• Solo reproduce cualquier canción

    No era raro que a inicio del invierno el grupo que lo conocían de la orquesta le invitaran a salir a beber, siempre lo hacían cuadrando los tiempos necesarios para que él saliera, como si estuviesen a una agrupación conspirativa que se enfoca única y exclusivamente en salir a beber juntos, lo agradecía, muchas veces se olvidaba de lo divertido que era no estar preocupado, con los tiempos sobre su espalda, agotando su cuerpo hasta más no poder. Esa noche ya todos estaban un poco pasados de copas, hablando algunos más coherentes que otros, pero Yuiichi solo estaba callado con una sonrisa boba que no mostraba los dientes, nunca le gusto mostrar los dientes por el colmillo que sobresalía de forma suave. Por lo general, mantenía su rostro sereno, caracterizado por la expresión que muchas veces solo denotaba incomodidad, pero en ese momento solo tenía la sonrisa por el obvio estado de ebriedad era bastante adorable de ver.

    No supo en qué momento, pero soltaron papelillo en el ambiente del bar en el que estaban, algo de verdad muy bonito de ver. Por lo general no bebía, y si lo hacía no era en exceso, no quería terminar muriendo tan joven, además de que tenía una resistencia al alcohol en números negativos, pero a veces le era difícil medirse, en especial cuando sus amigos hacían juegos tontos que todo el mundo pensaba que habían quedado en la universidad. A pesar de todo, no podía evitar la risa baja que le hacía mostrar su rostro más pequeño ante las expresiones que se le escapaban.

    Había tenido días tranquilos a pesar del ajetreo de la ciudad, apenas le dieran las vacaciones su primer viaje sería estar un tiempo en su casa de la infancia, cada navidad se juntaban todos en la familia y de verdad es que era algo agradable, salir al mar de vez en cuando con el aire gélido en su piel y el olor a salitre en el ambiente era algo que le llenaba. A pesar de eso, estar donde su padre había fallecido era algo que le oprimía el pecho de vez en cuando.

