• Hola muy buenos días!Lamento ayer no haber posteado. Ayer tuve un día muy ajetreado en la granja, ayude a parir a una yegua y vinieron varios clientes a comprarnos productos y animales.
    No estoy a favor de la compra/ venta de animales ya que odio que separen a las crías de sus mamás, pero no puedo hacer nada por evitarlo, el granjero es tan aterrador cuando se molesta...
    P.D: Aquí tenéis la foto de los pollitos que os prometí! A qué son adorables?
    Hola muy buenos días!😊Lamento ayer no haber posteado. Ayer tuve un día muy ajetreado en la granja, ayude a parir a una yegua y vinieron varios clientes a comprarnos productos y animales.😵‍💫 No estoy a favor de la compra/ venta de animales ya que odio que separen a las crías de sus mamás, pero no puedo hacer nada por evitarlo, el granjero es tan aterrador cuando se molesta... 🥺 P.D: Aquí tenéis la foto de los pollitos que os prometí! A qué son adorables? 🥰
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  • Tengo más trabajo que las ganas de levantarme...
    Ojalá todo fuera proporcional (?)

    - estaba escondida en la bodega para evitar salir a la sala de emergencia que la estaban buscando -

    Yo necesito emergencias, me estoy quedando sin ganas de trabajar (?)
    Tengo más trabajo que las ganas de levantarme... Ojalá todo fuera proporcional (?) - estaba escondida en la bodega para evitar salir a la sala de emergencia que la estaban buscando - Yo necesito emergencias, me estoy quedando sin ganas de trabajar (?)
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  • Cuando los pensamientos intrusivos te atacan(?).

    - Al menos el flequillo no quedó tan mal, o eso quiero creer- Miró por última vez su reflejo en el espejo antes de guardar la tijera.

    "Ojalá pudiera cortar, de una vez, el lazo que me une a ellos..."

    Con un suspiro resignado, salió del baño y se tiró en la cama. Estaba a punto de cerrar los ojos y sucumbir al sueño cuando, de repente, un libro cayó del estante. El ruido seco del impacto resonó por toda la habitación, y ella ya sabía de qué se trataba, algo, rondaba cerca de la casa.
    Se incorporó lentamente hasta quedar sentada en la cama. Frente a ella, varios cuadros con fotos la miraban en silencio, despertando una sensación nostálgica que no pudo evitar.

    "A veces me pregunto si algún día volverás..."

    Ahora, todo parecía al revés. Estaba atrapada en el vacío, con la oscuridad a su alrededor, cada vez más cerca, como si intentara devorarla.

    Cuando los pensamientos intrusivos te atacan(?). - Al menos el flequillo no quedó tan mal, o eso quiero creer- Miró por última vez su reflejo en el espejo antes de guardar la tijera. "Ojalá pudiera cortar, de una vez, el lazo que me une a ellos..." Con un suspiro resignado, salió del baño y se tiró en la cama. Estaba a punto de cerrar los ojos y sucumbir al sueño cuando, de repente, un libro cayó del estante. El ruido seco del impacto resonó por toda la habitación, y ella ya sabía de qué se trataba, algo, rondaba cerca de la casa. Se incorporó lentamente hasta quedar sentada en la cama. Frente a ella, varios cuadros con fotos la miraban en silencio, despertando una sensación nostálgica que no pudo evitar. "A veces me pregunto si algún día volverás..." Ahora, todo parecía al revés. Estaba atrapada en el vacío, con la oscuridad a su alrededor, cada vez más cerca, como si intentara devorarla.
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  • ─ Es irónico pero aun dentro de la perdida poco y mas se puede ganar también.
    Quizá el estimulo para avanzar y mejorar, aquello que sirve para tejer tu voluntad y tu fortaleza, pero es un recoveco algo oscuro frió e incomodo, las cicatrices no bastaran para helar tu frustración si no el propio resultado que no hizo mas que recordarte que aun con tus ideales débiles, la carne también toma una fibra débil.

