• El viento helado cortaba con fuerza, arrastrando pequeñas ráfagas de nieve que danzaban alrededor de su figura. Coke caminaba por el sendero cubierto de blanco, con las manos enterradas en los bolsillos de su abrigo y la mirada perdida en algún punto distante del horizonte. El rojo brillante de la bufanda que llevaba al cuello destacaba como un vivo contraste en aquel paisaje desolado. A primera vista, era solo una bufanda, pero para él, era mucho más.

    Cada hilo, cada nudo en esa pieza de lana cargaba con el peso de una historia. Una historia que aún lo perseguía, como un fantasma que no podía sacudirse. Su mente volvía una y otra vez a aquel día de invierno, cuando ella, con las mejillas enrojecidas por el frío y una sonrisa radiante, le había puesto la bufanda alrededor del cuello con una ternura que casi dolía.

    —No te resfríes, ¿sí? —había dicho mientras ajustaba la bufanda, sus dedos cálidos rozando su piel helada.

    Era tan sencillo en ese momento, tan natural. Pero ahora, esas palabras resonaban como un eco vacío en su memoria, cargadas de un peso que no podía soportar. Ella ya no estaba. El porqué o el cómo habían dejado de importar hacía tiempo. Solo quedaba el vacío, esa ausencia que parecía volverse más palpable con cada paso que daba.

    Coke se detuvo, sintiendo el crujido de la nieve bajo sus botas. Sus dedos acariciaron el tejido áspero de la bufanda, como si al tocarla pudiera revivir aunque fuera un fragmento de lo que había perdido. Cerró los ojos un momento, dejando que los recuerdos lo inundaran, a pesar del dolor que traían consigo.

    Podía verla claramente: su risa resonando en medio del viento, sus ojos brillando con una calidez que contradecía el frío a su alrededor. Esa bufanda era su promesa de cuidado, su manera de decir que siempre estaría ahí. Una promesa que se rompió junto con todo lo demás el día que la perdió.

    El viento sopló con más fuerza, arrancando de sus labios un suspiro pesado. Al abrir los ojos, se dio cuenta de que había comenzado a nevar de nuevo, los copos cayendo suavemente sobre su cabello oscuro. Apretó los labios, resistiendo el impulso de dejarse consumir por la melancolía.

    —Todavía estás aquí, de alguna forma… —susurró, su voz apenas audible, casi como si hablara con la bufanda misma.

    El rojo intenso parecía brillar incluso más bajo el gris del cielo invernal. Coke sabía que no podía quedarse anclado en el pasado para siempre, pero tampoco podía soltarse de aquello que lo mantenía unido a ella. Así que caminó, dejando que el viento y la nieve cubrieran sus huellas mientras el rojo de la bufanda seguía siendo su único faro en medio de un mundo que se sentía cada vez más vacío.

    ------------------------------------------

    Creo que por fin ya cerrare la cuenta, ya me aburre simplemente, cuidense mucho o en todo caso la abandone y ya jajaja :p