    Después de una extensa conversación sobre qué harían para navidad que comenzó después de un largo rato jugando, Yuiichi se excusó un momento para salir a tomar aire, apenas podía caminar bien sin tropezar con sus propios zapatos y decidió no salir con su chaqueta, pero debido al alcohol no sentía con fuerza el clima gélido que estaba a su alrededor, sólo tenía su camisa blanca con un jean casual con algunos parches hechos en bordado tradicional que hacía su padre cuando él estaba más joven, tenía papelitos metalizados en el cabello y parte de la camisa al momento que salió del local, solo andaba sonriendo mientras miraba a la gente pasar por la calle, apoyado bajo los faroles neón del lugar siendo opacado por la leve capa de nieve vieja que se había asentado en distintos lugares.
    Solo reproduce cualquier canción No era raro que a inicio del invierno el grupo que lo conocían de la orquesta le invitaran a salir a beber, siempre lo hacían cuadrando los tiempos necesarios para que él saliera, como si estuviesen a una agrupación conspirativa que se enfoca única y exclusivamente en salir a beber juntos, lo agradecía, muchas veces se olvidaba de lo divertido que era no estar preocupado, con los tiempos sobre su espalda, agotando su cuerpo hasta más no poder. Esa noche ya todos estaban un poco pasados de copas, hablando algunos más coherentes que otros, pero Yuiichi solo estaba callado con una sonrisa boba que no mostraba los dientes, nunca le gusto mostrar los dientes por el colmillo que sobresalía de forma suave. Por lo general, mantenía su rostro sereno, caracterizado por la expresión que muchas veces solo denotaba incomodidad, pero en ese momento solo tenía la sonrisa por el obvio estado de ebriedad era bastante adorable de ver. No supo en qué momento, pero soltaron papelillo en el ambiente del bar en el que estaban, algo de verdad muy bonito de ver. Por lo general no bebía, y si lo hacía no era en exceso, no quería terminar muriendo tan joven, además de que tenía una resistencia al alcohol en números negativos, pero a veces le era difícil medirse, en especial cuando sus amigos hacían juegos tontos que todo el mundo pensaba que habían quedado en la universidad. A pesar de todo, no podía evitar la risa baja que le hacía mostrar su rostro más pequeño ante las expresiones que se le escapaban. Había tenido días tranquilos a pesar del ajetreo de la ciudad, apenas le dieran las vacaciones su primer viaje sería estar un tiempo en su casa de la infancia, cada navidad se juntaban todos en la familia y de verdad es que era algo agradable, salir al mar de vez en cuando con el aire gélido en su piel y el olor a salitre en el ambiente era algo que le llenaba. A pesar de eso, estar donde su padre había fallecido era algo que le oprimía el pecho de vez en cuando. Después de una extensa conversación sobre qué harían para navidad que comenzó después de un largo rato jugando, Yuiichi se excusó un momento para salir a tomar aire, apenas podía caminar bien sin tropezar con sus propios zapatos y decidió no salir con su chaqueta, pero debido al alcohol no sentía con fuerza el clima gélido que estaba a su alrededor, sólo tenía su camisa blanca con un jean casual con algunos parches hechos en bordado tradicional que hacía su padre cuando él estaba más joven, tenía papelitos metalizados en el cabello y parte de la camisa al momento que salió del local, solo andaba sonriendo mientras miraba a la gente pasar por la calle, apoyado bajo los faroles neón del lugar siendo opacado por la leve capa de nieve vieja que se había asentado en distintos lugares.
    Me encocora
    1
    4 turnos 0 maullidos
  • Hola muy buenos días!Lamento ayer no haber posteado. Ayer tuve un día muy ajetreado en la granja, ayude a parir a una yegua y vinieron varios clientes a comprarnos productos y animales.
    No estoy a favor de la compra/ venta de animales ya que odio que separen a las crías de sus mamás, pero no puedo hacer nada por evitarlo, el granjero es tan aterrador cuando se molesta...
    P.D: Aquí tenéis la foto de los pollitos que os prometí! A qué son adorables?
    Hola muy buenos días!😊Lamento ayer no haber posteado. Ayer tuve un día muy ajetreado en la granja, ayude a parir a una yegua y vinieron varios clientes a comprarnos productos y animales.😵‍💫 No estoy a favor de la compra/ venta de animales ya que odio que separen a las crías de sus mamás, pero no puedo hacer nada por evitarlo, el granjero es tan aterrador cuando se molesta... 🥺 P.D: Aquí tenéis la foto de los pollitos que os prometí! A qué son adorables? 🥰
    Me gusta
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • Tengo más trabajo que las ganas de levantarme...
    Ojalá todo fuera proporcional (?)

    - estaba escondida en la bodega para evitar salir a la sala de emergencia que la estaban buscando -

    Yo necesito emergencias, me estoy quedando sin ganas de trabajar (?)
    Tengo más trabajo que las ganas de levantarme... Ojalá todo fuera proporcional (?) - estaba escondida en la bodega para evitar salir a la sala de emergencia que la estaban buscando - Yo necesito emergencias, me estoy quedando sin ganas de trabajar (?)
    Me encocora
    Me shockea
    4
    4 turnos 0 maullidos
  • Cuando los pensamientos intrusivos te atacan(?).

    - Al menos el flequillo no quedó tan mal, o eso quiero creer- Miró por última vez su reflejo en el espejo antes de guardar la tijera.

    "Ojalá pudiera cortar, de una vez, el lazo que me une a ellos..."

