• Ecos del Olvido

    Han pasado dos años desde que Yukine enfrentó al Señor de las Sombras.

    Dos años desde que el mundo tembló, desde que la oscuridad fue contenida… pero no destruida.
    La victoria no trajo paz, sino silencio.

    Yukine, marcado por la batalla, ya no era el mismo.
    Su mirada, antes impulsiva, ahora cargaba con el peso de decisiones que nadie más recordaba.

    El vínculo con su dios se había desvanecido lentamente, como una llama que ya no necesitaba arder.

    Y en ese vacío, comenzó a sentirlo:
    un llamado sin voz,
    una grieta en la realidad,
    un portal que no prometía destino… solo tránsito.

    Apareció una noche sin luna, en medio de un campo que había sido testigo de antiguos juramentos.
    Yukine lo observó sin miedo, pero con una extraña familiaridad.

    Como si el universo le dijera:

    "No has terminado. Solo cambió el escenario."

    Sin saber qué lo esperaba, sin saber si era castigo o redención,
    dio el paso.

    Al atravesarlo, su cuerpo no se desintegró.
    Pero su vínculo con todo lo conocido sí.
    Ya no era Regalia.
    Ya no era sombra de un dios.
    Era algo más, algo que ni él comprendía.

    El nuevo mundo lo recibió sin ceremonia.
    Sin guardianes, sin enemigos, sin respuestas.
    Solo un cielo que cambiaba de color según sus pensamientos.
    Y una tierra que parecía recordar cosas que él aún no había vivido.

    Yukine caminó.
    No por fe, ni por deber.
    Sino porque quedarse quieto era rendirse a la nada.
    Cada paso lo acercaba a fragmentos de sí mismo que no recordaba haber perdido.

    Cada encuentro con los habitantes de ese mundo le revelaba que algo estaba desequilibrado…
    Pero nadie sabía qué.
    Ni cómo.
    Ni por qué él había llegado.

    Ecos del Olvido Han pasado dos años desde que Yukine enfrentó al Señor de las Sombras. Dos años desde que el mundo tembló, desde que la oscuridad fue contenida… pero no destruida. La victoria no trajo paz, sino silencio. Yukine, marcado por la batalla, ya no era el mismo. Su mirada, antes impulsiva, ahora cargaba con el peso de decisiones que nadie más recordaba. El vínculo con su dios se había desvanecido lentamente, como una llama que ya no necesitaba arder. Y en ese vacío, comenzó a sentirlo: un llamado sin voz, una grieta en la realidad, un portal que no prometía destino… solo tránsito. Apareció una noche sin luna, en medio de un campo que había sido testigo de antiguos juramentos. Yukine lo observó sin miedo, pero con una extraña familiaridad. Como si el universo le dijera: "No has terminado. Solo cambió el escenario." Sin saber qué lo esperaba, sin saber si era castigo o redención, dio el paso. Al atravesarlo, su cuerpo no se desintegró. Pero su vínculo con todo lo conocido sí. Ya no era Regalia. Ya no era sombra de un dios. Era algo más, algo que ni él comprendía. El nuevo mundo lo recibió sin ceremonia. Sin guardianes, sin enemigos, sin respuestas. Solo un cielo que cambiaba de color según sus pensamientos. Y una tierra que parecía recordar cosas que él aún no había vivido. Yukine caminó. No por fe, ni por deber. Sino porque quedarse quieto era rendirse a la nada. Cada paso lo acercaba a fragmentos de sí mismo que no recordaba haber perdido. Cada encuentro con los habitantes de ese mundo le revelaba que algo estaba desequilibrado… Pero nadie sabía qué. Ni cómo. Ni por qué él había llegado.
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    Tsukumo Sana Espacio Aikaterine Ouro

    (Resumen muy resumen. Hay mucho polítiqueo lunar por en medio. MUCHO. Facciones, rebeldes, fanáticos debotos, todos buenos y todos malos.)

    Paradoja del Caos y la Luna

    1. La Unión Prohibida

    Oz, el Rey del Caos, y Selin, Custodio lunar, se encuentran en un instante que trasciende los planos del tiempo. De su unión nace Jennifer, la primogénita del caos y la luna, encarnación viviente de la paradoja: luz y oscuridad, orden y destrucción.

    Los Elunai corruptos, supervivientes de la guerra civil que atrajo a Oz, temen la unión y el linaje que Selin lleva en su vientre, pues podría romper los equilibrios que creen controlar.


    ---

    2. La Caída de Selin y el Fragmento del Alma

    Selin es atacada mientras está embarazada de su segunda hija:

    Antes de morir, lanza un conjuro para proteger a su hija y preservar su propia esencia.

    Su alma se ancla a la Luna, fusionándose con ella y convirtiéndose en guardiana eterna.

    El fragmento del alma del bebé no nato que llevaba dentro queda expuesto.


    Es entonces cuando Shobu, espíritu del Sol, y Xinia, espíritu de la Luna, antiguos amantes que crearon los eclipses para unirse, aparecen:

    Ambos sacrifican sus existencias para sostener el fragmento del alma de Veythra hasta que pueda nacer y puedan unirse por finlis amantes prohibidos.

    Mantienen ese fragmento flotando entre luz y sombra, entre Sol y Luna, hasta que el destino de Jennifer y su descendencia se cumpla.



    ---

    3. El Legado y la Creación de Veythra

    Decenas de miles de años después:

    Jennifer tiene a su hija Lili durante la Luna llena de Esturión, la más brillante del año, coincidiendo con la lluvia de Perseidas.

    En ese instante, los espíritus de Shobu y Xinia finalmente se funden con el fragmento del alma del bebé no nato de Selin.

    Esa unión da forma a Veythra, quien nace dentro del alma de Lili como espada viviente y guardiana de la herencia lunar y caótica.


    De esta manera, Veythra es simultáneamente fragmento de Selin, sostenida por Shobu y Xinia, y espejo del poder que Lili heredará de su madre Jennifer (hermana de Veythra por consanguinidad).


    ---

    4. Consecuencias en el Tiempo

    Jennifer crece rápida y poderosa, portando el caos de Oz y la luz de Selin, hasta que sella a Oz en el Jardín Prohibido a causa de la locura que lo invade tras la muerte de Selin, aniquilando toda vida y arrasando a todos los Elunai con el ejército del Caos.

    Veythra, aunque ligada a Lili, contiene la memoria de Selin y la protección de los antiguos espíritus, lista para despertar cuando su portadora lo necesite.

    La paradoja completa: Selin muere, Shobu y Xinia sostienen la esencia, Jennifer asegura la supervivencia del linaje, y Lili finalmente recibe la herencia de toda la cadena lunar y caótica, con Veythra como vínculo vivo.
    [blaze_titanium_scorpion_916] [Mercenary1x] (Resumen muy resumen. Hay mucho polítiqueo lunar por en medio. MUCHO. Facciones, rebeldes, fanáticos debotos, todos buenos y todos malos.) Paradoja del Caos y la Luna 1. La Unión Prohibida Oz, el Rey del Caos, y Selin, Custodio lunar, se encuentran en un instante que trasciende los planos del tiempo. De su unión nace Jennifer, la primogénita del caos y la luna, encarnación viviente de la paradoja: luz y oscuridad, orden y destrucción. Los Elunai corruptos, supervivientes de la guerra civil que atrajo a Oz, temen la unión y el linaje que Selin lleva en su vientre, pues podría romper los equilibrios que creen controlar. --- 2. La Caída de Selin y el Fragmento del Alma Selin es atacada mientras está embarazada de su segunda hija: Antes de morir, lanza un conjuro para proteger a su hija y preservar su propia esencia. Su alma se ancla a la Luna, fusionándose con ella y convirtiéndose en guardiana eterna. El fragmento del alma del bebé no nato que llevaba dentro queda expuesto. Es entonces cuando Shobu, espíritu del Sol, y Xinia, espíritu de la Luna, antiguos amantes que crearon los eclipses para unirse, aparecen: Ambos sacrifican sus existencias para sostener el fragmento del alma de Veythra hasta que pueda nacer y puedan unirse por finlis amantes prohibidos. Mantienen ese fragmento flotando entre luz y sombra, entre Sol y Luna, hasta que el destino de Jennifer y su descendencia se cumpla. --- 3. El Legado y la Creación de Veythra Decenas de miles de años después: Jennifer tiene a su hija Lili durante la Luna llena de Esturión, la más brillante del año, coincidiendo con la lluvia de Perseidas. En ese instante, los espíritus de Shobu y Xinia finalmente se funden con el fragmento del alma del bebé no nato de Selin. Esa unión da forma a Veythra, quien nace dentro del alma de Lili como espada viviente y guardiana de la herencia lunar y caótica. De esta manera, Veythra es simultáneamente fragmento de Selin, sostenida por Shobu y Xinia, y espejo del poder que Lili heredará de su madre Jennifer (hermana de Veythra por consanguinidad). --- 4. Consecuencias en el Tiempo Jennifer crece rápida y poderosa, portando el caos de Oz y la luz de Selin, hasta que sella a Oz en el Jardín Prohibido a causa de la locura que lo invade tras la muerte de Selin, aniquilando toda vida y arrasando a todos los Elunai con el ejército del Caos. Veythra, aunque ligada a Lili, contiene la memoria de Selin y la protección de los antiguos espíritus, lista para despertar cuando su portadora lo necesite. La paradoja completa: Selin muere, Shobu y Xinia sostienen la esencia, Jennifer asegura la supervivencia del linaje, y Lili finalmente recibe la herencia de toda la cadena lunar y caótica, con Veythra como vínculo vivo.
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  • Crónicas del Olvido – Capítulo VI: El Corazón del Vacío

    El Corazón del Vacío no es un lugar. Es una herida en la realidad. El Cuarteto de la Aurora avanza, sabiendo que no todos saldrán. El Amuleto del Destino vibra, incompleto pero consciente. Y el Señor de las Sombras ha enviado a sus tres Generales: fragmentos de humanidad corrompidos por el olvido.