    El viento helado cortaba con fuerza, arrastrando pequeñas ráfagas de nieve que danzaban alrededor de su figura. Coke caminaba por el sendero cubierto de blanco, con las manos enterradas en los bolsillos de su abrigo y la mirada perdida en algún punto distante del horizonte. El rojo brillante de la bufanda que llevaba al cuello destacaba como un vivo contraste en aquel paisaje desolado. A primera vista, era solo una bufanda, pero para él, era mucho más. Cada hilo, cada nudo en esa pieza de lana cargaba con el peso de una historia. Una historia que aún lo perseguía, como un fantasma que no podía sacudirse. Su mente volvía una y otra vez a aquel día de invierno, cuando ella, con las mejillas enrojecidas por el frío y una sonrisa radiante, le había puesto la bufanda alrededor del cuello con una ternura que casi dolía. —No te resfríes, ¿sí? —había dicho mientras ajustaba la bufanda, sus dedos cálidos rozando su piel helada. Era tan sencillo en ese momento, tan natural. Pero ahora, esas palabras resonaban como un eco vacío en su memoria, cargadas de un peso que no podía soportar. Ella ya no estaba. El porqué o el cómo habían dejado de importar hacía tiempo. Solo quedaba el vacío, esa ausencia que parecía volverse más palpable con cada paso que daba. Coke se detuvo, sintiendo el crujido de la nieve bajo sus botas. Sus dedos acariciaron el tejido áspero de la bufanda, como si al tocarla pudiera revivir aunque fuera un fragmento de lo que había perdido. Cerró los ojos un momento, dejando que los recuerdos lo inundaran, a pesar del dolor que traían consigo. Podía verla claramente: su risa resonando en medio del viento, sus ojos brillando con una calidez que contradecía el frío a su alrededor. Esa bufanda era su promesa de cuidado, su manera de decir que siempre estaría ahí. Una promesa que se rompió junto con todo lo demás el día que la perdió. El viento sopló con más fuerza, arrancando de sus labios un suspiro pesado. Al abrir los ojos, se dio cuenta de que había comenzado a nevar de nuevo, los copos cayendo suavemente sobre su cabello oscuro. Apretó los labios, resistiendo el impulso de dejarse consumir por la melancolía. —Todavía estás aquí, de alguna forma… —susurró, su voz apenas audible, casi como si hablara con la bufanda misma. El rojo intenso parecía brillar incluso más bajo el gris del cielo invernal. Coke sabía que no podía quedarse anclado en el pasado para siempre, pero tampoco podía soltarse de aquello que lo mantenía unido a ella. Así que caminó, dejando que el viento y la nieve cubrieran sus huellas mientras el rojo de la bufanda seguía siendo su único faro en medio de un mundo que se sentía cada vez más vacío. ------------------------------------------ Creo que por fin ya cerrare la cuenta, ya me aburre simplemente, cuidense mucho o en todo caso la abandone y ya jajaja :p
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  • «¿Sigues en la superficie? ¿O ya perdiste el miedo a sumergirte en el mar de fragmentos de vidrio y recuerdos, abismo inmisericorde que te hace encarar a tu propia obsolencia?

    Le llaman loco al que entra, pero héroe al que logra salir.»
    «¿Sigues en la superficie? ¿O ya perdiste el miedo a sumergirte en el mar de fragmentos de vidrio y recuerdos, abismo inmisericorde que te hace encarar a tu propia obsolencia? Le llaman loco al que entra, pero héroe al que logra salir.»
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  • El bardo está sentado bajo un árbol antiguo, con el mazo de tarot frente a él. El ciclo solar está por completarse, y como cada vez, realiza su lectura con respeto y calma, dejando que las cartas le hablen.

    Tomó una respiración profunda antes de girar la carta que había elegido. Al verla, sus ojos se suavizaron, y una leve sonrisa, casi melancólica, se dibujó en su rostro.

    𝕭>La Luna...

    Murmuró, sosteniéndola entre sus dedos como si fuera un fragmento de verdad delicada.

    𝕭>Es un recordatorio, ¿sabes?. La Luna no es un faro, no ilumina el camino como el Sol. Es un reflejo, un eco de lo que somos en la penumbra.

    Dejó la carta sobre el mantel y trazó con cuidado las líneas de la ilustración.

    𝕭>Habla de lo oculto, de lo que no queremos ver, pero también de lo que podemos intuir si estamos dispuestos a mirar más allá de las sombras. Los aullidos del lobo y el perro... son nuestras naturalezas enfrentadas: lo salvaje y lo domesticado. Y el cangrejo... es lo que guardamos en las profundidades, lo que teme salir a la superficie.

    El bardo suspiró, dejando que el peso de la carta se asentara en su mente.

    𝕭>No es una carta de certezas, sino de preguntas. ¿Qué estoy ignorando? ¿Qué camino debo tomar cuando todo parece incierto?

    Cerró los ojos un momento, permitiendo que las emociones de la carta lo atravesaran

    𝕭>Es un aviso: no confíes en lo que ves, sino en lo que sientes.

    Abrió los ojos y miró la carta una vez más, con una mezcla de respeto y calma.

    𝕭>La Luna me habla de paciencia, de escuchar lo que el silencio tiene que decir. No todo está claro ahora, pero lo estará cuando sea el momento.

    Con delicadeza, devolvió la carta al mazo, colocándola con el resto. Luego, guardó el tarot en su estuche, cerrándolo como quien guarda un secreto precioso.

