• L'autre côté de la médialle
    Categoría Slice of Life
    Apenas puse un pie en la entrada de la mansión sentí la tensión, mamá me había estado reventando el teléfono con llamadas y mensajes de que me apurara en llegar, siempre la misma rutina, me sentía harta de tantas reglas y restricciones.

    -Lía! - grito desde la sala una vez que me vió abrir la puerta- Se supone que salías hace una hora, se puede saber ¿¡Dónde rayos estabas!?- en su mirada se notaba la tensión.

    -Solo fui a tomar un café con Helena, teníamos que coordinar un trabajo- suspire- no tenía mucha señal en el cafetería.

    Me miró directo a los ojos y camino a pasar lento pero peligroso hacia mí tomando del brazo- Que no se vuelva a repetir Lia- dijo para luego soltarme de golpe- Tú padre te está buscando, ve con él y explícale a ver si te cree- se dio media vuelta caminando hacia la sala de música, pero a medio camino se detuvo- Y más te vale que no intentes escabullirte o te irá peor- su voz tenía toques de amenaza y con eso último, siguió caminando hasta que desapareció de la sala de estar por completo.

    Sentía tanta impotencia que sin darme cuenta me había clavado las uñas en la mano dejando algunas marcas rojizas. Por lo que tuve que tomar un respiro antes de subir al despacho de mi "padre" si se podría llamar así. Subí a paso lento, no quería llegar a la puerta, pero tenía que, una vez frente a la gran oficina, alce mi mano para tocarla pero antes pudiera hacerlo escuche su voz.

    -Pasa de una vez- dijo autoritariamente, trague saliva y con cuidado abrí la puerta, camine hacia el interior dando pasos lentos y dejando entreabierta la entrada- Cierra la puerta Lía- me miró directo a los ojos, esa mirada sin ningún tipo de emociones, "No otra vez, por favor..." sabía lo que eso significaba a puertas cerradas tenía que mantenerse todo.

    -¿Dónde estabas?- pregunto con brusquedad mientras se servia algo de licor caro y me miraba de nuevo esperando una respuesta.

    -Estaba con Helena, fui a la cafetería con ella para coordinar un trabajo- dije segura- no tenia señal en el lugar.

    -¿Crees que soy estúpido? - pregunto tirando el vaso de licor al piso haciéndolo añicos, para luego acercarse a paso rápido hacia mí, cuando menos lo pensé me tiro una bofetada, sentí el ardor en mi mejilla, incluso mi rostro fue volteado a un costado por el impacto- ¡Te he dicho que no te juntes con Helena, son de diferentes estatus! -grito- ¡Por su culpa el hijo de los Croweld se ha quejado con sus padres diciendo que te juntas con puros pobres!- me agarro de los brazos y me agitó bruscamente- ¿¡Sabes la vergüenza que me hiciste pasar!? Imagino que no, porque nunca piensas, eres igual de estúpida que tu madre- me empujó contra el piso, mi mente estaba en colapso, las lágrimas caían por mis mejillas, no era la primera vez que me hacía aquello- Maldita sea, no llores- me reprocho, quería parar de hacerlo pero simplemente no podía- ¡Ya cállate!- alzó la mano para golpearme de nuevo, pero tocaron la puerta, se detuvo en seco y se alejo unos pasos para recomponerse.

    -¿Quién busca?- preguntó en un tono amable, incluso esos cambios me asustaban a mí- levántate- demando bruscamente, no lo dude 2 veces y así lo hice.

    -Señor Russell, han venido sus invitados, los socios de Hilua, lo están esperando en el jardín, ya les di unos aperitivos en lo que venia a buscarlo y se pueda preparar- aquella voz la reconocía, era de la Mirtha una de las encargadas de la cocina.

    -Esta bien, en unos minutos bajo- repuso mi padre mientras de dirigía a su escritorio por files.

    -Entendido señor- respondió Mirtha luego se escucharon sus pasos alejándose de la puerta perdiéndose en el pasillo.

    -Te salvaste por esta vez, vete a tu habitación y no salgas- dijo sin mirarme, no dije nada, simplemente me di media vuelta y salí de la oficina, a paso rápido entre a mi habitación, tras cerrarla me recosté sobre la puerta y comencé a llorar.

    "¿Qué había hecho para merecer esto?" A veces los golpes eran sin un motivo grave por así decirlo, eran como de esos días donde mi padre necesitaba desquitarse con quién hiciera lo mínimo, estaba cansada de todo eso, de la vida que llevaba.

    Llore un buen rato antes de meterme a la ducha y ponerme algo frío en la mejilla para evitar las marcas, una vez que sentí que era suficiente me puse una pomada para no "dejar rastro" o al menos que se vea lo mínimo posible.

    Estaba por irme a acostar en la cama cuando mi celular vibro, cuando me fije en la pantalla era un mensaje de Helena, dude mucho en contestar, una parte de mi se resistía pero la otra decía que no había nada de malo en lo que hacía, Helena sabía algunas cosas de mi vida más allá de lo que aparentaba, incluso ella me había dado aquella pomada, era mi única amiga de verdad, mientras me distraía con mis pensamientos el celular volvió a vibrar trayendome de vuelta al presente, al final decidí leer sus mensajes, era sobre ir a un pequeño club secreto, dude demasiado, le explique un poco de la situación obviando ciertas partes, me dijo muchas cosas que me hicieron cuestionar todo lo que estaba viviendo, de alguna forma dándome el valor que me estaba faltando. Incluso ayudándome a hacer un plan para poder escabullirme, necesitaba vivir, darme más razones por seguir adelante, hacerme mi propio camino.