    Sira vs. Velmora, la Dama del Viento Roto

    Velmora aparece como Lidica. No una ilusión. Una réplica perfecta, con sus recuerdos, su voz, su mirada.
    Velmora: “¿Por qué sigues luchando, Sira? Yo ya caí. Tú también puedes descansar.”

    Sira: “No lucho por mí. Lucho por lo que tú creíste. Por lo que aún vive en mí.”

    Velmora lanza ráfagas que susurran verdades distorsionadas. Cada golpe es una duda. Cada corriente, una traición.
    Velmora: “¿Y si tu memoria es falsa? ¿Y si Lidica nunca creyó en ti?”

    Sira (cerrando los ojos): “Entonces lucharé por la versión que sí lo hizo. Porque esa es la que me salvó.”

    Sira canaliza el viento real. No el que corta, sino el que canta. Con una ráfaga pura, atraviesa a Velmora. Pero su cuerpo queda atrapado en la corriente.
    Sira (último suspiro): “Kael… no olvides que el viento siempre regresa.”

    Deja su daga en el camino. El viento la lleva. El recuerdo permanece.


    Tharos vs. Karn, el Portador de la Ira

    Karn, el mentor de Tharos, ahora es magma y odio. Cada ataque grita. Cada explosión es un recuerdo ardiente.


    Karn lanza visiones: su familia ardiendo, sus compañeros muriendo, su alma corrompida.


    Lucha sin magia. Solo con voluntad. Karn se debilita. El fuego sin odio no lo sostiene. Tharos se lanza en una llamarada que purifica. Ambos desaparecen.

    En el suelo queda una piedra incandescente. El núcleo de Tharos. El legado de su redención.

    Elen vs. Neriah, la Madre de las Raíces Muertas

    Neriah absorbe recuerdos. Elen comienza a olvidar: su nombre, su misión, sus amigos.
    Neriah: “La memoria es una carga. Déjala ir. Sé raíz. Sé olvido.”

    Elen (temblando): “Si olvido quién soy… que esta semilla lo recuerde por mí.”

    Canaliza su magia en una semilla que ella misma plantó. La raíz pura crece, envolviendo a Neriah. Elen queda atrapada. Su cuerpo se convierte en árbol. Su alma… en guía.
    Elen (último susurro): “Kael… si el mundo florece, que sea porque tú lo regaste.”

    Kael encuentra la flor que brota del árbol. La última ofrenda. El último suspiro.

    Kael y el Señor de las Sombras

    Kael está solo. Con la daga de Sira, la piedra de Tharos y la flor de Elen, completa el Amuleto. No como arma. Como legado.
    El Señor de las Sombras no tiene forma. Es entorno. Es vacío.
    Señor de las Sombras: “¿Crees que el sacrificio basta? El olvido es más fuerte que la memoria.”

    Kael: “La memoria no necesita fuerza. Solo fe.”

    El combate no es físico. Es conceptual. Cada hechizo de Kael está reforzado por los sacrificios. Cada paso que da… es sostenido por lo que perdió.
    Kael: “No soy el héroe. Soy el testigo.”

    Señor de las Sombras: “Entonces muere con tu testimonio.”

    Kael recuerda:
    Yukine (eco): “No todos los sellos se rompen con fuerza. Algunos… con fe.”

    Con un último hechizo, Kael canaliza el sacrificio de Sira, Tharos y Elen en una onda de purificación que atraviesa el núcleo del vacío.
    El Señor de las Sombras grita. No por dolor. Por incredulidad.
    Y desaparece.



    Crónicas del Olvido – Capítulo VI: El Corazón del Vacío El Corazón del Vacío no es un lugar. Es una herida en la realidad. El Cuarteto de la Aurora avanza, sabiendo que no todos saldrán. El Amuleto del Destino vibra, incompleto pero consciente. Y el Señor de las Sombras ha enviado a sus tres Generales: fragmentos de humanidad corrompidos por el olvido. Sira vs. Velmora, la Dama del Viento Roto Velmora aparece como Lidica. No una ilusión. Una réplica perfecta, con sus recuerdos, su voz, su mirada. Velmora: “¿Por qué sigues luchando, Sira? Yo ya caí. Tú también puedes descansar.” Sira: “No lucho por mí. Lucho por lo que tú creíste. Por lo que aún vive en mí.” Velmora lanza ráfagas que susurran verdades distorsionadas. Cada golpe es una duda. Cada corriente, una traición. Velmora: “¿Y si tu memoria es falsa? ¿Y si Lidica nunca creyó en ti?” Sira (cerrando los ojos): “Entonces lucharé por la versión que sí lo hizo. Porque esa es la que me salvó.” Sira canaliza el viento real. No el que corta, sino el que canta. Con una ráfaga pura, atraviesa a Velmora. Pero su cuerpo queda atrapado en la corriente. Sira (último suspiro): “Kael… no olvides que el viento siempre regresa.” Deja su daga en el camino. El viento la lleva. El recuerdo permanece. Tharos vs. Karn, el Portador de la Ira Karn, el mentor de Tharos, ahora es magma y odio. Cada ataque grita. Cada explosión es un recuerdo ardiente. Karn lanza visiones: su familia ardiendo, sus compañeros muriendo, su alma corrompida. Lucha sin magia. Solo con voluntad. Karn se debilita. El fuego sin odio no lo sostiene. Tharos se lanza en una llamarada que purifica. Ambos desaparecen. En el suelo queda una piedra incandescente. El núcleo de Tharos. El legado de su redención. Elen vs. Neriah, la Madre de las Raíces Muertas Neriah absorbe recuerdos. Elen comienza a olvidar: su nombre, su misión, sus amigos. Neriah: “La memoria es una carga. Déjala ir. Sé raíz. Sé olvido.” Elen (temblando): “Si olvido quién soy… que esta semilla lo recuerde por mí.” Canaliza su magia en una semilla que ella misma plantó. La raíz pura crece, envolviendo a Neriah. Elen queda atrapada. Su cuerpo se convierte en árbol. Su alma… en guía. Elen (último susurro): “Kael… si el mundo florece, que sea porque tú lo regaste.” Kael encuentra la flor que brota del árbol. La última ofrenda. El último suspiro. Kael y el Señor de las Sombras Kael está solo. Con la daga de Sira, la piedra de Tharos y la flor de Elen, completa el Amuleto. No como arma. Como legado. El Señor de las Sombras no tiene forma. Es entorno. Es vacío. Señor de las Sombras: “¿Crees que el sacrificio basta? El olvido es más fuerte que la memoria.” Kael: “La memoria no necesita fuerza. Solo fe.” El combate no es físico. Es conceptual. Cada hechizo de Kael está reforzado por los sacrificios. Cada paso que da… es sostenido por lo que perdió. Kael: “No soy el héroe. Soy el testigo.” Señor de las Sombras: “Entonces muere con tu testimonio.” Kael recuerda: Yukine (eco): “No todos los sellos se rompen con fuerza. Algunos… con fe.” Con un último hechizo, Kael canaliza el sacrificio de Sira, Tharos y Elen en una onda de purificación que atraviesa el núcleo del vacío. El Señor de las Sombras grita. No por dolor. Por incredulidad. Y desaparece.
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  • Crónicas del Olvido — Capítulo V: El Camino del Sacrificio

    Tras la restauración del Templo del Bosque, el grupo regresa al Templo de la Luz Silente, donde el Amuleto del Destino comienza a reconstruirse. Kael, ahora más conectado con la magia de origen, guía el proceso. Pero cada fragmento restaurado libera una onda que despierta enemigos ocultos: los Heraldos del Vacío, antiguos guardianes corrompidos por el Señor de las Sombras.