    Con un suspiro resignado, salió del baño y se tiró en la cama. Estaba a punto de cerrar los ojos y sucumbir al sueño cuando, de repente, un libro cayó del estante. El ruido seco del impacto resonó por toda la habitación, y ella ya sabía de qué se trataba, algo, rondaba cerca de la casa.
    Se incorporó lentamente hasta quedar sentada en la cama. Frente a ella, varios cuadros con fotos la miraban en silencio, despertando una sensación nostálgica que no pudo evitar.

    "A veces me pregunto si algún día volverás..."

    Ahora, todo parecía al revés. Estaba atrapada en el vacío, con la oscuridad a su alrededor, cada vez más cerca, como si intentara devorarla.

    Cuando los pensamientos intrusivos te atacan(?). - Al menos el flequillo no quedó tan mal, o eso quiero creer- Miró por última vez su reflejo en el espejo antes de guardar la tijera. "Ojalá pudiera cortar, de una vez, el lazo que me une a ellos..." Con un suspiro resignado, salió del baño y se tiró en la cama. Estaba a punto de cerrar los ojos y sucumbir al sueño cuando, de repente, un libro cayó del estante. El ruido seco del impacto resonó por toda la habitación, y ella ya sabía de qué se trataba, algo, rondaba cerca de la casa. Se incorporó lentamente hasta quedar sentada en la cama. Frente a ella, varios cuadros con fotos la miraban en silencio, despertando una sensación nostálgica que no pudo evitar. "A veces me pregunto si algún día volverás..." Ahora, todo parecía al revés. Estaba atrapada en el vacío, con la oscuridad a su alrededor, cada vez más cerca, como si intentara devorarla.
    Me gusta
    Me entristece
    4
    0 turnos 0 maullidos
  • ─ Es irónico pero aun dentro de la perdida poco y mas se puede ganar también.
    Quizá el estimulo para avanzar y mejorar, aquello que sirve para tejer tu voluntad y tu fortaleza, pero es un recoveco algo oscuro frió e incomodo, las cicatrices no bastaran para helar tu frustración si no el propio resultado que no hizo mas que recordarte que aun con tus ideales débiles, la carne también toma una fibra débil.