    El tiempo paso rápido y el plan comenzó a ejecutarse tal como quedamos, tuve que incluir a mi nana de confianza Karla para que todo pudiera resultar.

    -Estas divina, casi no te reconí- Helena me miro con una sonrisa- Aunque llevas más maquillaje, ¿Es por aquello verdad?- mencionó mirándome con comprensión.

    -Si- susurre- Ya sabes como son las cosas para mí...pero no hablemos de eso- le sonreí, solo quería olvidar ese mal rato por al menos unas horas.

    -Tienes razón, shu shu esas malas vibras- hizo una ademán con sus manos en el aire como si estuviera espantando mosquitos, a lo que yo reí, Helena si que era bien ocurrente, sin más charla, nos subimos a su auto y condujo hasta el club, apenas doblaba la esquina y se estacionaba, se veía las luces, el bullicio y la música.

    -A conquistar el mundo!- Helena grito y algunas personas que pasaban nos miraron raro, por mi parte solo atiné a seguirla, con ella podía ser yo sin que me juzgen, era una verdadera amiga.

    - A por el mundo!- grite a la par y corrimos hacia la entrada el club.

    Justo sonaba una canción que nos encantaba a ambas nos miramos de inmediato con una sonrisa, era por esa canción que empezamos a hablar y así nos hicimos amigas.

    -Esa es!- dijimos al unisoro, comenzamos a corear la canción mientras bailábamos.

    https://youtu.be/cA9sEdPmUbQ?si=TNbOjhpgxxWfP8Ae
    Apenas puse un pie en la entrada de la mansión sentí la tensión, mamá me había estado reventando el teléfono con llamadas y mensajes de que me apurara en llegar, siempre la misma rutina, me sentía harta de tantas reglas y restricciones. -Lía! - grito desde la sala una vez que me vió abrir la puerta- Se supone que salías hace una hora, se puede saber ¿¡Dónde rayos estabas!?- en su mirada se notaba la tensión. -Solo fui a tomar un café con Helena, teníamos que coordinar un trabajo- suspire- no tenía mucha señal en el cafetería. Me miró directo a los ojos y camino a pasar lento pero peligroso hacia mí tomando del brazo- Que no se vuelva a repetir Lia- dijo para luego soltarme de golpe- Tú padre te está buscando, ve con él y explícale a ver si te cree- se dio media vuelta caminando hacia la sala de música, pero a medio camino se detuvo- Y más te vale que no intentes escabullirte o te irá peor- su voz tenía toques de amenaza y con eso último, siguió caminando hasta que desapareció de la sala de estar por completo. Sentía tanta impotencia que sin darme cuenta me había clavado las uñas en la mano dejando algunas marcas rojizas. Por lo que tuve que tomar un respiro antes de subir al despacho de mi "padre" si se podría llamar así. Subí a paso lento, no quería llegar a la puerta, pero tenía que, una vez frente a la gran oficina, alce mi mano para tocarla pero antes pudiera hacerlo escuche su voz. -Pasa de una vez- dijo autoritariamente, trague saliva y con cuidado abrí la puerta, camine hacia el interior dando pasos lentos y dejando entreabierta la entrada- Cierra la puerta Lía- me miró directo a los ojos, esa mirada sin ningún tipo de emociones, "No otra vez, por favor..." sabía lo que eso significaba a puertas cerradas tenía que mantenerse todo. -¿Dónde estabas?- pregunto con brusquedad mientras se servia algo de licor caro y me miraba de nuevo esperando una respuesta. -Estaba con Helena, fui a la cafetería con ella para coordinar un trabajo- dije segura- no tenia señal en el lugar. -¿Crees que soy estúpido? - pregunto tirando el vaso de licor al piso haciéndolo añicos, para luego acercarse a paso rápido hacia mí, cuando menos lo pensé me tiro una bofetada, sentí el ardor en mi mejilla, incluso mi rostro fue volteado a un costado por el impacto- ¡Te he dicho que no te juntes con Helena, son de diferentes estatus! -grito- ¡Por su culpa el hijo de los Croweld se ha quejado con sus padres diciendo que te juntas con puros pobres!- me agarro de los brazos y me agitó bruscamente- ¿¡Sabes la vergüenza que me hiciste pasar!? Imagino que no, porque nunca piensas, eres igual de estúpida que tu madre- me empujó contra el piso, mi mente estaba en colapso, las lágrimas caían por mis mejillas, no era la primera vez que me hacía aquello- Maldita sea, no llores- me reprocho, quería parar de hacerlo pero simplemente no podía- ¡Ya cállate!- alzó la mano para golpearme de nuevo, pero tocaron la puerta, se detuvo en seco y se alejo unos pasos para recomponerse. -¿Quién busca?- preguntó en un tono amable, incluso esos cambios me asustaban a mí- levántate- demando bruscamente, no lo dude 2 veces y así lo hice. -Señor Russell, han venido sus invitados, los socios de Hilua, lo están esperando en el jardín, ya les di unos aperitivos en lo que venia a buscarlo y se pueda preparar- aquella voz la reconocía, era de la Mirtha una de las encargadas de la cocina. -Esta bien, en unos minutos bajo- repuso mi padre mientras de dirigía a su escritorio por files. -Entendido señor- respondió Mirtha luego se escucharon sus pasos alejándose de la puerta perdiéndose en el pasillo. -Te salvaste por esta vez, vete a tu habitación y no salgas- dijo sin mirarme, no dije nada, simplemente me di media vuelta y salí de la oficina, a paso rápido entre a mi habitación, tras cerrarla me recosté sobre la puerta y comencé a llorar. "¿Qué había hecho para merecer esto?" A veces los golpes eran sin un motivo grave por así decirlo, eran como de esos días donde mi padre necesitaba desquitarse con quién hiciera lo mínimo, estaba cansada de todo eso, de la vida que llevaba. Llore un buen rato antes de meterme a la ducha y ponerme algo frío en la mejilla para evitar las marcas, una vez que sentí que era suficiente me puse una pomada para no "dejar rastro" o al menos que se vea lo mínimo posible. Estaba por irme a acostar en la cama cuando mi celular vibro, cuando me fije en la pantalla era un mensaje de Helena, dude mucho en contestar, una parte de mi se resistía pero la otra decía que no había nada de malo en lo que hacía, Helena sabía algunas cosas de mi vida más allá de lo que aparentaba, incluso ella me había dado aquella pomada, era mi única amiga de verdad, mientras me distraía con mis pensamientos el celular volvió a vibrar trayendome de vuelta al presente, al final decidí leer sus mensajes, era sobre ir a un pequeño club secreto, dude demasiado, le explique un poco de la situación obviando ciertas partes, me dijo muchas cosas que me hicieron cuestionar todo lo que estaba viviendo, de alguna forma dándome el valor que me estaba faltando. Incluso ayudándome a hacer un plan para poder escabullirme, necesitaba vivir, darme más razones por seguir adelante, hacerme mi propio camino. El tiempo paso rápido y el plan comenzó a ejecutarse tal como quedamos, tuve que incluir a mi nana de confianza Karla para que todo pudiera resultar. -Estas divina, casi no te reconí- Helena me miro con una sonrisa- Aunque llevas más maquillaje, ¿Es por aquello verdad?- mencionó mirándome con comprensión. -Si- susurre- Ya sabes como son las cosas para mí...pero no hablemos de eso- le sonreí, solo quería olvidar ese mal rato por al menos unas horas. -Tienes razón, shu shu esas malas vibras- hizo una ademán con sus manos en el aire como si estuviera espantando mosquitos, a lo que yo reí, Helena si que era bien ocurrente, sin más charla, nos subimos a su auto y condujo hasta el club, apenas doblaba la esquina y se estacionaba, se veía las luces, el bullicio y la música. -A conquistar el mundo!- Helena grito y algunas personas que pasaban nos miraron raro, por mi parte solo atiné a seguirla, con ella podía ser yo sin que me juzgen, era una verdadera amiga. - A por el mundo!- grite a la par y corrimos hacia la entrada el club. Justo sonaba una canción que nos encantaba a ambas nos miramos de inmediato con una sonrisa, era por esa canción que empezamos a hablar y así nos hicimos amigas. -Esa es!- dijimos al unisoro, comenzamos a corear la canción mientras bailábamos. https://youtu.be/cA9sEdPmUbQ?si=TNbOjhpgxxWfP8Ae
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  • —Viernes de lemon, aprovechen.