    El mundo comienza a cambiar. Las zonas purificadas se expanden lentamente. Aldeas olvidadas ven la luz por primera vez en años. Criaturas mágicas regresan. Pero con cada paso, el Cuarteto se enfrenta a enemigos más fuertes, más inteligentes, más crueles.

    Los Heraldos no son simples monstruos. Son estrategas. Algunos manipulan el tiempo, otros distorsionan la gravedad, y otros atacan directamente los vínculos emocionales del grupo.

    El grupo es dividido en planos temporales divergentes. No solo están separados físicamente, sino emocionalmente: cada uno vive una versión alternativa de su historia.

    Kael, atrapado en un bucle donde Yukine muere una y otra vez, comienza a perder noción del presente. En cada intento de salvarlo, el resultado es el mismo: fracaso.

    Kael (susurrando): “¿Cuántas veces debo fallar para entender que no todo puede salvarse?”

    Kael comienza a escribir runas en el aire, cada una representando una emoción: culpa, esperanza, fe. Solo la runa de “memoria” permanece. Con ella, Kael ancla su conciencia y rompe el bucle.
    Sira enfrenta versiones de sí misma: una que se rindió, otra que se volvió cruel, otra que nunca conoció a Lidica.

    Sira (gritando): “¡No soy lo que el dolor hizo de mí! Soy lo que elegí ser… por ella.”

    Al aceptar su vulnerabilidad, el plano se colapsa y Sira regresa.

    Tharos ve un mundo donde nunca se liberó. Su fuego es negro, su alma hueca. Pero al recordar el rostro de Elen, una chispa pura emerge.

    Tharos: “Si el fuego puede destruir… también puede iluminar.”

    Elen, atrapada en un tiempo donde el bosque nunca floreció, canaliza una semilla que crece a través de las eras. La raíz rompe el plano y la devuelve.

    El Heraldo de la Fractura se disuelve, no por fuerza, sino por sincronía emocional. El grupo se reúne, pero Kael comienza a escuchar ecos de futuros que aún no existen.

    Heraldo del Eco – Aeloria: El Reflejo que Miente

    El Heraldo del Eco no solo copia habilidades. Copia heridas. Cada réplica es una versión corrompida del alma.
    Kael ve una versión de sí mismo que usó el Amuleto como arma y destruyó el mundo.

    Kael (al reflejo): “No eres mi sombra. Eres mi advertencia. Y yo… ya elegí.”

    Kael conjura un sello de contención que no destruye al reflejo, lo encierra en una runa de propósito.

    Sira enfrenta una copia que manipula el viento con precisión quirúrgica. Cada ráfaga es perfecta. Pero sin alma.
    Sira: “El viento no se domina. Se escucha.”

    Sira deja de atacar. Se queda quieta. El viento real la envuelve, y la réplica se desvanece.

    Tharos ve una versión que abraza la ira como virtud. Lucha sin magia. Solo con voluntad.

    Tharos: “La furia me dio fuerza. Pero el perdón… me dio control.”

    Elen enfrenta una réplica que cura sin alma. Al canalizar su vínculo con las raíces vivas, purifica la réplica desde dentro.
    El Heraldo del Eco se disuelve, dejando una advertencia:
    “Toda luz genera sombra. Y ustedes… ya tienen demasiadas.”

    Heraldo de la Marea – Nymar: El Agua que Recuerda

    El agua se convierte en veneno emocional. Cada gota muestra un recuerdo feliz… corrompido.

    Kael ve a Yukine sonriendo, pero la sonrisa se convierte en grito.

    Kael: “No quiero cambiar el pasado. Solo honrarlo.”

    Kael conjura una barrera de aceptación. No repele el agua. La transforma.

    Sira ve a Lidica bailando en el viento, pero el viento se vuelve cuchilla.

    Sira: “Si el viento la llevó… que me lleve a mí también.”

    Sira canaliza su vínculo real y purifica la corriente.

    Tharos ve a su familia viva, luego ardiendo. Se sumerge en el lago, dejando que el fuego se apague. Emerge con una nueva llama: la llama del perdón.

    Elen ve a su madre cantando, pero la canción se distorsiona. Canta de nuevo, con voz temblorosa. El lago responde con luz.

    El Heraldo de la Marea se disuelve, pero deja una última frase:
    “La culpa no se vence. Se aprende a convivir con ella.”

    Después del Asedio

    El grupo no celebra. No hay victoria. Solo marcas.

    • Tharos pierde parte de su sensibilidad mágica.
    • Elen envejece físicamente por el uso excesivo de magia de raíz.
    • Sira comienza a perder la capacidad de distinguir sus propios recuerdos de los de Lidica.
    • Kael guarda silencio. Porque sabe que el Amuleto está casi completo… y que cuando lo esté, él será el canal.

    Kael (en voz baja): “No somos los héroes que el mundo esperaba. Somos los que eligieron no rendirse.”

    El grupo no habla de lo que pierde. Pero lo siente.

    • Tharos se aleja por momentos, temiendo que su fuego vuelva a corromperlo.
    • Elen comienza a escribir sus memorias, por si su mente se fragmenta.
    • Sira entrena sola, intentando recuperar el control de su percepción.
    • Kael solo observa a lo lejos.

    A pesar de todo, el mundo comienza a respirar.

    • En Khar-Dun, los monumentos a los caídos se iluminan por primera vez.
    • En Nymar, los niños juegan en lagos purificados.
    • En Tharion, los sabios regresan a enseñar.
    • En Aeloria, los campos florecen con flores que solo nacen tras la purificación.

    El Cuarteto no es celebrado. No busca gloria. Pero en cada pueblo, en cada rincón, se murmura:

    “El legado de los Heroes aun vive.”

    Con el Amuleto casi completo, el grupo se dirige al Corazón del Vacío, una región donde la oscuridad es tan densa que la luz no entra. Allí, el Señor de las Sombras ha comenzado a manifestarse físicamente. No como una figura… sino como un entorno. El mundo mismo se pliega a su voluntad.

    Antes de partir, el grupo se reúne en silencio.

    • Kael entrega sus notas a Elen, por si no regresa.
    • Sira deja sus dagas en el Templo, llevando solo una.
    • Tharos apaga su fuego voluntariamente, para no perder el control.
    • Elen planta una semilla en cada templo, como promesa de regreso.

    No saben si sobrevivirán. Pero saben que deben hacerlo.