    Volvió a bajar la mirada, quedándose quieto bajo el árbol. Entonces, con voz suave y una chispa de misterio en los ojos, preguntó al aire:

    𝕭>¿Quieres saber cuál es tu carta?
    El bardo está sentado bajo un árbol antiguo, con el mazo de tarot frente a él. El ciclo solar está por completarse, y como cada vez, realiza su lectura con respeto y calma, dejando que las cartas le hablen. Tomó una respiración profunda antes de girar la carta que había elegido. Al verla, sus ojos se suavizaron, y una leve sonrisa, casi melancólica, se dibujó en su rostro. 𝕭>La Luna... Murmuró, sosteniéndola entre sus dedos como si fuera un fragmento de verdad delicada. 𝕭>Es un recordatorio, ¿sabes?. La Luna no es un faro, no ilumina el camino como el Sol. Es un reflejo, un eco de lo que somos en la penumbra. Dejó la carta sobre el mantel y trazó con cuidado las líneas de la ilustración. 𝕭>Habla de lo oculto, de lo que no queremos ver, pero también de lo que podemos intuir si estamos dispuestos a mirar más allá de las sombras. Los aullidos del lobo y el perro... son nuestras naturalezas enfrentadas: lo salvaje y lo domesticado. Y el cangrejo... es lo que guardamos en las profundidades, lo que teme salir a la superficie. El bardo suspiró, dejando que el peso de la carta se asentara en su mente. 𝕭>No es una carta de certezas, sino de preguntas. ¿Qué estoy ignorando? ¿Qué camino debo tomar cuando todo parece incierto? Cerró los ojos un momento, permitiendo que las emociones de la carta lo atravesaran 𝕭>Es un aviso: no confíes en lo que ves, sino en lo que sientes. Abrió los ojos y miró la carta una vez más, con una mezcla de respeto y calma. 𝕭>La Luna me habla de paciencia, de escuchar lo que el silencio tiene que decir. No todo está claro ahora, pero lo estará cuando sea el momento. Con delicadeza, devolvió la carta al mazo, colocándola con el resto. Luego, guardó el tarot en su estuche, cerrándolo como quien guarda un secreto precioso. Volvió a bajar la mirada, quedándose quieto bajo el árbol. Entonces, con voz suave y una chispa de misterio en los ojos, preguntó al aire: 𝕭>¿Quieres saber cuál es tu carta?
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  • -El fin de año había llegado, y el elegante tren nocturno se deslizaba suavemente por el paisaje oscurecido, como un susurro que anhelaba las promesas del futuro. En el vagón principal, los tripulantes celebraban entre risas, brindis y melodías que resonaban en el aire, marcando el paso de un ciclo que pronto se cerraría. Sin embargo, entre la vorágine de alegría, Kafka se mantenía al margen, inmersa en un mundo que pocos podían comprender.

    Ella miraba a través de la gran ventana del tren, su reflejo danzando con las estrellas que se asomaban en la vasta oscuridad. La copa de vino tinto en sus manos, una mezcla de rubíes líquidos y sueños desvanecidos, emitía un leve tintineo cada vez que jugueteaba con ella. Su mirada perdida recorría el firmamento, atrapada entre la añoranza y la nostalgia. ¿Qué era lo que realmente deseaba en aquella noche? La respuesta parecía esquiva.

    -Y después... ¿qué pasará?-, musitó, su voz casi ahogada por el murmullo festivo que provenía de la otra parte del vagón. Una risita sin entusiasmo escapó de sus labios mientras sacudía la cabeza, como si se negase a dejarse arrastrar por la corriente de optimismo que brotaba a su alrededor. -No... no lo hay, todo show debe de acabar-, se repetía, convencida de que los sueños eran simplemente aquellos destellos fugaces que se perdían en el aire frío de una noche estrellada.

    Mientras la noche avanzaba, Kafka se dejó llevar, entregándose a sus pensamientos. Recordó momentos pasados, risas compartidas y espacios vacíos que habían dejado huellas profundas en su corazón. En cada estrella que brillaba, veía fragmentos de su vida, deseos que nunca se habían concretado, caminos que nunca se habían tomado. Era como si las constelaciones le contaran historias de otros, historias de éxito y de amor, mientras que la suya permanecía encerrada en la penumbra.

    -Quizás debería haber tomado decisiones diferentes-, se dijo, tomando un sorbo de su copa, sintiendo el líquido cálido abrazar su ser. Se acomodó en su asiento, recordando la fragilidad de las promesas hechas y las oportunidades perdidas.

    Fue en ese instante, cuando un súbito movimiento hizo que su corazón latiera con fuerza. Un pequeño conejo (Pom- Pom), que había escapado del bullicio, se plantó frente a ella. Sus ojos brillaban con la curiosidad, tal como las estrellas brillaban en el cielo. -Señora, ¿por qué está tan triste si esta es una noche especial?-, preguntó con una voz dulce.