    ¿Cuanto estas dispuesto a explorar ese páramo que intentas evitar para ganar algo de "Voluntad"?
    ㊗️ ─ Es irónico pero aun dentro de la perdida poco y mas se puede ganar también. Quizá el estimulo para avanzar y mejorar, aquello que sirve para tejer tu voluntad y tu fortaleza, pero es un recoveco algo oscuro frió e incomodo, las cicatrices no bastaran para helar tu frustración si no el propio resultado que no hizo mas que recordarte que aun con tus ideales débiles, la carne también toma una fibra débil. ¿Cuanto estas dispuesto a explorar ese páramo que intentas evitar para ganar algo de "Voluntad"?
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  • Zwëihanherz Rising Sun
    Fandom Zwëihanherz: Rising Sun
    Categoría Otros
    "Nuestra historia comienza en la antigua Alejandría, Egipto. Nenet nace en el seno de una familia humilde, un regalo que llegó después de una profunda sombra. Tiempo atrás, sus padres ya habían perdido un hijo, y por un amargo momento, parecía que Nenet estaba destinada al mismo fin. Fue entonces cuando su padre se arrodilló y elevó su ruego a los cielos, a los dioses antiguos. Prometió dar y hacer lo que fuera necesario si le concedían el deseo de que su esposa diera a luz a su primogénita. Tras varios días de ayuno y súplica, el deseo fue concedido.
    ​Nació una niña con una particularidad sorprendente: su piel era tan oscura como un abismo sin fondo, un contraste absoluto con la luz del desierto. Sumado a esto, un par de marcas doradas sutiles se delineaban sobre sus brazos y espalda, como una escritura incomprensible. Pero la maravilla del nacimiento superó todo misterio. Se susurra que aquella noche, una sombra misteriosa, un visitante silencioso, le hizo una visita a la recién nacida, que dormía en paz sin percatarse de la entidad que la observaba.
    ​El tiempo no borró la diferencia. Nenet creció bajo la constante mirada de su comunidad, ganándose burlas y el acoso incesante de otros niños. Se aisló, haciendo de su pequeña habitación un santuario. Allí, los cuentos que su padre le leía cada noche se convirtieron en su única ventana. Aprendió a leer vorazmente, transformando su soledad en una devoción por la literatura y por el mundo exterior.
    ​Cerca de sus diecisiete años, esa devoción se convirtió en su más ferviente deseo: abandonar Alejandría para, finalmente, escribir su propia historia. Era de complexión delgada, su cabello negro cortado en un bob mediano enmarcaba un rostro de carácter indomable, con unos ojos delineados por una sutil curva que atraían la mirada y unos labios que, teñidos de un tono oscuro, hacían brillar cada sonrisa.
    ​Su vestimenta no era la de una reclusa, sino la de una guerrera en ciernes: un corset de batalla que dejaba los hombros y el abdomen a la vista, un pantalón de tela con un intrincado encaje de fuego que subía desde el tobillo hasta la cintura, y sandalias firmes. Las marcas doradas en su piel brillaban, un enigma que nadie había podido descifrar. La disciplina de combate le había otorgado un temple firme, pero su esencia era la de una chica amable, dulce, caritativa, siempre dispuesta a servir. Aunque el temor la rozaba, nunca dudaba en enfrentar el peligro para ayudar a quien lo necesitara.
    ​El Cairo: El Viaje Comienza
    ​En la vibrante y caótica Ciudad de El Cairo, a las 2:45 p.m., Nenet caminaba con su mochila al hombro. Los edificios se alzaban en una fila desigual y casi surrealista, una muralla de vida que la asombraba. El caos citadino era un torrente de movimiento y ruido, y ella lo observaba como una niña que conoce el mundo por primera vez, dando cada paso con la expectativa de un nuevo descubrimiento.
    ​Se detuvo en la esquina de la acera. Estaba acostumbrada a la curiosidad de los transeúntes, pero la multitud aquí era un organismo vivo. Al dar el tercer paso, fue empujada con una fuerza inesperada; el tráfico de gente era denso y ciego. Su mochila, la que contenía su bitácora de viaje, pasaporte y el dinero para la travesía, cayó de su hombro y fue inmediatamente engullida por el río humano.
    ​Quedó paralizada en medio de la acera, sintiendo un vacío helado. Los cláxones resonaron con estridente impaciencia, obligándola a correr para evitar el flujo de autos. Al llegar al otro lado, el tráfico seguía su curso indiferente, y la mochila había desaparecido. Se cruzó de brazos, la rabia contra su propia distracción mezclándose con una culpa punzante. No podía permitirse un error tan costoso; perder esa mochila era quedarse, literalmente, varada.
    ​Justo entonces, oyó unas risas. En la boca de un angosto callejón, un grupo de niños alardeaban de su nuevo botín. Su mochila estaba allí, a punto de ser abierta.
    ​— ¡Oigan, eso es mío! — gritó con ahínco, alzando las manos para hacerse visible.
    ​Esperó a que la luz de tráfico se pusiera en rojo y, como una flecha, se lanzó a la persecución. Desplegó una agilidad felina, concentrándose. Agudizó sus sentidos, logrando percibir el aroma de los pequeños corredores hasta la entrada de una casa abandonada, sucia y cubierta de polvo.
    ​Se adentró con pasos sigilosos, atenta a cualquier sonido. Escuchó el barullo en el patio trasero y se acercó a una ventana manchada para observarlos. Su plan no era solo recuperar sus cosas, sino darles un buen escarmiento. Localizó una vieja puerta de madera que conectaba al patio. La abrió con una lentitud dramática. El chirrido agónico del gozne llamó la atención de los niños, que se quedaron quietos, confusos.
    ​En ese instante de distracción, Nenet saltó al patio con una mirada deliberadamente macabra y exagerada. Su aparición fue tan repentina que los niños huyeron despavoridos, dejando todo su contenido regado por el suelo.