    Crónicas del Olvido — Capítulo V: El Camino del Sacrificio Tras la restauración del Templo del Bosque, el grupo regresa al Templo de la Luz Silente, donde el Amuleto del Destino comienza a reconstruirse. Kael, ahora más conectado con la magia de origen, guía el proceso. Pero cada fragmento restaurado libera una onda que despierta enemigos ocultos: los Heraldos del Vacío, antiguos guardianes corrompidos por el Señor de las Sombras. El mundo comienza a cambiar. Las zonas purificadas se expanden lentamente. Aldeas olvidadas ven la luz por primera vez en años. Criaturas mágicas regresan. Pero con cada paso, el Cuarteto se enfrenta a enemigos más fuertes, más inteligentes, más crueles. Los Heraldos no son simples monstruos. Son estrategas. Algunos manipulan el tiempo, otros distorsionan la gravedad, y otros atacan directamente los vínculos emocionales del grupo. El grupo es dividido en planos temporales divergentes. No solo están separados físicamente, sino emocionalmente: cada uno vive una versión alternativa de su historia. Kael, atrapado en un bucle donde Yukine muere una y otra vez, comienza a perder noción del presente. En cada intento de salvarlo, el resultado es el mismo: fracaso. Kael (susurrando): “¿Cuántas veces debo fallar para entender que no todo puede salvarse?” Kael comienza a escribir runas en el aire, cada una representando una emoción: culpa, esperanza, fe. Solo la runa de “memoria” permanece. Con ella, Kael ancla su conciencia y rompe el bucle. Sira enfrenta versiones de sí misma: una que se rindió, otra que se volvió cruel, otra que nunca conoció a Lidica. Sira (gritando): “¡No soy lo que el dolor hizo de mí! Soy lo que elegí ser… por ella.” Al aceptar su vulnerabilidad, el plano se colapsa y Sira regresa. Tharos ve un mundo donde nunca se liberó. Su fuego es negro, su alma hueca. Pero al recordar el rostro de Elen, una chispa pura emerge. Tharos: “Si el fuego puede destruir… también puede iluminar.” Elen, atrapada en un tiempo donde el bosque nunca floreció, canaliza una semilla que crece a través de las eras. La raíz rompe el plano y la devuelve. El Heraldo de la Fractura se disuelve, no por fuerza, sino por sincronía emocional. El grupo se reúne, pero Kael comienza a escuchar ecos de futuros que aún no existen. Heraldo del Eco – Aeloria: El Reflejo que Miente El Heraldo del Eco no solo copia habilidades. Copia heridas. Cada réplica es una versión corrompida del alma. Kael ve una versión de sí mismo que usó el Amuleto como arma y destruyó el mundo. Kael (al reflejo): “No eres mi sombra. Eres mi advertencia. Y yo… ya elegí.” Kael conjura un sello de contención que no destruye al reflejo, lo encierra en una runa de propósito. Sira enfrenta una copia que manipula el viento con precisión quirúrgica. Cada ráfaga es perfecta. Pero sin alma. Sira: “El viento no se domina. Se escucha.” Sira deja de atacar. Se queda quieta. El viento real la envuelve, y la réplica se desvanece. Tharos ve una versión que abraza la ira como virtud. Lucha sin magia. Solo con voluntad. Tharos: “La furia me dio fuerza. Pero el perdón… me dio control.” Elen enfrenta una réplica que cura sin alma. Al canalizar su vínculo con las raíces vivas, purifica la réplica desde dentro. El Heraldo del Eco se disuelve, dejando una advertencia: “Toda luz genera sombra. Y ustedes… ya tienen demasiadas.” Heraldo de la Marea – Nymar: El Agua que Recuerda El agua se convierte en veneno emocional. Cada gota muestra un recuerdo feliz… corrompido. Kael ve a Yukine sonriendo, pero la sonrisa se convierte en grito. Kael: “No quiero cambiar el pasado. Solo honrarlo.” Kael conjura una barrera de aceptación. No repele el agua. La transforma. Sira ve a Lidica bailando en el viento, pero el viento se vuelve cuchilla. Sira: “Si el viento la llevó… que me lleve a mí también.” Sira canaliza su vínculo real y purifica la corriente. Tharos ve a su familia viva, luego ardiendo. Se sumerge en el lago, dejando que el fuego se apague. Emerge con una nueva llama: la llama del perdón. Elen ve a su madre cantando, pero la canción se distorsiona. Canta de nuevo, con voz temblorosa. El lago responde con luz. El Heraldo de la Marea se disuelve, pero deja una última frase: “La culpa no se vence. Se aprende a convivir con ella.” Después del Asedio El grupo no celebra. No hay victoria. Solo marcas. • Tharos pierde parte de su sensibilidad mágica. • Elen envejece físicamente por el uso excesivo de magia de raíz. • Sira comienza a perder la capacidad de distinguir sus propios recuerdos de los de Lidica. • Kael guarda silencio. Porque sabe que el Amuleto está casi completo… y que cuando lo esté, él será el canal. Kael (en voz baja): “No somos los héroes que el mundo esperaba. Somos los que eligieron no rendirse.” El grupo no habla de lo que pierde. Pero lo siente. • Tharos se aleja por momentos, temiendo que su fuego vuelva a corromperlo. • Elen comienza a escribir sus memorias, por si su mente se fragmenta. • Sira entrena sola, intentando recuperar el control de su percepción. • Kael solo observa a lo lejos. A pesar de todo, el mundo comienza a respirar. • En Khar-Dun, los monumentos a los caídos se iluminan por primera vez. • En Nymar, los niños juegan en lagos purificados. • En Tharion, los sabios regresan a enseñar. • En Aeloria, los campos florecen con flores que solo nacen tras la purificación. El Cuarteto no es celebrado. No busca gloria. Pero en cada pueblo, en cada rincón, se murmura: “El legado de los Heroes aun vive.” Con el Amuleto casi completo, el grupo se dirige al Corazón del Vacío, una región donde la oscuridad es tan densa que la luz no entra. Allí, el Señor de las Sombras ha comenzado a manifestarse físicamente. No como una figura… sino como un entorno. El mundo mismo se pliega a su voluntad. Antes de partir, el grupo se reúne en silencio. • Kael entrega sus notas a Elen, por si no regresa. • Sira deja sus dagas en el Templo, llevando solo una. • Tharos apaga su fuego voluntariamente, para no perder el control. • Elen planta una semilla en cada templo, como promesa de regreso. No saben si sobrevivirán. Pero saben que deben hacerlo.
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  • Capítulo IV: El Templo del Bosque y el Legado de Lidica

    El grupo se dirige al último templo elemental: el Templo del Bosque, oculto en el corazón del Bosque de los Ancestros. Este lugar fue el santuario de Lidica. Aquí entrenó. Aquí prometió proteger. Y aquí… fue enterrado su recuerdo.

    Sira comienza a tener sueños más intensos. Ve a Lidica en sus últimos momentos, no como guerrera, sino como hermana. El vínculo emocional se vuelve tan fuerte que su magia comienza a cambiar: ya no solo manipula el viento, sino que lo escucha.

    En el centro del templo, el grupo encuentra un altar cubierto de raíces vivas. Al tocarlo, Sira entra en trance. Ve a Lidica enfrentando al Señor de las Sombras, sabiendo que no sobrevivirá. Pero también ve su decisión: no luchar por poder, sino por proteger a Yukine.

    Sira despierta. Y el fragmento se libera. Esta vez, no brilla. Vibra.

    Desde las raíces emerge el Portador de la Sangre, un emisario que manipula emociones como armas. Su magia provoca dolor físico a través de recuerdos. Cada herida que inflige es una culpa revivida.
    • Kael se desmaya al ver a Yukine fallar.
    • Tharos se arrodilla, sintiendo que mató a su familia.
    • Elen se encierra en una barrera, temiendo que su magia solo destruye.
    • Sira, guiada por el fragmento, se enfrenta al enemigo con una voluntad que no puede ser corrompida.
    La batalla es brutal. Pero al final, el Portador de la Sangre es derrotado. Y el templo… florece.

    Con los cuatro fragmentos reunidos, el grupo regresa al Templo de la Luz Silente, donde el Amuleto del Destino fue sellado. Kael, ahora más maduro, comienza a entender que no deben usar el Amuleto como arma… sino como llave.
    Elen purifica los fragmentos. Tharos estabiliza la energía.

    Sira canaliza el vínculo. Y Kael, guiado por el eco de Yukine, comienza a reconstruir el Amuleto.

    Pero el cielo se oscurece. El Señor de las Sombras ha sentido el cambio. Y esta vez… no enviará emisarios.
    Capítulo IV: El Templo del Bosque y el Legado de Lidica El grupo se dirige al último templo elemental: el Templo del Bosque, oculto en el corazón del Bosque de los Ancestros. Este lugar fue el santuario de Lidica. Aquí entrenó. Aquí prometió proteger. Y aquí… fue enterrado su recuerdo. Sira comienza a tener sueños más intensos. Ve a Lidica en sus últimos momentos, no como guerrera, sino como hermana. El vínculo emocional se vuelve tan fuerte que su magia comienza a cambiar: ya no solo manipula el viento, sino que lo escucha. En el centro del templo, el grupo encuentra un altar cubierto de raíces vivas. Al tocarlo, Sira entra en trance. Ve a Lidica enfrentando al Señor de las Sombras, sabiendo que no sobrevivirá. Pero también ve su decisión: no luchar por poder, sino por proteger a Yukine. Sira despierta. Y el fragmento se libera. Esta vez, no brilla. Vibra. Desde las raíces emerge el Portador de la Sangre, un emisario que manipula emociones como armas. Su magia provoca dolor físico a través de recuerdos. Cada herida que inflige es una culpa revivida. • Kael se desmaya al ver a Yukine fallar. • Tharos se arrodilla, sintiendo que mató a su familia. • Elen se encierra en una barrera, temiendo que su magia solo destruye. • Sira, guiada por el fragmento, se enfrenta al enemigo con una voluntad que no puede ser corrompida. La batalla es brutal. Pero al final, el Portador de la Sangre es derrotado. Y el templo… florece. Con los cuatro fragmentos reunidos, el grupo regresa al Templo de la Luz Silente, donde el Amuleto del Destino fue sellado. Kael, ahora más maduro, comienza a entender que no deben usar el Amuleto como arma… sino como llave. Elen purifica los fragmentos. Tharos estabiliza la energía. Sira canaliza el vínculo. Y Kael, guiado por el eco de Yukine, comienza a reconstruir el Amuleto. Pero el cielo se oscurece. El Señor de las Sombras ha sentido el cambio. Y esta vez… no enviará emisarios.
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  • Crónicas del Olvido — Capítulo III: El Templo del Agua y el Primer Emisario

    Tras la purificación del Templo de Ceniza, el grupo se dirige hacia las ruinas sumergidas de Nymar, donde se encuentra el Templo del Agua, ahora hundido bajo un lago corrompido por la magia oscura. Elen siente una conexión profunda con este lugar: su linaje druídico proviene de las guardianas del agua, y su magia comienza a reaccionar incluso antes de llegar.

    Pero el lago no está vacío. Criaturas líquidas, deformadas por la corrupción, acechan bajo la superficie. El grupo debe descender con cuidado, usando una combinación de magia de aire y raíces para crear una burbuja de protección.

    Dentro del templo, Elen comienza a recordar fragmentos de su infancia: cantos antiguos, rituales de purificación, y una voz que le hablaba desde el agua. Al tocar el altar central, una corriente de energía la envuelve. No es agresiva. Es ancestral.