    Kafka se sorprendió por la simplicidad de la pregunta. -No estoy triste, (Pom-Pom.) Solo... reflexiono-, respondió con amabilidad, aunque en su interior una tormenta de emociones la asaltaba.

    El conejo sonrió, ajeno al peso que cargaba. -Las estrellas siempre brillan, incluso en la oscuridad. A veces hay que mirar más allá de lo que vemos-, dijo, antes de correr a reunirse con los tripulantes.

    Sus palabras resonaron en Kafka. Quizás tenía razón. Tal vez el futuro no estaba escrito y cada amanecer traía consigo la posibilidad de comenzar de nuevo. La soledad que tanto anhelaba podría transformarse en un espacio fértil para crecer.(??).
    -El fin de año había llegado, y el elegante tren nocturno se deslizaba suavemente por el paisaje oscurecido, como un susurro que anhelaba las promesas del futuro. En el vagón principal, los tripulantes celebraban entre risas, brindis y melodías que resonaban en el aire, marcando el paso de un ciclo que pronto se cerraría. Sin embargo, entre la vorágine de alegría, Kafka se mantenía al margen, inmersa en un mundo que pocos podían comprender. Ella miraba a través de la gran ventana del tren, su reflejo danzando con las estrellas que se asomaban en la vasta oscuridad. La copa de vino tinto en sus manos, una mezcla de rubíes líquidos y sueños desvanecidos, emitía un leve tintineo cada vez que jugueteaba con ella. Su mirada perdida recorría el firmamento, atrapada entre la añoranza y la nostalgia. ¿Qué era lo que realmente deseaba en aquella noche? La respuesta parecía esquiva. -Y después... ¿qué pasará?-, musitó, su voz casi ahogada por el murmullo festivo que provenía de la otra parte del vagón. Una risita sin entusiasmo escapó de sus labios mientras sacudía la cabeza, como si se negase a dejarse arrastrar por la corriente de optimismo que brotaba a su alrededor. -No... no lo hay, todo show debe de acabar-, se repetía, convencida de que los sueños eran simplemente aquellos destellos fugaces que se perdían en el aire frío de una noche estrellada. Mientras la noche avanzaba, Kafka se dejó llevar, entregándose a sus pensamientos. Recordó momentos pasados, risas compartidas y espacios vacíos que habían dejado huellas profundas en su corazón. En cada estrella que brillaba, veía fragmentos de su vida, deseos que nunca se habían concretado, caminos que nunca se habían tomado. Era como si las constelaciones le contaran historias de otros, historias de éxito y de amor, mientras que la suya permanecía encerrada en la penumbra. -Quizás debería haber tomado decisiones diferentes-, se dijo, tomando un sorbo de su copa, sintiendo el líquido cálido abrazar su ser. Se acomodó en su asiento, recordando la fragilidad de las promesas hechas y las oportunidades perdidas. Fue en ese instante, cuando un súbito movimiento hizo que su corazón latiera con fuerza. Un pequeño conejo (Pom- Pom), que había escapado del bullicio, se plantó frente a ella. Sus ojos brillaban con la curiosidad, tal como las estrellas brillaban en el cielo. -Señora, ¿por qué está tan triste si esta es una noche especial?-, preguntó con una voz dulce. Kafka se sorprendió por la simplicidad de la pregunta. -No estoy triste, (Pom-Pom.) Solo... reflexiono-, respondió con amabilidad, aunque en su interior una tormenta de emociones la asaltaba. El conejo sonrió, ajeno al peso que cargaba. -Las estrellas siempre brillan, incluso en la oscuridad. A veces hay que mirar más allá de lo que vemos-, dijo, antes de correr a reunirse con los tripulantes. Sus palabras resonaron en Kafka. Quizás tenía razón. Tal vez el futuro no estaba escrito y cada amanecer traía consigo la posibilidad de comenzar de nuevo. La soledad que tanto anhelaba podría transformarse en un espacio fértil para crecer.(??).
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  • #Monorol

    𝙋𝘼𝙍𝘼𝙉𝙊𝙓 𝙇𝙊𝙎𝙏 𝙁𝙄𝙇𝙀𝙎
    ...
    𝐿𝑎 𝑉𝑜𝑟𝑎𝑔𝑖𝑛𝑒
    𝐶ℎ𝑎𝑝𝑡𝑒𝑟 𝐼𝐼

    ❝Todos los pequeños que dejaste sin futuro❞

    Un ruido inesperado lo puso en suma guardia y con mucha rapidez dirigió el cañón de su plateada arma hacia el origen del sonido. Sin perder tiempo sus ojos verdosos cuál esmeralda brillante, analizaron cada sombra de aquella habitación sumida en penumbras. Una estancia que él recordaba muy bien.