    L=Leer lo que tengas para leer.
    E=Estirar, para evitar calambres.
    M=Morirse de aburrimiento.
    O=Observar como el resto sale de fiesta.
    N=Nada de trabajos prácticos, gracias al universo. (??)
    —Viernes de lemon, aprovechen. L=Leer lo que tengas para leer. E=Estirar, para evitar calambres. M=Morirse de aburrimiento. O=Observar como el resto sale de fiesta. N=Nada de trabajos prácticos, gracias al universo. (??)
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  • ¿Dos?, ¿tres?... No estaba seguro de los días que había pasado en el lecho. Todo era confuso; no era consciente, en ese momento, de lo que acontecía a su alrededor. Tan solo tenía recuerdos vagos de la voz de 𝑬𝒍𝒊𝒛𝒂𝒃𝒆𝒕𝒉 ✴ 𝑩𝒍𝒐𝒐𝒅𝒇𝒍𝒂𝒎𝒆 , escuchándose lejana, pero presente. También recordaba el tacto de sus manos, cuidándolo y atendiéndolo en todo momento.

    Tras la lucha de ambos junto a Móiril, la joven de cabellos cenicientos había quedado malherida. Kazuo, con su habitual altruismo, la sanó lo suficiente para evitar que muriese en la frialdad de la nieve yacente sobre el suelo, a costa de su propia energía.

    Había llevado su poder de sanación al extremo, de manera que la herida provocada por uno de aquellos entes oscuros en su pierna había extendido su miasma al resto de su cuerpo. No le habían quedado fuerzas para sí mismo, lo que casi lo había llevado a la muerte.

    Su error había traído grandes consecuencias. Había salvado a Móiril, pero al mismo tiempo le había dejado caer sobre sus hombros su propia condena. La joven, contra la voluntad del zorro, había absorbido su miasma para evitar que el demonio muriera en las manos de su amada.