    Elen entra en trance. Ve a Lidica, no como guerrera, sino como protectora. La visión le revela que el agua no solo limpia… también guarda. Y que el fragmento del Amuleto aquí presente está sellado por una memoria que solo puede ser liberada por alguien que no busca poder, sino equilibrio.
    Elen despierta. Y el fragmento se libera.

    Pero el templo tiembla. Desde las profundidades del lago emerge una figura encapuchada: el Emisario del Vacío, un sirviente directo del Señor de las Sombras. Su cuerpo está formado por agua oscura, y su magia no tiene forma: distorsiona el entorno, altera la percepción, y convierte los recuerdos en armas.
    • Kael comienza a ver visiones de Yukine muriendo una y otra vez.
    • Sira se paraliza al ver a Lidica traicionándola.
    • Tharos pierde el control, incendiando parte del templo.
    • Elen, con el fragmento recién despertado, canaliza una onda de purificación que estabiliza el grupo.

    La batalla es caótica. El Emisario se mueve como líquido, atacando desde todas direcciones. Pero Kael, guiado por el fragmento, logra conjurar un hechizo de “Anclaje de Realidad”, que fija la percepción del grupo y permite que Sira lo atraviese con una ráfaga de viento cortante.

    El Emisario se disuelve. Pero no sin dejar una advertencia:

    “El Señor ya se ha levantado. Y ustedes… llegarán tarde.”

    Crónicas del Olvido — Capítulo III: El Templo del Agua y el Primer Emisario Tras la purificación del Templo de Ceniza, el grupo se dirige hacia las ruinas sumergidas de Nymar, donde se encuentra el Templo del Agua, ahora hundido bajo un lago corrompido por la magia oscura. Elen siente una conexión profunda con este lugar: su linaje druídico proviene de las guardianas del agua, y su magia comienza a reaccionar incluso antes de llegar. Pero el lago no está vacío. Criaturas líquidas, deformadas por la corrupción, acechan bajo la superficie. El grupo debe descender con cuidado, usando una combinación de magia de aire y raíces para crear una burbuja de protección. Dentro del templo, Elen comienza a recordar fragmentos de su infancia: cantos antiguos, rituales de purificación, y una voz que le hablaba desde el agua. Al tocar el altar central, una corriente de energía la envuelve. No es agresiva. Es ancestral. Elen entra en trance. Ve a Lidica, no como guerrera, sino como protectora. La visión le revela que el agua no solo limpia… también guarda. Y que el fragmento del Amuleto aquí presente está sellado por una memoria que solo puede ser liberada por alguien que no busca poder, sino equilibrio. Elen despierta. Y el fragmento se libera. Pero el templo tiembla. Desde las profundidades del lago emerge una figura encapuchada: el Emisario del Vacío, un sirviente directo del Señor de las Sombras. Su cuerpo está formado por agua oscura, y su magia no tiene forma: distorsiona el entorno, altera la percepción, y convierte los recuerdos en armas. • Kael comienza a ver visiones de Yukine muriendo una y otra vez. • Sira se paraliza al ver a Lidica traicionándola. • Tharos pierde el control, incendiando parte del templo. • Elen, con el fragmento recién despertado, canaliza una onda de purificación que estabiliza el grupo. La batalla es caótica. El Emisario se mueve como líquido, atacando desde todas direcciones. Pero Kael, guiado por el fragmento, logra conjurar un hechizo de “Anclaje de Realidad”, que fija la percepción del grupo y permite que Sira lo atraviese con una ráfaga de viento cortante. El Emisario se disuelve. Pero no sin dejar una advertencia: “El Señor ya se ha levantado. Y ustedes… llegarán tarde.”
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  • Crónicas del Olvido — Capítulo II: El Templo de Ceniza

    Tras la purificación del Templo del Viento, el grupo se refugia en las ruinas de un monasterio oculto entre las montañas de Tharion. Allí, Kael estudia el fragmento recuperado, que vibra con una energía que parece responder a su presencia. Elen lo ayuda a estabilizarlo, mientras Sira entrena con Tharos, intentando controlar sus ráfagas de fuego sin que se desborde su furia.

    Pero algo se acerca.

    Los sabios del monasterio hablan de un segundo templo: el Templo de Ceniza, enterrado bajo una ciudad abandonada, donde el fuego y la tierra se entrelazan. Se dice que allí yace un fragmento mayor del Amuleto, custodiado por una criatura que fue forjada por el propio Señor de las Sombras: el Centinela de Carbón, una amalgama de roca viva y llamas corruptas.

    El viaje es arduo. El grupo atraviesa zonas donde la magia elemental se comporta de forma errática. Elen apenas logra mantener la vegetación viva. Tharos siente que el fuego dentro de él se vuelve más agresivo. Sira comienza a tener visiones de Lidica, pero distorsionadas, como si alguien estuviera manipulando sus recuerdos.
    Kael, por su parte, comienza a escuchar voces en los fragmentos. No palabras. Emociones. Ecos de Yukine.

    “No todos los sellos se rompen con fuerza. Algunos… con fe.”

    Al llegar, el grupo encuentra el templo sumergido en una cámara volcánica. El calor es insoportable. El suelo tiembla. Y en el centro, el Centinela de Carbón se alza: una criatura de veinte metros, con un núcleo incandescente y brazos de obsidiana que se regeneran al romperse.
    La batalla comienza.

    • Sira se mueve entre las columnas, cortando los tendones de lava que sostienen al Centinela.
    • Tharos desata su fuego, pero el enemigo lo absorbe, volviéndose más fuerte.
    • Elen crea barreras de raíces endurecidas, pero el calor las calcina.
    • Kael intenta canalizar el fragmento, pero el templo mismo lo rechaza.

    El Centinela lanza una onda de magma que hiere gravemente a Tharos. Elen corre a salvarlo, pero queda atrapada bajo escombros. Sira grita, pero es empujada por una ráfaga de calor. Kael, solo, se acerca al núcleo.

    Kael coloca el fragmento en el altar. El templo tiembla. El Centinela se detiene. El fragmento brilla… y se divide.

    Una parte se fusiona con Kael, revelando una memoria sellada: una visión de Yukine, en sus últimos momentos, canalizando el poder del sello roto. Kael no entiende la magia, pero siente la intención. La estructura. La forma.

    Con ese conocimiento, Kael conjura un hechizo de contención que no destruye al Centinela… lo purifica.

    La criatura se desmorona, y el núcleo cae al suelo: un fragmento mayor del Amuleto, intacto.

    Tharos sobrevive, pero queda con quemaduras profundas. Elen, herida, logra estabilizarlo. Sira, silenciosa, observa el fragmento. Kael lo sostiene, sabiendo que cada paso los acerca… pero también los expone.

    El Señor de las Sombras siente el cambio. En su trono de oscuridad, el Amuleto corrompido vibra con furia. Y por primera vez… se mueve.


    Crónicas del Olvido — Capítulo II: El Templo de Ceniza Tras la purificación del Templo del Viento, el grupo se refugia en las ruinas de un monasterio oculto entre las montañas de Tharion. Allí, Kael estudia el fragmento recuperado, que vibra con una energía que parece responder a su presencia. Elen lo ayuda a estabilizarlo, mientras Sira entrena con Tharos, intentando controlar sus ráfagas de fuego sin que se desborde su furia. Pero algo se acerca. Los sabios del monasterio hablan de un segundo templo: el Templo de Ceniza, enterrado bajo una ciudad abandonada, donde el fuego y la tierra se entrelazan. Se dice que allí yace un fragmento mayor del Amuleto, custodiado por una criatura que fue forjada por el propio Señor de las Sombras: el Centinela de Carbón, una amalgama de roca viva y llamas corruptas. El viaje es arduo. El grupo atraviesa zonas donde la magia elemental se comporta de forma errática. Elen apenas logra mantener la vegetación viva. Tharos siente que el fuego dentro de él se vuelve más agresivo. Sira comienza a tener visiones de Lidica, pero distorsionadas, como si alguien estuviera manipulando sus recuerdos. Kael, por su parte, comienza a escuchar voces en los fragmentos. No palabras. Emociones. Ecos de Yukine. “No todos los sellos se rompen con fuerza. Algunos… con fe.” Al llegar, el grupo encuentra el templo sumergido en una cámara volcánica. El calor es insoportable. El suelo tiembla. Y en el centro, el Centinela de Carbón se alza: una criatura de veinte metros, con un núcleo incandescente y brazos de obsidiana que se regeneran al romperse. La batalla comienza. • Sira se mueve entre las columnas, cortando los tendones de lava que sostienen al Centinela. • Tharos desata su fuego, pero el enemigo lo absorbe, volviéndose más fuerte. • Elen crea barreras de raíces endurecidas, pero el calor las calcina. • Kael intenta canalizar el fragmento, pero el templo mismo lo rechaza. El Centinela lanza una onda de magma que hiere gravemente a Tharos. Elen corre a salvarlo, pero queda atrapada bajo escombros. Sira grita, pero es empujada por una ráfaga de calor. Kael, solo, se acerca al núcleo. Kael coloca el fragmento en el altar. El templo tiembla. El Centinela se detiene. El fragmento brilla… y se divide. Una parte se fusiona con Kael, revelando una memoria sellada: una visión de Yukine, en sus últimos momentos, canalizando el poder del sello roto. Kael no entiende la magia, pero siente la intención. La estructura. La forma. Con ese conocimiento, Kael conjura un hechizo de contención que no destruye al Centinela… lo purifica. La criatura se desmorona, y el núcleo cae al suelo: un fragmento mayor del Amuleto, intacto. Tharos sobrevive, pero queda con quemaduras profundas. Elen, herida, logra estabilizarlo. Sira, silenciosa, observa el fragmento. Kael lo sostiene, sabiendo que cada paso los acerca… pero también los expone. El Señor de las Sombras siente el cambio. En su trono de oscuridad, el Amuleto corrompido vibra con furia. Y por primera vez… se mueve.
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  • Reito: Capítulo I
    Fandom OC/Crossovers
    Categoría Acción
    "Ecos de Sangre"