    Aún con su arma en mano, caminó lentamente hacia la alcoba asegurandose de estar precavido ante cualquier amenaza. La mansión era un nido de trampas y secretos. Poco a poco fue entrando, y lentamente sus ojos se estaban adaptando a la penumbra, hasta que de golpe, las luces se encendieron. De pronto, Dorian pudo ver algo que había intentado olvidar durante años:

    Un antiguo laboratorio dentro de la mansión o orfanato dejado a su suerte. En su corazón, un gran tanque en forma de cápsula se erguía como una señal de algo siniestro que se hacía a espaldas de la sociedad, sus cristales destrozados se hallaban dispersos por todo el suelo de mármol blanco, reflejando la luz en fragmentos brillantes como si lo que estaba allí hubiese salido mal. Mesas de estudio, ahora cubiertas de polvo, sostenían instrumentos científicos corroídos por el tiempo, mientras que un olor a descomposición y químicos viejos llenaba el aire. Era todo una odisea de objetos sacados de alguna película de ficción. Sin embargo era una realidad que Dorian habia querido olvidar.

    Soltó un suspiro de decepción e inclinó el rostro de dolor mientras bajaba su pesada arma. Un instante más y las memorias de su pasado lo abrazaron para hacerle recordar quien era.

    ❝Me prometiste que iba a mejorar, que todo lo que hacías era por mi bien. Todos esos pequeños... Todas las torturas.... Todo era para que yo fuese perfecto.... ❞

    De repente, la ira de un rencor profundo lo invadió y levantó la cabeza con los ojos encendidos en ese furor que solo se manifiesta con aquellos que sufren injustamente.

    ❝¡¡¡PERO TODO ERA MENTIRA!!! MALDITO EGOISTA❞

    Grito frenéticamente...

    #Monorol 𝙋𝘼𝙍𝘼𝙉𝙊𝙓 𝙇𝙊𝙎𝙏 𝙁𝙄𝙇𝙀𝙎 ... 𝐿𝑎 𝑉𝑜𝑟𝑎𝑔𝑖𝑛𝑒 𝐶ℎ𝑎𝑝𝑡𝑒𝑟 𝐼𝐼 ❝Todos los pequeños que dejaste sin futuro❞ Un ruido inesperado lo puso en suma guardia y con mucha rapidez dirigió el cañón de su plateada arma hacia el origen del sonido. Sin perder tiempo sus ojos verdosos cuál esmeralda brillante, analizaron cada sombra de aquella habitación sumida en penumbras. Una estancia que él recordaba muy bien. Aún con su arma en mano, caminó lentamente hacia la alcoba asegurandose de estar precavido ante cualquier amenaza. La mansión era un nido de trampas y secretos. Poco a poco fue entrando, y lentamente sus ojos se estaban adaptando a la penumbra, hasta que de golpe, las luces se encendieron. De pronto, Dorian pudo ver algo que había intentado olvidar durante años: Un antiguo laboratorio dentro de la mansión o orfanato dejado a su suerte. En su corazón, un gran tanque en forma de cápsula se erguía como una señal de algo siniestro que se hacía a espaldas de la sociedad, sus cristales destrozados se hallaban dispersos por todo el suelo de mármol blanco, reflejando la luz en fragmentos brillantes como si lo que estaba allí hubiese salido mal. Mesas de estudio, ahora cubiertas de polvo, sostenían instrumentos científicos corroídos por el tiempo, mientras que un olor a descomposición y químicos viejos llenaba el aire. Era todo una odisea de objetos sacados de alguna película de ficción. Sin embargo era una realidad que Dorian habia querido olvidar. Soltó un suspiro de decepción e inclinó el rostro de dolor mientras bajaba su pesada arma. Un instante más y las memorias de su pasado lo abrazaron para hacerle recordar quien era. ❝Me prometiste que iba a mejorar, que todo lo que hacías era por mi bien. Todos esos pequeños... Todas las torturas.... Todo era para que yo fuese perfecto.... ❞ De repente, la ira de un rencor profundo lo invadió y levantó la cabeza con los ojos encendidos en ese furor que solo se manifiesta con aquellos que sufren injustamente. ❝¡¡¡PERO TODO ERA MENTIRA!!! MALDITO EGOISTA❞ Grito frenéticamente...
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  • #Monorol