    Comenzó a abrir los ojos; sus párpados se sentían más pesados de lo normal. Poco a poco, el brillo de sus ojos lapislázuli se filtró entre sus blancas pestañas. Se sentía febril, signo de que su cuerpo finalmente combatía los restos residuales del miasma que aún recorría su cuerpo. Exhaló un pesado suspiro, en una mezcla contradictoria entre el alivio y la culpa.

    Sus ojos no tardaron en captar la atención de un objeto que reposaba sobre su almohada. Era una especie de amuleto, y de inmediato supo de quién era. Las plumas de estornino, el ave favorita de Elizabeth, eran prueba suficiente para saber que era un regalo suyo. Pero... ¿por qué? Más bien él tenía que hacerle un presente por haber estado cuidándolo todo este tiempo.

    Entonces lo recordó. Su cumpleaños... Estaba cerca, ¿o ya había pasado? No estaba seguro; los días se habían desdibujado en su mente. Y ahora que lo pensaba, el de Liz estaba especialmente cerca del suyo. ¿Se lo habría perdido? La cabeza le daba vueltas; sentía una punzada en la sien.

    Tomó el hermoso regalo y, sin poder evitarlo, una lágrima se deslizó por su mejilla. Había puesto en peligro a lo único que le importaba y, además, había estado dispuesto a romper el lazo que los unía como uno solo.

    //Feliz cumpleaños Bombón 🩷
    ¿Dos?, ¿tres?... No estaba seguro de los días que había pasado en el lecho. Todo era confuso; no era consciente, en ese momento, de lo que acontecía a su alrededor. Tan solo tenía recuerdos vagos de la voz de [Liz_bloodFlame], escuchándose lejana, pero presente. También recordaba el tacto de sus manos, cuidándolo y atendiéndolo en todo momento. Tras la lucha de ambos junto a Móiril, la joven de cabellos cenicientos había quedado malherida. Kazuo, con su habitual altruismo, la sanó lo suficiente para evitar que muriese en la frialdad de la nieve yacente sobre el suelo, a costa de su propia energía. Había llevado su poder de sanación al extremo, de manera que la herida provocada por uno de aquellos entes oscuros en su pierna había extendido su miasma al resto de su cuerpo. No le habían quedado fuerzas para sí mismo, lo que casi lo había llevado a la muerte. Su error había traído grandes consecuencias. Había salvado a Móiril, pero al mismo tiempo le había dejado caer sobre sus hombros su propia condena. La joven, contra la voluntad del zorro, había absorbido su miasma para evitar que el demonio muriera en las manos de su amada. Comenzó a abrir los ojos; sus párpados se sentían más pesados de lo normal. Poco a poco, el brillo de sus ojos lapislázuli se filtró entre sus blancas pestañas. Se sentía febril, signo de que su cuerpo finalmente combatía los restos residuales del miasma que aún recorría su cuerpo. Exhaló un pesado suspiro, en una mezcla contradictoria entre el alivio y la culpa. Sus ojos no tardaron en captar la atención de un objeto que reposaba sobre su almohada. Era una especie de amuleto, y de inmediato supo de quién era. Las plumas de estornino, el ave favorita de Elizabeth, eran prueba suficiente para saber que era un regalo suyo. Pero... ¿por qué? Más bien él tenía que hacerle un presente por haber estado cuidándolo todo este tiempo. Entonces lo recordó. Su cumpleaños... Estaba cerca, ¿o ya había pasado? No estaba seguro; los días se habían desdibujado en su mente. Y ahora que lo pensaba, el de Liz estaba especialmente cerca del suyo. ¿Se lo habría perdido? La cabeza le daba vueltas; sentía una punzada en la sien. Tomó el hermoso regalo y, sin poder evitarlo, una lágrima se deslizó por su mejilla. Había puesto en peligro a lo único que le importaba y, además, había estado dispuesto a romper el lazo que los unía como uno solo. //Feliz cumpleaños Bombón 🩷
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  • ¡Qué guapo es! ¡Qué atractivo! No puedo evitar pensar en él, en lo mucho que me gusta y no puedo dejar de verlo ♡
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  • Aveces..no puedo evitar pensar en el pasado..y como duele esta soledad...duele tanto..
    Aveces..no puedo evitar pensar en el pasado..y como duele esta soledad...duele tanto..
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  • Llegadas y secretos
    Categoría Aventura
    ᴬⁿⁱˡˡᵒ Superchica Kᵃʳᵃ ᙆᵒʳ⁻ᴱˡ

    "May the road rise up to meet you, may the wind be always at your back."

    Hope siempre había sido una pequeña tormenta con nombre propio. Su cabello rojo revuelto, botas gastadas y una actitud que hacía fruncir el ceño a cualquier adulto con autoridad. Había pasado los diecisiete años de su vida en un rincón lluvioso de Irlanda, donde los días grises combinaban perfectamente con su humor en la mayoria de los días grises y lluviosos.

    Así que cuando le ofrecieron un programa de intercambio para estudiar en otro país, no lo pensó dos veces. Escapar y ver algo más. Empezar de cero, aunque fuera por unos meses. Extrañaria a sus ovejas, su familia, el olor del campo pero era hora de un cambio drástico para ella. Lo que no esperaba era terminar en un barrio tan perfectamente americano que parecía sacado de una película. Casas blancas con jardines cuidados, vecinos sonrientes y una escuela que parecía más un centro comercial que un instituto.