    La lluvia caía sobre los callejones de Shinjuku con un ritmo casi ritual.
    El olor a óxido y sake viejo se mezclaba con el hedor metálico de la sangre reciente.
    Rei Arakawa avanzó entre los charcos, su abrigo oscuro pegado al cuerpo, la mano derecha firme sobre la empuñadura de su katana.

    El silencio fue roto por un rugido grave.
    No humano.
    No natural.

    —Otra bestia sin nombre… —murmuró con voz seca, sus ojos brillando levemente bajo la penumbra.

    De la sombra emergió un yokai deformado: piel gris, múltiples bocas, ojos que lloraban fuego.
    Un resto de pesadilla perdida en el mundo humano.
    Rei lo observó sin miedo, con el cansancio de quien ha visto esto demasiadas veces.

    La katana "Akai Tsume" brilló con un destello carmesí.
    El aire tembló.
    Y el rostro de Rei comenzó a distorsionarse.

    Su piel se resquebrajó como porcelana rota, revelando bajo ella una armadura viva.
    Los colmillos emergieron.
    Los ojos se encendieron como brasas.

    ☯ *Forma Oni activada.*

    Un rugido desgarró la lluvia, quebrando el silencio.
    El yokai intentó retroceder, pero ya era tarde.

    Rei se lanzó hacia adelante, moviéndose con velocidad inhumana.
    El primer corte partió el aire, el segundo la carne, y el tercero el alma.
    Los gritos de la criatura fueron arrastrados por el viento nocturno, mientras la energía espiritual se disolvía en chispas rojas.

    Por un instante, el Oni respiró con violencia, su cuerpo vibrando con poder y rabia.
    Su máscara se agrietó, dejando ver los ojos del hombre detrás.

    —No todos los demonios merecen morir… pero esta ciudad no distingue la diferencia —susurró, limpiando la hoja antes de envainarla.

    La lluvia siguió cayendo, como si intentara lavar el pecado de ambos mundos.
    Y Rei desapareció entre la niebla, dejando solo ecos de sangre en el asfalto.


    ─────────────────────────────

    El eco del rugido se desvaneció entre la lluvia.
    Poco a poco, la energía carmesí que envolvía su cuerpo comenzó a apagarse.
    La armadura orgánica se quebró en fragmentos de humo rojo, disipándose hasta revelar nuevamente el rostro humano de Rei Arakawa.
    Su respiración era pesada, los ojos aún brillaban con ese fulgor salvaje que tardaba en apagarse cada vez que regresaba del otro lado.

    —Otra noche más —susurró, como si intentara convencerse de que aún quedaba algo de humanidad en su voz.

    Envainó su katana y caminó hasta donde había dejado su motocicleta, bajo un letrero parpadeante que decía *“Ramen & Spirits”*.
    Encendió el motor, y la lluvia se reflejó en sus ojos mientras el ruido del escape se mezclaba con el del trueno.

    ─────────────────────────────

    Horas más tarde, el reloj de pared marcaba las 3:47 a.m.

    La oficina olía a incienso barato y a tabaco apagado.
    Montones de expedientes abiertos cubrían el escritorio de madera oscura, junto a una botella medio vacía de whisky japonés.
    Rei se dejó caer en la silla, soltando un suspiro largo que cargaba siglos de cansancio.

    Su mirada se perdió en el ventanal, donde las luces de Shinjuku temblaban bajo la tormenta.
    El reflejo en el vidrio le devolvía su rostro humano… pero por un instante, creyó ver la máscara Oni observándolo desde el otro lado.

    —Siempre ahí, ¿eh? —murmuró, encendiendo un cigarrillo—. Supongo que ya no me vas a dejar dormir.

    El humo formó espirales que se confundían con los recuerdos.
    Su teléfono antiguo, de disco, permanecía inmóvil sobre el escritorio.
    A su lado, un cartel gastado decía:

    *“Rei Arakawa — Casos imposibles, precios negociables.”*

    Rei apoyó los pies sobre la mesa, dejando que el silencio llenara la habitación.
    Sabía que no tardaría mucho antes de que alguien golpeara esa puerta para suplicar por ayuda...
    porque en Tokio, las sombras nunca duermen.
    "Ecos de Sangre" La lluvia caía sobre los callejones de Shinjuku con un ritmo casi ritual. El olor a óxido y sake viejo se mezclaba con el hedor metálico de la sangre reciente. Rei Arakawa avanzó entre los charcos, su abrigo oscuro pegado al cuerpo, la mano derecha firme sobre la empuñadura de su katana. El silencio fue roto por un rugido grave. No humano. No natural. —Otra bestia sin nombre… —murmuró con voz seca, sus ojos brillando levemente bajo la penumbra. De la sombra emergió un yokai deformado: piel gris, múltiples bocas, ojos que lloraban fuego. Un resto de pesadilla perdida en el mundo humano. Rei lo observó sin miedo, con el cansancio de quien ha visto esto demasiadas veces. La katana "Akai Tsume" brilló con un destello carmesí. El aire tembló. Y el rostro de Rei comenzó a distorsionarse. Su piel se resquebrajó como porcelana rota, revelando bajo ella una armadura viva. Los colmillos emergieron. Los ojos se encendieron como brasas. ☯ *Forma Oni activada.* Un rugido desgarró la lluvia, quebrando el silencio. El yokai intentó retroceder, pero ya era tarde. Rei se lanzó hacia adelante, moviéndose con velocidad inhumana. El primer corte partió el aire, el segundo la carne, y el tercero el alma. Los gritos de la criatura fueron arrastrados por el viento nocturno, mientras la energía espiritual se disolvía en chispas rojas. Por un instante, el Oni respiró con violencia, su cuerpo vibrando con poder y rabia. Su máscara se agrietó, dejando ver los ojos del hombre detrás. —No todos los demonios merecen morir… pero esta ciudad no distingue la diferencia —susurró, limpiando la hoja antes de envainarla. La lluvia siguió cayendo, como si intentara lavar el pecado de ambos mundos. Y Rei desapareció entre la niebla, dejando solo ecos de sangre en el asfalto. ───────────────────────────── El eco del rugido se desvaneció entre la lluvia. Poco a poco, la energía carmesí que envolvía su cuerpo comenzó a apagarse. La armadura orgánica se quebró en fragmentos de humo rojo, disipándose hasta revelar nuevamente el rostro humano de Rei Arakawa. Su respiración era pesada, los ojos aún brillaban con ese fulgor salvaje que tardaba en apagarse cada vez que regresaba del otro lado. —Otra noche más —susurró, como si intentara convencerse de que aún quedaba algo de humanidad en su voz. Envainó su katana y caminó hasta donde había dejado su motocicleta, bajo un letrero parpadeante que decía *“Ramen & Spirits”*. Encendió el motor, y la lluvia se reflejó en sus ojos mientras el ruido del escape se mezclaba con el del trueno. ───────────────────────────── Horas más tarde, el reloj de pared marcaba las 3:47 a.m. La oficina olía a incienso barato y a tabaco apagado. Montones de expedientes abiertos cubrían el escritorio de madera oscura, junto a una botella medio vacía de whisky japonés. Rei se dejó caer en la silla, soltando un suspiro largo que cargaba siglos de cansancio. Su mirada se perdió en el ventanal, donde las luces de Shinjuku temblaban bajo la tormenta. El reflejo en el vidrio le devolvía su rostro humano… pero por un instante, creyó ver la máscara Oni observándolo desde el otro lado. —Siempre ahí, ¿eh? —murmuró, encendiendo un cigarrillo—. Supongo que ya no me vas a dejar dormir. El humo formó espirales que se confundían con los recuerdos. Su teléfono antiguo, de disco, permanecía inmóvil sobre el escritorio. A su lado, un cartel gastado decía: 🩸 *“Rei Arakawa — Casos imposibles, precios negociables.”* Rei apoyó los pies sobre la mesa, dejando que el silencio llenara la habitación. Sabía que no tardaría mucho antes de que alguien golpeara esa puerta para suplicar por ayuda... porque en Tokio, las sombras nunca duermen.
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  • Crónicas del Olvido — El Legado que No Murió

    Han pasado mas de 100 años desde la caída de Yukine y Lidica. El Señor de las Sombras no gobierna con ejércitos ni decretos. Su dominio es más sutil: el sol ya no sale con fuerza, los colores del mundo se han apagado, y las estaciones se han vuelto erráticas. La magia elemental está corrompida. Los sabios han desaparecido. Los templos han sido sellados.