    ​Nenet suspiró, cerrando los ojos con frustración. Susurró la admonición a sí misma mientras recogía sus pertenencias: — Debo dejar de ser tan distraída. No puedo quedarme así de nuevo. — Acomodó todo en su lugar, cargando la mochila al hombro. Retomó su camino, con un destino claro en mente.
    ​Ahora, se dirigía a Jerusalén, cumpliendo la orden tácita de su padre. Una travesía que no solo buscaba aventura, sino también obtener una bendición para el camino que acababa de empezar."
    "Nuestra historia comienza en la antigua Alejandría, Egipto. Nenet nace en el seno de una familia humilde, un regalo que llegó después de una profunda sombra. Tiempo atrás, sus padres ya habían perdido un hijo, y por un amargo momento, parecía que Nenet estaba destinada al mismo fin. Fue entonces cuando su padre se arrodilló y elevó su ruego a los cielos, a los dioses antiguos. Prometió dar y hacer lo que fuera necesario si le concedían el deseo de que su esposa diera a luz a su primogénita. Tras varios días de ayuno y súplica, el deseo fue concedido. ​Nació una niña con una particularidad sorprendente: su piel era tan oscura como un abismo sin fondo, un contraste absoluto con la luz del desierto. Sumado a esto, un par de marcas doradas sutiles se delineaban sobre sus brazos y espalda, como una escritura incomprensible. Pero la maravilla del nacimiento superó todo misterio. Se susurra que aquella noche, una sombra misteriosa, un visitante silencioso, le hizo una visita a la recién nacida, que dormía en paz sin percatarse de la entidad que la observaba. ​El tiempo no borró la diferencia. Nenet creció bajo la constante mirada de su comunidad, ganándose burlas y el acoso incesante de otros niños. Se aisló, haciendo de su pequeña habitación un santuario. Allí, los cuentos que su padre le leía cada noche se convirtieron en su única ventana. Aprendió a leer vorazmente, transformando su soledad en una devoción por la literatura y por el mundo exterior. ​Cerca de sus diecisiete años, esa devoción se convirtió en su más ferviente deseo: abandonar Alejandría para, finalmente, escribir su propia historia. Era de complexión delgada, su cabello negro cortado en un bob mediano enmarcaba un rostro de carácter indomable, con unos ojos delineados por una sutil curva que atraían la mirada y unos labios que, teñidos de un tono oscuro, hacían brillar cada sonrisa. ​Su vestimenta no era la de una reclusa, sino la de una guerrera en ciernes: un corset de batalla que dejaba los hombros y el abdomen a la vista, un pantalón de tela con un intrincado encaje de fuego que subía desde el tobillo hasta la cintura, y sandalias firmes. Las marcas doradas en su piel brillaban, un enigma que nadie había podido descifrar. La disciplina de combate le había otorgado un temple firme, pero su esencia era la de una chica amable, dulce, caritativa, siempre dispuesta a servir. Aunque el temor la rozaba, nunca dudaba en enfrentar el peligro para ayudar a quien lo necesitara. ​El Cairo: El Viaje Comienza ​En la vibrante y caótica Ciudad de El Cairo, a las 2:45 p.m., Nenet caminaba con su mochila al hombro. Los edificios se alzaban en una fila desigual y casi surrealista, una muralla de vida que la asombraba. El caos citadino era un torrente de movimiento y ruido, y ella lo observaba como una niña que conoce el mundo por primera vez, dando cada paso con la expectativa de un nuevo descubrimiento. ​Se detuvo en la esquina de la acera. Estaba acostumbrada a la curiosidad de los transeúntes, pero la multitud aquí era un organismo vivo. Al dar el tercer paso, fue empujada con una fuerza inesperada; el tráfico de gente era denso y ciego. Su mochila, la que contenía su bitácora de viaje, pasaporte y el dinero para la travesía, cayó de su hombro y fue inmediatamente engullida por el río humano. ​Quedó paralizada en medio de la acera, sintiendo un vacío helado. Los cláxones resonaron con estridente impaciencia, obligándola a correr para evitar el flujo de autos. Al llegar al otro lado, el tráfico seguía su curso indiferente, y la mochila había desaparecido. Se cruzó de brazos, la rabia contra su propia distracción mezclándose con una culpa punzante. No podía permitirse un error tan costoso; perder esa mochila era quedarse, literalmente, varada. ​Justo entonces, oyó unas risas. En la boca de un angosto callejón, un grupo de niños alardeaban de su nuevo botín. Su mochila estaba allí, a punto de ser abierta. ​— ¡Oigan, eso es mío! — gritó con ahínco, alzando las manos para hacerse visible. ​Esperó a que la luz de tráfico se pusiera en rojo y, como una flecha, se lanzó a la persecución. Desplegó una agilidad felina, concentrándose. Agudizó sus sentidos, logrando percibir el aroma de los pequeños corredores hasta la entrada de una casa abandonada, sucia y cubierta de polvo. ​Se adentró con pasos sigilosos, atenta a cualquier sonido. Escuchó el barullo en el patio trasero y se acercó a una ventana manchada para observarlos. Su plan no era solo recuperar sus cosas, sino darles un buen escarmiento. Localizó una vieja puerta de madera que conectaba al patio. La abrió con una lentitud dramática. El chirrido agónico del gozne llamó la atención de los niños, que se quedaron quietos, confusos. ​En ese instante de distracción, Nenet saltó al patio con una mirada deliberadamente macabra y exagerada. Su aparición fue tan repentina que los niños huyeron despavoridos, dejando todo su contenido regado por el suelo. ​Nenet suspiró, cerrando los ojos con frustración. Susurró la admonición a sí misma mientras recogía sus pertenencias: — Debo dejar de ser tan distraída. No puedo quedarme así de nuevo. — Acomodó todo en su lugar, cargando la mochila al hombro. Retomó su camino, con un destino claro en mente. ​Ahora, se dirigía a Jerusalén, cumpliendo la orden tácita de su padre. Una travesía que no solo buscaba aventura, sino también obtener una bendición para el camino que acababa de empezar."
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    [Bitácoras de sueños]