    La familia que la había recibido estaba compuesta principalmente por una mujer llamada Kara. Pero desde que llegó, Kara habia sido una especie de sombra presente. Parecía sumamente ocupada y aunque Hope ya estaba en edad de cuidarse sola no estaba acostumbrada a tanta libertad. Habia escuchado de lo liberal que eran los yankees pero a pesar que siempre habia un plato de comida en su mesa Hope comenzaba a sentirse un poco sola.

    Habia algo en Kara que encontraba un poco raro. En las dos semanas que llevaba allí, apenas la habia visto un par de veces, y siempre entrando o saliendo apresuradamente, como si quisiera evitar ser vista.

    Su cuarto estaba siempre cerrado con llave como si escondiera un gran secreto que nadie podia revelar. Por supuesto, pensar que algo realmente extraño pasaba no se le cruzaba por la cabeza. Había crecido con historias de superhéroes, sí, pero como cualquiera: en cómics, películas y cuentos para no dormir. La vida real no era así. ¿O sí? Se pregunto aquella noche que intentaba seguirle el paso en medio de la oscuridad.
    [An0uk] "May the road rise up to meet you, may the wind be always at your back." Hope siempre había sido una pequeña tormenta con nombre propio. Su cabello rojo revuelto, botas gastadas y una actitud que hacía fruncir el ceño a cualquier adulto con autoridad. Había pasado los diecisiete años de su vida en un rincón lluvioso de Irlanda, donde los días grises combinaban perfectamente con su humor en la mayoria de los días grises y lluviosos. Así que cuando le ofrecieron un programa de intercambio para estudiar en otro país, no lo pensó dos veces. Escapar y ver algo más. Empezar de cero, aunque fuera por unos meses. Extrañaria a sus ovejas, su familia, el olor del campo pero era hora de un cambio drástico para ella. Lo que no esperaba era terminar en un barrio tan perfectamente americano que parecía sacado de una película. Casas blancas con jardines cuidados, vecinos sonrientes y una escuela que parecía más un centro comercial que un instituto. La familia que la había recibido estaba compuesta principalmente por una mujer llamada Kara. Pero desde que llegó, Kara habia sido una especie de sombra presente. Parecía sumamente ocupada y aunque Hope ya estaba en edad de cuidarse sola no estaba acostumbrada a tanta libertad. Habia escuchado de lo liberal que eran los yankees pero a pesar que siempre habia un plato de comida en su mesa Hope comenzaba a sentirse un poco sola. Habia algo en Kara que encontraba un poco raro. En las dos semanas que llevaba allí, apenas la habia visto un par de veces, y siempre entrando o saliendo apresuradamente, como si quisiera evitar ser vista. Su cuarto estaba siempre cerrado con llave como si escondiera un gran secreto que nadie podia revelar. Por supuesto, pensar que algo realmente extraño pasaba no se le cruzaba por la cabeza. Había crecido con historias de superhéroes, sí, pero como cualquiera: en cómics, películas y cuentos para no dormir. La vida real no era así. ¿O sí? Se pregunto aquella noche que intentaba seguirle el paso en medio de la oscuridad.
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  • Recuerdo del ayer
    Categoría Slice of Life
    Consideración: No se mencionara el nombre de la persona de la historia, por lo que se utilizará el apodo "luciérnaga".

    7 am

    Ni siquiera sabía el porque ponía la alarma si de por sí me despertaba antes de que sonará, llevaba un par de meses así, me estaba costando conciliar el sueño de forma seguida que incluso a veces llegaba a perder la noción del tiempo, sentía que poco a poco todo me iba consumiendo lentamente.

    Sumándole a eso que constantemente estaba pendiente al celular, mis razones tenía aunque mi alrededor no parecía entenderlo.

    Con el cuerpo cansado me levante de la cama para realizar mi rutina, hoy tenia un evento en el Victoria Secret, algunas entrevistas que dar junto con el elenco y para ser sinceros mis ánimos no eran los mejores, pero tenía que...

    https://youtu.be/iy4mXZN1Zzk?si=71tAbdmdzjYfQi29

    1 pm

    Me encontraba sentada en el escenario junto con mis compañeras hablando con los reporteros, todos parecían estar fascinados por lo que se iba a realizar, se escuchaban muchas risas, música, flashes de todo un poco. Por mi parte atinaba a sonreír y responder una que otra pregunta, tenía otra vez esa sensación extraña en el pecho, pero en esta ocasión era más fuerte.

    -Lia...pss- escuche que me llamaban desde las cortinas, gire mi rostro hacia el lugar y ahí estaba una de las maquillistas con mi celular en la mano, su cara reflejaba preocupación y ¿compasión...?, no quería imaginarme lo peor, aunque en el fondo sabía que lo era. Trate de ignorarlo, pensando que podría ser otra situación. Pero supe que no era así, cuando la encargada entró al escenario disculpándose por la interrupción y sacándome de ese bullicio.

    -Lía...- hizo una breve pausa, esa voz "no, por favor"- Lucía esta reventando tu teléfono de llamadas, al ver que no contestabas me llamo a mí...tienes que ir al hospital ahora mismo, no creo que Luciérnaga pase de esta noche- susurro, todo se congelo en ese momento, en mi cabeza solo escuchaba "No pasa de esta noche", con la mayor rapidez posible tome mis cosas y salí corriendo del lugar para agarrar el primer taxi al hospital, escuche los gritos de la encargada llamándome, pero no me importo, simplemente me fui.