    𝙋𝘼𝙍𝘼𝙉𝙊𝙓 𝙇𝙊𝙎𝙏 𝙁𝙄𝙇𝙀𝙎
    ...
    𝐿𝑎 𝑉𝑜𝑟𝑎𝑔𝑖𝑛𝑒
    𝐶ℎ𝑎𝑝𝑡𝑒𝑟 𝐼

    𝟭𝟭 𝙙𝙚 𝙅𝙪𝙡𝙞𝙤, 𝙍𝙪𝙢𝙖𝙣𝙞𝙖

    El alto peliblanco, con la mirada ensombrecida, revivía los recuerdos de este horrible lugar. Sus ojos se clavaban en los detalles de la siniestra mansión de la Vorágine, como buscando fragmentos de un pasado perdido. Con sus fieles Desert Eagles, majestuosas y de altísimo calibre, en sus manos, sentía el peso de la plata en las empuñaduras, listo estaba para entrar en el pasado más profundo de su alma, el lugar que dió origen a todo sus males.

    Las rejas de la mansión se abrieron con un grito agudo y aterrador. Una vez dentro, él miro sus armas que reflejaron la luz del sol

    ❝Supongo que es hora de volver a mi hogar❞

    Avanzó lentamente, observando con precaución a su alrededor, consciente de que no estaba en un lugar seguro. Solo quedaban ruinas de lo que alguna vez fue un orfanato famoso y muy popular.

    Famoso por las prácticas inhumanas que allí se llevaban a cabo.

    Entre las ruinas desgastadas y llenas de maleza de la mansión, se mantuvo al margen al ver el desolador panorama. Curiosamente, la puerta principal estaba abierta. Y con un suspiro, entró golpeando la puerta abruptamente apuntando, solo para encontrarse con un pasillo vacío.

    Rápidamente, una luz iluminó sus ojos y destellos de recuerdos afloraron en su mente, desplegando una visión o no. Ante él, los fantasmas de niños jugando y corriendo. Y por un instante, vio fantasmas de niños jugando en cada rincón oscuro de la mansión deshabitada. Se reían y conversaban, llegando incluso a llamarlo por su nombre. Pero también vio los fantasmas de hombres en batas blancas que observaban a lo lejos, los niños que jugaban y reían. A medida que se adentraba en la mansión oscura y deshabitada, el crujido de la madera bajo sus pies se mezcló con las risas de los niños y las botas de los hombres en batas blancas.

    ❝Es hora de volver a empezar lo que nunca terminaste❞

    Con voz grave y temblorosa, apretó con fuerza sus Desert Eagles, mientras su ceño se fruncía con una ira que había estado acumulando durante años.....
    #Monorol 𝙋𝘼𝙍𝘼𝙉𝙊𝙓 𝙇𝙊𝙎𝙏 𝙁𝙄𝙇𝙀𝙎 ... 𝐿𝑎 𝑉𝑜𝑟𝑎𝑔𝑖𝑛𝑒 𝐶ℎ𝑎𝑝𝑡𝑒𝑟 𝐼 𝟭𝟭 𝙙𝙚 𝙅𝙪𝙡𝙞𝙤, 𝙍𝙪𝙢𝙖𝙣𝙞𝙖 El alto peliblanco, con la mirada ensombrecida, revivía los recuerdos de este horrible lugar. Sus ojos se clavaban en los detalles de la siniestra mansión de la Vorágine, como buscando fragmentos de un pasado perdido. Con sus fieles Desert Eagles, majestuosas y de altísimo calibre, en sus manos, sentía el peso de la plata en las empuñaduras, listo estaba para entrar en el pasado más profundo de su alma, el lugar que dió origen a todo sus males. Las rejas de la mansión se abrieron con un grito agudo y aterrador. Una vez dentro, él miro sus armas que reflejaron la luz del sol ❝Supongo que es hora de volver a mi hogar❞ Avanzó lentamente, observando con precaución a su alrededor, consciente de que no estaba en un lugar seguro. Solo quedaban ruinas de lo que alguna vez fue un orfanato famoso y muy popular. Famoso por las prácticas inhumanas que allí se llevaban a cabo. Entre las ruinas desgastadas y llenas de maleza de la mansión, se mantuvo al margen al ver el desolador panorama. Curiosamente, la puerta principal estaba abierta. Y con un suspiro, entró golpeando la puerta abruptamente apuntando, solo para encontrarse con un pasillo vacío. Rápidamente, una luz iluminó sus ojos y destellos de recuerdos afloraron en su mente, desplegando una visión o no. Ante él, los fantasmas de niños jugando y corriendo. Y por un instante, vio fantasmas de niños jugando en cada rincón oscuro de la mansión deshabitada. Se reían y conversaban, llegando incluso a llamarlo por su nombre. Pero también vio los fantasmas de hombres en batas blancas que observaban a lo lejos, los niños que jugaban y reían. A medida que se adentraba en la mansión oscura y deshabitada, el crujido de la madera bajo sus pies se mezcló con las risas de los niños y las botas de los hombres en batas blancas. ❝Es hora de volver a empezar lo que nunca terminaste❞ Con voz grave y temblorosa, apretó con fuerza sus Desert Eagles, mientras su ceño se fruncía con una ira que había estado acumulando durante años.....
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  • El espejo le devolvía algo más que una imagen: le mostraba fragmentos de sí misma. Veía a la joven soñadora que un día creyó que podía cambiar el mundo, y a la adulta que aprendió que, a veces, cambiarse a uno mismo era la batalla más difícil. Veía las máscaras que había usado para protegerse, pero también los momentos en los que se había permitido ser auténtica.