    ¿Cuanto estas dispuesto a explorar ese páramo que intentas evitar para ganar algo de "Voluntad"?
    ㊗️ ─ Es irónico pero aun dentro de la perdida poco y mas se puede ganar también. Quizá el estimulo para avanzar y mejorar, aquello que sirve para tejer tu voluntad y tu fortaleza, pero es un recoveco algo oscuro frió e incomodo, las cicatrices no bastaran para helar tu frustración si no el propio resultado que no hizo mas que recordarte que aun con tus ideales débiles, la carne también toma una fibra débil. ¿Cuanto estas dispuesto a explorar ese páramo que intentas evitar para ganar algo de "Voluntad"?
    Me gusta
    Me shockea
    6
    16 turnos 0 maullidos
  • Zwëihanherz Rising Sun
    Fandom Zwëihanherz: Rising Sun
    Categoría Otros
    "Nuestra historia comienza en la antigua Alejandría, Egipto. Nenet nace en el seno de una familia humilde, un regalo que llegó después de una profunda sombra. Tiempo atrás, sus padres ya habían perdido un hijo, y por un amargo momento, parecía que Nenet estaba destinada al mismo fin. Fue entonces cuando su padre se arrodilló y elevó su ruego a los cielos, a los dioses antiguos. Prometió dar y hacer lo que fuera necesario si le concedían el deseo de que su esposa diera a luz a su primogénita. Tras varios días de ayuno y súplica, el deseo fue concedido.
    ​Nació una niña con una particularidad sorprendente: su piel era tan oscura como un abismo sin fondo, un contraste absoluto con la luz del desierto. Sumado a esto, un par de marcas doradas sutiles se delineaban sobre sus brazos y espalda, como una escritura incomprensible. Pero la maravilla del nacimiento superó todo misterio. Se susurra que aquella noche, una sombra misteriosa, un visitante silencioso, le hizo una visita a la recién nacida, que dormía en paz sin percatarse de la entidad que la observaba.
    ​El tiempo no borró la diferencia. Nenet creció bajo la constante mirada de su comunidad, ganándose burlas y el acoso incesante de otros niños. Se aisló, haciendo de su pequeña habitación un santuario. Allí, los cuentos que su padre le leía cada noche se convirtieron en su única ventana. Aprendió a leer vorazmente, transformando su soledad en una devoción por la literatura y por el mundo exterior.
    ​Cerca de sus diecisiete años, esa devoción se convirtió en su más ferviente deseo: abandonar Alejandría para, finalmente, escribir su propia historia. Era de complexión delgada, su cabello negro cortado en un bob mediano enmarcaba un rostro de carácter indomable, con unos ojos delineados por una sutil curva que atraían la mirada y unos labios que, teñidos de un tono oscuro, hacían brillar cada sonrisa.
    ​Su vestimenta no era la de una reclusa, sino la de una guerrera en ciernes: un corset de batalla que dejaba los hombros y el abdomen a la vista, un pantalón de tela con un intrincado encaje de fuego que subía desde el tobillo hasta la cintura, y sandalias firmes. Las marcas doradas en su piel brillaban, un enigma que nadie había podido descifrar. La disciplina de combate le había otorgado un temple firme, pero su esencia era la de una chica amable, dulce, caritativa, siempre dispuesta a servir. Aunque el temor la rozaba, nunca dudaba en enfrentar el peligro para ayudar a quien lo necesitara.
    ​El Cairo: El Viaje Comienza
    ​En la vibrante y caótica Ciudad de El Cairo, a las 2:45 p.m., Nenet caminaba con su mochila al hombro. Los edificios se alzaban en una fila desigual y casi surrealista, una muralla de vida que la asombraba. El caos citadino era un torrente de movimiento y ruido, y ella lo observaba como una niña que conoce el mundo por primera vez, dando cada paso con la expectativa de un nuevo descubrimiento.
    ​Se detuvo en la esquina de la acera. Estaba acostumbrada a la curiosidad de los transeúntes, pero la multitud aquí era un organismo vivo. Al dar el tercer paso, fue empujada con una fuerza inesperada; el tráfico de gente era denso y ciego. Su mochila, la que contenía su bitácora de viaje, pasaporte y el dinero para la travesía, cayó de su hombro y fue inmediatamente engullida por el río humano.
    ​Quedó paralizada en medio de la acera, sintiendo un vacío helado. Los cláxones resonaron con estridente impaciencia, obligándola a correr para evitar el flujo de autos. Al llegar al otro lado, el tráfico seguía su curso indiferente, y la mochila había desaparecido. Se cruzó de brazos, la rabia contra su propia distracción mezclándose con una culpa punzante. No podía permitirse un error tan costoso; perder esa mochila era quedarse, literalmente, varada.
    ​Justo entonces, oyó unas risas. En la boca de un angosto callejón, un grupo de niños alardeaban de su nuevo botín. Su mochila estaba allí, a punto de ser abierta.
    ​— ¡Oigan, eso es mío! — gritó con ahínco, alzando las manos para hacerse visible.
    ​Esperó a que la luz de tráfico se pusiera en rojo y, como una flecha, se lanzó a la persecución. Desplegó una agilidad felina, concentrándose. Agudizó sus sentidos, logrando percibir el aroma de los pequeños corredores hasta la entrada de una casa abandonada, sucia y cubierta de polvo.
    ​Se adentró con pasos sigilosos, atenta a cualquier sonido. Escuchó el barullo en el patio trasero y se acercó a una ventana manchada para observarlos. Su plan no era solo recuperar sus cosas, sino darles un buen escarmiento. Localizó una vieja puerta de madera que conectaba al patio. La abrió con una lentitud dramática. El chirrido agónico del gozne llamó la atención de los niños, que se quedaron quietos, confusos.
    ​En ese instante de distracción, Nenet saltó al patio con una mirada deliberadamente macabra y exagerada. Su aparición fue tan repentina que los niños huyeron despavoridos, dejando todo su contenido regado por el suelo.
    ​Nenet suspiró, cerrando los ojos con frustración. Susurró la admonición a sí misma mientras recogía sus pertenencias: — Debo dejar de ser tan distraída. No puedo quedarme así de nuevo. — Acomodó todo en su lugar, cargando la mochila al hombro. Retomó su camino, con un destino claro en mente.