    En el taxi mi cabeza no paraba de recrear recuerdos de Luciérnaga, "No puede ser cierto, quizás...quizás solo sea una breve caída", trataba de justificar el que no se podía ir aquel día, no podía dejarme aquí sola, sin darme cuenta me había empezado a morder el pulgar para controlar el manojo de emociones que llevaba encima. Apenas vi la fachada del hospital, me apresure a pagar y correr por los pasillos hasta que los vi...

    Estaban todos reunidos en la sala, sus caras solo me confirmaban lo que me estaba negando a creer.

    -Lia- dijo Lucía al verme, sus ojos estaban rojos- tienes que despedirte de luciérnaga mientras sus signos vitales aún le permitan- todo dio vueltas a mi alrededor, su voz se escuho lejana, quería pensar que era una pesadilla, pero no era así, volví a la realidad cuando escuche el llanto de Martha.

    Trate de tranquilizarme, aunque sentía que todo mi cuerpo temblaba, me dirigí a una de las habitaciones para ponerme las batas quirúrgicas y seguí al doctor hasta la habitación de Luciérnaga, ahí estaba, con todos los cables alrededor de su cuerpo, la máquina de signos no paraba de subir y bajar, podía escuchar los latidos de mi propio corazón, golpeaba fuerte en mi pecho.

    -Tienes que despedirte mientras la máquina siga sonando- comentó el doctor mientras su vista pasaba de Luciérnaga a mí- te dejo sola- fue lo último que dijo antes de desaparecer del lugar.

    Me acerque a paso lento y no lo pude evitar, un sollozo escapó de mis labios, mis manos temblorosas se acercaron a las suyas.

    -Lle...llegué- tartamudee un poco- pensé que volverías a casa a comer la pizza que dejaste a medias- una pequeña sonrisa se asomo por mis labios- dijiste que volverías, que no me dejarías aquí sola - susurre mientras las lágrimas caían por mis mejillas- pero se, que esto no es vida para ti, vives por estos cables conectados...- "Vamos Lía, dilo...se tiene que ir en paz"- así que te dejo ir- susurre y por alguna razón el monitor aumento el ritmo cardíaco a estabilidad cuando dije aquella frase, sin embargo, volvió a bajar de nuevo- visitame en sueños Luciérnaga, te quiero mucho- con el último aliento que sentí que me podía dar, le di un abrazo fuerte, era la despedida...

    Aunque no quería separarme lo tuve que hacerlo, la máquina comenzó a sonar fuerte, dando a entender que sus signos iban decayendo cada vez más rápido, los doctores entraron y a mí me tuvieron que sacar de la sala, prefería quedarme con los momentos felices y la despedida.

    Me quite todo y me fui al mar, era su lugar favorito después de todo, los siguientes días fueron tan grises, una parte de mí se fue con luciérnaga aquel día, el velorio fue rápido pero tan deprimente para mí que no pude ir a casa en varios días por los recuerdos que atormentaban mi cabeza, tenía que tomarme un tiempo definitivamente.