    He visto este sueño con más frecuencia:

    Dos amigos que eligieron la distancia, creyendo que así evitarían el dolor. No entienden que el amor, cuando es verdadero, no necesita cumplirse para existir; basta con haberse reconocido, aunque sea por un instante.

    En su silencio compartido hay más verdad que en mil promesas. Quizá algún día, en mis dominios, vuelvan a encontrarse… no para amarse, pero si para recordar que alguna vez lo evitaron.

    [Agrega una nota: "No fue desamor lo que los separó, sino el miedo a descubrirse reflejados en los ojos del otro..."]
    [Bitácoras de sueños] He visto este sueño con más frecuencia: Dos amigos que eligieron la distancia, creyendo que así evitarían el dolor. No entienden que el amor, cuando es verdadero, no necesita cumplirse para existir; basta con haberse reconocido, aunque sea por un instante. En su silencio compartido hay más verdad que en mil promesas. Quizá algún día, en mis dominios, vuelvan a encontrarse… no para amarse, pero si para recordar que alguna vez lo evitaron. [Agrega una nota: "No fue desamor lo que los separó, sino el miedo a descubrirse reflejados en los ojos del otro..."]
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  • Un fuerte ataque que lo agarro desprevenido, no pudo frenarlo y mucho menos evitar el overdrive

    - ¡Uah!
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  • Cuando pienso en esos amigos que tuve... Desaparecieron de mi vida sin siquiera un adiós... Hace que me baje una tristeza y no puedo evitar querer llorar.
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  • Al finalizar su larga jornada laboral, se dirigió a su oficina. Encendió las luces y se dejo caer en la silla que acompañaba el escritorio.