    ​Ahora, se dirigía a Jerusalén, cumpliendo la orden tácita de su padre. Una travesía que no solo buscaba aventura, sino también obtener una bendición para el camino que acababa de empezar."
    "Nuestra historia comienza en la antigua Alejandría, Egipto. Nenet nace en el seno de una familia humilde, un regalo que llegó después de una profunda sombra. Tiempo atrás, sus padres ya habían perdido un hijo, y por un amargo momento, parecía que Nenet estaba destinada al mismo fin. Fue entonces cuando su padre se arrodilló y elevó su ruego a los cielos, a los dioses antiguos. Prometió dar y hacer lo que fuera necesario si le concedían el deseo de que su esposa diera a luz a su primogénita. Tras varios días de ayuno y súplica, el deseo fue concedido. ​Nació una niña con una particularidad sorprendente: su piel era tan oscura como un abismo sin fondo, un contraste absoluto con la luz del desierto. Sumado a esto, un par de marcas doradas sutiles se delineaban sobre sus brazos y espalda, como una escritura incomprensible. Pero la maravilla del nacimiento superó todo misterio. Se susurra que aquella noche, una sombra misteriosa, un visitante silencioso, le hizo una visita a la recién nacida, que dormía en paz sin percatarse de la entidad que la observaba. ​El tiempo no borró la diferencia. Nenet creció bajo la constante mirada de su comunidad, ganándose burlas y el acoso incesante de otros niños. Se aisló, haciendo de su pequeña habitación un santuario. Allí, los cuentos que su padre le leía cada noche se convirtieron en su única ventana. Aprendió a leer vorazmente, transformando su soledad en una devoción por la literatura y por el mundo exterior. ​Cerca de sus diecisiete años, esa devoción se convirtió en su más ferviente deseo: abandonar Alejandría para, finalmente, escribir su propia historia. Era de complexión delgada, su cabello negro cortado en un bob mediano enmarcaba un rostro de carácter indomable, con unos ojos delineados por una sutil curva que atraían la mirada y unos labios que, teñidos de un tono oscuro, hacían brillar cada sonrisa. ​Su vestimenta no era la de una reclusa, sino la de una guerrera en ciernes: un corset de batalla que dejaba los hombros y el abdomen a la vista, un pantalón de tela con un intrincado encaje de fuego que subía desde el tobillo hasta la cintura, y sandalias firmes. Las marcas doradas en su piel brillaban, un enigma que nadie había podido descifrar. La disciplina de combate le había otorgado un temple firme, pero su esencia era la de una chica amable, dulce, caritativa, siempre dispuesta a servir. Aunque el temor la rozaba, nunca dudaba en enfrentar el peligro para ayudar a quien lo necesitara. ​El Cairo: El Viaje Comienza ​En la vibrante y caótica Ciudad de El Cairo, a las 2:45 p.m., Nenet caminaba con su mochila al hombro. Los edificios se alzaban en una fila desigual y casi surrealista, una muralla de vida que la asombraba. El caos citadino era un torrente de movimiento y ruido, y ella lo observaba como una niña que conoce el mundo por primera vez, dando cada paso con la expectativa de un nuevo descubrimiento. ​Se detuvo en la esquina de la acera. Estaba acostumbrada a la curiosidad de los transeúntes, pero la multitud aquí era un organismo vivo. Al dar el tercer paso, fue empujada con una fuerza inesperada; el tráfico de gente era denso y ciego. Su mochila, la que contenía su bitácora de viaje, pasaporte y el dinero para la travesía, cayó de su hombro y fue inmediatamente engullida por el río humano. ​Quedó paralizada en medio de la acera, sintiendo un vacío helado. Los cláxones resonaron con estridente impaciencia, obligándola a correr para evitar el flujo de autos. Al llegar al otro lado, el tráfico seguía su curso indiferente, y la mochila había desaparecido. Se cruzó de brazos, la rabia contra su propia distracción mezclándose con una culpa punzante. No podía permitirse un error tan costoso; perder esa mochila era quedarse, literalmente, varada. ​Justo entonces, oyó unas risas. En la boca de un angosto callejón, un grupo de niños alardeaban de su nuevo botín. Su mochila estaba allí, a punto de ser abierta. ​— ¡Oigan, eso es mío! — gritó con ahínco, alzando las manos para hacerse visible. ​Esperó a que la luz de tráfico se pusiera en rojo y, como una flecha, se lanzó a la persecución. Desplegó una agilidad felina, concentrándose. Agudizó sus sentidos, logrando percibir el aroma de los pequeños corredores hasta la entrada de una casa abandonada, sucia y cubierta de polvo. ​Se adentró con pasos sigilosos, atenta a cualquier sonido. Escuchó el barullo en el patio trasero y se acercó a una ventana manchada para observarlos. Su plan no era solo recuperar sus cosas, sino darles un buen escarmiento. Localizó una vieja puerta de madera que conectaba al patio. La abrió con una lentitud dramática. El chirrido agónico del gozne llamó la atención de los niños, que se quedaron quietos, confusos. ​En ese instante de distracción, Nenet saltó al patio con una mirada deliberadamente macabra y exagerada. Su aparición fue tan repentina que los niños huyeron despavoridos, dejando todo su contenido regado por el suelo. ​Nenet suspiró, cerrando los ojos con frustración. Susurró la admonición a sí misma mientras recogía sus pertenencias: — Debo dejar de ser tan distraída. No puedo quedarme así de nuevo. — Acomodó todo en su lugar, cargando la mochila al hombro. Retomó su camino, con un destino claro en mente. ​Ahora, se dirigía a Jerusalén, cumpliendo la orden tácita de su padre. Una travesía que no solo buscaba aventura, sino también obtener una bendición para el camino que acababa de empezar."
    Tipo
    Individual
    Líneas
    15
    Estado
    Disponible
    Me gusta
    1
    7 turnos 0 maullidos
  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    [Bitácoras de sueños]