    Consideración: No se mencionara el nombre de la persona de la historia, por lo que se utilizará el apodo "luciérnaga". 7 am Ni siquiera sabía el porque ponía la alarma si de por sí me despertaba antes de que sonará, llevaba un par de meses así, me estaba costando conciliar el sueño de forma seguida que incluso a veces llegaba a perder la noción del tiempo, sentía que poco a poco todo me iba consumiendo lentamente. Sumándole a eso que constantemente estaba pendiente al celular, mis razones tenía aunque mi alrededor no parecía entenderlo. Con el cuerpo cansado me levante de la cama para realizar mi rutina, hoy tenia un evento en el Victoria Secret, algunas entrevistas que dar junto con el elenco y para ser sinceros mis ánimos no eran los mejores, pero tenía que... https://youtu.be/iy4mXZN1Zzk?si=71tAbdmdzjYfQi29 1 pm Me encontraba sentada en el escenario junto con mis compañeras hablando con los reporteros, todos parecían estar fascinados por lo que se iba a realizar, se escuchaban muchas risas, música, flashes de todo un poco. Por mi parte atinaba a sonreír y responder una que otra pregunta, tenía otra vez esa sensación extraña en el pecho, pero en esta ocasión era más fuerte. -Lia...pss- escuche que me llamaban desde las cortinas, gire mi rostro hacia el lugar y ahí estaba una de las maquillistas con mi celular en la mano, su cara reflejaba preocupación y ¿compasión...?, no quería imaginarme lo peor, aunque en el fondo sabía que lo era. Trate de ignorarlo, pensando que podría ser otra situación. Pero supe que no era así, cuando la encargada entró al escenario disculpándose por la interrupción y sacándome de ese bullicio. -Lía...- hizo una breve pausa, esa voz "no, por favor"- Lucía esta reventando tu teléfono de llamadas, al ver que no contestabas me llamo a mí...tienes que ir al hospital ahora mismo, no creo que Luciérnaga pase de esta noche- susurro, todo se congelo en ese momento, en mi cabeza solo escuchaba "No pasa de esta noche", con la mayor rapidez posible tome mis cosas y salí corriendo del lugar para agarrar el primer taxi al hospital, escuche los gritos de la encargada llamándome, pero no me importo, simplemente me fui. En el taxi mi cabeza no paraba de recrear recuerdos de Luciérnaga, "No puede ser cierto, quizás...quizás solo sea una breve caída", trataba de justificar el que no se podía ir aquel día, no podía dejarme aquí sola, sin darme cuenta me había empezado a morder el pulgar para controlar el manojo de emociones que llevaba encima. Apenas vi la fachada del hospital, me apresure a pagar y correr por los pasillos hasta que los vi... Estaban todos reunidos en la sala, sus caras solo me confirmaban lo que me estaba negando a creer. -Lia- dijo Lucía al verme, sus ojos estaban rojos- tienes que despedirte de luciérnaga mientras sus signos vitales aún le permitan- todo dio vueltas a mi alrededor, su voz se escuho lejana, quería pensar que era una pesadilla, pero no era así, volví a la realidad cuando escuche el llanto de Martha. Trate de tranquilizarme, aunque sentía que todo mi cuerpo temblaba, me dirigí a una de las habitaciones para ponerme las batas quirúrgicas y seguí al doctor hasta la habitación de Luciérnaga, ahí estaba, con todos los cables alrededor de su cuerpo, la máquina de signos no paraba de subir y bajar, podía escuchar los latidos de mi propio corazón, golpeaba fuerte en mi pecho. -Tienes que despedirte mientras la máquina siga sonando- comentó el doctor mientras su vista pasaba de Luciérnaga a mí- te dejo sola- fue lo último que dijo antes de desaparecer del lugar. Me acerque a paso lento y no lo pude evitar, un sollozo escapó de mis labios, mis manos temblorosas se acercaron a las suyas. -Lle...llegué- tartamudee un poco- pensé que volverías a casa a comer la pizza que dejaste a medias- una pequeña sonrisa se asomo por mis labios- dijiste que volverías, que no me dejarías aquí sola - susurre mientras las lágrimas caían por mis mejillas- pero se, que esto no es vida para ti, vives por estos cables conectados...- "Vamos Lía, dilo...se tiene que ir en paz"- así que te dejo ir- susurre y por alguna razón el monitor aumento el ritmo cardíaco a estabilidad cuando dije aquella frase, sin embargo, volvió a bajar de nuevo- visitame en sueños Luciérnaga, te quiero mucho- con el último aliento que sentí que me podía dar, le di un abrazo fuerte, era la despedida... Aunque no quería separarme lo tuve que hacerlo, la máquina comenzó a sonar fuerte, dando a entender que sus signos iban decayendo cada vez más rápido, los doctores entraron y a mí me tuvieron que sacar de la sala, prefería quedarme con los momentos felices y la despedida. Me quite todo y me fui al mar, era su lugar favorito después de todo, los siguientes días fueron tan grises, una parte de mí se fue con luciérnaga aquel día, el velorio fue rápido pero tan deprimente para mí que no pude ir a casa en varios días por los recuerdos que atormentaban mi cabeza, tenía que tomarme un tiempo definitivamente.
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  • -La joven Merchel a sufrido una transformación. La fecha exacta en la cual no puede evitar con diversión los cambios en su cuerpo. Para festejar el día 4:20, pascua es el día en que busca huevitos con locura, no para de saltar de un lado a otro e incluso come mucha... Mucha zanahoria-

    #SeductiveSunday
    -La joven Merchel a sufrido una transformación. La fecha exacta en la cual no puede evitar con diversión los cambios en su cuerpo. Para festejar el día 4:20, pascua es el día en que busca huevitos con locura, no para de saltar de un lado a otro e incluso come mucha... Mucha zanahoria- #SeductiveSunday
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  • Quietud. Concentración. Precisión. Y lo más importante: talento.

    Un conjunto de atributos que, sin duda, el joven amo de la familia poseía y desplegaba en estos precisos momentos.
    De hecho, era la viva imagen: los ojos fijos en la tarea con la precisión de un cirujano y rostro profundamente ensimismado en la pintura.
    El pincel se deslizaba cuidadosamente sobre el lienzo de calcio, pintando al adorable conejo antropomórfico y brindándole vida con sus vibrantes colores.

    —¡Está listo! —exclamó con expresión satisfecha, levantando el huevo y mostrándolo con orgullo.

    Todos aplaudieron.

    —¡Excelente, joven amo! —dijo el cocinero.

    —¡Este año se ha esmerado! —añadió la sirvienta.

    —¡Se ve lindo! —se sumó el jardinero.

    —Ese conejo se ve delicioso —dijo una de las serpientes de Snake, a quien se le había abierto el apetito viendo al pequeño animal dibujado.

    —Como era de esperarse del joven amo, un trabajo impecable —aplaudió el mayordomo.

    Sus padres asintieron con aprobación.

    Pero entre todos ellos, quien mostró más ímpetu fue la tía Lizzy.

    —¡Es taaan bonito~! —se acercó, para observalo de cerca con los ojos brillantes. —¿¡Puedo quedármelo!?

    —Yo— pero antes de que pudiera responderle, fue interrumpido por su padre.

    —No puedes —dijo Charles Grey, con una ceja arqueada y una sonrisa competitiva. —Tienes que ganártelo en la búsqueda

    Por alguna razón, entre ellos existía una rivalidad que Jean entendía como estrictamente deportiva. Ambos eran usuarios de florete, maestros en la esgrima, y no perdían oportunidad para medir su fuerza en cada ocasión.
    Y cuando se hablaba de competiciones, su otro padre, el conde Phantomhive, no podía evitar unirse con esa sonrisa arrogante y con Sebastián guiándolo en cada paso.