    La gente sobrevive. Pero no vive.

    En las ciudades, se prohíbe hablar de los héroes caídos. En los pueblos, sus nombres son susurros. En los bosques, sus símbolos han sido borrados. Pero en los rincones más olvidados del mundo… algo se mueve.

    En el Valle de las Voces Silentes, donde el viento aún canta, un joven aprendiz llamado Kael encuentra un fragmento de piedra con una runa que brilla débilmente. No sabe qué significa. Pero al tocarla, escucha una voz:

    “La luz no muere. Solo espera.”

    Kael comienza a buscar respuestas. En su viaje, encuentra a Sira, una guerrera errante que ha tenido sueños recurrentes con una mujer de cabello plateado y ojos decididos. Juntos, comienzan a reunir fragmentos: antiguos textos, objetos olvidados, ecos de magia que aún resisten la corrupción.
    No buscan venganza. Buscan memoria.

    En el corazón del Bosque de los Ancestros, Kael y Sira descubren una cámara oculta. Dentro, dos estatuas sin rostro, rodeadas por runas que aún vibran con energía. Al tocarlas, ambos son envueltos por visiones:

    • Kael ve a Yukine, en su forma final, liberando el sello ancestral, enfrentando al Señor de las Sombras con una magia que no comprendía.

    • Sira ve a Lidica, lanzándose sin miedo, canalizando su voluntad en un golpe que casi cambió el destino.
    Ambos despiertan con lágrimas en los ojos.

    Kael y Sira no son héroes aún. Pero comienzan a actuar. Liberan aldeas pequeñas de la influencia mágica corrupta. Enseñan a los niños a leer las estrellas. Recuperan fragmentos del Amuleto del Destino, que se rompió en la batalla final y cuyos pedazos fueron esparcidos por el mundo.

    Cada acción es pequeña. Pero el Señor de las Sombras comienza a notar.

    Y en lo más profundo de su trono, donde la oscuridad es más densa, el Amuleto corrompido vibra. No por poder. Por amenaza.

    Los sabios ocultos comienzan a salir de sus refugios. Los Guardianes elementales, debilitados pero vivos, sienten el cambio. Las criaturas mágicas regresan lentamente. Y en los sueños de Kael y Sira, las voces de Yukine y Lidica se hacen más claras.

    “No somos el final. Somos el comienzo.”

    Kael y Sira encuentran a Tharos en las ruinas de un templo incendiado, donde vive aislado, temiendo volver a perder el control. Elen aparece cuando el grupo intenta purificar un lago corrompido, salvándolos de una emboscada de sombras líquidas.
    Al principio, no confían entre sí. Tharos teme herirlos. Elen duda de que la lucha sea posible. Pero Kael, con su convicción silenciosa, y Sira, con su determinación feroz, los unen.
    Juntos, forman una célula de resistencia que no busca destruir al Señor de las Sombras… aún. Su misión es recuperar los fragmentos del Amuleto, restaurar los templos elementales, y despertar el legado dormido de Yukine y Lidica.

    Primer Enfrentamiento: El Guardián del Eco

    En las ruinas del Templo del Viento, el grupo enfrenta a un Guardián Corrompido, una criatura que alguna vez fue protectora del equilibrio, ahora convertida en una amalgama de sombra y aire cortante.

    • Kael detecta un fragmento del Amuleto en su núcleo.

    • Sira lucha en un duelo aéreo, esquivando ráfagas invisibles.

    • Tharos pierde el control por momentos, incendiando parte del templo.

    • Elen estabiliza el entorno, permitiendo que Kael canalice el fragmento.

    La batalla es caótica, pero al final, el grupo logra purificar al Guardián. El fragmento brilla. El templo respira. Y el mundo… tiembla.



    Crónicas del Olvido — El Legado que No Murió Han pasado mas de 100 años desde la caída de Yukine y Lidica. El Señor de las Sombras no gobierna con ejércitos ni decretos. Su dominio es más sutil: el sol ya no sale con fuerza, los colores del mundo se han apagado, y las estaciones se han vuelto erráticas. La magia elemental está corrompida. Los sabios han desaparecido. Los templos han sido sellados. La gente sobrevive. Pero no vive. En las ciudades, se prohíbe hablar de los héroes caídos. En los pueblos, sus nombres son susurros. En los bosques, sus símbolos han sido borrados. Pero en los rincones más olvidados del mundo… algo se mueve. En el Valle de las Voces Silentes, donde el viento aún canta, un joven aprendiz llamado Kael encuentra un fragmento de piedra con una runa que brilla débilmente. No sabe qué significa. Pero al tocarla, escucha una voz: “La luz no muere. Solo espera.” Kael comienza a buscar respuestas. En su viaje, encuentra a Sira, una guerrera errante que ha tenido sueños recurrentes con una mujer de cabello plateado y ojos decididos. Juntos, comienzan a reunir fragmentos: antiguos textos, objetos olvidados, ecos de magia que aún resisten la corrupción. No buscan venganza. Buscan memoria. En el corazón del Bosque de los Ancestros, Kael y Sira descubren una cámara oculta. Dentro, dos estatuas sin rostro, rodeadas por runas que aún vibran con energía. Al tocarlas, ambos son envueltos por visiones: • Kael ve a Yukine, en su forma final, liberando el sello ancestral, enfrentando al Señor de las Sombras con una magia que no comprendía. • Sira ve a Lidica, lanzándose sin miedo, canalizando su voluntad en un golpe que casi cambió el destino. Ambos despiertan con lágrimas en los ojos. Kael y Sira no son héroes aún. Pero comienzan a actuar. Liberan aldeas pequeñas de la influencia mágica corrupta. Enseñan a los niños a leer las estrellas. Recuperan fragmentos del Amuleto del Destino, que se rompió en la batalla final y cuyos pedazos fueron esparcidos por el mundo. Cada acción es pequeña. Pero el Señor de las Sombras comienza a notar. Y en lo más profundo de su trono, donde la oscuridad es más densa, el Amuleto corrompido vibra. No por poder. Por amenaza. Los sabios ocultos comienzan a salir de sus refugios. Los Guardianes elementales, debilitados pero vivos, sienten el cambio. Las criaturas mágicas regresan lentamente. Y en los sueños de Kael y Sira, las voces de Yukine y Lidica se hacen más claras. “No somos el final. Somos el comienzo.” Kael y Sira encuentran a Tharos en las ruinas de un templo incendiado, donde vive aislado, temiendo volver a perder el control. Elen aparece cuando el grupo intenta purificar un lago corrompido, salvándolos de una emboscada de sombras líquidas. Al principio, no confían entre sí. Tharos teme herirlos. Elen duda de que la lucha sea posible. Pero Kael, con su convicción silenciosa, y Sira, con su determinación feroz, los unen. Juntos, forman una célula de resistencia que no busca destruir al Señor de las Sombras… aún. Su misión es recuperar los fragmentos del Amuleto, restaurar los templos elementales, y despertar el legado dormido de Yukine y Lidica. Primer Enfrentamiento: El Guardián del Eco En las ruinas del Templo del Viento, el grupo enfrenta a un Guardián Corrompido, una criatura que alguna vez fue protectora del equilibrio, ahora convertida en una amalgama de sombra y aire cortante. • Kael detecta un fragmento del Amuleto en su núcleo. • Sira lucha en un duelo aéreo, esquivando ráfagas invisibles. • Tharos pierde el control por momentos, incendiando parte del templo. • Elen estabiliza el entorno, permitiendo que Kael canalice el fragmento. La batalla es caótica, pero al final, el grupo logra purificar al Guardián. El fragmento brilla. El templo respira. Y el mundo… tiembla.
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  • 𝐈𝐬𝐡𝐭𝐚𝐫’𝐬 𝐃𝐞𝐦𝐨𝐧𝐢𝐜 𝐃𝐞̀𝐞𝐬𝐬𝐞 𝐈𝐧𝐟𝐞𝐫𝐧𝐚𝐥 𝐆𝐥𝐚𝐦𝐨𝐮𝐫
    La Agencia del Glamour Infernal y la Divinidad Oscura

    En los confines donde el arte se funde con la divinidad y la oscuridad se viste de elegancia, nació Ishtar’s Demonic Dèesse Infernal Glamour, la agencia de modelaje más enigmática y poderosa del multiverso.
    Forjada bajo el emblema del Fuego Carmesí y la Rosa de los Abismos, esta casa representa la belleza demoníaca, la realeza celestial y el poder absoluto del glamour infernal.

