino que besaba sus muslos con cada paso. Sus labios rojos estaban perfectamente delineados, su maquillaje intacto, y su perfume a cereza amarga llenaba el aire como un secreto prohibido. Había dicho que tenía "cosas que hacer", que no iría a la fiesta esa noche. Nadie sabía que "cosas" era ir sola al cine, a ver La tumba de las luciérnagas doblada al japonés con subtítulos. Avanzó por la fila tres hasta llegar a su asiento. Pero antes de acomodarse, sus ojos—como si algo los guiara—se detuvieron en un chico dos asientos más allá. Lo reconoció. No por su rostro, sino por el pin de Totoro en su chaqueta y por la forma en que observaba la pantalla en negro, como si estuviera a punto de ver una constelación entera. Lilith entrecerró los ojos. Lo conocía… de vista. Sam, el chico que sacaba buenas notas, que se sentaba en la tercera fila del salón de historia, que a veces murmuraba cosas sobre videojuegos o mitología japonesa cuando creía que nadie lo escuchaba. Se sentó a su lado sin decir nada, cruzando las piernas con gracia letal, sus dedos jugueteando con una palomita de maíz entre sus uñas rojas. — Vaya sorpresa… —susurró, con una sonrisa torcida que no sabía si era dulce o peligrosa—. Jamás pensé encontrarte en una función como esta. Lo miró de reojo, sus pestañas largas proyectando sombras coquetas en su rostro perfecto. Su voz bajó un tono más, como un susurro que solo dos podían compartir. — No te preocupes… yo tampoco debería estar aquí. Le sostuvo la mirada apenas un segundo más. Luego se inclinó un poco hacia él, lo suficiente para que su perfume y su intención lo envolvieran. — Escuchame bien, Ray. Esto —dijo, señalando con sutileza la pantalla— No sale de esta sala. Si alguien se entera de que la reina del colegio llora con películas de anime… bueno, vas a tener que mudarte de ciudad. Pausa. Su sonrisa se suavizó. Un poco. — Pero… Si te portás bien, tal vez te deje contarme cuál es tu escena favorita. Y con eso, se recostó contra el asiento, mirando hacia el frente. Como si nada hubiera pasado. Como si no acabara de crear un lazo invisible entre ellos, sellado con voz baja, confianza fingida… y una chispa real. La pantalla aún no comenzaba. Pero el primer acto, entre ellos dos, ya estaba escrito. [lunar_peridot_spider_755]
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  • Como tengo día libre gracias a las lluvias, me puse a desempolvar mis viejas fotos de mi juventud.
    En los años 1600.... XDDDD
    Fotos de cuando era pequeña.
    Como tengo día libre gracias a las lluvias, me puse a desempolvar mis viejas fotos de mi juventud. En los años 1600.... XDDDD Fotos de cuando era pequeña.
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  • ──── ¡Ugh! Déjame descansar, mocosa. Cuándo tengas mi edad vas a querer morirte y te tronaran las rodillas. Disfruta la juventud, así que vete y déjame dormir. ──── Todo viejito. Tuvo que hacer doble turno. [?]
    ──── ¡Ugh! Déjame descansar, mocosa. Cuándo tengas mi edad vas a querer morirte y te tronaran las rodillas. Disfruta la juventud, así que vete y déjame dormir. ──── Todo viejito. Tuvo que hacer doble turno. [?]
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  • ❝ Juventud olvidada...
    ¿De qué sirve aferrarse al pasado? ❞
    ❝ Juventud olvidada... ¿De qué sirve aferrarse al pasado? ❞
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  • Mi apariencia es reflejo de mi dualidad, la muestra de como la luz y la oscuridad fluye por mi con liberta.

    Tambien muestra de mi juventud, mi inocencia y mi inexperiencia, soy una diosa que aun esta aprendiendo a serlo
    Mi apariencia es reflejo de mi dualidad, la muestra de como la luz y la oscuridad fluye por mi con liberta. Tambien muestra de mi juventud, mi inocencia y mi inexperiencia, soy una diosa que aun esta aprendiendo a serlo
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