    Respiró hondo y dio un paso atrás. La duda seguía ahí, pero también lo estaba la certeza de que cada grieta, cada sombra en su reflejo, era parte de su belleza. Maya Lockwood sonrió, no como alguien que tiene todas las respuestas, sino como alguien que está dispuesta a seguir buscándolas.

    #SeductiveSunday
    #Personajes3D #3D #Comunidad3D
    El espejo le devolvía algo más que una imagen: le mostraba fragmentos de sí misma. Veía a la joven soñadora que un día creyó que podía cambiar el mundo, y a la adulta que aprendió que, a veces, cambiarse a uno mismo era la batalla más difícil. Veía las máscaras que había usado para protegerse, pero también los momentos en los que se había permitido ser auténtica. Respiró hondo y dio un paso atrás. La duda seguía ahí, pero también lo estaba la certeza de que cada grieta, cada sombra en su reflejo, era parte de su belleza. Maya Lockwood sonrió, no como alguien que tiene todas las respuestas, sino como alguien que está dispuesta a seguir buscándolas. #SeductiveSunday #Personajes3D #3D #Comunidad3D
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  • #Monorol

    ❝Ella solo me protege y tiene toda la razón❞

    Primero, sus manos empuñaron un arma para proteger a los inocentes, luego para mediar en tratos mafiosos, y ahora...

    Solo sirven para asesinar

    Dorian posee una capacidad extraordinaria para percibir lo que escapa al ojo común. Sus sospechas, a menudo consideradas improbables, suelen revelarse aterradoramente precisas. Es capaz de desentrañar secretos ocultos en las sombras, ver lo invisible y lo que se esconde. Lo más inquietante es lo que sus ojos no cuentan. Dorian siente la vibración de las mentiras y de las verdades no dichas. Sus visiones no son meras fantasías, son fragmentos de una realidad que otros ignoran o temen enfrentar.

    Justo cuando crees que has comprendido su don, él te sorprende con lo inesperado pero......

    ¿A qué costo?

    Y es que este superpoder le ha costado todo, absolutamente todo en su vida. Las relaciones se han desvanecido, y los malentendidos lo han dejado sin empleo y sin ingresos. Su habilidad, una bendición y una maldición, lo ha llevado a una existencia solitaria, envuelto en la oscuridad de sus propias percepciones inventadas por él mismo.

    Sin embargo, la Agencia reconoció su don, viendo en Dorian un talento invaluable. Le adoptaron por su "superpoder", apreciando su capacidad de tejer teorías precisas y calcular probabilidades, por fantásticas que parecieran. Ahora, su habilidad se ha convertido en un arma poderosa, utilizada para el asesinato a sueldo.