    Estaba tan cansada, que ni si quiera podía fingir interés por las charlas triviales de sus colegas.

    En el momento que recobró la compostura recordó aquello que por una semana llevaba posponiendo. Abrió el primer cajón del escritorio ysu mirada se detuvo en el sobre amarillento y desgastado que se encontraba allí.

    Lo tomó con cuidado, como si fuera el objeto más frágil y despegó aquel sello que mantenía el sobre cerrado, antes de abrir la carta y al ver como sus manos temblaban, tomo un respiró, a pesar de esto, no logro calmarse. Algo no se sentía bien, era un sentimiento diferente a cualquiera de los que había sentido estos últimos 5 años. No solo estaba nerviosa, se sentía casi enferma.

    Cuando por fin se decidió a leer, su mirada se clavo en aquellas letras rojas que se encontraban en el encabezado de la carta

    "Nuevo cargo: Profesora de Hechicería Aplicada"

    Esperando que esto fuera una broma, continúo leyendo. El director le pedía disculpas, pero no podia evitar hacer sus prácticas.

    Quedo en silencio releyendo la carta una y otra vez, como si eso hiciera que las letras se reacomodaran. Después de unos minutos, se tiró en el sofá junto a su escritorio

    -¿Cómo se supone que "un sin magia" va a enseñar como hacerla?- Soltó un fuerte suspiro. Sabia que las cosas se complicarían
    Al finalizar su larga jornada laboral, se dirigió a su oficina. Encendió las luces y se dejo caer en la silla que acompañaba el escritorio. Estaba tan cansada, que ni si quiera podía fingir interés por las charlas triviales de sus colegas. En el momento que recobró la compostura recordó aquello que por una semana llevaba posponiendo. Abrió el primer cajón del escritorio ysu mirada se detuvo en el sobre amarillento y desgastado que se encontraba allí. Lo tomó con cuidado, como si fuera el objeto más frágil y despegó aquel sello que mantenía el sobre cerrado, antes de abrir la carta y al ver como sus manos temblaban, tomo un respiró, a pesar de esto, no logro calmarse. Algo no se sentía bien, era un sentimiento diferente a cualquiera de los que había sentido estos últimos 5 años. No solo estaba nerviosa, se sentía casi enferma. Cuando por fin se decidió a leer, su mirada se clavo en aquellas letras rojas que se encontraban en el encabezado de la carta "Nuevo cargo: Profesora de Hechicería Aplicada" Esperando que esto fuera una broma, continúo leyendo. El director le pedía disculpas, pero no podia evitar hacer sus prácticas. Quedo en silencio releyendo la carta una y otra vez, como si eso hiciera que las letras se reacomodaran. Después de unos minutos, se tiró en el sofá junto a su escritorio -¿Cómo se supone que "un sin magia" va a enseñar como hacerla?- Soltó un fuerte suspiro. Sabia que las cosas se complicarían
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  • ⠀⠀⠀ ⠀⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ 》ᴿᵒˡ ᵃᵇⁱᵉʳᵗᵒ
    Irina está a 600 metros del objetivo: Zac, un traficante de artefactos robados a punto de concretar una venta vital para un cartel. La única forma de evitar la transacción es destruir un objeto clave: un disco duro que está dentro de una caja de seguridad reforzada.

    Ella sabe que el tiempo del asalto del clan que la contrató no es el correcto; una variable está mal.
    ​Necesita un minuto exacto de ventaja para que el equipo llegue sin bajas.
    ​Irina coloca su rifle y, respirando profundamente, salta cinco minutos y treinta segundos al pasado.
    ​Aparece en una bodega polvorienta y vacía, el hedor a óxido es abrumador. El mundo gira y la nariz comienza a gotear con un calor metálico. No hay tiempo para el pánico.

    Cinco minutos.

    Se arrastra cojeando hasta una claraboya, monta un pequeño explosivo de precisión en el cristal y activa un temporizador para que detone en cinco minutos y veinticinco segundos. Su misión es solo crear una distracción sonora, un micro-segundo de indecisión.

    ​Regresa al presente.

    La violenta sacudida la arroja contra un muro de piedra. Los espasmos sacuden su cuerpo, la sangre corre libremente y la oscuridad amenaza con consumirla. Pero justo en ese momento... ¡Clang! El sonido de cristal roto y la pequeña detonación distrae al objetivo por ese preciso momento.
    ​El clan entra, Zac, desorientado, levanta la cabeza justo cuando la luz del láser de Irina encuentra su punto. Ella, ciega y temblando, aprieta el gatillo, la bala viaja con una precisión imposible, impactando directamente en el disco duro, no en el traficante. La información vital se pulveriza.