    —Lo lamento, Lizzy —dijo Ciel. —Pero así se ha establecido.

    La susodicha hizo un puchero, pero, en pocos segundos, asintió, de lo más dispuesta a participar.

    —¡Entonces! —miró a Jean con determinación—, ¡guardalo bien, porque vendré a buscarlo cuando gane!

    Asintió, curioso por averiguar si, efectivamente, cumpliría con su palabra y ganaría.

    .
    .
    .

    Efectivamente… tía Lizzy perdió.

    Ciel había ganado, pero, miró a Jean en busca de su autorización, y entendiendo sus intenciones, él asintió.

    —Toma —le ofreció el huevo decorado con una sonrisa. —Yo ya tengo muchos como estos, y estoy seguro que Jean quiere que obtengas este.

    Jean asintió para secundarlo.

    Conmovida, su tía lo abrazó fuertemente, y en una muestra de gran torpeza, su padre soltó el huevo y este cayó al suelo, quebrándose en pedazos.

    —Ah —dejó salir tontamente Ciel.

    Ese día, Jean tuvo que pintar otro huevo para detener las lágrimas de su tía.

    ___

    | Escrito express. Realmente no es de los mejores. Pero no podía dejar de imaginarme a Jean decorando un huevo, lo demás un agregado improvisado jkajka.

    Esto no conecta con ninguna trama.
    Quietud. Concentración. Precisión. Y lo más importante: talento. Un conjunto de atributos que, sin duda, el joven amo de la familia poseía y desplegaba en estos precisos momentos. De hecho, era la viva imagen: los ojos fijos en la tarea con la precisión de un cirujano y rostro profundamente ensimismado en la pintura. El pincel se deslizaba cuidadosamente sobre el lienzo de calcio, pintando al adorable conejo antropomórfico y brindándole vida con sus vibrantes colores. —¡Está listo! —exclamó con expresión satisfecha, levantando el huevo y mostrándolo con orgullo. Todos aplaudieron. —¡Excelente, joven amo! —dijo el cocinero. —¡Este año se ha esmerado! —añadió la sirvienta. —¡Se ve lindo! —se sumó el jardinero. —Ese conejo se ve delicioso —dijo una de las serpientes de Snake, a quien se le había abierto el apetito viendo al pequeño animal dibujado. —Como era de esperarse del joven amo, un trabajo impecable —aplaudió el mayordomo. Sus padres asintieron con aprobación. Pero entre todos ellos, quien mostró más ímpetu fue la tía Lizzy. —¡Es taaan bonito~! —se acercó, para observalo de cerca con los ojos brillantes. —¿¡Puedo quedármelo!? —Yo— pero antes de que pudiera responderle, fue interrumpido por su padre. —No puedes —dijo Charles Grey, con una ceja arqueada y una sonrisa competitiva. —Tienes que ganártelo en la búsqueda Por alguna razón, entre ellos existía una rivalidad que Jean entendía como estrictamente deportiva. Ambos eran usuarios de florete, maestros en la esgrima, y no perdían oportunidad para medir su fuerza en cada ocasión. Y cuando se hablaba de competiciones, su otro padre, el conde Phantomhive, no podía evitar unirse con esa sonrisa arrogante y con Sebastián guiándolo en cada paso. —Lo lamento, Lizzy —dijo Ciel. —Pero así se ha establecido. La susodicha hizo un puchero, pero, en pocos segundos, asintió, de lo más dispuesta a participar. —¡Entonces! —miró a Jean con determinación—, ¡guardalo bien, porque vendré a buscarlo cuando gane! Asintió, curioso por averiguar si, efectivamente, cumpliría con su palabra y ganaría. . . . Efectivamente… tía Lizzy perdió. Ciel había ganado, pero, miró a Jean en busca de su autorización, y entendiendo sus intenciones, él asintió. —Toma —le ofreció el huevo decorado con una sonrisa. —Yo ya tengo muchos como estos, y estoy seguro que Jean quiere que obtengas este. Jean asintió para secundarlo. Conmovida, su tía lo abrazó fuertemente, y en una muestra de gran torpeza, su padre soltó el huevo y este cayó al suelo, quebrándose en pedazos. —Ah —dejó salir tontamente Ciel. Ese día, Jean tuvo que pintar otro huevo para detener las lágrimas de su tía. ___ | Escrito express. Realmente no es de los mejores. Pero no podía dejar de imaginarme a Jean decorando un huevo, lo demás un agregado improvisado jkajka. Esto no conecta con ninguna trama.
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  • Hi baby~ who's a good girl? You're my good and pretty girl.

    -Se acerca un poco a tu cuerpo sintiendo el calor de la contraria e incline mi cabeza hacia delante susurrando cerca de tu boca rozando nuestros labios.

    If you want something, you can ask for it and moan it, precious.

    -Mordí tu labio inferior suavemente jalando este y al soltarlo y notar ese pequeño rebote del ya mencionado no pude evitar sonreír ladina.

    I'll give it to you.
    Hi baby~ who's a good girl? You're my good and pretty girl. -Se acerca un poco a tu cuerpo sintiendo el calor de la contraria e incline mi cabeza hacia delante susurrando cerca de tu boca rozando nuestros labios. If you want something, you can ask for it and moan it, precious. -Mordí tu labio inferior suavemente jalando este y al soltarlo y notar ese pequeño rebote del ya mencionado no pude evitar sonreír ladina. I'll give it to you.
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