    He visto este sueño con más frecuencia:

    Dos amigos que eligieron la distancia, creyendo que así evitarían el dolor. No entienden que el amor, cuando es verdadero, no necesita cumplirse para existir; basta con haberse reconocido, aunque sea por un instante.

    En su silencio compartido hay más verdad que en mil promesas. Quizá algún día, en mis dominios, vuelvan a encontrarse… no para amarse, pero si para recordar que alguna vez lo evitaron.

    [Agrega una nota: "No fue desamor lo que los separó, sino el miedo a descubrirse reflejados en los ojos del otro..."]
    [Bitácoras de sueños] He visto este sueño con más frecuencia: Dos amigos que eligieron la distancia, creyendo que así evitarían el dolor. No entienden que el amor, cuando es verdadero, no necesita cumplirse para existir; basta con haberse reconocido, aunque sea por un instante. En su silencio compartido hay más verdad que en mil promesas. Quizá algún día, en mis dominios, vuelvan a encontrarse… no para amarse, pero si para recordar que alguna vez lo evitaron. [Agrega una nota: "No fue desamor lo que los separó, sino el miedo a descubrirse reflejados en los ojos del otro..."]
    Me gusta
    Me encocora
    Me entristece
    3
    4 comentarios 0 compartidos
  • Un fuerte ataque que lo agarro desprevenido, no pudo frenarlo y mucho menos evitar el overdrive