    ​Irina se desmaya, temblando en su escondite. El rescate ha sido un éxito, el coste ha sido solo suyo. Luego de viajar al pasado no puede volver a hacerlo de inmediato hasta estar del todo recuperada.
    Ella es la variable que nadie ve, la que se auto-sacrifica para ajustar el engranaje del tiempo.

    ​Luego de un par de horas bajo una lluvia incesante. Por fin, Irina se puso en marcha, consumida por una debilidad aplastante, pero obligada a alejarse con premura de la ciudad. Era vital dejar atrás la zona donde acababa de actuar.
    ​Alcanzó las afueras, donde la vegetación indómita y los árboles formaban una cortina impenetrable. Entre el follaje, emergió una forma espectral: una casa, o los restos maltrechos de lo que fue un hogar, aparentemente abandonado al olvido.
    Para Irina, el hallazgo era un puerto seguro; un techo provisional hasta que la recuperación le permitiera alcanzar su refugio habitual.

    Los mareos la golpeaban sin piedad, la hemorragia nasal se negaba a ceder, y sus piernas flácidas apenas lograban el milagro de sostenerla. Aún sentía el escalofrío de los temblores, y su visión se mantenía desesperadamente borrosa.
    ⠀⠀⠀ ⠀⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ 》ᴿᵒˡ ᵃᵇⁱᵉʳᵗᵒ Irina está a 600 metros del objetivo: Zac, un traficante de artefactos robados a punto de concretar una venta vital para un cartel. La única forma de evitar la transacción es destruir un objeto clave: un disco duro que está dentro de una caja de seguridad reforzada. Ella sabe que el tiempo del asalto del clan que la contrató no es el correcto; una variable está mal. ​Necesita un minuto exacto de ventaja para que el equipo llegue sin bajas. ​Irina coloca su rifle y, respirando profundamente, salta cinco minutos y treinta segundos al pasado. ​Aparece en una bodega polvorienta y vacía, el hedor a óxido es abrumador. El mundo gira y la nariz comienza a gotear con un calor metálico. No hay tiempo para el pánico. Cinco minutos. Se arrastra cojeando hasta una claraboya, monta un pequeño explosivo de precisión en el cristal y activa un temporizador para que detone en cinco minutos y veinticinco segundos. Su misión es solo crear una distracción sonora, un micro-segundo de indecisión. ​Regresa al presente. La violenta sacudida la arroja contra un muro de piedra. Los espasmos sacuden su cuerpo, la sangre corre libremente y la oscuridad amenaza con consumirla. Pero justo en ese momento... ¡Clang! El sonido de cristal roto y la pequeña detonación distrae al objetivo por ese preciso momento. ​El clan entra, Zac, desorientado, levanta la cabeza justo cuando la luz del láser de Irina encuentra su punto. Ella, ciega y temblando, aprieta el gatillo, la bala viaja con una precisión imposible, impactando directamente en el disco duro, no en el traficante. La información vital se pulveriza. ​Irina se desmaya, temblando en su escondite. El rescate ha sido un éxito, el coste ha sido solo suyo. Luego de viajar al pasado no puede volver a hacerlo de inmediato hasta estar del todo recuperada. Ella es la variable que nadie ve, la que se auto-sacrifica para ajustar el engranaje del tiempo. ​Luego de un par de horas bajo una lluvia incesante. Por fin, Irina se puso en marcha, consumida por una debilidad aplastante, pero obligada a alejarse con premura de la ciudad. Era vital dejar atrás la zona donde acababa de actuar. ​Alcanzó las afueras, donde la vegetación indómita y los árboles formaban una cortina impenetrable. Entre el follaje, emergió una forma espectral: una casa, o los restos maltrechos de lo que fue un hogar, aparentemente abandonado al olvido. Para Irina, el hallazgo era un puerto seguro; un techo provisional hasta que la recuperación le permitiera alcanzar su refugio habitual. Los mareos la golpeaban sin piedad, la hemorragia nasal se negaba a ceder, y sus piernas flácidas apenas lograban el milagro de sostenerla. Aún sentía el escalofrío de los temblores, y su visión se mantenía desesperadamente borrosa.
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