    :Ø: Pero ellos te están engañando y utilizando. Siempre te protejo y tengo toda la razón ¡Nunca lo olvides Dorian!
    #Monorol ❝Ella solo me protege y tiene toda la razón❞ Primero, sus manos empuñaron un arma para proteger a los inocentes, luego para mediar en tratos mafiosos, y ahora... Solo sirven para asesinar Dorian posee una capacidad extraordinaria para percibir lo que escapa al ojo común. Sus sospechas, a menudo consideradas improbables, suelen revelarse aterradoramente precisas. Es capaz de desentrañar secretos ocultos en las sombras, ver lo invisible y lo que se esconde. Lo más inquietante es lo que sus ojos no cuentan. Dorian siente la vibración de las mentiras y de las verdades no dichas. Sus visiones no son meras fantasías, son fragmentos de una realidad que otros ignoran o temen enfrentar. Justo cuando crees que has comprendido su don, él te sorprende con lo inesperado pero...... ¿A qué costo? Y es que este superpoder le ha costado todo, absolutamente todo en su vida. Las relaciones se han desvanecido, y los malentendidos lo han dejado sin empleo y sin ingresos. Su habilidad, una bendición y una maldición, lo ha llevado a una existencia solitaria, envuelto en la oscuridad de sus propias percepciones inventadas por él mismo. Sin embargo, la Agencia reconoció su don, viendo en Dorian un talento invaluable. Le adoptaron por su "superpoder", apreciando su capacidad de tejer teorías precisas y calcular probabilidades, por fantásticas que parecieran. Ahora, su habilidad se ha convertido en un arma poderosa, utilizada para el asesinato a sueldo. :Ø: Pero ellos te están engañando y utilizando. Siempre te protejo y tengo toda la razón ¡Nunca lo olvides Dorian!
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  • Tras una mañana de inspiración, Robin logró componer un fragmento de canción que plasmaba los pensamientos que últimamente rondaban su mente: lo eterno que puede ser un sentimiento y lo efímero que resulta el tiempo a su lado.

    "Para tenerte todo el tiempo que quisiera se me queda corta una vida entera.
    Después de amarte solo le temo a la muerte. Miedo a no encontrarnos y no tener la misma suerte.
    Pero si hay otra vida, voy a encontrarte vida mía, pa' volver a quererte."
    Tras una mañana de inspiración, Robin logró componer un fragmento de canción que plasmaba los pensamientos que últimamente rondaban su mente: lo eterno que puede ser un sentimiento y lo efímero que resulta el tiempo a su lado. "Para tenerte todo el tiempo que quisiera se me queda corta una vida entera. Después de amarte solo le temo a la muerte. Miedo a no encontrarnos y no tener la misma suerte. Pero si hay otra vida, voy a encontrarte vida mía, pa' volver a quererte."
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  • El aire era denso, casi pesado, pero tenía un aroma dulce, como el de flores que florecen bajo la luz de la luna. Elyana avanzaba entre las sombras del bosque, rodeada de un fulgor etéreo que parecía abrazarla y, al mismo tiempo, vigilarla. Cada paso que daba resonaba más fuerte en su mente que en el suelo.

    Todo era tan silencioso, y sin embargo, el bosque no estaba muerto. Podía sentirlo. Los árboles parecían susurrar entre sí, las raíces temblaban bajo sus pies. Había una energía aquí, una que reconocía aunque intentara negarlo. Era como mirarse en un espejo roto: conocía los fragmentos, pero no podía recordar cómo encajaban.

    Esto no es redención. No, esto era algo más profundo, algo que el cristal roto le recordaba con cada latido de su corazón. Aquí, la luz no era consuelo, y la oscuridad no era una amenaza. Aquí, ambas existían como ella misma: incompletas, fragmentadas, en un estado de constante conflicto.
    El aire era denso, casi pesado, pero tenía un aroma dulce, como el de flores que florecen bajo la luz de la luna. Elyana avanzaba entre las sombras del bosque, rodeada de un fulgor etéreo que parecía abrazarla y, al mismo tiempo, vigilarla. Cada paso que daba resonaba más fuerte en su mente que en el suelo. Todo era tan silencioso, y sin embargo, el bosque no estaba muerto. Podía sentirlo. Los árboles parecían susurrar entre sí, las raíces temblaban bajo sus pies. Había una energía aquí, una que reconocía aunque intentara negarlo. Era como mirarse en un espejo roto: conocía los fragmentos, pero no podía recordar cómo encajaban. Esto no es redención. No, esto era algo más profundo, algo que el cristal roto le recordaba con cada latido de su corazón. Aquí, la luz no era consuelo, y la oscuridad no era una amenaza. Aquí, ambas existían como ella misma: incompletas, fragmentadas, en un estado de constante conflicto.
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