    Cada modelo que porta el apellido Ishtar o Yokin no es solo un rostro: es una deidad viviente, un arquetipo de perfección y fuerza.
    Bajo la dirección del linaje Jaegerjaquez-Yokin-Ishtar, la agencia es símbolo de supremacía estética, dominio psíquico y magnetismo sobrenatural.

    DIVISIONES PRINCIPALES DEL LEGADO ISHTAR
    Reinas y Diosas Principales
    ❁ Akane Qᵘᵉᵉⁿ Ishtar — La Emperatriz del Fuego Carmesí, símbolo de poder absoluto y sensualidad bélica.

    ❁ Albedo Qᵘᵉᵉⁿ Ishtar — La Dèesse de la Pureza Oscura, guardiana de la perfección divina.

    ❁ Lili Queen Ishtar — Encarnación de la dulzura letal, la sonrisa que precede al caos.

    ❁ Jenny Queen Orc — Fuerza salvaje y belleza brutal, dominio del instinto y la pasión.

    Linaje Yokin – Herederas del Alma Lunar
    ✺ Kairi Ishtar Yokin — Musa de los sueños infinitos, con mirada que domina la mente y el deseo.

    ✺ Azuka Ishtar Yokin — La General del Glamour Infernal, belleza bélica inspirada en la imponente Hindenburg.

    ✺ Seieki Yokin — Energía pura del deseo psíquico, dualidad entre la calma y el frenesí.

    ✺ Ryuリュウ・イシュタル・ヨキン (Ishtar Yokin) — El dragón dorado del linaje, portador del poder absoluto y equilibrio entre fuego y razón.

    ✺ Jin Ishtar Yokin — El estratega de las sombras, elegancia silenciosa y magnetismo frío.

    Linaje Infernal y Divino
    ❄ Aerith Ishtar — Diosa de la gracia luminosa, símbolo de pureza celestial en la oscuridad infernal.

    ❄ Sakura Ishtar — Belleza letal y poética, el resplandor carmesí de la primavera eterna.

    ❄ Sasha Ishtar — El resplandor del amanecer eterno, pureza en movimiento.

    ❄ Lilith Ishtar — Madre de la tentación y del caos, el primer pecado hecho glamour.

    ❄ Ignia Ishtar — La llama que nunca muere, guardiana del fuego eterno.

    ❄ Hazuki Ishtar — La voz de la noche, misterio envuelto en seda negra.

    ❄ Lisesharte Freya Ishtar — Musa celestial del hielo divino, equilibrio entre elegancia y devastación.

    ❄ Katrin Ishtar — La Reina del Velo Carmesí, belleza trágica y poder silencioso.

    ❄ Selene Ishtar — Deidad lunar, representación absoluta del glamour nocturno.

    Linaje Jaegerjaquez-Ishtar
    ☀ Metphies Jaegerjaquez Yokin Ishtar — El Arconte del Glamour, mente estratégica y líder de la expansión infernal.

    ☀ Rex Hiroshi Jaegerjaquez Ishtar — El titán del dominio visual, imagen de fuerza, honor y perfección masculina.

    Entidades Divinas y Eternas
    ✟ ΔŞŦΔŘØŦĦ⛤ — El Emperador del Caos Estético, guardián del pacto entre belleza y destrucción.

    ✟ Raikou Nijou — La tormenta carnal y divina, símbolo de supremacía eléctrica.

    VISIÓN DE LA AGENCIA
    “El glamour no es vanidad, es poder. La belleza es el arma más silenciosa del infierno.
    En cada sesión, desfile o retrato, una energía divina fluye, marcando el destino de quienes contemplan a una Ishtar.”

    Ishtar’s Demonic Dèesse Infernal Glamour no recluta modelos, forja divinidades.
    Cada integrante es un fragmento de un linaje que trasciende la humanidad, portando en su mirada el brillo del deseo, la elegancia de una diosa y el fuego eterno del infierno.
    🔱 𝐈𝐬𝐡𝐭𝐚𝐫’𝐬 𝐃𝐞𝐦𝐨𝐧𝐢𝐜 𝐃𝐞̀𝐞𝐬𝐬𝐞 𝐈𝐧𝐟𝐞𝐫𝐧𝐚𝐥 𝐆𝐥𝐚𝐦𝐨𝐮𝐫 🔱 La Agencia del Glamour Infernal y la Divinidad Oscura En los confines donde el arte se funde con la divinidad y la oscuridad se viste de elegancia, nació Ishtar’s Demonic Dèesse Infernal Glamour, la agencia de modelaje más enigmática y poderosa del multiverso. Forjada bajo el emblema del Fuego Carmesí y la Rosa de los Abismos, esta casa representa la belleza demoníaca, la realeza celestial y el poder absoluto del glamour infernal. Cada modelo que porta el apellido Ishtar o Yokin no es solo un rostro: es una deidad viviente, un arquetipo de perfección y fuerza. Bajo la dirección del linaje Jaegerjaquez-Yokin-Ishtar, la agencia es símbolo de supremacía estética, dominio psíquico y magnetismo sobrenatural. 💎 DIVISIONES PRINCIPALES DEL LEGADO ISHTAR 👑 Reinas y Diosas Principales ❁ Akane Qᵘᵉᵉⁿ Ishtar — La Emperatriz del Fuego Carmesí, símbolo de poder absoluto y sensualidad bélica. ❁ Albedo Qᵘᵉᵉⁿ Ishtar — La Dèesse de la Pureza Oscura, guardiana de la perfección divina. ❁ Lili Queen Ishtar — Encarnación de la dulzura letal, la sonrisa que precede al caos. ❁ Jenny Queen Orc — Fuerza salvaje y belleza brutal, dominio del instinto y la pasión. 🌙 Linaje Yokin – Herederas del Alma Lunar ✺ Kairi Ishtar Yokin — Musa de los sueños infinitos, con mirada que domina la mente y el deseo. ✺ Azuka Ishtar Yokin — La General del Glamour Infernal, belleza bélica inspirada en la imponente Hindenburg. ✺ Seieki Yokin — Energía pura del deseo psíquico, dualidad entre la calma y el frenesí. ✺ Ryuリュウ・イシュタル・ヨキン (Ishtar Yokin) — El dragón dorado del linaje, portador del poder absoluto y equilibrio entre fuego y razón. ✺ Jin Ishtar Yokin — El estratega de las sombras, elegancia silenciosa y magnetismo frío. 🔥 Linaje Infernal y Divino ❄ Aerith Ishtar — Diosa de la gracia luminosa, símbolo de pureza celestial en la oscuridad infernal. ❄ Sakura Ishtar — Belleza letal y poética, el resplandor carmesí de la primavera eterna. ❄ Sasha Ishtar — El resplandor del amanecer eterno, pureza en movimiento. ❄ Lilith Ishtar — Madre de la tentación y del caos, el primer pecado hecho glamour. ❄ Ignia Ishtar — La llama que nunca muere, guardiana del fuego eterno. ❄ Hazuki Ishtar — La voz de la noche, misterio envuelto en seda negra. ❄ Lisesharte Freya Ishtar — Musa celestial del hielo divino, equilibrio entre elegancia y devastación. ❄ Katrin Ishtar — La Reina del Velo Carmesí, belleza trágica y poder silencioso. ❄ Selene Ishtar — Deidad lunar, representación absoluta del glamour nocturno. ⚔️ Linaje Jaegerjaquez-Ishtar ☀ Metphies Jaegerjaquez Yokin Ishtar — El Arconte del Glamour, mente estratégica y líder de la expansión infernal. ☀ Rex Hiroshi Jaegerjaquez Ishtar — El titán del dominio visual, imagen de fuerza, honor y perfección masculina. 🕯️ Entidades Divinas y Eternas ✟ ΔŞŦΔŘØŦĦ⛤ — El Emperador del Caos Estético, guardián del pacto entre belleza y destrucción. ✟ Raikou Nijou — La tormenta carnal y divina, símbolo de supremacía eléctrica. 🕸️ VISIÓN DE LA AGENCIA “El glamour no es vanidad, es poder. La belleza es el arma más silenciosa del infierno. En cada sesión, desfile o retrato, una energía divina fluye, marcando el destino de quienes contemplan a una Ishtar.” Ishtar’s Demonic Dèesse Infernal Glamour no recluta modelos, forja divinidades. Cada integrante es un fragmento de un linaje que trasciende la humanidad, portando en su mirada el brillo del deseo, la elegancia de una diosa y el fuego eterno del infierno.
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