    - ¡Uah!
    Un fuerte ataque que lo agarro desprevenido, no pudo frenarlo y mucho menos evitar el overdrive - ¡Uah!
    Me gusta
    Me encocora
    3
    0 turnos 0 maullidos
  • Cuando pienso en esos amigos que tuve... Desaparecieron de mi vida sin siquiera un adiós... Hace que me baje una tristeza y no puedo evitar querer llorar.
    Cuando pienso en esos amigos que tuve... Desaparecieron de mi vida sin siquiera un adiós... Hace que me baje una tristeza y no puedo evitar querer llorar.
    Me entristece
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • Al finalizar su larga jornada laboral, se dirigió a su oficina. Encendió las luces y se dejo caer en la silla que acompañaba el escritorio.

    Estaba tan cansada, que ni si quiera podía fingir interés por las charlas triviales de sus colegas.

    En el momento que recobró la compostura recordó aquello que por una semana llevaba posponiendo. Abrió el primer cajón del escritorio ysu mirada se detuvo en el sobre amarillento y desgastado que se encontraba allí.

    Lo tomó con cuidado, como si fuera el objeto más frágil y despegó aquel sello que mantenía el sobre cerrado, antes de abrir la carta y al ver como sus manos temblaban, tomo un respiró, a pesar de esto, no logro calmarse. Algo no se sentía bien, era un sentimiento diferente a cualquiera de los que había sentido estos últimos 5 años. No solo estaba nerviosa, se sentía casi enferma.

    Cuando por fin se decidió a leer, su mirada se clavo en aquellas letras rojas que se encontraban en el encabezado de la carta

    "Nuevo cargo: Profesora de Hechicería Aplicada"

    Esperando que esto fuera una broma, continúo leyendo. El director le pedía disculpas, pero no podia evitar hacer sus prácticas.

    Quedo en silencio releyendo la carta una y otra vez, como si eso hiciera que las letras se reacomodaran. Después de unos minutos, se tiró en el sofá junto a su escritorio

    -¿Cómo se supone que "un sin magia" va a enseñar como hacerla?- Soltó un fuerte suspiro. Sabia que las cosas se complicarían
    Al finalizar su larga jornada laboral, se dirigió a su oficina. Encendió las luces y se dejo caer en la silla que acompañaba el escritorio. Estaba tan cansada, que ni si quiera podía fingir interés por las charlas triviales de sus colegas. En el momento que recobró la compostura recordó aquello que por una semana llevaba posponiendo. Abrió el primer cajón del escritorio ysu mirada se detuvo en el sobre amarillento y desgastado que se encontraba allí. Lo tomó con cuidado, como si fuera el objeto más frágil y despegó aquel sello que mantenía el sobre cerrado, antes de abrir la carta y al ver como sus manos temblaban, tomo un respiró, a pesar de esto, no logro calmarse. Algo no se sentía bien, era un sentimiento diferente a cualquiera de los que había sentido estos últimos 5 años. No solo estaba nerviosa, se sentía casi enferma. Cuando por fin se decidió a leer, su mirada se clavo en aquellas letras rojas que se encontraban en el encabezado de la carta "Nuevo cargo: Profesora de Hechicería Aplicada" Esperando que esto fuera una broma, continúo leyendo. El director le pedía disculpas, pero no podia evitar hacer sus prácticas. Quedo en silencio releyendo la carta una y otra vez, como si eso hiciera que las letras se reacomodaran. Después de unos minutos, se tiró en el sofá junto a su escritorio -¿Cómo se supone que "un sin magia" va a enseñar como hacerla?- Soltó un fuerte suspiro. Sabia que las cosas se complicarían
    Me gusta
    Me encocora
    7
    0 turnos 0 maullidos
Ver más resultados
Patrocinados